por Claudio Alfonso Escobar
"El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo.
Quien quiera nacer tiene que destruir un mundo.
El pájaro vuela hacia Dios. El Dios se llama Abraxas. “ (H. Hesse, "Demian")
"La difícil tarea de pensar por uno mismo e interpretar (o re-interpretar) la realidad con una mirada desprejuiciada es la invitación que nos hace nuestro amigo y maestro Hermann Hesse en cada uno de sus libros. En ellos hay un quiebre con lo establecido; algo nuevo se expone ante nuestros sentidos para deleitarlo con renovado gusto, pero también con honorable respeto. Hesse, tal vez sin proponérselo, es maestro de masas juveniles. Ha tenido la claridad mental y el coraje necesario para ver más allá de lo aparente, en lo profundo del ser humano. De esta forma, por sí mismo ha definido sus propios conceptos fundamentales, los que curiosamente han coincidido con los de la nueva juventud (lo cual, creo, habla bien de nosotros). La juventud: un concepto que aparentemente demarca un período de tiempo en la vida de cada ser y que termina con la aparición de las canas y las primeras arrugas. Pero la juventud en Hesse es fuerza vital, un poder que proviene del alma, una voluntad de mantenerse vivo y siempre vigente, por medio de lo único, lo más característicamente humano, lo casi divino, un doble concepto en equilibrio para el cual aún no existe nombre válido o aceptado: la imaginación y el pensamiento.
La dualidad en equilibrio es propuesta en lugar de lo absoluto, concepto éste último que abarca muchos otros como Infinito, Dios, Alma, Eternidad; sublimes e inquietantes intuiciones para las cuales el hombre ha tenido alguna clase de repuestas sólo a través de la religión: en lo moral, el bien y el mal abarcan en dos conceptos toda la escala de valores. Pero en tiempos de evidente crisis ética y espiritual, tiempos en que los dioses se alejan de la imaginación, y el pensamiento de los jóvenes evade lo moral y lo valórico en pos de un inmediato vivir, nos encontramos con cada vez menos tiempo (y menos necesidad) de pensar por nosotros mismos, dando paso a otro extremo: al de la razón dada en bandeja que enmascara la desesperanza y el vacío de la soledad también extrema en que se encuentran tantas conciencias en proceso de formación. Lo bueno y lo malo han perdido su significado, o más bien tienen un significado vago, que suena casi infantil a una nueva juventud que descubre y afirma “por sí misma”, pero a través de lo que se les ha dado, que el hombre es dueño absoluto de su destino. El conocimiento es demasiado, hay que acumular ya que no queda tiempo (ni necesidad) de pensar: todo está pensado.
¿Todo está pensado?. ¿Es que lo único que nos queda por descubrir se basa en lo exterior al hombre mismo y no en su interior? ¿Sólo los conocimientos y la mezcla de conocimientos hacen válida la vida del hombre? Entonces, ¿sólo es válido pensar en lo conocido para descubrir lo desconocido? Es evidente que no todo está pensado. Es evidente que aún hay mucho por descubrir en el interior profundo de cada ser. Es evidente que el conocimiento (dado) no es lo único que da sentido a la vida. Y es evidente que lo desconocido no se encuentra sólo en la mezcla de lo ya pensado sino que aún queda mucho completamente nuevo por descubrir y por pensar.
Entonces, ¿por qué me hago todas estas preguntas? Imagino que por el mismo motivo por el cual escribía sus obras nuestro amigo Hesse: para descubrir mi propia verdad, mis propios Dioses y mi propio e individual ser, mi camino y mi destino.
Imagino que todo esto no le interesa a nadie más que a mí mismo. Aunque des-prejuiciadamente pienso que tal vez sí. Imagino que por ahí existe alguien que también piensa como yo. Y mientras espero, me ocupo en imaginar que pienso bien y que, en el fondo, mi amigo Hesse y yo no estamos tan solos. Imagino que todo esto no tiene nada que ver con el objetivo de este trabajo. Pero sé, porque pienso, que esto está quedando bien y que voy por buen camino, conformando nuevas ideas, construyendo sobre sólidos cimientos ya construidos, mezclando el pensamiento y la imaginación al servicio de la expresión de algo que aún no es mi ser, pero aspira a ello.
La dualidad es un concepto que se nos escapa. El equilibrio es necesidad. Pero, ¿equilibrio entre qué? Esto es algo que aún está por pensarse."
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ABRAXAS