Me cuesta asumir que ya no me vas a despertar por las noches con tus maratones nocturnas, que ya no regañarás cuando te despierte a media tarde o que ya no tendré esos pequeños infartos que sufría cuando te perdía de vista sobre mi cama. Lograste sacarme una sonrisa cuando más lo necesitaba simplemente juntando tus manitos, como en esta foto, o escarbando entre mis ropas en busca de un lugar donde dormir, eso te encantaba... Duele pensar que ya no rodarás más por los rincones de mi casa, que ya no escucharé esos golpes contra las paredes... Ahora solo te queda descansar, como tanto te gustaba hacerlo... Extrañaré sostenerte en mi mano, observarte mientras corrías y corrías. Gracias por las infinitas sonrisas que me diste, por esas manitos chiquititas que posabas en mí, por ese marmoteo constante que quedará de recuerdo en mi memoria... Te pido perdón por haberte dejado solita cuando más me necesitabas, ahora yo te necesito, necesito sentirte, como cada vez que me acompañaste mientras estaba triste, sabías que estaba triste y te acurrucabas en mis manos, no me dejabas, no sé como puede haber gente que cree que ustedes no sienten... Da igual lo que opinen los demás. Me duele tu partida, pero me llena de alegría recordar esos momentos a tu lado... ¡si hasta intenté enseñarte trucos! Pero fuiste tu la que me enseñó el mejor de todos... a querer sin condiciones, si incluso podía ver tu pequeña alma a través de esos brillantes ojos negros... Sabía que no me acompañarías la vida completa, pero sin quererlo completaste mi vida... Descansa ahora cosita... Te amo Malva Hermosa, estés donde estés espero volver a encontrarte...