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Reverendo1982

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  1. El día que dejé de escribir había contado ya muchas historias, muchas eran repetidas, otras eran nada más que de papel. Mi amor por la palabra perdía fuerza en la cúspide de mis tiempos, cuando la gloria estaba más cerca que nunca. Esa gloria que no estaba en los premios ni los aplausos...los aplausos de otro tiempo arremolinados en la memoria perdida. Memoria frágil, la mente de un hombre triste que ansiaba mostrarse al mundo con su obsesivo juego de verbos, sinónimos y adjetivos. Pero fue aquel juego enfermizo que me llevó a la perdición...y no era por falta de talento, no era por falta de ideas. Las ideas se encontraban atascadas en la mente soñadora, en la raíz del pensamiento crítico que de niño marcó el color de mi personalidad. Y justamente aquella forma de encarar las injusticias me hundió en el recuerdo permanente de lo que finalmente nunca fui...un gran luchador, un guerrero nato, un narrador por excelencia. Y ese dilema del drama constante me hizo sucumbir. Me permití desfallecer sólo por querer ser perfecto y dominar todo conocimiento sin antes conocerme a mi mismo, no más allá de las borracheras características, de las bromas negras y mentiras blancas, tampoco más profundamente que en una conversación a dúo con mi inexperta conciencia de adolescente con un gran abísmo temporal, aquel jovencito amigo de las drogas y el submundo, amigo del desorden en la escuela, amigo de la contradicción a la autoridad...pero si era tan ingenuo...pensé que mis alas de libertario prematuro serían mi fuente más grande de experiencia viva, y que ellas serían las encargadas de perpetuar mi nombre...no por la ambición de Aquiles, no por el sueño del heroe, no por la lucha por la equidad del marxista....mis batallas iban aún más allá, ellas querían llegar a la unica gran conciencia y discutir de igual a igual con el gran creador....qué ingenuo, pero si siempre decía que ese gran creador era una simple y caricaturesca invención del hombre en su afán por no sentirse solo, en su afán por construir estructuras eternas, caprichoso de aceptar que nada es eterno, simplemente porque es la antítesis de la lógica de los universos...algo tan similar a la imperfección, que irónicamente es el antónimo más exacto de Dios. Cuando dejé de escribir y entré en el bloqueo del escritor no imaginé que duraría años, pues tampoco fui capaz de darme cuenta ya que todo el tiempo me mantuve escribiendo, perfeccionando el lenguaje...sólo que bajo el costo de abandonarme a mi mismo, despreocupándome de lo más importante, que jamás fue enriquecer el lenguaje con libros y seminarios, pues según aquel jovencito de 14 años que alguna vez fui...la vida era más que seguir la corriente impuesta por la sociedad, ya que desde el real significado de su palabra ha sido pésimamente definido y establecido...pues somos los maestros de la individualidad, y algo más que nuestra naturaleza nos lleva todo el tiempo a ser opuestos al trabajo colectivo. Cuando dejé de escribir no fui capaz de identificar la causa, tampoco el momento exacto, mucho menos el día en que volví al oficio. Porque cuando perdí la palabra también perdí la percepción del espacio-tiempo, y no por problemas de intelecto ni el alimento que lo cultivaba, no, sólo había perdido mi esencia...ya no escribía por escribir, incentivo verdadero a la hora de una creación...y siempre lo supe, siempre estuve conciente...en el momento que quise lucrar con mi talento, éste desapareció....molesto con mi nueva forma de ver el mundo, con mi nueva identidad de oveja, una más de aquel rebaño que tanto reproché. El día que perdí las palabras no quedé sin habla, seguí hablando cuan charlatán sobre mi capacidad narrativa envidiable, sobre como a través del lenguaje era capaz de llevar a las sonrisas y las lágrimas a quien fuera que leyera o me oyera. Manifesté mi crítica a la rima consonante sin un argumento relevante, y dije una y otra vez que el ego del poeta era lo que me negaba a sentirme uno de ellos. Pero estupidamente caí en ese ego, lo doblé y tripliqué pensando que mis manos lo moldearían a su antojo y lo mantendrían bajo control para no caer en la misma tumba de los tantos que murieron bajo el yugo de su propia arrogancia. Y eso fue lo que me ocurrió. Pues sólo hoy he vuelto a escribir con el corazón y no con la mente lucrativa, no con las ansias del éxito, no con el oído iluminado por el aplauso, los premios y el reconocimiento masivo. Quizás hoy era la noche de reencuentro que esperaba, quizás esta era la oportunidad de volver a ser honesto y sacar a flote mi esencia antes de que pereciera por completo y yo terminara derrotado, muerto sobre las sábanas del destino, pasando a ser un poco más de polvo en las estepas de mi prosa frenética y olvidada. No quiero dedicar este escrito, no quiero dejarlo a nadie, no quiero que nadie me llore; de lástima o de risa por lo absurdo de mi narración, por la confusión y falta de equidad en las ideas más honestas que alguna vez lancé sobre el papel intangible que reside en algo aún más inconcreto; la memoria de un pc de escritorio, que no sólo guarda un largo y doloroso bloqueo del escritor del que ahora me enorgullezco, sino que también una época dorada, una montaña de anécdotas pueriles, el niño de los 80 que hoy envejece en la segunda década del siglo 21, y que es tentado cada vez que abre los ojos a decaer por completo y marcharse sin dejar su nombre. Porque por mucho que me duela, los grandes records que batí y me enorgullecieron por años, no son ni serán recordados.... Hay algo de lo que sí me siento tranquilo, nada, en lo absoluto, se asemeja siquiera a lo que llamamos «real». Vivimos y soñamos con una ilusión constante que se forma desde la emoción y se proyecta al universo tal cuál es, inexistente y desconocido, por nosotros y por sí mismo...la conciencia colectiva no representa el poder del todo, ni el todo el poder de la colectividad. Somos seres inherentemente desconectados que luchan por una conexión, somos el recuerdo del big bang en su ansiosa espera del big crunch. J.N.P
  2. El arte de narrar historias es muy complejo, hay muchos géneros posibles para desarrollar una idea. Al final sólo debes identificar cuál es el tuyo, y a partir de eso formar una historia tomando en cuenta los elementos y diseños, para lo que, si te dedicas con frecuencia a escribir, te recomiendo leer e investigar con profundidad. En tu historia hay un drama social, algo de romance y crimen. Géneros muy complejos (especialmente el crimen) que requieren investigación, en el caso tuyo que vives en una zona de conflicto, tienes un gran punto a favor, conoces ese mundo. Pero para llevarlo a una historia se necesitan muchas cosas más también. A mi no me parece una narración tediosa, no es la palabra, creo que el lenguaje utilizado y el estilo-ritmo de la narración no siempre engancha al lector común, lo que no quiere decir en absoluto, que sea malo. Hay mucho material en esa historia que puede ser exprimido al máximo para una novela o una película, pero eso sería otro cuento, también depende de lo que buscas de la literatura y las historias. No tienes que cambiar nada amigo, sólo pulirlo, trabajarlo y buscar las palabras y situaciones exactas. Mientras más leas y escribas, mejor. Saludos.
  3. Disculpa, no deberías realizar ese tipo de criticas si no conoces el tema, yo soy guionista por eso te digo que, el guión, a pesar de cumplir un formato (completamente diferente a lo que conoces parece) es totalmente narrativo. Acciones en presente, tercera persona...leí el texto que se publica acá y describe emociones, sensaciones y ambientes que en un guión serían incorrectos, si piensas que por los diálogos parece guión, te equivocas profundamente. Si bien para un relato me inclino por otro tipo de lenguaje y ritmo, se nota que el autor no es novato en la escritura. Puede que le guste el formato más periodistico, con lenguaje sencillo y narración formal. Pero sí hay un trabajo detrás (o dentro) del texto. Saludos a Mexico.
  4. Como amante de las historias, y por haber corrido el gran riesgo de dedicarme a ello, sé que el oficio de escribir es paradójico. Nos entrega mundos completos a manos llenas, pero cada día nos arrebata un trozo del mundo en el que realmente vivimos. Lo positivo de publicar de esta forma, es ser totalmente anónimo, y mostrar lo que jamás llevarías a un guión de Cine o alguna obra literaria. Este texto es uno de ellos. Esta es una adaptación de una experiencia personal...como muchas otras que algún día redacté... " La Carta de Papá" Hijo, quiero contarte algo...ven aquí, abrazame... No, no es un cuento, no es una de las historias que jamás pude leerte o cantarte mientras te arropaba en los inviernos, no es la leyenda de un héroe que luchó contra las fuerzas del mal, contra cíclopes, dragones y monstruos de la noche, los mismos que tu madre te ayudó a combatir con ese espantacuco que aún guardas en la caja de recuerdos, junto con tu primer piano, tu elefante que tanto te gustaba, la guitarra que te compré en el terminal de buses un día que fuimos a recoger a tu abuela, esa mujer que tanto te amó y extrañó, hasta el día en que tuvo que partir... Ya no lo recuerdas, claro que no, como tampoco recuerdas que odiabas estar sin mí, y que cada amanecer te esforzabas por despertarme, tan sólo para que al abrir los ojos me percatara de que ese maravilloso trozo de mí, mi único hijo, me necesitaba, y me amaba. Quizás no volviste a amarme con esa fuerza, no fui nunca más imprecindible, y yo durante muchos años he tenido que cargar con esa enorme cruz. He llevado sobre los hombros el mayor peso que un hombre como yo podría soportar. Nunca más volví a despertar una mañana con una sonrisa como la tuya. Jamás volví a sentirme como en el momento que llegaste al mundo, en la clínica de Arica. Si cargarte aquel día fue como recibir el más importante trofeo, ninguna medalla ni premio podría parecerse a ti cuando por vez primera viste la luz del día...pero fue ingrata la vida, y tuve que alejarme de aquel trofeo, mi premio, mi medalla de honor, mi mayor creación...y aún después de tanto tiempo me sigue quedando esa sensación de ahogo en el pecho, ese vacío permanente e imposible de llenar. La soledad irreductible, implacable. Adolfo, cada palabra dibujada en este papel es una lágrima de tu padre, quien al igual que tú, también sufrió, tuvo miedo, lloró, se sintió solo...permite hoy que esta carta llegue más allá de tu corazón, y vuelvas a sentirme cerca. Te invito a volver a ser bebé, cuando nada era más complicado que no tener la tetita de mamá, o la atención mía, y debías buscar un recurso para que nada de eso te faltara. Con los años nada de eso ha tenido importancia, quizás no sabes que alguna vez fue lo que más te angustió. Pero no te culpes, la culpa es mía, yo debí estar todo el tiempo ahí independiente de los problemas, independiente de las diferencias o la falta de apoyo...quizás la vida habría sido distinta. Cambiaría muchas cosas por volver atrás, daría todo lo que logré con el objeto de tenerte en mis brazos aunque fuera una vez más, la última vez, esa sería la mejor forma de mi propia partida. Le dediqué mi vida a las historias y aún creo que no conté la más importante, la que siempre estuvo dentro de mí. Al final todo lo hecho es una manifestación de nuestros sueños más inalcanzables, lo más profundo de un ideal que me costó muy caro. Me costó sentirme solo, muy solo. Me costó tener que enviarte esta carta desde el pasado, 30 años antes, corriendo el riesgo de no estar para entregártela personalmente. Viste alguna vez el ocaso en un mirador de la ciudad?...con toda aquella vista de lo que desde abajo parece enorme, interminable?....recuerda que desde ahí arriba, era pequeño e insignificante, totalmente a tu disposición, y te sentiste poderoso, grande, fuerte. Hoy yo veo mi pasado desde arriba, pero no puedo controlarlo ni soy más fuerte que él. Lo conozco con detalle y sé sus debilidades pero aún me atormenta, aún extraño abrazarte, llevarte en el coche por la ciudad. No hay vuelta atrás, por más arrepentidos que estemos de algo no podremos jamás cambiarlo. Lo importante es que en adelante no volvamos a tropezar de la misma forma...lo que alguna vez nos dio tanto temor ya no debe atormentarnos...hoy vemos ese mundo desde arriba. Quiero que te quedes aquí, abrazado a mí, a este texto de dos páginas, que cierres los ojos y vuelvas a ser bebé, regreses a nuestro departamento, y me veas frente a ti, en el pc de escritorio donde veíamos esos conciertos que tanto te gustaban. Mes ves?...sí, ahí estoy, has viajado al pasado hijo mío, y ahí está tu padre escribiendo esta carta, bañado en lágrimas, pero con una sonrisa...yo también puedo verte...y te amo...no sabes como te he extrañado Dolfy...gracias por venir... J.A.N.P
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