Jump to content

buscandome

Warianos
  • Posts

    1,695
  • Joined

  • Last visited

  • Days Won

    23

Everything posted by buscandome

  1. RECONCILIARSE CONSIGO MISMO En mi opinión, hay pocas cosas más paradójicas que tener una mala relación con uno mismo. Es del todo absurdo tratar de evitar la propia presencia a todas horas, o no atreverse a mirarse fijamente en los espejos, es innecesario insistir en la tortura de los pensamientos auto-agresivos, ser incapaz de reconocer las cosas buenas que cada uno tiene, o no sentirse satisfecho de uno mismo –con el agravante de que uno puede no estar muy satisfecho de una faceta suya, sí, pero, en cambio, lo extiende incluso a las que no debieran estar afectadas-. Mirándolo desde un punto de vista lógico -incluso desprovisto del amor propio que uno se merece y está obligado a darse-, es incoherente, irrazonable, y un gran sinsentido del que uno es, sin duda, la más sufriente e innecesaria víctima. Estar enfadado con uno mismo… ¿De verdad que tiene alguna lógica esto? ¿Y alguna utilidad o provecho? Todos tenemos en nuestro pasado algo de lo que arrepentirnos. Todos hemos hecho alguna cosa de un modo que ha resultado no ser el apropiado. Todos hemos tomado una decisión que resultó no ser tan adecuada como esperábamos. Todos hemos metido la pata más de una vez. O hemos dicho algo que no debiéramos haber dicho. Si hurgamos a conciencia y sin necesidad de mirar con microscopio, todos encontraríamos algo que lamentar, sin duda. ¿Y por eso, por algo que ya pertenece al pasado, vamos a estar enojados con nosotros durante este presente y el futuro? ¿Hay alguien que sea capaz de sostener, con un razonamiento contundente, una respuesta positiva a la pregunta anterior? ¿Hay alguien tan obtuso que sea capaz de castigarse, con su indiferencia o con su odio, de un modo tan injusto? La única persona que ha estado consigo en todos y cada uno de los momentos desde su nacimiento es uno mismo. Y la única persona que va a seguir acompañando en todos los momentos, en todas las situaciones, hasta el final de la vida. Y sabiendo esto como se sabe, ¿persistiría alguien en esa actitud hostil hacia uno mismo? Todos hemos tenido algún momento en el pasado en que se ha producido una ruptura en la relación consigo mismo, o, cuanto menos, un distanciamiento, o una frialdad en el trato. Y es muy conveniente, y necesario, una reconciliación. Me gusta mucho una de las acepciones de la palabra reconciliar: “Bendecir un lugar sagrado, por haber sido violado”. Un templo es un lugar sagrado, y uno mismo es su propio templo; el templo donde acoge el espíritu, la divinidad, y la santidad de cada uno. Corintios 6:19, para los más creyentes: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” Si ha habido un agravio en el trato y cuidado merecido hacia uno mismo, hacia ese lugar sagrado que somos… ¿Acaso no necesita y merece ser bendecido de nuevo con una reconciliación? Propongo un acto de introspección, de comprensión de las circunstancias y limitaciones de cada uno, de Amor propio, de reunificación con las partes dispersas, de compromiso para un nuevo modo en el trato y que éste sea predominado por el afecto y la buena voluntad, y a partir de ahí una nueva convivencia, más cariñosa, hasta llegar al final. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  2. Hola, Aníbal. Llegar a tu última frase lleva toda una vida de trabajo personal. No se puede decir más con menos, ni mejor. Abrazos
  3. YO NO SOY PERFECTO En mi opinión, esto es algo que todos sabemos: NO SOY PERFECTO o NO SOY PERFECTA, pero lo ocultamos, no nos atrevemos a exponerlo. No queremos que conozcan nuestro lado oscuro. Bueno… pues yo sí lo digo: NO SOY PERFECTO. Y decirlo me libera de tener que mostrar una máscara o un personaje que no soy yo y no es real. El que sí es real –el que sí soy real- es el que tiene “defectos”, el que se equivoca, el que no sabe hacer siempre lo adecuado, el que tiene cosas de las que no se siente orgulloso, esas cosas que uno esconde en lo más profundo y encierra con muchos candados para que nadie, jamás, llegue a conocer… Pero… ¡Soy Humano! y eso me concede el privilegio de no tener que ser perfecto, de poder tener defectos tranquilamente, de no hacer siempre lo adecuado, de equivocarme sin que pase nada grave por ello y sin que merezca mi menosprecio o un castigo … y comprender y aceptar esto le resta dramatismo a la vida y permite tener una relación más cordial con uno mismo. Llevo mucho tiempo manifestando que una de las tareas primordiales del Ser Humano, mientras está en este Mundo, es preservarse. (Preservar: Proteger, resguardar anticipadamente a alguien o algo, de algún daño o peligro). Creo que uno debe hacer todo lo posible para evitarse el daño, para quitarse todo tipo de sufrimiento innecesario, para eludir las agresiones externas o las autoagresiones y sus consecuencias –que siempre las paga y sufre uno mismo-. Esto que voy a escribir a continuación no lo puedo demostrar, es solamente una teoría, pero creo que si le damos una excesiva importancia a eso que denominamos “la sombra”, le estamos dando más poder. Creo que se alimenta de ese miedo que le tenemos, que crece lustrosa en la oscuridad a la que queremos repudiarla, y creo que si la entendiéramos como algo natural, si la mirásemos cara a cara sin vergüenza, aceptándola, se desarmaría su funesta autoridad –y conviene saber que influye en cada uno de nosotros de un modo mucho más notable de lo que suponemos-, y pasaría a ser como cualquiera de las otras características nuestras que aceptamos. El caso es que todo aquello que hemos enviado a la sombra está oculto, en muchos casos incluso para nosotros mismos, por lo que no podemos hacer limpieza de vez en cuando para verificar el lugar que ocupa y decidir si realmente estamos interesados en seguir concediéndole esa preponderancia de la que disfruta. Bueno, pues con mi sombra y todo, a pesar de desconocerla bastante, y gracias de algún modo a su presencia, digo tranquilamente, sin traumas ni complejos ni vergüenza ni miedo a las críticas o a desilusionar a quien le hice creer –o quiso creer- que soy perfecto, pues que realmente NO SOY PERFECTO. Y si todos nos acostumbráramos a gritarlo sin miedo, nos parecería algo tan natural como realmente es y nos iríamos despojando de ese “derecho” incierto que creemos poseer de poder criticar a los demás, tan tranquilos como estamos detrás de la máscara que ofrecemos a los demás de persona libre de defectos. “Yo soy perfecto” decimos, pero no en voz muy alta porque sabemos que si nos ponen a prueba, si profundizan en nosotros, seguro que acaban descubriendo a quien se esconde detrás del decorado de la fachada. NO SOY PERFECTO. NO SOY PERFECTA. Soy un ser Humano en continuo proceso de aprendizaje, con una dominante voluntad de intentar ser cada vez mejor, y en ello estoy. No he conseguido aún todos los resultados deseados, pero no me importa. Me importa la consideración que tengo de mí, la comprensión tan amable y generosa, la predisposición a aceptarme y comprenderme –y a perdonarme, diría si creyera que eso es necesario, pero creo que si hay comprensión ya no es necesario el perdón-, y este mirarme con una sonrisa benevolente, acogedora y sin juicios, cada vez que me sorprendo en una nueva faceta que demuestra mi imperfección. De eso se trata: de finalizar las guerras que uno tenga entabladas contra sí mismo, de firmar un armisticio sin rencor, y de permitir que una paz se instale con aires de infinitud en cada uno de nosotros. La perfección no es el objetivo, es sólo un asunto más y no el más importante precisamente. Y el coste emocional de la pretensión de la perfección no se compensa con la egóica satisfacción que pudiera aportar. Aceptar la imperfección aporta una tranquilidad y una paz internas que, en realidad, sí están más cerca del sentido de la vida que la perfección que –insisto- no es más que una vanagloria para el ego. Y, en mi opinión y en este caso, que se vaya a la mierda el ego y me deje en mi paz de Ser Humano y con todos mis derechos intactos de poder mostrarme imperfecto y poder ser feliz. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM))
  4. LA INSEGURIDAD En mi opinión, en cada persona hay instalada continuamente una sensación de inseguridad, real o sin fundamento, que condiciona bastantes de las acciones o inacciones de la vida. Desde que se nace nos acompaña en muchos o todos los momentos de la vida; rara vez uno se puede deshacer de ella, puesto que cada vez que hay que tomar una decisión importante o grave nos recuerda que está ahí, y nos crea un pequeño caos o nos desmoraliza. Constantemente, ante las situaciones en las que no se tiene una experiencia previa, uno se pregunta lo mismo: ¿será esto lo que tengo que hacer?... ¿me callo o digo lo que estoy pensando?... ¿voy o no voy a ese sitio?... pienso que sí, pero siento que no, ¿qué hago?... ¿estoy seguro de esto o sólo es lo que creo?... Con todas estas dudas que provoca la inseguridad, poco y con mucha dificultad se puede avanzar. Hay muchos tipos de inseguridades, pero ahora no interesa tratar de cómo las encuadra la psicología, sino que interesa el origen de ellas, y ese conocimiento luego lo irá aplicando cada uno a su caso. La esencia de la inseguridad es el temor ante el cambio. Si uno tiene seguridad, fuerza, y fe en si mismo, no teme a las situaciones nuevas que le procure la vida. Si uno duda, teme cualquier cosa que le pueda suceder. La inseguridad se produce cuando hay más de una posibilidad o más de una opinión probable. Uno puede estar seguro de que no llueve ahora, de que es varón, o de que hoy es sábado. Todo ello relativo y en función de unos acuerdos universales, porque “no llueve” aquí, pero seguro que está lloviendo en alguna parte del mundo; es varón, pero seguro que alguien instruido puede hacer ver que también se es hembra porque se llevan algunos de los cromosomas que se les atribuyen a ellas; es sábado según el calendario, pero también puede seguir siendo viernes en alguna parte del mundo o, según la hora de este sábado del ejemplo, empezar a ser domingo en otro sitio. Son cosas que, como he dicho, hemos aceptado en la totalidad del mundo y con ellas nos vamos entendiendo. Pero cuando nos salimos de esas cuestiones casi matemáticas comienzan las inseguridades. Cuando hablamos de sentimientos o de emociones, el sistema de base y medida es distinto; cuando hablamos de estar muy enamorados, no hay máquina ni metro que pueda indicar cuánto; si digo “quiero”, no sé si hablo de “amo” o de “deseo”; si me enfado o no hablo o no voy o aplazo una decisión… no sé si estoy haciendo lo correcto. Debemos entender la inseguridad como parte de la existencia. No rendirnos, sino saber que está ahí y nos va a seguir acompañando. Saber que a pesar de ella hay que seguir viviendo, haciendo, pensando. Saber que es una interferencia debida a una obligación que nos impusieron durante la educación de que todo tenemos que hacerlo bien porque si no, tras ello, hay un castigo, antes físico o psíquico, ahora moral. Surge la inseguridad porque nos preocupa demasiado el resultado de nuestras decisiones y más si en una decisión arriesgamos nuestra economía, nuestra vida sentimental, nuestro futuro, o si en una decisión lo arriesgamos todo junto. La verdad es que nunca nos lo jugamos todo. Aunque se pierda “todo” siempre quedamos nosotros para volver a empezar. Pero esto corresponde más a los miedos. Hay que comprender que las dudas forman parte de la naturaleza humana, pero no permitir que acaben en angustias e inseguridades. Las dudas son la indeterminación ante dos opciones, dos juicios o dos decisiones; es un problema que se crea a nivel mental, porque hay dos posibilidades y no destaca especialmente una sobre la otra. La inseguridad es la falta de confianza en nuestra base cuando tenemos que actuar. La inseguridad produce indecisión y menospreciamiento. La inseguridad frena y mata. La inseguridad coarta el desarrollo natural de aprendizaje y evolución, porque nos para y nos impide seguir en el Camino y en la vida. La inseguridad no es más que otra inaceptación de nuestra realidad y una muestra del desconocimiento de lo profundo que nos habita. Somos humanos, también, y eso implica ser inseguros en algunos aspectos. Si somos capaces de descubrir el origen de nuestras inseguridades, y observar cuáles son los motivos de los que se alimentan, nos daremos cuenta de que si comprendemos nuestras limitaciones actuales, lo que somos en este momento, tanto si nos gusta como si no nos gusta, eso nos dará una tranquilidad que nos permitirá amarnos y aceptarnos como somos; nos permitirá aflojar la rigidez y la excesiva y desmedida auto exigencia; nos permitirá empezar a actuar más con buena voluntad que con codicia en los resultados; nos permitirá equivocarnos, experimentar, aprender, comprender, sin que la no consecución de objetivos se vuelva en nuestra contra. Si conocemos lo profundo que nos habita veremos que no es tan importante lo material, que alguna vez será finito; que no es tan grave confundirse como quedarse sin intentarlo; que más importante que la acción es la moralidad con que se emprende; que la inseguridad es una enseñanza a partir de la cual aprender a tomar decisiones, y nos ayudará a comprender que el hecho de vivir es más importante que el de no acertar. La inseguridad, y esto si es seguro, irá desapareciendo a medida que sea menos importante darle satisfacciones al ego y que seamos capaces de desdramatizar la vida y lo que nos pase en ella. Pero si para ti se ha convertido en un problema serio, conviene revisar la Autoestima y ponerse en contacto con un profesional que pueda ayudar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  5. LOS DESEOS (Aclaración: cuando me refiero a Uno Mismo, con mayúsculas, me refiero al Ser Esencial, a la parte Espiritual, a lo Trascendental, a quien realmente somos por encima del personaje que estamos representando o de la persona que estamos siendo) En mi opinión, el mundo de los deseos, en el que todos nos tenemos que desenvolver con asiduidad, es un mundo extraño, indefinible, difícil de adjetivar, y son variables cada uno de los deseos con respecto a cada una de las personas. “Es antinatural no dejarse llevar por un ardiente deseo.” (Jung). Los deseos, tal como se deduce de lo que escribe Jung, son naturales en las personas. La aberración de los deseos es cuando se convierten en ansias y producen estados de inquietud, insatisfacción y frustración. Los deseos -a veces moderados, a veces imposibles-, deberían ser un aliciente dentro de un afán por seguir adelante y ser mejor, pero nunca convertirse en una barrera que impida hacer otras cosas porque ese deseo nubla o niega otras posibilidades distintas. Los deseos se sueñan, se diseñan, se piensan, y se debería hacer lo posible para que se vayan convirtiendo en realidad. Han de ser por tanto, posibles, realizables, y ni quiméricos ni descabellados. En la creación o el reconocimiento de un deseo tiene que haber positivismo. Desear con tristeza, deprime y desanima; desear con fe y optimismo, estimula. Los deseos, a veces, los asociamos con milagros casi imposibles. Es curioso que cuando se dice “pide un deseo”, es lo común contestar algo relacionado con el bienestar o con la riqueza. Si la contestación fuera “felicidad”, o “paz”, se estaría más cerca del deseo interno que mueve a las personas. Lo que deseamos siempre, por encima de cualquier otra cosa, es la felicidad, y más concretamente la paz que produce esa felicidad; lo que buscamos es la ausencia de conflictos, y no solamente por comodidad de no padecerlos, sino por el descubrimiento de la inutilidad de los conflictos, y por el conocimiento de que hay otras vías de encuentro con ese fondo esencial en que se produce la calma, el encuentro con lo divino en lo humano, el encuentro del camino del amor como alternativa más válida al camino del conflicto, del sufrimiento y el dolor. Hay deseos de poder, deseos sexuales, deseos de reconocimiento exterior, deseos materiales…pero no voy a hablar de ellos. Cada uno, por sí mismo, debe descubrir su inutilidad, o no, y su precio y si está dispuesto a pagarlo. Los deseos, por tanto, aparentar ser buenos. Pero también existe la posibilidad de no desear nada. Una persona que no ha deseado nada, que no ha estado tratando de tener éxito en ninguna ambición, de pronto encuentra que todo se ha cumplido. Porque una persona sin grandes deseos acepta y valora hasta lo mínimo que recibe y puesto que su deseo es inexistente, cualquier cosa que reciba será más de lo esperado. Por supuesto que casi ninguno estamos preparados y mentalizados para este tipo de vacío de deseos. Nos han educado para tener más, y la sociedad casi nos impone que exijamos. Nos han convencido de que, ya que no podemos alcanzar fácilmente llegar a contactar con el Uno Mismo, lo podemos sustituir por TENER. Es un poco extraño, y es un poco complicado de explicar y comprender, pero es la realidad. Si cada uno fuera su Uno Mismo, no necesitaría nada ajeno, nada extraño, no tendría necesidad de apoyarse en otras cosas puesto que le bastaría con SER UNO MISMO. En cambio, por hecho de no serlo, se necesita tener, porque se empieza a creer en uno en función de unos bienes materiales que se supone dan orgullo social, aparentan proporcionar éxito, y dan un valor falso que no es natural en la identidad de cada uno, donde nada de esto es importante. El fragmento de la canción dice: “tanto tienes, tanto vales…”. En cambio, las personas que más cerca están de sí mismas, o son más su Uno Mismo, no necesitan ostentaciones materiales y renuncian a ese tipo de cosas. Si haces un repaso desde Ghandi -que poseía una túnica y un cuenco-, pasando por las biografías de algunas personas que conocemos –Teresa de Calcuta, etc.-, y hasta Jesucristo, observarás que al ser conscientes de quiénes son no tienen la necesidad de objetos ilusorios y de bienes perecederos que no se podrán llevar. Los deseos, mientras más simples y concretos, más posibles y validos son. Han de ser sencillos, útiles, alcanzables pero, al mismo tiempo, que no aporten frustración si no llegan a ser realizados. Los deseos son enriquecedores en la medida que su cumplimiento sea bien recibido, pero que su incumplimiento no cause frustración o desesperación. Pierden su esencia aportadora en cuanto se puedan convertir en obsesivos o en caldo de infortunios. El deseo, bien deseado, es un regalo que se pide al cielo, consciente de ser merecedor de él, sin codicia, como una Gracia. El deseo, mal deseado, se llama ambición o avaricia, y no tiene cabida entre estas palabras. Conviene escucharse en el interior, conocer cuáles son esos deseos profundos ocultos, que son reales -al contrario que los del ego-, y dedicar todo el tiempo y esfuerzo que requieran hasta que puedan hacerse realidad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  6. LAS CREENCIAS En mi opinión, estamos bastante equivocados –en general- con las creencias, ya que suponemos que las creencias son unas ideas o conclusiones, que no sabemos de dónde han salido, pero en las que creemos firmemente, y por las cuales nos regimos. Oída la definición desde fuera, como si no tuviera nada que ver con nosotros, carece de lógica y su sentido es confuso, y dejarse gobernar por algo tan contradictorio, sin base, es una locura, una irresponsabilidad. Pero todos los hacemos, todos actuamos así. Las creencias son los fundamentos de nuestros principios y de nuestras normas de conducta y de ética personal. Pero veamos con tranquilidad cuál es la base de algo tan importante como nuestras normas y formas de comportamiento, pensamiento, actuación, vida, fundamentos, y reglas. Empieza diciendo la definición que son “unas conclusiones” y ahí está el primer error. Nunca deberíamos sacar conclusiones, porque la palabra “conclusión” está relacionada con “concluido”, y eso significa “dar por terminado”, y cuando damos por terminada una cosa quiere decir que no le permitimos seguir creciendo y evolucionando, que nos quedamos con lo que representaba el día de su creación, y que no revisamos la base de todas ellas. Por ello, si las creencias son “unas conclusiones”, lo más seguro es que estén caducadas, que su utilidad murió junto con una etapa nuestra pasada en que las instauramos y petrificamos. Luego sigue diciendo “que no sabemos de dónde han salido”…y esto, siempre, es una gran verdad. ¿Nos preguntamos de vez en cuando por qué hacemos las cosas? Es muy curioso, y nos debería dar vergüenza lo que acabamos de responder: que no revisamos los principios en los que basamos nuestra vida, que no revisamos estas normas que son las que nos presentan ante los demás y ante nosotros mismos, y no sabemos si las conclusiones son nuestras, representan nuestras propias decisiones, y definen nuestros propios deseos, y si son actuales o seguimos creyendo y sin replantearlo en algunas cosas porque creíamos en ellas cuando teníamos equis años. Y, además, necesitamos saber si nuestras leyes internas nacen de nosotros o nos las han impuesto (padres, educadores, amigos…) porque raramente revisamos nuestro derecho a hacer lo que queremos como queremos. Nuestras creencias son las cosas que NOSOTROS creemos. Tony de Mello decía, con mucha sabiduría, que “creer no es coleccionar certezas, sino ser capaz de dudar”. Mientras yo me quede atado a una creencia, no habrá evolución: sólo cuando yo me quede suelto de creencias, libre, con capacidad de observar sin involucrarme, sólo entonces podré ser atinado. Los que pertenecen a un partido político extremista o a ciertas religiones cuasi sectas, por ejemplo, no siempre son atinados, porque adoptan las creencias grupales y no las suyas propias. Los fanáticos de un equipo de futbol se pierden el placer de apreciar las jugadas y los goles de su “eterno rival” por esa excesiva devoción y adoración hacia el suyo. En los extremos no está el equilibrio. También está repetidamente demostrado que “el hombre es capaz de crear lo que es capaz de creer”, por lo que habrá que tener cuidado con nuestras creencias y recordar el dicho “mucho cuidado con lo que pides, no vaya a ser que te lo concedan”. Las creencias, cuando no son propias ni están actualizadas, nos impiden el placer de disfrutar las cosas como son y donde están; cuando “creemos” que cierta persona es de cierta forma, ya no somos capaces de verla en su realidad ni la permitimos modificarse o crecer, para nosotros será, y para siempre, tal como está clasificada con la idea preconcebida que pusimos en el archivo junto a su nombre. Así, Mari, es “simpática” y no la queremos admitir de otra manera, y cuando está triste decimos que “no es ella”, aunque, por supuesto, sigue siendo ella. Pero no cumple el requisito que pone en su casilla, con lo cual, si se sale de la “creencia que tenemos de ella”, nos desconcierta. Nos pasa muy a menudo con los hijos: los hemos visto nacer, durante muchos años han sido niños y a los dieciséis, dieciocho o veinte años los seguimos viendo como niños: otro error de una creencia sin actualizar. Las creencias deberían ser siempre provisionales y susceptibles de evolución, y revisables cada cierto tiempo breve, no finitas, dialogadoras y con ganas de superación, buenas compañeras y merecedoras de la atención que requieren los principios que nos mueven en esta vida. El peligro de las creencias es que si no se comprueban, si no se hacen propias y se integran en uno, se quedan en simples rumores y son ineficaces. Si no se revisan, pueden quedarse obsoletas. Sólo las creencias verdaderas perduran; las temporales, las ajenas y las falsas, aunque pretendan quedarse, pronto son descubiertas y expulsadas. O, por lo menos, así debiera ser. Un buen trabajo es el que propone este artículo: revisarlas, actualizar las que lo requieran, deshacerse de las inútiles, de las contraproducentes, y de las caducadas. La vida ha de ser un continuo crecer y seguir hacia adelante. Es conveniente que las creencias no se conviertan en ataduras que nos impidan avanzar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  7. LA IDENTIDAD En mi opinión, es conveniente conocer el origen de las palabras importantes que usamos. Por ejemplo, personalidad y persona, vienen del latín “per sonare” y se refiere a las máscaras que se utilizaban en el teatro griego. Debido a la ausencia de sistemas de megafonía, y para que oyeran los que estaban más alejados del escenario, las máscaras llevaban acopladas a la boca una especie de altavoz, como trompetillas, que ampliaban el tono de voz. Estas mismas máscaras, para que se me oiga y para que se me vea, pero como “actor”, o sea, haciendo una representación distinta de quien originalmente soy, las utilizaré a lo largo de mi vida desde que comience mi educación. La primera máscara-personalidad la utilizaré para comprar el cariño de los que me rodean y me crían, para no perder sus favores y los cuidados necesarios. Haré una personalidad como la que ellos desean y esperan de mí, para que me acepten y me den todo lo que necesito con esos pocos años en que no puedo valerme por mí mismo. Después, las circunstancias, si yo no hago algo para evitarlo, me obligarán a seguir utilizando distintas máscaras a lo largo del día y de la vida, y dependiendo de con quién esté, tendré que ponerme la máscara-personalidad de empleado sumiso que no quiere perder el puesto de trabajo, la de amiga confesora que escucha y guarda un secreto, la de galán simpático que trata de conquistar, la de sufrida ama de casa que no es comprendida ni valorada, la de cristiano sin vocación, la de hijo obediente, y cientos de ellas más. Si uno es consciente de ello, quizás no sea malo, porque es una máscara que está temporalmente sobre la auténtica cara y que se puede quitar cuando acaba la representación; el problema surge, cuando uno se identifica con la máscara y se cree que la máscara es su naturaleza y su realidad. El problema es que si uno está “actuando” siempre y en cada momento, y con un personaje distinto en función de con quién esté, puede llegar a olvidar quién es realmente y confundirse y creer que es alguno de ellos o todos los que representa. Un actor de teatro profesional es una persona cuando llega al teatro. Una vez allí se convierte en el personaje que tiene que representar, se maquilla y viste como corresponde a ese momento de su vida para representar el papel, pero una terminada la representación, se desmaquilla, se desviste del personaje, se deshace de él y lo olvida por completo, lo deja en el teatro, y vuelve a ser la misma persona que llegó y que en ningún momento ha dejado de ser aunque representara a otra persona. Esto es perfecto. Esto es lo que deberíamos aprender a hacer. Todos somos utilizamos diferentes yoes –o personajes-, y es que, además, y en muchas ocasiones simplemente para sobrevivir, tenemos que hacerlo así. Es difícil, lo que no quiere decir imposible, ser uno mismo en todas las circunstancias. A veces, hay que ser la madre tierna, la esposa comprensiva, la puta en la cama, el hombre valiente, el jefe duro y justo, la cocinera eficaz, el conductor amable, el confesor, el amigo fiel…todo ello sin renunciar a seguir siendo uno mismo, o más bien, siendo uno mismo. Es difícil, lo que no quiere decir imposible, acertar en cada momento, pero hay que tener algo muy claro: si la gente con la que uno se relaciona exige que uno sea siempre de cierta forma que no es la suya habitual, habrá que mirar atentamente si es absolutamente necesario, o si uno se está vendiendo a bajo precio. O si interesa esa relación. Si para contentar a cierta persona hay que estar siempre optimista, porque es lo que espera de uno, y no es aceptado en un mal día, debería revisar seriamente si le interesa esa relación. Si en la relación con otra persona siempre se tiene que ser gracioso o servicial –o servil- porque es lo que espera de uno, y no le acepta un día que no puede o no quiere serlo, debería valorar si le interesa esa relación. “Hay una cosa que ni siquiera Dios puede hacer”, le dijo el maestro a un discípulo al que le aterraba la mera posibilidad de ofender a alguien, “¿y cuál es?”, “agradar a todo el mundo”, dijo el maestro. El esfuerzo que requiere la “actuación” que nos exigen ciertas normas, que no sabemos quién instauró, y que no cuestionamos si son compatibles con nuestra naturaleza y deseos, o si solamente estamos satisfaciendo deseos extraños y no los propios, es agotador. Vivir tantos personajes en el día, saber comprender a cada uno de ellos, tomar decisiones personalizadas con cada personaje, hacer que uno diga y otro calle, o que otro diga y uno calle, conseguir un equilibrio entre mente-pensamiento-deseo-realidad-duda, vivir la propia historia al margen de otras historias, malgastar un poco del irrecuperable tiempo, pintarse una sonrisa con desgana, morir en cada momento… son algunas de las solicitudes de la vida en función de los demás. Ser uno mismo, desarrollar la propia personalidad, pero sin aplicar los resultados al personaje que estamos siendo sino al fondo que somos, es el camino adecuado. Ser uno mismo a la búsqueda de uno mismo. Y a eso se le llama IDENTIDAD (del diccionario de la RAE: hecho de ser una persona o cosa la misma que se supone). La identidad es lo único que permanece en la persona desde su nacimiento hasta el fin. Cambia el cuerpo, el pelo, el tono de voz, la osamenta; cambia el nivel cultural, cambian las aficiones, los gustos, los deseos; cambian las ilusiones, las metas, el entorno… lo único que no cambia, lo que permanece igual es la identidad. Lo que somos. La esencia íntima que somos. Esa característica natural que alguien nos implantó es la que evoluciona con las experiencias, pero no en un sentido expansivo y a la búsqueda de lo exterior, sino todo lo contrario, un crecimiento implosivo, cada vez más hacia el núcleo, resumen y esencia en el que todos nos unimos, del que todos partimos. El éxito, y la tranquilidad personal, es preservar la identidad en su integridad, defenderla y mantenerla siempre, ampliarla, actualizarla… porque el respeto a la propia identidad es la defensa de la dignidad personal. O sea, lo que siempre se ha llamado SER UNO MISMO. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  8. LAS MENTIRAS QUE NOS CONTAMOS (Mentir implica mala voluntad, y es algo que siempre se hace intencionadamente, porque mentir es decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, se cree, o se piensa. Cuando se miente siempre hay una voluntad deliberada en ello, no se miente “sin querer”) En mi opinión, prácticamente todas las personas nos contamos a nosotros mismos algunas mentiras. Más o menos gordas o graves. En la mayoría de las ocasiones nos damos cuenta de que realmente son mentiras, pero en casi todas esas ocasiones las aceptamos como un mal menor porque nos interesa creer en ellas. Creérnoslas. Hay una mezcla de razones que nos hacen actuar de ese modo. Una de ellas es que no siempre tenemos claro qué es la mente, dónde empieza la mente, cuándo es la mente quien refleja nuestra opinión sincera, y cuándo somos nosotros los que manipulamos la mente para que nos diga exactamente lo que queremos oír. Otra de las razones es la propia desconfianza. Como estamos tan poco seguros de algunas de nuestras acciones, o de nuestros pensamientos, acabamos dando más credibilidad a lo que es más favorable para nuestros intereses. Hay otra razón, y es que la relación con nuestra mente, o con nosotros mismos, es secreta y no tenemos que dar cuentas a nadie, lo que nos permite conformarnos con respuestas embusteras que no dejaría pasar cualquier persona a la que se lo comunicásemos. Son variadas las motivaciones que hacen que aceptemos como verdades –o como medias verdades, por lo menos- las cosas que no lo son. A veces es por comodidad, porque la respuesta verdadera implicaría situaciones desagradables, una bajada de la moral, inquietudes, miedo, cambio hacia peor del concepto que tengamos de nosotros mismos, sensación de frustración por nuestra vida y por la forma de vivirla o malvivirla. A veces es un mecanismo interno de defensa que nos puede venir bien porque el momento en que nos encontramos es un momento delicado en el que, por las circunstancias que sean, no estamos capacitados para afrontar la realidad y enfrentarnos a ella. A veces es, simplemente, cobardía frente a la verdad o la realidad, que es muy dura, o nos lo parece. Creemos no estar capacitados para soportarlas, así que nos hacemos una mentira a medida y una vez que la hemos elaborado, nos centramos solamente en buscar las razones que puedan justificar haberlo hecho, olvidándonos intencionadamente o negando las razones que nos demuestran que la elección no es la adecuada aunque sea la más cómoda. Si uno es consciente de que se está mintiendo, pero al mismo tiempo se da cuenta de que creer en esa mentira le interesa en ese momento, le es indispensable para sobrevivir, para seguir adelante, pero si al mismo tiempo tiene para consigo mismo el compromiso de dejarlo en “mentira provisional de subsistencia que será remediada en cuanto el momento sea propicio”, esta actitud hasta se puede llegar a aceptar y ser comprensible. Las mentiras pueden ser en muchas ocasiones más agradables y menos hirientes que la verdad, pero… son mentiras, no son ciertas, son falsas, no son reales. Y esto requiere que sea perfectamente asumido. Contra esto sí que no hay excusas que se puedan aceptar. Reconocer que uno se miente, a veces, y de un modo tan sutil que casi no se da cuenta, o que lo infravalora intencionadamente para no sentirse muy culpable, es un buen primer paso. No hay siempre hay que sentirse mal por mentirse, pero hay que evitarlo. No hay que olvidarse de que somos Humanos, y eso implica, entre muchas otras cosas, tener miedos, inseguridades, y tener que seguir adelante en la vida a pesar de no estar expresamente preparados para ello. Una vez expuesto lo anterior, dejo constancia de que, en mi opinión, el peor y más grave pecado que puede cometer una Persona que está en un Proceso de Desarrollo Personal, es el de mentirse. Y, en mi opinión, mentirse conscientemente –sin una justificación que sea absolutamente convincente- es un pecado imperdonable. La verdad, en ocasiones, es dura y es difícil, pero… es la verdad, o sea, la realidad. Y es conveniente vivir en la realidad. Es conveniente afrontar los hechos, aceptar lo que hay y lo que es cierto, actuar con sinceridad, y ponerse a la tarea de resolver los asuntos que lo requieran. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  9. PONGAMOS EN PRÁCTICA LA ASERTIVIDAD En mi opinión, este es un asunto casi inagotable del que se puede escribir una y otra vez, ya que, aunque siempre se diga lo mismo, se le ha de dar vueltas y vueltas hasta encontrar el modo en que uno lo vea ya indiscutiblemente claro; tan claro que sea capaz de atravesar todos los filtros mentales y entre ya, por fin, directamente al corazón. Recordemos conceptos: ASERTIVIDAD (del Diccionario de la Real Academia Española): “Cualidad de asertivo”. ASERTIVO: “Que expresa su opinión de manera firme”. ASERTIVIDAD (de la Wikipedia): “La asertividad es un modelo de relación interpersonal que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás; tiene como premisa fundamental que toda persona posee derechos básicos o derechos asertivos. Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la pasividad, que consiste en permitir que terceros decidan por nosotros o pasen por alto nuestras ideas, y por otro lado tenemos la agresividad, que se presenta cuando no somos capaces de ser objetivos y respetar las ideas de los demás. Suele definirse como un comportamiento comunicacional en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Es también una forma de expresión consciente, congruente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. Contar con un criterio propio dentro de la sociedad es indispensable para comunicarnos de una mejor manera”. Entre la pasividad y la agresividad, en ese punto medio equilibrado, se encuentra la asertividad, que es conseguir los objetivos propios sin dañar a los demás, respetándose a sí mismo al igual que a los demás, actuando del modo que se desea y diciendo lo que se piensa, en el momento y lugar adecuados, con franqueza y sinceridad. La asertividad aporta autenticidad, por el hecho de respetarse y de permitirse mostrarse naturalmente, sin miedos y sin auto-represiones, manifestándose seguro de las creencias, intenciones, y deseos, decidiendo de un modo libre, y valorando los intereses propios -aunque se tengan en cuenta los de los otros-. Eso es una delicia que conviene fomentar para seguir disfrutándola. Todos estamos más o menos hartos de las represiones que nos han tocado padecer, de alguna dictadura más o menos seria que hemos tenido que soportar, de haber tenido que renunciar a nosotros mismos por acatar una “superioridad” que nos ha ordenado, de haber tenido que agachar la cabeza y mordernos los labios por no haber podido expresar lo que sentíamos de verdad, o porque no se respetan nuestros derechos. La asertividad puede ser una de las fórmulas para salir de esa rendición y empezar a reclamar nuestros derechos y el respeto a ellos. No siendo agresivos, pero sin consentir que nos agredan. Haciendo saber a los otros lo que nos molesta pero evitando molestarles –salvo que sea imprescindible-. Que el diálogo exista. No imponiendo ni tratando al otro como no nos gusta que nos traten a nosotros. Diciendo NO cuando lo deseemos, y SÍ cuando sea de nuestro interés. Evitando que el trato de los otros nos provoque hostilidad o decaimiento, así como siendo cuidadosos de no agredir con nuestros modos. Usando con firmeza nuestra voluntad, respetándola nosotros mismos y haciendo que se respete. Actuando como en una revolución serena en la que no se desean vencedores ni vencidos, sino el encuentro armónico entre dos personas con dos opiniones distintas, en la que ambos se respeten, pero sobre todo uno se respete a sí mismo. Todos tenemos derecho a protegernos de las situaciones que nos parezcan injustas, o desmedidas, que nos agreden innecesariamente, y cada uno debe saber qué es lo que le parece razonable y qué intolerable. La asertividad no siempre es natural y se posee desde el nacimiento, sino que, afortunadamente, se puede entrenar y se puede ir practicando en situaciones de pequeña escala para llegar con soltura y firmeza a los momentos en que la agresión del otro es grave y no se desea soportar. Y a medida que uno es cada vez más asertivo, comenzará a deshacerse de situaciones personales en las que siente angustia, desolación, rabia, ira, infravaloración, depresión, o un ataque directo a su autoestima y a su estabilidad emocional. A la vista de tantas ventajas que aporta, y tantos inconvenientes que evita, es evidente que es muy recomendable ser asertivos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  10. LAS BENDITAS CRISIS PERSONALES En mi opinión, las crisis personales son una excelente propuesta para realizar un cambio, o para hacer un gran auto-descubrimiento, para salir de un estancamiento, o para encarar una nueva etapa en la vida. Aunque casi todo el mundo lo sabe, escribiré aquí que la palabra crisis en el idioma chino se compone de dos ideogramas: uno de ellos significa peligro y el otro, oportunidad. En una traducción libre, podría decirse que la crisis se compone de un cierto peligro que a su vez es una oportunidad, o que ese momento aparentemente peligroso es en realidad una oportunidad. En griego, la palabra tiene varias acepciones pero parece ser que destaca que es “una prueba de habilidad o fuerza”, y “que es saber examinar, separar o distinguir, decidir, y elegir”. A la vista de esto se puede llegar a la conclusión, que sólo se verifica y comprende después de muchos años, de que las crisis son oportunidades que nos plantea la vida cuando a su parecer nos estamos desperdigando y estamos desatendiendo lo que es interesante para nosotros. Son como un alto en el camino que nos obliga a realizar la vida. “Alto -dice la vida-. Párate. Deja todo parado y presta atención a lo que te estoy mostrando. Mira lo que has hecho contigo de ti hasta ahora. Mira dónde estás. Has perdido de vista tu dirección y te estás perdiendo a ti mismo. Detente. Reflexiona. Estás a tiempo. Decide qué quieres y hazlo. Haz los cambios de rumbo que consideres necesarios. Sé valiente. Sé firme. Entiende este momento como un momento duro pero necesario. Te estoy poniendo a la vista, de un modo del todo innegable, cuál es la realidad de tu situación, y si tengo que ser dura, intransigente, casi cruel, lo haré. Si no pones remedio a tu situación, te llevaré a un estado de desesperación, hasta lo más profundo e insoportable, pero si ere sensato y colaboras seré un poco benevolente y simplemente pondré ante ti, todo junto, el bagaje de tus años anteriores y abriré para ti el libro de tu vida por las páginas más relevantes”. Eso es una crisis. Un mal necesario. Una oportunidad de corregir, de admitir, de comprender, de ampliar la visión, de abrirse. De ser Uno Mismo. Esa es la maravilla que se esconde tras lo aparatoso e incomprensible de las crisis. Conviene deshacerse de los miedos que nos amenazan en plena crisis, que siempre nos presentan un panorama sombrío con un futuro tremendista, siempre sacan a la luz nuestras partes más erráticas, los “errores” más graves, nuestra ineficacia, o una sucesión de nuestras decisiones que tuvieron desastrosas consecuencias. Las crisis son el terreno favorito del pesimismo y del abatimiento, que se presentan cargados de funestas razones para avalar nuestra incompetencia, y nos restriegan nuestros desaciertos y escarban en nuestras miserias para sacar todas a la luz, que en ese momento de la crisis es oscuridad. Y ya se sabe que las crisis nos exigen determinación, y decisiones para acabar con ellas, pero… también se sabe que nunca se deben tomar decisiones en los momentos en que uno está subyugado por ellas, ya que se pierde la imparcialidad y objetividad que permiten decidir con justicia y acierto. Nunca se deben tomar decisiones en momentos de euforia ni en momentos depresivos o pesimistas. En ninguno de ambos casos uno dispone de la equidad necesaria para tomar decisiones sensatas. Para hacerlo bien se requiere estar y ser objetivo, por tanto desapasionado, y actuar desde la ecuanimidad y la templanza, desde el equilibrio y la imparcialidad. Es correcto verse con mucho amor propio durante el proceso de crisis, atender a los sentimientos -pero sabiendo discernir cuáles son reales y cuáles producto del estado-, hacerse preguntas directamente al corazón, observarse, comprender, no precipitarse, y autorizarse a recurrir a una persona con experiencia si acaso fuera necesario. Crisis: Oportunidad que conviene aprovechar para poner las cosas en su sitio. Y si no se hace, posiblemente la vida nos pondrá más adelante otra crisis más severa, hasta que cumplamos con nuestro deber de afrontarla. Suena duro, pero la vida es muy sabia y sabe lo que tiene que hacer. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  11. NO CONFUNDIR EGOÍSMO CON JUSTICIA En mi opinión, el egoísmo está tan rodeado de negatividad, tan demonizado, y le hemos cargado tanto de pecado, que evitamos a toda costa cualquier ocasión en que podamos rozarlo, para no dar opción a que nos clasifiquen como egoístas, y evitar eso que mal se denomina “egoísmo” nos penaliza con todas las connotaciones tan cargadas de pesadumbre y culpa que ello conlleva. Por otra parte está ese error de interpretación religiosa del amor a uno mismo –amor PROPIO-, y al cuidado de uno mismo, que son derechos y obligaciones personales, pero que pueden llevar a la interpretación errónea de que eso sea egoísmo, y antes de ser culpabilizado de tamaño “sacrilegio” piensa uno –inconscientemente- que es mejor ceder lo nuestro y contentar al otro Así que en muchas ocasiones renunciamos a nuestros derechos para que no podamos ser tachados de egoístas -¡Qué preocupación tan absurda!- y cometemos una tremenda injusticia contra nosotros negándonos lo que nos corresponde, o cediendo, innecesariamente, lo que es nuestro. Sugiero la revisión personal de este asunto porque se convierte en algo bastante perjudicial para quien no lo tiene claro. Defender las propiedades y derechos propios es un acto absolutamente lícito, y hacerlo no nos obliga a tener que dar explicaciones, ni a justificarnos, y hacerlo no es un pecado, ni una descortesía, ni un delito. Cuando uno da en demasía –para no parecer egoísta- está siendo absolutamente injusto consigo mismo porque se está privando de sus derechos y está agrediendo a su dignidad. No está siendo equilibrado y justo. Ser “egoísta”, tal como se interpreta en el sentido peyorativo de la palabra, es en la mayoría de los casos un acto de Amor Propio, de respeto a Uno Mismo y a su integridad personal, una acto de nobleza, y de honestidad. “Tus derechos terminan donde comienzan los míos”. Ya conoces la frase y su significado. Lo interesante es que los otros también la conozcan, así que recuérdala y sácala a la luz cada vez que sea necesario, cada vez que tengas la sensación de que alguien va a abusar de tu bondad, o que te chantajean con la acusación de “eres un egoísta”. A fin de cuentas, cuando alguien te llama egoísta no quiere decir que tenga razón, simplemente es una opinión. La misma opinión que tú puedes tener del otro. Por ejemplo, si alguien te pide, o te impone, que le hagas un favor del que se va a beneficiar pero, en cambio, te va a perjudicar a ti, tienes la ocasión de negarte a hacerlo –si es tu deseo- con una razón absolutamente convincente, y es que si te niegas y por ello te llama egoísta, tú puedes rebatirle que el egoísta es él, que para verse beneficiado te perjudica a ti. Eso sí que es puro egoísmo. A veces, algunas personas hacen una especie de chantaje emocional diciendo, más o menos, que si les quieres o si les aprecias hagas lo que te piden. La respuesta en este caso –si es que a ti no te apetece o no te interesa hacerlo- es, más o menos, “Si tú me quieres o me aprecias, no me pidas hacer algo que no me apetece o que va en contra de mis deseos o intereses”. Conocer lo que es la asertividad, y aplicarla en estos casos, es excelente. Defender los derechos e intereses propios es un derecho de justicia, y es conveniente no admitir que nadie esgrima la acusación de “egoísta” en estos casos. No hay que confundir egoísmo con justicia. Si uno decide no complacer a otra persona, o no hacer algo que considera abusivo, está en su pleno derecho. Y no ser tonto no quiere decir ser egoísta. Así que menos aceptar incondicionalmente las acusaciones de los otros, no permitir que intenten conseguir que nos sintamos mal “por ser tan egoístas”, y a defender nuestros derechos cuando van a ser pisoteados. El insulto sólo produce efecto cuando se acepta. No lo aceptes cuando te llamen egoísta. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  12. ¿QUÉ TE LLEVARÁS CUANDO MUERAS? Si lo miramos con pesimismo cualquier paso dado es inútil: todos nos llevan a la muerte irremediablemente. También quedarse quietos nos lleva al mismo destino, y también nos llevan los vacíos y los silencios inútiles, y el tiempo que perdemos de vida, o sea, todo lo que no vivimos. Pero… ¿Qué es lo que nos llevaremos el último día? ¿Los títulos sociales y las riquezas? ¿La paz y el amor? ¿Los sentimientos y las emociones? ¿Los besos, los abrazos, los te quiero? ¿El recuerdo de los compañeros de mundo? ¿La bolsa de los cariños? ¿Los malos recuerdos y las tragedias? ¿La conciencia tranquila o apesadumbrada? Tal vez cada uno deba preparar su maleta y meter en ella lo que quiera. Yo ya sé lo que me quiero llevar y cada día hago algo que pueda meter al final en la maleta. ¿Y tú? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  13. PRESERVARSE (Preservar: proteger de un daño o peligro. Poner a cubierto. Resguardar anticipadamente con el objeto de evitar un eventual perjuicio o deterioro) En mi opinión, este es un asunto de una importancia real y grande al que no se le presta la atención que se merece. Es una palabra mágica: Preservarse. Ponerse a salvo. Cada uno tiene la responsabilidad de su propia vida, y ello implica también evitar que los otros la dañen, que la desacrediten o agredan, que la mancillen o menosprecien. Cada persona, por el hecho de ser persona y si no ha cometido algo grave que lo desacredite como tal, tiene derecho y es merecedor de un respeto profundo y total. Y conviene no olvidarlo. La dignidad, la moralidad, la honestidad, la honradez, la ética, la nobleza… son valores personales que nadie debe deshonrar y uno debe velar para que nadie las desprestigie. NO DEJAR QUE ALGO EXTERNO Y PASAJERO haga tambalear el centro personal que debiera permanecer inafectable. Conviene conocer nuestros sentimientos y conocernos. Saber y utilizar el modo correcto de ver las cosas para no permitir que los otros, con sus palabras o sus hechos, afecten a nuestra estabilidad personal y emocional. Lo que opinen o piensen los otros son solamente sus opiniones y pensamientos –que, además, pueden ser expresamente malintencionados- así que no es conveniente dejar que eso nos desestabilice. CUIDARSE, PARA EVITAR SUFRIR INNECESARIAMENTE. Mirar por la propia salud emocional y psicológica. No permitir que se alteren innecesaria e injustificadamente. Es bueno evitarnos todas las desestabilizaciones que nos vengan de fuera. Hay que valorar con ecuanimidad y justicia las cosas que nos suceden, para no permitir que se magnifiquen con el consiguiente daño que nos producen. NO PERMITIR RECIBIR DAÑO. Y en esto hay que ser irreductible. Ningún daño infundado o inútil. En realidad, ningún daño. Vigilar atentamente dónde está el origen cuando sintamos alguna sensación molesta o dolorosa. ¿Por qué ese dolor? y ¿Para qué ese dolor? Y si no una hay razón contundente, deshacerse de ello. NO DEJAR QUE LOS OTROS HAGAN TAMBALEAR NUESTRA ESTABILIDAD y llevarnos al dolor o el descentramiento. Y para eso es conveniente conocer cuándo nuestro orgullo se entromete soberbiamente y lo que pretende es que sintamos como un asunto nuestro –asunto del Ser Espiritual- lo que es solamente un asunto con delirios de grandeza del ser externo confundido. La estabilidad está en nuestro Centro Interior y no hay que situarla en el ombligo del ego. DESCARTAR EL DOLOR EMOTIVO. Y no me refiero a amputarse los sentimientos ni a extirparse el corazón, sino a aprender a controlar que los hechos ajenos -de los que no somos responsables- no nos pasen factura. Que los otros, con sus hechos o sus palabras, no nos hagan sentirnos mal. Algo así como inmunizarse frente a lo que nos hagan desde fuera. Eso sí, conviene estar atentos por si tienen razón en eso que nos hacen ver y que nos duele… VIGILAR EL EGO. El ego, en la mayoría de los casos, es el responsable de interpretar lo que nos viene de fuera y hacer de ello un drama. Si algo nos duele o nos hiere… ¿A quién le duele?, ¿A quién le hiere? El que se ofende es el ego, porque el Ser está por encima de esos juicios, es grande y no se siente afectado por esas cosas que son, a largo plazo y en muchos casos -pero no en todos- nimiedades. ¡Cuántas veces hemos visto una vez pasado el tiempo que aquella reacción de rabia o enojo por nuestra parte fue desproporcionada¡ Es el ego el que resulta herido pero nos hace pagar a nosotros su rabieta. EL DERECHO AL RESPETO. Toda persona tiene adquirido el derecho a ser respetada. Y es una atribución que exige y merece lograr que sea honrada, por uno mismo y por los otros. PRACTICA LA ASERTIVIDAD. La Asertividad es una forma de comunicación que permite defender los derechos propios, expresar opiniones, proteger los intereses personales, comunicar nuestros deseos, o pedir lo que deseemos, haciéndolo de manera libre y clara, sin ser agresivo y sin permitir que nos agredan. Más o menos, es esto: defender los derechos pero de un modo sereno al mismo tiempo que muy firme. Estas son solamente unas ideas básicas, de lo que se puede hacer para preservarse. Que cada uno encuentre o use las suyas propias, pero que todos prestemos atención a preservarnos como una obligación y un derecho muy respetables. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  14. ¿TIENES HECHA TU LISTA DE MIERDAS? (Sí, está bien el título. No se trata de un error. Pero si te da asco la palabra mierda, no sigas leyendo porque se va a repetir muchas veces. Queda hecho el aviso) En mi opinión, la Lista de Mierdas es una lista interesante de hacer que nunca hacemos. Se queda en el pensamiento, como ideas dispersas –y apestosas- a pesar de que nos suceden cosas y hacemos cosas que deberían aparecer en ella. Sería muy conveniente cosificar todo aquello que mandaríamos a la mierda, que nos parece una mierda, que es una mierda, o las que tenemos que aguantar pero nos saben como la mierda… Cosificar es convertir algo abstracto en una cosa concreta. Al verbalizarlas, o al escribirlas en un papel, todas esas cosas que nos provocan algún pensamiento relacionado con la mierda dejan de ser una idea etérea, algo difuso, una sensación sin corporeidad, para pasar a ser algo concreto. Y es conveniente realizar esa lista, pero cuidando mucho de cuál es el objetivo. Si nos quedamos en la parte negativa de la lista, resulta que eso que hemos escrito y que nos parecían unas pocas cosas y no muy importantes porque solamente nos afectaban en momentos esporádicos, al estar todas juntas son como una mierda gigante, como una montaña de mierda tan grande que es imposible ver la cima, como un aluvión de mierdas juntas en el que uno puede quedar sepultado, y acabará pareciéndonos que “La vida es una mierda” puede ser el título perfecto y merecido para la lista. Pero no es esto lo que se pretende al hacer la lista. Lo que se pretende es tomar una consciencia real, innegable, clara, dolorosamente clara si es necesario, con una sinceridad que posiblemente nos hemos negado siempre, de cómo nos sentimos y cómo nos afecta el permitir que haya personas en nuestra vida que nos llenen de mierda, o haya situaciones que nos enmerden, o tengamos que aceptar y soportar ciertas cosas sin hacer nada positivo por enmendar el origen de esas mierdas, y que nos quedemos quietos, sufriéndolas y sin rebelarnos. Lo positivo de la lista es que nos damos cuenta conscientemente de que lo que hasta entonces eran unas suposiciones, eran destellos que acababan desapareciendo dejando un regusto amargo –regusto a mierda-, eran unas reprimendas personales sin palabras, unas riñas sin decirnos clara y concretamente por qué, y eran unos momentos que soportábamos estoicamente sin pensar siquiera en la posibilidad de acabar con ello no permitiendo su repetición. ¡A la mierda toda la mierda! ¡No hay por qué soportarla! ¡No hay que soportar las mierdas que nos meten en la vida, las mierdas que nos regalan, las mierdas que son ajenas! Este es un buen momento para enrabietarse y tomar una decisión cargada de argumentos para crear una línea, un muro, un foso, algo que nadie ha de franquear; un límite en el que empieza la dignidad personal que bajo ningún concepto ha de ser perjudicada. Es un buen momento para decidir, con firmeza para que después sea constancia, que uno tiene derecho al respeto de los otros, a no ser pisado, a que no se aprovechen de un modo impune, a no consentir que nos hagan daño, a que se respeten nuestros principios y nuestra integridad moral y honorabilidad. He comprobado que, en muchísimas ocasiones, en demasiadas ocasiones, las personas tienen que llegar hasta lo más duro y lo más profundo de la tragedia, hasta el dolor último y la humillación intolerable, hasta el sufrimiento más inhumano, a lo peor de lo peor, para que la rabia se convierta en una energía explosiva que sería bueno canalizarla bien, y en vez de usarla para castigarse o para tener arrebatos incontrolados y con un objetivo desacertado, sea usada en defensa de la dignidad personal, o sea, en defensa propia. Cuando uno llega a esta situación no es de golpe ni es “porque sí”. El destino, o la Sabiduría Interior, ya le han avisado en numerosas ocasiones que no lo está haciendo bien, que está tolerando demasiado o callándose demasiado, o que no está tomando las medidas adecuadas… pero uno ha desoído esas voces de aviso. No lo puedo confirmar ni demostrar pero, en mi opinión, lo que llamamos “el destino” –o puedes poner el nombre que tú quieras- a veces es lo suficientemente sabio como para saber qué es lo mejor para cada uno de nosotros, y si no hacemos por las buenas lo que nos propone, no le queda otro remedio que obligarnos a hacerlo “por las malas”, porque sabe que es bueno para nosotros a medio y a largo plazo. Esto se puede evitar siendo muy conscientes de quiénes, cuándo, y cómo, están traspasando nuestros límites. Es entonces cuando hay que resolverlo, y de ese modo nos evitaremos llegar hasta la mierda más profunda, más desagradable y más auto-agresiva. Mucha mierda en el texto. Si da asco, eso es lo que pretendía. Lo he hecho deliberadamente. Ahora hay que llevar ese asco a nuestra vida y verificar que el hecho de permitir que se nos acumulen tantas mierdas, casi siempre ajenas, hace que cuando nos damos cuenta de su importante realidad, nos dé asco. Así que… a deshacerse de todas. Y te sugiero que no lo aplaces más. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  15. ¿APRENDER O APREHENDER? En mi opinión, una de los modos de transitar hacia adelante en el Camino de Desarrollo Personal es el de aprehender, y es más interesante que simplemente aprender. Reconozco que me encanta lo que simboliza la palabra aprehender, porque es coger (pero según el significado del diccionario español y no el de matiz sexual que se le da en algunos países del Centro y Sur de América), o sea, agarrar algo para sí o recibir en sí algo. Aprender, en cambio, es fijar algo en la memoria o adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio. Y no es lo mismo. Cuando uno aprehende, lo integra en sí, en su naturaleza, pasa a formar parte de uno ya para siempre, y eso que se ha aprehendido comienza a hacer su efecto inmediatamente y lo hará de continuo, porque ya forma parte de su personalidad. En cambio, y en mi opinión, aprender se queda en la capacidad de recordar. No es propio sino que está fuera de uno, es un asunto solamente intelectual o intelectualoide. Es un conocimiento que surte efecto cuando se tiene vivo en la memoria, cuando se le está prestando atención, pero cuando dejamos de estar atentos a ello no produce efectos. Las cosas que nos suceden, o las que oímos o leemos, se pueden aprender y razonar con la mente –pero fríamente, sin alma- haciendo elucubraciones, analizándolas racionalmente, viéndolas desde una distancia impersonal, o podemos sentirlas directamente en el corazón, en el interior, en nuestra espiritualidad, en la sensibilidad que sabe captar lo que hay más allá de lo aparente; en ese sitio donde las cosas de fuera encajan perfectamente con las cosas de dentro. Por eso, a veces, cuando sentimos algunas cosas no necesitamos explicárnoslas a nosotros mismos, porque estamos seguros de ello. Eso quiere decir que se han encontrado con la parte nuestra –y casi siempre es de un modo inconsciente- que se corresponde con ello, con la parte que en nuestro interior ya lo sabía. No somos conscientes de que sabemos mucho más de lo que creemos que sabemos. Disponemos de una Sabiduría Interior innata, con la que nos relacionamos poco, que desconocemos en general, en la que no confiamos cuando la encontramos porque no nos parece lógico que dentro de nosotros esté la sabiduría ya que la imaginamos como una exclusividad que tienen unas pocas personas que, por supuesto, no somos nosotros. En muchas ocasiones, el que creemos que más sabe es simplemente el que más ha confiado en sí mismo y en sus capacidades. Al margen de que no es más listo el que más conocimientos tiene. Recuerda la frase: “Un burro cargado de libros no deja de ser un burro”. Cada persona tiene un ritmo y unos intereses, y la evolución personal y espiritual es diferente para cada persona, así que nadie se ha de comparar con otro y nadie ha de creerse menos que otro. En la vida se trata de evolucionar hacia mejor, de ser cada día un poco mejor, pero mejor de acuerdo con los criterios y objetivos de cada uno. Ser mejor para consigo mismo, para estar más de acuerdo consigo mismo, y no ser mejor sólo para que los demás así lo crean. Te recomiendo que aprehendas todo lo que puedas y veas que es muy conveniente para ti. En eso hay que ser incansable e insaciable. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  16. ¿QUÉ PASA CUANDO SE ACABA EL AMOR? En mi opinión, ésta es una situación en la que uno nunca sabe bien cómo actuar. Cualquier relación de amor se inicia con la intención de que sea eterna. Cuando se inicia, no entra ni remotamente entre las posibilidades el que un día se extinga esa pasión, ese deseo de compartirlo todo con el otro, de estar continuamente con él, y de amarle hasta el fin de los tiempos. Si el enfriamiento en la relación es paulatino, por la suma de una decepción tras otra, o porque uno se da cuenta de que no se enamoró de una persona sino de una fantasía que uno mismo idealizó, y si hay sinceridad, se puede ir admitiendo que la relación apunta directa e inexorablemente hacia su fin y que tal vez haya que plantearse junto con el otro el futuro de la relación, pero hay veces que es el otro quien toma una decisión insospechada y plantea directamente el fin. SI UNO ES DEJADO POR EL OTRO (sin desearlo) Se ve todo de otro modo. El mundo deja de existir tal como se había creado. Es un volver a empezar obligatorio pero arrastrando una tristeza, una incomprensión, y una sensación de fracaso, o –cuanto menos- de error. En los primeros momentos a veces hasta se coquetea con la idea de la muerte. “No puedo vivir sin él o sin ella” es una mentira melodramática recurrente. Y es que no se desea que termine lo que se creía firme, y entran ganas de aferrarse a lo que quede, aunque ya no quede algo cierto, pero eso no se quiere perder: el niño pequeño no quiere perder nada de lo que tenía. Entran ganas de ir a buscar al otro a suplicarle, a pedirle que lo reconsidere –sin que la dignidad se entere o sin que la dignidad haga acto de presencia en ese momento que tanto se la necesita- para seguir en la ilusión de que no ha pasado lo que sí ha pasado, y que todo sigue igual. Se cierran a cal y canto las puertas del olvido antes de que puedan refugiarse en él lo que todavía se siente como si fuera cálido y estuviera vivo. SI SE ACABA (por culpa del otro) La rabia lo preside todo. Las ganas de destruir, matar, o exterminar, son prominentes; las acusaciones se acumulan y ya antes de haber terminado de esgrimir una hay otra ansiosa por salir, y hay otras que llevaban tiempo esperando poder decir lo que anidan en sus entrañas. El dolor está activo, pero no es sólo el dolor que ha acompañado durante los últimos tiempos: es un dolor que clama venganza, que sólo se conforma con destrucción, que es blasfemo, retorcido, cruel… la sed de pagarle con otra moneda sangrienta es insaciable; aparece dentro de uno mismo alguien desconocido clamando venganza y, al mismo tiempo que se agradece su presencia para expresar lo que de verdad se siente en ese momento, es inevitable asustarse un poco al descubrirlo dentro. Los sentimientos son eso: sentimientos. No son tratados psicológicos académicos ni razonamientos discursivos. Son estados que no tienen en cuenta a las explicaciones sensatas y razonadas, sino que son –a veces- explosiones del alma, o son reacciones orgullosas del ego, pero a fin de cuentas manifiestan sin censura lo que habita en uno en ese momento. Si uno siente rabia o cualquier otro estado o emoción al saber que el otro –de quien aún se sigue enamorado- ha tomado la decisión de acabar con la relación, casi cualquier acto es comprensible y casi cualquier pensamiento entra dentro de lo que se considera una reacción humana “normal” aunque no sea adecuada. “Normal” quiere decir que se ha convertido en norma, no que sea correcto. SI ES UNO EL QUE YA NO SIENTE AMOR POR EL OTRO Esta es una situación que entra perfectamente en lo lógico. Puede pasar y pasa. Nos puede pasar a nosotros pero también le puede pasar a nuestra pareja. Y hay que entenderlo y aceptarlo como correcto. El amor y el amar no se pueden crear de un modo artificial. Son espontáneos, son naturales, no necesitan de razonamientos ni siguen una fórmula concreta para producirse. Están vivos y son absolutamente autónomos. No se pueden provocar y tampoco se pueden forzar. O son ellos mismos de un modo natural o no son amor o amar. Cuando uno llega a la conclusión incuestionable de que no siente amor por la otra persona, lo sensato es poner fin a la relación, y hacerlo preferiblemente de mutuo acuerdo y de la mejor manera. Con mucho cuidado, porque hay que cuidar al otro. Y más aún si el otro ha formado parte de nuestra vida, si le hemos amado, si nos hemos compartido con él. Con mucho cuidado y con cariño, ya que no queda amor. Con mucho respeto y delicadeza, aunque con firmeza. La asertividad bien manejada es buena en estos casos. Y hacerlo de este modo es mejor para los dos. LOS SENTIMIENTOS NO NOS PERTENECEN Así parece. Uno no hace nada por enamorarse y parece que no hace nada por desenamorarse. Parece como si las cosas fueran sucediendo por ellas mismas. El amor no se puede crear artificialmente, ni se puede fingir. El desamor a veces está relacionado con la evolución personal, y si el otro o la otra no siguen o no quieren seguir nuestro ritmo evolutivo en lo personal o lo espiritual es habitual que se vaya interponiendo el distanciamiento. Las cosas de la vida cumplen su ciclo, y hay que saber cuándo hay que cerrar uno para comenzar otro. Y esto mismo sucede con las relaciones familiares y amistosas, o sea que casi todo lo leído se puede aplicar también en esos casos. NO HAY CONSEJOS Las relaciones humanas son complejas a veces y cada persona y cada relación es un mundo. No hay fórmulas universales. La sinceridad, para con el otro y con uno mismo, es una buena consejera. A quien ame y sea amado, felicitaciones. A quien no ame o no sea amado en este momento, ánimo. A fin de cuentas, tener el corazón desocupado es condición recomendable para que pueda ser ocupado. A por ello. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  17. DESDRAMATIZAR LA VIDA En mi opinión, somos un poco exagerados cuando valoramos las cosas que no son de nuestro agrado. Las catalogamos como peores de lo que realmente son. Y conviene darse cuenta de esto y verlo claro, porque las cosas son lo que son. Sin adjetivos. Pero dependiendo del adjetivo que le adjudiquemos lo convertiremos en algo trivial o en algo dramático. Desdramatizar es quitarle dramatismo a las cosas y a la vida. Quitar pasión y virulencia a ciertos asuntos. Bajarlos del pedestal sangrante. Casi todos los dramas conllevan un poco de exageración que se puede rebajar. Nuestro victimismo latente y un cierto aire de mártires hacen que le pongamos un poco de fatalidad y un poco de melodrama a algunas situaciones que son poco más que ordinarias en una vida cualquiera. No siempre salen las cosas al gusto de uno y no siempre se cumplen todos los deseos, así que aceptando esta premisa tan real se puede rebajar bastante el dramatismo que le añadimos a algunas cosas. Todos hemos comprobado en más de una ocasión que, una vez que pasa cierto tiempo, aquellas cosas que nos parecían tan trágicas y calamitosas en su momento fueron perdiendo la fuerza y la catástrofe que les habíamos adjudicado y se fueron quedando en poco más que anécdotas y, desde luego, muy lejos de cómo lo vivimos. Hay que desdramatizar la vida. Esa es la clave. No sé por qué tenemos una predisposición rendida al dramatismo, a ver la tragedia hasta donde no la hay, a sufrir, a creernos eso que decían los sacerdotes de que este mundo es un valle de lágrimas y aquí se viene a padecer. Ni sé por qué tenemos una tendencia a alargar y a estancarnos en los estados de aflicción. Ni sé por qué parece que en los estados de ánimo fatídicos haya que regodearse, empaparse de ellos, vivirlos hasta la última gota… NO SE TRATA DE SER IRRESPONSABLES, SINO DE QUITARLE LA EXCESIVA EXIGENCIA A LA VIDA, de dejar espacio para los errores y tener preparado un “no pasa nada” para esos casos, de relajarse en la vida y permitir grandes momentos y ocasiones para las sonrisas y la felicidad a pesar de que TODAS las cosas NO VAYAN BIEN… Se trata de VIVIR y no de sufrir. Se trata de relativizar las cosas, de no ver la fatalidad y el infortunio en todo, de menguar las expectativas y exigencias de perfección, de no reclamarle a la vida lo que no nos puede dar… Lo repito: A la vida se viene a VIVIR y no a sufrir. Hay que desembarazarse de la careta seria y de la tensión ante qué es lo próximo que me va a salir mal o lo próximo que me va a tocar cargar. Hay que cambiar la gravedad malhumorada por una expresión sonriente, aunque sea levemente sonriente. LA VIDA ES LO IMPORTANTE. MÁS IMPORTANTE QUE LO QUE PASA EN LA VIDA. La vida es la totalidad, y lo que pasa son poco más que anécdotas. La vida puede –y debe- estar llena de magia, de maravillas, de emociones placenteras, de amor, de felicidad, de sorpresas agradables, de momentos inolvidables, de tiempo con los seres queridos, de risas inmejorables... Y somos nosotros, y nadie más que nosotros, los responsables de conseguir todo eso. Y para lograrlo hay que hacer lo que sea necesario. Uno es el responsable de hacer de su vida una vida de la que se sienta satisfecho. Es tiempo de decidir y hacer, y dar un paso al frente y no volver a dar un paso atrás. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  18. LA VIDA ES IRREPETIBLE E IRRECUPERABLE En mi opinión, casi nadie es consciente de la magnitud de esta innegable afirmación, y el hecho de no tomar consciencia plena en cada uno de los instantes de lo que significa hace que desaprovechemos los espacios grandes del tiempo de nuestra vida que perdemos irremediablemente, porque, como dice el título y repito, LA VIDA ES IRREPETIBLE E IRRECUPERABLE. No sé si es que seguimos confundidos con eso de creer que la vida es infinita, o que el hecho de tener pocos años nos hace creer que aún nos quedan muchos por delante y nos podemos permitir el inútil disparate de derrochar unos cuantos, o que nuestras “ocupaciones” y el trabajo son una buena excusa para dejar para más adelante eso de Vivir la Vida, pero el caso es que un día tras otro vamos acumulando desatenciones, descuidos, indiferencias, distracciones… y la vida, LA IRREPETIBLE E IRRECUPERABLE vida, se nos va gastando, Y eso es imperdonablemente lamentable. Porque la vida sigue imparablemente. A pesar de nuestras desatenciones. La toma de consciencia de lo que indica el título puede ser como un mazazo para quien nunca se ha parado a pensar en ello atentamente. La idea que todos llevamos en la mente es que se mueren los otros. Y es cierto: hasta ahora solamente se han muerto “los otros”. Nosotros nunca hemos muerto. Hasta ahora. Si uno reflexionara profundamente sobre esto, debería sentir un shock interior, pero que no le atontara ni le metiera el miedo en el cuerpo –ese miedo instintivo que todos le tenemos a la muerte-, sino un shock que le hiciera ver de golpe, como un fogonazo explosivo que le removiera las entrañas, que la vida se va, que uno envejece cada día, que en cada cumpleaños no se celebra un año más sino un año menos. La única vida de la que disponemos es ésta. Y no hay forma de pararla. No se le puede decir: “Espera, que en este momento me va mal atenderte porque estoy distraído con otros asuntos. No te muevas”. Bueno, se le puede decir pero es inútil. Lo he escrito muchas veces y tú lo has leído varias veces más, pero quiero que repetirlo: Cuando nos dan la vida nos dan también la responsabilidad de esa vida. No es gratis. Y no se debe malgastar como si no valiera nada y tuviéramos en casa un cajón lleno de ellas. La vida es ésta, la que estamos viviendo o malviviendo en este momento. No hay otra. No hay más. Cuando se acabe ésta, se acabó. Sólo nos queda la muerte. Entonces… si vamos dejando que el día de hoy se pierda, que mañana no lo vivamos, que ayer se fuera vacío y sin nada que aportarnos ni nada que aportáramos nosotros, que el año pasado fuera un año más bien pobre en atención y satisfacciones, y que el que viene no tenemos esperanzas de que vaya a ser más aprovechado… vamos mal. Aquí algo falla. O todo. Si tu situación es similar a algo de lo descrito… tienes que tomar medidas serias, drásticas. Tienes que resolver esto. Te puedes perdonar todo lo que haya pasado ya, y puedes utilizar el argumento-excusa cierto de que no eras consciente de la importancia y grandiosidad del asunto, pero ahora, ahora que sí lo sabes, te quedas sin excusas. Si a partir de ahora sigues insistiendo en una actitud de desperdiciar el tiempo, sí eres responsable. Sí tienes la culpa. Aún en el caso de que pretendas recurrir al argumento-excusa de que tienes mucho trabajo y muchas obligaciones, eso no te exime de la responsabilidad con respecto a lo que hagas en el tiempo libre que puedas disponer, ni de la obligación de conseguirte más tiempo propio para vivir tu vida, o de vivir con más atención el que tengas, ni te exime de una revisión de tus “ocupaciones y obligaciones”. ¿Realmente son inevitables o son inventadas?, ¿Estás seguro de que no te puedes deshacer de alguna de ellas?, ¿Seguro? Esto es un artículo general que va a ser leído por gente muy dispar con situaciones personales muy dispares, y generalizar es un disparate. No hay, por tanto, una fórmula igual para todos los casos. Cada persona tiene que reflexionar y decidir por sí misma. Cada uno ha de ver y valorar su situación única, pero, eso sí, respetando el principio básico del Proceso de Desarrollo Personal: el de no caer en el mayor pecado que puede cometer una persona es engañarse a sí misma. A veces la verdad no coincide con la mentira que nos contamos. Este es un momento para la sinceridad. Para preguntarse y responderse a la pregunta de ¿qué estoy haciendo con mi vida? Todavía estás a tiempo de hacer modificaciones –si es que tienes que hacerlas- de cara al presente y el futuro. Párate. Quieto. Detente. Esto es demasiado importante. No lo aplaces más. Siente y decide. Estás hablando de tu vida. De tu ÚNICA, IRREPETIBLE E IRRECUPERABLE VIDA. Tú decides. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  19. LO IMPRESCINDIBLE PARA TODO SER HUMANO En mi opinión, en el Camino del Crecimiento Personal hay tres leyes que conviene venerar: NO AUTO-ENGAÑARSE O MENTIRSE JAMÁS. Ser Humano no es fácil. Se arrastran desde la primera educación una serie de condicionamientos que, aunque uno luche por evitarlos, como son inconscientes en la mayoría de los casos, nos traicionan. Tropezamos a menudo. Y con la misma piedra. Nos proponemos cosas a sabiendas de que no las cumpliremos… Hacemos firmes propósitos que apenas duran unos minutos…Tratamos de justificarnos en muchas ocasiones a sabiendas de que no tenemos justificación… Y éstas son cosas que deberíamos evitar. Auto-engañarse es una agresión innecesaria que solamente aporta una aparente y falsa tranquilidad que, en realidad, no deja satisfecha a nuestra alma o nuestra conciencia. Es una mentira que dura poco tiempo. Y si dura, más vale que revisemos cómo está nuestra honradez, y la ética personal, y si es cierto que tenemos auténtico interés por progresar en el Camino del Autoconocimiento y el Desarrollo Personal. Y si descubrimos que no somos honestos, íntegros, más vale que lo dejemos. Más vale que nos quitemos de la cabeza lo que creemos que estamos construyendo porque lo estamos construyendo con una base tambaleante sobre la que no se puede edificar nada duradero. La honradez y la ética moral son unos principios que ha de ser sólidos, inquebrantables, irrenunciables, irreductibles… Auto-engañarse o mentirse, jamás. Bajo ningún concepto. Sin ninguna excepción. NO ACEPTARSE UN “NO SÉ” COMO RESPUESTA A UNA PREGUNTA. A veces nos enfrentamos a preguntas que tienen una respuesta difícil. O nos enfrentamos a situaciones que no tienen solución. O eso es lo que nos decimos. En realidad, sólo aparentan tener una invisible respuesta que –decimos, incumpliendo la Primera Ley- no está a nuestro alcance. Creo que no es cierto. En muchas ocasiones conocemos la respuesta, pero no es la que nos gusta y preferimos negarla. O, cuanto menos, relegarla al cajón de lo inservible que tenemos en el olvido. Los miedos nos sugieren que nos deshagamos de ellas. Pero quien ha iniciado un Camino de Desarrollo Personal lo ha hecho, precisamente, porque sabe que puede progresar en él. Necesita progresar para su propio bien. Necesita dejar de ser quien está siendo, quien ha sido, y como ha sido, porque eso no le satisface. Sabe que puede aspirar a más, y a mejor, porque algo dentro de sí mismo, algo que es sincero, algo que conoce el potencial del que estamos hechos, lo dice. Es una voz que está llena de franqueza, pero la tendencia perezosa y conformista que nos compone se opone a escucharla; hace oído sordos porque sabe que progresar en el Camino implica descubrir –poner a la luz lo que estaba cubierto- cosas que se tenían ocultas, cosas que no son agradables, “defectos” propios, y hacer cambios que conllevan esfuerzos, añadiendo además el reconocimiento sincero de quiénes estamos siendo –que no es lo mismo que quienes somos en realidad-, y remover esas cosas no es muy agradable. Hay una recomendación a tener en cuenta con las preguntas que comienzan con un “¿Por qué?”, y es, después de haberla respondido ya, hacerse la misma pregunta pero comenzando con un “¿Para qué?” La primera nos va a descubrir la razón, el motivo, el origen, pero la segunda nos va a dar una información más útil y enriquecedora, porque nos informará sobre su utilidad aplicable. Respondemos a menudo con un “no sé” porque nos resulta más cómodo reconocer nuestra ignorancia ante preguntas comprometedoras que ponernos a la tarea de enfrentarnos a lo que sabemos no será agradable, o porque intuimos que la respuesta que nos obligará a tomar una responsabilidad de la que carecíamos antes de conocerla. Si no aparece la respuesta después de haberlo intentado sinceramente, se puede recurrir a hacerla de otro modo que sea más fácil de encontrarle contestación. Investigar, repetirse la pregunta, buscar el momento adecuado, consultarle al corazón, escuchar a la intuición, recurrir al Maestro Interior, buscar pistas por donde sea… Pero no conformarse con un “no sé”. O que sea un “no sé… de momento” muy provisional y sin dejar de seguir buscando. RESPETAR Y HACER QUE SE RESPETE LA DIGNIDAD PERSONAL. Estoy de acuerdo con la opinión autorizada que dice que uno ha de respetar por encima de todo la propia dignidad personal. Y, además, exigir que los otros la respeten. Puede que sea el tesoro más preciado del que disponemos. La ética, la honradez, la integridad, la moralidad, los principios, las escala de valores… todos ellos juntos confluyen en la dignidad personal. Y se ha de preservar inmaculada, porque es un derecho sagrado que ha de mantenerse puro. Nadie tiene derecho a mancillarla, a menospreciarla, a deshonrarla. Ni siquiera uno mismo. Repito: ni siquiera uno mismo. Está por encima de uno mismo. Es conveniente tener claro dónde se encuentra el límite que los otros –y uno mismo- no pueden traspasar, para defenderlo. Uno debe saber cuándo comienza a sentir la humillación, el desprecio, o la burla, porque la tolerancia de cada uno puede ser más o menos complaciente, pero llegados a cierto punto es conveniente poner una barrera que ha de ser infranqueable, ya que a partir de entonces comienza el honor, la nobleza, el pundonor… asuntos que han de ser inquebrantables, y la dignidad debiera estar activa para no permitir ningún ataque a la esencia personal. Las personas que son excesivamente serviles, o que sufren una situación de miedo, o que tienen la Autoestima baja, son candidatas ideales a incumplir el mandamiento ético de protegerla para que sea intachable. Y uno no debiera traicionarse en esto. “Porque es mejor llorar que traicionarse”, escribía Benedetti. Uno puede tener “errores”, le puede ir mal su economía, puede carecer de cosas materiales, o puede vivir una vida ingrata, pero la dignidad personal está por encima de todo ello. Y ha de permanecer intacta sean cuales sean las circunstancias personales. Es lo que le da valor a uno como persona: el hecho de dignificar su persona y su vida. Y es lo que le queda a uno si es que pierde todo, o si es que pierde en todo. Y ello implica: conseguir el respeto de los otros, ser merecedor de las cosas buenas que le puedan suceder, un comportamiento intachable al gobernarse con rectitud y honradez, defender los derechos propios, el respeto de uno a ultranza… es un derecho individual e intransferible, un principio irrenunciable, y una luz interior que tenemos todos alumbrada por nuestra esencia. Y en ese respeto de todos uno ha de ser irreductible, porque es un asunto innegociable. Una persona respeta su dignidad cuando se valora a sí misma por quién es, y no sólo por lo que hace o por lo que tiene. Es una cuestión de respeto a sí misma. Y si uno no es capaz de respetarse no puede pedir a los otros que le respeten. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  20. ¿TIENES ACTUALIZADA TU ESCALA DE VALORES? En mi opinión, todas las personas nos regimos por un código ético que en algún momento hemos ido creando, aunque lo hagamos generalmente de un modo inconsciente. A este código ético se le llama Escala de Valores. La creación y formación se viene haciendo desde la infancia, y al principio son nuestros padres, educadores y personas del entorno quienes se encargan en su construcción. En realidad, y mejor dicho, en la infancia son exclusivamente los padres, educadores y personas del entorno quienes van aportando para su establecimiento y fundación, ya que uno a esa temprana edad no está en condiciones de discernir y admite como todo lo que venga del exterior porque desde el interior aún no tiene capacidad y conocimientos como para aportar algo. A medida que uno va creciendo y crece también su capacidad intelectual y de comprensión, y si todo va bien, comienza a seguir sus propias directrices con respecto a su comportamiento en la vida. Comienza a tomar decisiones, basadas principalmente en un criterio de bueno/malo, o de bien/mal, que también puede ser provechoso/perjudicial. Este proceso tiene algo que ver con el desarrollo de la personalidad. Uno está decidiendo cómo quiere ser y por qué principios se quiere regir. El principal problema surge cuando uno no se atreve a actualizar su Escala de Valores, o de despreocupa de hacerlo, y se pasa el resto de su vida usando una que le construyeron y “prestaron” los otros. Eso quiere decir que uno no actúa según su propias normas y criterios, sino siguiendo otros ajenos. Y los de los otros no tienen por qué ser los propios, ni tienen por qué ser correctos y adecuados. Es más, en casi todas las ocasiones arrastramos más bien una des-educación. Pensamos tal como nos enseñaron a pensar –con los principios y valores de otros-, sentimos como nos enseñaron a sentir, nos dejamos conducir por prejuicios ajenos, y hacemos cosas sin saber por qué las hacemos. Al mismo tiempo, le damos valor o preponderancia a ciertas cosas y sin saber por qué, y no ejercitamos o llevamos a cabo otras con las que sí estamos de acuerdo. No estamos siendo nosotros mismos porque no nos guiamos por nuestra propia voluntad y normas sino por otras ajenas. Una Escala de Valores es una lista de cuestiones morales en la que cada uno indica el orden de prioridad o importancia que tiene para sí cada una de las cosas. Se trata de una jerarquía de principios en la que uno marca el orden que cree conveniente de acuerdo a su ética y sus máximas morales. Uno marca lo que es primordial y lo que tiene poca o ninguna importancia. Y se trata de respetarla lo mismo que uno respetará las de los otros. Se refiere, insisto, a cuestiones morales y personales, a principios básicos y fundamentales, y no a gustos. Su característica principal es que siempre es personal e intransferible. Hay muchas similares, pero ninguna igual. Y cada uno tiene la obligación de diseñarla, desarrollarla, y actualizarla cada vez que sea necesario. Esta Escala se puede y se debe convertir en más Escalas. Una primordial que marque el Camino en la vida en el que uno se sienta digno, en paz, con una agradable sensación. Otras Escalas de Valores han de ser para la religión, para las filosofías de la vida cotidiana, para la espiritualidad, para la relación con los otros, etc. Por el hecho de ser propia, uno tiene que respetarla y hacer que la respeten, como ya escribí. A veces uno hace una cosa que los demás califican como que “eso es una tontería”, “no pasa nada por eso”, mientras que para uno es importante y ocupa un lugar preponderante. ¡¡No es ninguna tontería PARA MÍ, y sí pasa algo PARA MÍ!!, y uno lo mide por cómo lo siente o lo interpreta, y no por el baremo o las Escalas de los otros. Y eso es lo que importa: lo que uno opine o lo que uno quiera o lo que uno sienta, y que nadie le imponga lo que es importante o no para él. Está bien aceptar sugerencias, pero no admitir imposiciones. Respetar la Escala de Valores propia aporta bastantes satisfacciones y felicidad. Si uno actúa de acuerdo con su forma de pensar, respetando sus propios valores personales, y si es honesto consigo mismo y consecuente con ella, se sentirá a gusto porque se estará respetando a sí mismo. No respetarla, por el contrario, hace que uno se sienta mal consigo mismo porque está yendo en contra de su verdadera esencia, de sus principios y fundamentos. Uno boicotea sus propias estructuras fundacionales. La Escala de Valores está diseñada en su mayor parte por la propia conciencia, que es la que nos indica lo que es conforme a nuestra esencia y lo que va en contra de ella. Si uno la respeta se está respetando a sí mismo, está siendo él mismo, y su conciencia se siente apreciada y en paz. Si uno no la respeta, sucede lo opuesto. Es un asunto realmente importante, y tenerla actualizada para que tenga el orden escalado de prioridad o preponderancia con el que estemos de acuerdo en este momento es necesario, ya que puede suceder que estemos haciendo caso a unos principios que nos inculcaron, con los que no estemos de acuerdo y que, a pesar de respetarlos, no nos hagan estar en paz. En la observación de nuestros actos físicos y emocionales ante las situaciones que nos son desagradables en la vida es donde podemos encontrar las pistas de las cosas que van en contra nuestras normas internas. Profundizando en ello y preguntándonos el por qué y el para qué, encontraremos las razones o motivos, y es entonces cuando podremos buscar soluciones y hacer modificaciones. Recuerda: ser fiel a la propia Escala de Valores es el principio y parte del camino para la felicidad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  21. ¿CUÁNTO VALES? “El precio que te pones decide tu valor. La subestimación de ti mismo te costará muy caro”. (Autor desconocido) En mi opinión, salvo los vanidosos, los presuntuosos, los inmodestos, los presumidos, los engreídos y los pedantes, los arrogantes y los orgullosos, o sea, salvo todos los ególatras cuyo concepto de sí mismos está injustificadamente sobrevalorado, el resto de personas, los normales, en general tienen un concepto de sí mismos cuya tasación queda por debajo de la que harían nuestros seres queridos y los que de verdad nos conocen. No sé si es una falsa modestia o es que las cosas de uno que están bien parecen que son “normales” y no tienen importancia y por eso no se aprecian en su justa medida, pero el caso es que cuando uno revisa el concepto que tiene de sí mismo generalmente la parte más pesimista de la Autoestima y una innecesaria y falsa modestia se presentan rápidamente a poner nota. Atrévete a hacerte la pregunta: ¿Cuánto valgo? Y atrévete a ser sincero, honesto, justo, y a no sobrevalorar las cosas que no te gustan de ti mientras que, por el contrario, infravaloras las que son buenas. La modestia está muy mal entendida. Se lía con el orgullo y con el ego y se enzarza en discusiones donde le bombardean con opiniones distintas y al final se queda desequilibrada. Valora lo que realmente vales, según tu alma. Porque hay personas para quien lo importante es su status, y si han alcanzado uno interesante se tasan alto –y es una mala vara de medir- y si no lo han logrado se sienten fracasados –porque han usado mal una mala vara de medir-. También hay personas que se equivocan en la autovaloración, y se desprestigian e infravaloran porque llevan dentro de sí un enemigo acérrimo, un frustrado negativo, un auto-saboteador agobiante, y no son capaces de apreciar sus cosas buenas porque dan preponderancia a las menos buenas. También hay personas que no se atreven a ponerse nota. Le tienen miedo. Miedo a ponerse un 5 y que se le caiga la moral al suelo y la Autoestima a los infiernos. O que sea un 4 en cuyo caso sería aún más terrorífico. O un 3, que marcaría el punto de no retorno a la normalidad. Es posible –digo que “es posible”- que, por su mala costumbre habitual, no se hayan dado cuenta y no estén respetando la condición que yo he puesto para valorarse, que está unos párrafos más atrás y repito: “Valora lo que realmente vales, según tu alma”. No te valores desde tu situación económica o sentimental, no te valores desde un punto de vista social o de un éxito mundano brillante o ausente, que son asuntos pasajeros. Valora lo que vales como persona, como Ser Humano, como corazón, por tu buena voluntad y por tus principios. Valórate por lo que eres, no por el personaje que estés viviendo. Hazte de nuevo la pregunta: ¿Cuánto valgo? Es importante que te tomes el tiempo necesario –horas o días-, y que pongas en la balanza todas aquellas cosas buenas a las que no das la importancia que tienen, que te recuerdes en todos tus momentos amorosos, cuando abrazas, cuando consuelas, cuando escuchas, cuando te entregas, cuando das una parte de lo que tienes, cuando tienes gestos amables, cuando sonríes a cambio de nada, cuando te emocionas y te tiembla el corazón, cuando juegas, cuando ayudas, cuando notas escalofríos emocionantes, cuando te sientes en contacto con Dios o con la Tierra, cuando notas piedad o conmiseración hacia el prójimo, cuando te sientes en paz… De ahí puedes ir sacando ideas que te aproximen a lo que vales como Ser Humano. Deja de ver solamente la parte que no te gusta de ti. Deja de reprocharte los “errores” y los “fracasos, las cosas “que hiciste mal”, las cosas que no salieron como hubieras querido. No estamos hablando de esa persona que se enfrenta al mundo y no siempre lo hace bien. Estamos hablando de la Persona con mayúscula, de quien está por encima de lo cotidiano y de los conflictos, de quien los otros aprecian porque son capaces de verles como son de verdad, de quien uno es realmente cuando se mira en el espejo de su conciencia. Estamos hablando de TI. ¿Cuánto vales? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias)
  22. NO HAY QUE ASUSTARSE ANTE LAS ADVERSIDADES Y LAS CIRCUNSTANCIAS En mi opinión, las adversidades y las circunstancias desagradables forman parte de la vida -prácticamente son inevitables-, así que hay que acostumbrarse a lidiar con ellas, y a soportarlas y sufrirlas –sólo un poco- pero sin permitir que se conviertan en un freno que condicione la vida o en un muro infranqueable. De hecho, hay personas que las magnifican y les dan un poder que no tienen, convirtiéndolas de ese modo en una excusa perfecta para no afrontar o no enfrentarse a su situación personal. A lo largo de la vida siempre pasa algo. Son raros los momentos de paz en todos los aspectos de la vida ya que estamos implicados en demasiadas cosas de nuestro alrededor y no todas dependen de nosotros, así que algunas se nos escapan al control pero en cambio nos hacen padecer sus consecuencias. Todos tenemos “problemas” en mayor o menor cantidad que nos afectan en mayor o menor medida. Insisto: es inevitable. Ya lo he escrito alguna vez: LO IMPORTANTE –o lo preocupante- NO ES LO QUE NOS PASA, SINO LO QUE HACEMOS CON LO QUE NOS PASA, y cómo permitimos que nos afecte, nos paralice, nos desanime, nos ponga nerviosos y enojados, o hasta nos hunda del todo. Ya lo he escrito alguna vez: HAY QUE DESDRAMATIZAR la vida. Y las adversidades y las circunstancias. Y hay que acostumbrarse a vivir con ellas. Prestarles la atención que necesitan, preferiblemente previéndolas para evitarlas, o resolviéndolas cuando ya están, y entendiendo -sin alterarse- que eso es habitual y es “lo normal”. Tranquilidad. Y resolución. No son buenos los aplazamientos, el abandono, el pretender que se vayan sin resolver al olvido, culpabilizar a lo ajeno y conformarse con ello, sentirse desgraciado, ponerse a llorar… hasta me puede llegar a parecer bien que uno se permita durante un minuto –reloj en mano- sentirse mal, pero una vez transcurrido el minuto –y ni un segundo más- hay que ponerse en marcha y resolver lo que haya que resolver. Hay que cuidarse de no caer en esa masoquista sensación de sentirse desgraciado y mal, y además regodearse en ello estancándose. La vida sigue y uno tiene que seguir, así que no valen las pataletas infantiles y las rabietas juveniles: somos adultos y tenemos que comportarnos como adultos. (Parece increíble, pero hay personas que se empeñan en “estar mal” porque “cuando están mal” los otros les prestan atención y les dan un poco de atención o cariño. Es una forma ruin y perversa de conseguir un poco de atención a cualquier precio, pero es más habitual de lo que parece) Las personas adultas son conscientes de que han de gobernar sus vidas y que ello implica procurarse una vida lo más agradable, interesante, feliz y satisfactoria que se pueda, y que hay que hacer todo lo posible –y un poco de lo imposible- para lograrlo. Cuando las adversidades se ponen duras es cuando más fuerte y más consciente y más constante hay que ser. No es el momento de rendirse. No se trata de quedarse en el rincón del cuadrilátero recibiendo golpes y resguardándose como se pueda para que no duela mucho, sino de salir atacando. Quejarse solamente no resuelve. Cuando uno atraviesa un momento desagradable es el momento de sacar todas las fuerzas y capacidades. O de solicitar la colaboración del amigo o profesional que pueda ayudar. La vida no siempre es fácil. Las adversidades indeseadas y las circunstancias complicadas forman parte de la vida. Siempre han estado y seguirán estando, así que hay que acostumbrarse a que se presenten, teniendo claro que si no se resuelven se quedan con nosotros más tiempo del necesario o para siempre. No hay que tener miedo a afrontar todo aquello que de algún modo nos perjudica. Hay que tener miedo a quedarse parado y sin hacer nada para resolverlo, aguantando los golpes por todos los lados, estancado, soportando las inclemencias de lo que nos pasa más los reproches propios por quedarnos parados. La vida, nuestra vida, requiere de nuestro gobierno. No es conveniente que vaya a la deriva de los acontecimientos, y que sea lo ajeno y lo externo lo que marque el rumbo o el estado de ánimo. Vivir es ser Responsable de la propia Vida. Y quien no lo haga así está cometiendo un error que pagará con una vida vacía o insatisfactoria. Sea como que sea, pase lo que pase, hay que seguir. A la Vida se viene a Vivir y no a sufrir, así que quien se conforme con sufrir se está perdiendo la parte más interesante de la Vida. Por lo tanto… adelante. Decisión… y a resolver las adversidades y a mejorar las circunstancias. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  23. ¿SABES LO QUE QUIERES? En mi opinión, si no sabes lo que quieres, corres el riesgo de conformarte con cualquier cosa. Incluyendo en ese “cualquier cosa” el que te conformes con lo que no quieres. Esto de Vivir es más serio de lo que parece -lo que no quiere decir que haya que tomárselo todo demasiado en serio- y, en general, le prestamos menos atención de la que merece. He hecho una estadística a lo largo de varios años por cuyos resultados he llegado a deducir que algo más del 90% de las personas no tienen clara la respuesta a preguntas imprescindibles para el Ser Humano. Y no me refiero a ¿De dónde venimos? u otras similares, que son algo más filosóficas y petulantes que importantes, sino a las básicas, a las que tienen prioridad y preponderancia. ¿QUÉ ES LO QUE QUIERO PARA MI VIDA? ¿QUÉ ES LO QUE NO QUIERO PARA MI VIDA? ¿QUÉ NO ESTOY DISPUESTO A TOLERAR BAJO NINGÚN CONCEPTO? ¿QUÉ ME GUSTA? ¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE QUIERO? Hay que hacerse preguntas como estas o similares. Hay muchas, miles, y cada uno ha de hacerse las suyas propias, las que le interesan, las que le alteran, las que le conmueven, las que le desvelan, y aquellas cuya respuesta es un asunto primordial en su vida. Saber las respuestas personales auténticas a esas preguntas primordiales hace variar el rumbo de la vida porque nos acerca más hacia la satisfacción que hacia el conflicto. Uno, por ejemplo, tolera y tolera una situación –o a una persona- hasta que reconoce y admite que es intolerable o que es indigno seguir soportándolo y que no está dispuesto a hacerlo durante más tiempo. Entonces –generalmente es a partir de un estado de rabia- es cuando se toma esa decisión tan básica e importante que se ha ido aplazando porque no se conocía su lugar preponderante en la escala de valores personales o de intolerancia… y deja de tolerar. Y su vida cambia para bien. Uno, por ejemplo, no sabe lo que realmente quiere o lo que no quiere, y por ello no promociona el encuentro con lo que quiere y no se deshace inmediatamente de lo que no quiere. Te recomiendo que le dediques bastante tiempo a responderte las preguntas que te parezcan interesantes de las que te pongo aquí. Te garantizo que es una gran inversión. Te conviene saber lo que quieres y lo que no quieres. Lo que sí y lo que no. Y una vez que tengas respuestas… llévalas a tu vida. Te dejo con tus reflexiones… ¿CUÁL ES MI GRAN SUEÑO? ¿QUÉ ES LO QUE NO ME GUSTA? ¿DE QUÉ ME ARREPIENTO? ¿QUÉ HE HECHO CON MI VIDA? ¿ME PERMITO TENER SUEÑOS? ¿INTENTO VIVIR MI VIDA DE ACUERDO CON MIS SUEÑOS? ¿ME DOY PERMISO PARA SER FELIZ? ¿ME DOY PERMISO PARA DISFRUTAR? ¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE QUIERO? ¿QUÉ ES LO QUE NO QUIERO? ¿QUÉ ES LO QUE NO HAGO Y QUISIERA HACER? ¿QUÉ ES LO QUE HAGO Y NO QUISIERA HACER? ¿ME DEJO VIVIR A MÍ MISMO COMO QUIERO? ¿BUSCO LA ILUSIÓN? ¿ME HE RENDIDO YA? ¿SOY CONSCIENTE DE QUE DIOS ME HA RESPONSABILIZADO DE MI VIDA? ¿SOY CONSCIENTE DE QUE PODRÍA SER LIBRE? ¿A QUÉ PRECIO VENDO MI TIEMPO LIBRE? ¿SOY CONSCIENTE DE LAS PRECIOSAS PERO ESCASAS HORAS QUE TENGO DE VIDA? ¿ESTOY HACIENDO EN MI VIDA Y CON MI VIDA LO QUE REALMENTE QUIERO? ¿ME DOBLEGO Y ME RINDO ANTE MIS RESISTENCIAS? ¿A QUÉ TENGO MIEDO? ¿CUÁL ES MI PRECIO? ¿POR QUÉ O POR CUÁNTO ME VENDO? ¿CUÁNDO ME PERMITO SER YO MISMO? ¿QUÉ PASARÍA SI FUERA SIEMPRE YO MISMO? ¿QUÉ HAGO CON MI TIEMPO LIBRE? ¿PARA MÍ… QUÉ ES VIVIR? ¿BUSCO MI ÉXITO INTERIOR? ¿INCREMENTO MI RIQUEZA ESPIRITUAL? ¿PRESCINDO DE VANIDADES Y OSTENTANCIONES? ¿TENGO ACTUALIZADA MI ESCALA DE VALORES? ¿CONOZCO MI META Y EL CAMINO PARA LLEGAR A ELLA? ¿QUÉ HAGO POR BUSCAR MI PAZ? ¿CÓMO UTILIZO MI TIEMPO LIBRE? ¿VALORO LO SUFICIENTE MI SALUD Y LA CUIDO? ¿ME RÍO TANTO COMO QUISIERA? ¿QUIERO HACER RELAJACIÓN O MEDITACIÓN? ¿PERMITO QUE SE MANIFIESTE MI NIÑO LIBRE? ¿ME DEJO VIVIR A MÍ MISMO COMO QUIERO? ¿POR QUÉ NO HAGO LO QUE DEBIERA HACER? ¿QUÉ ME FALTA? ¿QUÉ ME GUSTARÍA HACER? ¿ME ESCAPO A MENUDO DE MIS LÍMITES? ¿SALGO LO SUFICIENTE DE MIS CUATRO PAREDES? ¿DEVUELVO A LA SOCIEDAD LO QUE ME DA? ¿DISFRUTO LA NATURALEZA? ¿VIVO UNA VIDA SENCILLA? ¿SOY CAPAZ DE RENUNCIAR CUANDO ES NECESARIO HACERLO? ¿ME PREGUNTO POR MIS ASIGNATURAS PENDIENTES? ¿CUÁNDO VOY A HACER LO QUE SÉ QUE DEBO Y DESEO HACER? ¿VIVO ATENTA Y CONSCIENTEMENTE? ¿CUÁNDO VOY A PARAR DE PERDER EL TIEMPO? ¿CUÁNDO EMPEZARÉ A TOMAR MIS DECISIONES? ¿CUÁNDO ATENDERÉ MIS SÚPLICAS? ¿DE QUÉ COSAS HUYO? ¿ME INVOLUCRO SERIAMENTE EN MI VIDA? ¿HAGO COSAS IMPORTANTES? ¿TENGO MI PERMISO PARA SER FELIZ? ¿TENGO PERMISO PARA EXISTIR? ¿TENGO PERMISO PARA TRIUNFAR? ¿TENGO PERMISO PARA SER YO MISMO? ¿ESTOY CONFORME CON MI VIDA? ¿QUÉ ME IMPIDE HACER REALIDAD LOS ANHELOS DE MI CORAZÓN? ¿ESTOY CONFORME CON MIS LOGROS? Te dejo con tus reflexiones… (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  24. ES IMPERDONABLE NO PERDONARSE En mi opinión, el título es mucho más que un juego de palabras y que una incongruencia: Es una realidad. Debo recordar que seguiré diciendo en este artículo “perdonar”, pero mi opinión es que no hay que perdonar, no hay nada que perdonar porque no es necesario perdonar: sólo hay que comprender ya que cuando se comprende se hace innecesario perdonar. Cuando se comprende al causante del motivo que aparenta requerir un perdón,sea quien sea, que puede ser uno mismo, y se comprenden su situación, sus adversidades y sus circunstancias, desaparece la necesidad de “perdonar”. Así que donde escribo “perdonar” hay que leer “comprender”. “Aprender a perdonarnos es aprender a vivir, ya que la vida sin perdón es el fracaso del Ser Humano”. Esta frase es arrolladora. Encierra en sus palabras una verdad irrefutable, contundente, de las que no admiten discusión y que no pueden ser superadas por ninguna otra explicación. Si el Ser Humano no es capaz de perdonar o perdonarse –comprender o comprenderse- eso quiere decir que no ha aprendido nada en la vida o nada de la vida. Partimos de la imperfección de todo Ser Humano y eso ya es una razón más que suficiente para que se produzcan “errores”, injusticias, caídas y recaídas, desaciertos, incorrecciones, y cualquier otro tipo de acto que no sea adecuado o placentero. Nos equivocamos. Tratamos de corregirnos poniéndonos en un Camino de Autodescubrimiento y Mejoramiento, pero esto no siempre se consigue y no se consigue en todos los aspectos de la personalidad y de la vida. Vamos mejorando, pero poco a poco. Y, además, arrastramos el pesado lastre de nuestro pasado y nuestra deseducación en asuntos de la vida. El 90% de la cosas las hacemos más con buena voluntad que con conocimiento. Y los resultados no están siempre a la altura de lo esperado… pero nos exigimos como si fuésemos perfectos o sabios. “Fracasar” no es equivocarse, sino no aceptar la equivocación y no ser capaz de comprender o comprendernos. Ese es el auténtico fracaso: el de no perdonarnos por aquellas cosas que podríamos haber hecho mejor. Son el “error” o el “fracaso” los que nos permiten tener un aprendizaje que de otro modo no hubiésemos tenido. Son oportunidades, aún cuando no seamos capaces de verlas de ese modo porque nos quedamos en la visión exterior que nos aporta el enfado. El “error” o el “fracaso” destacan porque les damos más preponderancia que al esfuerzo que hemos hecho o a la voluntad que hemos puesto. Si valorásemos bien –en su justa medida- lo que hemos puesto de nuestra parte en cualquier acto se minimizaría lo desagradable. Conviene ser comprensivos y generosos con nuestras actuaciones, y no ser excesivamente rigurosos en la exigencia ni inquisidor en la pretensión de la perfección. Repito: no somos perfectos y no nos debemos exigir como si lo fuésemos. Perdonarse/Comprenderse es necesario. Imprescindible. Ahí está la enseñanza y el aprendizaje. Y no se trata de aceptarlo todo, de darse libertad para equivocarse una y otra vez sin hacer nada por aprender y corregir; se trata de comprender cuando se hace mal, pero con la voluntad constante e inagotable de hacerlo cada día un poquito mejor. Somos Humanos. Y sólo nos tenemos a nosotros mismos para este viaje que es la vida, así que es mejor que nos llevemos bien con nosotros, que nos cuidemos, y que estemos atentos a poder aprender cada día un poco más en este duro Camino a la Perfección. Te dejo con tus reflexiones… (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  25. Entonces... tú sí que sabes... Bendiciones.
×
×
  • Create New...