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buscandome

Warianos
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  1. ALÉGRATE POR TUS DEFECTOS En mi opinión, este título -tan provocativo como aparentemente contradictorio- es cierto. Y necesita una explicación para entenderlo, porque es tan chocante que a la mente le cuesta encontrar una explicación racional para este aparente contrasentido. Generalmente, cuando una persona es consciente de un defecto personal se enfada consigo mismo o con sus circunstancias, se deprime más o menos, recibe un golpe en su autoestima, y su moral se ve afectada porque siente que acaba de dar un paso atrás y que su vida se pone más cuesta arriba. Cuando uno Descubre algo suyo –sea lo que sea- no es que acabe de suceder algo nuevo que añadir a su lista de defectos o errores, sino que se acaba de destapar o se acaba de tomar consciencia de algo QUE YA EXISTÍA, o sea que no se añade nada nuevo a la situación o el Currículum personal, sino que simplemente uno se da cuenta de ello. Nada ha empeorado de golpe. En mi opinión, la actitud correcta y adecuada en estos casos es la de hacer EXACTAMENTE LO CONTRARIO de lo que se hace habitualmente, que es deprimirse, enojarse, perder puntos en la Bolsa de la Autoestima, y maldecir contra alguien o contra uno mismo. ¿Qué hacer? Lo primero reconocerlo plenamente, sin ambigüedades ni justificaciones. No son necesarias. Es lo que hay. Ya está ahí. No hace falta buscar culpables a quienes acusar. En cambio, sí es bueno darse cuenta del origen, o de la situación, y reflexionar sobre el hecho de cara a evitarlo en sucesivas ocasiones. Eso es aprender: darse cuenta y reflexionar un poco con la mente y mucho con los sentimientos, pero lo que se hace generalmente es reprenderse creyendo que es ese el modo de aprender. ¿Te acabas de descubrir en algo que haces mal o en un defecto? Felicitaciones. Alegría. Que sea una satisfacción interna y una ilusión. ¿Y cuál es el motivo de esta fiesta? Pues que acabas de darte cuenta de una nueva cosa en la que puedes mejorar. Si no te hubieras dado cuenta no la hubieras podido cambiar para perfeccionarla, sino que hubiera permanecido por siempre sin arreglo. Si eres capaz de estar de acuerdo en que este Camino del Desarrollo Personal es un compromiso hacia la excelencia -lo mejor posible dentro de las circunstancias y las limitaciones personales-, comprenderás entonces que encontrarse con un asunto más en el que existe la opción de mejoramiento ha de ser un motivo de satisfacción, tras la correspondiente –y humana- decepción personal. Así que tómate el descubrimiento de tus defectos, o de esas cosas que admiten el mejoramiento, con satisfacción. Enójate un ratito si quieres, pero sólo un ratito. Y después ponte a la tarea de resolverlos. Con la sonrisa puesta: recuerda que vas a mejorar algo de ti. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  2. LOS PLACERES EN EL DESARROLLO PERSONAL En mi opinión, hay personas que confunden la seriedad que pueda tener un asunto con la seriedad –o no- con que hay que afrontarlo. Digo esto porque me he encontrado con personas que cuando inician el Camino se ponen serias –muy serias- y se lo toman como algo que hay que afrontar desde una actitud de gravedad manifiesta, solemnemente, tal vez siendo secamente inexpresivas, pensando que de esa forma le dan empaque, y que ellas mismas, por eso de aparentar tanta seriedad, se revisten de importancia y se sienten de una raza especial que ha de estar aparte. En cambio, yo opino que hay que tomárselo de un modo distinto. Es un asunto serio en el sentido de que es importante –no hay duda-, pero eso no lo condena a la seriedad en la expresión y el afrontamiento. Vivir es –también- sonreír, reír, divertirse, ser feliz… y todo eso se puede hacer compaginándolo con los momentos de introspección y reflexión, y de recogimiento y revisión, porque una cosa no excluye a otra, y porque la dedicación exclusiva al Desarrollo Personal, desde un punto casi obsesivo, es perjudicial. Dios, o el Creador, -o “lo que sea o quien sea”, para los ateos-, no nos puso los cinco o seis sentidos y todas las maravillas que hay en el mundo como una tentación que se ha de vencer continuamente, ni nos dotó de la capacidad de sonreír para que la estemos reprimiendo constantemente, ni dijo que la felicidad y el buen humor sólo se pueden alcanzar al final del Camino. El hecho de encarar la vida con optimismo, y los problemas con buen ánimo, y de ser capaces de desdramatizar la vida y lo que nos ocurre, no es un atentado contra la importancia del Camino. No es que se menosprecie. Quiere decir que un Camino se puede hacer en silencio o cantando, ya que de ambos modos se dan pasos. (Personalmente, prefiero la segunda opción) Silencio, meditación, recogimiento, o introspección, son necesarios pero no es obligatorio que sea a todas horas. Estamos en el Mundo y en la Tierra y eso implica que hay que compatibilizar trabajo con familia con ocio con matrimonio con viajes con religión con problemas con hijos con facturas que pagar con pensar en el futuro con tener miedo con llorar con espiritualidad con reír con estar desanimado con estar contento con amar con Vivir… y amalgamarlo todo, hacer un conjunto en el que todo ello pueda convivir cordialmente, cada cosa a su tiempo y en su momento, y estando uno por encima de todo ello observándolo, gozándolo, aprendiendo, siguiendo adelante en su propio Proceso pero sin abandonar a lo otro y a los otros. Los placeres son para gozarlos. El hecho de gozar, de reír, de estar a gusto, de sentirse bien o querido entre otra gente, la felicidad… todo eso es alimento para llevar en el Camino, y con ello la esperanza y la ilusión se reconfortan y crecen. Y más aún porque hay muchos placeres que son muy puros e intensos, y que además son gratis. O casi. Busca los tuyos y no los abandones, no los desatiendas así como tampoco desatiendas tu Proceso. Que convivan armoniosamente. Estas son solamente unas ideas de lo que quiero decir: - Ver –conscientemente- un amanecer o una puesta de sol. - Pasear por el parque, por el monte, por el campo. - Charlar con amigos. - Leer. - Escuchar música. - Meditación, relajación, reflexionar, yoga, zen. - Desarrollo personal. - Acudir a charlas, conferencias, exposiciones. - Cenas o comidas en grupo. - Abrazar, reír, amar… Revisa cómo llevas el asunto de los placeres. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  3. LOS ENEMIGOS EN EL DESARROLLO PERSONAL En mi opinión, todas las personas involucradas en un Proceso de Desarrollo Personal, antes o después, y en mayor o menor medida, nos vamos a encontrar con una serie de enemigos –o de trabas- que conviene conocer perfectamente, porque en muchas ocasiones se van a presentar disfrazados de otra cosa, aparentando ser algo distinto de lo que realmente son, y nos van a entorpecer o frenar el Camino iniciado. EL DESAPROVECHAMIENTO Se dice que el enemigo de la vida no es la muerte, sino el desaprovechamiento. Puede ser. Vivir la vida sin aprovecharla es el pecado más imperdonable y es, sin duda, aquello de lo que más se lamentará uno cuando llegue al Tiempo de los Arrepentimientos, cuando las ocasiones y posibilidades se hayan terminado y ya sólo quede la opción de arrepentirse en un lamento continuo. Todo aquello bueno o interesante que uno se proponga tiene que llevarlo a cabo, para su propio placer y satisfacción y para que la conciencia se quede a gusto y en paz. LA DESATENCIÓN La falta de atención a la Vida lleva al desaprovechamiento de la misma, a llenarla de vacíos, a distraerse del verdadero Sentido de la Vida -sea el que sea para cada uno-, que sin duda, y para que lleve las mayúsculas, no es desatender la vida -o lo que nos pueda aportar en cualquier aspecto- para dedicarse a la distracción desatenta, al aburrimiento, al desperdicio del tiempo de Vivir, al derroche de ese tiempo limitado que disponemos. LA APATÍA Algunos días uno se levanta apático y no le apetece otra cosa que lograr que pase el día rápido y sin afectarle mucho. Si es solamente un día, no es problema. A veces el alma necesita descansar. El problema es grave cuando eso se repite un día tras otro, y cuando todos los momentos están saturados de esa indolencia, de dejadez y pereza, de desgana y desánimo. Eso es la muerte instalada en la vida. Y eso no es Vivir. El objetivo y la obligación en la vida es Vivir. Es conveniente no permitir que la apatía se adueñe de nosotros y de nuestra vida, y es bueno darse ánimos cuando se está desanimado, y es útil tener preparados una serie de argumentos o soluciones para evitar y solucionar cuando se presenta esa apatía con intención de quedarse fija. LA DEMORA La vida requiere aflojamiento y reflexión lo mismo que requiere energía y acción. Las cosas hay que hacerlas y muchas hay que hacerlas YA. Sí que es bueno acumular energías para cuando se va a afrontar una situación dura, y estar centrado para poder hacerla, incluso escuchar la voz interior que indica cuándo es EL MOMENTO, pero no hay que desoír esa voz y no hay que demorar el momento o la ocasión una vez que se presenta. Demorar es detenerse, y a una persona que está en el Camino le conviene no demorarlo innecesariamente. EL ENFADO A veces nos vamos a sentir enfadados con nosotros mismos y eso nos va a condenar a una parada en el Camino, porque nos vamos a centrar en ese enfado –al que le vamos a dar importancia- y se nos va a olvidar lo que de verdad es importante: nosotros y nuestro Desarrollo. Está bien que uno atienda a sus sentimientos, porque cuando eso sucede es la ocasión apropiada para conocer el origen real y los porqués verdaderos, pero eso es mejor vivirlo desde el desapego. Y eso se consigue valorando con justicia y ecuanimidad el motivo del enfado, viéndolo con desapego, y comprobando su trascendencia o inutilidad, y no cayendo en una actitud infantiloide o en un despecho del ego. Ojo. Cuidado. EL ABANDONO Mucha atención a comprobar si se está abandonando el Camino, si uno se para demasiadas veces a sentarse y descansar, o si se ha vuelto excesivamente contemplativo y ha perdido el interés. Este es un Camino imparable en el que se aceptan los pasos pequeños pero no son convenientes las largas paradas. Si observas que abandonas averigua la razón y resuélvelo. Motívate como sea. Busca compañeros de Camino si lo ves necesario. Comparte. Pero no te rindas. TUS PROPIOS ENEMIGOS Descúbrelos. Descúbrete. No te engañes. En el Camino del Desarrollo Personal engañarse está prohibido. Los enemigos no son amigos. Están para vencerlos deshaciéndose de ellos. O para darse cuenta de que realmente no son enemigos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  4. ENFADARSE ES MATARSE En mi opinión, no es ninguna exageración el título. Podría justificarlo diciendo que matar, según el diccionario, es “quitar la vida a un ser vivo”, y quitar la vida no es solamente que el cuerpo quede inerte, que los pulmones y el corazón dejen de funcionar, sino que “quitar la vida” –y en esto estaremos todos de acuerdo- es quitar o quitarse la posibilidad de estar viviendo plenamente, y el tiempo que uno pasa en un enfado –y peor aún el que se pasa odiando- no es un tiempo que se viva ,porque uno no está centrado en sí y en lo suyo, sino que está en un estado alterado de su propia conciencia y consciencia. Uno está -como bien se dice- “fuera de sí”. Matar también es –y puedes comprobarlo en el diccionario- “producir a alguien un gran sufrimiento físico o moral”. Y esto es muy interesante, porque en general estamos muy equivocados cuando nos enfadamos –y más aún cuando odiamos-, ya que creemos que con nuestro enfado estamos perjudicando a quien nos ha causado el enfado –o el odio-, y no es cierto. En ambos casos el verdaderamente perjudicado es quien está enfadado o quien odia, porque se provoca un estado de alteración y enojo, de intranquilidad e irritación, de frustración y rabia, de descontrol y descentramiento. Prueba a recordar cómo te sientes, cómo te comportas, qué pasa por tu cabeza en esos momentos anormales, y trata de recordar cómo después, y en más de una ocasión, te arrepientes y no solamente por el otro sino por ti mismo. Recuerda cómo en alguna ocasión te has dado cuenta de la inutilidad de los enfados –o del odio-. Esto lo explica muy claramente el ejemplo que se cuenta de quien se toma un veneno con la intención de que le haga efecto a su enemigo y sea el enemigo quien muera. Esto es igual de absurdo. Ya que tienes el diccionario a mano, comprueba también esta otra acepción: “perder la vida involuntariamente”. En las líneas anteriores ya has podido comprobar que cuando estás enfadado –o cuando odias- no estás consciente de la vida –de tu vida-, así que la estás perdiendo, y la estás perdiendo involuntariamente porque no eres consciente de ello, porque no estás al mando de tu voluntad, porque el estado en que te encuentras no te permite el control de tus actos y proceder del modo adecuado. EL TIEMPO DE ENFADO ES UN TIEMPO INÚTIL. Cuando otro hace algo que no es de nuestro agrado, cuando nos sucede algo que no nos apetece, cuando ocurren cosas que nos molestan, es cuando uno tiene que darse cuenta de lo que está pasando y no dejar que la impulsividad se manifieste descontroladamente, sino que es el momento de usar la aceptación –sea lo que sea, ya ha sucedido-, la ecuanimidad –que nos permitirá valorar el hecho en su justa medida-, la comprensión –tal vez no estaba en la intención de la otra parte molestarnos-, y quién se siente enfadado o quién odia –y si es un asunto de nuestro ego herido en su orgullo, más vale que no le demos excesiva importancia-. Yo no sé si es porque ya llevo andado un tramo del Camino o es porque tengo bastantes años, pero el caso es que ya no me enfado –y, por supuesto, no odio a nadie-. He aprendido que las cosas son lo que son y no lo que yo quisiera que fueran. He aprendido que lo importante no es lo que me pasa, sino lo que yo hago con eso que me pasa. Valoro más mi estabilidad emocional, no descentrarme, y no llevarme un disgusto del que voy a ser yo el principal afectado, así que hago uso de lo que he relatado anteriormente, y si hace falta recurro a eso que se dice de contar hasta 100 –y muchas veces cuando llego al 5 ya me ha calmado-, valoro si realmente merece la pena esa reacción mía –pero no me dejo pisar ni que abusen de mí, para eso está la asertividad para defenderme-, y relativizo las cosas, las desdramatizo, las veo en la distancia y con serenidad. No es muy fácil, porque en esos momentos precisamente lo complicado es mantener la calma, pero… yo ya he aprendido quién es el que al final se queda mal cuando se enfada –o cuando odia-. Ahora es tu turno de decidir. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  5. SABER SELECCIONAR EN EL DESARROLLO PERSONAL En mi opinión, bastantes personas, cuando inician un Proceso de Descubrimiento y Auto-conocimiento, caen en la distracción –que les desvía del buen Camino- de querer absorber demasiada información. Existe demasiada información. Los conocimientos que antes adquiría un adepto o un discípulo tras años y años de demostrar ante un Maestro fiabilidad y responsabilidad, y estar preparado y ser digno de ello, ahora se compra o se encuentra por muy poco dinero o gratis. Hay que ser selectivo. Muy selectivo. Hay que evitar, sobre todo, perder el tiempo distrayéndose en querer saberlo todo -que no cabe en ningún humano-, porque “todo” no es necesario ni imprescindible. No es necesario conocer y saberlo todo: no hay examen. Hay que tener claro qué es lo que le interesa a uno, qué es lo que más le inquieta o le afecta, en qué o de qué necesita respuestas. Lo primordial –lo puedo garantizar- es obtener la información y los conocimientos a través de alguien que nos merezca absoluta confianza. Tal vez alguien de nuestro entorno que sepa algo de estas cosas, y que sea de fiar, nos pueda decir qué o quién es de absoluta confianza. (Me gusta ese dicho de que quien enseñe debe alumbrar y no deslumbrar. Que lo adecuado no es dar las respuestas, sino enseñar a buscarlas). Hay que tener en cuenta que aunque parezca que todos estamos en el mismo Camino y tenemos los mismos intereses, eso no es cierto. Cada persona tiene las inquietudes más orientadas hacia uno u otro aspecto. Y cada persona se maneja mejor por un tipo de Camino, y ha de encontrarlo porque es mejor –y más provechoso- hacerlo de un modo agradable. Algunos pueden comenzar por la psicología y su crudeza tan real, a otros les puede gustar más el Camino de la Espiritualidad y sus emociones, otros se decantan por lo exotérico –con equis- y su fenomenología -muy vistosa pero que incita e invita a distraerse del Camino-, otros van mejor por la meditación, otros recurren a contactar con sus Guías Espirituales o los Maestros desencarnados –con el riesgo tan grave que ello conlleva para quien no lo controla bien-, otros se deciden por intentar acceder a los llamados Archivos Akáshicos… A los creyentes les puede ayudar la petición en oración. Pedir que se presente lo que sea bueno para la evolución personal, pedir luz y capacidad para comprender, pedir la facultad del raciocinio y discernimiento. También ayuda el hecho de prestar atención a la intuición, que nos puede advertir de qué o quién es honesto. O nos puede señalar, al acudir a una charla o al leer un libro, por medio de emociones y sentimientos -mediante la señal que previamente acordemos-, que eso es bueno para nosotros. O que eso no nos interesa, porque no casa con lo que no recordamos pero intuimos. Si nos encontramos en un caso como este, la solución es sencilla: se cierra el libro y se destierra, o se abandona la charla sigilosa y educadamente. Siempre, los mejores Maestros, los mejores libros, las mejores charlas, los mejores cursos… No saber seleccionar bien nos hará perder mucho tiempo, dar muchas vueltas, confundirnos, caminar hacia atrás, o padecer una tortura mental. No hay que confiar en todo y en todos, y menos ciegamente. Discernir. Reflexionar. Rechazar si se siente rechazo. Confiar en uno mismo aunque uno mismo sea un novato. Atreverse a rechazar lo que no nos merece confianza. Que nadie nos haga comulgar con ruedas de molino. Seleccionar solamente lo que concuerde con uno mismo. Y repito: no es necesario saberlo todo ni aceptarlo todo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  6. NO ES GRAVE EQUIVOCARSE “El problema no está en equivocarse una vez, sino en equivocarse en lo mismo y del mismo modo constantemente” “No es de tontos cometer errores, lo que sí es poco acertado es cometer siempre los mismos errores. Si eso te ocurre, significa que algún patrón de pensamiento negativo en lo más hondo de tu mente te lleva a repetir los mismos errores” En mi opinión, debemos partir de la base cierta de que a ninguno nos enseñan a vivir, y que tampoco nos preparan expresamente para tomar decisiones acertadas. Ni siquiera nos dan las pautas necesarias para hacerlo bien. Hay millones de formas de hacer una cosa mal, y millones de respuestas equivocadas para cada pregunta, pero sólo hay un modo de hacer una cosa bien y sólo una respuesta correcta para cada pregunta. Según el índice de probabilidades, es más lógico equivocarse que acertar. Lo que nos pasa es que arrastramos la idea trágica y desacertada de que toda equivocación debe conllevar un castigo –porque así nos educaron o, por lo menos, así lo vimos- Además, “los errores salen caros”, como se dice por ahí erradamente. Y equivocarse en una decisión casi siempre implica pérdidas, sufrimiento propio o ajeno, remordimiento… o sea, que durante un largo tiempo el arrepentimiento nos va a martirizar. Bueno, en realidad somos nosotros mismos los que nos vamos a martirizar. Innecesariamente, porque si ya teníamos “un problema” por la equivocación, ahora tenemos más: nuestra propia enemistad, el peso de la culpa, la autoestima machacada, la cara adusta que se nos queda, el pesimismo abatiéndonos, la pesada y desagradable sensación de que no somos capaces de tomar decisiones acertadas, de que no sabemos resolver de un modo correcto nuestros asuntos, y un largo etc. más. La vida es una experimentación continua. Hemos venido al mundo, sobre todo, a experimentar. Y el resultado de esos experimentos no tiene por qué ser siempre el óptimo, el que deseamos, sino que puede tomar otra dirección; sencillamente, porque no sabemos tomar decisiones en las que no nos equivoquemos. Sobre todo cuando se trata de experiencias nuevas de las que no tenemos referencias previas. Eso sí, de la experiencia se aprende. Sobre todo de las desagradables. O, por lo menos, se debería aprender para no equivocarse continuamente en lo mismo. Es conveniente relajarse en lo que es esto de vivir, porque reitero nuestra falta de preparación. Lo más sensato y acertado es… Empezar de cero. Sin miedo y con mucho amor e ilusión. Deshacernos de ciertos modos de pensar y actuar. Actualizarlos todos. Eliminar la acción-reacción irreflexiva, y cambiarla por el examen atento y la decisión consciente. O sea, eliminar eso de tener una reacción predeterminada y repetitiva para cada acción, porque la misma acción puede ser interpretada de distinto modo según el momento, y si respondemos de un modo automático no habremos puesto la conciencia necesaria para darnos cuenta y hacerlo del modo que consideremos adecuado, porque será el inconsciente quien tome la decisión por nosotros. Si no somos conscientes de nuestros actos –si no tomamos el gobierno consciente de nuestra vida-, no podremos evitar actuar de modos inadecuados. Podemos empezar por cambiar las palabras. Cuando decimos “equivocación” ya tenemos preparado de un modo inconsciente (reacción) una serie de procesos –siempre ingratos o dolorosos- como si fuera un formulismo que se hubiera de cumplir. Si cambiamos esa palabra por “resultado inesperado”, de pronto desaparece todo el dramatismo, y ya no es necesario poner en marcha el protocolo trágico. Nos quedamos un poco chafados, pero eso no es nada que nos arrastre a un infierno. Se pasa enseguida y prácticamente no deja huella. Si en vez de castigarnos nos damos una palmadita de ánimo, y nos decimos: “la próxima mejor, ya lo verás”, entonces no es necesario entrar en la espiral autodestructiva, y tenemos la sensación de contar con nuestro apoyo de amigos en vez de con nuestros inquisidores internos. A fin de cuentas, nos queda pasar el resto de nuestra vida con nosotros mismos y es mejor que nos llevemos bien. Eso se llama Amor Propio. Castigarnos sólo nos sirve para que en la próxima ocasión que tengamos que tomar decisiones –y toda decisión que no sea matemática implica la posibilidad de error- estemos en una tensión nerviosa –ante la posibilidad de que no acertemos y recibamos otros castigo- y, por ese mismo nerviosismo, tengamos la mente clara y descondicionada para actuar tan bien como se puede llegar a hacerlo. La sensación con la que conviviremos es la de tener siempre encima y vigilando a un inquisidor sanguinario, un juez rigurosamente implacable, un castigador nato, y un enemigo voraz que no tiene brazos para abrazar, ni tiene corazón para acoger. Y coexistir con alguien así todos los días no es nada agradable. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  7. ¿QUÉ LEGADO VAS A DEJAR EN EL MUNDO? LEGADO: Aquello que se deja o transmite a los sucesores, sea cosa material o inmaterial. En mi opinión, el desarrollo de la Humanidad sólo se consigue con la suma de los desarrollos individuales. Es evidente que si todas las personas que estamos en el mundo fuésemos mejores el resultado global sería el de una Humanidad mejorada. Estoy convencido de que todos tenemos la obligación, moral y espiritual, de hacer algo por el desarrollo del conjunto de la Humanidad. No es mucho lo que se nos pide. Si uno está en un Proceso de Desarrollo Personal cada vez es más consciente de su pertenencia a ese gran colectivo que habita el mundo, y de la indisolubilidad de esa unidad intangible que formamos, y cada vez se siente uno más participativo en esa Empresa común, y cada vez comprende con más claridad que la aportación al progreso y perfeccionamiento es algo más que una obligación y más que un deseo: es una necesidad. Si estás de acuerdo con el preámbulo, entonces es el tiempo de que revises tu actitud con respecto a este asunto tan primordial. ¿Qué legado vas a dejar en el mundo? Todos estamos capacitados para dejar algo. No es necesario inventar un medicamento milagroso –aunque sería muy interesante- ni hacer el descubrimiento del siglo –cosa que también sería de agradecer-, sino aportar en la medida de tus posibilidades algo que contribuya a tan noble tarea. Lo que hacemos y aparenta ser simple o poca cosa a veces se convierte en grandioso y en algo que será recordado para siempre, o en algo que transmitirá a otro una tranquilidad o felicidad o confianza en la vida y fe en lo porvenir. Pienso en algunas sonrisas que, a veces, nos cambian el estado y nos reconfortan el ánimo, y pienso en algunos abrazos que nos han sacado del pozo del dolor o la desesperación, o pienso en esa palabra amorosa que alguien pronunció en aquel momento en que uno estaba sumido en la desesperanza, o pienso en el acto generoso o caritativo que en alguna ocasión tuvimos para con otros, o pienso en un gesto de amabilidad en el trato cotidiano, en una mano tendida, o en una muestra de cariño de cualquier tipo que dimos o recibimos. ¿Qué legado vas a dejar al mundo? ¿Qué puedes hacer? ¿Qué quieres hacer? Creo que todos le debemos algo al mundo, por tantas cosas que nos ha mostrado y permitido disfrutar, y todos le debemos algo a la vida, por tantas cosas y momentos que nos ha dado. “Quien no es agradecido no es bien nacido”. Así se dice. Y es cierto. Tenemos que escuchar a ese Ser bondadoso que nos habita, a ese Ser que sabe que tiene que colaborar con el desarrollo de la Humanidad y el bienestar –o por lo menos el mejor estar- de los otros. Que cada uno que lo desee aporte algo, lo que pueda, que estamos necesitados de todo: Caridad, sonrisas, abrazos, esperanzas, ayudas, acogimiento, acompañamiento, comprensión, empatía, cariño, amor… Sería grandioso, y un triunfo en esta vida, si fuésemos capaces de plantar semillitas de esto mismo en la conciencia de los otros. Y pasaremos a formar parte como colaboradores en el plan divino para este mundo, y el mundo –que nada olvida- nos tendrá en su memoria. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  8. CONCIENCIA-CONSCIENCIA EN EL DESARROLLO PERSONAL Entiendo que la primera actitud a revisar en el Proceso de Desarrollo Personal es la conciencia y la consciencia que cada uno está aplicando a su vida. Muchas personas dicen que prácticamente son lo mismo –y usan ambas palabras indiscriminadamente-, pero a mí me gusta concebirlo como en realidad es: dos cosas muy distintas. Por ello escribiré lo que yo opino sobre una y otra cosa. La conciencia es, sobre todo, la Sabiduría Interior que dice qué está bien y qué no está bien en función del concepto que tiene nuestro Ser Interior. La conciencia es la propia religión y la autora de los propios mandamientos. La conciencia es, la única, junto a Dios (o quizás Dios y la conciencia son lo mimo) que merece que se le den explicaciones de los actos, y es un juez cuyas sentencias se deben aceptar y acatar. La conciencia, independientemente de cuáles y cuántos sean los conocimientos de cada persona, tiene la sabiduría necesaria para actuar siempre de la mejor manera, y cuando no se actúa de la mejor manera es porque no se la escucha, ya que ella se encarga de recordarnos lo que dicta, y, en cambio, cuando hacemos caso de ella, nos inunda una paz intensa e inmensa: la tranquilidad de hacer las cosas que se deben hacer y como se deben hacer. La conciencia es ese conocimiento interior exacto del bien y del mal. Es personal e intransferible, y para cada persona tiene un color y una intensidad y unas normas diferentes, aunque sean iguales en su esencia. La conciencia puede ser, perfectamente, el alma. La conciencia –desde un punto de vista esotérico- es la Sabiduría que traemos de encarnaciones anteriores. Mientras más evolucionados estemos, más no exigirá nuestra conciencia. La consciencia, en cambio, es la atención completa y constante a todo lo que sucede. La consciencia es estar siempre en el aquí y ahora. Es lo que nos va a permitir ver totalmente lo que nos sucede, cómo nos sucede, y por qué nos sucede. La consciencia es la apertura a la comprensión total, es la condición esencial para que sepamos todo, sintamos todos, vivamos todo, creemos todo. La consciencia es el vigilante atento que observa con mimo y amor cada uno de nuestros pensamientos y actos. La consciencia es el notario concienzudo que no desmaya en su cometido, que no coge vacaciones -ya que no hay vacaciones en el acto de vivir- que capta cada uno de los detalles y toma nota de ellos. La consciencia es la consideración constante de vivir, es lo que nos permite tener despierta la máxima capacidad de disfrutar los detalles, de captar lo máximo y lo mínimo, de gozar con plenitud cada uno de los instantes. La consciencia es mucho más que pensamiento, racionalidad o lógica. La consciencia es eso que nos dice, por ejemplo: “mira qué bello es el sol”, y si le contestamos sin emoción “ya lo he visto otras veces”, entonces insiste preguntando “¿lo has visto o lo has mirado?”, y si le contestamos con desgana “ya te he dicho que lo he visto”, entonces, si la escuchamos, se produce el milagro: abrimos los ojos de ver y con consciencia observamos que es otro el sol, porque es otra la forma de mirar y ver, es otra la actitud de emocionarse, es otra la capacidad de sentir la relación con el sol, es otro el calor que se recibe, tiene otro color la luz que emite. La consciencia añade la comprensión y los matices a las cosas. La consciencia es el cuidado del detalle y el esmero en todos los actos de la vida, desde el más inmundo y cotidiano, hasta el más sublime y mágico. La consciencia es hacer lo mismo pero con mayúsculas, trascendiendo y sublimando. Así que CONCIENCIA para obrar de acuerdo a tu justicia y CONSCIENCIA para ser consciente de ti y de tu estancia Aquí y Ahora. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  9. LA VERDAD PUEDE MENTIR (Hay tantas verdades como personas) En mi opinión, la verdad, como tal, está sobrevalorada. Y, además, y esto es peor, puede estar equivocada. Llamamos verdad a la conformidad con lo que se siente o se piensa, y a la conformidad con el concepto de las cosas que formamos en la mente. Pero esto, por sí mismo, no garantiza que lo que se siente o se piense sea lo correcto, lo auténtico, sino que puede que solamente sea una apreciación que puede estar equivocada, aunque uno esté absolutamente convencido. Lo que sí existe, y es auténtica, es la realidad –la existencia real y objetiva de algo-, y la realidad objetiva –aunque no se quiera aceptar- es innegociable y no admite una interpretación distinta de lo que es, salvo que se trate de un error. ¿Cuál es el problema que tiene la realidad? Que en muchas ocasiones no nos gusta, y por ese motivo la negamos. Pero lo cierto es que es innegable. Puede haber muchas verdades –incluso una por cada persona-, pero hay una sola realidad. Puede haber muchas interpretaciones de la verdad, y se pueden discutir o tratar de razonar o justificar, pero sólo hay una de la realidad y no admite discusión. Somos nosotros quienes, cuando no nos gusta la realidad, nos fabricamos una verdad a medida que cumpla nuestros requisitos. Hay una tendencia al autoengaño, porque la realidad, en ocasiones, no es de nuestro agrado y, consciente o inconscientemente, somos capaces de maquillarla –y no es una decisión acertada-, o de negarla –lo cual es un error-. Tal vez sea más fácil comprender esa diferenciación, que es realmente importante, entre la verdad y la realidad si lo vemos de este modo: la verdad es nuestra opinión o nuestra percepción de lo que está pasando y la realidad es lo que objetivamente está pasando. ¿Por qué insisto tanto en diferenciar dos cosas que aparentan ser lo mismo? Por eso mismo, porque aparentan tanto ser lo mismo –y en muchas ocasiones sí son lo mismo- y para las personas que están en un Proceso de Desarrollo Personal es importante no conformarse con lo que aparentan ser las cosas, sino que necesitan conocer la realidad de las cosas. El mejor modo de darse cuenta de la diferencia es siendo capaces de ver con otros ojos lo que se ve, no dejarse engañar por la apariencia ni dejarse seducir por la primera impresión, sino ahondando, mirándolo desde otro punto de vista, aplicando toda la objetividad, eliminando cualquier atisbo de conformidad o de autoengaño. Todo esto es, por supuesto, para asuntos personales relacionados con el Descubrimiento y el Desarrollo, para aquello que pueda ser trascendental; no es necesario darle mil vueltas a la compra de una botella de agua mirándola desde todos los puntos de vista. Eso sí, cuando uno se acostumbra a usar el observador, tanto el interno como el externo, eso es algo excelente. Sin llegar a ser obsesivo, por supuesto, se acostumbra uno a mirar y a ver las cosas con los ojos de la atención y con capacidad de discernimiento, y entonces muchas de las cosas que hemos convertido en cotidianas adquieren otra nueva visión. La vida entera puede llegar a tener una nueva visión. Lo cotidiano y lo rutinario, en cualquier asunto o aspecto, acaban quitando el lustre que tienen las cosas y menospreciándolas. Con los ojos atentos de ver, la realidad resplandece por encima de la verdad. El siguiente paso es perderle el miedo a la realidad, no desvirtuarla, no negarla, no disfrazarla, no añadirle ni quitarle nada, sino aceptarla como es, con lo que nos trae, ya sea agradable o desagradable, y afrontarla con naturalidad: no es un reto, no es un enemigo, no está en contra de nosotros. Es mejor no tomárselo como algo personal, y es mejor no dejar al ego que se entrometa. Es bueno ver y vivir la vida más despacio, con cuidado, con más atención, siendo absolutamente conscientes de la importancia que tiene estar en la vida y de la responsabilidad que nos dieron junto con la vida: la de hacer de ella un conjunto de placeres, vivencias y aprendizajes que nos permita sentirnos en todo momento muy satisfechos y hasta orgullosos –en el mejor sentido- de ella. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum
  10. LA COMPRENSIÓN EN EL DESARROLLO PERSONAL En mi opinión, nos dedicamos más a juzgar que a comprender. Con esta premisa inicial, cualquier cosa que hagamos cuando tengamos la ocasión de poder comprender algo posiblemente lo haremos mal, porque estaremos condicionados debido a la interferencia de esta mala costumbre. En muchas ocasiones, al hablar personas observo que cuando empiezo a decir algo, o bien me interrumpen sin dejarme llegar al final porque creen adivinar lo que voy a decir, o bien cierran sus oídos y dejan de escuchar recién iniciado mi turno porque ya tienen claro que lo importante no es lo que yo pueda decir, sino lo que ellos quieren decir, y están más pendientes de lo que van a decir que de escucharme. No es lo correcto. No me están dedicando su atención. Comprender las cosas no es sólo entenderlas intelectualmente, sino acondicionarlas en ese sitio donde vamos colocando las cosas que nos resuenan, que sabemos con el corazón que son indiscutiblemente ciertas y que nos pertenecen, porque nosotros diríamos o pensaríamos lo mismo. Comprender a una persona, exige desprenderse de la toga de juez, requiere un ejercicio de abandono del tiempo y la prisa, una acogida cálida en nuestro corazón, una sonrisa cordial y hospitalaria, o bien la empatía de la seriedad o el estado que requiera el instante y entrar y estar en ese momento en la otra piel sin abandonar la propia. La comprensión, lo repito, no es enjuiciar, ni siquiera ni valorar, ni juzgar. Es permitirse entrar en el hecho que nos relata la otra persona, alcanzar tal grado de empatía que uno pueda ver desde los ojos del otro y, lo que es más complicado, desde las circunstancias personales del otro. Hay una cosa que debemos tener muy clara: si nosotros fuésemos la otra persona, aquella a la que estamos tratando de comprender, y hubiésemos tenido su misma educación, sus mismas vivencias y sus mismas circunstancias vitales, actuaríamos o reaccionaríamos EXACTAMENTE IGUAL QUE LO HACE ELLA. Una cosa es ver desde nuestro punto de vista, teniendo en cuenta que NOSOTROS SOMOS DISTINTOS, nuestra educación y nuestras vivencias y nuestras circunstancias vitales son otras distintas, por tanto nuestra mente es distinta y es distinta nuestra forma de ver y actuar. Además de que nosotros no estamos implicados en el problema del otro, por tanto disponemos de una ecuanimidad que el otro difícilmente puede alcanzar. Comprender al otro no se refiere a entender lo que dice, sino entenderle a él, como un conjunto y como un resultado de lo que ha vivido o sufrido o experimentado a lo largo de su vida. La empatía es el sentimiento de identificación con algo o con alguien. Es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Identificarse es hacerse idéntico. Hacer que dos realidades distintas se consideren la misma en algún aspecto. Ser una misma realidad. Y eso implica ponerse en la piel del otro, pero no para ser y reaccionar como él, sino para entender el origen de su actitud o su situación. Hay que dejar de lado “lo que yo haría”, “lo que yo hubiera hecho”, porque yo soy distinto, yo haría otra cosa si yo estuviese en su lugar y siguiese siendo yo mismo, pero si estuviese en su lugar y fuese él haría exactamente lo mismo. Lo repito por si queda alguien que aún no se ha dado cuenta de la importancia trascendente de esto. Cuando se trata de comprender a alguien se trata de acogerle comprensivamente en su situación o actuación, sea la que sea, porque es muy posible que sea una víctima de sus circunstancias más que el culpable de ellas. Comprender es abrir los brazos y el alma, acoger sin juicios, aceptar sin condiciones, atender con toda la consciencia, con total apertura de la comprensión y sin la presencia de enjuiciamientos o críticas. Primero el abrazo reconfortante, la acogida comprensiva, el alma abierta y el corazón campechano. Después, la mente limpia y la tolerancia predispuesta. Y cuando ya se haya conseguido lo anterior entonces es el momento de escuchar, con y desde el corazón, con y desde el amor, y al final, y si el otro nos lo pide, es cuando uno puede emitir una opinión o cuando puede aportar su visión o sus ideas. Eso sí, que jamás sean imposiciones, órdenes, coacciones, sentencias, ni exigencias. El otro es el otro y su vida es su responsabilidad. Somos hermanos, no salvadores. Y aunque duela, aunque vaya en contra de nuestro deseo, tenemos que respetar al otro y sus decisiones. Comprender es, también, dar libertad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  11. ¿ERES RECUPERABLE? En mi opinión, aquellas personas que se proponen hacer cambios en sí mismas porque lo necesitan, que saben que no deberían alargar más esa relación de odio o frialdad consigo mismas, que tienen muchas cosas que perdonarse y pocas ganas de hacerlo, que se mantienen machaconamente en un estado que no las beneficia y sí las perjudica, o las que tienen que soportar la falta de colaboración de su desestructurada Autoestima, deberían hacer un ejercicio que podría convertirse en el primer paso de un cambio a todas luces necesario. Este ejercicio requiere de un paso previo: tener por lo menos un mínimo interés por recuperarse y tener deseo y voluntad para hacerlo. RECUPERARSE: tr. Volver a tomar o adquirir lo que antes se tenía. Antes, en algún momento de la vida, uno se tenía a sí mismo. Estaba en su vida y la vivía. Se enfrentaba a las cosas y las resolvía. Encontraba fuerzas y voluntad y, aunque fuera con esfuerzo, seguía adelante. RECUPERARSE: tr. Volver a poner en servicio lo que ya estaba inservible. Uno puede llegar a considerarse inservible, no valer nada, ser un fracasado, estar decepcionado con la vida que le ha tocado y consigo mismo. Uno puede estar rabioso o desencantado. Harto. Pero es uno mismo, y ningún otro, quien tiene que volver a ponerse en servicio. RECUPERARSE: tr. Trabajar un determinado tiempo para compensar lo que no se había hecho por algún motivo. Uno puede llevar ya algún tiempo, o mucho, sabiendo que tiene pendiente de resolver ciertas cosas consigo mismo, y puede ser que tenga mucha desesperación acumulada, bastantes decepciones amontonadas, ninguna fe, ninguna voluntad, un desánimo de muerto, y la rendición preparada, y por eso no se pone a trabajar en este momento de su vida para hacer por sí lo que no ha hecho en los últimos tiempos. Ahora, en este mismo instante, se puede tomar la decisión firme y el compromiso generoso de trabajar en sí mismo como no lo ha hecho en los últimos tiempos. RECUPERARSE: tr. Aprobar una materia o parte de ella después de no haberla aprobado en una convocatoria anterior. Sí, es posible que ya se haya hecho algún leve y descorazonado intento de empezar a arreglarse, pero… hasta ahora se ha fracasado. No ha salido bien. Faltaban algunos de los elementos necesarios para lograrlo. Ahora es otro momento y puede que sea otra circunstancia diferente. Y puede ser el momento de conseguir lo que no se consiguió antes. RECUPERARSE: prnl. Volver en sí. Volver en sí o volver a sí mismo. A lo que uno es realmente. A lo que uno era antes de entrar en ese desánimo, esa flojera, esa rendición. Volver a ser lo que se era antes es una excelente propuesta. RECUPERARSE: prnl. Dicho de una persona o de una cosa: Volver a un estado de normalidad después de haber pasado por una situación difícil. Todos hemos pasado por una situación difícil. De esto no hay duda. No hay quien se libre de haberse enemistado consigo mismo en alguna ocasión, de haberse sentido decepcionado por causa de los otros o por las circunstancias de su vida, de sentirse en guerra con las experiencias que ha tenido que vivir, o de rendirse ante la creencia de que ya no tiene remedio y no merece la pena luchar. Ya queda claro que RECUPERARSE es necesario en estos casos. ¿Cómo hacerlo? Conviene juntar todos los restos de amor y cariño que pueda sentir uno hacia sí mismo, darse cuenta de que sobreviven buenos valores en el interior, que se tienen ciertas cualidades, que tras el pesimismo o la rendición hay una parte de nosotros que quiere que nos recuperemos, y que estar mal no es el estado que nos apetece de verdad. Conviene animar un poco a la Autoestima y desempolvar el corazón y los buenos deseos. Sentir el deseo de estar mejor. Entonces es cuando viene el ejercicio difícil… pero necesario. Cuando ya exista claro ese deseo de reconciliación, y un poco de voluntad para remediarlo, entonces es cuando hay que ponerse frente a un espejo, mirarse directamente a los ojos, desde el amor, desde la comprensión y la aceptación, desde la buena voluntad de perdonar si hacer falta y de inaugurar un nuevo presente. Entonces es cuando hay que preguntarse: ¿Soy recuperable? Y si una voz apenas audible dice que sí, si las lágrimas dicen que sí, si un escalofrío dice que sí, si la voz acallada del amor propio dice que sí, o si un deseo tímido dice que sí, entonces es el momento de ponerse en marcha, sin vuelta atrás y con decisión, y ponerse a la hermosa y gratificante tarea de RECUPERARSE. Y si crees que hay algo en ti que tienes que recuperar, ponte a ello. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  12. APRENDER A VER EN EL DESARROLLO PERSONAL “¿Veis cómo los niños ven a los pájaros con asombro? Si les dices un nombre pensarán que todos los pájaros son iguales, puesto que tienen el mismo nombre”. (Krisnamurti) En mi opinión, estar en un Camino de Desarrollo Personal requiere una atención distinta a la vida y, sobre todo, a uno mismo. Si uno no sale de su rutina y no se permite investigarse, experimentarse, y arriesgarse, o si uno no deja de pre-suponer, no tendrá adelantos significativos, porque con la misma forma de mirar de siempre seguirá viendo invariablemente lo mismo. Este Camino es muy recomendable hacerlo del modo que se denomina “Mirando con ojos de Marciano”. Esto se refiere a mirar las cosas del mismo modo que las miraría un Marciano que llegar por primera vez a la Tierra y que, al desconocerlo todo, al verlo todo por primera vez, tiene que hacerlo todo con atención, comprobar, verificar, observar con detenimiento. Todo es nuevo y lo ve sin ningún tipo de pre-juicio o condicionamiento. Se comprueba entonces que las cosas son como son y no como nosotros pre-suponemos o creemos que son. Es interesante aprender a ver las cosas y a las personas sin asociarlas a un nombre, a una idea, o a un concepto. Las cosas y las personas nacen libres de adjetivos, y éstos no son obligatorios. Son orientativos, pero a veces se convierten en desorientativos, porque pueden estar mal adjudicados, caducados, anclados, o muertos, y, en muchas ocasiones, muy mal seleccionados o muy mal adjudicados. Ver es el efecto de mirar, y mirar sólo produce el hecho de ver objetivamente, y no los pensamientos ni los enjuiciamientos que añade nuestra mente, que no nosotros, a lo que estamos viendo. Ver debiera ser un recreo, una observación sin sentencia, recibir información acerca del objeto de nuestra atención, pero sólo darse cuenta, sólo ver. Pero, por lo visto, hace falta esforzarse mucho, y ser capaz de renunciar a lo de siempre, para ser capaz de ponerse ojos nuevos y ver. Para Darse Cuenta y para Descubrirse es imprescindible tener y usar la capacidad de eliminar lo pre-concebido, por lo menos hasta que nos demos una oportunidad de revisar algo de nuevo, para poder verificar si el objeto de atención es realmente lo que pensamos que es, o estábamos errados en la creencia, o ha sido capaz de evolucionar, o nosotros estamos evolucionando y somos más comprensivos y benevolentes. Cuando adjudicamos un adjetivo, o una opinión, o un juicio con sentencia a una cosa lo dejamos unido a esa cosa, pegado como una etiqueta, y en esa etiqueta leemos siempre lo mismo; con el tiempo lo aprendemos de memoria y ya ni siquiera miramos para verificar si realmente pone lo que creemos que pone, sino que ya y para siempre, la cosa seguirá siendo lo mismo. Si cuando escribimos aquella etiqueta lo hicimos en un mal día, o en un momento descontrolado de rabia, o desde la ignorancia y el error, o desde el egoísmo, o desde un estado muy alterado y confundido de la mente, es muy posible que la etiqueta esté mal adjudicada. Si posteriormente hemos ido dando pasos adelante con nuestra conciencia y nuestro corazón, que se han ensanchado, y si nuestra consciencia está más alerta y se da cuenta con más objetividad de las cosas, y si somos más comprensivos y generosos con la actuación de los otros, es más que posible que tengamos que renombrar las etiquetas o, mejor, arrancarlas y permitir el crecimiento, nuestro y de lo otro, sin los límites que impone una definición. ¿Cómo se aprende a ver? Despojándose totalmente de cualquier tipo de idea pre-concebida o cualquier pre-juicio. Esto es imprescindible. Si no se cumple este requisito es mejor no dar ningún paso, porque será un paso que nos llevará de nuevo al mismo sitio donde estábamos. Dándose la oportunidad de comenzar de nuevo, tanto para vernos a nosotros como para ver a los otros y como para ver las cosas tal y como son, con objetividad, y no como nosotros creemos que son. Las que podamos verificar que son como ya creemos que son se las deja de momento como estaban. “De momento” porque es posible que tal vez sea conveniente más adelante volver a revisarlas. Mirando con los ojos del corazón y de la comprensión. Todos los Seres Humanos que moramos en este mundo estamos perfectamente capacitados para equivocarnos, para actuar del modo más incorrecto, para no cumplir las expectativas de los otros ni las nuestras propias, para tener miedo y no atrevernos, para dudar y dudar y dudar, para caer y recaer. Les pasa a los otros y nos pasa a nosotros. Amando. El amor, cuando no se adultera, tiene la capacidad de escapar a los pre-juicios y de aportar una forma justa de ver las cosas y de formar una opinión equilibrada sin juzgar malintencionadamente las cosas. Aceptando. De nuevo, viendo las cosas y las personas como realmente son y no como cosas o personas que no cumplen nuestras expectativas. Si lo aceptamos de este modo, ya no es necesaria la presencia de la rabia, del odio, de la confrontación, de la desaprobación. Con un corazón más grande y generoso, con una comprensión ilimitada, y aceptando la realidad, todo pierde su agresividad y adquiere brillo. Estas son las fórmulas para aprender a ver. Ahora, a revisar, a experimentar, a comprender, aceptar, amar, y perder el miedo. A implicarse en esta gran aventura que es la vida. Y a ver. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  13. ¿QUÉ PUEDO MEJORAR DE MÍ? En mi opinión, parece ser que hemos convertido en algo habitual y necesario que para tomar cualquier decisión y realizar cualquier cambio sea necesario encontrarse en una situación apurada, inquietante, dolorosa, o haber sufrido de algún modo una mala experiencia, para que eso que nos ha sucedido se convierta en una rabia que nos empuje hacia el cambio. Preguntarse cosas sobre sí mismo, lo que sea y todo, debiera ser una buena y sana costumbre que se hiciera de un modo natural y desde un estado sereno. Para saber lo que no se conoce es necesario preguntar o investigar. En este caso, preguntarnos o investigarnos para Descubrirnos. En el primer caso, hasta es posible que podamos contar con la colaboración de nuestros seres íntimos y queridos, esos que nos conocen bien y además son capaces de emitir un juicio imparcial o ligeramente constructivo. Podemos preguntarles por alguno de los aspectos nuestros que ellos puedan conocer, y pedirles que nos relaten con ecuanimidad cómo nos ven, y tal vez ellos nos hagan notar lo que no somos capaces de ver. A fin de cuentas, no perdemos nada. Tenemos que tener en cuenta, eso sí, que lo que nos digan puede ser poco más que una opinión puesto que es posible que nadie llegue a conocer todo de nosotros porque nos hemos reservado algo que no hemos sacado a la luz y que los otros no han sido capaces de captar entre líneas. A veces somos buenos disimulando o engañando. Podemos escucharles, eso sí, y con la misma ecuanimidad que les pedimos a ellos, actuar nosotros para pasar por los filtros mentales y los tamices de la observación imparcial aquello que nos digan, para verificar y confirmar si tienen razón o es sólo una suposición equivocada. Son miles las preguntas que nos podemos y debemos hacer. De nuevo o por primera vez. Hay que tener en cuenta que nosotros evolucionamos y también evolucionan algunas de nuestras respuestas, y las que eran firmes y útiles hace un tiempo han podido quedar obsoletas y ser sustituidas por otras más abiertas y actualizadas. Esta pregunta que sugiero, la de qué puedo mejorar de mí, es una buena para empezar. Pero, eso sí, no ha de ser la única sino la primera de una sarta de averiguaciones todas ellas relacionadas con nosotros mismos. El deseo del mejoramiento personal parece que es algo congénito, de la especie humana, y no hay necesidad de recurrir a la religiosidad o el karma para justificarlo. El Ser Humano es bueno por naturaleza y en su intención esencial está el deseo de seguir mejorando. Y más aún las personas que, aunque no le hayamos puesto nombre ni lo hayamos reconocido verbalmente ante nosotros mismos, estamos en un Proceso de Desarrollo Personal. ¿Qué puedo mejorar de mí? Es una pregunta que encierra tanto la humildad y el deseo de mejoramiento como el ego más absoluto, y depende de la intención de cada uno que el mismo asunto sea una cosa u otra. Tal vez alguien se atreva a afirmar que es lo mismo cuál sea la intencionalidad inicial y que lo importante es el resultado final, y el resultado final es el mejoramiento en ambos casos. Yo creo que no es cierto. El resultado se puede denominar igual, pero no es lo mismo. Si se encuentran el ego o el orgullo o la presunción o la chulería de “ser bueno” o “ser el mejor”, mal. Ya no es lo mismo aunque se llame igual. Si es un acto natural, de autosatisfacción del espíritu, y con ello no se pretende deslumbra al mundo, ni salvarlo, ni demostrar nada, sino que tras ello se encuentran el amor propio, la buena intención, la mejor parte de la humanidad, el deseo pacífico de sacar a la luz las cualidades innatas que están sin utilizar en su plena capacidad, o la bondad y caridad hacia uno mismo, el resultado será igual: el mejoramiento de uno mismo. Pero de este modo, ese mejoramiento será real y no artificial, como en el otro caso. ¿Cómo puedo averiguar qué puedo mejorar de mí? Las respuestas aparecen tras procesos de introspección, de atención a nosotros mismos, de reflexiones, de meditaciones, de una indagación atenta e imparable, de una disconformidad con el propio abandono, y de una búsqueda que se ha de compaginar con la vida cotidiana pero que ha de ser constante y se ha de convertir en uno de los objetivos primordiales de la vida. Es una buena decisión, y una costumbre interesante, esto de hacerse preguntas para saber y conocer. Y es algo en lo que podrás pasarte el resto de tu vida. Y si lo haces con la intención correcta, será de lo más gratificante. Pruébalo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  14. AYUDAR A QUIEN LO NECESITE En mi opinión, todas las personas nos hemos sentido perdidas o atravesando una desgracia, y hemos necesitado de apoyo en algún momento de nuestra vida. O por lo menos, en algún aspecto de nuestra vida. Quizás hemos tenido la fortuna de contar con alguien que nos haya dado un consejo, un ánimo, una luz o una esperanza, y con eso nos ha ayudado a salir y seguir adelante. Es bueno que, en otro momento distinto, en el que nos encontremos un poco asentados, estemos atentos por si aparece en nuestra vida alguien que nos esté pidiendo –aunque sea sin palabras- un poco de apoyo, ánimo, o confianza. Me gusta creer en algo como eso que denominan “cadena de favores”. Hoy por ti y mañana por mí. Y, para ello, no es necesario ser sabio ni experto en dar consejos, ya que en muchas ocasiones los otros no piden un consejo (y darlo puede ser una osadía que perjudique más que beneficie), y lo que piden es que se les escuche –para que, a su vez, ellos mismos se escuchen y pongan orden en sus ideas-, o sólo pretenden vaciar lo que les atormenta por dentro, que alguien les coja la mano, los acoja en un abrazo, o simplemente sentir que les prestan atención. La prudencia, y la sabiduría interior, son buenas consejeras para saber cómo actuar en estos casos. Opino, en estos casos, que “menos es más”. Que es mejor dar menos –sin quedarse corto- que sobrecargar. Que es mejor alumbrar que deslumbrar. Pocas palabras concisas mejor que largas peroratas. También es mejor una leve sonrisa –que habla de esperanza- que una cara compartida de tristeza. Y un abrazo es mejor que una regañina. Es conveniente ser comprensivo y empático más que crítico y castigador. Conviene estar atento a lo que el otro necesita, dejándose guiar por el corazón, poniéndose en su lugar para que la empatía ayude en la comunicación. Aunque no debemos olvidar en esos momentos que el otro es el otro. Yo soy yo y tú eres tú. Y es lo mejor que se puede hacer: saber quedarse fuera de su problema para poder enfrentarlo con ecuanimidad. Si uno se está ahogando en el mar lo que necesita del otro es que mantenga la calma y con sangre fría busque una solución y le socorra, y no que se tire al agua para ponerse a su lado para pedir ayuda entre los dos. El otro actúa como puede, o como mejor cree. Evidentemente, nosotros en su lugar y circunstancias estaríamos actuando del mismo modo. Lo que el otro necesita no son amonestaciones, precisamente, sino acogimiento integral, paz, una mano amiga, o un apoyo en el que descansar para reponerse o para reencontrar el camino. Por nuestra parte, apoyar al otro, sí. Siempre que no exista mala voluntad en el otro o interés en hacer mal. Sólo tenemos que pensar en nosotros, en cómo nos sentiríamos en su misma situación, y actuar del modo que nos parezca adecuado. O actuar del modo en que nos gustaría que actuaran con nosotros si nos encontráramos en su caso. Apoyar, ayudar, animar, alentar… hermosas palabras. ¡Cuántas veces hemos necesitado algo de eso y no aparecía…! Por eso, cada vez que surja la posibilidad de hacerlo por otro, no lo eludamos y cumplamos esa excelente sugerencia de amar al prójimo. Ayudar es una forma divina de amar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  15. LA ANGUSTIA EN EL DESARROLLO PERSONAL En mi opinión, la angustia es una de esas sensaciones que se despiertan a veces en la vida cotidiana, pero con más fuerza y presencia en el camino de Descubrirse. En el mundo esotérico se suele definir a la angustia como una enfermedad del estado de ánimo. O sea, del alma. Se mete en el mismo saco que las apatías o las depresiones, porque parece que se escapan a nuestro gobierno, y que tienen autonomía para manifestarse aun a nuestro pesar y nuestra falta de deseo de su presencia. Es un temor opresivo al que no se le encuentra una causa precisa. Se instala y nos gobierna. De pronto, las mismas cosas que hasta entonces han sido poco importantes o invisibles toman fuerza, se manifiestan con sus demonios, y nuestro ánimo, nuestra alma, no se siente en paz. Cuando se trata de una angustia psicológica, sin ninguna razón justificable, es desagradable, duro, y sin sentido. Cuando se trata de la angustia provocada a partir de la espiritualidad o de la necesidad casi vital de descubrirse como Ser Humano, entiendo que es un buen síntoma, aunque incomprendido. Su manifestación puede estar diciendo que hay una disconformidad interior que nos empuja a ser conscientes de ella y que se hace necesario conocerla para resolver el motivo de su origen. Ya no permite seguir ocultando lo que pasa por dentro. Ya no se trata de algo dormido o desapercibido, sino que con su poco precisa forma de explicarse hace ver la situación. Nos pone delante, en una manifestación física que es claramente visible, un conflicto. Es una manifestación más o menos evidente, pero se trata de una etapa inevitable. Es necesario pasar por ella porque nos saca del conformismo que podría atarnos a la resignación, y hace de recordatorio de lo trascendente que hay en nosotros. Se manifiesta un estado que reclama nuestra atención, porque se siente olvidado y desatendido, pero necesitado de una solución. La señal viene desde esa parte que nos transciende, de aquello que llega más lejos que este cuerpo que, harto de mostrarse en las emociones y en los silencios, harto de verse relegado a otro momento, y harto de la desatención, parece ser que no le queda otro remedio que obligar al cuerpo a que se pare y se pregunte qué le pasa a la otra mitad de la persona: qué le pasa al alma. Quede claro que no quiero hablar de la angustia en el aspecto psicológico con su correspondiente cuadro clínico, sino sólo como una sensación inexplicable que se produce, porque al mismo tiempo atender la llamada interna nos enfrenta al miedo a lo que uno se puede encontrar en su interior, ese gran desconocido. El Ser que somos es el único que sabe lo que ha venido a hacer aquí, y el único que presta atención y se acuerda del Sentido real de la Vida, y de lo que la persona se ha propuesto hacer durante esta vida. Así que cuando las distracciones mundanas nos apartan del Camino, o cuando la desatención a nuestro interior es constante, hay una señal silenciosa e invisible que se manifiesta. Esta señal crea una intranquilidad: sin saber dónde ni cómo, algo nos recuerda que quiere manifestarse y la respuesta del organismo es una mezcla de miedo e inquietud, porque se siente amenazado, y a esta mezcla la llamamos angustia. ¿Cómo se soluciona? La solución al conflicto interior-exterior es sencilla, aunque no fácil: se trata de dejar que “lo que sea” se manifieste. Sin prejuicios, sin temor, sin expectativas, con tiempo, con amor, con atención. La llamada desde el interior se va a seguir realizando si no la afrontamos, ya que la sabiduría connatural que poseemos nos va a recordar continuamente que hay algo pendiente de resolver. Ahí empieza nuestra función: o bien nos decidimos por buscar la solución a lo que nos pasa través de alguno de los modos conocidos, o bien buscamos una distracción tras otra para evitarlo. En el primer caso, inevitablemente, iremos encontrando, en un proceso casi tan largo como la vida misma, momentos de satisfacción indefinible con momentos en que nos arrepentiremos de haber atendido a la señal y habernos metido en esta búsqueda. Es lo normal, y la experiencia de los que han iniciado esta propuesta es realmente satisfactoria e indescriptible. Los que se deciden por evitarlo y buscan excusas, distracciones, o tratan de resolverlo mediante quejas por su mala suerte o con medicinas, seguirán acompañados de un desasosiego continuo, de una insatisfacción constante, o de una intranquilidad perseverante que le estarán diciendo al oído de los sentimientos “mentiroso, cobarde, no estás siendo tú mismo, no huyas del encuentro con tu parte divina, no te niegues, no te engañes…” Y ya que la angustia espiritual se va a presentar en el Camino del Desarrollo Personal, cuando llegue es mejor atenderla con nuestra mejor sonrisa y nuestro reconocimiento a su labor, sintiéndonos agradecidos de que esté ahí para recordarnos cuál es la tarea que no debemos eludir en esta vida: el descubrimiento de esta maravilla que somos, la posibilidad de ser más completos, y el encuentro con nosotros mismos como unidad cuerpo-alma. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. 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  16. EL CUIDADO EN EL DESARROLLO PERSONAL En mi opinión, ser cuidadoso, con las personas y con las cosas, cuidadoso en todos los aspectos, aporta a nuestra vida y a la relación con los otros una sensibilidad que va incluso más allá de lo que es simplemente humano. Tratar a las personas con miramiento, con consideración, siendo plenamente consciente de lo que el otro es –un Ser Humano completo- y tratándolo como tal, con el mismo cariño y respeto con los que nosotros quisiéramos ser tratados, ennoblece a la persona que lo hace al mismo tiempo que engrandece su corazón. Cuidar es estar y entregarse plenamente en la relación con el otro, es prestarle toda la atención para respetarle y considerarle, tener la vigilancia atenta para que haya exquisitez y que el otro sea capaz de captarlo, convertirlo en lo más importante de ese momento de ambos juntos, y dejarle claro su protagonismo y prioridad en ese instante. Si uno practica todo esto tiene todas las posibilidades de que el otro, en justa correspondencia, le trate del mismo modo. En una pelea verbal es casi imposible que uno de los dos mantenga la calma mientras el otro grita, porque la relación que se ha establecido en ese momento se desarrolla en un nivel que casi obliga a responder del mismo modo y con la misma actitud. En cambio, si uno trata al otro con cuidado y cariño es casi seguro que contagiará al otro su actitud y será correspondido del mismo modo. (Es cierto que hay excepciones, y esas personas, las trates como las trates, van a seguir siendo desagradables) Todos conocemos, bien porque la hemos visto o experimentado, alguna relación en las que ambos se sienten cómodos, bien tratados, bien recibidos, con cordialidad y relajación, con cariño o respeto. Como el tipo o modo de relación también se pueden determinar, existe la interesante opción de ser uno quien promueve esa actitud para que el otro actúe del mismo modo, y hacerlo así sería correcto. Cuidar, por supuesto, se refiere también a cuidarse. Cuidarse es descubrir y ofrecerse lo que se necesita, lo que se desea o lo que es bueno para uno, y todo ello sin tener sentimiento de culpa o de ser egoísta. No hay que olvidar nunca que cuando el Creador nos entrega la vida nos entrega también la responsabilidad del cuidado de esa vida, de esta persona que somos, para que sea capaz de gozar de los placeres y sentidos que hay en el mundo a nuestra disposición, y que nos pide también que seamos felices, que nos procuremos la felicidad, que tengamos esmero en la atención a este cuerpo que se nos presta durante un tiempo, a esta mente -que es un gran instrumento para manejarse por la vida-, a la sensibilidad y los sentimientos –que son quienes aportan la sal y la intensidad-, y al prójimo que nos acompaña durante cada etapa, ya que son exactamente iguales a nosotros en cuanto a que compartimos exactamente lo mismo. Y lo mismo que se nos pide a nosotros se les pide a ellos. Y tienen por tanto las mismas preocupaciones, idénticas inquietudes, dudas similares, parecidos tropiezos… y una vocecita paralela a la nuestra que les repite lo mismo: que han de cuidar –cuidarnos- y cuidarse. Esto requiere una introspección seria, desde la honestidad y con honradez, para tomar conciencia de cómo se está procediendo con respecto al cuidado y cómo se desea proceder. Y si no coinciden ambos, habrá que ponerse a resolverlo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  17. NO REPRIMAS TUS EMOCIONES En mi opinión, no controlamos bien –aunque a veces sean realmente incontrolables- las emociones y/o los sentimientos. Hay una cosa que me molesta mucho. Hasta el punto de que intervengo cada vez que sucede, incluso aunque no conozca a los que participan. Me refiero a cuando veo a una persona que le sugiere u ordena a otra que no manifieste sus sentimientos o sus emociones. “No llores”, dicen. Y yo me meto en la conversación, sin pedir permiso, y digo: “deja que llore todo lo que quiera, que grite, que maldiga, que manifieste todo lo que siente –sea agradable o no- porque si no lo saca se le va a pudrir dentro y acabará volviéndose en su contra”. Son SUS sentimientos, y aunque parezcan desproporcionados –la escala de valores de cada uno es personal y absolutamente respetable- eso es lo que padece, y es lo que manifiesta su ser más natural. Somos humanos. Y no llorar, o reprimir cualquier otro sentimiento, es un asunto de máquinas. Y, afortunadamente, no lo somos. “Los hombres no lloran”, nos dicen a los hombres. ¿Quién ha inventado semejante patraña represora?, ¿Quién ha tramado esa vergonzosa mentira? “No te rías de ese modo tan escandaloso. Compórtate.”, dicen a los niños. Que es lo mismo que decir “reprímete”, asesina tu sentimiento de alegría, vete aprendiendo que en la vida no se puede manifestar la jovialidad. No seas tú, natural –les estamos diciendo con la reprimenda-, sino que conviértete en un dechado de educación y compostura, aunque el precio de ello sea la represión de la espontaneidad de tus sentimientos o emociones. Que son parte de tu vida. ¿Acaso son más importantes las normas sociales que la expresión libre de un sentimiento libre? A mí me hace feliz ver cómo otro se ríe, y mientras más escandaloso sea, mejor. ¿Para qué reprimir la risa?, ¿O para qué reprimir un llanto? “Contén tu rabia, o tu indignación”, dicen. No es necesario. Se puede, y se debe, manifestar de un modo asertivo, educado, nada agresivo, pero dejándolo claro, el malestar, el descontento, el enojo o la tristeza que se siente. Forman parte de la naturaleza humana. Tal vez sea equivocado pretender negarlos en un momento de sentimientos desagradables. ¿Y si tienes ganas de abrazar a alguien? ¿Y si te apetece decirle a alguien que le quieres? ¿Y si necesitas pedir más atención, más cuidados, más cariño? ¿Y si te sientes sola al lado de alguien? ¿Y si tienes miedo? ¿Y si estás triste y quieres manifestar tu tristeza? Por dignidad propia, por respeto a ti, por ser fiel a tus principios, por tu salud mental y emocional, será bueno que manifiestes –preferiblemente sin ser agresivo ni ofender a otros- tus sentimientos y tus emociones. Son parte de ti. Eres tú. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  18. ES MEJOR NO ESTANCARSE EN EL ARREPENTIMIENTO En mi opinión, arrepentirse y quedarse anclado con el pensamiento en el sufrimiento que ello provoca, o en la rabia, o en la culpa, no es beneficioso para nada; al contrario, es contraproducente ya que impide seguir con el Desarrollo Personal, con el inevitable proceso de caminar hacia adelante. Todos nos hemos equivocado más de una vez y, además, tenemos derecho a hacerlo. En muchos casos es la única opción de que disponemos para poder aprender, ya que no estamos cualificados para resolver la mayoría de las cosas que nos van apareciendo a lo largo de la vida. Hacer algo “mal”, o algo “malo” –que son formas inadecuadas de denominar a los resultados que no coinciden con lo que esperábamos-, es, en muchos casos, la única opción posible debido a la falta de preparación para hacerlo bien. Si el resultado de la opción o la decisión que tomamos no es el que deseábamos, el paso habitual siguiente es una retahíla de auto-reproches –teniendo que soportar después lo que eso perjudica a la relación con uno mismo y con su Autoestima-, y, además, aguantar bastantes lamentaciones por no haberlo hecho de otro modo o por no haber escogido cualquiera de las otras opciones de las que disponíamos. Esa actitud no es justa ni es correcta, porque ahora, una vez conocido el resultado, los reproches ni son imprescindibles, ni son justos, ni son éticos. Y eso es lo malo: que perdemos el tiempo dándole mil vueltas al mismo asunto en vez de decir: “Alto. Está bien. No más quejas. Ya aprendí. En la próxima ocasión similar estaré atento para que no vuelva a pasar lo mismo”. Perdemos el tiempo y nos cargamos con las penosas consecuencias en vez de acogernos cariñosamente y darnos ánimos, y en vez de reconocer el esfuerzo de la decisión y aplaudirnos por ello. Si un niño pequeño se cae al intentar iniciarse en el andar no se le reprocha, sino que se le anima para que se levante y vuelva a intentar ponerse de pie y seguir andando. Hay que sacar provecho incluso de aquello que después se ha demostrado que no hicimos o decidimos del modo adecuado. (Y fíjate que estoy evitando decir “mal” o “malo”). Es más, lo sucedido aporta una lección, y si no sacamos un conocimiento de ella, habrá sido una experiencia desagradable e inútil. Una experiencia que se repetirá una y otra vez –como un maestro machacón- hasta que se extraiga el aprendizaje que conlleva implícito. En los arrepentimientos, lo mejor es quedarse un ratito (pero, cuidado, sólo un ratito) en esa desazón que dejan, para que seamos conscientes de cómo nos sienta lo que ha sucedido, y de que no queremos que se repita. Pero, rápidamente, hay que retomar el ánimo elevado y aflorar una sonrisa que fulmine cualquier amargura, reponiéndose inmediatamente. Arrepentirse, y estancarse en la sensación afligida, es una pérdida de tiempo. Lo adecuado es sobreponerse de inmediato, mirarse comprensivamente con una sonrisa de complicidad que diga “¡cuánto me queda por aprender!”, y cambiar ese tiempo que pudiera ser amargo por un tiempo de insistir en la esperanza y de adelantar en el aprendizaje. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  19. LAS COSAS NO TIENEN IMPORTANCIA: SE LA DAMOS En mi opinión, gran parte del dolor emocional o del sufrimiento físico y psíquico que nos producen algunas cosas se deben al hecho de conceptuar o adjetivar lo que nos sucede, y ponerle a todo una calificación. Aún es peor cuando esa calificación es negativa. Las cosas son lo que son. Las cosas suceden. Sin más. No traen añadida una nota que las puntúe ni una evaluación, en realidad no traen ni siquiera una definición de lo que son. Las cosas, en sí, no traen mala intención ni tampoco un deseo explícito de agradarnos. Eso es algo que nosotros añadimos a las cosas para poder clasificarlas, ya que para nosotros es necesario encasillar las cosas para poder entenderlas y luego poder archivarlas, y lo que es peor: para saber cómo tenemos que reaccionar. Nos cuesta quedarnos en “yo estoy” –mejor sería “Yo Estoy”- y le añadimos bien, mal, triste, asustado, contento, relajado…o cualquier otra cosa que se nos ocurra. Luego, sólo nos queda disfrutar o sufrir por la etiqueta que le hemos puesto. Si nos limitáramos a aceptar que las cosas son lo que son y como son, y no son lo que nosotros deseamos o como nosotros las queremos ver, eso desdramatizaría mucho la vida. Las cosas, por sí, no tienen importancia, eso es algo que nosotros le añadimos, y cada uno a su antojo y desde su comprensión y sabiduría, o desde su negativa y rechazo. Eso es lo que las hace agradables o nefastas: una simple apreciación que no siempre es acertada ni es la adecuada. Por eso, en muchas ocasiones, lo que para unos es un drama para otros es algo sin trascendencia. Y por eso, a veces, ante algo que le sucede a otra persona no podemos evitar un pensamiento o comentario del estilo de “no sé cómo te puedes quedar tan tranquilo con lo que acaba de suceder”. Compruebo, con el aumento de mis años, que las cosas desagradables cada vez molestan menos, y no sé si achacárselo a lo que uno va aprendiendo en el Camino del Desarrollo Personal, o simplemente son los años de experiencia en esto de vivir y ver que no es tan grave como aparenta, o la toma de conciencia con la realidad de que esto se acaba y para qué llevarse más disgustos cotidianos. Y quiero suponer que el hecho de lograr que las cosas que no son de nuestro agrado no nos importunen es más una especie de sabiduría adquirida que un pasotismo. De lo que sí estoy convencido –el día que escribo esto- es de que no quiero consentir que un asunto trivial que solamente les importuna a mi ego y su altanería, a ese orgullo idiota que a veces nos explota, me afecte a mí, en mi conjunto, y me descentre y perturbe, y me haga pasar un mal rato y encontrarme a disgusto, o me empuje a una revuelta mental que me conduzca irremediablemente a una intranquilidad que me moleste. Llego a esta opinión después de haber comprobado en los últimos años de mi vida que la inmensa mayoría de las situaciones que me han alterado a lo largo de mi vida, una vez pasadas y vistas en la distancia, eran de tal nimiedad que ahora me avergüenzo de mi reacción, sin duda muy exagerada para lo que el hecho en sí merecía. Y te invito a que reflexiones un poco sobre esto último y te veas a ti mismo en situaciones en que has estado enojado, histérico, explosivo, descontrolado, malhumorado, fuera de ti, y afectando y molestando a otros con esa explosión iracunda, sin duda exageradamente desproporcionada para lo que era en realidad el hecho en sí. Es posible que encuentres que alguna de esas reacciones te llevó a un enfado que costó mucho remediar, a la ruptura de una amistad que se recuperó tras gran esfuerzo, a provocar malestar en personas de tu entorno amistoso o familiar, o, en un mal caso, a romper unas relaciones que nunca más se recuperaron. Repito esa palabra que tanto me gusta: DESDRAMATIZAR. Quitar la virulencia y la perturbación. Quitar el drama. Restar importancia o anularla. Ponerse a salvo del efecto desagradable que nos pueden ocasionar las cosas o situaciones si se lo permitimos. Hay cosas que son importantes por sí mismas, y ese valor lo traen en su naturaleza, en su trascendencia. Hay cosas que no son importantes, pero les adjudicamos y aplicamos una importancia que no tienen, y el hecho de creer que por ese motivo se han convertido en “importantes” nos hace sobrevalorarlas -al dotarlas de poder- cuando, en realidad, no son más que ídolos de barro a los que adoramos como Dioses reales. El ego –cuidado con él en este caso- es un potencial enemigo y como a tal hay que vigilar y tratarle. Dediquemos un poco de tiempo a darnos cuenta de lo que es importante –que lo es por sí mismo- y aquello a lo que le damos importancia –que no la tiene por sí mismo-. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  20. COSAS QUE TENGO QUE HACER URGENTE Y SIN FALTA (Porque deseo hacerlas) Pararme, pararlo todo, y averiguar: ¿Qué quiero hacer con mi vida? Revisar seriamente las cosas que no hago porque creo que nos las puedo o debo hacer. Prestar atención a las cosas importantes, no sólo a las urgentes. No perder la vida, mal llamada “el tiempo”, mientras sigo aplazando la decisión de Descubrirme. (Que mi vida no sea un continuo abandono de mis buenos propósitos) Dejar de ser solamente un teórico y ponerme a hacer lo que sé que tengo que hacer, que a su vez es también lo que quiero hacer. Buscar lo óptimo. Vivir. Organizarme. “Aquello que no hiciste será de lo que más te arrepentirás”, ¿Lo tengo en cuenta? Dejar de huir del mundo y de mi vida. Ser como verdaderamente soy. Hacer algo o mucho por alguien o por muchos. Diseñar un Plan de Vida y hacerlo realidad. Meditar. Reflexionar. Anotar mis pensamientos, intuiciones, intenciones, ilusiones, deseos, logros… Revisar si he hecho el duelo por todos los seres queridos que han fallecido. Dedicar mucha atención a los seres queridos que aún están vivos. (Que no tenga que arrepentirme después) Decir que les quiero a las personas que quiero. Existir con plenitud en cada uno de los próximos segundos. (Los tengo racionados y no me puedo permitir perder alguno) Ser consciente de que cada instante está vivo, y es único, irrepetible e irrecuperable. Grabar esta frase en mi conciencia y no olvidarla ni un solo instante: PROMETO NO ABANDONARME NUNCA MÁS. Convertir mis sueños en realidad. Encontrar el poder que habita dentro de mí. Llevarme bien con mi humildad. Concederme los caprichos que me merezca. Resolver mis asuntos personales. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  21. HAY QUE LLENAR LA VIDA DE VIDA En mi opinión, uno de los mayores pecados, y de los más dramáticos, que uno puede cometer es el de no haber vivido la vida. Su vida. Conformarse con llegar al final del día con una leve satisfacción porque se han disfrutado algunos placeres –cosa que está muy bien- no ha de servir como justificación para tener la sensación de tener una vida plena. Están muy bien los placeres, repito, pero es conveniente la búsqueda y el encuentro con algo más trascendental, algo que produzca una satisfacción aún mayor aunque su manifestación sea solo una sensación invisible e indescriptible cuya principal beneficiaria es el alma o la conciencia. Reitero que están muy bien los placeres, mientras más mejor -siempre que sean dentro de lo correcto para la conciencia de cada uno-, pero la trascendencia de la que formamos parte, o que forma parte de nosotros, nos exige calladamente algo más. Es algo que se asemeja a una paz interna muy placentera, a una sensación de estar haciendo lo adecuado y no satisfacer solamente al ego o al cuerpo y lo carnal, sino también a lo espiritual. ¿Cómo se alcanza eso?, ¿Cómo se llega ahí? Creo que las respuestas a estas preguntas, u otras similares, las ha de buscar cada uno en su interior. Creo que no es adecuado copiarlas, y menos aún imponerlas, de un modo frío y mental, como una fórmula matemática, porque no lo es y porque no va a funcionar si se hace de ese modo. Esto se trata de sentimientos, emociones, vivencias, experiencias personales, de vida, y no es un laboratorio donde las cosas actúan o reaccionan siempre igual en base a un proceder siempre igual. ¿Qué me aporta paz? Esta pregunta puede ser el principio. ¿Qué me hace sentirme más Yo Mismo? También vale como principio. ¿Cuándo y por qué se siente satisfecha mi conciencia? Casi cualquier pregunta que no vaya dirigida directa o sibilinamente al ego puede acercarnos a una respuesta que esté en el verdadero camino. Hay que llenar la vida de Vida, o de VIDA, y no solamente de cosas. La conciencia y la consciencia son nuestras aliadas en esta tarea. La atención y la honestidad son compañeras necesarias e ineludibles. La rectitud y la moral son imprescindibles. La VIDA es algo más que lo que nos pasa. Y, curiosamente, la vida se nutre de VIDA. Así que es conveniente llenarla de lo que de verdad la llena y no solamente de lo que la ocupa. Darse cuenta del Aquí y Ahora, del Yo Soy y Yo Estoy, tocarse y sentirse, escucharse y abrazarse, continuamente, es del todo necesario y del todo imprescindible. Las cosas pasan o se olvidan, y no todas siempre dejan huella. Los sentimientos de uno hacia uno mismo, y la consolidación de la relación con el Uno Mismo –el Ser Superior-, sí nos hacen personas, sí nos conectan con la divinidad, con lo trascendental, con el Camino, con el Sentido de la Vida. Hay algo que está más allá de lo cotidiano. Y no me refiero a “más allá” como espacio físico. Me refiero a algo que trasciende nuestros actos comunes, que deja una huella en forma de paz y concordancia, que asienta y afirma, que sabe que es la Verdad y lo correcto. La búsqueda de eso puede que sea el objetivo de estar en este mundo o en esta vida. ¡Quién lo sabe! A cada uno le vale su verdad. Por eso hay que ser muy honrado al dictar la propia Verdad. Hay que disfrutar –no me canso de decirlo y desearlo-, pero no hay que olvidarse de dar satisfacciones también a ese que en esencia y realidad somos, que es más que humano, y que habita en nosotros o somos, realmente, nosotros. Búscalo. Búscate. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  22. LA CONCIENCIA EN EL DESARROLLO PERSONAL CONCIENCIA: Conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios. Sentido moral o ético propios de una persona. En mi opinión, la conciencia es una voz que jamás hay que desoír ya que se trata de la capacidad de auto-juicio más incorruptible y honrada de la que disponemos. Es un juez insobornable, justo e imparcial en todas las ocasiones –si actúa naturalmente y sin condiciones o coacciones, por supuesto- y es la que marca quiénes somos realmente y cuáles son nuestros principios elementales. Es posible que la conciencia sea la voz de Dios en nuestro interior. A fin de cuentas, nuestros principios más básicos y esenciales son éticos y religiosos, y cualquiera de ambos tiene la suficiente base moral y solvencia como para que sean respetados como incorruptibles y sean defendidos y valorados por su gran categoría. Desde un punto de vista más espiritual, es muy posible que la conciencia personal sea el fruto y resultado de todo lo aprendido en encarnaciones anteriores. El resumen de tanto esfuerzo anterior. Y que mientras más haya evolucionado uno, más le exigirá la conciencia. Será más rigurosa. Y con razón, por el conocimiento de lo que la desobediencia implica. Desobedecer la conciencia, desestimarla o no querer escucharla, es un atentado contra uno mismo, contra los que han de ser los principios inamovibles de cada uno, contra aquello que merece el máximo respeto y un acatamiento sin discusión. Existe, además, una conciencia colectiva que engloba y se fundamenta en los principios más esenciales, aquellos que afectan en la base a toda la humanidad, sobre los cuales cada uno va construyendo su propia conciencia personalizada, en base a sus creencias morales o religiosas, de la Vida, o de sus experiencias o intuiciones, y es labor obligatoria para cada persona revisar y actualizar su conciencia. Antes, los curas hablaban a menudo de hacer un “examen de conciencia”, que era una especie de revisión de los pecados que uno había cometido, y era un paso previo que había que hacer antes de confesarse. Yo propongo un “EXAMEN DE LA CONCIENCIA”, para comprobar nuestro grado de honestidad y nuestra fidelidad a los propios principios. Una revisión para comprobar que no nos dejamos sobornar por cosas que son ajenas u opuestas a nuestros preceptos. Una revisión que englobe todo aquello que para nuestra higiene mental y espiritual sea básico o importante. La conciencia no debiera estar contaminada o condicionada, pero la realidad es que la educación que hayamos recibido puede, de algún modo, afectarla, y puede que nos hayan inculcado ideas que seguimos respetando -aunque no sean nuestras ni estemos de acuerdo con ellas- simplemente por seguir obedeciendo lo que nos mandaron obedecer. Es muy sano ponerse a comprobar si esto es así, y en el caso de descubrirlo es conveniente reconducirlo hacia lo que sí estamos de acuerdo porque sí es nuestro. La conciencia, desde un punto de vista más metafórico pero, tal vez más comprensible, es quien pone una pregunta sobre la conformidad o disconformidad con nuestras acciones. Es una tristeza interna que nos reprueba cuando creemos o reconocemos habernos equivocado, pero que es capaz de tornarse en alegría silenciosa cuando comprobamos que hemos evitado faltarle al respeto, o sea, hemos evitado fallarnos a nosotros mismos. Parece ser que hay también otra conciencia moral, primiegenia, innata en cada uno de nosotros, que no obedece a propósitos intelectuales ni racionales, que evalúa nuestra conducta según unas leyes arquetípicas que pudieran estar diseñadas por Dios o por nuestra parte divina, y que están cargadas de toda la sabiduría y toda la verdad, y han de ser por tanto, aún más respetadas que las propias. Este es un asunto que cada uno debe revisar consigo mismo, y sentirlo o descartarlo. Podríamos decir entonces que hay, por lo menos, dos tipos de conciencia: una inconsciente, divina o cuanto menos espiritual, global, que afecta a todas las personas por igual y que es esencial, y que existe otra conciencia que se elabora desde la consciencia –desde el estado consciente-, y es esta consciencia quien ha de diseñar para nosotros la propia religión y los propios mandamientos, nuestras filosofías de la vida cotidiana, la moralidad que usamos a diario, los principios personales, y las leyes y las normas éticas por las que nos vamos a regir en la vida. Con su ayuda, y con la consciencia siempre alerta y de nuestro lado, hemos de trabajar en equipo por nuestro propio buen gobierno personal. Una vez que hayamos construido esos principios a los que he hecho referencia, uno ha de convertirse en un respetuoso y escrupuloso cumplidor de los mismos, y en un juez que se auto-exige el acatamiento a la propia conciencia, que será, siempre, quien dictamine si lo estamos haciendo de acuerdo con nuestro personal criterio. Este es un asunto al que conviene volver de vez en cuando para conocerlo bien y para verificar que la conciencia sigue siendo honrada e incorruptible. Como tiene que ser. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  23. LA FORTALEZA INTERIOR EN EL DESARROLLO PERSONAL En mi opinión, la fortaleza interior es una de las mejores cualidades que tenemos, y para encontrarla o para incrementarla es conveniente hacer cuanto sea necesario. Primero, acordemos el significado de la palabra fortaleza: quiere decir fuerza y vigor, y como tal la entendemos. Pero hay otra definición de la palabra: es una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en vencer el temor y huir de la temeridad. Por tanto, con la fortaleza se trata de no temer nada de lo que pueda suceder, tanto interior como exteriormente; se trata de no temer que las pruebas sean insoportables, incomprensibles, imposibles…porque no lo serán. Dios y nuestra parte divina nos conocen mejor que nosotros mismos y ya saben cuál es el límite. Cuando se inicia un Proceso de Desarrollo Interior se está pensando en que se va a necesitar fuerza para superar algunas de las circunstancias que van a acontecer. Todos los prevemos como un camino dificultoso, largo, duro y difícil. Y en gran parte tenemos razón. Pero no es una guerra a muerte sino un encuentro con la vida. La vida no trata de hundirnos, sino de auparnos. Todo lo que sucede en ese Camino es para bien, aunque no siempre lo podamos comprender inmediatamente y sea necesario que pase el tiempo para ver el resultado final de un acto o situación que al realizarse no fue de nuestro agrado. El siguiente nivel, tras cada situación que nos suceda e independientemente de cómo la hayamos resuelto, siempre será superior, siempre será un paso adelante: nunca se camina dando pasos hacia atrás –aunque aparente que sí-, nunca se puede ir hacia atrás, nunca perderemos lo que con esfuerzo y sufrimiento hayamos logrado. Cuando uno se compromete seriamente con su Desarrollo, todo lo que acontece es nuestro aliado. Se han de vencer los temores que se presentarán, pero sin caer en la osadía descontrolada, sin ir con temeridad sintiéndose amparado y con derecho a cualquier riesgo. Uno no ha de estar retando a la vida constantemente, ni ha de manifestarse desmesuradamente, ni ha de estrellarse intencionadamente contra todo para comprobar que está bien protegido por el Cielo. Fortaleza es, también, un recinto fortificado, como un castillo o una ciudadela. Pero ninguna fortaleza es inexpugnable, o sea que quedarse en ella encerrado para que no suceda nada que pueda venir del exterior –creyendo estar a salvo- es una defensa temporal e inútil. Lo que tenga que suceder para nuestro bien, sabrá encontrar la grieta o el momento por el que colarse si es que pretendemos escondernos. Se trata de conocer un sitio seguro, donde uno puede retirarse a meditar, o a descansar, con seguridad y confianza, con la comodidad de los sitios conocidos y que aportan tranquilidad, pero no para huir, sino para reponer fuerzas; para paladear y disfrutar lo que ha sucedido fuera, para ver la nueva conquista personal, y pensar en otros pasos y otras metas. Bien, pues esta fortaleza interior de la que hablo se va construyendo con los pequeños y los grandes logros, que se transmutan en esta fuerza interior. Se va construyendo un fondo personal, que es nuestro propio valor como persona. Esa fortaleza, por tanto, se puede representar y entender de dos modos distintos: como un refugio o sitio cómodo donde estar, o como una fuerza adicional que emerge de nuestra naturaleza divina, de nuestra espiritualidad, de la fuerza inherente disponible para usar en ese Camino vital para el alma que es dar más pasos hacia su pleno desarrollo en cada uno de nosotros. En cualquiera de los casos, es interesante. Es un don que conviene conocer, desarrollar y fortalecer. ¿Cómo? Una de las formas es sanar y reforzar la Autoestima. Guste o no guste, estamos condicionados por ese concepto propio de identidad que es la Autoestima. Tener el convencimiento de que uno es una persona digna de que las cosas le vayan bien y de que es merecedor de las cosas gratificantes o felices de la vida es una excelente base sobre la que asentar la Fortaleza Interior, aunque sea una fortaleza más bien “mental”, o sea “ajena” al Ser. Pero es válida, útil, y coexiste armoniosamente con la otra. Además, tenemos un componente espiritual, sin duda, que se refuerza con el afianzamiento de la Fe o de la confianza en que “Alguien” o “Algo”, que se imagina y supone por encima de uno mismo, con auténtico amor hacia nosotros, nos cuida, nos protege, y desea lo mejor para nosotros. Esa Fe o confianza consiguen que se afiance nuestra Fortaleza Interior. Es muy curioso, pero se llega a notar, a sentir, y no se siente en el pensamiento o en la mente, que nos parece lo habitual, sino que como no necesita de justificaciones verbales para notificar su presencia, y uno la siente dentro, dentro del pecho, en lo que cada uno considere que es su centro interior. Acceder a ella es un noble propósito y una fuente de satisfacciones, ya que mejora notablemente la vida y hace ver el Sentido de la Vida de un modo más claro y muy aproximado a la Realidad. Es algo muy beneficioso, así que compensa el esfuerzo y la atención que sería bueno le dedicaras. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  24. EL COMPROMISO EN EL DESARROLLO PERSONAL “Hay una verdad elemental cuya ignorancia destruye incontables ideas y espléndidos planes: Cuando alguien se compromete definitivamente, la Providencia también hace lo suyo. Empiezan a producirse las cosas más variadas que ayudan, cosas que de otro modo nunca se hubieran producido... Todo lo que puedas hacer, todo lo que sueñes hacer, empieza a hacerlo. La valentía tiene ingenio, poder y magia. Empieza a hacerlo: ahora”. (Goethe) En mi opinión, muchas personas que dicen estar comprometidas con una idea o una decisión en el Camino del Desarrollo Personal difícilmente superarían una prueba seria de demostración de la veracidad y fortaleza de esa afirmación. La mayoría de los compromisos “serios” que se adquieren se diluyen rápidamente una vez pasada la euforia inicial. Un compromiso auténtico exige una responsabilidad firme y una fortaleza de ánimo y voluntad que empujen constantemente para llevarlo adelante. Muchas personas se auto-engañan con mentiras disfrazadas de verdades serias. Toman decisiones con la intención mental de que sean consistentes y duraderas, pero cuando su cumplimiento exige esfuerzo, constancia, o sacrificio, se van disolviendo, se auto-liquidan, desaparecen del lugar preponderante de las intenciones y se van retirando, poco a poco, hacia el olvido. En cambio, cuando uno toma un compromiso consigo mismo o frente a los demás, y mientras no cambie de idea primordial con respecto al mismo, debe mostrar una actitud estable, sólida, convencida y convincente, una firmeza imbatible, y una buena continuidad de un ánimo persistente y solidario que le acompañe en el cumplimiento del mismo. Y si el compromiso está relacionado con un asunto serio, como es el Desarrollo Personal, entonces las excusas comienzan a ser inaceptables, las mentiras son imperdonables, y el incumplimiento es un asunto grave. En un compromiso uno empeña su Palabra de Honor, su dignidad, el Amor Propio –o sea, el amor hacia sí mismo-, la lealtad que se debe, y su auténtica voluntad, por lo que una vez que se adquiere ya no son aceptables las vacilaciones, los aplazamientos, las caídas y los decaimientos –salvo que duren solamente unos segundos-, porque un Desarrollo Personal es un Camino de esfuerzos que aportan resultados satisfactorios, en el que aparecen cosas desagradable relacionadas con uno mismo, en el que se destapan asuntos casi olvidados de los que uno no se siente del todo satisfecho, y en el que las pequeñas satisfacciones se convierten en grandes satisfacciones. Hay cosas agradables y cosas desagradables. Por eso en necesario ser muy consecuente con el cumplimiento del compromiso, porque van a aparecer muchas razones para dejarlo todo tapado y bien tapado y olvidarlo con la inútil intención de que desaparezca ello solo y por las buenas, porque se van a presentar situaciones dolorosas que van a invitar al abandono del Camino, porque nunca es fácil enfrentarse a los propios demonios, a la oscura Sombra, a los arraigados miedos, y la tentación de la huída se repite una y otra vez y con fuerza. El Camino del Desarrollo Personal es un camino hacia el Amor Propio. Es el mayor acto de amor que uno se puede ofrendar a sí mismo. Es, tal vez y para la mayoría de las personas, el Sentido de la Vida. Y como tal hay que afrontarlo y tratarlo. Y el compromiso es –como ya queda dicho y demostrado-, en este caso, absolutamente imprescindible y necesario. De su cumplimiento dependemos. Te dejo con tus reflexiones… (Leer sin reflexionar es una tarea inútil – Confucio) Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
  25. EL AMOR, UNO MISMO, Y LOS OTROS En mi opinión, nuestra sociedad extravertida ofrece muy poco apoyo al recogimiento introvertido. Se supone que tenemos que hacer cosas por los otros, preocuparnos por los demás, dar nuestro apoyo a causas nobles, ser altruistas, enérgicos en ese sentido, y cumplir con nuestro deber social. Si optamos simplemente por ser nosotros mismos y centrarnos en nuestras necesidades personales o religiosas, nuestro presente y nuestra vida, los seres queridos pueden imaginar de inmediato que no estamos haciendo “nada”, y menos aún “por los otros”, y al principio es probable que hasta nosotros estemos de acuerdo. Necesito prestarme atención y conocerme. Si no me conozco, no me puedo querer, y si no me quiero, probablemente el amor que siento por los demás sea una proyección de mi necesidad de que me acepten, o la búsqueda de un intercambio en que uno ofrece un sucedáneo de amor a cambio de un amor verdadero. Entonces estaré actuando para que me quieran. Tendré miedo al rechazo. Si nadie me quiere, no existo. Pero… ¿A quién quieren los otros si yo no soy yo?, ¿Quién soy? En la revisión de mi actitud hacia el amor, me encuentro ante un asunto tan amplio como indefinido, tan moldeable como receptivo a cualquier definición, tan esquivo como imposible de resumir. Todo lo que se quiera decir sobre el amor se puede admitir como válido, ya que cada persona tiene un sentido del amor distinto en su planteamiento. En la fuente original del amor, sin embargo, al no depender de las diversas relaciones que por lo general hacemos que constituyan la condición básica para la entrega del amor, éste nos eleva más allá. Nos hace sentirnos parte de algo indivisible, sólo vivo en el sentimiento. Nos hace ser libres y más receptivos de él que generadores. Tony de Mello llegó a decir que “el amor es egocentrismo refinado. Al amar a alguien no es que se ame a alguien, sino las ventajas de compañerismo, afecto, placer, ayuda y apoyo que esa amistad trae”. En realidad, el que practica la vía del amor debe practicar también la vía del desapego, para no entorpecer la evolución de las otras personas. El amor es libertad. El amor no es una inversión, en la cual la fórmula es “yo te amo por lo tanto tu me debes el mismo amor más los intereses correspondientes”. El amor es “yo te amo independientemente de que tu me ames o no, te amo incondicionalmente; por nada que hayas hecho especialmente, sino porque eres tú, y cada una de las personas del mundo es un tú”. El amor es algo que no nos pertenece, es un regalo divino que traemos implantado en nuestro SER, del cual Dios nos hace administradores haciéndonos ver, eso sí, que es interminable y que podemos utilizarlo sin racionarlo. Dios nos nombra distribuidores de amor, repartidores incansables, generosos proveedores. Dios dice “esto es infinito y además proporcional: mientras más das, más crece y se multiplica. Si algún día tuviéramos la claridad de verlo, y la valentía de decirlo, muchos podríamos firmar este pensamiento: “HE DESCUBIERTO QUE YO NO HE AMADO A NADIE EN LA VIDA”. Tal vez sólo hemos creído que amábamos. Eso sí, el ídolo que hemos construido y hemos mostrado a nuestros conocidos se rompería en pedazos, en una explosión del ego de mil megatones. Y nos quedaría un mundo desolado, un hermoso solar diáfano en el que poder reconstruir una nueva capacidad de amar. Ramiro Calle, en su libro El amor mágico y la sexualidad sagrada, dice que existe lo que él denomina amor consciente. “¿Qué es el amor consciente? Es el verdadero amor. Cualquier otro palidece al lado de éste o es un mero sucedáneo. Sin amor consciente, incluso el amor mágico y la sexualidad sagrada se convierten en un divertimento arropado de hipócritas conceptos. El amor consciente es el único que merece llamarse tal. Salvo algunas personas que lo experimentan como inherente a ellas, la mayoría de los seres humanos tienen que propiciarlo, cultivarlo y desarrollarlo. Todos tenemos, por lo general, muy obturado el centro psíquico del corazón. El amor consciente es el yoga más elevado y seguramente el más difícil. Resulta más fácil brillar con la mente que con el corazón. No es difícil ser un hombre de cerebro, pero sí lo es ser un hombre de corazón. Es amor consciente es poner los medios para que los otros seres sean felices y evitarles en todo lo posible el sufrimiento; es amar con lucidez, sin dependencias ni aferramientos, atendiendo las necesidades vitales y de crecimiento de la persona amada”. Todo amor del que se espera reciprocidad es una inversión, y no es amor, ya que no lleva el elemento radiante que implica el Amor Puro, que es la ausencia de intereses. Se cuenta que un famoso escritor estaba enamorado de una dama y que ella no lo sabía. Cuando lo supo, se acercó al escritor y le dijo: “Ha llegado a mis oídos que está usted enamorado de mí”. “Así es –respondió él- pero eso es un asunto que sólo me incumbe a mí”. Uno puede amar a otro aunque el otro no lo sepa, aunque el otro no sienta o manifieste lo mismo. El amor consciente es aquel que uno lo siente y lo manifiesta, siente y acepta, siente y disfruta, porque el placer del amor está en sentirlo, en recrearse en él, y en maravillarse por la dicha de su existencia dentro del corazón o del alma de uno. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales (Si te ha gustado, ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Gracias) Más artículos en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Síguenos en: https://plus.google.com/collection/sLKLp Síguenos en: https://www.facebook.com/FranciscodeSales.Buscandome
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