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DEJARSE ENCONTRAR POR DIOS Este es el momento de no perder la calma y de eludir las prisas. Serenidad. Silencio. Ojos abiertos hacia adentro. Parar… y sentir. SENTIR. Escuchar dentro. SENTIR. TIEMPO, SENTIR y SILENCIO. Esta es la fórmula mágica para dejarse encontrar por la sabiduría y por Dios. Quédate quieto. Esperando. Pero sin expectaciones ni ansias. Sabiendo que no llega precedido por trompetas y tambores, ni es externamente deslumbrante. Es probar el estremecimiento de sentir. Alargar el sentimiento, permitiendo la claridad. Dejar los diálogos dormidos, parado el deseo, todo en descanso. Escuchar la llamada, en medio del ruido y las distracciones, de un pájaro que nos dice en su lenguaje de pio-pio que es Dios. Escuchar a una flor, que nos dice en el lenguaje de los colores y las formas, que es Dios. Escuchar un amanecer, que nos dice en el lenguaje de la luz que es Dios. Y sentirlo. Nada más –en principio- que ser consciente de todo ello, nada más que darse cuenta de que todo ello sigue allí, sin preocuparse de nuestra atención o no. Desocupar la mente de viejos prejuicios archivados. Tirar en un camión de basura casi todo lo guardado. Permitirse ser un campo necesitado de siembra y abono. Darse el gusto enorme, y la satisfacción completa, de no tener que ser algo o alguien concreto, ni precisar cumplir unos mínimos necesarios, ni saber de simbolismos o conocimientos esotéricos, ni nombres de importantes, ni frases afortunadas. Ser Uno. UNO. No un número, sino UNO MISMO. Ser todo y ser nada. No necesitar un orden en una escala, ni méritos adquiridos, ni batallas ganadas, que sea suficiente ser una mínima pisada, algo insignificante. Ser también un Dios de andar por casa o ser la expresión más grande de la creación humana, pero sentirse, saberse vivo y en calma. Estar quieto y vacío para recibir lo que se nos mande. Saber que la vida no son solamente momentos trascendentes, sino que la vida también es lo cotidiano y cuando no pasa nada. Dejar quieto el pensamiento. Dejar descansar el alma. Olvidar las prisas y las urgencias. Estar receptivos a Su llegada, para que cuando llegue Dios encuentre nuestra vida en calma. Permitirse ser recorrido por el escalofrío que anuncia la llegada de Dios. Permitirse ser menudo, ser deseo de Sus caricias, y sentirlas en el alma. Cerrar los ojos y sentirlo todo, porque Dios es TODO. Es un paseo arbolado, un camino entre hierbas, la música, el aire, el pan, la lluvia que nos moja y la cotidiana esperanza. Dejarse encontrar por Dios. Somos sus hijos y nos busca. Abrir los brazos y esperar ser abrazado. Estar atentos para que en el momento que quiera contactar con nosotros seamos conscientes y no nos encuentre ocupados, distraídos con otras cosas y sin poder recibirle. Al final de nuestra vida tal vez lo único que de verdad importe es que hayamos realizado el reencuentro, y la alegría que hayamos podido repartir, el poso que haya dejado la vida en nuestra alma, tanto el amor que nos hayan entregado como el que nosotros ofrecimos… Y al final, como ya fue al principio, Dios. Dejarse encontrar por Dios. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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¿POR QUÉ APLAZO LOS CAMBIOS NECESARIOS? En mi opinión, esta es una pregunta que nos tenemos que hacer casi todos, porque casi todos –yo incluido, por supuesto- aplazamos en numerosas ocasiones el momento de hacer ciertos cambios que sabemos que son importantes, convenientes, imprescindibles, casi vitales, pero… Pero nos entra una especie de pereza que es la suma de otras cosas: nuestra variabilidad, la inconstancia, algunas dudas, cierta desconfianza en uno mismo y en las propias capacidades, miedo, falta de decisión, excesiva precaución… Uno puede ser consciente de todo lo citado al mismo tiempo que también es consciente de que tiene que tomar decisiones para hacer los cambios necesarios, y que tiene que poner esas decisiones en práctica y llevarlas adelante, pero… Comprobado: cada vez que aparece un “pero”, siempre es una excusa, así que, sabiendo que es una excusa, lo mejor es imponerse un plazo, preferiblemente corto, para tomar la decisión correspondiente y hacerla efectiva. Cada uno tiene que responsabilizarse de su vida y sus decisiones, y no es adecuado dejar que pase el tiempo, que sean los otros quienes la tomen, o que se tomen por sí mismas, porque eso implica una desatención imperdonable a la responsabilidad sobre la propia vida, y lo que se busca con ello –aunque uno no se dé cuenta- es tener algo o alguien a quien culpabilizar en caso de que no salga bien. Si uno no toma la decisión, es el paso del tiempo, o son los otros, los responsables de que no haya salido bien, y uno se des-culpabiliza aunque eso implique asumir el papel de “víctima de un destino cruel que se ha vuelto contra uno”. Y eso es mentira. Uno tiene que asumir sus obligaciones y cumplir con el encargo que nos hacen cuando nos entregan la vida: “Haz de tu vida una vida de la que te puedas sentirte satisfecho”. (Y aún mejor si tu vida se puede convertir en algún aspecto en un modelo a imitar). Cuando se produce una necesidad de cambio es, evidentemente, debido a la insatisfacción con la situación actual. Se quiere cambiar porque no se quiere seguir como se está en ese momento. Repito alguno de los motivos que nos hacen aplazar la toma de decisiones de cambio: nuestra variabilidad, la inconstancia, algunas dudas, cierta desconfianza en uno mismo y en las propias capacidades, miedo, falta de decisión, excesiva precaución… Hay más motivos, por supuesto, y a ellos hay que añadir los motivos particulares, esos que los otros no comprenden pero que a uno le atenazan e imposibilitan. Los complejos afectan y sujetan; el terror a equivocarse -porque se sabe que tras las equivocaciones se desencadena un proceso de recriminaciones y enfado con uno mismo- es otro de esos paralizantes graves; el hecho de tener que renunciar a otras opciones cuando uno ya se decanta -por fin- por una también es un freno potente; la inseguridad detiene continuamente las tomas de decisiones. Los cambios reclaman realizarse, y nuestro yo más consciente se da cuenta de la necesidad y la importancia de hacerlos, pero… Pero cada día encuentra una excusa lo suficientemente convincente como para aplazarlo, y esa excusa es útil durante un poco de tiempo, porque enseguida aparece la conciencia para recordar lo que hay que hacer, y eso le enzarza a uno en un debate en el que los sentimientos y la mente pelean argumentando sus razones propias que, siempre, resultan injustificables por el otro. Los cambios que son necesarios, son necesarios. Este es el resumen. Y si hay que hacerlos, hay que hacerlos. Porque esos cambios que gritan desde el fondo su necesidad de realizarse salen de nuestras entrañas, de lo sabio que nos habita, de quien se da cuenta realmente de qué es bueno para nuestro bien, y por ello nos empuja a hacerlos. Escuchémosles. Escuchémonos. Cuando hayamos realizado esos cambios imprescindibles seremos nosotros los principales beneficiados. Adelante. Atrévete. Hazlos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LA VENGANZA En mi opinión, esa necesidad de venganza que sienten algunas personas cuando han sido mancilladas, humilladas, o agredidas verbal o psicológicamente, en demasiadas ocasiones es desproporcionada con respecto al motivo que provoca esa necesidad, y en la mayoría de las ocasiones no es adecuado. VENGANZA: "Satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos". Algo que aparentemente es justo (ojo por ojo, diente por diente), en mi opinión tiene algo de injusticia. JUSTICIA "Principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece". En el hecho de causar el daño intencionado de una venganza, no hay principio moral. O es una moral muy inmoral. La venganza es, sin duda, un asunto de un ego herido. Ante el agravio que se siente –que puede estar desfasadamente magnificado- se manifiesta ese deseo de pagar con la misma moneda y obtener el resarcimiento que, dentro de uno, deje la sensación de empate –y si es posible y podemos vengarnos con más intensidad que la que hemos recibido, mejor-, y de haber ocasionado –por lo menos- el mismo dolor que le han ocasionado a uno. ¿Quién promueve esa necesidad de administrar esa justicia injusta? ¿Quién se ha sentido herido y reclama un castigo?, ¿Qué parte de uno? Si uno indaga lo suficiente, encontrará que es el ego, y no la persona, quien está detrás de ello. Y es LA PERSONA quien tiene que darse cuenta de que en este caso no hay que satisfacer el deseo del ego. Si uno quiere ser ecuánime ante un caso que le ha dolido o enfurecido tanto que ha despertado al guerrero vengador, deberá ver todo el proceso y ver con atención el contexto en que se ha desarrollado y, sobre todo, ponerse un poco –por lo menos- en la piel del ofensor. Es muy posible –pero que muy posible- que el otro sea una víctima más que un verdugo, y es muy posible –en bastantes casos es posible, porque en otros casos hay claramente una intención de hacer daño- que no haya sido causado con premeditación y alevosía, sino que haya sido un acto descomedido, o un acto de su ego inestable y descontrolado, o un arrebato de furia propasado, y es posible –pero que muy posible- que si uno hubiera estado en el lugar del otro, y hubiera tenido su educación y vivencias, y estuviese atravesando las mismas circunstancias, hubiese actuado exactamente del mismo modo. Con esto no estoy tratando de justificar al otro, sino que manifiesto que yo siento que hay que reflexionar antes de precipitarse. Que hay que valorar el resultado de una venganza, que puede que no sea justa ni adecuada ni necesaria. Que hay que entender cuánto de inmoralidad pudiera haber en el hecho de vengarse. Si juzgamos mal al otro por el hecho que ha cometido y nosotros cometemos el mismo acto –aunque aparente que con ello se consigue una equidad-, en realidad estamos comportándonos como el otro, y por lo tanto merecemos la misma calificación. Incluso merecemos una peor y, sobre todo realmente merecida, porque no sabemos cuánto de inconsciencia había en el causante del deseo de venganza, pero sí podemos afirmar que en nuestra actitud vengativa sí hay intención consciente y decidida de hacer mal. Yo no soy de los que opinan que cuando te pegan hay que poner la otra mejilla. Soy de los que creen que no es necesario pagar con la misma moneda, y que hay que presuponer –salvo que sea claramente manifiesta la intención agresora del otro- un poco de inocencia mientras no se demuestre la culpabilidad. La venganza no nos satisface del todo. El ego puede quedar satisfecho, pero tú, yo, la persona, jamás se puede quedar en paz al haber hecho un mal conscientemente. Date cuenta de esto. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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SE NOS VA LA VIDA En mi opinión, una de las cosas más graves que hacemos en la vida, y con la vida, es perderla. Se nos va la vida. Imparablemente. Aún cuando no estamos pendientes de ella porque estamos desperdigados en otros asuntos. En mi opinión, una de las cosas más graves que hacemos en la vida, y con la vida, es malbaratarla. Se nos va la vida cuando la vivimos y también cuando no somos capaces de estar atentos a ella, valorándola, aprovechándola, disfrutándola. En mi opinión, una de las cosas más graves que hacemos en la vida, y con la vida, es desperdiciarla. Es una injusticia para con nosotros mismos. Cada uno ha de decidir qué quiere hacer con su vida y tiene la obligación –por lo menos, ética y personalmente- de hacer de su vida algo que le produzca satisfacción en su conciencia. En mi opinión, una de las cosas más graves que hacemos en la vida, y con la vida, es derrocharla. Nuestra vida. La única vida. La limitada e improrrogable vida. En mi opinión, una de las cosas más graves que hacemos en la vida, y con la vida, es dejar que se vaya sin haberla vivido. Hay que descansar -sin duda-, hay que relajarse, son necesarios los momentos de no hacer, pero es conveniente que cuando NO HACEMOS sea porque hemos decidido atenta y conscientemente NO HACER. Con lo cual, estamos haciendo lo que deseamos: NADA. Pero no es lo mismo NO HACER NADA sin darnos cuenta que NO HACER NADA porque es lo que hemos decidido. En mi opinión, una de las cosas más graves que hacemos en la vida, y con la vida, es dejar que se vaya sin haber cogido todo lo que tenía para nosotros. La vida viene llena de regalos en forma de vida, y viene con los instrumentos para poder disfrutarlos. Por eso tenemos la vista, el olfato, el tacto, el oído y el gusto, y tenemos los sentimientos y las emociones. En mi opinión, una de las cosas más graves que hacemos en la vida, y con la vida, es desaprovecharla. Tengo sesenta y tres años cuando escribo esto, así que parece que tengo ya un criterio atinado sobre esto de que se vaya pasando la vida. De lo que más me arrepiento es del tiempo que dejé marchar vacío. También me duele cuando compruebo cuánto tiempo desperdicié en hacer algo que no me aportó nada positivo y yo, a cambio, en mal cambio, entregué por ello una parte de mi vida. La vida pasa de todos modos y eso es imparable. Hagamos o no hagamos, queramos o no queramos, esto es así. La toma de consciencia de que es imparable es lo que ha de servirnos para decidir ya, y llevarlo a la práctica, cómo queremos vivirla. No se va a poder llenar toda entera de prodigios y maravillas, pero sí es posible tener una gran cantidad de momentos que nos aporten conciencia, felicidad, paz, amor, vida… Y eso depende, en gran medida, de ti. Yo ya he reflexionado. Ahora te toca a ti. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LA MARAVILLA DE AGRADECER En mi opinión, ese dicho que se mantiene vigente desde hace tanto tiempo que dice “el que no es agradecido no es bien nacido”, o “de bien nacidos es ser agradecido”, que es lo mismo, contiene una grandísima verdad, un lema que sería conveniente trasladar a la vida de cada persona y darle la preponderancia que requiere y se merece. He sido agradecido durante todo el tiempo de mi vida que recuerdo, y por tanto hablo con conocimiento cuando digo que el hecho de ser tan agradecido, con todos y por todo, me ha aportado la maravilla de poder recibir sonrisas de gratitud, ver unas caras muy amables, sentir generosidades espontáneas, y en muchísimos casos unas manifestaciones cordiales por parte de las personas que reciben mi gratitud por su atención, por su servicio, su ayuda, simplemente porque me han sonreído sin más, o porque han hecho que un momento de mi vida haya sido más agradable o más humano. Recuerdo mil casos, pero hay uno que representa muy bien el efecto que puede producir la gratitud. Quería registrar un libro que había escrito y como no sabía los pasos que tenía que dar para hacerlo llamé por teléfono al departamento donde lo tenía que hacer, y me atendió, muy amablemente, una señora o señorita llamada Marta. Me explicó todos los pasos que tenía que dar, y hasta se ofreció a tenerme preparado con mis datos –tarea que tenía que hacer yo- un documento que tenía que presentar en el banco para pagar el trámite. Cuando llegué al lugar y pregunté por ella, salió a recibirme con el documento ya preparado y, sin abandonar su discreta sonrisa, me repitió las instrucciones, cosa que le agradecí. Me sentí tan bien atendido –y más aún por esa fama de desagradables que tienen los funcionarios- que al día siguiente, cuando llegué a mi despacho, redacté una carta de agradecimiento y se la pasé por fax. Así quedó aquel asunto, hasta que años después tuve que registrar de nuevo un libro, y como no recordaba lo que había hecho la vez anterior repetí la llamada de teléfono para informarme y me atendió de nuevo la misma persona que, nuevamente, se ofreció a tenerme preparado el documento para evitarme la molestia de tener que hacerlo yo. Cuando llegué a su departamento, me vio de lejos y pareció recordarme porque se acercó y preguntó y afirmó al mismo tiempo al decir “usted es Francisco de Sales”, y le dije que sí. “Pues perdóneme y espere un momento, por favor”. Se alejó hasta su mesa. Vi que abría su dietario y sacó un folio. “Mire –dijo mostrándomelo cuando llegó a mi lado-, ¿lo recuerda?, es un fax que me envió usted. No sabe cuántas veces y cuántos días lo he tenido que mirar para animarme a seguir en mi trabajo y recordarme que, aunque me encuentre con muchas personas desagradables y desagradecidas, también hay otras personas que saben reconocerlo y agradecerlo”. ¡Qué poco cuesta decir “gracias” y qué gran regalo llega a ser! Cada vez que me siento bien atendido por una persona digo: “Es usted muy amable”. Cada vez que un dependiente hace bien su trabajo digo: “Es usted un buen profesional”. Cada vez que veo que alguien hace algo rápido y bien digo: “Es usted muy eficiente”. Incluso en algunas ocasiones he pedido hablar con su jefe para hacerle ver que tiene un buen empleado y que le conviene cuidarlo y mantenerlo en ese puesto. Ahora me he acostumbrado a decir al despedirme: “Que tenga buen día”, porque a mí me encanta cuando me lo dicen. O digo: “Bendiciones”, porque lo siento así. No cuesta nada, y compensa porque a uno le queda un pensamiento rondando que significa “soy una persona agradecida”, y no es el ego quien lo siente, sino el alma. Si todos fuésemos –uno a uno- más amables y agradecidos, el mundo se llenaría de gente amable y agradecida. Pon tu granito de arena para conseguirlo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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¿SABES ESCUCHAR? En mi opinión, y es una opinión muy compartida, la comunicación entre personas es la asignatura más complicada –y que más quebraderos de cabeza proporciona- de todas las que tenemos que afrontar a lo largo de la vida. Realmente es complicado hacer en todos los momentos lo que es adecuado, actuar de modo impecable, pensar con claridad y ecuanimidad, usar siempre el tono correcto y la mesura que requiere cada ocasión, o ser firme cuando eso es lo que corresponde, mostrar el grado justo de enojo cuando se produce, tratar al otro con respeto en los momentos de alteración, callar cuando es conveniente callar y no callar aquello que sí hay que decir… El error primordial en la comunicación está en no saber expresar lo que realmente le está pasando a uno, o en enmascarar los sentimientos reales, y por parte del oyente el error primordial está en no saber escuchar. Ser un buen escuchador requiere unas características poco comunes, que quedan alejadas de las que usamos habitualmente cuando creemos que escuchamos a alguien. Si te fijas en tu actitud cuando escuchas, o en la de otras personas, observarás que se interrumpe al que habla muy a menudo –con lo que no se le está permitiendo al otro decir TODO lo que quiere decir-, y observarás que existe la costumbre muy extendida de pre-suponer lo que el otro va a decir y por ello no se le escucha con toda la atención lo que está diciendo. Cuando escuchamos -por lo general- estamos más atentos a lo que queremos responder o contar, y no a lo que el otro nos está diciendo, por eso le interrumpimos, que es como decirle “lo que tú cuentas no me interesa, no es importante, lo importante es lo que voy a decir yo”. Cuando escuchamos, y antes de decir algo –salvo que expresamente nos los hayan pedido desde el principio-, primero tenemos que preguntar –con nuestras propias palabras- si sólo quiere que le escuchemos porque necesita desahogarse o reordenar sus ideas, o si quiere que le demos nuestra opinión. Si nos lo autoriza y le damos nuestra opinión, ésta ha de ser totalmente neutral, ecuánime, y sincera. No se trata de darle la razón, ni de decirle lo que está esperando escuchar si no coincide con lo que realmente pensamos. No le hacemos ningún favor. Si le mentimos o no somos del todo sinceros –aunque sea con buena voluntad- con ello le aportamos un consuelo que en ocasiones puede ser un alivio temporal, pero que en realidad no le ayuda porque redundamos en su mentira. En más de una ocasión he escuchado decirle a una persona seriamente enferma: “Tranquila, que tú no te vas a morir nunca”. Sin comentarios. Ser sinceros quiere decir, obviamente, decir lo que se siente o se piensa, pero hay que tener en cuenta a la otra persona, su estado y sus circunstancias, porque lo que haya que decir se puede hacer de muchos modos. En ocasiones conviene ser claro y directo, y otras veces es mejor hacer solamente un avance para ir preparando el terreno o contarlo poco a poco. En cualquier caso, siempre hay que ser muy cuidadoso. También es conveniente confirmar si estamos entendiendo bien lo que nos cuentan, y no basar nuestra opinión en lo que creemos que hemos escuchado en vez de en lo que nos ha dicho. Una forma de verificar que hemos comprendido bien, y al mismo tiempo demostrarle al otro que le estamos prestando atención es repetir lo que nos ha dicho. “Si te he entendido bien, has dicho que…” y entonces se le repite lo que ha dicho. Así queda confirmado y podemos empezar a reflexionar con la base clara. Hay un dicho que deja claro lo complicado de comunicarse bien: “Entre lo que pensamos, lo que queremos decir, lo que creemos decir, lo que decimos, lo que queremos oír, lo que oímos, lo que creemos entender y lo que entendemos, existen ocho posibilidades de no entenderse”. Escuchar con toda la atención y sin prejuicios es primordial. Ser honesto es imprescindible. Ser cuidadoso es bueno. Respetar al otro es necesario. Escuchar es un arte y ser un buen escuchador es un gran favor para el otro y para uno mismo. Detente en este asunto. Es mucho más importante de lo que aparenta. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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INTENTAR, NO; HACER, SÍ. En mi opinión, cuando alguien dice “lo voy a intentar” está cometiendo un error que va mucho más allá del uso semántico. Te recomiendo, efusivamente, que no digas LO VOY A INTENTAR, y que sí digas LO VOY A HACER. Cuando te conformas con “lo voy a intentar” te estás dando permiso para no esforzarte y conformarte después con “lo he intentado”. Si dices LO VOY A HACER, no te queda otra opción más que hacerlo. “Lo intentaré” es una propuesta y “lo haré” es una decisión con firmeza. ¿De acuerdo? Esto hay que tenerlo muy claro. Si decides que tienes que hacerlo, o que quieres hacerlo, tienes que implicarte al ciento por ciento, y de ningún modo conformarte con hacer un intento. A fin de cuentas los intentos no son nada más que intenciones, y las intenciones, por lo general, carecen de la resolución y fuerza que tiene “hacer”. Hacer va más allá de intentar. Intentar es dar el primer paso y los que buenamente –y sin gran sacrificio- se puedan después. No es suficiente. No hay implicación suficiente. Hacer es llegar hasta el final. Las acciones no están concluidas hasta llegar al final. Quedarse en los primeros pasos, en ese autoengaño en el que no se ha puesto TODO, es de una bajeza ruin. Quien conoce mis escritos, y lo que opino, ya sabe que en el Camino del Desarrollo Personal la mentira y el autoengaño son imperdonables. Destierra de tu vocabulario LO VOY A INTENTAR. A partir de ahora, utiliza solamente LO VOY A HACER. Te dejo con tus reflexiones…
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DATE PREMIOS, HAZTE REGALOS En mi opinión, no somos del todo ecuánimes cuando se trata de juzgar nuestros hechos o juzgarnos a nosotros mismos. Usamos dos varas de medir distintas cuando nos medimos. Una, cuando se trata de juzgar las cosas que hacemos o hemos hecho “mal” somos muy rígidos, demasiado estrictos, excesivamente exigentes, no nos aceptamos con errores, y nos aplicamos castigos de diferente índole y calibre. En cambio, cuando hacemos algo bien, algo bueno, algo de lo que nos sentimos satisfechos, usamos la otra vara y le restamos importancia, lo menospreciamos, y no le damos el justo trato y reconocimiento que se merece. Y, por ello, cometemos una injusticia que conviene reconocer y no volver a repetir. Todos necesitamos reforzar nuestra autoestima, y uno de los modos es tener motivos satisfactorios que nos los hayamos producido nosotros mismos. Eso nos hace reconocernos y valorarnos mejor. Nos provoca una agradable sensación interna que se parece mucho al orgullo del ego, pero es más sano. Reflexiono… si nos damos castigos cuando hacemos algo mal… ¿Por qué no nos damos premios o regalos cuando hacemos algo bien? Y me doy cuenta de que yo sí soy partidario de hacerlo. Y lo hago. No es necesario que sean costosos regalos, voluminosos obsequios (se nos podría llenar la casa y no quedaría sitio para nosotros… jejeje), pero sí es conveniente que sean algo más que un simple reconocimiento, ya que el reconocimiento se limita a darse cuenta pero de un modo “notarial”, seco, aséptico, como un dato, y no lo valora, y en este caso es necesario casi-casi montar una fiesta, porque lo bueno es bueno, lo que está bien está bien, y lo que es mérito de uno es mérito de uno. Yo me lo premio casi siempre con una sonrisa. Me paro frente al espejo y sonrío. Me gusta ver en el espejo una cara sonriente porque en muchas ocasiones veo una cara seria, demasiado seria, como de vieja institutriz que me riñe por todo, como de Inquisidor que sabe que ha descubierto algo malo y me amenaza desde su mirada violenta. Cuando me sonrío todo cambia. Me reencuentro conmigo mismo. Con esa cara medio pícara que refleja felicidad, en la que uno se siente a gusto, con una clara satisfacción que se refleja en la mirada junto a una sensación notable de paz. Es tan gratificante… y tan barato. Otras veces me invito a un dulce. O me premio con un rato de compañía relajante conmigo, en silencio o en amigable conversación interna, sin críticas ni reproches, escuchando mi música, mirando el horizonte… Date premios, hazte regalos. Sé amable y generoso contigo. Entierra el hacha de guerra. Echa los odios a la hoguera. Deshazte de lo negativo del pasado. Funda una nueva relación donde sólo quepa lo positivo. Cuídate. Ámate. Por tu bien. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LAS CINCO FORMAS DE DEMOSTRAR EL AMOR En mi opinión, aunque existen miles de formas de demostrar el amor, básicamente se pueden englobar en cinco grupos donde se pueden expresar casi todas ellas. EL CONTACTO FÍSICO Es fácil de expresar –un abrazo, una caricia, tocarse-, es muy notable, es directa y el efecto es inmediato y visible, es afectuosa, es humana… Si sientes necesidad de abrazar y ser abrazado, si te gusta acariciar y que te acaricien, está claro que esta es una de tus formas favoritas de demostrar amor. LOS REGALOS Si eres de los que dan y reciben los regalos interpretándolos como un gesto de amor, esta forma te gustará. Conviene, eso sí, tener claro que esta forma sea una extensión del amor, una forma de confirmarlo, pero teniendo cuidado de que los regalos no sean un sustituto del amor. Regalos sí, pero… amor también. LAS PALABRAS DE AFIRMACIÓN Si te gusta que te digan que te quieren, si tú eres de los que lo dicen a los otros, ésta puede ser tu forma favorita. Sabes, eso sí, que esas palabras tienen que ser y sonar verdaderas, porque si dices “cariño” o “mi amor” al que te vende el pan y al conductor del autobús, cuando una persona de tu entorno lo escuche le va a sonar automático, rutinario, sin verdad, vacío… Selecciona entonces otras palabras para tus seres realmente queridos y cárgalas de amor cuando las digas, y acompáñalas con una mirada y una sonrisa sinceras. LOS ACTOS DE SERVICIO En ocasiones uno no sabe manejarse con la manifestación verbal del amor, o no hace regalos, o no sabe o no se atreve con el contacto físico, pero en cambio es un excelente cuidador que está siempre disponible, que es atento con su gente querida, complaciente, y es entregado y generoso con sus cualidades y su tiempo. Esta forma de demostrar el amor, tan callada, tan sutil, es una forma muy agradable aunque menos notable. EL TIEMPO DE CALIDAD COMPARTIDO El tiempo, nuestro tiempo, es nuestra vida. Si le entregamos a alguien tiempo le estamos dando el regalo más caro del mundo. Nos estamos privando de hacer otra cosa mientras estamos con alguien, así que conviene dar calidad a ese tiempo, y que no sea solamente un momento de acompañamiento rutinario y sin gracia. Si uno está con alguien, que esté TODO UNO, que toda la atención se centre en ese momento y esa persona. Que tenga todo nuestro amor. Porque esta es otra forma de amar. RESUMIENDO Que hay mil modos de demostrar el amor, y cada uno se siente más cómodo y más él mismo con uno de ellos o con la mezcla de varios. No es tan importante la forma como la intención y el resultado, y si la intención es AMAR y el resultado es AMOR, es perfecto. Hazlo como quieras, pero AMA. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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EL MIEDO A QUEDARSE A SOLAS CON UNO MISMO En mi opinión, uno de los miedos de los que más cuesta desprenderse es el miedo al silencio. Porque es el miedo a quedarse a solas con uno mismo, en silencio de ruidos o músicas o gente o distracciones que a uno le evaden y le evitan quedarse consigo mismo y nada más que consigo mismo. Con nadie más ni con otra cosa. No me extraña ese miedo. Las personas que no se sienten a gusto en soledad, que no tienen la autoestima en su sitio, que se odian o se desprecian, que tienen una relación difícil o nula con su interior, con sus emociones, con su pasado o su presente, evitan cuanto pueden quedarse en un abandono de todas las distracciones y mata tiempos en los que se refugian huyendo de sí mismos. Cuando no hay entretenimientos y una de estas personas toma consciencia real de sí misma, siente un estremecimiento porque sabe que lo siguiente que va a suceder es que los pensamientos más negativos y más dubitativos y más cargados de reproches van a hacer acto triunfal de presencia, y va a comenzar el martirio mental del que parece que uno no puede escapar. Todos nos hemos equivocado en más de una ocasión, pero no nos gusta que nadie nos lo recuerde –ni siquiera nuestra propia memoria-, y no nos gusta que los arrepentimientos que tratamos de mantener acallados se presenten en ruidoso tropel y sean un eco que repite sin parar todo aquello que hicimos mal, y en el silencio se pueden presentar todos nuestros miedos asolándonos, recordándonos que somos sus esclavos y haciéndonos creer que no podemos eludirlos de ningún modo, y aprovechan también para presentarse esas cosas en las que sabemos que nos tenemos que pararnos para revisarlas pero las vamos aplazando de un día para otro, y así durante años. Así que lo que más apetece es huir de uno mismo, o por lo menos acallar como sea esos pensamientos inquisidores e inquisitivos que nos martirizan con sus quejas o reproches. Estas personas buscan mata-ratos, pasatiempos, distracciones, inventan ocupaciones, se crean obligaciones, encuentran cualquier tipo de excusas que puedan justificar que no se puede dedicar al silencio, que la contemplación de su vida es algo que tendrá que esperar, y tal vez se atrevan a decir “que tampoco es necesario”, “a fin de cuentas, a todos nos pasa algo”, “todos tenemos nuestras cosas y quien no, que tire la primera piedra”, “bueno, ya se pasará, el tiempo lo cura todo”, porque el silencio verdadero, el silencio de contactar con uno mismo, conlleva implicación con esa verdad que tan bien se disimula o se disfraza o se menosprecia. Silencio es contacto ineludible con la verdad. El silencio es un espejo que no sabe mentir. El silencio borra el camino a las distracciones y deja una sola vía que conduce, inexorablemente, al Uno Mismo. Uno Mismo es el centro: el motivo y el sentido de la Vida, y quien busque otra trascendencia tal vez esté equivocado. Conviene no disfrazar o idealizar lo importante. LO IMPORTANTE es Uno Mismo. LO IMPORTANTE es ser consciente de estar aquí y ahora. LO IMPORTANTE es cumplir la misión de ser totalmente la realidad que uno puede llegar a ser. Y el silencio es la puerta de entrada a Uno Mismo. Puerta que te invito a que abras para entrar. Y sin miedo, porque dentro no hay monstruos ni amenazas ni enemigos: sólo estás tú. Esperándote. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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CÓMO EXPRESAR NUESTRAS RECLAMACIONES En mi opinión, todos tenemos derecho a reclamar aquello que en justicia nos corresponde, y no veo correcto renunciar a ello y conformarnos rindiéndonos, resignados a soportar lo que no nos parece justo, sólo por el hecho de no enfrentarnos a quien nos ha causado un perjuicio. Es conveniente reclamar, pero también es conveniente comprobar el modo en que se hace, que ha de ser asertivo, y no ha de ser de una manera disparatada o desorganizada, y menos aún haciéndolo en un momento de ofuscación o rabia y con un tono o actitud que no nos va a aportar una solución sino, tal vez, más conflictos. Es evidente que si tienes un asunto al que le das vueltas y vueltas, y mientras más vueltas le das más te enoja, es un asunto que tienes que resolver. Por tu propio bien y por tu estabilidad emocional. Para que sea útil y efectivo, al hacerlo conviene seguir estos cuatro pasos de un modo ordenado: emoción, hecho, relato y próximos pasos. Ejemplo: Tienes problemas en la relación con un hijo –o hermano, cónyuge, madre…- por el modo como se comporta. Más o menos, poniendo tus propias palabras, así sería el guión para la reclamación. “Me siento incómodo (emoción). Te he pedido ayuda en varias ocasiones y no me haces caso (hecho). No escuchas mis peticiones, aunque sabes que son justas y que tu obligación es ayudarme (relato). Lo que quiero es que a partir de ahora modifiques tu actitud y te hagas cargo de tus responsabilidades y me ayudes cuando te lo solicite (próximos pasos)”. Hay que comunicar las cosas con claridad, y si se hacen en justicia, y del modo adecuado, se ha de recibir lo que se solicite. La asertividad es muy aconsejable en estos casos. De la wikipedia: “La asertividad es un modelo de relación interpersonal que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás; tiene como premisa fundamental que toda persona posee derechos básicos o derechos asertivos. Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la pasividad, que consiste en permitir que terceros decidan por nosotros, o pasen por alto nuestras ideas; y por otro lado tenemos la agresividad, que se presenta cuando no somos capaces de ser objetivos y respetar las ideas de los demás. El concepto de asertividad suele definirse como un comportamiento comunicacional en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Es también una forma de expresión consciente, congruente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. Contar con un criterio propio dentro de la sociedad es indispensable para comunicarnos de una mejor manera”. Partiendo del convencimiento del derecho a ser asertivos –aunque se pueden necesitar varios intentos hasta manejarlo bien-, teniendo claro lo que se quiere solicitar, y haciéndolo del modo adecuado, es muy posible que se obtengan los resultados deseados. Te invito a que lo pruebes. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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¿QUÉ NECESITO PARA MI DESARROLLO PERSONAL? En mi opinión, construida a raíz de tantos años implicado en estos asuntos del Desarrollo Personal, hay una serie de ingredientes que son IMPRESCINDIBLES para comenzar. Y para avanzar. A quienes quieran hacerlo bien les recomiendo respetarlos escrupulosamente, y no pretender hacerse trampa y saltarse alguno de ellos, porque todos son fundamentales para llevar a buen término el Proceso. INTERÉS La falta de interés hace peligrar todo el proyecto. Esto no es algo que se pueda tomar a la ligera, ni hacerle caso un día para que en el siguiente se desande lo andado, se niegue lo descubierto, o se olviden los propósitos. Uno ha de implicarse plenamente. Intensamente. Del todo. Con toda la atención puesta en ello para que nada se pase, para que nada se siga viendo con los ojos rutinarios de la costumbre, y todo adquiera una dimensión que lo haga evidente y claro a nuestros ojos. VOLUNTAD “Lo de siempre” actúa como siempre, así que uno tiene que deshacerse de la flojera, trasmutar la desgana en su opuesto, despedir el desánimo, cambiar sus modos habituales, y comprometerse. Y cuando la apatía se presente, echarla fuera y lejos, porque la persistencia es imprescindible. Por lo menos una pasito cada día. Pase lo que pase. DEDICACIÓN Esto no es un pasa-tiempos, ni un mata-ratos, ni algo para hacer de vez en cuando. Esto requiere continuidad. Dedicación plena. Incluso en los momentos en que uno está haciendo otra cosa tiene que tener activada al mismo tiempo la atención observando eso que está haciendo, cómo, por qué, para qué, de qué modo, y preguntándose si está de acuerdo con ello o es algo que prefiere modificar, eliminar… o promocionar. Dedicación continua. RESPONSABILIDAD Defiendo la suposición de que el Creador entrega la vida junto con un compromiso que hemos firmado, simbólicamente, aunque no lo recordemos ni tengamos copia de ello. Ese compromiso implica la responsabilidad sobre la vida recibida. Responsabilidad de hacer de ella algo de lo que podamos sentirnos satisfechos, noblemente orgullosos, para que cuando tengamos que entregársela a la muerte nos quede la conciencia en paz del deber cumplido. Responsabilidad implica no desaprovecharla, cumplir los proyectos y propósitos, hacer lo que se considere correcto en cada ocasión, ser noble, ser consciente, ser cumplidor del compromiso. PACIENCIA Porque las cosas no van a salir siempre según lo previsto o lo deseado, y porque vamos a fallar en más de una ocasión en las dos primeras condiciones –ya que somos humanos-, pero a pesar de ello cada vez que incumplamos en vez de martirizarnos por ello lo que haremos será suspirar levemente, plantarnos una sonrisa, animarnos como a niños pequeños que intentan dar sus primeros pasos, inflarnos la moral… y adelante. Paciencia. Mucha paciencia. COMPRENSIÓN Comprender no es solamente entender algo -que es muy evidente que va a ser imprescindible-, sino que también es “contener o incluir en sí algo”, o sea que todo lo que vayamos descubriendo, lo que entendamos, lo que resolvamos, tendremos que lograr que pase a formar parte indisoluble de nosotros mismos. Es necesario sacarlo de la teoría o del simple conocimiento para aprehenderlo, para integrarlo, para que eso sea tan uno mismo como uno mismo. ACEPTACIÓN Muchas de las cosas que salgan a la luz en el Proceso de Desarrollo Personal no nos van a gustar nada. Nada de nada. Porque todos tenemos cosas de las que no nos sentimos orgullosos, y cosas que hemos escondido, y cosas de las que renegamos… y van a aparecer. Tienen que aparecer para que podamos comprenderlas y podamos sanarlas. Nos tenemos que aceptar en integridad tal como estemos en este momento y con todo nuestro pasado. Sólo a partir de esa aceptación comienza la posibilidad de modificar las cosas con las que no estemos de acuerdo. AMOR Amor propio. Amor a uno mismo. Porque sin amor nada de lo anterior se podrá realizar. Si uno no está a favor suyo, si no comprende que es el amor a sí mismo lo que mueve todo este Proceso, no va a adelantar pasos reales. Lo que haga no tendrá una consistencia duradera. Será un parche mal puesto que, antes o después, se caerá y dejará de ser útil. Lo expuesto son unas premisas imprescindibles que nos llevarán al resultado final deseado. Uno es merecedor de lo mejor y es el beneficiario directo del Proceso, así que… no hacen falta más argumentos. Adelante. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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NO CONFUNDIR UNA OPINIÓN CON UNA VERDAD En mi opinión, el hecho de no tener muy claras algunas cosas personales, referentes a quiénes somos realmente, nos hace caer en el error de confundir lo que es una opinión que tiene una persona con lo que es la verdad. Es una cosa bastante habitual esto de no conocerse bien. Muchas personas estamos en un Proceso de Autoconocimiento, en el Desarrollo Personal, y conviene tener claro –quienes aún no lo tengan- que durante nuestra infancia vamos conformando algo que se denomina YO IDEA, que es la idea que cada uno tenemos de nosotros mismos en función de lo que nos han ido diciendo nuestros educadores, los amigos, los familiares… Como no tenemos en esa edad criterio para poder discernir, o para poder averiguar por nosotros mismos, nos creemos lo que los otros nos dicen de cómo o quiénes somos. Error. Porque no siempre coincide lo que ellos opinan con la verdad. Y si en la infancia alguien nos dice que somos torpes –en su opinión-, creceremos y viviremos convencidos de que somos torpes. Si nos dicen que somos desordenados –según su opinión- creceremos y viviremos convencidos de que somos desordenados, y ya que nos han dicho que somos torpes y desordenados –según su opinión- actuaremos como tales y no nos molestaremos en corregirlo “porque somos así”, y eso quiere decir –en una conclusión equivocada a la que nos han hecho llegar- “que es nuestra naturaleza y no puede ser cambiado”. En realidad es posible que seamos torpes, como niños que somos, si se nos compara con un adulto, pero si se nos compara con otros niños somos tan inexpertos –que no torpes- como ellos. ¿Lo ves ahora más claro? Uno no es “torpe”, es inexperto. Y entendiendo eso todo cambia. En cuanto uno sea un poco mayor, y tenga más capacidades, será experto y no volverá a cometer las “torpezas” con las que le calificaban como “torpe”. Hay otras opiniones que tampoco son verdades, ya que son claramente ofensas malintencionadas, porque se dicen en un momento de arrebato o enojo y con la clara intención de insultar y hacer daño. En un insulto, en un menosprecio o desprecio, puede haber algo de verdad, pero no tanta ni tan grave como se dice. Una sugerencia: la reacción adecuada ante una agresión verbal de este tipo es manifestar exactamente lo contrario de lo que el otro espera que se haga, o sea, mostrar indiferencia. Cuando uno ofende con un insulto lo que busca es que el otro se enoje, y si el otro se enoja está colaborando con el insultante, porque está reaccionando y afectándose tal como el otro deseaba. Cualquier cosa que otro nos diga acerca de nosotros mismos, si no nos conoce perfectísimamente -tanto como nosotros o más, cosa casi imposible- no deja de ser una opinión suya, que está basada en suposiciones, en partes o momentos o acciones concretas que ha visto de nosotros –no en la globalidad- y, además, tal vez ni siquiera sea la verdad sino su propia interpretación. No hay que creer que una opinión ajena es una verdad. Las opiniones se basan, según decía Platón, en “un conocimiento parcial no-verdadero, insuficiente e incompleto, que se fundamenta en la percepción, se refiere al mundo sensible, a las entidades corporales, y, en la escala de los conocimientos”. O sea, el conocimiento que se tiene a través de un juicio que se forma a partir de datos incompletos. Eso son conjeturas, suposiciones, deducciones, imaginaciones… pero no son realmente la verdad. No te creas cualquier cosa que otro diga de ti, y menos aún si captas la mínima sospecha de que no es una opinión sincera sino que detrás de ella existe cualquier intención insana. Conócete del todo. Así no necesitarás que sea otro quien diga lo que eres o lo que no eres. Así no te sentirás molesto cuando alguien diga de ti algo que ya sabrás que no es verdad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LOS 5 POR QUÉ En mi opinión, Toyota –el fabricante de vehículos- aplica muy correctamente una técnica que sirve para conocer el origen de los problemas que se presentan. Este es el ejemplo que ponen de Toyota en la wikipedia: · EL PROBLEMA: El vehículo no arranca. 1. ¿Por qué? - La batería está muerta. 2. ¿Por qué? - El alternador no está funcionando. 3. ¿Por qué? - La correa del alternador se ha roto. 4. ¿Por qué? - La correa del alternador fue mucho más allá de su vida de servicio útil y no se sustituyó. 5. ¿Por qué? – No se ha hecho el mantenimiento de acuerdo a lo recomendado en el programa de servicio. De este modo se llega al origen: no se hizo bien el mantenimiento. Si uno se queda en la respuesta del primer por qué, simplemente pondrá una batería nueva, pero más adelante -y ya que el alternador no está funcionando- se estropeará también y así una tras otra todas las que se vayan colocando. Al mismo tiempo, si uno llega hasta el quinto y comienza a hacer bien los mantenimientos evitará que se estropeen otras piezas. ¿Lo ves claro? Ahora es cuando tenemos que aplicar esta técnica a los problemas de nuestra vida. Se trata, lógicamente, de evitar repetir la costumbre de dar vueltas a lo mismo sin avanzar y quedarse sin encontrar respuestas, o lo que es igual de malo: conformarse con un “no lo sé”. El problema: Estoy abatida. 1. ¿Por qué? – Porque mi pareja me ha abandonado. 2. ¿Por qué? – Porque no era feliz conmigo. 3. ¿Por qué? – Porque no le dedicaba atención. 4. ¿Por qué? – Porque ya no sentía interés por él. 5. ¿Por qué? – Porque ya no estaba enamorada. Esto es solamente un ejemplo de cómo se puede llegar al origen de lo sucedido. A veces puede ser necesario aumentar o disminuir el número de porqués. Lo importante es que no nos conformemos antes de llegar a la que sabemos –porque lo sentimos así- que es la respuesta auténtica. Podríamos llegar a un sexto por qué, cuya respuesta podría ser: Porque él había cambiado mucho y ya no era la persona de la que yo me enamoré. Y ahora, con esta nueva respuesta, estaríamos aún más cerca del origen auténtico. Si no se realiza esta técnica, uno se puede quedar en esa respuesta deplorable e inaceptable de “no lo sé”, y se sentirá una víctima que no comprende lo que le ha pasado, y hasta es muy posible que acabará culpabilizándose –que es una costumbre muy femenina- y preguntándose –sin un excesivo interés y sin seguir la técnica- qué es lo que hizo mal para haber acabado sola y abandonada, cuando –en este ejemplo- es evidente que ella no es la culpable. Conviene, y mucho, preguntarse el por qué de las cosas. La mayoría de las veces diremos que no sabemos la respuesta y eso no siempre es cierto, simplemente es que no nos apetece meternos en ese proceso de introspección al que tanto miedo tenemos. Miedo a descubrir algo de nosotros que no nos guste porque nos haga aparentar ser peores de la idea negativa que ya tenemos, pero ya lo he escrito más de una vez: DES-CUBRIR es sacar a la luz LO QUE YA ESTABA. El hecho de descubrirlo no quiere decir que se nos acaba de incorporar, sino que YA ESTABA pero no éramos conscientes de ello, y SÓLO AL RECONOCERLO Y ACEPTARLO se puede iniciar un proceso de modificación o expulsión. Un ¿Por qué?, siempre es necesario. Preguntar lo que no se sabe –y obtener respuesta- es el único modo de conocer lo desconocido. Sin miedo a lo que pueda aparecer, conviene insistir en conocer el origen o la razón de todas nuestras cosas. Es necesario. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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EVITA LOS HALAGOS En mi opinión, una de las cosas que aun haciéndolas con buena intención pueden producir un resultado contrario, o sea negativo, es el hecho de halagar falsamente, solamente por quedar bien o por decir algo que parezca bonito… aunque no sea cierto. Desde un punto de vista de adultos, cuando uno halaga y quien lo recibe aprecia que no es cierto, que no es sincero, lo que se consigue es que “el halagador” pierda toda credibilidad. El halagado piensa que si le está mintiendo en ese asunto, también le puede mentir en otras cosas. Por otra parte, no se le hace ningún favor al halagado. Si se le dice que le queda bien una prenda cuando no es cierto, puede que esté haciendo el ridículo cuando lo sensato, lo adecuado, lo ético, hubiese sido hacerle saber la opinión verdadera, eso sí, con delicadeza y procurando no herir pero sin mentir. A los niños se les hace un mal favor halagándoles cuando el halago no es cierto. Se les hace creer que son lo que no son o quienes no son. Se les idealiza y acaban creyéndose que son tan ideales como se les dice. Y no es cierto. Cuando los niños son pequeños no tienen una idea clara de quiénes son. No tienen autoconocimiento exacto y completo de sí mismos y tampoco tienen capacidad para formarse un criterio, así que se forman una idea (el YO IDEA) de sí mismos con los datos que los otros le van aportando. Si les dices que son inútiles, lo incorporan a la idea de quiénes son y desde entonces se consideran inútiles, y si se les dice que son reyes, se creen que lo son y actúan como si lo fueran, lo que les convierte en tiranos –a veces-, y lo que se vuelve contra ellos cuando salen al mundo y se dan cuenta de que realmente no son reyes, y que no todos los que están en el mundo son sus súbditos y están pendientes de concederle todos sus caprichos. Hay que reconocer que el halago ejerce una especie de hipnotismo en quien lo recibe. A todos nos gusta que nos aprecien o nos admiren. A todos nos gusta ser tan buenos como llegan a decir que somos, y estar tan bien como dicen que estamos, y colaboramos gustosamente auto-engañándonos aunque sabemos que no son ciertos. El ego colabora para que así sea. Pero quien halaga falsamente lo que está buscando es manipular al halagado, puesto que con eso ya le tiene “blandito” y de su lado. De algún modo, y como contrapartida, el halagado le debe algo a quien le ha hecho ese regalo. Y por eso aceptarlo le hace vulnerable frente al otro. Sólo quien se conoce de verdad, con sus cualidades y sus puntos débiles, es capaz de darse cuenta de cuándo le están reconociendo uno de sus atributos o cualidades verdaderos o cuándo le están embaucando. Así que… la próxima vez que quieras halagar a alguien sé correcto, veraz y sincero con lo que digas. Si eres un poco exagerado, date cuenta de qué objetivo consciente o inconsciente estás persiguiendo con ello. Y si eres tú quien recibe el halago no te dejes cegar, no te lo creas porque te interese creértelo –salvo que tú sepas claramente que lo que te dicen es cierto-, sospecha un poco de la intención del halagador y quédate atento y alerta. Se cauto y no te dejes embaucar por las palabras. Si es cierto lo que te dicen, da las gracias. Y te recomiendo que no ofrezcas otro halago por compromiso, por quedar bien, porque te parezca que es lo correcto. Si es muy sincero, adelante, hazlo. Pero ten en cuenta que muchas personas halagan a otras convirtiéndolo en una inversión de la que esperan, a cambio, otro halago o muchos más. No olvides que halagar es “causar o infundir soberbia o vanidad a alguien” y que es “adular o decir a alguien interesadamente cosas que le agraden”. Date cuenta, porque tal vez lo que desees es, simplemente, agradecer, reconocer, expresar, ser amable y educado, y para ello sólo es necesario ser sincero y dejar a tu corazón que se exprese sin intervenir tú. Y de este modo, es correcto y está muy bien. Mucho cuidado con los halagos, porque si eres tú quien halagas puede que te estés convirtiendo en ese ser interesado –un poco desagradable y casi odioso- de quien hemos estado hablando cada vez que hemos dicho algo ingrato de los halagadores. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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TODO Y YO En mi opinión, hay una tendencia a la confusión cuando uno decide, consciente o inconscientemente, que va a emprender un Camino de Mejoramiento, un Proceso de Desarrollo Personal, o un acceso al Autoconocimiento, porque se supone que todo eso se pone en marcha a partir de tener una serie de conocimientos que orienten en ese desconocido Camino. Y no es así. Se piensa –aunque no se piense- que mientras más conocimientos se tengan, mejor será. Y a medida que uno empieza a conocer algo, encuentra relación entre todas las cosas y casi se siente uno en la necesidad de saber un poco de todo lo relacionado con el mundo esotérico, con lo espiritual, la psicología, el interior o lo interior, etc. Cuando uno está aún en esa etapa es el momento de clarificarse las ideas y tenerlas templadas, para no empacharse de conocimientos inútiles que le descentran a uno y le desvían del Camino. Parece como si uno olvidara que se está buscando a sí mismo y no todos los conocimientos, porque se empieza a llenar de distracciones del Camino que lleva a uno mismo –al Uno Mismo-, y se siente en la necesidad de ser un pequeño erudito que sabe –por lo menos- un poquito de todo. Ahí está el peligro: en la distracción. Hay que recordar y recordarse continuamente que TODO lo que se haga conviene que esté relacionado con uno mismo. No se trata de saber astrología, sino de saberse encontrar en la propia carta natal, de averiguar qué información se puede obtener de esa carta que sea útil para el Proceso. Está bien saber de psicología, pero no para “curar” a los otros o para darse cuenta de “qué mal están los otros”, sino para verse a sí mismo reflejado en el espejo de la psicología. Todo aquello que no se relacione con uno, aquello en lo que uno no se encuentre o no se quiera ver, es inútil. Puede ser distracción, desvarío, o alimento para el insaciable y orgulloso ego. Interesa todo lo relacionado con el Ser, que no son las mismas cosas que le dan satisfacciones al ego. Es bueno saber que uno mismo es el destinatario de todo lo que uno hace. Y es válido buscarse en cualquier disciplina de conocimiento, en cualquier modo o técnica, donde sea que haya ética y verdad, pero sin olvidar que el objetivo único y primordial es uno mismo. Si no está relacionado o no se relaciona directamente con uno mismo se queda en conocimiento teórico, en una muy posible pérdida de tiempo –que es vida-, en alimento para el engorde del ego que podrá presumir de cuántas cosas es capaz de recordar y en cuántas cosas se ve reconfortado, pero la teoría que no se lleva a la práctica o que no se incorpora en uno mismo es solamente una hipótesis, es aire, son solamente palabras, y sólo aquello que se incorpora a Uno, que se hace Uno, forma parte de Uno. Desde el punto de vista del Desarrollo Personal no es interesante la liga de baloncesto australiana, ni el modelito que llevó aquella actriz cuando fue a recoger su Óscar, ni cuál es la canción más escuchada este verano, porque nada de eso tiene que ver con el Uno Mismo, con la evolución, con el Crecimiento Personal Particular. No importa cuál es el sentido de la vida, pero sí importa cuál es el sentido de MI vida. No importa si los otros son egoístas, pero sí importa si YO soy egoísta. Importo YO, pero el YO esencial, y todo aquello que corresponde al Ser Primordial, a la Espiritualidad, o al alma propia. Importa lo que se puede incorporar a UNO MISMO y formar parte de lo que Uno es. Importan las cosas en las que YO estoy presente, las que están relacionadas conmigo, lo otro y YO, todo y YO. Y hay que evitar desperdigarse y desperdiciarse. Conocer, puede conocer cualquiera. Conocerse, es privilegio de dioses. No permitas que el ego te distraiga, que la tentación de los conocimientos que no son Tu Conocimiento –el conocimiento de ti- te absorba. Date cuenta de lo que haces: qué haces, por qué lo haces, y para quién lo haces. Te puedes llevar una sorpresa. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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OLVIDA LOS ERRORES DE TU VIDA En mi opinión, demasiadas personas desaprovechan una gran parte de su vida por el hecho de condenarse a una frustración que permanecerá enquistada, y afectando con su ponzoña, debido al humano y habitual hecho de haber tenido algún “error” a lo largo de su vida. Un error no es más que una acción aparentemente desacertada o posiblemente equivocada. Y nada más. Como humanos que somos -y por ello limitados y lejos de la perfección y la excelencia en cada una de nuestras acciones y decisiones-, y ya que tomamos miles de decisiones a lo largo de nuestra vida, y teniendo en cuenta cualquier índice de probabilidades que utilicemos, es estadísticamente lógico que nos equivoquemos en varias o muchas de ellas. Ahí debería quedar todo. Se acepta el error, se aprende lo que haya que aprender, y a seguir a por otra cosa. “Muy bien la teoría -puede objetar cualquier lector-, pero es que detrás de algunos errores hay mucho daño hacia otra persona o hacia uno mismo, hay dolor por el resultado, hay pérdidas económicas, etc.” Es cierto. Así es. Eso es innegable. Está claro. Lo que no está tan claro es la obligatoriedad de que además del daño o perjuicio que haya causado el error haya que castigarse, atormentarse, frustrarse, enojarse con uno mismo y llegar a despreciarse, o ejercer esto mismo contra otro si es otro el que ha tenido el error. Eso, además de que es injusto, es una auto-agresión innecesaria que provoca un distanciamiento emocional con uno mismo. La autoestima se ve directamente afectada. El concepto que uno tiene de sí mismo se ve negativamente perjudicado, porque la mente imparablemente va a dar vueltas a la misma visión equivocada y magnificada del asunto, y todo se va a dramatizar más de lo justo y necesario, así que es uno mismo quien tiene la responsabilidad y obligación de pararse a sí mismo en esas elucubraciones mentales, en esas divagaciones sin fundamento que dan vueltas sobre sí mismas sin ser capaces de ver más allá de sus propias disquisiciones. Hay que olvidar la parte negativa de los errores lo antes posible, y además olvidarlos del todo borrando también hasta el último poso y la mínima huella. Lo positivo –que todo tiene algo positivo- es el aprendizaje que nos haya aportado acerca de lo que es conveniente no repetir, o lo que no se desea para uno mismo o los otros… el caso es que una vez extraída la enseñanza el resto es innecesario. Los achaques y lamentos, son innecesarios. La rabia y el dolor, son innecesarios. La desesperación y el abatimiento, son innecesarios. Sólo sirven el optimismo y la voluntad de seguir adelante y para bien. Olvidar es un acto de amor propio, una demostración de dignidad, porque el sufrimiento no aporta absolutamente nada positivo y sí mucho negativo. Esto hay que tenerlo muy claro, muy presente, y hay que llevarlo a la práctica. Cosa que deseo que hagas. Por tu bien. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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NO CONFUNDIR ALIVIO CON SOLUCIÓN En mi opinión, basada en bastantes años de tratar con personas que están en una situación muy dura y quieren hacer algo por salir de ella para mejorar su vida, hay muchas personas –muchas, muchas-, que cuando están muy desesperadas, muy hundidas, cuando llevan bastantes meses o años en la desesperación de haber tocado fondo y llevar mucho tiempo en él, toman una decisión -aparentemente firme- de hacer los cambios necesarios en su vida para salir de esa consternación, de ese abatimiento tan gravoso, y deciden hacer lo que sea necesario para salir de ese estado. He conocido una cantidad muy alta de esas personas que se ponen en contacto con un profesional para que les ayude en el proceso de cambio, afirmando un compromiso de esforzarse, de involucrarse, de remover sus cimientos y enfrentarse a lo que sea para poder salir del agujero en que se ven, pero… Empiezan con ganas, remueven su infancia en busca del origen de sus males actuales, comprenden las cosas que se les hace ver y empiezan a seguir las pautas, pero… Cuando han contado todos sus problemas ya empiezan a notar que la carga es un poco más ligera, y cuando la persona que le orienta le hace ver algunas de sus cosas de un modo distinto y las empieza a comprender, algunas de esas cosas empiezan a aparentar ser un poco menos duras y más livianas, y algunas heridas comienzan a cicatrizar, pero… Eso que sucede no es más que un poco de alivio, no es la solución. Es el principio de la solución, es la punta del iceberg, pero todavía no hay nada que se haya resuelto en el sitio donde se ha de resolver. Es un parche mental que la razón comprende, pero aún no se ha trasladado el efecto al sitio del inconsciente donde ha de surtir el efecto. En demasiadas ocasiones las personas se confunden ante esto, y como ese primer paso las hace notar un cierto efecto de bálsamo, y se encuentran más desahogadas y ven un poco de luz, algo dentro de sí -que posiblemente no sean ellas mismas- les invita a conformarse, a dejarlo ahí, porque seguir adelante a la búsqueda de la solución definitiva va a implicar remover ciertas cosas y eso puede que no sea muy agradable, y porque los sacrificios no siempre resultan atractivos, y eso de tener que reconocer que se ha vivido en un error y que uno se ha equivocado más veces de las que había querido reconocer no es plato de buen gusto, y tener que salir de la rutina en la que uno lleva años navegando, aferrado de algún modo al “más vale malo conocido que bueno por conocer”, pues… tal vez no compense. Cuando uno tiene una muela estropeada y tiene unos dolores tremendos, sabe que tiene que ir necesariamente al dentista para resolverlo, pero se toma un calmante y si eso le hace desaparecer el dolor también hace desaparecer las ganas de ir al dentista, y así aplaza la cita ineludible con la esperanza inservible de que la muela se arregle sola. En la vida, y en muchas ocasiones, pasa lo mismo: uno prefiere que no duela y que se arregle sola. Esa mentira es contraproducente, y lo que hace es alargar más la situación dolorosa en la que uno se encuentra. Lo que hace es aplazarlo, no resolverlo. Lo que hace es aliviarlo, pero no solucionarlo. El Proceso de Desarrollo Personal requiere de una ética que no admite nada que no sea verdadero, justo, sincero, honorable, honrado, intachable… El alivio inicial ha de servir para confirmar que realmente existe la posibilidad de solución y para demostrar que salir de donde se está ofrece a cambio un estado muy satisfactorio. Sugiero o ruego a quien se encuentre en algún momento ingrato en cualquier aspecto de su vida que reúna todo su amor propio, toda su valentía desusada y escondida, toda su responsabilidad y sensatez, y ponga todo ello al servicio de su Mejoramiento. Cualquier esfuerzo que se haga es largamente recompensado. Merece la pena. Y mientras uno no se enfrente con firmeza y valentía a sus asuntos pendientes de solución, aportando todo el esfuerzo que sea necesario, implicándose al cien por cien, llegando hasta el final sin conformarse con menos, uno será el sufridor directo de su negligencia y padecerá innecesariamente. Míralo. Mírate. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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TODO ES PROVISIONAL En mi opinión, una de las cosas que afectan a la estabilidad emocional, y a la vida en general, es el hecho de no aceptar la provisionalidad de las cosas, o la finitud de las cosas, o que sean cíclicas y por tanto tengan un principio y también un final. En muchas ocasiones permitimos que las cosas desagradables que nos van sucediendo tomen un protagonismo excesivo y acaben convirtiéndose en una losa que sepulta el resto de asuntos –los que están bien-, y lo tiña todo de un luto trágico y pesimista que espanta cualquier atisbo de confianza. Lo repito incansablemente: Hay que desdramatizar la vida. Todo es provisional. Todo empieza y todo acaba. Para todo hay una primera y una última vez. Y aceptarlo así, tan natural como es, nos evitaría muchos desatinos y desconciertos, mucho sufrimiento innecesario, mucha amargura inútil. Todos hemos vivido momentos que nos han parecido insufribles, interminables, que aparentaban ser el fin del mundo, y todos hemos comprobado –una vez que ha pasado un tiempo- que no eran tan graves como los vivimos, que no tenían tanta importancia, que nos desquiciaron innecesariamente, y que aquella ofuscación con que los afrontamos fue, precisamente, la que nos los hizo vivir de un modo innatural. Hay un cuentecito muy reflexivo que dice, resumiendo mucho, que había un Rey muy preocupado por su inestabilidad y sus hundimientos emocionales cada vez que le ocurría un acontecimiento desagradable en su vida. Pidió que algún sabio le aportara una solución para cuando se encontrara en uno de esos momentos de abatimiento o depresión, y apareció uno que le dio dos papeles doblados, con un texto escrito, y le dijo que llevara uno de ellos en el bolsillo derecho y el otro en el bolsillo izquierdo. Le dijo que cuando las cosas le fueran mal, leyera el del bolsillo izquierdo, y cuando fueran bien, leyera el del bolsillo derecho. Cuando se encontró en la primera situación desagradable, más bien grave, leyó el papel correspondiente y ponía: “Esto pasará”. Le tranquilizó mucho darse cuenta de ello. Afrontó la situación de otro modo distinto a como lo hacía habitualmente, y el hecho de ser consciente de la finitud de la situación que estaba atravesando le hizo relajarse y verlo desde otra perspectiva. “Esto pasará”. Más adelante se encontró en un momento muy agradable, satisfactorio, feliz, y se acordó de que tenía que sacar el otro papel. Lo leyó. Ponía: “Esto pasará”. Si somos plenamente conscientes de esto, nos tranquilizaremos cuando estemos mal porque esta nueva actitud nos permitirá salir pronto de ese pesimismo que se nos instala en los malos momentos, los veremos con objetividad, y cuando estemos bien nos servirá para darnos cuenta de que también se va a terminar eso que es bueno y nos gusta, así que lo viviremos con más intensidad, apreciándolo en su plenitud al ser conscientes de su finitud y de su posible irrepetibilidad. Aprendamos a vivir con la provisionalidad, que nos incita a vivir el momento con plenitud cuando es bueno y con desafecto cuando no nos agrada. Todo pasa, y que eso no cree desazón. Todo se termina algún día, y eso es y será así nos guste o no. Oponerse a ello, o enojarse por ello, es una actitud infantil, una pataleta que no hará que cambien las cosas. Lo único que puede cambiar es la actitud de cada uno ante esta indiscutible realidad. Desdramatizar y Preservarse son la clave. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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NO HAY QUE RECHAZAR LA AUTOCOMPASIÓN En mi opinión, es preferible desechar esa idea equivocada de que sentir compasión por uno mismo es un acto de debilidad que hay que evitar a toda costa. No es cierto. No hay que evitarlo. Pero tampoco es necesario quedarse estancado en la compasión lastimosa y paralizadora, ni es necesario conformase únicamente con el significado menos atractivo de la palabra. La compasión lleva incluido un sentimiento de pena –esto es cierto- y de tristeza, pero lo único que eso ha de hacer es que terminemos de comprender que somos Humanos, y como tales tenemos derecho a hacer vivenciales todos los estados emocionales –incluidos los menos agradables-, y que además tenemos la capacidad de recuperación, los instintos de mejoramiento y supervivencia activados, y pujante el impulso vital a seguir hacia adelante y hacia mejor. La compasión implica también un sentimiento de ternura, y cualquier sentimiento de ternura hacia uno mismo es un gran paso en la reconciliación con nosotros mismos que todos tenemos pendiente; la ternura nos humaniza y nos pone en contacto con nuestro auto-amor y nuestro corazón, y despierta nuestra naturaleza más sensible y sentimental, así que siempre ha de ser bienvenida. La compasión es empatía, es amabilidad y generosidad, es cordialidad y paz. Es el primer gran paso en cualquier proceso que quiera ser presidido por la verdad, porque la verdad es que todos nos hemos equivocado alguna vez, todos nos tenemos un rencor declarado u oculto en alguna parte, y todos necesitamos perdonarnos y aceptarnos plenamente con todos los errores que hayamos cometido en nuestro pasado o sigamos cometiendo en el presente. Tener compasión no es algo que tenga que llevar implícito necesariamente un menosprecio o una aflicción, no tiene que estar obligatoriamente relacionado con un inevitable resentimiento, no debe encubrir una rabia que no se quiere reconocer y se oculta. Desarrollar una sana autocompasión parte de tener una buena relación con uno mismo, y una buena relación debería carecer de cualquier tipo de conflicto personal, ya que por muy soterrado que esté va a estar mal influenciando sin duda. Hay cosas que no se dicen pero se sienten. Hay silencios cargados de reproches. Para comenzar a desarrollar una sana autocompasión, es necesario reconocer y aceptar todo el pasado y todo lo pasado –TODO-, aceptarlo incondicionalmente y sin añadir a ello ningún reproche. Hay que comprender que equivocarse y no tomar las decisiones adecuadas es algo que entra dentro de lo “normal”, y que es habitual acumular errores y equivocaciones a lo largo de la vida. Es conveniente hablarse y tratarse con amabilidad, ser delicado y atento cuando uno trate consigo, mostrar y demostrarse cariño y auto-cuidado, y preservarse porque uno es lo más importante en su vida y la razón de su vida. Si uno se trata bien, la relación consigo se suaviza y, sin duda, se logran más y mejores cosas por las buenas y con amor que por las malas y con frialdad o rencor. Todos llevamos dentro incrustado un crítico, despiadado e injusto, excesivamente riguroso, poco comprensivo y poco perdonador, que analiza cada uno de nuestros actos con la intención de encontrar un motivo para reprocharnos. Es un enemigo imparable que nunca se pone de nuestro lado y sólo tiene ojos para ver lo que considera que hacemos mal. Con la práctica de la autocompasión uno va suavizando a ese inquisidor y va desdramatizando la vida y rebajando la tensión que produce tener que tomar tantas decisiones a lo largo del día. Todos somos eternos aprendices en esto de vivir, porque ninguno estamos preparados para hacerlo siempre del modo adecuado. No nos prepararon para ello. Y nos tenemos que tratar como tales –eternos aprendices-, y ser comprensivos, y ser amigos en todas las circunstancias y a pesar de todo. Tenemos que tratarnos con mucho cariño, hablarnos de un modo positivo -como nos hablaría quien más nos quiere-, siempre con una sonrisa de ánimo, y estando siempre y en todo momento de nuestro lado y a nuestro favor. Autocompasión es Autocomprensión. Y eso es bello. Y es adecuado y beneficioso. Somos Humanos y hemos de amarnos. La compasión es símbolo de bondad, de altruismo, y de reconciliación. El amor propio es el amor más grande. Asume esto. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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CÓMO ENFRENTARSE A PERSONAS QUE NOS INTIMIDAN En mi opinión, todos nos hemos visto en alguna ocasión en la situación de tener que enfrentarnos a personas que nos ha intimidado por su poder, por su situación de mando, o bien porque nos hemos sentido ante ellos en inferioridad de condiciones, más débiles, o asustados por la situación. Hay modos de enfrentarse con tranquilidad en estos casos, como tener la Autoestima en su punto adecuado, conocer nuestros derechos, o desdramatizar las situaciones, pero hay ocasiones en que no somos capaces de estar en igualdad de condiciones frente al otro y para esas ocasiones recomiendo esta solución. Y funciona. Garantizo que, bien hecho, funciona. Este es un ejercicio que conviene tener “ensayado” para cuando llegué el momento de ponerlo en práctica poder hacerlo en un instante, ya que en ocasiones no se dispondrá de mucho tiempo para realizarlo ni el lugar o las circunstancias serán favorables. EJERCICIO Consiste en abrir un poco las piernas y pisar el suelo con firmeza. Es necesario tener la sensación de estar bien “anclado” a la tierra. Hay que imaginar/visualizar que de las plantas de los pies brotan unas raíces que comienzan a hundirse en el suelo. No hay que permitirse la distracción de pensar que el suelo es de cemento o que uno está en un quinto piso. Las raíces brotan de las plantas de los pies y buscan la tierra. Comienzan a crecer y crecer. Cada vez se van extendiendo más por el subsuelo. Es posible que se lleguen a visualizar unas raíces kilométricas que abarcan todo el mundo. Lo importante es llegar a notar una sensación de poder, de tener la seguridad de estar tan bien anclado al suelo que nadie podrá tirarte –ni simbólica ni físicamente-, y notar esa firmeza que aportan a los árboles las raíces bien enraizadas. Repito: Garantizado que funciona. Y una vez que se ha ensayado, se tardan dos o tres segundos en conseguirlo. Luego, y además, conviene usar la asertividad para resolver el asunto que haya que resolver con el otro. (Otra fórmula que se usa mucho en estos casos es visualizar a la otra persona desnuda, o haciendo sus necesidades en el baño. Eso les despoja de todo el “poder” que se les haya concedido) Te invito a que lo pruebes, pero te sugiero que lo hagas desde el convencimiento de que va a funcionar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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REEDUCAR LA MENTE En mi opinión, la mente nos juega muchas malas pasadas. Una de ellas, es que nos complica la vida. Desde el gobierno auto-impuesto de su dictadura -ya que raramente nos encargamos de controlar su capacidad para administrar nuestra vida-, o desde su autoridad más que cuestionable -incluso es cuestionable la moralidad de nuestra propia mente-, dirige nuestra vida de un modo caótico, autoritario pero inseguro, y condicionado por sus propios miedos y confusiones. Nadie tiene una mente limpia, pura, des-condicionada. Todos estamos influenciados, en mayor o menor medida, por nuestra educación, nuestras circunstancias, y nuestro pasado. La aparente libertad de pensamiento de la que gozamos no es más que un espejismo que nuestra mente nos proporciona para que creamos que somos nosotros quienes pensamos, y para que no nos metamos con ella. En realidad, casi nunca somos nosotros quienes pensamos, sino que es nuestra propia miente quien dirige a su antojo la dirección de nuestros pensamientos. No pensamos: somos pensados. Quizás el único momento en que contactamos con la parte pura y des-condicionada de nuestra mente es cuando estamos en una meditación o en una relajación y conseguimos evadirnos del ego y de la actividad frenética de la mente -de esa mente que se obstina en buscar lo que nos hace creer que son nuestros intereses, que en realidad son los suyos-. La tarea que estaría bien que nos propusiéramos –que es una tarea lenta-, es descondicionar la mente, descontaminarla, despojarla de prejuicios, de miedos, de rutinas; reeducarla en libertad, en la costumbre de ver todo nuevo y todo como si fuera la primera vez; en ser comprensiva, en aceptar que las personas y las cosas son como son, y que no es bueno que se inmiscuya –y nos inmiscuya-, en todos los asuntos. La mente es, y esto hay que tenerlo muy claro, un instrumento a nuestro servicio. Un instrumento que hay que utilizar como utilizamos una mano o utilizamos las piernas -que nosotros decidimos cómo, hacia dónde y cuándo mover-. ¿Te imaginas si tuvieran autonomía propia y fueran ellas quienes decidieran qué quieren coger o dónde nos quieren llevar? Pues eso es lo que hace nuestra mente. Divaga, especula, decide, mariposea, redunda una y mil veces en lo pesimista, imagina cosas casi imposibles… Y somos nosotros quienes pagamos sus errores, quienes sufrimos sus disquisiciones, víctimas de sus caprichos por no saber imponer el orden y no tomar las riendas en tan delicado asunto. A la mente conviene tenerla encerrada en un cajón, y sacarla solamente cuando se necesite –no olvidar que es un instrumento a nuestro servicio, y que ella nos pertenece y no le pertenecemos-, y hemos de controlar todo el proceso mental, siendo nosotros, estando conscientes de ello, quienes indiquemos el modo. Porque nos engaña una y otra vez. De pronto, nos presenta una propuesta, una solución, una idea, y creemos que somos nosotros quienes hemos pensado eso, y lo aceptamos sin más, sin condiciones. Y no es cierto. Es la mente quien ha pensado por su cuenta, y esa mente, siempre, está subordinada a sus miedos, está manipulada por su propia inseguridad, y asustada ante el temor de que se descubra su impostura y la fragilidad sobre la que se sustenta. La tarea que nos propone la vida es gobernarla, y no la de ser gobernados por la mente. Lo que nos propone es la coherencia entre lo que pensamos, lo que sentimos y cómo procedemos. Para ello es imprescindible conocer sobre qué principios o normas se erige nuestra mente, qué modo de actuar tiene, en qué se basa, cuáles son sus reglas y raíces, en qué se manifiesta con rectitud y en qué es injusta. Es una hermosa tarea la de descubrirse. Y es hora de ponerse a ella, para conseguir una mente libre, que acepte y comprenda todo y a todos, que entienda que cada quien es cada cual y es como es, que hay cosas a las que es inútil enfrentarse, que cada uno ha de buscar la paz en vez de la auto-confrontación, que conviene desdramatizar en lo posible las cosas desagradables, que hay que saber apreciar el alimento de la música o del silencio, que es necesario estar abiertos a nuevas experiencias y conocimientos, y que es necesario desestancarse, escapar de los prejuicios, y estar abiertos a evolucionar y crecer. Seremos los primeros beneficiados del resultado. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LA MENTE Y DIOS En mi opinión, gran parte de la culpa de que muchas personas no sepan entender a Dios, o no sean capaces de creer en Él como creen los que tienen fe, se debe al hecho de pretender llegar a su conocimiento o clarividencia a través de la mente. Ya se ha repetido en numerosas ocasiones que la mente y el corazón hablan idiomas distintos, y que es imposible que lleguen a entenderse entre ellos porque no hay traductor posible o intermediario que haga comprender al otro las razones del uno. Con la mente y la fe pasa lo mismo. Con la mente y Dios, igual. La mente sirve para muchas cosas, pero no para entender a Dios. Es imposible conciliar sus posturas. La mente, por lo general, tiene una programación especulativa de lo que es Dios, unos conceptos inculcados, unos pre-juicios, y todo lo que se salga del patrón donde lo tiene archivado no le encaja. Así que cuando alguien dice que para él Dios es la naturaleza, o se le ve en un amanecer, que se presenta como una emoción, o que no tiene ni necesita explicación o definición, a la mente estricta, incapaz de salir de su propia cuadratura, le resulta imposible de aceptar. Es por eso que esas personas tienen dificultad para encontrar a Dios: le buscan del modo equivocado y en el sitio donde no está. Todos hemos oído decir en alguna ocasión que en muchas circunstancias es mejor dejar de luchar contra la corriente, es mejor no oponerse, es mejor confiar, y este es uno de esos casos: es mejor conformarse con un sentimiento al que no hay que darles razones, porque no las pide, y es preferible quedarse con esa convicción que es innata –o aprendida de alguna experiencia transpersonal o de cualquier otro calibre- que hace sentir que hay algo superior, algo que no necesita tener un nombre ni un cuerpo ni una identidad, sino que se queda –y muy a gusto- en el mundo de lo indefinible, de lo que se siente o se sabe o se intuye o se vive, sin más. La fe –incluso fuera de la religión o del cristianismo- es “la confianza en alguien o en algo”, y es también –en otra acepción de la palabra- “la seguridad en que algo es cierto”. Cuando ese alguien, o algo, es invisible, indefinible, indemostrable, todo ello junto está siendo el cúmulo de argumentos que necesita la mente racional para no aceptarlo. De ahí nace la dificultad para creer en Dios de las personas que son mentales, que necesitan una explicación irrefutable y una demostración empírica, que tienen que verle y tocarle y aún así posiblemente seguirían dudando. La otra dificultad es deshacerse de lo que a cada uno le han inculcado con respecto a Dios, lo que le han dicho los curas o las monjas, lo que ha oído contar, porque hay muchas personas que no aceptan el Dios de la iglesia cristiana, pero en cambio admiten un Dios que no tenga que nada ver con la religión, un Dios que sea la Naturaleza, o un Dios que es el Orden, y no necesariamente el Creador. Es un tema delicado. Afortunados los que no sufren ningún conflicto en este asunto y sea cual sea su postura la tienen clara, porque eso les evitará muchos desencuentros, muchas dudas sin solución, muchos cargos de conciencia, el despertar de muchos miedos que se mantienen latentes, las propias contradicciones… Se supone que Dios, y la relación con Él, debiera ser un asunto sencillo, directo, en el que no intervinieran la mente, ni los prejuicios, ni las dudas, ni los miedos, ni las opiniones opuestas. Ya de por sí -y a nivel histórico y mundial- Dios y las religiones han causado demasiados muertos y confrontaciones como para que uno mismo, consigo mismo, tenga que padecer por el mismo motivo. En este momento estoy de acuerdo con esa sugerencia que propone -a quien padece alguna crisis en lo relacionado con Dios- que mejor que ponerse a buscarle desesperadamente, con ideas embrolladas, y ajustado a un molde de prejuicios, es preferible dejarse encontrar por Dios. Dejar la mente en blanco y los sentimientos abiertos y receptivos, no oponerse a recibirle… y esperar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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¿EXISTE LO QUE NO VEMOS? En mi opinión, muchas de las cosas importantes de la vida se nos escapan sin vivirlas, y a muchas de las cuestiones importantes de la vida no les dedicamos la atención que se merecen. Lo que es evidente, en muchas ocasiones nos pasa desapercibido y por ello no somos capaces de modificar algunos aspectos de nuestra conciencia que serían distintos si nos diésemos cuenta de algunas cosas. Conviene -por lo menos de vez en cuando-, hacerse alguna de esas grandes preguntas y esperar las respuestas, y conviene asombrarse al mirar los asuntos de un modo nuevo y verlos como antes no se nos hubiera ocurrido notarlos. Por ejemplo, cuando pensamos en nosotros, nos quedamos en eso que sí controlamos mentalmente porque lo podemos ver y le llamamos cuerpo, pero hay más cosas: alma, espíritu, energía, intuición, mente, sentimientos, divinidad, virtudes... todo eso existe -o creemos o sentimos que existe- y eso también forma parte de la misma unidad que somos, que comparte lo tangible y lo invisible. Así que… ¿Existe lo que no vemos?, ¿Existe lo que no tiene una ubicación que se haya podido constatar y marcar en un sitio concreto? Son preguntas que van mucho más allá de una especulación intelectualoide. Tienen trasfondo y trascendencia. Es más, son imprescindibles para la evolución personal y espiritual de cada persona. Una vida sin hacerse las grandes preguntas es una vida incompleta. ¿Cómo pueden existir cosas que realmente son indefinibles, que no sabemos ni podemos ubicar, que no tienen cuerpo o existencia física? ¿Existe el alma?, ¿Existe la intuición?, ¿Y la divinidad en cada uno de nosotros? Parece ser que sí existen. Incluso algunos científicos han hablado de ello confirmándolo, y casi todos los filósofos coinciden en afirmar que es necesario que existan. Para verificarlo personalmente es necesario sentirlo –la fe ayuda en estos casos-, o vivir una experiencia especial que se base en un hecho racionalmente “inexplicable”, o sentir “algo” que toque las fibras que no están conectadas con lo estrictamente mental y se sienten de un modo extra-ordinario –o sea, fuera de lo ordinario-. Llegar a eso mismo por las explicaciones racionales es más complicado. Aquí sí que son necesarios los presentimientos, los instintos, tal vez las memorias ancestrales, una cierta clarividencia, o una creencia que no admita dudas. Podemos afirmar con casi total seguridad que existe todas estas cosas ya relacionadas y otras más: alma, espíritu, energía, intuición, mente, sentimientos, la divinidad…pero no nos sirven de nada sin la vivencia personal de ellas, sin que las podamos experimentar, así que conviene no creer en ellas “porque sí” sin sentirlas, y conviene aún más estar atento a las propias percepciones, a esas creencias firmes –aunque no estén razonadas- en cada una de esas cosas, desde las más evidentes a las menos notables, y que no pertenezcan a un mundo intocable sino que sean una fuente de sabiduría y de confianza en ese “algo más”. La razón, en estos asuntos se convierte en una mala aliada, porque con su colaboración lo único que conseguimos es complicarnos más. Ella acepta el cuerpo, su propia capacidad de pensar –la razón que razona- y poco más. Todo lo demás es intuitivo, es sentible, es emocional… no es mental. Sí existen. Están ahí. Para contactar con ello solamente es necesario escapar de la mente -o quitar las prohibiciones mentales- y relajarse, dejarse ir sin miedo y sin necesidad de ataduras, contactar con esa parte que también somos nosotros -y que situamos generalmente en el interior-, y empezar a estar integrados con lo espiritual, lo invisible, el mundo de los sentimientos, y el cuerpo. Es muy recomendable. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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CÓMO MANEJAR EL DOLOR En mi opinión, considero que, en muchas ocasiones, rendirse ante una situación que se presenta ante nosotros como inabordable, o excesiva, o que lo hace en un momento en que no estamos capacitados para afrontarla por nuestro estado emocional de ese momento, la rendición se presenta como la mejor alternativa. Esas situaciones a las que me refiero prometen ser dolorosas y ser el inicio de una tragedia personal de la que se va a salir seriamente magullado o lastimosamente herido. Me refiero a que rendirse es la mejor de las opciones de ese momento concreto, pero es conveniente hacerlo sin las connotaciones negativas que le adjudicamos al hecho, como por ejemplo: que deje la sensación de fracaso y derrota, de humillación, o de abatimiento y vergüenza. Defiendo con énfasis que todos los Seres Humanos tenemos la obligación ética y digna de preservarnos, de ponernos a salvo de cualquier sufrimiento. Lo mismo que unos dicen que se necesita sufrir para aprender yo opino, por el contrario, que lo mismo se puede aprender con amor… si uno se lo permite. Si uno sigue enganchado a ese binomio destructivo de que todo mal o todo error merece un castigo, va a tener dificultades para des-culpabilizarse, y va a padecer –innecesariamente, según creo- por algo que no debiera hacerle padecer. Esto que vas a poder leer al final del párrafo es un poco complicado de entender para algunas personas, porque se opone frontalmente a cierto tipo de enseñanzas que les han inculcado, así que les sugiero -a quienes les choque la primera vez que lo lean- que lo intenten una y otra vez hasta que sientan dentro de sí algo que lo aprehende y comprende dentro de sí sin más explicaciones. Me refiero a sentir una especie de liberación interior, o de descarga de un peso de siglos, o cualquier manifestación que desde alguna parte de nuestro interior nos haga verlo con claridad y nos dé permiso para liberarnos del yugo del sufrimiento innecesario. Atención: NO PERMITIR AL DOLOR QUE DUELA, ES VENCERLE. Así de sencillo y así de claro. La intención del dolor es hacer daño, y casi siempre es un daño innecesario. Si sentimos ese dolor, le estamos permitiendo que logre su objetivo, o sea, estamos posicionándonos del lado de nuestro agresor. Ya avisé que no es fácil de aceptar para algunos. Si algo “duele”, pues hay que entender ese dolor simplemente como un toque de atención para que observemos lo que ha pasado y tomemos nota para otra ocasión que se presente algo similar. Y ya está. Se acabó. No es necesario prolongar ese dolor convirtiéndolo en sufrimiento perenne. No es necesario martirizarse, ni flagelarse, ni ponerse un cilicio; no es imprescindible echarse vinagre en las heridas. Si se le permite al dolor que se manifieste del todo, hasta su final –que es un final breve siempre que uno no decida convertirlo en sufrimiento alargándolo-, desaparecerá llevándose toda su ponzoña. Y no seguirá doliendo. Si se afronta cuando es solamente dolor y uno se permite sentirlo totalmente, entrar en el él, comprobar dónde duele y por qué, desaparecerá una vez que ha cumplido su cometido, que era hacernos ver algo. Si se hace así, ya no quedará la necesidad de convertirlo en sufrimiento para seguir en contacto con él, porque se habrá comprendido y ya no es necesaria su presencia y aún menos su insistencia. Mejor no oponerse al dolor, mejor permitirse recibir su impacto… y su enseñanza. Mejor rendirse y dejarse calar por él, no luchar, no oponerse. Mejor aceptarlo y abarcarlo en su totalidad. No hay que olvidar que somos Humanos y tenemos derecho a recibir el golpe en los sentimientos que cualquier cosa nos provoque. Pero solamente una vez. No hace falta que, después y por nuestra cuenta, lo repitamos o lo multipliquemos. Las cosas pueden doler, sí, pero… ¿Es necesario perpetuar ese dolor repitiéndolo o alargándolo? Mejor rendirse a su presencia, vivirlo sin oposición y con consciencia, aprender, aprehender, aceptar… y salir enriquecido y airoso de la experiencia. Y sí, se puede. A pesar de lo complicado o imposible que parece, sí se puede. Permítete comprobarlo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)