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  1. Cada mujer que ocupó mi atención, mi cama, o mi vida, o las tres cosas a la vez, dejó una huella duradera, una huella que se llevará el aire o una huella indefinible, pero cada una de ellas, todas, dejaron alivio o destrozo en mi corazón, alegría o pena en mi alma, fe o despecho en mi carácter. Espero con paciente desesperación la aparición mágica de una mujer total, plena y sin resquicios, que sea capaz de ocuparme entero con su sola presencia, que con su huella cubra las otras haciéndolas desaparecer; que me ocupe de tal modo que mi vida sentimental quede reducido a ella, solo ella y nadie más que ella. Francisco de Sales
  2. LA GRANDEZA DE LA SENCILLEZ. En mi opinión, tiene que pasar demasiado tiempo de la vida para que uno empiece a ser muy consciente de este asunto que aparece tan escondido y en desuso que es la sencillez. La sencillez es la cualidad de sencillo, o sea “que no tiene artificio ni composición”, “que carece de ostentación y adorno”, “natural, espontáneo, que obra con llaneza”, “sin doblez ni engaño y que dice lo que siente”. Todo esto y más es la sencillez. Y todo esto, que puede ser sin duda la más noble aspiración de quien esté en un Proceso de Desarrollo Personal, es algo que casi nunca aparece entre las prioridades personales –que suelen ser cosas más ostentosas- y es necesario acercarse a la madurez –o sobrepasarla- para darse cuenta de su existencia, y de lo amable y agradable que es ser sencillo. “Ser sencillo es lo que te hace grande”, pero no se refiere a ese “grande” avasallador y engreído, sino al grande de bondad e intenciones, al noble y natural que brilla por su humildad. “Es sencillo ser cualquier cosa, lo difícil es ser sencillo”. La vida –lo que nos va sucediendo en ella- es una larga lección de humildad que quien está atento aprende y aprovecha, y quien está desatento deja pasar desafortunadamente. Con el paso de los años, el que está atento a sí mismo pasa a segundo plano su ego. Da mucha tranquilidad ser sencillo porque le aleja a uno de esas luchas en las que ha invertido tanto tiempo y malestar. El sencillo nada necesita. Las ostentaciones pierden el valor que alguna vez se les adjudicó. En la sencillez hay nobleza y simplicidad, humildad y franqueza, sinceridad y naturalidad. Un cúmulo de virtudes que serían muy bien recibidas por cualquier alma. Una sencillez bien asentada se refleja en el carácter, en la forma, en el estilo… en todas las cosas. Uno irradia una sensación plácida y placentera que es captada y bien recibida por los otros. La filosofía de cualquier sabio emana sencillez. Y eso es, precisamente, lo que la hace más atractiva. Las complicaciones son innecesarias. Lo fastuoso puede llegar a ser inútil. Lo rimbombante es humo. La soberbia entorpece. La sencillez contiene todo lo bueno. Para cualquier persona debería ser su máxima aspiración. Si uno llega a ser sencillo habrá satisfecho los deseos de su alma. La humildad es el fruto de la sencillez. O viceversa. Van de la mano y llevan con ellas a la modestia. Hay grandeza en ese modo de no aspirar a la grandeza. Lo superfluo es una pesada carga. Querer brillar más que el sol es un antojo de un ego que parece estar siempre importunando con sus pretensiones ostentosas. “Sólo sé que no sé nada y que no soy nadie”. Creer en esta frase garantiza una tranquilidad que no se consigue de ningún otro modo. Sólo hace falta modificar la dirección de lo que se sabe que no va en la dirección adecuada; eso requiere una reflexión noble y muy sincera. Y preguntarse qué es lo que realmente se quiere. La pregunta es de uno para Uno Mismo. Conviene prohibirle la presencia al ego en este monólogo. “La sencillez consiste en hacer el viaje por la vida sólo con el equipaje necesario”, dijo Charles Dudley después de haberlo experimentado. Hay mucha nobleza, mucha entereza y mucha sabiduría en esta filosofía de vida. Y más paz y complacencia que en esas vidas obsesionadas con el poder y el estatus. Si no hay verdad y bondad y sencillez en el Camino, es un Camino equivocado. Tal vez sea este un buen momento para comprobar el lugar que ocupa la sencillez en tu Plan de Vida y en tus pretensiones. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  3. ¿QUÉ TIENEN EN COMÚN DIOS, LOS PENSAMIENTOS, LOS MIEDOS, EL ALMA Y LA INTUICIÓN? En mi opinión, no deberías seguir con la lectura de este artículo en este momento y sería muy bueno que te quedases buscando la respuesta a la pregunta durante todo el tiempo que sea necesario hasta que la descubras por ti mismo. Se puede ampliar aún más la pregunta: ¿qué tienen en común Dios, la fe, las emociones y los sentimientos, los traumas y los miedos, la tristeza y el amor, la intuición, la esperanza y la ilusión, la fantasía, el futuro y los pensamientos? Como creo que no te has parado a buscar tu respuesta, te diré lo que yo opino. Lo que tienen en común, sobre todo, es que están en la mente, que es el “lugar” donde “residen” o donde “se gestionan” esas cosas a las que se les supone la existencia, pero que en realidad no son visibles y tangibles como sí lo son una piedra, un papel o un caballo. Estos asuntos se van a entender y vivir en función de cómo esté la mente de libre o de condicionada, y de los prejuicios y los conocimientos o las inseguridades que cada uno tenga. Esos condicionamientos harán que cambien los conceptos que tengamos de esas cosas. La mente es el instrumento mediante el cual nos relacionamos con todo ello y resulta que la mente es nuestra gran desconocida. La mente que pretende controlar a la mente… ¡qué paradoja! parece un poco incoherente… “Las cosas que no se pueden pesar ni medir son más importantes que aquellas que se pueden medir y pesar”, dijo Alexis Carrel. Se podría decir que gobierna de algún modo nuestra vida lo invisible, lo intangible, lo indemostrable, lo que pertenece en gran parte a la fantasía o a lo etéreo, lo que es misterioso por ser desconocido. Nos rige el alma -o el espíritu- pero de un modo que no sabemos cómo lo elabora o en qué se basa. Nos guía a veces la intuición y no sabemos claramente qué es ni de dónde surge. Hablamos de fe y no sabemos de dónde surge ni porqué. Nos gobierna la mente y la mente es nuestra gran desconocida. No sabemos qué hacemos por propia voluntad y que nos imponen todas esas “cosas” que he ido exponiendo. No sabemos quiénes somos ni cómo actuamos ni por qué. Visto de un modo objetivo podríamos llegar a asegurar que hay demasiadas cosas que desconocemos que son las que realmente están gobernando nuestra vida. Este artículo no es para dar respuestas, es para despertar tu interés en buscar respuestas. Espero haberte creado la suficiente inquietud como para que te pares a observar todo lo dicho. Te dejo con tus reflexiones…
  4. TODO LO HAGO MAL En mi opinión, es muy posible que todos hayamos oído en nuestro interior un reproche parecido a eso de “todo lo hago mal”, reproche que incluso se ha repetido varias veces, siempre desde un estado de frustración y dolor, siempre con ese tono agrio de las recriminaciones agresivas, y siempre sin ser verdad del todo. Es muy difícil hacerlo TODO y SIEMPRE mal. Es imposible hacerlo todo y siempre mal. Afirmar –irresponsablemente- eso de “todo” conlleva el peligro de que uno mismo acabe creyéndoselo y sacando la conclusión equivocada de que toda su vida es un continuo error y que por lo tanto no queda lugar para algo positivo o algo bueno. A lo largo de la vida uno tiene tiempo y ocasiones para hacer muchas cosas bien y también alguna mal. Lo que pasa es que nos fijamos más en éstas últimas. No es correcto usar habitualmente, y sobre todo en los casos que no es del todo cierto, esas palabras categóricas, cortantes, que no dejan opción ni siquiera a una remota posibilidad de que sea de otro modo, que es lo que pasa cuando uno dice o piensa “TODO lo he hecho mal”, “NADIE me quiere”, “SIEMPRE me pasa a mí todo lo malo”, “NUNCA tengo suerte”, etc. En nuestro interior eso se queda grabado como si fuese cierto y se actúa de acuerdo con ello, de modo que uno puede creer en la idea de que “TODA su vida está mal” –y no es cierto, sólo algunas cosas pueden estar del modo no deseado- y su Autoestima puede quedar convencida de que, efectivamente, uno no vale y no hay cosas buenas en su vida. Todos tenemos desaciertos en algunas cosas porque no estamos impecablemente preparados para afrontar las cosas que nos pasan en la vida, así que actuamos en muchas ocasiones desde nuestra mejor voluntad, pero cuando los resultados no son los deseados nos exigimos y nos tratamos –nos maltratamos- como si fuésemos expertos. Nos falta auto-respeto. Nos falta tacto en la relación con nosotros. Nos falta Amor Propio. Nos acusamos de cosas de las que no somos del todo culpables. Es conveniente que seamos objetivos con la gravedad –o no- de las cosas y que antes de emitir esa sentencia inapelable en la que englobamos las cosas o los hechos como todo, nada, nunca, siempre, y otras similares, y que midamos correctamente la realidad de los hechos, la verdad. Ese “todo lo he hecho mal” que uno puede acabar pensando o diciendo conviene eliminarlo del auto-concepto; conviene saber qué es exactamente lo que se ha hecho de un modo inadecuado y tomar buena nota para no repetirlo. Y, preferiblemente, sin castigo. Los castigos son innecesarios y lo que aportan no es de ningún modo agradable y, en mi opinión, son inútiles. Y he llegado a esta opinión comprobando que aprendo mejor lo que me enseño con respeto y con cuidado, porque los reproches me enemistan conmigo y acabo teniendo la sensación de que no me gusto y de que no me apetece estar conmigo. Antes se decía de lo que había que aprender que “la letra con sangre entra” y yo lo cambio, sin dudarlo, por “la letra con Amor entra”. Compruébalo y a ver si compartimos la opinión.. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  5. UNA INFANCIA SIN AMOR - EL NIÑO DESAMADOvideo:https://www.youtube.com/watch?v=qm4zDXdigJsEn mi opinión, hay personas que viven con gran insatisfacción una carencia que no saben definir bien, que en muchas ocasiones es inexplicable, que sólo les provoca un sufrimiento pero sin delatar claramente su origen, y que –salvo en los casos que pueden llegar a hacerse muy claros y evidentes- necesitan de un psicólogo u otro profesional cualificado que les haga sacar a la luz el origen de ese malestar.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  6. HE DECIDIDO HACER LO QUE ME GUSTA.En mi opinión, esta frase atribuida a Voltaire: “He decidido hacer lo que me gusta porque es bueno para la salud”, es una acertada declaración de principios o un buen lema al que acogerse -sin dudarlo- para llevarlo a cabo desde hoy hasta el final de nuestros días.Precisamente llevo unos días reflexionando, a ratos, acerca de si REALMENTE HAGO BASTANTES COSAS PARA SER FELIZ y me doy cuenta que, a pesar de la atención que le dedico a mi vida, este asunto a veces se va quedando un poco a un lado sustituido por cosas que aparentan ser más importantes simplemente porque son más urgentes.Hoy seleccioné en Youtube un dueto de una ópera. Lo he escuchado cien veces, pero hoy tenía la sensibilidad más despierta y me empezó a emocionar más que de costumbre. Estaba escribiendo algo en esos momentos y pensé en dejar la música de fondo mientras escribía, pero... entonces pensé que estaba desatendiendo en parte algo que REALMENTE ME GUSTA y comprendí que no quería quedarme solo con la escucha un poco desatendida de lo que estaban interpretando en ese momento, por la magia de las grabaciones en vídeo, Joan Sutherland y Marilyn Horne. Concretamente, esto: (https://www.youtube.com/watch?v=eDi815NsruU)Y entonces dejé lo que estaba escribiendo, lo que estaba pensando, todo lo que tenía pendiente, y me centré EXCLUSIVAMENTE en mirar absorto y emocionado el vídeo, como si estuviesen cantando solo para mí; el resto del mundo y de la vida no quisieron entrometerse en ese momento porque era mi momento de felicidad.Esto mismo me ha pasado con otras cosas muy dispares, porque te puede suceder abrazando un árbol, en una conversación, ante una puesta de sol, mientras te mojas voluntariamente en un chaparrón de verano, bailando una bachata, escuchando a tu cantante favorito o en una meditación.En realidad casi todas las situaciones llevan implícito algo que podemos convertir en una parte pequeña o grande de felicidad y esto es algo que solo sabrá captar aquel que vive con atención.Hacer lo que a uno le gusta, o lo que le da satisfacciones, o placer, siempre es algo agradable. Además, aporta cosas positivas a la Autoestima y al inconsciente le hace ver que en la vida propia hay momentos estupendos, que no solo están los sufrimientos y las desgracias. El autoconcepto mejora. El optimismo encuentra motivos para quedarse con uno. El concepto de la VIDA y la propia vida salen beneficiados.Tiene razón Voltaire y ahora se ha podido demostrar científicamente: ser feliz consigue que las personas sean más exitosas, alcancen mejor sus objetivos, tengan mejor salud y vivan más años, se relacionen mejor, aporta alegría, esperanza, entusiasmo, reduce el estrés y el pesimismo, etc. La lista de beneficios es interminable, así que... conviene ser feliz. Conviene proveerse de todo aquello que nos aporte felicidad. Conviene desarrollar todo lo que nos haga felices. Conviene promover todo aquello que nos lleve a la felicidad.¿Vas a hacerlo?Te dejo con tus reflexiones...
  7. ¿POR QUÉ NOS DUELE LO QUE NOS DUELE? En mi opinión, nos duelen las cosas que no salen a nuestro gusto, o que no cumplen nuestras expectativas, porque tenemos una muy arraigada intolerancia al sufrimiento, al fracaso, a la frustración. En eso actuamos como los niños, que no toleran lo que no les produce placer y lloran con una pataleta visual y sonora. Nosotros nos ahorramos las lágrimas y el numerito pero lo manifestamos como rabia, o con ira, o maquinando venganzas. Siempre exigimos un culpable sobre quien descargar el revés. Por supuesto que no me refiero al dolor físico, sino a ese berrinche que expresamos cuando algo nos molesta porque no ha sucedido según nuestros deseos o fantasías, que tanto lo manifestamos con un silencio hiriente, como con un desprecio, o un escándalo, o con una forma de manifestación destructiva. Me refiero al dolor emocional, invisible pero cierto, cuya manifestación y sentimiento es muy correcto y muy humano. Ya conoces la frase: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. El sufrimiento es la manifestación de nuestro reproche, la expresión de la inaceptación, el modo de actuación inmaduro que aplicamos cuando no queremos aceptar aquellas cosas que son desagradables pero están ahí. Oponerse a la realidad es una tarea inútil. Es una pataleta infantil. La persona que se comporta como adulta reconoce la realidad –aunque no le guste-, la acepta –aunque no le guste-, y a partir de ese momento hace lo necesario para modificar lo que le ha afectado. Si eso no es posible, entiende que las cosas no salen siempre al gusto de uno y que todo –lo agradable y lo indeseado- forma parte de la vida y por tanto todo es vida, todo se ha de afrontar, por todo lo que se presenta hay que pasar, de todo hay que aprender. “Si te duele es porque te importa”, se dice. No siempre tiene razón la frase. A veces le adjudicamos importancia a una cosa que realmente, por sí misma, no la tiene. Y ahí hay un trabajo Personal importante de ser ecuánime y objetivo y destronar algunas cosas que hemos convertido en importantes sin que lo merezcan. Hay que aprender –pronto y bien- a relativizar las cosas. No todo es siempre tan grave como parece. A veces, el ego –que no el Ser- hace un mundo de una mota de polvo. A veces ese ego –traidor y poco respetuoso- nos hace enfadarnos por cosas que no merecen nuestro enfado. Una persona que ha efectuado –o está en ello- un Proceso de Desarrollo Personal está más capacitada para ver las cosas como realmente son, tiene una escala de valores más justa donde no se cuela nada en el lugar que no le corresponde; está equilibrada y tiene una objetividad que le ayuda a comprender con más imparcialidad lo que cada cosa es, separándola claramente de lo que aparenta ser; tiene la Paz necesaria para no alterarse agresivamente y es capaz de mantenerse inafectado, lo que no quiere decir que no tenga sentimientos y emociones, sino que sabe aplicarlos a lo que corresponde, cuando corresponde, y del modo adecuado. El sufrimiento no es nuestro, es del ego. Comprender bien esto cambia la vida. Nos impide caer en esa trampa y nos evita un dolor y un sufrimiento innecesarios. Si uno es capaz de disociarse de lo que CREE que le está pasando –porque en ese momento está identificado con su ego- se dará cuenta de que puede despojarlo de su capacidad destructiva, mirarlo con la compasión que da la objetividad y hasta dedicarle y dedicarse una sonrisa de conmiseración. Nos duelen las cosas porque les damos poder y permiso para que nos duelan. El control y la intensidad del dolor dependen de nosotros. Ya sé que somos humanos y hay cosas que se nos hacen un poco inevitables, pero sobre ciertas cosas uno puede y debe aprender a tener el control necesario para impedir que nos hagan sufrir. El sufrimiento innecesario además es inútil. Se podría llegar a valorar y apreciar un sufrimiento que de algún modo sea constructivo, pero el que simplemente sirve para asentarse en el victimismo… hay que evitarlo. Así que la próxima vez que te veas sufriendo, salte del sufrimiento, para y pregúntate… ¿esto me sirve para algo positivo? Y entonces decides qué hacer. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  8. Me hubiese agradado una noche de mil horas, de mil años o de mil vidas. De siempre contigo. De caricias interminables desde el pasado hasta el futuro. Me hubiese gustado atesorar cada instante que pasamos juntos hasta rebosar el almacén de las nostalgias, llenar los pulmones de tu aroma, y dejar de respirar. Francisco de Sales
  9. El rito es implacable: cada martes, aunque sea trece o festivo, se reúnen en su casa varias amigas a coquetear con el azar en largas partidas de cartas. Ella, Luisa, hace tiempo que se dejó vencer por lo cotidiano, y se dejó arrebatar los sueños que antes rozaba con la mano, y permitió que la ilusión se volatilizara de un día para otro, o un día tras otro. Se rindió demasiado pronto. Aguantó en la creencia del amor el breve espacio de tiempo que necesitó para darse cuenta de que su marido se había casado con ella para tener los asuntos domésticos y sexuales resueltos, y que ella se había casado con él para ingresar en el restringido mundo de las mujeres matrimoniadas. Mal-trimoniadas, dijo su ironía cuando tomó posesión de un puesto privilegiado en la vida de Luisa y se hizo indispensable para que ella no muriese de vergüenza. Su matrimonio fue una capitulación barata al destino. Almudena comparte la misma desazón diaria y las mismas mínimas alegrías que le vienen de otra tarta de queso que le quedó bien o de saber que el fin de semana no lloverá. Concepción, para más redundancia, es lo mismo pero con otras palabras. Mar, es tan breve como su nombre. Para este coro de amigas desencantadas la única nota festiva ocurre cada martes, a las cuatro, en casa de Luisa, cuando reúnen sus soledades en un fondo común insondable, los vacíos enmascarados, los fríos recalentados, y se ríen a plena desgana. Si algún día, muy distinto de los demás, mágico por lo imposible, en una confidencia que siempre sería insólita, alguna de ellas dijera algo de lo que realmente siente, contaría que está muy lejos el día que le emigraron las mariposas del estómago, que hace mucho tiempo desde que las rodillas temblequearon emocionadas por última vez o que está muy distante el instante aciago en que la nada se asoció con ella. Y todo esto cada una podría firmarlo y afirmarlo. Las conversaciones de esas tardes de martes, fuera del ámbito vulgar de baraja mejor las cartas, ¿es que acaso ha repartido la mano de un cerdo?, ¿no eres capaz de darme un as de oros aunque sea por una sola vez?, ¿por qué nunca consigo una tanda buena?, son diálogos que se mueren de aburrimiento; si no son acerca de las ofertas del supermercado se refieren al descaro de alguna conocida o desconocida y de sus líos de pantalones. A lo más que llegan, con esfuerzo cretino, es a morirse de envidia por esa que rompe lo cotidiano en los brazos de un amante. Su moral cristiana se consuela con el milagro forzoso de no ser unas pecadoras como ella. Ninguna se atreve a pasear a la luz su deseo clandestino de cometer una locura, cualquiera, abrirse de piernas ante todos los hombres del mundo, escaparse a un país que tenga firmado un pacto con el sol, mandar a la mierda, en voz alta y con mayúsculas, a ese idiota que la condujo al matadero del altar, emborracharse de lágrimas felices, de esas que hacen cosquillas en el lagrimal, tirarse por un acantilado y volar con pasión por los siete cielos de los siete mares… todo se queda en el hermetismo de los secretos que no tienen quien les pueda recibir. La amistad de esas amigas es nada más un nombre mal empleado. Son un club de náufragas que dicen que se comprenden y se quieren. Mentira, ya que lo único que tienen en común es que desertaron de su vida y no han vuelto a ser readmitidas, así que utilizan el cuerpo para poca cosa y la mente la desgastan en engañarse. Matan la tarde del martes de un modo más amable que los demás días. Hacen el remedo de un pacto indestructible entre ellas que afirman que son hermanas más que amigas, mentira, sólo por el hecho de que cuando están juntas las cuatro repiten la consigna colegial: todas una, todas mosqueteras, todas contra el destino, todas inseparables, amén, y piensan que esa frase las redime de su pena y las convierte en especiales. Cada una encuentra en la tarde del martes ese oasis artificial, ese mal menor, esa tramoya mal repintada, y rellena su corazón con ese cariño de garrafón. A eso de las ocho la prisa ingresa a un tiempo en las amigas y tienen que salir corriendo, Dios mío qué tarde es, tengo todo por hacer y dentro de nada llegará ese idiota. Le llenan el aire de las mejillas de besos desganados, y poco después barre las risas falsas que yacen muertas en el suelo, pulveriza el spray de matar vacíos, con aroma a vida, como prometen en el anuncio, y conecta la televisión para seguir suicidándose poco a poco.
  10. TUS DEFECTOS COMO HIJO SON MIS FRACASOS COMO PADRE. En mi opinión, esta frase del título, perteneciente a la película Gladiator, dicha por el César cuando habla con su hijo para negarle la posibilidad de sucederle como César porque no le ve preparado para el cargo, es de una nobleza y una dureza estremecedoras. La mayoría de los padres afrontamos la crianza de los hijos con ilusión pero sin los conocimientos imprescindibles para hacerlo bien. No somos conscientes de que no basta con tener buena voluntad para hacerlo bien ni somos conscientes de que en muchos casos les estamos educando mal, les llenamos de traumas, no les respondemos las preguntas que nos hacen con o sin palabras y, lo que es peor, lo más grave, no les ayudamos a ser ellos mismos. En gran medida, los defectos que adquieran nuestros hijos, las heridas psicológicas o emocionales, los miedos que les acompañarán, las frustraciones, y un inconsciente mal organizado, serán culpa de los padres y de los otros educadores –familiares, amigos, profesores- que participen en su formación. La responsabilidad de quien está en contacto con ellos es enorme. Ellos se fijan y aprenden aún cuando no estamos expresamente enseñándoles, así que es necesaria una actitud correcta en todo momento. Conviene recordar que harán más lo que ven que lo que se les dice. Eso tan antiguo de “haz lo que yo digo y no lo que yo hago” no tiene vigencia. Es inútil. La imitación es un sistema habitual de aprendizaje para ellos. El niño intuye que algún día será hombre, padre y esposo, y tomará como modelo a su padre y le copiará. La niña intuye que algún día será mujer, madre y esposa, y tomará como modelo a su madre y le copiará. La tarea es delicada. Hay que enseñarles “lo bueno” y evitar “lo malo”. Aquí se crea un conflicto… ¿lo que es bueno –o lo que se cree que es bueno- para el progenitor realmente es bueno para el hijo?, ¿le estamos transmitiendo lo adecuado o le contagiamos nuestros miedos, traumas, inseguridades?, ¿le estamos educando o le estamos domesticando?, ¿le estamos ayudando a ser él mismo o estamos creando un personaje a nuestro gusto? Es necesario que cada uno de los educadores intervinientes haga un trabajo personal en el que arreglar sus desarreglos para no transmitirlos. Una buena educación es la mejor herencia que les podemos entregar a nuestros hijos y es un regalo para toda la vida. No solo hay que enseñarles a hacer y saber cosas, hay que enseñarle a reflexionar. A los niños se les debe enseñar a pensar, y no QUÉ pensar. Educar no solo es transmitir conocimientos, es también enseñar a cuestionar, a debatir, a tener valores y una personalidad propia, a ser Uno Mismo. No se trata solamente de darles preparación intelectual, sino de darles la preparación necesaria para VIVIR. Conviene ser muy conscientes de que los hijos van a ser, sin duda, el resultado de la educación y las enseñanzas que les aportemos. Por tanto no podemos echarles a ellos la culpa de todos sus fracasos, de sus traumas, de sus inseguridades, de sus debilidades. La educación va mucho más allá de alimentarles y darles un sitio donde dormir: educar es un ejercicio de absoluta incumbencia donde uno es responsable de esa persona y de esa vida. La responsabilidad de una buena crianza es enorme y hay que asumirla con la mejor preparación posible. Hoy tenemos al alcance toda la información que podamos necesitar. Los hijos no son solamente para jugar o para exhibirlos. Son personas, aunque a veces parece que eso se olvida. “Tus defectos como hijo sin mi fracaso como padre”. Esta frase y lo que se deriva de ella requieren nuestra muy profunda y sensata atención. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  11. LA CULPA En mi opinión, la culpa es un castigo que nos persigue y que no nos abandona. Se presenta ante la mínima ocasión en que encuentra una posibilidad de reproche por un mal acto, por una decisión inadecuada, o por cualquier cosa que nos pueda llevar a sentirla: imprudencia, error, imperfección, pecado… El sentimiento de culpa aparece cuando uno es consciente del hecho de haber sido el causante de algo que no ha sido adecuado. Ese malestar, que se manifiesta de tantas maneras, llega a desaparecer por sí solo si uno va efectuando un proceso de comprensión de lo sucedido, que lleva al mismo tiempo otro proceso de aceptación y perdón. Seguir enganchado a la culpa impide continuar y crecer. La culpa es enemiga de la libertad y el desarrollo, porque provoca estancamiento o retroceso. El hecho de ser Humanos conlleva que tengamos equivocaciones y eso ha de considerarse como una más de las posibilidades cuando se tienen que tomar decisiones, por eso no es necesario que haya que compensarlo con castigo y dolor. No es conveniente una educación y forma de actuar basadas en el premio y el castigo. Si no hubiésemos creado esa dualidad bien-mal, bueno-malo, no existiría la necesidad de la culpa. La culpa surge cuando uno cree que ha hecho algo mal-malo. Si nada fuese malo, o bueno, sino que todo formase parte de un conjunto indivisible, entonces se harían las cosas sin la necesidad de un posterior enjuiciamiento. ¿Cómo vencer la tristeza que este “darse cuenta” causa? Pues hay que reconciliarse cada vez con uno mismo, comprender, aceptar, no rendirse, no hundirse, darse ánimos y volver a empezar otra vez y las veces que hagan falta. Sería excelente lograr aplicar el juicio y la autocrítica a lo que hacemos, pero solo con el objetivo de aprendizaje y mejoramiento, sin quedarse después estancado en el reproche y el lamento. Sería bueno cambiar el adjetivo calificativo que les ponemos a las cosas que nos suceden –y es mejor aún no poner ninguno- y no llamar “error” a lo que también se le puede llamar “aprendizaje”. El hecho seguirá siendo el mismo pero, psicológicamente, y de cara al inconsciente, al autoconcepto y a la autoestima, no es lo mismo plantearlo de un modo que de otro. En este caso, conviene promover y alimentar el Amor Propio. Eso lo hace todo más fácil. No es lo mismo amarse que odiarse. No es lo mismo colaborar que ponerse zancadillas. Lo sé. Cuesta. No es sencillo poner la cara de “no pasa nada” -cuando en realidad sí pasa- ni volver a empezar intacto, pero…es la mejor opción. Quedarse en la frustración y en la pataleta enrabietada no soluciona nada. Enfrentarse a los propios demonios es una tarea dura. Se necesita la colaboración del infatigable guerrero que todos llevamos dentro. Es una batalla épica. Caer y levantarse. Morir y resucitar. Para deshacerse de un sentimiento de culpa por un hecho concreto es interesante aceptar que ha sucedido y asumir la parte de responsabilidad que tenga uno. Mientras no haya una aceptación íntegra y un perdón total, no hay solución. Solamente decir “me acepto y me perdono” no sirve para nada, es un falso consuelo, es inútil, porque el dolor o la rabia o el sentimiento con el que se manifieste la culpa seguirán afectando y todo lo que se pretenda construir sobre ese terreno sin una base sólida acabará cayendo. Nos basamos en una conciencia moral hecha con nuestra escala de valores y nuestra filosofía de vida; en ambas hemos procurado poner lo mejor y que sean cosas que nos conviertan en mejores personas. Cuando nuestra conciencia nos dice que hemos cometido un error tenemos la mala costumbre de aplicar un castigo que se manifiesta de diferentes modos según sea cada persona y eso no es necesario; tal vez sea mejor el perdón y una discreta sonrisa por el reconocimiento de lo que somos: seres imperfectos con voluntad de mejoramiento. En mi opinión, conviene deshacerse de la culpa. A mí me parece suficiente con darse cuenta y hacer un propósito firme de estar atento para que no vuelva a suceder. No creo en los castigos. No veo la necesidad de castigarse. Pero… tú tienes que buscar tu respuesta y tu actuación con respecto a la culpa. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  12. REENCUÉNTRATE CON LA ARMONÍAvídeo de 8 minutos:https://www.youtube.com/watch?v=2j9FOoY7xb8En mi opinión, y partiendo de la base de que a todos nos educan dentro de una sociedad consumista, y que los objetivos para los que nos preparan están relacionados con el supuesto “bienestar” social, es casi lógico que la espiritualidad y el Crecimiento Personal no estén ocupando entre los objetivos de nuestra educación el lugar que merecen.Crecemos en este tipo de sociedad, pero… algo falla.Las satisfacciones que vamos obteniendo no nos llenan plenamente: son efímeras. Ni siquiera al conseguir tener un buen trabajo y ganar dinero, que son parte esencial de los objetivos que nos inculcaron, nos encontramos en plenitud.Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  13. CARTA A LAS SOLEDADES Queridas y odiadas soledades: No sé a cuál de las dos escribir, si a esa que a veces necesito y busco, que me aporta Paz y crecimiento, que es el Camino apropiado para la introspección y el encuentro conmigo, que me llena de vida con su silencio y cobijo, o escribir a esa soledad pesada, indeseada, funesta, demonio o infierno, que me enfrenta en una guerra conmigo mismo. Ambas os solapáis a veces y me dejáis en un estado extraño, en que sólo quiero estar conmigo pero al mismo tiempo no me soporto y quiero huir de mí bien lejos, cosa imposible. Reconozco que la soledad buena en ocasiones me ha acompañado gratamente, en un respetuoso silencio en el que me sentía acogido e incluso puesto a salvo y cuidado. Soledad enriquecedora, grata y gratificante, maternal y cuidadosa, muy lejos -y lo opuesto- de esas otras veces en que te presentas con una condena bajo el brazo. O por lo menos es así como te siento. Pones una losa sobre mi cuerpo, te llevas todo aquello que pudiera darme esperanza y me dejas abandonado en un desierto, en un desamparo inconsolable, en una frustración negativa y pesimista que me hunde a conciencia robándome la fe y la felicidad. Llego a entenderte, y hasta apreciarte, cuando te presentas con tu mejor cara, cuando me invitas a una reunión conmigo mismo sin que me interrumpa nadie, cuando te superpones al ruido y las cosas que me distraen y consigues que me descubra, que me preste atención, que me dé cuenta de que estoy conmigo pero no me conozco bien, no me preocupo por mí, no me pregunto qué quiero; de esas reuniones nacen las ideas de los cambios que quiero hacer. En cambio, cuando te presentas aportándome una sensación de dolor, de rotura, de orfandad, en la que me haces creer que nadie me quiere, que a nadie le importo, que el mundo está contra mí, y me provocas todos los pensamientos negativos y funestos que una mente desquiciada es capaz de crear, entones te odio y te maldigo, te desprecio, quiero que te vayas, que me dejes, que no sigas martirizándome, porque entonces eres perversa, agresiva, hiriente e inhumana, intolerable, jamás bien recibida. Cuando eres amable y dejas que entre la Paz en mi retiro eres bien querida; cuando me aíslas del mundo, cuando tiñes todo de negro, cuando dueles, no te quiero ni ver. Me gusta cuando me escuchas en silencio; no me gustas cuando me maltratas y me acusas y me sacas mis trapos sucios y me denigras y me humillas y vuelcas toda tu maldad sobre mi indefensión. Ya sé que en el mundo estoy yo y estás tú. Yo y mi soledad. Hay gente alrededor y gente con la que comparto algo de mi tiempo y mi compañía, pero en realidad estamos solos tú y yo. Somos tú y yo. “Estar solo no es necesariamente sentirse solo”, dijo Ellen Burstyn. Jean-Paul Sartre escribió que “si te sientes solo cuando estás solo, estás en mala compañía”. Yo también lo creo. Haré de mi compañía la más grata y deseada. Te aceptaré cuando vengas en son de paz, te eludiré y rechazaré cuando pretendas hundirme. Eso haré. Francisco de Sales
  14. ES IMPRESCINDIBLE DARSE CUENTA.vídeo de 8 minutos:https://www.youtube.com/watch?v=hnnpMLmIWtIEn mi opinión, es imprescindible darse cuenta muy conscientemente de las cosas. Esto parece muy básico, y tal vez puedas pensar “¡qué tontería!” y dejar de escucharlo y buscar otro vídeo más impactante, pero… no es una tontería. La mayoría del tiempo TODOS funcionamos de un modo inconsciente, o sea que hacemos las cosas SIN DARNOS CUENTA, porque simplemente nos limitamos a reaccionar y hacer las mismas cosas de siempre y del mismo modo de siempre.Es interesante observar la propia vida, el día a día, lo que uno hace y preguntarse el por qué y el para qué… y si esto se hace con atención, DÁNDOSE CUENTA, es posible llevarse una sorpresa. O más de una.Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  15. CUIDADO CON EL AUTOSABOTAJE. vídeo de 8 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=9ktfcKR4Tz0 En mi opinión, hay que estar muy atentos, pero que muy atentos, pero que muy muy atentos, a nosotros mismos –y más concretamente a nuestras actuaciones inconscientes-, porque dentro de nosotros llevamos –sin que nos demos cuenta la mayoría de las veces- un auto-saboteador experto en ponernos zancadillas y en obstaculizar nuestra vida para que discurra de un modo más incómodo. Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  16. ¿QUÉ QUIERO PARA MÍ? En mi opinión, las personas nos enfrentamos a veces a preguntas cuyo origen desconocemos pero que se forman y manifiestan desde nuestro interior, sin duda como reclamación por alguna inquietud a la que no le prestamos la atención que requiere y merece. Si alguien se hace esta pregunta es porque ha llegado a una parte profunda de sí mismo. Por supuesto que no se refiere a qué se quiere en cuanto a cosas materiales que se pueden comprar, porque esa pregunta, incluso con las mismas palabras, la hace el ego. Y el ego se conforma con cosas materiales de fácil acceso a quien tiene dinero. La intención a la que me refiero la hace el Ser Interno. La hace el Alma, la hace la parte Divina, se hace desde la trascendencia. Hay algo que quiero, que siento que necesito, que se me hace casi vital aunque no sé concretarla. Quiero algo más que este pasar los días uno tras otro en un desfile derrochador de tiempo de vida. Quiero algo más que pasar por este mundo sin dejar huella y no me refiero a dejar huella en la fama y la posteridad sino a satisfacer una inquietud que se podría denominar como espiritual. A veces creo que estoy bien, me parece que mis cosas van saliendo de un modo satisfactorio; no tengo preocupaciones graves y mi cabeza está a flote. Pero no… sigue latente esa inquietud, ese desasosiego que no se calma con distracciones y regalos. Hay una ansiedad espiritual, una necesidad de otro algo que me permita estar en paz interior. Por eso surge espontánea la pregunta: ¿qué quiero para mí? Ni yo mismo comprendo la pregunta aunque intuyo que está bien hecha. Así ha surgido y no de la mente sino del Ser. Es el Ser quien pregunta, quien quiere, pero qué quiere... ¿paz?, ¿el auto-encuentro tan anunciado y esperado?, ¿la Iluminación?, ¿deshacerse del ego?, ¿lograr que el sufrimiento externo no afecte? ¿Qué quiero para mí?, me pregunto. Y en seguida la mente se entromete pretendiendo responder a una pregunta que no le han hecho a ella. No quiere comprender que la pregunta surge de dentro y se contesta desde dentro. Las palabras no respetan que esto no es un diálogo a varias bandas sino un soliloquio en el que no se admiten intromisiones. Y ahí reside parte de la dificultad porque parece que no sabemos comunicarnos con nosotros mismos sin palabras. Tal vez esta pregunta sea para responderla sin palabras, para que sean los sentimientos quienes intervengan mudos, para que uno sienta y no piense. Me doy cuenta de que es muy posible que la pregunta esté mal hecha, aunque parecía irreprochable. Si hay un “mí” en la pregunta hay un ego en la pregunta. Entonces… ¿por qué otra pregunta cambiarla?... no sé… ¿qué anhela mi Ser?, por ejemplo. Esta pregunta es de respuestas lentas que van apareciendo poco a poco. Sin palabras. Si uno pone voluntad en satisfacer esta inquietud comprobará cómo a medida que insiste van sucediendo cosas, como si el Universo colaborase para que sucediera; van apareciendo personas, sensaciones, claridad, comprensión; uno siente que se aleja de quien está siendo pero, en cambio, se siente más él mismo que nunca. Las respuestas se reflejan en el modo de ver y VIVIR la VIDA. No se nota de un día para otro, pero los demás se dan cuenta y uno mismo se da cuenta cuando mira unos meses atrás. Las cosas que suceden se ven de otro modo distinto. ¿Qué anhela mi Ser? ¿Te atreves a preguntártelo? ¿Te lo concederás cuando lo averigües? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  17. ¿ME PERDONO MIS CULPAS?vídeo de 7 minutos:https://www.youtube.com/watch?v=37cES0Lg0WA
  18. OJALÁ NO PIERDAS TU VIDA “Con gran dolor sintió algo tan decepcionante como haber malgastado en la rutina de una noria los pasos que podría haber empleado en un viaje inolvidable.” (José Luís Alvite) En mi opinión, esta frase explica de una forma muy gráfica, y fácilmente comprensible, lo que podemos llegar a hacer con nuestra vida si no estamos atentos a ella, y si no nos marcamos unos propósitos que nos hemos de encargar de cumplir. Ver el video en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=-_l3hxxaHlQ Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  19. ESO QUE CREEMOS QUE ES EL LIBRE ALBEDRÍO.vídeo de 8 minutos:https://www.youtube.com/watch?v=VLtUENu8RSUEn mi opinión, eso que llamamos Libre albedrío no es la opción de decidir libre y unilateralmente qué es lo que uno quiere o no quiere hacer, sino la opción de decidir cómo hacerlo.Cuando hablamos de cosas relacionadas con nuestro Desarrollo Espiritual, o lo relacionado con la Rueda de Encarnaciones, o con las experiencias que tenemos que hacer en esta vida para que contactemos con nuestra alma y para que colaboremos en los pasos que ha venido a dar en esta encarnación, recurrimos al concepto de Libre albedrío como una opción en la que creemos poder ejercer nuestra pataleta para no hacer lo que se supone que el Destino ha puesto en nuestro camino para que realicemos.Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  20. ¿CUÁNTO TIEMPO DEDICAS A AMARTE? vídeo de 5 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=C2tpMWQ0QPQ En mi opinión, si no sabes responder a esta pregunta, o si la respuesta es “nada” o “ninguno” o “cero”, hay algo en ti que va muy mal. Hay algo sobre lo que deberías reflexionar y mucho, por si te apetece modificarlo. Claro… es que siempre estás tan ocupada… ¿sí? Siempre hay otra persona u otra cosa que tiene prioridad… ¿sí? ¿O es que no tienes ningún motivo para amarte? ¿O tal vez es que aún andas buscando uno, aunque sea solamente uno y pequeño, para amarte? Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo.
  21. ¿NOS AUTOENGAÑAMOS MUCHO? En mi opinión, esto del autoengaño se ha convertido en una norma que parece no escandalizar a ninguno de los que lo practican. A todos nos gusta tener una buena imagen de cara a los otros y una buena autoimagen de cara a uno mismo, así que somos capaces de maquillar la realidad, o de mostrar solo la mejor parte y esconder la otra, incluso hasta de negar la realidad y poner en su lugar una falsificada pero que queda mucho mejor. Admitir esas verdades relacionadas con nosotros que no nos gustan… es desagradable. Es más cómodo eludirlas. Por eso es tan duro y difícil mirarse en un espejo y aguantar la mirada del reflejado con integridad y con la conciencia tranquila. Todos –sí, todos- tenemos guardados secretos y nos asentamos sobre algunas mentiras. Y cada vez se nos hace un poco más fácil el autoengaño, porque si hemos tolerado uno podemos tolerar más. Hasta llega el momento en que uno mismo puede dudar de sus propias “verdades” porque ya no sabe si el origen es real o uno se ha creído algunas de sus propias mentiras. Si en ese momento se presenta con fuerza la dignidad uno no podrá evitar sentir vergüenza. Uno se puede preguntar ¿cómo he llegado hasta esto?, ¿quién soy yo de verdad?, ¿me doy miedo o me odio tal como realmente soy?, ¿por qué y para qué este autoengaño? Y si uno es capaz de encontrar la respuesta verdadera a cualquiera de sus preguntas se va a sentir humillado, un poco deshonrado, traidor y vil. El autoengaño aparenta ser un cálido refugio donde sentirse bien pero acaba siendo un lugar incómodo y frío cargado de auto-reproches. Autoengañarse es fácil, es solo dar el visto bueno a algo que realmente uno quiere o le gusta… aunque sea falso. Es más fácil ignorar lo que desagrada que aceptarlo. Lo duro, lo difícil, es la honradez y la valentía de admitirse en lo que no se gusta, lo que se hace mal, los fracasos, las decepciones y algunas verdades. Y uno es, en realidad y de momento, aquello que está siendo aunque no le guste, el que fracasa –pero aprende de ese fracaso- y el que hace las cosas mal –a veces, no siempre-. Engañar es malo, autoengañarse es delictivo. Es más noble dejar de mentirse, dejar de justificar los errores –que son tan humanos-, admitir la imperfección y sus consecuencias, y aceptar en lo bueno y en lo malo esta fusión de contradicciones que somos. Nos engañamos porque eso–aparentemente- hace más fácil la existencia, pero entonces creamos una existencia falsa de un personaje falso. Lo honrado, lo ético, es aceptar lo que uno está siendo ya que solo a partir de admitir esa realidad se pueden empezar a tomar medidas para ir haciéndose uno tal como un realmente quiere ser. “Nos engañamos a nosotros mismos porque es la única manera que encontramos de seguir haciendo lo que queremos hacer sin tener que renunciar a nada ni cambiar nada”. Esta frase de Cristina Ruiz es muy clarificadora, porque hay quien encuentra comodidad y autoprotección en autoengañarse, y para ello minimiza los efectos emocionales de esa poca ética para consigo mismo. El autoengaño es la huída, la cobardía, malvivir en la ignorancia, trampear con la idea equivocada de eludir la verdad de momento para acabar pagándolo antes o después de esta inútil estratagema; parece que el autoengaño nos hipnotiza prometiéndonos algo bueno, pero la verdad se impone y uno se da cuenta en algún momento de que el autoengaño es perjudicial. Las consecuencias pueden llegar a ser mucho peores, porque es más el perjuicio que el beneficio, porque puede llegar a suceder que vivir en esa mentira produzca una gran insatisfacción, infelicidad e incluso hasta depresión. La hora de la verdad tiene que sonar más a menudo en nuestra vida. El miedo a la imagen que ofrecemos es contraproducente: toda la gente sufre, todos nos equivocamos, la imperfección es el estado más habitual. Podemos y debemos hablar con el corazón y mirarnos cara a cara sin enjuiciar. Todos somos responsables de esta falacia imaginativa en la que vivimos mostrando y mostrándonos solo nuestra mejor versión. Es mejor un humano sincero que un humano que brilla con brillos falsos. El autoengaño es una enfermedad y la honestidad es su remedio. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  22. EL SUFRIMIENTO vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=w3zG7JVPqK4&t=63s El sufrimiento es una actitud evitable e innecesaria. Atrás quedaron todas las teorías que defendían los cambios mediante el sufrimiento a la vista de que se consiguen mejores resultados con el amor. Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  23. ENVEJECER NO ES FÁCIL. En mi opinión, este título es verdad y es mentira. Es fácil porque no hay nada que hacer, no requiere esfuerzo, es algo que se hace por sí mismo y lo único que podemos hacer por nuestra parte es aceptarlo o rechazarlo, aunque el resultado va a ser el mismo: seguirán acumulándose los años y como Seres Humanos, envejeceremos. El sentido que yo quiero darle al título de que no es fácil se debe a que en todos los casos es inaceptable. Me parece que a nadie le hace gracias envejecer porque todos sabemos que eso va aparejado a la cercanía de la muerte… y eso no gusta. Por eso no es fácil asumirlo. Brigitte Bardot dijo una cosa muy interesante: “Es triste envejecer, pero es agradable madurar”. Parece que lo que puede aportar como positivo sería esa madurez que permite objetivar las cosas y ver con otra filosofía más amable lo que nos pasa en la vida. Envejecer conlleva el deterioro del cuerpo y de la mente. Lo difícil, lo que cuesta aceptar, son esos inconvenientes físicos que nos aporta el envejecimiento y otros efectos secundarios que no son agradables. La mente pierde parte de su agilidad y además pierde bastantes de los recuerdos. Perdemos colágeno y ganamos arrugas y una piel menos atractiva y menos agradable. Se van inutilizando, en muchos casos, la audición, la vista, el gusto y el olfato. Dejamos de tener la memoria de antes, el cabello, y el sueño ya no es igual, como tampoco es igual el sistema cardiovascular, ni el ánimo, ni la fuerza, ni la musculatura, ni… Las comparaciones fotográficas con aquel niño o niña que fuimos, con la persona que éramos en nuestra juventud, con el adulto aún fuerte, hacen que lleguemos a la conclusión de que no nos reconocemos. Nos vemos todos los días en el espejo y no notamos la diferencia con el que éramos ayer, pero… ¿y si nos comparamos con las otras edades? Cuesta asumir que uno es la persona que es ahora y no resulta extraño preguntarse sin palabras por los anteriores estados por los que uno ha pasado. ¿Dónde está quien fui? Si uno presta atención a esto, no puede evitar sorprenderse de cómo ha llegado a este momento sin darse cuenta. Y cuesta asumirlo, aunque sea una realidad innegable que no se puede cambiar. Manejarse bien con la vejez exige un pacto con el reconocimiento de la realidad, sin lástima, sin quejas, sin reproches, sin oposición. “Este soy yo en este momento”, con esta frase se inicia la reconciliación con esta abultada edad. Es un pacto honrado con uno mismo. No hay engaño. Es la decisión valiente porque la otra opción, la de lamentarse, no va a aportar nada positivo y va a ser algo contraproducente ya que uno va a perder la vida mientras se concentra inútilmente en los lamentos y las pataletas. Vivir bien la vejez es todo un arte. Requiere acuerdos con uno mismo en los que haya mucho respeto, honradez, el mantenimiento en activo de la esperanza, seguir confiando en la vida -en el tipo de vida que es posible en esta etapa-, y mantener el espíritu activo y ágil para que no se arrugue. Hacerse viejo es obligatorio. No es negociable. Cómo tomarse esta realidad sí es opcional. Cómo afrontarlo hará que sea agradable –otra etapa buena como las anteriores- o que sea casi un drama. Ya que somos conscientes de que está previsto que lleguemos a esa situación, será bueno que vayamos preparando con tiempo cómo lo vamos a afrontar y que nos vayamos preparando para ese momento. Hay que ir pensando en hobbies, en cosas que siempre hemos querido hacer y hemos ido aplazando, en ver cuántos de nuestros sueños/deseos o proyectos ahora sí los podemos convertir en realidad. ¿Qué es eso que mantienes pendiente y te gustaría hacer?, ¿qué tienes que revisar para ver si ahora le adjudicas otro valor o una prioridad distinta?, ¿cómo te vas a tomar la vida –y a ti mismo- en esa etapa? Queremos vivir mucho tiempo pero no queremos envejecer. Ya lo sabes: eso no es factible. Una cosa conlleva la otra. Este es un asunto que bien se merece nuestra atención, para que los que hemos llegado comprobemos si lo estamos haciendo bien, y para que hagan su previsión de quienes algún día van a llegar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  24. EL NIÑO DESAMADO - UNA INFANCIA SIN AMOR. vídeo de 9 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=qm4zDXdigJs&t=62s En mi opinión, hay personas que viven con gran insatisfacción una carencia que no saben definir bien, que en muchas ocasiones es inexplicable, que sólo les provoca un sufrimiento pero sin delatar claramente su origen, y que –salvo en los casos que pueden llegar a hacerse muy claros y evidentes- necesitan de un psicólogo u otro profesional cualificado que les haga sacar a la luz el origen de ese malestar. Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
  25. LO DIFÍCIL ES DIFÍCIL, PERO NO IMPOSIBLE. En mi opinión, esa excusa tan pobre con la que algunas personas tratan de zafarse de sus responsabilidades diciendo “es que es difícil” cada vez me resulta menos creíble y me suena peor. Basta ya de usarla. Ya está bien de pereza, de irresponsabilidad, de cobardía, de falta de dignidad y vergüenza, y ya está bien con eso de escudarse y esconderse detrás de esa excusa. Muchas cosas parecen difíciles hasta que uno se enfrenta a ellas y ve que puede. “Difícil es la palabra a la que a veces nos aferramos para no hacer lo que sí es posible”. “Todo es difícil hasta que se logra”. Hay que hacer todo lo que es posible y las cosas son posibles hasta que uno dice que son difíciles, porque entonces parece que les añadimos una dificultad innecesaria y no siempre cierta. No te concentres en lo imposible, sino en cualquier cosa que sí se pueda lograr. No te centres en “lo que no se puede, lo imposible”, y dedícate a “lo que sí se puede… aunque sea difícil”. Tal vez lo más difícil de todo es tomar la decisión de hacer algo. Después, hay que reunir el coraje necesario, la valentía que es capaz de tumbar los impedimentos, la decisión que no se empequeñece ante la primera adversidad, la firmeza que ayuda a superar las dificultades, o el ánimo que nos rescata tras cada caída. El resto es cuestión de tenacidad. Es muy válido contar con personas de confianza que nos puedan asesorar o informar sobre lo que pretendemos, o que nos puedan animar para que sigamos adelante. Para afrontar las cosas “difíciles” lo mejor es prepararse y tener el máximo conocimiento del asunto. Se dice que la constancia puede más que la fuerza, así que conviene convertirla también en aliada y disponer de una atención que nos recuerde constantemente cuál es el objetivo y cuál es nuestro deseo. Lo importante es tener clara la base de la idea de que “el que quiere, puede”; esto no se cumple en el cien por cien de los casos, pero sí tiene el suficiente porcentaje de éxitos como para hacerlo. Cuando uno dice “es difícil”, en realidad está diciendo que no se considera lo suficientemente fuerte para afrontarlo. O que no tiene ganas de luchar. O que su cobardía ha tomado el mando. Hay que tener clara la diferencia entre LO REALMENTE IMPOSIBLE –que no merece ni el intento de probarlo- y LO DIFICULTOSO o LO INCÓMODO, porque esto SÍ se puede lograr. “Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, estás en lo cierto”. Es una frase de Henry Ford cargada de verdad. La actitud ante cualquier reto en gran medida es determinante. Si uno afronta cualquier cosa con una actitud derrotista y rendida antes de empezar, efectivamente: no podrá con ello. No sólo será difícil: con esa actitud se habrá convertido en imposible. Si uno afronta algo con confianza, firmeza y decisión, las posibilidades de éxito se multiplican. Ante las dificultades uno debe decidirse por una forma de afrontarlas y manejarlas: o de un modo positivo –pero sin autoengañarse ni menospreciar la dificultad- o de un modo negativo. Sin duda la primera opción es la que dará mejores resultados. “Eres fuerte, tan fuerte como quieras, tan fuerte como creas”, así que no te menosprecies. No dudes de tus capacidades. No dejes que el miedo o la inseguridad tomen el mando. Para ver bien lo que se trata de afrontar lo mejor es la objetividad. Con las dificultades, como con los problemas, lo mejor es salirse para verlas desde fuera y sin la tensión de la implicación personal. Así que también vas a necesitar... calma. Ser demasiado impaciente o ponerte nervioso no te va a ayudar y sí te va a perjudicar. En cualquier caso y ante cualquier resultado, sé tolerante contigo. Acepta si las cosas no acaban siendo de tu gusto y no se cumplen tal como las habías planificado. Recuerda… no te auto-engañes… no utilices esa mala excusa de “es difícil”. Y aunque sea difícil, aunque te de miedo, hazlo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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