Jump to content

buscandome

Warianos
  • Posts

    1,695
  • Joined

  • Last visited

  • Days Won

    23

Everything posted by buscandome

  1. ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO CON TU VIDA? En mi opinión, esta pregunta tan directa –que suena como si llevara un reproche incorporado- es una pregunta que nos deberíamos repetir a menudo. Muy a menudo. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? O también… ¿Qué quiero hacer con mi vida? Esta segunda pregunta es más amistosa. Hay una invitación aperturista a novedades, a nuevas posibilidades, a un cambio hacia lo positivo. ¿Qué quiero hacer? Esto nos propone posibilidades, nos hace creer que tenemos el mando de nuestra vida, que podemos controlarla y dirigirla. Nuestra vida nos pertenece. Es así. Pero pocas veces somos conscientes de esta realidad, y parece como si sólo hiciésemos cambios en nuestra vida cuando no queda otro remedio, cuando las circunstancias nos han puesto en una encrucijada, cuando todo está ya tan mal, tan revuelto o alterado, que nos vemos obligados a hacer o decir algo, y casi siempre ese “algo” es una cosa que nos crea tensión. En cambio, tenemos más desatendida la opción de hacerlo libre y voluntariamente, la opción de disponer de esa posibilidad como un cuidado de nosotros y de nuestra vida, para tenerla actualizada y que contenga la mayoría de cosas agradables y satisfactorias posibles. Tenemos la facultad de descubrir con nuestra mente, y con la atención y el corazón, las cosas que no estamos aplicando en nuestra vida. La vida nos propone vigilancia, estar pendiente de ella, escucharla –que es escucharnos- para que seamos capaces de descubrir todo aquello que nos complacería, y luego, una vez descubierto o identificado, valorar las posibilidades de llevarlo a la realidad, teniendo en cuenta –y potenciándolas cuando sea necesario- nuestras capacidades, la valentía y el interés que somos capaces de aplicarle, la voluntad y la firmeza, y valorando también -en su justa medida- las dificultades que se nos puedan presentar para llevarlo a cabo, y esto hay que hacerlo con imparcialidad, y no previamente asustados o rendidos, y no excesiva o irreponsablemente eufóricos. El primer paso es descubrirlo, lógicamente, y eso se consigue observando la vida. También se logra escuchando nuestros anhelos y sentimientos, permitiendo que se expresen las quejas y los deseos que brotan desde lo más profundo de nuestro ser, revisando con amor las peticiones que hemos acallando con una u otra razón o excusa, confesando ante nosotros mismos las apetencias reales, las aspiraciones verdaderas, las ambiciones desatendidas, las esperanzas que no se han cumplido por falta de cuidado o insistencia. Puede ser una catarsis, una purificación de nuestra esencia desatendida, una liberación de las desazones provocadas por tanta represión a la que nos han o nos hemos sometido, y el comienzo de una gran transformación o de un pequeño avance. En cualquier caso, un pequeño paso es un gran paso. Hasta un pequeño cambio de actitud, o la apertura a la posibilidad y la realización de llevar a cabo cambios, hasta el mínimo avance en una decisión, pueden provocar un presente más pleno y más satisfactorio, y un futuro que sea claramente diferente. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué quiero hacer con mi vida? Si uno se implanta el propósito con decisión e insiste con firmeza, sin duda tendrá logros. Eso está garantizado. Pero hace falta ser persistente en este deseo, repetirlo constantemente y darle la prioridad que requiere y se merece. En muchas ocasiones actuamos como si fuésemos inmortales, como si tuviésemos el infinito por delante para reparar cualquier cosa. Y no, no es así. La vida es el principal motivo de vivir. La vida digna, plena, satisfactoria, es la mejor opción de vida. Y esa es nuestra responsabilidad. Algún día te pedirás cuentas a ti mismo. ¿Estarás en paz o tendrás motivos más que suficientes como para que el arrepentimiento se convierta para siempre en tu inseparable y sufrido aliado? Estás a tiempo. No lo demores. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Y si le ha gustado, ayúdame a difundirlo reenviándolo. VISITE www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)
  2. TODO EMPIEZA EN LA INFANCIA "Tus hijos no tendrán éxito gracias a lo que hayas hecho por ellos, sino gracias a lo que les hayas enseñado a hacer por sí mismos". Ann Landers En mi opinión, que parece muy drástica pero que es muy lógica, no permitiría que pudiesen tener hijos los interesados en ser padres… si previamente no han hecho un Curso de 3 años de Psicología Infantil, han estudiado unas nociones importantes de Pediatría –otros 3 años por lo menos-, 6 cursos de Logopedia, que sepan de Primeros Auxilios, practiquen yoga-meditación-zen-control mental, hayan hecho una psicoterapia completa en la que hayan resuelto todos sus traumas y miedos, y estén entrenados para pasar 48 horas sin dormir sobreviviendo a la experiencia. Hay un poco de ironía en lo escrito, por supuesto… pero no es tan descabellado como parece. La realidad es que no es suficiente con dejarse llevar por el instinto materno o paterno, ni basta con tener buena voluntad y querer hacerlo bien, ni es suficiente con el amor incondicional de los padres. No se trata de hacer todo lo posible para que los hijos sobrevivan, sino que se trata de educarlos, enseñarles a afrontar la vida, prepararles para ser Personas, no traumatizarles, permitirles que sean ellos mismos en vez de hacer de ellos el prototipo que deseamos que sean… Se trata de crear una Persona que sepa vivir y disfrutar la vida, que no sufra por aquello que no es necesario sufrir, que sepa manejarse bien con sus emociones y sentimientos, que tenga empatía con el resto de personas, que sepa lo que tiene que hacer y cómo para ser feliz, y que a lo largo de su estancia en el mundo viva con la sensación placentera de estar satisfecho de sí mismo. ¿Cuántos padres consiguen esto? Poquísimos. O tal vez menos que poquísimos. La cruda y doliente realidad es que en la inmensa mayoría de los casos los padres –ambos- no dan las pautas necesarias para la optimización de la vida, y en demasiados casos pretenden que sus hijos sean aquello que ellos no han llegado a ser, y les sobrecargan de unas expectativas que sus hijos no han pedido y que, posiblemente, no estén capacitados para cumplir. Decía Antonio Blay –más o menos- que educar a un hijo debería consistir en lograr tres objetivos: 1 – Enseñar los modos sociales de convivencia. 2 – Transmitir un patrimonio cultural. 3 – Fomentar que cada hijo llegue a ser él mismo. “Ser él mismo” quiere decir que no acabe siendo lo que se le quiera imponer, que no se le modifique en su esencia creando para él un personaje hecho a la medida de los intereses de los padres, sino descubriendo quién es y fomentando quien ya es por naturaleza, porque desarrollando ese que ya es en esencia y potencia es como logrará la plenitud de ser él mismo. Los padres tienen que ser muy conscientes de esto: su hijo no tiene ni idea de lo que es la vida y lo que le espera. Y esto parece que se olvida y se da por supuesto que algunas cosas ya las tienen que saber. Pues no las saben. El hijo tiene que aprenderlo todo, así que el varón se fijará en su padre, y le tomará como modelo para aprender a ser hombre, a ser esposo, y a ser padre, y lo que es el arquetipo masculino. De su madre aprenderá el arquetipo femenino, ya que tendrá que usar en algunas ocasiones, a lo largo de su vida, lo que el arquetipo representa. La hija tiene que aprenderlo todo, así que se fijará en su madre, y la tomará como modelo para aprender a ser mujer, a ser esposa, y a ser madre, y lo que es el arquetipo femenino. De su padre aprenderá el arquetipo masculino, ya que tendrá que usar en ocasiones, a lo largo de su vida, lo que el arquetipo representa. Del ejemplo que se les dé durante la educación –y posteriormente- es de donde van a aprender. Aquí no vale eso de “Tú haz lo que yo diga y no lo que yo haga”, porque ellos copiarán el modelo tanto en virtudes como en defectos. La responsabilidad es doble: uno tiene que hacer que concuerden sus dichos y sus hechos, porque el hijo va a tomar ambas cosas como referencia, pero le va a dar más valor a lo que ve. Se dice que el mejor modo de educar a un hijo es siendo feliz. Si uno es feliz como persona, y como esposo o esposa, y como padre o madre, eso se lo va a transmitir e inculcar a sus descendientes. Si en el hogar hay tensión, si los esposos no se dan muestras de cariño, si no les hacen sentirse queridos a los hijos, si no se les da la atención que requieren, los ánimos que merecen, la confianza que necesitan… se están criando hijos condenados al fracaso como personas, o pueden ser personas que acabarán padeciendo una vida emocionalmente insana y terminarán al cuidado de un psicólogo o un psiquiatra. ¿Parezco un poco drástico y trágico? Tal vez. Pero puedo asegurar que no exagero especialmente y que no me equivoco mucho. Son ya muchos años de escuchar cientos de historias de personas cuyo comienzo fue la educación –más bien la des-educación- por parte de unos padres que no suplieron con su buena intención lo que requiere ese difícil y responsable oficio de ser padres. No pretendo prejuzgar la capacidad de los padres para hacerlo bien, y menos de TODOS los padres –para que nadie se dé por aludido-, pero la educación de un hijo atraviesa diversas etapas, y hay que estar preparados para cuando son bebés, para cuando empiezan a hablar, rompen las primera cosas, no quieren ir al colegio o ponerse a estudiar, traen suspensos, los noviazgos y sus correspondientes dramas, la carrera, el trabajo, el matrimonio… y luego hay que estar preparados para la nueva profesión de abuelos, que se puede dar. Hacerlo bien durante todas esas etapas requiere estar preparados. Y es algo que la mayoría de los padres no tienen en cuenta. Todo lo escrito es solamente una sugerencia. O tal vez sea algo más… ¿Has sido bueno como padre o madre?, ¿lo estás siendo?, ¿puedes mejorar?, ¿eres ahora más consciente de tu responsabilidad?, ¿puedes cambiar ahora –si estás a tiempo- alguna de tus actitudes o modos? Tal vez te interese volver al principio y leerlo de nuevo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales VISITE www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)
  3. LA ANSIEDAD ESPIRITUAL (ADVERTENCIA: Este artículo no se refiere a la ansiedad en el aspecto médico o psicológico y tiene su correspondiente cuadro clínico, sino a la ansiedad que se produce por motivos espirituales) En mi opinión, la ansiedad es otro de esos motivos inquietantes que se presentan en la vida cotidiana, pero con más fuerza en el camino de Descubrirse. En el Camino Espiritual se suele definir la ansiedad como una enfermedad del estado de ánimo. Una enfermedad del alma. En general, se mete en el mismo saco que las apatías estancadas y dolorosas o las depresiones. Parece que se escapa a nuestro gobierno, que tiene autonomía para manifestarse aun a nuestro pesar y nuestra falta de vivirla. Es un temor opresivo al que no se le encuentra una causa precisa. Se instala y nos gobierna. De pronto, algunas cosas que hasta entonces han sido poco importantes o invisibles toman fuerza, se manifiestan con sus demonios, y nuestro ánimo, nuestra alma, no se siente en paz. Personalmente entiendo que la ansiedad espiritual es un buen síntoma, aunque incomprendido. Su manifestación indica que hay una disconformidad interior que nos empuja a buscar. Ya no nos permite ocultar lo que pasa por dentro; ya no hay algo dormido o desapercibido, sino que con su poco precisa forma de explicar hace patente la situación; nos pone delante, en una manifestación física que es claramente visible, un conflicto. Es una etapa inevitable; es necesario pasar por ella porque nos saca del conformismo que podría atarnos a la resignación, y hace de recordatorio de lo trascendente que hay en nosotros. Ahí aparece lo que reclama una atención a la vista de que se siente olvidado y perdido: lo que nos transciende, lo que llega más lejos que este cuerpo, harto de mostrarse en las emociones y en los silencios, harto de verse relegado a otro momento, harto de la desatención, obliga la cuerpo a que se pare y que se pregunte qué le pasa a la otra mitad de la persona, o sea, qué le pasa al alma. Esto no tiene que ver con la ansiedad psicológica, sino sólo como una sensación que se produce, sin ser real en la mayoría de las ocasiones, a la vista del miedo a lo que uno se puede encontrar en su interior, ese gran desconocido, durante el Proceso de Desarrollo Personal. El Ser que somos es el único que sabe lo que ha venido a hacer aquí, y el único que presta atención y se acuerda del sentido de la vida, y de lo que la persona se ha propuesto hacer durante esta vida. Así que cuando las distracciones mundanas nos apartan del Camino, o cuando la desatención a nuestro interior es constante, hay una señal silenciosa e invisible que se manifiesta. Esta señal crea una intranquilidad: sin saber dónde ni como, algo nos recuerda que quiere manifestarse y la respuesta del organismo es una mezcla de miedo e inquietud, pues se siente amenazado en su tranquilidad rutinaria, y a esta mezcla la llamamos ansiedad espiritual. La solución al conflicto interior-exterior es sencilla, aunque no fácil: se trata de dejar que “lo que sea” se manifieste. Sin prejuicios, sin temor, sin expectativas, con tiempo, con amor, con atención. La llamada del interior se va a seguir realizando, ya que la sabiduría vive dentro y, nos va a recordar que hay algo pendiente de resolver. Ahí empieza nuestra función: o bien nos decidimos por buscar la solución mediante alguna de las formas conocidas, o bien buscamos una distracción tras otra para evitarlo. En el primer caso, inevitablemente, iremos encontrando -en un proceso casi tan largo como la vida misma-, momentos de satisfacción indefinible con momentos de bajón –cada vez menos fuertes y menos continuados- en que nos arrepentiremos de haber escuchado la señal y habernos metido en esta búsqueda. Es lo normal, y la experiencia de los que han iniciado la primera propuesta es realmente grandiosa e indescriptible. Los que se deciden por evitarlo y buscan excusas, distracciones, o tratan de resolverlo mediante quejas por su mala suerte o con medicinas, seguirán acompañados de un desasosiego continuo, de una insatisfacción constante, y de una intranquilidad perseverante que le estarán diciendo al oído de los sentimientos “mentiroso, cobarde, no estás siendo tú mismo, no huyas del encuentro con tu parte divina, no te niegues, no te engañes…” Y ya que esta sensación se va a presentar en el Camino de Descubrirse, es mejor atenderla, cuando llegue, con nuestra mejor sonrisa y nuestro reconocimiento. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  4. LA ANSIEDAD ESPIRITUAL (ADVERTENCIA: Este artículo no se refiere a la ansiedad en el aspecto médico o psicológico y tiene su correspondiente cuadro clínico, sino a la ansiedad que se produce por motivos espirituales) En mi opinión, la ansiedad es otro de esos motivos inquietantes que se presentan en la vida cotidiana, pero con más fuerza en el camino de Descubrirse. En el Camino Espiritual se suele definir la ansiedad como una enfermedad del estado de ánimo. Una enfermedad del alma. En general, se mete en el mismo saco que las apatías estancadas y dolorosas o las depresiones. Parece que se escapa a nuestro gobierno, que tiene autonomía para manifestarse aun a nuestro pesar y nuestra falta de vivirla. Es un temor opresivo al que no se le encuentra una causa precisa. Se instala y nos gobierna. De pronto, algunas cosas que hasta entonces han sido poco importantes o invisibles toman fuerza, se manifiestan con sus demonios, y nuestro ánimo, nuestra alma, no se siente en paz. Personalmente entiendo que la ansiedad espiritual es un buen síntoma, aunque incomprendido. Su manifestación indica que hay una disconformidad interior que nos empuja a buscar. Ya no nos permite ocultar lo que pasa por dentro; ya no hay algo dormido o desapercibido, sino que con su poco precisa forma de explicar hace patente la situación; nos pone delante, en una manifestación física que es claramente visible, un conflicto. Es una etapa inevitable; es necesario pasar por ella porque nos saca del conformismo que podría atarnos a la resignación, y hace de recordatorio de lo trascendente que hay en nosotros. Ahí aparece lo que reclama una atención a la vista de que se siente olvidado y perdido: lo que nos transciende, lo que llega más lejos que este cuerpo, harto de mostrarse en las emociones y en los silencios, harto de verse relegado a otro momento, harto de la desatención, obliga la cuerpo a que se pare y que se pregunte qué le pasa a la otra mitad de la persona, o sea, qué le pasa al alma. Esto no tiene que ver con la ansiedad psicológica, sino sólo como una sensación que se produce, sin ser real en la mayoría de las ocasiones, a la vista del miedo a lo que uno se puede encontrar en su interior, ese gran desconocido, durante el Proceso de Desarrollo Personal. El Ser que somos es el único que sabe lo que ha venido a hacer aquí, y el único que presta atención y se acuerda del sentido de la vida, y de lo que la persona se ha propuesto hacer durante esta vida. Así que cuando las distracciones mundanas nos apartan del Camino, o cuando la desatención a nuestro interior es constante, hay una señal silenciosa e invisible que se manifiesta. Esta señal crea una intranquilidad: sin saber dónde ni como, algo nos recuerda que quiere manifestarse y la respuesta del organismo es una mezcla de miedo e inquietud, pues se siente amenazado en su tranquilidad rutinaria, y a esta mezcla la llamamos ansiedad espiritual. La solución al conflicto interior-exterior es sencilla, aunque no fácil: se trata de dejar que “lo que sea” se manifieste. Sin prejuicios, sin temor, sin expectativas, con tiempo, con amor, con atención. La llamada del interior se va a seguir realizando, ya que la sabiduría vive dentro y, nos va a recordar que hay algo pendiente de resolver. Ahí empieza nuestra función: o bien nos decidimos por buscar la solución mediante alguna de las formas conocidas, o bien buscamos una distracción tras otra para evitarlo. En el primer caso, inevitablemente, iremos encontrando -en un proceso casi tan largo como la vida misma-, momentos de satisfacción indefinible con momentos de bajón –cada vez menos fuertes y menos continuados- en que nos arrepentiremos de haber escuchado la señal y habernos metido en esta búsqueda. Es lo normal, y la experiencia de los que han iniciado la primera propuesta es realmente grandiosa e indescriptible. Los que se deciden por evitarlo y buscan excusas, distracciones, o tratan de resolverlo mediante quejas por su mala suerte o con medicinas, seguirán acompañados de un desasosiego continuo, de una insatisfacción constante, y de una intranquilidad perseverante que le estarán diciendo al oído de los sentimientos “mentiroso, cobarde, no estás siendo tú mismo, no huyas del encuentro con tu parte divina, no te niegues, no te engañes…” Y ya que esta sensación se va a presentar en el Camino de Descubrirse, es mejor atenderla, cuando llegue, con nuestra mejor sonrisa y nuestro reconocimiento. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  5. ES CONVENIENTE QUE TENGAS CLARO QUÉ ES PARA TI LA FELICIDAD Y QUÉ ES TRIUNFAR En mi opinión, si una persona es capaz de conseguir una respuesta absolutamente personal -una respuesta con la que esté plenamente satisfecho- para estos dos asuntos ¿qué es la felicidad PARA MÍ? y ¿qué es triunfar PARA MÍ? –sin tener en cuenta para nada las definiciones ni experiencias ajenas- tendrá media vida resuelta en dos de los asuntos que más afectan a la humanidad. Digo esto porque veo las tribulaciones en las que se meten las personas buscando la felicidad y el éxito –como si fuesen El Dorado o la panacea- haciéndolo por el sitio equivocado, con las intenciones equivocadas, con el objetivo difuso, y sin saber cómo ni dónde. Ya he adelantado que ambas respuestas han de ser del todo personalizadas, que no vale copiarlas ni obedecer las que otros quieran imponer, pero apunto mi pensamiento actual. Creo que la mayoría de la gente se deja engañar por una teórica felicidad estandarizada que nos están haciendo creer que es la auténtica e irrenunciable, bien a través de los medios publicitarios o por la insistencia de algunas personas que creen haberla hallado en lo comercial. Me refiero a eso de tener el último modelo de auto, una casa en la que no falte de nada, ropa que lleve cierto famoso anagrama incluido, o poseer cualquiera de esos bienes que despertarán toda la envidia -disfrazada de admiración- en otras personas. Eso no produce felicidad. Produce placer, sensación de éxito o de poder, bienestar, cierta seguridad, una egóica satisfacción, un contento con pies de barro… pero nada de eso es la auténtica felicidad. Aunque si te conformas con eso y no le tienes que dar más vueltas… pues este asunto tú mismo lo decides. Pregúntate y sé sincero, que te irá mejor, porque tal vez la felicidad se halle en cosas más a tu alcance, en la familia o las relaciones, en los paseos, los silencios, la generosidad y la ayuda desinteresadas, meditar, pensar o recordar… hay una lista enorme de cosas importantes a las que no les estamos prestando la atención que requieren, que no estamos disfrutando plenamente y, lo que es grave, se pueden llegar a convertir más adelante en motivos irreparables de arrepentimiento. ¿Seguro que TU felicidad está donde los otros dicen que está? ¿Seguro que la fuente de TU felicidad es eso? Responder adecuadamente a las dos cuestiones planteadas puede cambiar tu vida. Me refiero a la vida que estás viviendo ahora. ¿Qué es triunfar? Sería interesante que no siguieras leyendo hasta haber encontrado tu propia respuesta. Te lo digo para que luego no esté contaminada o influenciada por lo que leas ahora. ¿Consideras que has triunfado en tu vida? Si la respuesta es positiva y no te remueve algo como para comprobar si realmente es cierta, si no tienes dudas, felicidades. Si tu respuesta es un no apesadumbrado, cargado de una cierta depresión, sería bueno que revisases con qué o con quién estás haciendo la comparativa para salir tan mal parado, o que veas qué criterios utilizas para llegar a esa conclusión. Tal vez compruebes que no has alcanzado unos sueños que alguna vez te marcaste porque eran demasiado utópicos, o que no se están cumpliendo tus ilusiones –y no olvides que las ilusiones son solamente ilusiones, y nada más-, o si te habías puesto unas metas u objetivos que no están a tu alcance –ni al alcance del 99% de la humanidad-. Si descubres que no has triunfado porque no has puesto suficiente esfuerzo y voluntad, o por cualquier otro motivo, y ves que estás a tiempo de rectificar y hacerlo bien… pues adelante. Hazlo. También es conveniente que te cuestiones si es necesario triunfar, si es algo imprescindible, si a ti eso te afecta o no –sinceramente, claro-, si te crea frustración o es algo que te deja indiferente… porque sería absurdo dedicar gran parte de tu tiempo y energía a lograr algo que realmente no te importa. El triunfo, para mí, en este momento, es haber conseguido una paz verdadera y duradera en mi mente y en mi alma, haberme aceptado como soy, comprendiendo mis ineptitudes y aceptando mis equivocaciones, siendo consciente de mis limitaciones y carencias sin que ello me provoque ningún malestar o frustración, amarme a pesar de las manchas oscuras en mi pasado, de mi mal carácter de algunas ocasiones, de mis miedos y tantas dudas; admitiendo sin conflicto ser tan pequeño a veces y sintiéndome tan grande en otras ocasiones, tan pleno, tan satisfecho de ser este humano que he conseguido llegar a ser tras una ardua vida llena de complicaciones; honrado de estar en contacto con tantas emociones y sentimientos que han aportado y aportan tanta riqueza a mi vida; feliz de ser quien soy o lo que soy sin tomar como referencia a otros más brillantes, ser tan amado por tantas personas, y tener esta capacidad de amor y entrega, este corazón tan rebosante, y poseer estas lágrimas de satisfacción y placidez que a veces me bañan. Y ahora te pregunto de nuevo… ¿Has triunfado en tu vida? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  6. A VECES NOS CONFORMAMOS CON NADA En mi opinión, tengo la impresión de que eso del conformismo, de la aceptación de la nada, de la resignación, de las tragaderas que lo aguantan todo, es algo que interpretamos de un modo equivocado. En demasiadas ocasiones renunciamos a nuestros derechos permitiendo que nos sean arrebatados o que no sean respetados, y, en un acto mal entendido de sumisión o concordia, nos callamos y los damos por perdidos. Hay algo que no nos han explicado –o nos lo han explicado mal-, o sobre lo que no hemos reflexionado lo suficiente, y es permitir que nos avasallen –a nosotros y a nuestros derechos-, que nos menosprecien, que los otros antepongan sus deseos e intereses a los nuestros y les sigamos su juego, y que nos dejen la nada más vacía para nosotros. La asertividad (Dícese del hecho de defender nuestros derechos legítimos sin gritos ni amenazas, de un modo firme e irrenunciable) ha de ser nuestra aliada en estos casos. Nadie debería arrebatarnos lo que nos corresponde, y no reclamarlo es una afrenta a nuestra propia dignidad y un desprecio a nuestros principios. Y estamos equivocados si nos conformamos con esa nada que nos dejan los otros. La modestia mal entendida es un hándicap innecesario, y el convencimiento de que no tenemos derecho a que nos pasen ciertas cosas buenas es un error que nos penaliza con la falta de lo que sí nos merecemos. Con todo este machacón preámbulo queda lo suficientemente claro que esas actitudes que usamos en ocasiones, de renunciar sin lucha, de ceder sin defensa, de dejar que nos roben y aplasten, no es siempre del todo apropiado. Una cosa son los desapegos y otra distinta los atracos a mano armada. LA LEGITIMIDAD DE NUESTROS PROPIOS DERECHOS ESTÁ POR DELANTE DE LA INJUSTA TENDENCIA QUE TIENEN ALGUNOS DE ABUSAR DE NOSOTROS. La mansedad ante las injusticias de los demás no es un signo de condescendencia ante el otro, ni es una actitud beatífica y cristiana, sino que puede ser una mala interpretación de la benevolencia. Ante cualquier abuso es conveniente plantar cara, salvaguardar la dignidad y los derechos, apostar por uno mismo, defenderse y ponerse a salvo… cualquier cosa que sea justa, excepto agachar la cabeza. Cualquier cosa excepto retirarse rendido y humillado, con la moral herida y la autoestima sangrando. A veces, los otros no solamente no nos aportan, sino que nos roban, abusan de nosotros. Y ese abuso no siempre es material: a veces nos roban un valiosísimo tiempo que después nadie nos puede reponer. Nos roban ánimo, moral, esperanza, luz… nos roban parte de nuestro presente y nos hipotecan el futuro. La defensa es digna. La autoprotección es necesaria. Preservarse es imprescindible. Y esto conviene tenerlo muy claro, para que cuando pretenda atacarnos con sus sermones el mal entendido egoísmo sepamos ponerle en su sitio y rebatir con dignidad y asertividad cada una de sus reprobaciones. Amarse es un acto de justicia. Desear lo mejor para uno es un derecho. Impedir ser avasallado es un deber. Y es nuestro deber y nuestra responsabilidad hacer de nosotros unas personas dignas, considerarnos merecedores de lo mejor, mantener intacta nuestra integridad, y defendernos a capa y espada de quienes pretendan atentar contra ello. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  7. LO QUE PASA CUANDO NO PASA NADA En mi opinión, esos momentos de tranquilidad –o aparente tranquilidad- en los que parece que NO PASA NADA en nuestra vida, si los miramos desde el punto de vista del Desarrollo Personal, NO son momentos perdidos, NO son momentos innecesarios, porque el Camino del Desarrollo es interminable, y tal vez ni siquiera al final de nuestra vida lleguemos a completarlo, o tal vez la meta que alcancemos sea solamente provisional, así que conviene –cuando uno lo sienta así- dejar espacios en los que parece que no haya algo que nos esté aportando enseñanzas. En realidad, si estamos atentos, también seguimos aprendiendo en las paradas. Pero si estamos desatentos, SÍ estamos perdiendo el tiempo. El Ser Humano tiene tantas capacidades latentes, tantas cualidades sin terminar de desarrollar, y tantas y tantas posibilidades de seguir mejorando en su propio perfeccionamiento, que resulta conveniente encontrar tener la motivación siempre activada para nutrirnos de tantas cosas que nos pueden ayudar, en unas ocasiones añadiendo más información a la que ya tenemos y en otras ocasiones elaborando nuestras propias ideas y filosofías a raíz de lo aprendido. La información que solo se almacena para repetirla en los momentos que consideramos adecuados, pero del mismo modo que lo repite un loro sin ser consciente de la profundidad de lo que dice, no tiene utilidad si no se pasa por la comprensión y elaboración profunda de lo que esa información contiene. Me acuerdo del dicho oriental que recuerda que un burro, aunque vaya cargado de libros, no deja de ser un burro. Hay momentos en los que es conveniente una parada voluntaria y consciente, de atención a uno mismo en el interior y en el corazón, para ordenar o reorganizar ideas, para que lo aprendido se aposente y se coloque en la ubicación necesaria para comenzar a hacer efecto, o para revisar de nuevo si el Camino es el adecuado Dado que el Desarrollo Personal no es una asignatura que hayamos estudiado a conciencia, ni hemos tenido alguien que nos haya orientado perfectamente, parece que sólo nos queda la opción de la experimentación como camino de aprendizaje. Parece que solamente haciendo es como se puede aprender. Pero la evolución necesita reflexión y también acción. El autoconocimiento necesita preguntas a las que responder o a las que buscar y encontrar respuesta. Necesita el estímulo externo, y que venga de donde sea, pero que mantenga viva la intención, el deseo, el ánimo, y la voluntad, para la posterior celebración de cada logro, sea éste del tamaño que sea. Cuando no pasa nada no es que ya se haya alcanzado el final, no es que uno ya haya llegado a una situación privilegiada en la que sentarse plácidamente a observar lo que ya se ha recorrido. Así que conviene no estancarse en esa interrupción. El que sabe algo, es también consciente de cuánto no sabe. Saber algo invita e incita a querer saber algo más, y uno, cuando descubre algo, descubre al mismo tiempo que aún le queda mucho por descubrir. La inquietud por seguir aprendiendo y creciendo necesita de más inquietudes. Que no falten inquietudes. Cuando uno se pone en marcha ya no hay –o no debería haber- quien le detenga. Cuando no pasa nada es momento de activarse uno mismo, de tentarse con propuestas satisfactorias para el espíritu, de provocar el encuentro con nuevas inquietudes, de hacer un repaso del Camino seguido hasta haber llegado a hoy y observar qué falta, qué demandas han quedado desatendidas, qué no se ha sabido ver en el pasado, preguntarse, acosarse un poco, sacarse del letargo improductivo, hay que seguir, no hay tiempo en esta vida para largas paradas y aún menos para largos estancamientos -ya habrá tiempo de descansar dentro del ataúd-, esta VIDA hay que VIVIRLA, exprimirla para sacarle todo el jugo que tiene, hay que llenarla de VIDA. La apatía y la pereza son nocivas, y son peores aún si se alían y suman sus perjuicios. Hay que seguir, incluso aunque no se sepa claramente cuál es ni dónde está la meta: si una intuición inexplicable o un sentimiento sin razonar nos alientan, hay que seguir. Tal vez esté detrás del siguiente recodo y sea éste quien nos lo está ocultando. Hacer. Movilizarse. Motivarse. Empujarse. Lo que haga falta para estar activo mientras dure la efervescencia del inicio del Camino. En mi opinión, ha de ser de ese modo. Ya llegará uno después a un punto desde el que se dará cuenta que puede aflojar el ritmo, que las cosas han adquirido otro valor o importancia, y entonces es tiempo de deleitarse, de disfrutar de la paz alcanzada… y de ayudar a quien recién comenzó su Camino. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  8. DEJAR IR DE NUESTRA VIDA A LAS PERSONAS En mi opinión, eso de no permitir que las personas –y la vida- sigan su cauce, y que dejen de estar con nosotros cuando ya ha terminado el tiempo de la relación, es un asunto que causa mucho sufrimiento, y éste se podría suavizar o eliminar si aplicásemos la aceptación. LAS PERSONAS SE VAN Y aceptar que esto es así, que tienen la opción de dejarnos cuando lo consideren conveniente, o cuando su tiempo de estar a nuestro lado ha concluido, es lo más sensato que se puede hacer. Sí, ya sé que los sentimientos -o los intereses- se oponen a que esto suceda cuando se trata de un ser querido para nosotros, pero oponerse a lo que es, negar la realidad, se convierte en una tarea desgastadora e inútil. Hay personas que aparecen en nuestra vida y están más o menos tiempo. A veces ese tiempo que compartimos se nos hace insoportable, casi eterno –cuando no nos agrada la persona- y en otros casos toda una vida nos parece poco y queremos aún más. Es conveniente entender que, así como nosotros tenemos nuestro propio camino, cada uno de los otros tiene también su propio camino, sus propias experiencias por vivir, y es muy posible que no nos corresponda estar durante mucho tiempo con ellos –lo mismo que a nosotros tampoco nos corresponde ni nos va bien estar con otros durante el tiempo que deseen-. Por tanto, irán llegando unos nuevos y otros se quedarán en el pasado, y nosotros también pasaremos a formar parte del presente o del pasado de los otros. Son los apegos –en este caso en una actitud infantil y sentimental- quienes nos impiden dejar que este tránsito fluya con la naturalidad que le corresponde. No depende exclusivamente de nosotros el gobierno de una situación en la que intervienen otras personas, así que ese dejar que las personas se vayan cuando corresponda es un ejercicio que no resulta fácil pero es imprescindible afrontarlo en la vida. Algunos familiares y amigos –debido a la edad u otras circunstancias- irán muriendo y nos dejarán un vacío indeseado y una rebelión que la lógica que entiende lo que es la muerte no querrá comprender. La vida está organizada de forma que el único que permanece constantemente es uno mismo. El único que acompaña desde el principio hasta el final, al trabajo y a la ducha, en la felicidad y en los momentos de desesperación, es uno mismo. La presencia de los otros es aleatoria, o es ocasional, o circunstancial, escapa siempre a nuestro control y no respeta nuestros deseos, así que la comprensión de esto, y su aceptación correspondiente, nos evita una serie de conflictos personales y entrar en una espiral que puede ser autodestructiva por la rebelión contra la ausencia de alguien que llena un espacio en nuestro corazón y se nos hace muy querido, tan querido que no queremos prescindir de su presencia. De esta realidad podemos sacar una conclusión muy provechosa: tomar consciencia -mientras podamos estar con alguien- de que es algo a vivir con toda la atención e intensidad, para poder aprovechar todo lo posible esa relación y lo que nos pueda aportar; beneficiarnos todo lo posible, para que cuando desaparezcan de nuestro lado no nos pueda quedar la desagradable e irrevocable sensación de no haberlo aprovechado. De ese modo evitaremos la posible decepción y los posibles remordimientos posteriores. Todo lo que podamos estar con los seres amados nos sabrá a poco, pero si disfrutamos plenamente el tiempo de estar con ellos, si no permitirnos que el tiempo a su lado se vaya vacío de sentimientos, el día que ya no estén recurriremos al recuerdo de su presencia y eso nos provocará una sonrisa que nos servirá de bálsamo para compensar su ausencia. LAS PERSONAS SE VAN Nosotros nos quedamos. Quedémonos bien. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  9. EL ESPEJO Y TÚ En mi opinión, mirarse con los ojos abiertos en un espejo es más duro que mirarse con los ojos cerrados en el interior. En este segundo caso, parece que la ausencia innegable e inevitable de unos ojos penetrantes que te indagan desde el espejo, silenciosa pero sólidamente, hace un poco más sencilla la situación. En cambio, cuando te miras en el espejo y te mira esa figura que es exactamente igual que tú pero plana, igual que tú en cuanto a que no puede disimular su tristeza, con la misma mirada producto del desasosiego de no saber pero al mismo tiempo con una pregunta sin definir, una pregunta que todavía se está construyendo relacionada con “¿Quién soy yo?”, “¿Quién es ese del espejo?”, “¿Qué estoy haciendo con mi vida?”, “¿Qué me pasa?”, “¿Qué inquietud es esta que me agobia y me altera y me provoca una sensación de desubicación?”. Me armo de valor y miro a la cara al del espejo. “No sé quién eres”, me dice. “Yo tampoco lo sé”, le digo. “¿Qué quieres?”, pregunta. “No lo sé”, le tengo que decir. “¿Qué te pasa?”, inquiere. “Ya me gustaría saberlo”, tengo que reconocer frente a él y frente a mí. “¿Qué haces mirándome?”, interroga. “No lo sé”, repito. En realidad tengo ganas de huir, de borrarme, de deshacerme de esta mente inquisidora que no me permite eludir mi estado interior y me lo pone enfrente continuamente. Observo que el del espejo se atreve a hacerme las preguntas que yo evito, y me las hace directamente, sin pensar en mi miedo, sin respetar esta cobardía en la que me refugio cuando se trata de investigarme o de pretender conocerme. Tengo tanto miedo a lo que pueda encontrarme… y tengo tanto miedo a qué me puede pasar si reconozco que tengo errores y motivos de arrepentimiento y grandes vacíos y más dudas y mi pobreza espiritual y mi incapacidad para afrontar los asuntos que tengo pendientes de resolver y esta indefensión ante la vida y estos sueños desmoronados y esta lágrima que siempre está preparada para salir y esas noches preñadas de dudas… Así estoy siendo yo la mayoría del tiempo, y por eso es que me cuesta responder con una sonrisa a la mirada seria que me reta, y me cuesta encontrar razones para convencerle de que abandone esa inquisición, eso que siento como un acoso continuado. Bastante débil soy yo como para tener que aguantar también mi propia enemistad, pero esa seriedad no me invita a una reconciliación. No veo colaboración por su parte, ni una apertura de brazos que me acoja a pesar de mi humanidad –iba a escribir “debilidad”, pero me di cuenta a tiempo y no lo hice-, ni una sonrisita que me transmita perdón o, cuanto menos, comprensión. Esto de mirarse al espejo para conocerse es el ejercicio más duro que conozco. Bueno, es peor aún mirarse y no encontrar una sonrisa enfrente, como es mi caso. El del espejo me vuelve a preguntar, aunque yo no le quiera escuchar y, aún menos, responder. Me pregunta sin una pregunta concreta. Es como que quiere hacer que me sienta culpable con solo mirarme. Y lo logra. No necesita acusarme: ya tengo que saber yo todos los motivos por los que podría acusarme. A pesar de todo, persisto en volver a mirarle a los ojos. Yo trato de quitarle dureza a mi mirada con la esperanza de que él también lo haga. Deseo poderlo conseguir, porque mi voluntad es la de llegar a una reconciliación, a un hermanamiento, y no voy a dejar de intentarlo. Sé que me quiero aunque no me lo demuestre. Sé que esto de “me quiero” es el lema que ha de resistir y no abandonarme. Y yo no abandonarlo. Por encima de todo, de mis propios altibajos, de mis auto-enfados, de mi tremenda exigencia y mi dificultad para perdonarme, por encima de todo ello está mi propio amor que intuyo –aunque no veo-, está un cuidador poco activo –porque no le dejo cuidarme-, está la intuición de que dentro de mí se encuentra quien yo quisiera encontrar. Dentro de mí, estoy YO. Y con ese YO me quiero encontrar. ¿Y tú?, ¿qué ves cuando te miras al espejo? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  10. TODOS TENEMOS QUE CREAR NUESTRO PROPIO PLAN DE VIDA En mi opinión, el Análisis Transaccional explica perfectamente lo que es un GUIÓN DE VIDA y lo que es un PLAN DE VIDA, y aclara la diferencia tan sustancial e importante que hay entre una cosa y otra. Explica que en nuestra infancia, durante el tiempo de nuestra educación –y durante toda la vida si lo permitimos-, los demás van escribiendo para nosotros un GUIÓN DE VIDA –que nosotros interpretaremos a lo largo de nuestra vida si no nos damos cuenta y decidimos salir de él-, y eso influye en cómo va a ser nuestro carácter, en cuáles van a ser nuestras experiencias a lo largo de la vida y la forma de reaccionar ante cada una de ellas. Nos inculcan una serie de normas –sus normas- y opiniones –sus opiniones-, que en realidad son unos MANDATOS inconscientes que no seremos capaces de apreciar pero repetiremos una y otra vez. Son los otros quienes con sus imposiciones, información, reglas, o sugerencias, van conformando para nosotros un YO IDEA –que es la idea que cada uno tiene de sí en función de lo que le han ido diciendo los otros- y son ellos quienes escriben ese GUIÓN DE VIDA que nosotros interpretaremos como los actores interpretan sin discusión el que un guionista ha escrito. El PLAN DE VIDA, por el contrario, lo escribimos nosotros mismos y siendo conscientes. O, por lo menos, así debe ser: tenemos que escribirlo nosotros y siendo conscientes. Y en él hemos de incluir las cosas que sí son de nuestro agrado y que hemos incorporado conscientemente y por voluntad propia a nuestra vida, y añadiremos nuestros proyectos y propósitos, y lo haremos siendo conscientes de las limitaciones y circunstancias que nos afectan. Ha de ser, sobre todo, realista. Si está lleno de utopías, o si es demasiado impreciso, o si no es realmente propio sino que es una repetición de las ideas que los otros nos han inculcado y no hemos sido capaces de cribar y descartar, entonces se quedará sin realizarse y nuestra vida será una improvisación continua cuyo resultado puede llegar a ser desastroso o, cuanto menos, indeseado. O sea, que seguiremos en el Guión de Vida. El PLAN DE VIDA es un proyecto dirigido al futuro, pero viviendo el presente, y hay que dotarlo y dotarse de firmeza para realizarlo. No ha de ser solamente un buen propósito que se puede aplazar una y otra vez de uno para otro día. Consiste en ir cambiando los MANDATOS que nos inculcaron, por los cuales aún nos regimos, porque nos dominan, por PERMISORES. Los Permisores son una especie de contra-mandatos, una orden opuesta a la orden que nos inculcaron, pero que tiene que ser dada desde la autoridad, para que aquel niño que hizo caso al mandato de sus educadores ahora vea más firmeza y más verdad en esta nueva orden y sea la que obedezca a partir de entonces. El Guión de Vida nos lo escribieron quienes nos educaron, como ya sabes: no nos hicieron ver quiénes éramos, sino quiénes querían ellos que fuésemos; no nos ayudaron a prepararnos para nuestro futuro natural, sino que nos inventaron el que les interesaba o les parecía conveniente a ellos –con el riesgo dictatorial que eso implica-; casi siempre nos prohibieron que fuéramos tal como somos, y nos “amaestraron”, nos hicieron autómatas, nos llenaron de amenazas si nos salíamos del camino que trazaron, y nos llenaron de miedos con las brujas y diablos y peligros que estaban acechándonos si dejábamos de seguir sus indicaciones. El Plan de Vida es nuestra libertad. Es escapar de la cárcel y los yugos que nos impusieron los otros y empezar a ser nosotros mismos y libres. Y cuando uno se da cuenta de la diferencia entre ambas cosas es un momento emocionante en la vida, porque es un momento de toma de conciencia de que existe la posibilidad de escapar, de dejar de ser autómata e impostor, y comenzar a ser UNO MISMO, con el Plan que uno mismo se diseñe de acuerdo a sus propios principios e intereses. RECUERDA LO QUE ES NECESARIO: - Tienes que estar convencido de que lo quieres hacer, y lograr que sea realmente importante para ti. - Que sea posible realizarlo, aunque cueste esfuerzo, pero que no sea imposible o excesivamente difícil. - Que esté decidido libre y conscientemente por uno mismo. - Que incluya cambiar todo aquello que nos inculcaron –y que fue directamente al inconsciente en muchas ocasiones, y desde allí nos afecta- para poner en su lugar lo que realmente queremos para nosotros y nuestra vida. Si aún no tienes tu Plan de Vida, este es un gran momento también para ti. Aprovéchalo. Te dejo con tus reflexiones… Más información sobre el PLAN DE VIDA: https://es.scribd.com/doc/36893632/PLAN-DE-VIDA-GUIoN-DE-VIDA#fullscreen Más información sobre los MANDATOS: https://es.scribd.com/document/36979213/Los-Mandatos#fullscreen Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  11. LOS MOMENTOS IMPORTANTES En mi opinión, una de las cosas que le dan un valor superior a la vida es la cantidad de momentos importantes que nos aporta. Son momentos que pueden alcanzar la categoría de mágicos, extraordinarios, emocionantes, enternecedores… incluso milagrosos. Están ahí. Algunos suceden aunque nosotros no hagamos nada para provocarlos, y tienen ya por sí mismos esa importancia que los convierte en despampanantes. En otras ocasiones somos nosotros los que los causamos, los que hacemos lo necesario para crearlos, quienes ponemos los medios y la atención para que sucedan. Hay muchos de estos momentos magníficos que nos pasan desapercibidos, entre la rutina y nuestra habitual falta de atención, y es una lástima que no los apreciemos mientras suceden porque son irrepetibles, y darse cuenta tarde de la oportunidad perdida acarrea una pequeña o grande frustración. Hay otros de estos momentos especiales que los tenemos que crear nosotros, porque tenemos a nuestro favor y entre nuestras posibilidades la capacidad maravillosa de hacerlos realidad, y porque el valor no siempre lo tienen ellos por sí mismos, sino que somos nosotros los que podemos calificar y entender como extraordinarios aquellos que también podrían pasar desapercibidos y sin aportarnos fascinación. El inconceniente que tienen los momentos importantes es que no siempre avisan para que seamos del todo conscientes de ellos. Y, a veces, nos los perdemos. Es conveniente tomar la decisión firme de estar atentos, vigilantes, con un centinela alerta que nos avise ante la mínima sospecha de que un momento puede salirse de lo cotidiano –aunque incluso los momentos cotidianos son especiales- y puede convertirse en mágico. Si nos ponemos a recordar, podremos comprobar que algunos de esos momentos que tenemos catalogados como exclusivos son momentos que no difieren mucho de otros similares excepto en… que se les prestó una atención más concienzuda. El sol se pone todos los días, todos los días hay pájaros y flores, llueve a menudo, pero… si uno se detiene frente a una puesta de sol y se abstrae de cualquier distracción y se concentra en la maravilla del sol, del horizonte, del mundo, de la vida…ese momento adquiere otra magnitud. Si uno se para a escuchar los trinos de los pájaros aislándolos del resto de sonidos o ruidos, y se centra en el monólogo incomprensible de su gorjear, deja de ser la algarabía que se mezcla con el resto bullicioso y destaca entre todo ello, como un cantante en un aria. Si uno se para, se queda atento a lo que le rodea, absorto, y pronuncia con consciencia “LA VIDA”, y escucha en su interior el eco de lo que ha dicho, y permite a su pensamiento que siga la estela de todo aquello que ha removido en su interior la toma de conciencia con respecto a esto que hacemos en cada instante sin darnos cuenta, que es vivir –cuando podría ser VIVIR-, que es la vida –cuando podría ser LA VIDA-, de pronto todo adquiere otra grandeza, parece como si uno se trasladara en el espacio-tiempo y estuviese en otra dimensión donde LA VIDA tiene otro volumen y otra intensidad, y los cantos de los pájaros otra musicalidad, y el sol deja su espacio y pasa a formar parte de uno mismo. Los momentos que se ganan el calificativo de IMPORTANTES son los que le dan a nuestra vida otra magnitud. Repito: no tienen que venir ya cargados de una importancia innegable, sino que pueden ser producto de nuestra atención y nuestra intención. Nosotros podemos ser creadores de la magia y el milagro que convierten a los momentos ordinarios en momentos extraordinarios. Nosotros, y nadie más, somos los encargados de valorar o desprestigiar cada momento en función del adjetivo que le adjudiquemos. Nosotros somos, por tanto, responsables de enriquecer nuestra biografía con momentos importantes. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  12. ¿ATIENDES TUS NECESIDADES? En mi opinión, no están del todo acertados aquellos que anteponen la atención al prójimo a la atención a sí mismos. Atender a los otros prioritariamente suena como mucho más cristiano, más amoroso, más abnegado, y de un sacrifico que requiere cuanto menos la adjudicación a perpetuidad de una parcela en el Cielo. Algunos dicen “pues yo sacrifico todo por los demás” y se ponen una medalla, o se ponen una aureola dorada que flota sobre su cabeza con la misma delicadeza que lo hacen sobre los Santos. Está muy bien ayudar al prójimo, muy bien atender y resolver sus necesidades, muy bien la entrega y dedicación, muy bien todo cuanto se les pueda ofrecer… si al mismo tiempo uno se atiende a sí mismo y a sus asuntos con la misma diligencia e intensidad. “Amarás al prójimo COMO a ti mismo”. “Como” significa “en el mismo modo o manera”. O sea, que amarás al prójimo del mismo modo que te amas a ti y le amarás de la misma manera que te amas a ti. Y “Como” se interpreta también en el sentido de igualdad, o sea, “Amarás al prójimo en la misma cantidad –o igualmente- que a te ames a ti”. Por lo tanto, no puede cumplir este mandato quien no se ama a sí mismo, quien no atiende sus propias necesidades, quien se descuida, porque entonces no estaría amando al otro, sino que se convertiría en una especie de servil esclavo, y no estaría atendiendo de corazón al otro si no se está atendiendo a sí mismo, y no estaría cuidando bien al otro quien no es capaz de cuidarse a sí mismo. La generosidad no es un acto que uno se pueda imponer. Y quien lo haga o pretenda hacerlo de ese modo lo está convirtiendo en una autoimposición, o en una inversión –con la secreta intención de que algún día le sea devuelto o que le dé derecho, como escribí antes, a una parcela en el Cielo-, o lo está convirtiendo en una satisfacción para el ego, para que su ego pueda decir “¡Qué bueno soy!”. La generosidad, así como la empatía o la compasión, son sentimientos o actos puros, que no buscan nada más allá de su propia natural expresión, que sólo pretenden su propia manifestación. Atender a esa faceta nuestra que es tan espléndida y maravillosa es excelente. Perfecto. Una maravilla. Atenderse a sí mismo tiene igual elevación. A eso se le llama AMOR PROPIO. Y AMOR PROPIO no se ha de interpretar como se hacía antes, que era tener una especie de afán de superación pero desde el ego y no desde el Ser. Como una especie de orgullo chulesco. En realidad se refiere a AMARSE A UNO MISMO. Sí, se refiere a eso que para unas personas es algo natural y habitual, y para otras se convierte en un reto inexpugnable por la dificultad que entraña, o en una misión imposible porque no encuentran ni una sola razón que justifique ese amor a uno mismo. No es por jugar con las palabras, pero “prójimo” viene del latín proximus (más cercano), y no hay nadie que sea más cercano que uno mismo. La vida es un acto personal e intransferible. La vida es un regalo que hay que cuidar. Uno tiene el mismo derecho que los otros a ser cuidado, a ser atendido, a recibir apoyo y comprensión. En mi opinión, y sin dudarlo, el Sentido de la Vida es uno mismo. Hacer de la propia vida y de la relación con uno mismo algo placentero, algo de lo que uno se pueda sentir satisfecho, es una noble tarea. Así que te invito a que disfrutes del placer de atenderte. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  13. REINVENTARNOS En mi opinión, esta palabra define perfectamente una tarea que casi todas las personas tenemos pendiente de realizar. Es una lástima que no exista en el diccionario, así que tendré que usar una similar: REHACERNOS. Es cierto que algunos hemos comenzado ya en esto de REHACERNOS, incluso llevamos años en ello, pero es algo de lo que no se debe descansar, algo que nunca se da por concluido, algo que estará con nosotros hasta el último día de nuestra vida. Esto último, que deprime un poco y quita las ganas, ya que hace que parezca una tarea interminable, en realidad se puede ver de otro modo totalmente opuesto, con lo que la mirada un poco pesimista y apesadumbrada se puede convertir en una mirada optimista y alegre. Me refiero a que indica que aún vamos a poder seguir descubriendo en nosotros durante mucho tiempo facetas que pueden ser mejoradas, perfeccionadas, con lo cual cada día seremos mejores y cada día seguiremos teniendo una esperanza por la que seguir adelante. REHACER (del diccionario de la RAE): 1. tr. Volver a hacer lo que se había deshecho, o hecho mal. A todos nos puede pasar –generalmente evito usar “todos”, pero en este caso es inevitable y cierto- que hay algo que tenemos calificado como que lo hemos hecho “mal”, y aunque procuramos entenderlo (excepto esos que se flagelan a diario por ello), y aunque nos arrepentimos de vez en cuando, en realidad nos gustaría poder eliminarlo del pasado –cosa imposible-, o no haberlo hecho nunca. Pero ahí está la historia pasada: para confirmarlo. En estos casos, es conveniente reparar lo que se hizo mal, y si se perjudicó a alguien, pedirle disculpas. Si algo mantiene una intranquilidad en nuestro interior por algún hecho del pasado, eso es nuestra conciencia, y nuestra conciencia es quien marca nuestra dignidad. Y la dignidad personal hay que respetarla. 2. tr. Reformar, refundir. En nuestras propiedades, cuando algo no está a nuestro gusto lo reformamos. Lo modificamos con la clara intención de mejorarlo. Lo rehacemos. Este es un buen propósito y una excelente tarea para con nosotros y nuestra vida: reformar –volver a formar- aquello que no nos gusta. Tirar lo viejo que no vale, cambiar el suelo, pintar las paredes, darle otro aire más de acuerdo con nuestra situación actual. Transformarnos, cambiarnos, revolucionarnos si hace falta, corregirnos, mejorarnos, perfeccionarnos…REHACERNOS. 3. tr. Reponer, reparar, restablecer lo disminuido o deteriorado. U. t. c. prnl. A esto se le llama “hacer las cosas bien”. Rehacernos consiste en hacer un inventario de nuestra vida actual y pasada, de nuestro estado, los sentimientos de hoy y de ayer, los sucesos y las acciones, los pensamientos y las “equivocaciones”, y de todo ello –y sin reproches ni menosprecios, sin revanchas ni rencores- sacar el aprendizaje necesario para evitar volver a hacer lo que no queremos volver a hacer. Y una vez extraída la lección, deshacernos de todo ello para que no nos siga penando. 4. prnl. Reforzarse, fortalecerse o tomar nuevo brío. Tomar nuevas fuerzas, y que sean unas fuerzas nobles y sin resentimientos. Unas fuerzas excelentes e impecables, a nuestro servicio, y que con ellas nos vayamos REHACIENDO, lo más inmaculados posible, lo más serenos y descondicionados, lo más amorosos y comprensivos. No se trata de construir un modelo que nos parezca perfecto y admirable –porque lo queremos copiar de otro-, sino que hay que encontrar y usar nuestra propia excelencia, ese Ser que nos habita, el que realmente Somos aunque no lo estemos manifestando. 5. prnl. Serenarse, dominar una emoción, mostrar tranquilidad. Esta definición corresponde al último paso. Una vez descubiertas las cosas en las que nos gustaría hacer modificaciones para comenzar a REHACERNOS, una vez que tenemos a la vista incluso las cosas que antes podían estar ocultas o desconocidas, una vez que tenemos claro que nuestro objetivo es REHACERNOS, el paso siguiente es deshacernos de la parte que no nos gusta de nosotros y utilizar sólo las cosas que sí son de nuestro agrado, con las que nos sentimos identificados, desde ese estado que nos va a aportar el hecho de tener claro lo que queremos hacer, con la tranquilidad que eso aporta a nosotros y a nuestro espíritu. Es el momento de tomar las riendas de la reconstrucción de nuestra vida, y conviene comenzar sin aplazamientos. La tarea nos espera y solo nosotros podemos realizarla. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  14. ACEPTEMOS NUESTRA IMPERFECCIÓN En mi opinión, eso de querer ser tan buenos y tan perfectos, tan maravillosos y sin mácula, nos lleva a ocultar una parte inevitable de nuestra naturaleza de seres humanos. Porque el hecho de ser humano implica que somos y podemos ser imperfectos. Soy consciente de todas las imperfecciones que ha habido en mi vida, de las que sigue habiendo, y de las que habrá, pero eso no me hace bajar ni un ápice el concepto que tengo de mí mismo, de mi globalidad, en la que caben al mismo tiempo las cosas maravillosas, lo radiante, lo que me gusta de mí, mis cualidades, mis perfecciones… y mis imperfecciones. Valoro de mí, sobre todo, la voluntad de mejoramiento que no se ve mermada por el hecho de no haber alcanzado la perfección –aunque cada día doy, por lo menos, un paso en su búsqueda-. Eso sí, a la perfección absoluta e impoluta, por pura lógica de inaccesibilidad e imposibilidad, he renunciado. Me parece mejor aceptar ser imperfecto, lo cual me da la oportunidad de desarrollarme hacia un paso más cerca de la perfección –que es una meta inasible, pero en cuya búsqueda se pueden alcanzar logros bastante satisfactorios-, o dar un paso que me aleje un poco de la imperfección, antes que sentir la frustración inconsolable y deprimente de sentirme dolientemente imperfecto y permitir que eso hunda mi moral y me haga enojarme conmigo mismo. Soy humano -y esto no lo voy a usar como excusa sino como realidad-, y por ello mismo no soy perfecto, y por lo tanto no me puedo exigir como si lo fuese. Soy nada más, y nada menos, que un proyecto de llegar a ser la mejor persona que pueda conseguir –ni sublime, ni Dios-, dentro de mis posibilidades y mis limitaciones. Esto no es un ensalzamiento de la mediocridad, ni una invitación a la rendición o el conformismo, sino una constatación de que más vale la verdad, y el esfuerzo personal, que el martirio y el fracaso de no llegar a realizar los sueños utópicos que la imaginación diseña sin tener en cuenta las limitaciones. Descubrir las imperfecciones, lejos de dolernos y hundirnos, debiera ser motivo de alegría. Sí, he escrito lo que quería escribir y lo que has entendido, no hace falta que lo releas… “Descubrir”, ya lo he escrito muchas veces, es “destapar lo que estaba cubierto”, y esa es la razón por la que debemos alegrarnos al “destapar” algo que estaba tapado, PERO QUE YA ESTABA. Y no haberlo visto antes –o no querer verlo- no le quita fuerza y que nos estuviese afectando. El hecho de haber destapado las imperfecciones y haberlas puesto ante nuestros ojos, inevitable e innegablemente a la vista, es el primer paso y necesario para poder hacer cualquier modificación. Las imperfecciones están abiertas al perfeccionamiento, y ahí es donde comienza la tarea de cada uno. Una tarea personal e intransferible. Y, preferiblemente, inaplazable. Nadie lo va a hacer por ti. Eso ya lo sabes. Y es conveniente hacerlo. Eso también lo sabes. Así que… manos a la obra. Ponte ya a esa tarea que te va a aportar, sin duda, grandes satisfacciones. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  15. PIENSA EN LO POSITIVO ANTES DE ENFRENTARTE A LO NEGATIVO En mi opinión, las personas llevamos en alguna parte escondido –o muy a la vista y muy notables, según los casos- un enemigo que no colabora con nosotros, o no lo hace de un modo provechoso, ya que lo único que hace es aflorar las cosas personales que no nos agradan, se encarga de echarnos en cara nuestras fallos y errores, lo tiñe casi todo de un color fúnebre descorazonado, pone pegas, desanima, menosprecia… en fin: es nuestro reprochador particular. Es cierto que a lo largo de la vida nos equivocamos más de una vez, pero no es necesario recordarlo tan a menudo. Y lo más triste del asunto es que somos nosotros mismos quienes nos ponemos las zancadillas y quienes boicoteamos nuestra estabilidad emocional y nuestra relación. Supongo que ya conoces mi frase: “NOS RESULTARÍA MUCHO MÁS SENCILLO OLVIDAR LAS COSAS DESAGRADABLES SI NO INSISTIÉSEMOS TANTO EN RECORDARLAS”. Estas acusaciones internas –que parecen un inquisidor que se excede en sus obligaciones- nos critican en exceso, tal vez nos exigen por encima de nuestras posibilidades, y se comportan de un modo excesivamente riguroso con nosotros. Está bien que haya un cuidado con lo que hacemos, lo que decimos, o lo que pensamos, y de ese modo tratar de ser lo más impecable posible en nuestra vida y en nuestra relación con los demás, pero no es necesario que destaquemos especialmente esas cosas nuestras que aún no las hemos resuelto o convertido en cualidades. Como sé que es difícil desprenderse de golpe de esta capacidad crítica, recomiendo una atención especial a ir tratándonos de otro modo, más amable, y además empezar a valorar con justicia nuestras cosas buenas, que todos las tenemos. Con esto lo que se pretende es que cuando se haga un balance rápido de nuestra situación personal no aparezca exclusivamente lo negativo, con más intensidad y pujanza, y sobrevalorando lo negativo por encima de los positivo. También tenemos cosas positivas, por supuesto, y algunas de ellas están tan infravaloradas –por eso de que nos parece “normal” tener cosas positivas- que no les damos importancia. Eso es culpa de una mala interpretación de la modestia y la humildad. La verdadera humildad es –también- aceptar que somos buenos, generosos, amables, cuidadores de quienes nos necesitan, optimistas, detallistas, cariñosos, expertos en alguna materia, poseedores de cualidades, sociables, sencillos, nobles, etc. Y eso hay que medirlo con la misma vara que usamos para medir nuestros “defectos”. Si tenemos preparada nuestra lista de cualidades, y la tenemos interiorizada de forma que la tengamos clara y asumida, cuando lleguen esos momentos de crítica y menosprecio, de disgusto e insatisfacción con uno mismo, podemos recurrir a ella y comprobar que no somos tan nefastos como nos parece en ese momento. Es un ejercicio –sobre todo- de justicia. Hay que valorar en su justa medida lo positivo y no dejarlo sepultado bajo lo negativo. A fin de cuentas, lo negativo es solamente lo positivo pero pendiente de actualizar y desarrollar hasta el límite de sus posibilidades. Decía Antonio Blay que no existen los defectos, y que llamamos defecto a la menor presencia de una cualidad. En el ser humano todo son cualidades aunque no todas las hemos desarrollado hasta su máxima potencia. Y esa es la tarea personal de cada uno. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  16. APRENDE A RELATIVIZAR En mi opinión, saber relativizar, lo mismo que ser ecuánime, o ser desapasionado, o ser imparcial, incorruptible, ponderado, razonable, o ser íntegro, son cualidades muy preciadas cuando se trata de evaluar con claridad las cosas que nos suceden, los acontecimientos que vivimos, o incluso los sentimientos y variaciones por los que uno transita. Hay una tendencia habitual a clasificar mal los hechos, porque casi siempre se hacen desde un estado dramático, pesimista, sufriente o afectado, o, por el contrario, se hacen en momentos de exaltación o euforia, y en todos esos casos falta el equilibrio necesario para ver las cosas en su exactitud, ya que cualquiera de los dos estados tiñen la realidad de las cosas. Todos hemos tenido ocasión de comprobar que más de una vez hemos sido excesivos al calificar un estado o valorar una situación, y hemos visto cómo aquello que aparentó ser tan trágico en su momento con el paso del tiempo fue diluyendo su exageración y fue quedándose en su auténtica realidad, y ésta no era tan grave ni tan aparatosa. Algunos hasta hemos sido capaces de sonreír al recordarnos desquiciados ante algo que ahora comprobamos que no era tan grave como nos pareció entonces. El modo de evitar ese mal trago que a veces nos proporcionamos es saber relativizar (“Introducir en la consideración de un asunto aspectos que atenúan sus efectos o importancia”), y de ese modo ser capaces de verlo ya, en el momento en que está sucediendo, en su auténtica dimensión. Al final acabamos recurriendo a menudo a ese dicho de “Todo tiene remedio, menos la muerte”, porque vamos comprobando con el paso del tiempo que las tragedias –casi todas- pierden sus aristas dolientes, se les diluyen la rabia y el rencor, disminuyen la desgracia, y se quedan en hechos “más o menos normales”; hechos que, por supuesto, rechazamos porque van en contra de nuestro deseo de ausencia de conflictos, o porque nos llegan en un momento que estamos bajos de ánimo. Relativizar implica desapasionarse de la realidad aparente para poder apreciar la auténtica realidad. Cuando vemos que le sucede a otro el mismo hecho o uno similar al que nos sucede a nosotros, podemos tomar dos puntos de observación y opinión distintos: o menospreciamos lo que le sucede al otro –aunque sea exactamente lo mismo- y en cambio engordamos lo que nos sucede a nosotros –que, repito, es exactamente lo mismo-, o puede que -si somos sensatos- podamos ser capaces de verlo de una forma desapasionada, porque es al otro al que le sucede y no a nosotros, por tanto no están implicados y activos esos motivos personales de implicación que conllevan y aportan algo de confusión. Me refiero a cuando en un hecho concreto nos jugamos nuestra economía, nuestra estabilidad emocional, nuestro bienestar, o nuestro presente y futuro. Cuando le pasa al otro, LE PASA AL OTRO, por tanto no le afecta a uno mismo. Hay que partir de tener una buena tolerancia a la frustración, y aceptar sin drama que las cosas no siempre salen a nuestro gusto, y que hay otras cosas que no dependen de nosotros y por tanto no podemos influir en su resultado. De esas otras cosas es mejor no responsabilizarse y no sentirse culpable, y aún menos regañarse o enojarse consigo mismo, porque es algo que no depende de sí mismo. Las cosas son lo que son, y somos nosotros los que le añadimos tragedia o felicidad. Está bien lo segundo. Lo primero, conviene revisarlo: hay que ser ecuánime, objetivo, neutral, imparcial… y no hay que dejarse arrastrar por las emociones o los sentimientos, por el impulso bruto, por la pasión confusa, o por ese arrebato descontrolado que tantas veces nos lleva al arrepentimiento. La vida se lleva mejor con serenidad y reflexión, con una dirección consciente de lo que uno quiere en su vida y para su vida. Conviene ejercitarse en la tranquilidad ante los hechos que se presenten, seas cuales sean. Y tener claro que UNO MISMO está, y ha de estar, por encima de los vaivenes, de las circunstancias, de los “caprichos” del destino, de los otros y sus actitudes y sus actos, por encima de su propia soberbia y su cólera, de su propio ímpetu y su mente desbocada. No estoy proponiendo anestesiarse, ni anular los sentimientos y las emociones, ni quedarse impávido ante la vida, ni suicidar el corazón, sino tener la capacidad de separarse de las cosas y verlas en su justa medida, y preservarse para que el mundo no se acabe convirtiendo en un enemigo furibundo e invencible. VIVIR… se trata de VIVIR y no de sufrir. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  17. LOS DOLORES DEL ALMA NO SE CURAN CON PASTILLAS En mi opinión, cuando uno siente -metafóricamente- un dolor intenso interno, un indefinible e inubicable dolor que es puro y verdadero, un dolor que trasciende el dolor para convertirse en una punzada profunda que se hace emocionalmente insoportable, es que algo ha llegado al alma, que es mucho más sensible que el cuerpo. Cuando uno se siente así es necesario que encuentre el origen verdadero –no el aparente- de ese sentimiento, y que le preste toda la atención necesaria, porque eso que está sintiendo no lo va a poder curar con pastillas, ni con alguna magia, ni tampoco con el olvido. Eso requiere su comprensión exacta, completa, aunque sea sin palabras que lo puedan definir, pero con un sentimiento que no mienta. Además, uno ha de permitirse notar ese dolor sin negarlo ni oponerse sin más, porque es una llamada de atención irrechazable, es una lección que requiere ser aprendida, es un mal que supera cualquiera otro que hubiera sido infligido en el cuerpo ya que el consuelo que necesita para ser sanado y curado sólo puede provenir, a su vez, del mismo alma. Hay dolores sin motivo físico aparente, dolores que no tienen una manifestación tangible, que no se pueden ver ni palpar, dolores que se manifiestan con un nudo en la garganta, con una lágrima cuyo origen aparece como desconocido; es una sensación de desconsuelo que parece no encontrar algún tipo de bálsamo que le consuele: ni buenas palabras de los otros, ni abrazos bienintencionados. Es un dolor en lo más íntimo, en lo esencial, en la conciencia. Es el dolor del alma que no aparece en las definiciones, que no se puede expresar, que no tiene una sintomatología a la que le corresponda un tratamiento, sino que se ha de vivir con la tristeza que aporta, con esa desazón indescifrable, con ese estado de ánimo que no admite otro remedio que curarse uno mismo a sí mismo y al ritmo que ello mismo imponga. Pero cuando sucede esto es mejor estar muy atentos y no eludirlo de ningún modo amparándose en un “ya se pasará”, “esto no es nada, se cura solo”, porque sí es cierto que se pasará, pero no es cierto que “no es nada”, porque sí es algo y es algo importante: es la manifestación del alma, que suele ser muy callada y paciente y suele soportar casi todo antes de manifestar su estado doliente, así que cuando lo hace corresponde escucharla, acompañarla, comprenderla, y comprobar que en la mayoría de las ocasiones lo que revela es su sensación de olvido y abandono por nuestra parte. El alma, que somos nosotros y al mismo tiempo es más que nosotros mismos, requiere de una atención que cada persona debe aprender y conocer, y unas veces es tiempo de silencio para que descanse, y otras veces puede ser la necesidad de una relajación o meditación para contactar con ella, y otras veces se trata de que quiere que se escuchen sus expresiones en forma de intuiciones, esa voz silenciosa con la que nos habla. Eso que unos llaman desazón, o pena inconsolable, o congoja sin razón aparente, es la voz del alma reclamando atención, escucha, cuidado, consuelo… Muchas personas atienden y miman su cuerpo físico, y le colman de regalos y cuidados, mientras que el alma -quien realmente es uno- queda desatendida, desestimada, desamparada, recordando como puede que nos requiere y nos necesita. Que nos requerimos y nos necesitamos. Tal vez ahora sea un buen momento para hacer un alto en la vida desatenta y poner un poco de luz y de criterio, de orden de prioridades, y centrarnos en lo que realmente es importante. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  18. AMEMOS LA VIDA CON TODO En mi opinión, una de las razones que crean insatisfacción en el Ser Humano es que aparezcan cosas que son desagradables y no se quieren aceptar. La vida es todo, incluido el dolor y la miseria, incluidas las decepciones y los sufrimientos. No hay vidas que carezcan de ello. No hay vidas que jamás lleguen a ser tocadas por algunas de esas cosas que no nos gustan, que nos causan alteraciones emocionales o disgustos y abatimientos. Es inevitable. Sí se podría evitar que nos derrumbasen algunas de esas situaciones si nuestra actitud fuese la de abrirnos a ellas y vivirlas tal como son y como vienen, sin oposición, con toda la conciencia y la atención en experimentarlas en toda su verdad, ya que es muchas ocasiones sólo son dolorosas porque no son aceptadas. Amar la vida tal como es, con todos sus ingredientes, incluidos los ingratos, sería la forma de encontrar positivas todas las experiencias que se nos presentan. O, por lo menos, esa es la teoría sobre la que estamos de acuerdo cuando no nos afecta a nosotros directamente. Tenemos frases preparadas para confirmarlo: “De todo se aprende”, “Si te sucede algo que no te gusta es para que lo superes”, “Hay que amar la sombra”, “Dios pone pruebas en el camino que hay que superar”, “No hay mal que por bien no venga”, y un largo etcétera de frases con la misma intención de justificar que “lo malo” tiene algún sentido. Lo malo no es “malo”. Simplemente, ES. Sin más. El adjetivo o el adverbio que le queramos añadir después a lo que nos pasa es nada más que una opinión o una reacción personal sobre el hecho, y la mayoría de las veces no es una opinión objetiva sino que es la expresión dolida de ese momento o esa experiencia. En la vida todo es provisional, toda acaba antes o después, nada es eterno porque nuestro cuerpo y nuestra vida no son eternos; todo acaba, todo cambia, todo tiene una duración que termina cuando termina su ciclo, así que conviene vivir y experimentar las cosas que nos suceden en su momento ya que algunas son irrepetibles y han surgido porque se han dado las circunstancias espacio-temporales para que sucedan, y son unas circunstancias que no se pueden volver a provocar ni a recrear para volver a vivir la misma experiencia exacta en otro momento que creamos que nos van a resultar más llevaderas. Decía Nietzsche -más o menos- que la verdad está en el conjunto de perspectivas distintas que uno es capaz de llegar a tener, que lo que engrandece la vida es aumentar esas perspectivas distintas. De eso se puede deducir que mientras más experiencias distintas lleguemos a tener –incluidas las que no nos apetecen- más posibilidades tenemos de llegar a conocer la verdad de la vida y la realidad, que no son solamente el lado bello o el lado trágico. Vivamos las experiencias –decía- sin calificarlas como buenas o malas, sino simplemente como nuevas y necesarias. Sabemos que si uno abraza la vida tal como va llegando, la vida con todo, saldrá más crecido y más completo, más atinado y más sabio. Sí. De todo se aprende. Y lo que es más cierto: conviene aprender de todo, para comprender el dolor, para saber lo que es la tristeza, la soledad más profunda, el vacío, estar en la cima, la esperanza, lo divino, la maldad… de ese modo uno puede llegar a admitir con más facilidad que hay una inmensidad de situaciones por las que se puede pasar, y también eso nos dará una perspectiva más amplia, más atinada, y más comprensiva, cuando nos encontremos con un prójimo que no es capaz de encontrar la luz en su oscuridad. Desde nuestra experiencia de haber sobrevivido a todos los estados podremos darles un abrazo más compañero, y un ánimo para que sigan adelante para completar su camino íntegro y sin atajos. Y de esa misma experiencia saldremos engrandecidos, más Humanos, más vivos y más conscientes de la vida. No oponerse a la vida y sus circunstancias es una actitud de sabios. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  19. ¿CUÁNTOS AÑOS NO TIENES? A raíz de escuchar al señor Helios Herrera en un vídeo, me he puesto a pensar en lo que explica. ¿Cuántos años tiene usted? –pregunta- y las personas responden, según es costumbre, el número de años que han trascurrido desde que nacieron hasta la actualidad. - Tengo veinte años, cuarenta años, sesenta y tres años… - No. Usted no tiene esos años. Esos son los que YA NO TIENE -dice-. A veces, es conveniente que alguien te haga ver lo que crees que estás viendo, pero que lo estás viendo sin darte cuenta. O que te digan lo mismo con otras palabras u otro enfoque para que lo veas bien. Los años transcurridos son los que ya pasamos, los que se terminaron, los que no volverán, los que se han restado de nuestra vida. Y el consumo y la suma son imparables. Cada segundo que pasa va engordando los años que no tenemos, y nos va dejando menos por disfrutar y vivir. Conozco varias personas que cuando leen la prensa lo primero que miran es la página donde aparecen las esquelas de los fallecimientos del día anterior, y la ojean con curiosidad pero sin reflexión. Esas personas difuntas ya no viven, ya acabaron su oportunidad de disfrutar de la vida. Nosotros aún seguimos, pero… ¿somos conscientes de que estamos vivos, estamos en la vida, podemos vivir? Los años transcurridos son físicamente irrecuperables, aunque nos queden los recuerdos y las enseñanzas, pero lo importante es el ahora continuo que es la vida, el ahora que va consumiendo poco a poco lo que teníamos reservado en el almacén que llamamos futuro. Cada segundo que pasa es un segundo menos que nos queda. Somos capaces de coser el cojín roto porque pierde el relleno; somos capaces de arreglar el grifo que pierde unas gotas de agua; somos capaces de ponernos a buscar cualquier objeto que hayamos perdido, aunque sea tan simple como un alfiler, pero… ese perder continuamente los segundos… ¿lo solucionamos? Sí, ya lo sé, la vida va a pasar y se va a gastar de todos modos, pero eso no es lo mismo vivirla que “perderla”. Perderla es desatenderla, o no sacarle todo el jugo, o no hacer de ella un sitio digno y confortable en el que estar mientras dure, o no responsabilizarse conscientemente de ella. Quizás deberíamos cambiar la pregunta de “¿Cuántos años tienes?” por la de “¿Cuántos años te quedan por vivir?”. Nos podemos sorprender con la respuesta. Quizás deberíamos dedicarle un tiempo a esta cuestión y hacer algo. Lo que cada uno decida hacer. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales VISITE www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)
  20. NO JUZGUES PRECIPITADAMENTE… Y TAL VEZ ACERTARÁS. Cuando venía hacia casa en mi coche esta mañana, un tipo me ha hecho un adelantamiento peligroso, y luego, de repente, se ha metido delante de mi coche inmediatamente, y he tenido que girar bruscamente el volante para evitar un golpe, y he estado a punto de salirme de la carretera y tener un accidente grave. Cuando he logrado controlar el coche, le he dedicado, como era de esperar, una sarta de insultos y una retahíla de maldiciones. He dicho de él que es “un hijo de p…”, que es “un inútil”, creo que también he dicho “asesino”, “cerdo”, “sinvergüenza”… y no recuerdo qué mas, pero en esa línea de inspiración. Poco después, cuando me he calmado, ha aparecido una reflexión, relacionada con la costumbre de juzgar a una persona por un hecho o en un momento puntual. Así nos pasa muchas veces: resumimos toda una vida y todo un historial, que puede ser impecable, en un hecho único. Tal vez ese hombre sea un médico deslumbrante, un excelente esposo, un buen padre y un impecable hijo, una persona admirada, un gran defensor de los derechos humanos, buen cocinero, amable, educado… tal vez haya salvado la vida de alguien, sea inteligente, todo amor… pero yo sólo he coincidido con él en un momento, sólo he conocido una de sus facetas, nada más que tengo un elemento de juicio, y relacionado con un mal adelantamiento que, tal vez, no haya sido intencionado. Pero le he adjudicado un montón de etiquetas y adjetivos, y ninguno bueno o agradable. Cuando conozcamos a alguien, quizás no debiéramos permitirnos la ligereza de juzgarle en ese momento y por la parte que nos muestra. Quizás hay que tener paciencia y esperar un poco antes de darle una calificación. Una persona es la suma de todas sus facetas y todos sus instantes. Nunca es una sola cosa. Nunca es nada más que lo que vemos o lo que nos muestra. Sería bueno que nos diéramos tiempo y ocasión de conocer a los demás ampliamente antes de emitir juicios, y no clasificarlos de un único modo, y además con la pretensión de estar acertados en el veredicto, dejándolos encasillados de forma que no les permitimos que nos muestren otros aspectos. No juzgues, en principio, y posiblemente acertarás. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)
  21. EL MIEDO A QUEDARSE A SOLAS CON UNO MISMO En mi opinión, uno de los miedos de los que más cuesta desprenderse es el miedo al silencio, porque es el miedo a quedarse a solas con uno mismo, en silencio de ruidos o músicas o gente o distracciones que a uno le evaden y le evitan quedarse consigo mismo y nada más que consigo mismo. Con nadie más ni con otra cosa. No es de extrañar ese miedo. Las personas que no se sienten a gusto en soledad, que no tienen la autoestima en su sitio, que se odian o se desprecian, que tienen una relación difícil o nula con su interior, con sus emociones, con su pasado o su presente, evitan cuanto pueden quedarse en un abandono de todas las distracciones y mata tiempos en los que se refugian huyendo de sí mismos. Cuando no hay entretenimientos y una de estas personas toma consciencia real de sí misma, siente un estremecimiento porque sabe que lo siguiente que va a suceder es que los pensamientos más negativos y más dubitativos y más cargados de reproches van a hacer acto triunfal de presencia, y va a comenzar el martirio mental del que parece que uno no puede escapar. Todos nos hemos equivocado en más de una ocasión, pero no nos gusta que nadie nos lo recuerde –ni siquiera nuestra propia memoria-, y no nos gusta que los arrepentimientos que tratamos de mantener acallados se presenten en ruidoso tropel y sean un eco que repite sin parar todo aquello que hicimos mal, y en el silencio se pueden presentar todos nuestros miedos asolándonos, recordándonos que somos sus esclavos y haciéndonos creer que no podemos eludirlos de ningún modo, y aprovechan también para presentarse esas cosas en las que sabemos que nos tenemos que parar algún día para revisarla, pero que las vamos aplazando de un día para otro, y así durante años. Así que lo que más apetece es huir de uno mismo, o por lo menos acallar como sea esos pensamientos inquisidores e inquisitivos que nos martirizan con sus quejas o reproches. Estas personas buscan mata-ratos, pasatiempos, distracciones, inventan ocupaciones, se crean obligaciones que no son tales, encuentran cualquier tipo de excusas que puedan justificar que no se puede dedicar al silencio, que la contemplación de su vida es algo que tendrá que esperar, y tal vez se atrevan a decir “que tampoco es necesario”, “a fin de cuentas, a todos nos pasa algo”, “todos tenemos nuestras cosas y quien no, que tire la primera piedra”, “bueno, ya se pasará, el tiempo lo cura todo”, porque el silencio verdadero, el silencio de contactar con uno mismo, conlleva implicación con esa verdad que tan bien se disimula o se disfraza o se menosprecia. Silencio es contacto ineludible con la verdad. El silencio es un espejo que no sabe mentir. El silencio borra el camino a las distracciones y deja una sola vía que conduce, inexorablemente, al Uno Mismo. Uno Mismo es el centro: el motivo y el sentido de la Vida, y quien busque otra trascendencia tal vez esté equivocado. Conviene no disfrazar o idealizar lo importante. LO IMPORTANTE es Uno Mismo. LO IMPORTANTE es ser consciente de estar aquí y ahora. LO IMPORTANTE es cumplir la misión de ser totalmente la realidad que uno puede llegar a ser. Y el silencio es la puerta de entrada a Uno Mismo. Puerta que te invito a que abras para entrar. Y sin miedo, porque dentro no hay monstruos ni amenazas ni enemigos: sólo estás tú. Esperándote. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  22. NO EXISTEN LOS PROBLEMAS En mi opinión, no existen los “problemas”: lo que existen son “asuntos que hay que resolver” Un “problema” no es lo que pensamos que es: una preocupación, una ofuscación, un agobio, una enajenación, un desquiciamiento… sino que es “una cuestión que se trata de aclarar” o “un planteamiento de una situación cuya respuesta desconocida debe obtenerse a través de métodos científicos.” O sea, que los “problemas” no tienen en sí nada de eso negativo que les adjudicamos y que se vuelve contra nosotros porque nos quita la ecuanimidad que se requiere para aclarar la cuestión que se trata de aclarar o resolver. Los “problemas” están para afrontarlos y resolverlos, pero no desde esa actitud apocada y trágica con que los soportamos. Hay muchos tipos de “problemas”, así que no se puede generalizar y encontrar una fórmula que sirva para todos, pero sí que se puede tener unos principios que nos rijan cada vez que nos encontremos con alguna de esas situaciones, que sin duda nos los vamos a encontrar. Y aunque uno esté directamente afectado por la cuestión a la que llamamos “problema”, lo menos adecuado al afrontarlo es hacerlo desde la desventaja que provoca el hecho de sentirse en inferioridad de condiciones por saberse – o presuponer- afectado y perjudicado. Hay razones para no dejarse intimidar por ellos y motivos para afrontarlos inaplazablemente. Sobre todo esos “problemas” que son personales e intransferibles, que uno mismo debe resolver sin dejar, irresponsablemente, que sea el paso del tiempo el encargado de ponernos en bandeja el resultado negativo de no haberlos resuelto. No hay que huir de ellos, por mucho que duelan, por poco que gusten. La responsabilidad personal frente a los asuntos que acontecen en la propia vida obliga a hacernos cargo tanto de las cosas que nos suceden y nos resultan agradables como de aquellas cosas indeseadas pero que, por las circunstancias que sean, son inevitables. Por lo tanto, propongo desdramatizar todo lo que se pueda el asunto, verlo lo más inafectadamente que se pueda, y esto se consigue en gran medida si uno logra salirse del papel de afectado y lo ve como si le estuviera sucediendo a otro persona y uno no estuviese directamente implicado. Hay que tener bastante tolerancia a la frustración que nos provoca el hecho de que las cosas no ocurran siempre como deseamos, y cuando no suceden así, a nuestro gusto, y sin hacer por ello y drama y sentirnos atacados directamente por Dios o por las desdichas, lo conveniente es quitarles el poder frustrante y dejar que sea simplemente un asunto, como otro cualquiera, de los que hay que resolver. No todas las cosas están siempre a nuestro favor, y no todos nuestros actos son adecuados y perfectos y, además, no siempre y todo depende de nosotros. Así que cuando intervienen otras personas, ya no está en nuestras manos y, en muchas ocasiones, no nos queda otra opción que resolver del mejor modo posible lo que han causado otros. Pero es que todo eso también forma parte de esto que llamamos “la vida”: sol y sombra, placeres y algunas desdichas, lo deseado y lo indeseado, lo que calificamos como bueno y lo que calificamos como malo. No hay que huir de los “problemas”. Hay que mirarles a los ojos sin miedo, sin sentirse acobardado, sin mostrarse vencido de antemano. Nada es más fuerte que nosotros, nada nos sobrevive. Nosotros seguimos adelante y lo que fueron considerados “problemas” siempre se quedan atrás. Verlo de este modo al afrontarlos da seguridad o, por lo menos, tranquilidad. Y ambas cosas son muy recomendables y necesarias. Y ya sé que todo lo escrito casi se desvanece cuando uno está afectado o influenciado por un “problema”, pero siempre es mejor partir con esta premisa que acudir rendido y ya vencido. Además, queramos o no, eso que llamamos “problemas” van a acompañarnos durante toda nuestra vida, así que conviene estar entrenados para cuando se presenten, conviene tener ya una experiencia previa, una tranquilidad para esos casos que hay que sacar de donde sea, y evitar el abatimiento y la desolación. De este modo es más que posible que la ecuanimidad y la subjetividad y objetividad estén presentes, y que seamos más capaces de des-implicarnos del asunto que sea, permitiendo que la imparcialidad y la calma nos hagan comprender mejor lo que está pasando y descubrir lo más apropiado para su evitación o solución. Eso requiere un cierto entrenamiento que te conviene comenzar ya. RECUERDA: No existen los “problemas”: lo que existen son “asuntos que hay que resolver”. Llámalos de este modo y notarás un cierto relajo y un modo distinto de afrontarlos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  23. DIOS ES UN IRRESPONSABLE En mi opinión, y aunque el título sea muy provocador, muy agresivo, o muy aparatoso, en gran medida lo escribo porque lo siento así. Lógicamente, requiere matizarlo y así lo haré. Aclaro primero –para quien no lo haya leído en algún otro artículo mío, porque lo repito a menudo- que creo que cuando Dios, o El Creador, o quien sea, nos entregan la vida nos entregan al mismo tiempo la responsabilidad sobre ella. Repito mucho y muy a menudo el asunto de la RESPONSABILIDAD, porque es algo a lo que no se le presta la atención que se merece y es mucho más importante de lo que aparenta. La responsabilidad sobre la vida es la obligación personal que cada uno adquiere para hacer de ella algo de lo que se pueda sentir satisfecho, conforme, en paz. Con la sensación del deber cumplido, y de haberlo hecho bien. La parte de la irresponsabilidad que corresponde al título se refiere a que entrega la vida pero no entrega un manual de instrucciones, unas normas básicas o completas de funcionamiento de cada una de las mil cosas con las que nos vamos a encontrar a lo largo de la vida, SIN ESTAR PREPARADOS, y que afrontaremos de la manera que consideremos adecuada y del modo que seamos capaces, o que -en un acto de irresponsabilidad- evitaremos, aplazaremos, negaremos, olvidaremos, menospreciaremos… Me parece peor que poner una nave espacial en manos de un orangután. Algunas personas son del todo irresponsables, casi ineptas, muy inútiles. Pero a pesar de ello, tienen una vida y pueden decidir sobre ella y pueden adoptar las medidas que crean necesarias. Es en esas personas donde veo más claramente la incompetencia y la torpeza para manejar su vida, y a la vista de ellas es cuando se me acumulan las preguntas que tratan de indagar sobre la razón de que estemos en el mundo sin saber por qué estamos en el mundo, para qué estamos en el mundo, por qué tenemos una vida, qué sentido tiene todo esto… Algunas personas sí llegan a ser más o menos conscientes de su vida y hasta tratan de darle un sentido. Otras personas pasan por la vida sin darse cuenta de ello, dejan que los días se conviertan en un despilfarro innecesario de desatenciones, no son felices, hacen sufrir a los otros, desatienden sus obligaciones como seres humanos, y malgastan o derrochan la preciosísima y valiosísima vida. Tienen en su poder un tesoro invalorable, la magia, los cinco sentidos, las personas, el mundo, la vida… y sus vidas no son vidas, sino vacíos. Muchas personas no valoran lo que es tener la vida, no la aprecian, no la magnifican como debiesen hacerlo, no dan las gracias a quien corresponda por este regalo, no la llenan de todo lo que disponemos para llenarla: amor, emociones, sentimientos, placeres, satisfacciones, energía, sustancia, belleza, abrazos, magia… No sé si realmente creo que Dios es un irresponsable que entrega irresponsablemente la vida a una serie de irresponsables, o el título es sólo un cebo para que leas este artículo, porque en realidad, la verdad es que lo que pretendo es que después de la lectura te observes, y que compruebes si estás entres los irresponsables. Y si estás… ya sabes lo que tienes que hacer: dejar de estarlo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  24. LA FELICIDAD A TRAVÉS DE LOS AÑOS "Uno sería feliz si no insistiera tanto en ser infeliz" En mi opinión, los motivos que nos procuran la felicidad van cambiando según va transcurriendo nuestra vida pero, en cambio, no estamos atentos –realmente atentos- para actualizarlos también en nuestra consciencia, de modo que, equivocadamente, seguimos buscando la felicidad en sitios donde ahora ya no se halla, en cosas que ahora tal vez ya no nos la aporten, o buscando algo que ya no nos va a causar felicidad. Cada vez que se habla sobre la felicidad es preciso recordar que es un concepto que no tenemos claramente definido, y casi siempre confundimos LA FELICIDAD con estar contento, sonreír o reír, estar a gusto, con la alegría o, el placer, e incluso con el bienestar. Hay que recordar que ninguna de esas cosas es LA FELICIDAD. Son sucedáneos, y están muy bien porque aportan alegrías que siempre son agradables y que nos transmiten la sensación –aunque no sea cierta- de que somos felices. LA FELICIDAD, y esto conviene tenerlo muy claro, pero que muy claro, pero que muy-muy claro, proviene siempre del interior. Del interior de cada uno. Lo que nos viene desde el exterior son unos momentos de mayor o menor duración que nos aportan un estado de dicha, de contento, que nos provocan alegría… pero no felicidad. La felicidad es un estado continuo de paz y conciencia satisfecha. Es un estado continuo. Uno puede ser feliz y ha de ser feliz las veinticuatro horas del día, aunque cuando esté serio, triste, enojado… o durmiendo. Es un estado de complacencia al que se llega –más fácilmente- cuando uno no se exige mucho y no se reprocha a sí mismo mucho, cuando aprende a minimizar los conflictos de la vida y a desdramatizar las cosas no agradables, cuando se atreve a relacionarse naturalmente con el amor a los otros y el amor a sí mismo, cuando acepta sus contradicciones, cuando reconoce y comprende que las cosas que le llevan a ese estado de felicidad no son cosas externas, y cuando no interviene en ello el insaciable ego. También conviene diferenciar entre SER FELIZ –que cuando uno lo es, lo es a todas horas, incluso aunque no esté consciente de ello- y ESTAR FELIZ –que se refiere a un estado y un momento de tiempo concreto y limitado-. Tras este largo preámbulo, y para que sea más comprensible para las mentes acostumbradas al modo habitual de interpretación, seguiré explicándome en el modo en que se interpreta habitualmente la felicidad, y retomo el título para referirme a que cada época de la vida tiene sus motivos de felicidad. Cuando uno es un bebé, su felicidad proviene de que no le falte alimento y bebida, y de darse el placer de orinar y defecar; un poquito más adelante, un papel que se pueda romper en mil pedazos y hace ruido, o la mueca más insospechada de la madre, o uno cualquiera de los juguetes, aportan la felicidad; ya más adelante, es celebrar un cumpleaños, recibir un regalo, conocer un chico o una chica y tener la sensación de estar enamorado, casarse, tener hijos, un buen trabajo, una casa mejor, dinero, etc. Son cosas que nos hacen creer que somos felices –aunque ahora ya sabemos que son satisfacciones y no la verdadera felicidad, aunque lo aparenten muy bien-. Pero también queda la opción de buscar y encontrar la verdadera felicidad. Ya sabemos: esa que habita dentro de uno mismo. La felicidad –y ahora ya podemos dar un paso más- ni siquiera “está en uno mismo”: es uno mismo, y tampoco es otra cosa que venga de fuera. Por tanto, es muy necesario tener esto muy claro para no seguir buscando fuera lo que ya es y está. El siguiente paso es deshacerse de todos los impedimentos mentales que nos hacen creer que no somos felices –el hecho de que una cosa no sea a nuestro gusto nos puede llevar a creer que no somos felices-, anular todas las condiciones que nos imponemos para sentir la felicidad –que a veces son unas condiciones imposibles de cumplir-, apreciar las cosas que realmente nos permiten ser ella –que en muchas ocasiones son cosas más simples de lo que nos hacen creer-, permitirla que se manifieste espontáneamente y sin necesidad de cumplir una serie gravosa de exigencias, y una vez que se ha contactado con ella –que uno ya lo es íntegramente-, vivirla con intensidad. Ser feliz es simple: sólo hace falta eliminar las exigencias y requisitos erróneos que nos imponemos, saber valorar las cosas en su auténtica realidad, saber que aceptar las cosas es un primer requisito necesario, y permitirnos convivir en unos estados razonables y posibles, y en unas condiciones que estén al alcance de nuestra vida. Y ser feliz al manifestar esa felicidad. Esa es la tarea. ¿Y tú?, ¿Te permites ser feliz?, ¿Eres feliz?, ¿Siempre? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  25. CÓMO ACTUAR ANTE EL DOLOR (Este artículo se refiere al dolor espiritual o emocional, y no al dolor físico) En mi opinión, no sabemos manejarnos bien con las cosas que nos producen dolor. Somos tan sensibles, somos tan lógicamente humanos, que las cosas que nos duelen nos obnubilan y nos impiden actuar con la conciencia desafectada en los momentos que se presentan. La tendencia impulsiva natural, actuando como un mecanismo de defensa y supervivencia, trata de sacarnos del dolor evitando –o tratando de evitar- que nos descentre, que nos aflija y atormente, y por eso cuando llega ese momento nos parece que no estamos preparados, y si lo evitamos no estamos haciendo lo correcto y si dejamos que nos venza y nos hunda tampoco estamos haciendo lo correcto. Lo mismo que se aplica al dolor se puede aplicar a las emociones y los sentimientos: mientras están manifestándose hay que entregarse completamente a ellos, hay que permitir que nos absorban para que nos permitan conocer toda nuestra humanidad, y sus potencialidades; hay que vivirlos con toda la intensidad que nos aportan, sin tratar de depreciarlos, sin pretender aplazarlos para otro momento (porque cualquier otro momento ya no será igual, ya que los momentos son irrepetibles), sin negarlos, sin tratar de aplacarlos o enfriarlos con la razón o la indiferencia. En mi opinión, cuando se produce, hay que de dejar que se exprese TODO el dolor. TODO. Es el único modo de conocerlo de verdad, de saber cuál es su límite y el nuestro, y la única manera de sacarle la enseñanza que nos puede aportar en el camino del autoconocimiento. Reprimir el dolor, cortar su manifestación natural, o negarlo, es contraproducente, porque es privarse de la oportunidad que nos está brindando. Creo que ningún dolor emocional es gratuito. Ninguno se presenta con la exclusiva intención de mortificar, atormentar, o punzar y sin entregar nada a cambio. Ningún dolor es un tormento y suplicio porque sí. ¿Puede influenciar la mente en los sentimientos haciéndoles ver –por ejemplo- que los que producen dolor no son deseados y por ello son rechazables? La premisa es que cuando uno está atravesando un momento emocionalmente doloroso no está para escuchar lo que le parecen monsergas. No está para razonar porque el dolor acota su capacidad de razonar ya que se centra casi exclusivamente en ese sufrimiento y el origen y los sentimientos añadidos de incomprensión o injusticia. Si los sentimientos pertenecen al corazón y la razón a la mente, están condenados a no entenderse. O, cuanto menos, a hablar diferentes idiomas con diferente ánimo, lo que les condena a la falta de entendimiento. Cada uno se va a encastillar en su postura y no va a querer entender la otra. La aportación de la mente es esos momentos se ha de limitar a recordarnos que todos los momentos son pasajeros y que conviene aprovechar el estado que se ha producido antes de que se difumine y desaparezca. Somos humanos. Gran parte de nuestro aprendizaje no pasa por nuestra mente o nuestra memoria, sino que se recibe y procesa o siente en el corazón. Ciertas cosas solamente podemos aprenderlas –y aprehenderlas- sintiéndolas, sin necesidad de teorización o explicaciones, sin ponerles palabras que intenten explicar lo inexplicable. Si algo nos duele hay que preguntarse: ¿por qué?, ¿a quién le duele? (a la Persona o al ego), ¿qué sentido tiene este dolor?, ¿qué tengo que aprender o qué puedo aprender de esto?, ¿qué me estoy diciendo a mí mismo?, ¿qué me está diciendo mi alma? Y puede añadir cuantas preguntas se le ocurran. Eso sí, las respuestas son necesarias (atención porque a veces se manifiestan simplemente como un sentimiento, sin palabras). Y hay que escuchar a las respuestas verdaderas sin descartarlas por ingratas o indeseadas. No huyas ante el próximo dolor ni te atrincheres en él. Obsérvate y aprende. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
×
×
  • Create New...