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buscandome

Warianos
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  1. LO QUE PIENSO DE MÍ – EL AUTO-CONCEPTO En mi opinión, no somos imparciales cuando valoramos el concepto que tenemos de nosotros mismos. Excepto los ególatras, egocéntricos, egoístas, presuntuosos, vanidosos, pedantes, y los de similar calaña, la tendencia habitual es la de rebajar la tasación personal propia que sería equitativa, porque no nos han explicado bien cómo se hace del modo adecuado, y porque no hay claridad en algunos conceptos. HUMILDAD La verdadera humildad no consiste sólo en no querer ser o aparentar más de lo que uno es; es reconocer quién es uno y aceptar ser cuanto uno es. Es también, por tanto, aceptar ser más de lo que uno parece ser. Hay que tener cuidado con la falsa humildad. Menospreciarse, depreciarse, infravalorarse, o despreciarse, no hacen justicia a la realidad de uno. No es más humilde el que menos se aprecia. Y cuidado con esto: ser el más humilde puede ser un asunto de ego, porque es pretender “ser más” de lo que sea. ORGULLO El orgullo no solamente es malo. El orgullo natural es muy sano, y no tiene que ver con el engreimiento, la presunción, la pedantería, la vanagloria, la altivez, la altanería o la arrogancia… sino que es la satisfacción personal que uno siente por lo que es o por lo que hace. Y es muy adecuado sentirse a gusto, orgulloso, por los dones propios o los méritos logrados. No hacerlo así, y depreciarlos o despreciarlos, además de ser una injusticia, es un asunto de una humildad o modestia mal ejecutada. LOS COMPLEJOS Los complejos tienden a desvirtuar y falsear la realidad en un sentido negativo. Las personas acomplejadas no reconocen ni muestran su auténtica valía y valoración. La falta de confianza en ellos mismos les hace evaluarse con injusta medida y, al tener su propia opinión o autoestima en contra, el concepto que tienen de sí mismos es de menor valía que la realidad. Al partir de un concepto negativo propio, y usando el modo de minusvalorarse, es lógico que el autoconcepto sea pobre. EL PROPIO DESCONOCIMIENTO El desconocimiento de uno en su totalidad es determinante a la hora de crearse un autoconcepto objetivo. En general, la tendencia de las personas es a notar y valorar más las cosas que menos le gustan de sí mismas, por lo que, en general, afloran antes y con más intensidad las negativas, relegando a un segundo o tercer plano las adecuadas o buenas. Si uno se conociera más, y se valorase justamente, apreciaría detalles que son pequeños pero valen más que los grandes. Por ejemplo, uno es honrado por su naturaleza y decisión, pero no lo aprecia. “Es lo normal”, puede decir. Y sí, es lo normal y es habitual, pero no todas las personas son honradas, así que el hecho de que mucha gente sea honrada no quiere decir que eso no sea un mérito y algo a apreciar especialmente. Si uno tiene la norma de ser honrado eso ha de ser valorado. Cuando se le pide a una persona que escriba diez cualidades suyas le resulta una tarea imposible. Si se le pidiera eso mismo a una persona que nos conozca bien –que escribiera diez cualidades nuestras-, lo podría hacer sin gran dificultad. LA MALA COSTUMBRE DE NO VALORAR LO QUE UNO ES O LO QUE UNO HACE Es común la mala costumbre de no valorar en uno lo que es o lo que hace, las cosas buenas, y desestimar las cualidades (porque nos parecen “normales”), utilizando una vara de medir que no es igual que la que usamos con los otros. Si exceptuamos a las personas que critican a los demás despiadada e injustamente, sólo por reprochar con desprecio pero sin razones ciertas, el resto de personas tendemos a ser más comprensivos con los otros que con nosotros mismos. Lo que es una injusticia. Somos capaces de ver o de argumentar razones por las que el otro falla en algún aspecto, o no actúa de un modo correcto, y vemos y valoramos con más generosidad en los otros las mismas cosas que nosotros hacemos. CONFUNDIRSE CON EL ASUNTO DEL EGO Se llega a pensar que hablar bien de uno mismo es un asunto de ego y se llega a rechazar como “malo” todo lo que tenga que ver con el ego. Un error. El ego es lo que mueve el mundo –hay mucho de ego en haber descubierto todo lo que nos ha traído hasta la situación actual de tener tantos adelantos técnicos, por ejemplo-, y una parte del ego es la que se encarga de que sigamos adelante y pretendamos seguir mejorando. Y eso no es malo. Lo que sí tiene su parte de “malo” son todas las derivaciones de ego que se relacionan al principio (Ególatras, egocéntricos, egoístas, presuntuosos, vanidosos, pedantes, y los de similar calaña) Una vez revisados y resueltos los puntos anteriores, y algún otro que se le ocurrirá a cada uno, sería muy conveniente hacer un nuevo inventario de uno mismo, ponerse la nota justa, y sentirse muy orgulloso de las bondades y cualidades positivas, y sonreírse a sí mismo –con una sonrisa de satisfacción- la próxima vez que uno se mire al espejo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  2. CUANDO EL PASADO TE BLOQUEA En mi opinión, una de las cosas desagradables y hasta frustrantes que tiene el pasado es su tendencia a retenernos e inmovilizarnos, sobre todo cuando ese pasado guarda reproches hacia uno mismo. No nos suelta. Quiere mantenernos aferrados a él, para que purguemos la culpa por todos “los pecados cometidos”, o sea “los errores” que alguien que tiene nuestro mismo nombre y apellidos -pero pertenece al pasado y no es el mismo que somos hoy - cometió. Tú no debes responsabilizarte por lo que aquella persona -que no conocía los resultados que hoy sí conoces - hizo en su momento. No tienes derecho a juzgarte y menos aún a castigarte. Esa persona del pasado hizo lo que creía que tenía que hacer, o lo único que podía hacer en aquel momento, o lo que supuso que era su obligación, o lo que le permitieron las circunstancias. Hoy eres otra persona distinta y con tus conocimientos actuales no tienes derecho a reclamar a esa persona que fuiste, porque su situación era otra y sus posibilidades eran distintas. El pasado ya sólo le pertenece al pasado, no a ti. Tú eres el presente y puedes ser el futuro, pero no debes pretender estar instalado en todos los sitios a la vez. Ya sabes que de lo que ha pasado se debe extraer al aprendizaje y luego hay que dejarlo ir. Retenerlo con la mente, con el recuerdo continuo, con la insistencia –cuando nos referimos a cosas que nos desagradan y de las que nos sentimos culpables- es contraproducente. No aporta nada de positivo si se ha concluido bien la experiencia y se le ha extraído la enseñanza. Todo es negativo en querer seguir anclado –y sin avanzar- a ese pasado, porque sufre y se deteriora, menospreciándose, el concepto que tenemos de nosotros mismos, o sea nuestra autoestima. Si recordamos algo del pasado que no es de nuestra satisfacción, sin duda nos centraremos exclusivamente en eso magnificándolo y permitiendo que desestime el resto de cosas. No sé por qué cuando nos centramos en un “error” olvidamos todo lo que no es error y parece como si TODO lo englobásemos dentro de la carpeta de “ERRORES”. El pasado es inamovible históricamente. Están los hechos y las fechas para confirmarlo. Lo que sí podemos modificar es el concepto que tenemos asociado a cada hecho, y si ponemos voluntad podemos ser capaces de poner amor donde teníamos odio, poner comprensión donde teníamos intransigencia, iluminar lo que teníamos calificado y clasificado como oscuridad, e incluso poner una sonrisa de empatía y discernimiento donde habíamos puesto la represión, la condena, el enfado, la rabia, o el dolor. El Amor Propio hace verdaderos milagros. Amarse, comprenderse en la tambaleante humanidad, y aceptarse en los propios conflictos y en los desafueros y en las contradicciones, es lo más grandioso que uno puede hacer por sí mismo. Es la sabiduría concentrada máxima, es el Amor Supremo. Nos exigimos por encima de nuestras capacidades. Somos jueces excesivamente rigurosos y bastante injustos. Magnificamos lo que no nos gusta de nuestras actitudes. Llegamos a ser inmorales y odiosos en el trato que nos damos por decisiones que tuvimos que tomar y que produjeron un resultado que no se esperaba. Lo pasado es un campo lleno de experiencias que nos han traído hasta hoy. Pero, como a los muertos, conviene dejarlo donde está. Que no se convierta en un lastre que condicione nuestro presente e hipoteque nuestro futuro. Que no nos siga a todas partes. Que no se adueñe de nosotros. Que no quiera sobrevivir porque ya murió. Hoy. Ahora. Esto es lo único que es real y es lo importante. En este ahora es cuando uno se puede proponer recomenzar una vida sin lastres, sin ataduras, con la mano tendida y el corazón abierto. Sin reproches ni venganzas. Y con el Amor Propio que surge de la comprensión de que uno tiene que sobrevivir a sus propios naufragios, de que uno es Humano y se equivoca y eso es lo normal y no necesariamente merecedor de un castigo. Haz las paces contigo ahora. Comprende y acepta todo tu pasado, perdónate -si así entiendes mejor a qué me refiero-, date descanso, pon orden en tu mente y tu corazón, limpia los rastros hirientes de tu pasado. Pon el contador a cero, inaugura una nueva línea de salida. Vive. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  3. CÓMO DESHACERSE DE LOS PENSAMIENTOS INDESEADOS En mi opinión, la mente, que debería ser nuestra aliada siempre, en algunas ocasiones se convierte en nuestra más encarnizada y puñetera enemiga. La mente es un instrumento a nuestro servicio. Está ahí para que la utilicemos bajo nuestro gobierno, para que le saquemos el partido que nos puede aportar pero, en cambio, parece más bien que ella es “cada uno de nosotros” –como que la mente es “Yo” y es quien manda- y parece como si nosotros estuviésemos condenados a padecer sus desbarajustes y caprichos. Con eso de que se conoce bastante el funcionamiento de la mente, pero no del todo, yo veo que queda un espacio en el que suponer que lo que vas a leer es posible que funcione así. Esta suposición se ha generado a raíz de escuchar a muchísimas personas las jugarretas que les hace su mente. Se trata de lo siguiente… Creo que conviene que no les prestes una atención reiterativa a los pensamientos desagradables, porque si los traes a menudo a tu mente –o si permites que se queden durante mucho tiempo- la mente va a creer que se debe a que son importantes para ti, y se encargará de seguir presentándotelos a menudo. La sugerencia en estos casos es que, cuando aparezcan, no les prestes atención y te obligues a centrarte en otra cosa distinta que requiera toda tu atención, de modo que la mente esté tan absorta en tu propuesta voluntaria de ocupación que no le quede tiempo ni atención para sus pensamientos negativos reiterativos obsesivos. Por ejemplo, te puedes obligar a contar desde 1000 hasta 1, hacia atrás, en inglés y sólo los números impares. También te puede servir poner una música que te absorba de tal modo que toda tu atención esté en escucharla y cantarla, incluso mejor si hasta la bailas. O si pones pensamientos agradables –seleccionados por ti conscientemente- donde sólo había pensamientos dramáticos y desagradables. Cualquiera de estas sugerencias, si las haces bien, funcionan. También puedes usar cualquier truco tuyo que te sirva para centrarte en algo que te permita olvidarte del resto. Lo recomendable ante estos pensamientos es no hacerles caso. No entablar una conversación con ellos –porque ese puede ser también parte de su objetivo-, así que conviene no decir ni sí ni no, ni vete pensamiento, ni ya lo veré en otro momento. Cualquier cosa que se le diga al pensamiento lo va a utilizar para engancharnos. Lo mejor es obligarse a centrarse en otra cosa. A algunas personas les funciona dirigirse a esos pensamientos inquietantes desde el corazón y, con amabilidad y una sonrisa, pedirles amablemente que les dejen diciéndoles que ya no son útiles. “Ese asunto no me interesa, ya no quiero seguir dándole vueltas”. Si no se les presta atención, si uno no es reiterativo e insistente con ellos, irán pasando a segundo término como hacen las cosas que realmente no nos importan. Mientras más se centre uno en ellos, más los está engordando y les está invitando a que se queden y no se vayan. La frase interesante dice: “NOS RESULTARÍA MUCHO MÁS SENCILLO OLVIDAR LAS COSAS DESAGRADABLES SI NO INSISTIÉSEMOS TANTO EN RECORDARLAS”. Comprender en la mente y en el corazón y en el alma esta frase sería definitivo para acabar con esos pensamientos gravosos. Hay cosas que les han de pertenecer ya al pasado y hay que dejarlas en ese sitio que es el que les corresponde, y no pretender mantenerlas vivas para que nos recuerden nuestros errores o el dolor que nos han aportado. Darse permiso para olvidar en una demostración de Amor Propio. De las experiencias desagradables conviene extraer la enseñanza que nos pueden aportar… y dejarlas inmediatamente desvanecerse, deshacerse de ellas, borrarlas, olvidarlas. Con las cosas que nos pre-ocupan conviene no entretenerse excesivamente y sólo dedicarles un tipo de atención consciente y de calidad, donde uno controle la mente y la utilice con ecuanimidad, y donde “preocupar” se sustituya por “prever”; conviene verlas desde la objetividad y no desde la tensión nerviosa, no desde la ansiedad y la perturbación sino desde el equilibrio y la imparcialidad que aporta el poder ver las cosas sin sentirse implicado en ellas. Este es un ejercicio que requiere su tiempo, que se va mejorando a medida que se va ensayando más y más, y que funciona siempre y cuando uno tenga claro lo escrito: que la mente es un instrumento a nuestro servicio. Que uno manda en su mente. Y que uno ha de revisar los pensamientos que presenta la mente, porque son los pensamientos de la mente y no siempre coinciden con nuestros pensamientos propios. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  4. APRENDER DE LAS EXPERIENCIAS En mi opinión, todas las cosas que hemos sentido, o conocido, o presenciado, o vivido, nos han aportado una experiencia de la que no siempre hemos sabido extraer toda su enseñanza. Muchas veces nos quedamos tan obstruidos por el dolor, tan inmovilizados por la rabia que provoca la incomprensión, o bien nos quedamos consolando al llorica y mimado ego, o lagrimeando en nuestra desproporcionada pataleta infantil, incluso negando lo evidente, que no prestamos la atención que requiere cada hecho que estamos viviendo. Las situaciones que nos acontecen están para ser vividas y ser convertidas en las vivencias que nos aportarán una experiencia. En las situaciones desagradables, si no lo hacemos de ese modo estaremos padeciendo un sufrimiento inútil e innecesario, y estaremos perdiendo una oportunidad que nuestro destino tendrá que repetirnos más adelante para que –por fin- hagamos lo que tenemos que hacer. Doble sufrimiento… Las experiencias son para aprender y no son –o no han de ser- un tormento gratuito. No hay un Dios o un Creador o un azar que tengan la mala intención de poner situaciones en nuestra vida que sólo nos aporten dolor a cambio de nada. Si observamos, si ponemos voluntad y apertura de miras, todos podemos sacar algo positivo de las cosas que aparentemente sólo aportan aflicción y desconsuelo. Preguntarse PORQUÉ, primero, y PARA QUÉ, después, nos ayudarán a extraer los aprendizajes. La recomendación es evidente: aprende de la experiencia… y déjala que siga su camino hacia la extinción sin retenerla ni con el pensamiento ni con el dolor. Vivir es –entre otras cosas- amoldarse a las circunstancias o aprovecharlas para lograr algo provechoso. O sea, aprender. El mundo es un campo de experimentación, y la vida es el modo en que hacerlo. Pregúntate… ¿Qué me hace sentirme más en paz? Tal vez respondas que las cosas que has aprendido y tu evolución personal. Uno se siente satisfecho con lo que aprende, con el poso que van dejando las cosas y van cimentando la personalidad. Y uno –casi siempre- olvida el precio que ha tenido que pagar por la lección porque, cuando se aprende bien, el precio puede ser lo de menos. Si tenemos que aprender algo en esta vida, mejor que sea pronto, a la primera –y esto requiere toda nuestra colaboración y nada de negación u oposición-, para que no tengamos que repetirlo una y otra vez, ya que, por lo general, el modo de aprenderlas no siempre es agradable. Que el miedo no te haga eludir o huir, que la pereza no te haga aplazar lo que debe ser inaplazable, que el Amor te ilumine al afrontar las experiencias dolorosas. Tienes que sobrevivir y crecer. Tienes que preservarte para que nada te hunda. Tienes que enriquecerte con todos los acontecimientos. No afrontes la vida con desconfianza, ni con temor, ni con pre-juicios. VIVE la vida y sal indemne y fortalecido de todas las experiencias que te proponga. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  5. CONFUNDIMOS LOS RECUERDOS CON LA REALIDAD En mi opinión, nos afligen más, nos determinan más, y hasta se nos hacen más creíbles, los recuerdos de lo que nos pasó que la propia realidad de lo que nos pasó. Cuando uno está afectado por una emoción, por un sentimiento, eso es lo que tiene dentro de sí, lo que le marca, y así lo interpreta por encima de lo que realmente sucedió. Cada hecho que hemos vivido lo archivamos en nuestra memoria, o en nuestro pasado, junto con el sentimiento que nos produjo. Por eso a veces se nos olvidan las caras, las palabras, o incluso los hechos concretos, pero en cambio recordamos, con el correspondiente estremecimiento de disgusto o con una sonrisa y bienestar, cualquiera de las cosas desagradables o agradables que nos han sucedido. ¿Y qué es más importante, el recuerdo o la verdad? Deberíamos contestar que la verdad, lo que es cierto, pero en esos momentos de alteración emocional en que suceden las cosas somos incapaces de mantener la objetividad que todos los actos requieren para ser evaluados con exactitud y justicia. En esos momentos –y más aún en los que son desagradables- perdemos la honradez que todo acto requiere para ser imparcialmente valorado, no usamos la justedad necesaria para comprender el hecho tal como es, la certeza, la autenticidad, sino que, desde la alteración exaltada en la que estamos a causa de lo que nos ha disgustado, emitimos un adjetivo o una conclusión que no es producto de la justa evaluación de los hechos sino que es la sentencia que dictamina nuestra rabia, es la manifestación enaltecida de nuestra ira, y es el producto del enfado que ha anulado nuestra serenidad. Archivamos el hecho acompañado de la interpretación –acertada o desatinada- de ese mismo hecho, y arrastramos de ese modo la irrealidad que hemos vestido de verdad, y la padeceremos mientras no seamos capaces de enfrentarnos en otra ocasión a los hechos verdaderos, estando más serenos y atinados, y seamos entonces capaces de comprender y admitir que nuestra ofuscación del momento había desvirtuado los hechos. Si uno está molesto o rabiosamente enojado con otro porque el otro en una ocasión dijo o hizo algo que le disgustó en aquel momento, cada vez que piense en el otro o en la situación sentirá una revolución de desagrado en su interior, y esto tiene –por lo menos- dos efectos negativos en uno mismo. El primero, que estará perdiéndose una relación con el otro que podía ser interesante, sólo por el hecho de haber etiquetado mal un acto o una palabra. El segundo, que quien se queda mal realmente en este caso no es el otro, que estará en lo suyo y totalmente ajeno a los sentimientos del que padece esa alteración, sino el que lo está experimentando. Esto, por supuesto, se aplica en los casos de malentendidos, porque en el caso de que el otro haya obrado intencionadamente mal, con el ánimo expreso de hacer daño, las cosas cambian. Se dice que la memoria –en ese aspecto- no es fiable, porque en la interpretación que se hizo entonces de lo que sucedió puede haberse incluido una mala o una errónea interpretación, pueden estar presentes el orgullo o el ego, puede que la rabia haya desplazado a la justedad, y en ese caso se requiere de un acto de justicia, de generosidad y de amor por la verdad, para afrontar los hechos desde la observancia desapasionada en que uno puede ver, objetivamente, la realidad despojada de prejuicios. O sea, la verdad sin manipulaciones. Es conveniente revisar nuestra historia, asearla, ordenarla con equilibrio, deshacer las falsedades, aclarar las dudas, y mantener de ella sólo lo que contenga verdad. La perspectiva que aporta la distancia de los hechos junto con la objetividad que implica la honradez, son imprescindibles cuando se trata de poner las cosas en su sitio y deshacerse de traumas o fantasmas que arrastramos y que son una pesada carga que conviene dejar. Te sugiero una revisión nueva de tu pasado, principalmente de las cosas que te provocan intranquilidad o de aquellas con las que te sientes a disgusto en lo personal. Si no tiene remedio, te quedas con el aprendizaje que te pueda aportar y sin enojo contra ti por lo que pasó. Si estás a tiempo de arreglarlo… ¡adelante! Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  6. CUANDO TIENES QUE SER TU PADRE Y TU MADRE: LA REPARENTALIZACIÓN En mi opinión, esta es una tarea que la inmensa mayoría de la humanidad tenemos pendientes de realizar. En casi todos los casos –no en todos- nuestros padres pusieron su mejor voluntad y sus mejores deseos, y hasta un cierto cariño o bastante amor, pero… a pesar de eso, no hicieron bien su tarea de educarnos. La educación correcta de un hijo es un asunto demasiado serio y responsable que no se puede resolver poniendo la mejor intención para hacerla bien. Son demasiadas cosas las que hay que trasmitir al hijo y los padres no están preparados en todas las materias como para hacerlo todo y siempre bien. Esta es la realidad. Así que como padres nos equivocamos muchas veces. Algunos de esos errores los podremos solventar y no dejarán huella, pero otros… marcarán al hijo de por vida, les crearán traumas, miedos, inseguridades, sensaciones de desprotección, de falta de atención o amor, desconciertos, dudas… Entonces, les dejaremos a ellos en herencia el trabajo de reparentalizarse, o sea: hacer bien la tarea que nosotros no supimos hacer correctamente. O sea que tendrás que hacer de tu padre y de tu madre, y hacer bien lo que los ambos no supieron hacer bien. Hacer contigo lo que te gustaría que hubiesen hecho contigo. Y como no es posible volver a la infancia y explicarles a nuestros padres qué tenían que hacer, no te queda más remedio que afrontar tú solo esta tarea, y hacerla sin falta y sin demora. Y hacerla bien. Tendrás que tratarte a ti mismo del modo afectuoso que no te trataron (si este es uno de tus problemas) y tendrás que ser contigo una madre protectora (si es que no la tuviste) o la abuela generosa, cariñosa, sonriente y cuidadosa (si no hubo una abuela así en tu vida) o el abuelo que te cuide y juegue contigo. Este es un trabajo que puedes hacer de un modo consciente, en cada momento de tu vida (primero tienes que descubrir tus carencias para luego completarlas), estando constantemente atento a ti y cuidándote, o podrás hacerlo a través de la meditación contactando con el niño interior. (Te recomiendo que leas este artículo donde doy mi opinión acerca del modo de hacerlo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,13914.msg16360.html#msg16360) Es muy posible que haya hechos en nuestra infancia, o recientes, en los que no nos hemos sentido protegidos, consolados, aprobados o aceptados, que no hemos sentido el amor o la protección que necesitábamos. En esos casos alojamos un niño dolido, incomprendido, triste, resentido, y ese niño nos marca, nos condiciona, nos penaliza con su pesar, así que conviene que seamos nosotros quienes le demos lo que no le dieron. Llenemos los huecos. Consolemos al desesperado que llevamos dentro. Llenémosle del amor que reclama. Es casi seguro que todos arrastramos algún dolor de la infancia. Y quien diga “yo no”, tal vez le conviene modificar su respuesta: “yo no lo recuerdo”, porque la mente, actuando como un mecanismo de defensa ante las cosas que nos hacen daño, es posible que haya conseguido olvidar el hecho, pero la influencia del hecho –que permanece en el inconsciente- no ha desaparecido y efectúa su pesarosa influencia. Arrastramos desde la infancia los errores que nuestros padres cometieron al educarnos. Conviene ser comprensivos y no culparles sin más. Ellos, a su vez, es casi seguro que también fueron víctimas de sus padres, y que nos trataron como ellos fueron tratados. Todos tenemos momentos agridulces en nuestra vida. Recuerdos maravillosos que se mezclan con momentos incomprendidos o dolorosos. Éramos niños y si no nos explicaban muy bien las cosas no las entendíamos. Y no nos las explicaban… Tenemos que revisar las figuras que influenciaron en nuestra educación: padres, educadores, hermanos, tíos, abuelos, amigos, etc. Es posible que con todos tengamos algo pendiente de curar. La buena noticia es que ahora mismo podemos ponernos a la tarea de reparentalizar –construirnos o reconstruirnos- y podemos sanar esos vacíos, o esos dolores postergados, abrazando y dando lo que demanden ese niño o esos niños interiores que se quedaron estancados con su problema pendiente de resolver. Es una tarea que conviene realizarla con un terapeuta. Siempre es mejor. Pero si no es posible, hagámoslo lo mejor que podamos. Se trata de cuidarnos hoy y cuidar al niño que también seguimos siendo. Descubrir sus carencias, miedos, dudas, asuntos incomprendidos, vacíos, necesidades… y resolverlos ayudándole en su recuperación emocional. Es el más bello ejemplo de Amor Propio que uno puede desarrollar: Amarse a uno mismo, amar al Uno Mismo, buscar nuestra completitud, darnos lo mejor y todo lo necesario, protegernos de cualquier agresión externa, cuidar a ese niño con el amor que se merece y que no recibió. Ser para nosotros el padre y la madre excelentes que nos hubiera gustado tener. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  7. NO TE CONFORMES NUNCA CON UN “NO LO SÉ” En mi opinión, esta respuesta de “no lo sé”, tan habitual en las preguntas que son un poco comprometidas, o en las que pretenden indagar y profundizar en nuestro autoconocimiento, o en el “porqué” o el “para qué” de algunas cosas, es una respuesta que no siempre es cierta. Esa es la respuesta de los que no se atreven a querer descubrir, a investigar y examinar a fondo, y prefieren quedarse con ella, aunque aparenten ser tontos por no saber. Sólo en contadísimas ocasiones es cierto ese “no lo sé”, porque en la mayoría de las ocasiones es una respuesta que da nuestra pereza, es una pantalla para esconder el miedo que nos da lo desagradable que podamos encontrar en la respuesta, o es que preferimos mantenernos en la ignorancia –autoengañándonos- en vez de afrontar lo que es la realidad pero no nos gusta. Si uno deja que la pregunta se pasee por el interior –más cerca del corazón que de la mente- y está abierto y predispuesto a recibir la respuesta, sea la que sea, ésta aparecerá antes o después. Conseguirá superar todos los vetos y los velos que hemos puesto para no verla. Se impondrá. Pero si nos empeñamos en no querer verla, si la negamos insistente y erróneamente, si nos da pánico pensar que podemos encontrar que somos peor de lo que imaginamos, entonces nos conformamos con ese consuelo de “no lo sé”, que quiere decir “no me tengo que responsabilizar de la realidad de su respuesta correspondiente”. Cuando aparezca esa respuesta, que siempre tiene mucha prisa por aparecer, hay que seguir insistiendo en la espera, sin prisas, sin expectativas –porque nos pueden llevar a fabricarnos la respuesta que nos gustaría en vez de la real-, simplemente escuchándonos, recibiendo de nuestra mente lo que nos proponga, descartando lo que sabemos en el corazón que no es cierto aunque suene bien, y esperando a que algo –que no tiene que venir obligatoriamente en forma de palabras- se presente de un modo rotundo, innegable, tan cierto que nuestra sinceridad y pureza tengan que reconocerlo y aceptarlo. No te conformes nunca con un “no lo sé”. Investiga, cuestiona, pregunta la misma cosa de otro modo, mírala desde otro lado, usa la objetividad y la ecuanimidad cuando se trate de ti mismo, obsérvate, descúbrete, pero no te quedes frenado por un “no lo sé”. Sé valiente. Sé fuerte. Sé sincero. Y las respuestas aparecerán. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  8. ¿PORQUÉ?, ¿PARA QUÉ? NO PARES DE PREGUNTARTE En mi opinión, el mejor resultado de un Proceso de Desarrollo Personal está condicionado a la atención que se le ponga, a la dedicación que se emplee, a la voluntad para aceptar todas las realidades y todos los descubrimientos –aunque no gusten-, y a ser incansable en formular y formularse preguntas directas, interesantes, valientes, que no se queden en la simple curiosidad y que no se conformen con una respuesta que no sea la verdadera. ¿PORQUÉ?, lo he escrito en varias ocasiones, a veces se queda en una pregunta inocente que busca solamente satisfacer una curiosidad. No siempre llega hasta el fondo profundo de la inquietud. Parece que no hay una implicación total cuando uno la hace. No siempre es así, por supuesto, pero es muy conveniente estar muy atento a lo que ponemos después de ese porqué y muy atento para evitar conformarse con una respuesta que no pase del simple silenciar un fisgoneo. ¿PARA QUÉ?, en cambio, es mucho más profundo. Demuestra un interés más real. Hay sentimientos, o dolor, o una duda inquietante, que necesitan ser respondidos. Se sabe que tras ese para qué hay una insatisfacción de algún modo dolorosa, más penetrante, y esa respuesta a esa inquietud es casi vital. Quien se pregunta para qué demuestra un interés real. Quien cree que todo tiene un sentido, que las cosas no pasan porque sí, y que algunas experiencias traen implícito un aprendizaje que es imprescindible recoger y aplicarse, necesitan responderse a ese para qué, y lo tienen que hacer para calmar esa inquietud espiritual que brota del Ser y no se consuela con nada que no sea su respuesta verdadera. Preguntar, y sobre todo si con ello se encuentran las respuestas correspondientes, siempre es interesante. Sin duda una de las actividades obligatorias de la vida es conocerse. Y mientras mayor y más completo sea ese conocimiento, es mejor. Uno ha convivido consigo mismo desde su nacimiento y lo hará hasta su fallecimiento. Es un poco incongruente pasarse toda la vida con un desconocido, con facetas propias desconocidas, así que conviene preguntarse para saber. Y es mejor hacerlo a menudo, porque uno va evolucionando y eso implica cambios. Es mejor no dar por supuesto que las contestaciones de hace unos años siguen teniendo vigencia, así que conviene actualizarlas y actualizarse. También es el modo de darse cuenta de cómo va cambiando uno, y cómo cambia su precepción de las cosas, su escala de valores e importancias, el modo de mirar y ver, y verificar su transformación global. Preguntándose y respondiéndose uno incrementa su autoconocimiento, se acerca más a sí mismo, se descubre, se modela, se ama… Es interesante que no pares de preguntar y preguntarte. Es la mejor, o la única, forma de conocerte. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  9. VALORES Y ANTIVALORES En mi opinión, cada persona dispone de una serie de valores que hasta ahora no ha desarrolla en su totalidad, que siguen siendo un proyecto pendiente de amplificar hasta su máximo esplendor. A lo largo de la vida, la escala de valores por la que cada persona se rige, en la que se fundamentan sus principios éticos y personales, ha de ser revisada y actualizada porque todos –en mayor o menor medida, más rápidos o más lentos- vamos evolucionando. Las cosas a las que hace unos años no les dábamos valor pueden estar ahora entre nuestras prioridades, y las cosas que apenas valorábamos o que nos pasaban desapercibidas ahora pueden ocupar un lugar principal, lo mismo que aquello que era tan tan tan importante ahora nos puede parecer una nimiedad absurda. Te propongo una revisión de una serie de conceptos para que los valores ecuánimemente en este día y veas si tienen que seguir ocupando el mismo lugar actual, si has de priorizarlos y fomentarlos, o si has de desterrarlos al último lugar o deshacerte de ellos. ALEGRÍA - Tener alegría implica una actitud positiva incluso ante las cosas negativas de la vida, que las hay y las habrá, pero lo mismo que el OPTIMISMO –revísalo- te revitaliza y te da fuerza para afrontar los asuntos desagradables con otra VITALIDAD –revísala-. ALTRUISMO y CARIDAD – Esto, lo sabes, es muy importante. Incluso aunque no puedas serlo económicamente puedes ser altruista y caritativo y ayudar de otros modos. APRENDIZAJE – Aprender cosas te convierte en mejor persona y afecta directamente a tu Autoestima fortaleciéndola. Tendrás un mejor CONCEPTO DE TI MISMO –revisar-. AUTODOMINIO – Algunas situaciones nos descontrolan, algunos SENTIMIENTOS –revisar- nos desconciertan, pero a pesar de ello hay que conseguir que no sean cosas ajenas a nosotros –en las que no podemos intervenir directamente en muchos casos- las que nos hagan perder el dominio sobre nuestra ESTABILIDAD EMOCIONAL Y PERSONAL –revisar-. EMPATÍA, ESFUERZO, FELICIDAD, FRANQUEZA, JUSTICIA, HONESTIDAD, INTEGRIDAD, COMPASIÓN, LEALTAD, PACIENCIA, PRUDENCIA, RESPONSABILIDAD, SUPERACIÓN, SENCILLEZ, SOLIDARIDAD, RESPETO, VOLUNTAD…son valores que también has de evaluar y actualizar. Y ampliar, si es necesario. También es conveniente que aproveces para revisar los antivalores, porque es casi seguro que no estarás muy a gusto con ellos… pero tal vez lo sigas manteniendo… DESHONESTIDAD DESPRECIO DISCRIMINACIÓN EGOÍSMO ENEMISTAD IMPRODUCTIVIDAD IMPRUDENCIA INDIFERENCIA o ABANDONO DESCONTROL INFLEXIBILIDAD INJUSTICIA INTOLERANCIA INSOLENCIA IRRESPONSABILIDAD MENTIRA ODIO SOBERBIA... Y todas las que tú puedas añadir. Es una tarea interesante la que te propongo, y te garantizo que si la haces -y si la haces bien, aún mejor-, tendrás unos resultados personales que te dejarán muy muy muy muy satisfecho. Hazlo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  10. ESCAPAR DE LOS CÍRCULOS DE NEGATIVIDAD En mi opinión, algunas personas se sienten fuertemente arraigadas en relaciones en las que la negatividad está presente, y eso además de contagiarles del desastre que es cualquier ambiente perjudicial, les afecta en cuanto a su visión de la vida porque espanta al optimismo que uno pueda tener. La perspectiva negativa que recibimos de esas personas o situaciones, se inventa miedos -que no son reales-, nos infunde pesimismo –que no es real-, nos acobarda frente a la vida, y nos pinta un presente y un futuro enlutados en los que todo se vuelve maligno o destructivo. Estos círculos de negatividad, que requieren un gran esfuerzo y una firme decisión para salir de ellos, nos hacen sentirnos temerosos y vulnerables. Nos roban la energía. Nos anulan en gran medida. Acaban afectando, inevitablemente, a nuestra Autoestima, que cae en picado por el contagio funesto que recibe, y queda anulada –o por lo menos muy mermada- nuestra capacidad de mirar y ver de forma positiva y constructiva; nos desanima, nos hunde… todo lo que recibimos de las personas o situaciones negativas es maligno y contraproducente. A la vista de lo escrito, es evidente que conviene revisar cómo está uno con respecto a este asunto. ¿Qué cosas con las que me relaciono son negativas para mí? ¿Qué situaciones con las que me relaciono son negativas para mí? ¿Qué personas con las que me relaciono son negativas para mí? Y una vez descubiertas, la siguiente tarea es deshacerse –si es posible- de ellas. Y si no es posible, entonces hay que conseguir que no nos afecten y quedarse a salvo de su nocivo influjo. A veces no podemos cambiar las cosas, pero sí podemos cambiar cómo nos afectan esas cosas. Hay relaciones familiares con las que nos vemos “obligados” a convivir –y conviene revisarlas, con objetividad, para ver si esa obligación es cierta o no-, y en ese caso una de las soluciones posibles es hablar con esa o esas personas y manifestarles nuestros sentimientos, cómo nos afecta o duele, qué es lo que deseamos y lo que no estamos dispuestos a tolerar, con la intención de llegar a un acuerdo de unas normas para la buena convivencia. También conviene eliminar –o, por lo menos, limitar- las relaciones con esos amigos o conocidos que siempre nos acaban dejando la desagradable sensación de que no nos aportan nada positivo, de que su negatividad es deprimente y contagiosa, de que su pesimismo es pestilente. Conviene ponerse a salvo de su nefasta influencia. Y hacerlo así es mejor que seguir a su lado creyendo que les estamos haciendo un favor… a cambio de nuestra propia destrucción. Uno de procurarse la mejor vida posible, y eso no es egoísmo sino justicia. Uno ha de eliminar de su vida y su entrono todo lo que es desagradable y al mismo tiempo innecesario. Uno ha de revisar y revisarse continuamente. Todo aquello que es claramente contraproducente conviene sacarlo de nuestra vida en un acto de higiene mental y emocional. Preservarse. Ponerse a salvo. Cuidarse. Eliminar las cosas, personas y situaciones nocivas. Encontrar la tranquilidad. Vivir en paz. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  11. QUE NO TE DUELAN SIEMPRE LAS CRÍTICAS En mi opinión, esa mala costumbre de enjuiciar los hechos de los otros, o las conductas, o cualquier cosa, y además de un modo desfavorable e incluso ofensivo, es algo que uno debería revisar con exquisita atención porque con su uso indiscriminado –y sin tener derecho a ello- se perjudica –y en muchos casos gravemente- a los otros. No es lo mismo una opinión que una crítica. Lo primero es un juicio o una valoración que uno se forma con respecto a algo o alguien, pero es equilibrada y hasta justa, porque uno lo hace de acuerdo a sus conocimientos o ideas, pero sin que en ello haya maldad ni intención de hacer daño, mientras que en la crítica sí existe, soterrada o descaradamente, la maldad, la intención de perjudicar aunque uno no lo quiera reconocer, llegando incluso a justificarlo “yo te lo digo por tu bien”. Cuando uno lo dice por el bien del otro tiene mucho cuidado de no herir ni perjudicar, de separar el hecho ocurrido de la persona. Habla del hecho y dice con ecuanimidad lo que a su parecer es, pero lo deja ahí. Con ecuanimidad y pulcritud, sin añadir las descalificaciones ni los insultos. Por ejemplo: si un día al cocinar queda la comida un poco salada, no es lo mismo decir “en mi opinión, hoy está un poco salada la comida” –que es cierto- que decir “¡no sabes cocinar!, ¡siempre lo haces mal!, ¡eres torpe y todo lo haces mal!”. Lo primero es una opinión imparcial, lo segundo es una crítica despectiva. Hay quienes aprovechan el momento de crítica para añadir “LA SOLUCIÓN”. La solución –por supuesto- desde el punto de vista de la persona que lo emite, pero sin valorar que la otra persona es distinta de uno mismo, y sus circunstancias personales y su educación son distintas, y su modo de ver y hacer las cosas es distinto. Uno debe ser capaz de darse cuenta y valorar que si estuviese en el lugar del otro actuaría EXACTAMENTE IGUAL que lo hace el otro. Por lo tanto no se le puede exigir al otro que actúe como lo hace uno. Todo es distinto. Hay que tener en cuenta, también, que hay diferentes tipos de críticas: desde la que está bien intencionada -aunque probablemente mal planteada- hasta la que contiene toda la mala intención posible. Me refiero a cuando las cosas se dicen con la clara intención de hacer daño. En este caso incluso uno llega a decir algo más tremendo de lo que realmente piensa porque su intención es hacer daño expresamente. En estos casos conviene saber responder bien. Si ante la agresiva crítica del otro uno reacciona enojándose, alterándose, enrabietado, de mal humor, hundido… está colaborando con el otro, se está convirtiendo en su cómplice, le está ayudando a conseguir su objetivo. Lo mejor, por la propia tranquilidad emocional y personal, es no darle importancia a lo que el otro diga. Uno se conoce a sí mismo y lo que el otro le haya dicho no tiene que hacerle cambiar de idea. No debe cuestionárselo. Hay que hacer todo un trabajo personal para cambiar la reacción de enojo –que se expresa de un modo inconsciente- provocada ante la “agresión” de una crítica por una acción reflexionada y adecuada hecha de un modo consciente. Se puede tomar la norma de contar hasta diez o hasta cien antes de responder, para que se calme el acaloramiento emocional del momento, o se puede utilizar la realidad como ironía: “eso que dices no es cierto, y lo sabes”, “bueno… es lo que tú dices pero no es cierto”, “si pretendes hacerme daño con eso que has dicho no lo vas a conseguir”, “si crees eso de mí estás equivocado”… Conviene desdramatizar lo que nos digan de nosotros cuando notamos que en ello no hay objetividad ni ánimo de ayudarnos. Lo que sí podemos hacer es aprovechar la ocasión para ver con objetividad si realmente hay algo de cierto, por si acaso. Las opiniones, en cambio, sí conviene tenerlas siempre en cuenta. A veces, uno está tan acostumbrado a algo que le parece normal y no lo revisa ni valora. A veces, uno lleva tiempo sin actualizar algunos aspectos de su vida y hay que tener en cuenta que una opinión ajena también puede ser acertada. Quienes están en un Proceso de Desarrollo Personal tienen que estar siempre atentos. En cualquier momento y de cualquier lugar puede llegarnos una información que nos ayude en esta tarea. Opiniones, sí. Críticas agresivas o ataques directos malintencionados o reproches injustos o acusaciones injustificadas, no. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  12. LA HONESTIDAD EN EL PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL En mi opinión, una de la cualidades imprescindibles, e irrenunciables, que debe imperar cualquier Proceso de Desarrollo Personal es la honestidad. Sin ella, todo el Proceso es inútil y es un fracaso, porque el sentido del Proceso es desarrollar las cualidades y virtudes hasta su máximo para eliminar de ese modo las carencias a las que llamamos defectos. Uno ha de tratar de ser íntegro. Y aún mejor: conseguirlo. O sea, que no ha de carecer de ninguna de sus partes rectas, intachables, honorables, morales, y dignas. Uno ha de aproximarse todo lo que pueda hasta ese ideal de perfección que se puede llegar a alcanzar si uno está presidido por un lema en el que lo intachable esté presente rigiendo cada uno de los actos. Uno ha de ser justo, honrado, puro. Y la verdad es que nadie puede presumir de haberlo sido siempre en el pasado, pero la vida –esa maravilla- nos ofrece en cada nuevo segundo la oportunidad de volver a empezar, de conciliarnos con el pasado y lo que hayamos sido en el pasado, de poner un punto y final a lo anterior para empezar desde cero y con las ideas y la voluntad distintas y claras. Todos –sí, todos- tenemos algo de lo que arrepentirnos, algo que ocultar, algo de lo que no nos sentimos satisfechos y que aún afecta a nuestra conciencia, pero eso no es motivo suficiente como para que nos quedemos aferrados a esos desatinos, ni para que no seamos capaces de comprender y perdonar a ese que fuimos y que no obró del modo atinado. Lo decente es no estancarse ni quedarse condicionados por aquel fuimos –que no tiene que ver con el que hoy somos-; por lo que hizo, pensó, o dijo, sino que el darse cuenta de lo que no nos gusta en este momento es el punto de partida constructivo hacia lo que sí queremos. La honestidad implica el reconocimiento de los actos de nuestro pasado, así como también el reconocimiento de nuestras virtudes y cualidades. No sólo lo menos bueno, sino también lo bueno. Y la propuesta que se nos hace para hacerlo bien es comportarnos de un modo intachable, de tal modo que a partir de ahora no tengamos nada de lo que arrepentirnos ni por lo que pedirnos explicaciones; nos pide hacer de nuestra dignidad nuestro principio inamovible, de la conciencia el juez inapelable a quien dar cuenta de cada uno de los actos; nos pide que la modestia impida al ego entrometerse en asuntos que no le corresponden, que la nobleza presida nuestra vida, que la humildad sea un bien preciado al que no renunciemos de ningún modo, y que la honradez sea nuestra bandera. En nuestras manos está la posibilidad de construirnos una personalidad de la que sentirnos noblemente satisfechos –y hasta orgullosos en el mejor sentido de la palabra-, y la opción de convertirnos en una persona notable por su integridad, por su fidelidad a unos principios bien construidos, honrada en su grado máximo, amable y amorosa. Y esto no es una utopía: es una posibilidad real, porque esto no tiene que ver con la situación personal, las circunstancias, el estatus, los conocimientos, ni el pasado ni el presente. Cada persona tiene su parcela inviolable, absolutamente personal, donde las decisiones dependen exclusivamente de sí misma, de los deseos que determinan su voluntad. Cada persona puede y debe construirse a sí misma de acuerdo a sus deseos y de acuerdo con sus fundamentos, y esta es una tarea que conviene no aplazar ni olvidar. De ti depende ser cómo quieres ser. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  13. ENRIQUECE TU VIDA En mi opinión, hay demasiadas personas que se quejan por lo que les pasa y lo que no les pasa en su vida pero, en cambio, se mantienen estáticos, rendidos, sin hacer otra cosa que soportar como pueden lo que la vida les va poniendo por delante –ya sean tormentas o vacíos, ya sean dolores o penas-. Hay demasiadas personas que se han rendido antes de llegar hasta al final de sus posibilidades, y ya no son capaces de hacer esfuerzos –que son imprescindibles- para sí mismas. Se han quedado estancados en la idea de que han venido al mundo a sufrir, de que nunca les pasan cosas buenas, de que todo está en su contra, de que tienen que soportarlo lo mejor que puedan, pero parece que no contemplan la idea de enfrentarse a lo que les pasa y modificarlo. Esa rendición incondicional, ese permiso concedido a la pena para que se instale a perpetuidad, y ese acatamiento sumiso al dolor no son nada aconsejables. No se han de aceptar hasta haber agotado hasta la última de las posibilidades. Es conveniente que estas personas recuerden que la calidad de su vida, y lo que hagan en ella y con ella, es su responsabilidad; que es su responsabilidad hacer de ella algo de lo que sentirse dignas y satisfechas. Y, como toda responsabilidad, exige atención, dedicación, perseverancia, bravura, valentía, firmeza… Para dar un cambio en ese tipo de vidas es conveniente diseñar un Plan de Enriquecimiento de la Vida, en el que incluir todas aquellas cosas que aporten gozo, felicidad, buenos momentos, alegría, cariño o amor, belleza, bienestar, paz, equilibrio, y todas aquellas cosas placenteras y agradables que puedan aportar a la vida lo positivo y lo satisfactorio. Hacer esto es muy importante. Y es importante, por supuesto, llevarlo a la práctica. De nada sirven las buenas ideas, ni los buenos propósitos, si luego no se llevan a cabo. Así que, repito: “atención, dedicación, perseverancia, bravura, valentía, firmeza…” Conviene no aplazar esta tarea de enriquecer la vida. Uno es el primer e inmediato beneficiario, así que es mejor no esperar que “el destino se apiade de nosotros”, que “se alineen los planetas”, que “se haga un milagro”, que “el mundo cambie”, y es mejor ser el que toma las decisiones y el mando, el que marca y decide, el que propone para su vida lo que realmente quiere, el que abandona el papel de víctima y sufridor de su propia vida, y el que se convierte en El Creador. Es interesante renunciar a ese papel dramático que algunos se adjudican en su vida, el papel de sufrientes resignados que no saben que sus cadenas son imaginarias y que la realidad en la que creen es una irrealidad. Es interesante tomar consciencia de que la vida no es una sucesión de días que uno tiene que afrontar con el mínimo dolor posible, sino que la vida ha de ser lo más maravillosa posible, lo más satisfactoria, lo más enriquecedora. Algo que apetezca vivir. Y eso, en grandísima medida, depende solamente de uno mismo y de que lo quiera conseguir. Así que… Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  14. NO AMES SÓLO A UNA PERSONA “Mientras más amor entregas, más tienes. Mientras más amor entregas, más recibes. Es mágico”. En mi opinión, comenten un error quienes aman a una sola persona, quienes concentran todo su amor en un único receptor. Esto también es aplicable a las personas que están en pareja. Y no es una invitación al adulterio ni a la promiscuidad, me refiero a que volcar todo el amor en una sola persona hace que esa relación pueda convertirse en vulnerable y dependiente. Hace tiempo que escribí: “el amor es algo que no nos pertenece, es un regalo divino que traemos implantado en nuestro Ser, del cual Dios –o quien nos haya creado- nos hace administradores, haciéndonos ver, eso sí, que es inagotable –se puede terminar el amor hacia una persona concreta, pero no la capacidad de ser amor- y que podemos utilizarlo sin racionarlo. Nos nombran distribuidores de amor, repartidores inagotables, proveedores generosos. Nos dicen “es infinito y además funciona en una proporcionalidad directa: mientras más das, más crece y se multiplica, y mientras más das, más recibes.” Es más conveniente ser generoso y extendido en el amor que se entrega: hay que amar más a la gente con la que se convive o a quienes se conoce y estima. Hay que amar la vida. Es conveniente promocionar la relación con las personas que nos aporten o puedan aportar amor, para que la complacencia de esta necesidad que es vital para cualquier persona no venga exclusivamente de una fuente, ya que pudiera llegar a agotarse y nos dejaría en una orfandad de amor que nos afectaría grande y gravemente. Es conveniente multiplicar el Amor Propio, que es el amor primordial y el que más satisfacciones y más íntimas y profundas nos aporta y nos ha de aportar. Está bien que otros nos amen, pero si uno no se ama a sí mismo no se sentirá completitud. Amarse a sí mismo es obligatorio. Tal vez el sentido de la vida sea llegar a amarse incondicionalmente, a pesar de las contradicciones, de los desaciertos, de las decepciones, y de no alcanzar todo aquello que uno se proponga. Uno ha de comprenderse tal como es, y aceptarse plenamente, con “defectos” y “errores”, esto es imprescindible (lo que no evita que el siguiente paso a dar sea el de modificar todo aquello que pueda ser mejorado). Mientras existan conflictos internos en este sentido es difícil que el amor fructifique. Uno puede llegar a creer que el amor que recibe de otros le calma y consuela su ansia, pero con eso no es suficiente. La aspiración de los Seres Humanos, reconocida o secreta, es alcanzar la plenitud y la paz que sólo puede aporta el Amor Propio, que no es orgullo –como en muchas ocasiones se ha malentendido- sino Amor al Sí Mismo. El amor es consustancial en el Ser Humano, y brota espontáneamente porque forma parte de la naturaleza primordial, pero es algo que conscientemente se ha ido reduciendo y controlando, y se ha convertido en algo casi excepcional debido a los malentendidos que se dan cuando se confunde amor con sexo –entre sexos opuestos-, por la educación en la que no se ha promovido como algo natural sin dobleces, o por la falta de costumbre al haberlo relegado a esas cosas que se han de controlar en vez de dejarlas libres. Uno ha de amarse y uno de los frutos de ese amor será el amor a los otros. Los otros, en plural. Si uno ama, generalmente ese amor ofrecido desinteresadamente se contagia y el otro nos devuelve el suyo del mismo modo. Si uno ama, recibe amor en justa correspondencia. Amar, ofrecer amor, crea un caldo de cultivo en el que el amor se convierte en el centro de cada relación, en el nexo que unifica a las personas, en la forma de expresarse y comunicarse. De todo lo escrito se puede desprender la conclusión de que es mejor amar, mucho, todo lo que se pueda, a todos los que se pueda, con la alegría y bienestar que el amor aporta, incluso como una buena inversión aunque se haga desinteresadamente, como un modo de vida satisfactorio y placentero, como un modo de aportar magia y maravilla a nuestra vida… y a la de los otros. Ahora, te toca decidir: o bien olvidas lo leído… o bien te quedas quieto, escuchas si algo se ha quedado resonando en ti, atiendes la opinión de tu corazón, y decides si es el momento de hacer un cambio o modificación en ti con respecto al amor. Hay que amar más. Hay que amar sin miedo al amor. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  15. LA VIDA SÍ ES REAL En mi opinión, derrochamos demasiado tiempo en la inconsciencia, sin darnos cuenta, irresponsablemente, descuidados, y esto es un despilfarro irreparable por el que pagamos un precio excesivo: permitir que se nos vaya desatendida y sin ser plenamente vivida nuestra limitada e irrecuperable vida. Si uno fuese muy consciente y se diese cuenta de la dolorosa realidad de lo escrito en el párrafo anterior, debería estremecerse al verificarlo, al darse cuenta de un modo responsable e innegable de que eso sucede así cuando uno no está muy pendiente de ello. Las fantasías no son reales. Las imaginaciones no son reales. Los sueños no son reales. Los pensamientos no son reales. El futuro no es real. La vida sí es real. El presente sí es real. Nos pasamos demasiado tiempo desatentos a esta hermosa tarea que es vivir, y acabamos convirtiendo nuestra vida en un pasar descuidado de la auténtica ocupación que nos impone estar vivos, que es VIVIR y llenar la vida de VIDA. En ocasiones parece que no estamos en nuestra vida nada más que para lo desagradable, que necesitamos un sufrimiento o una desgracia para que entonces sí nos demos cuenta de “YO” y lo que eso significa, de quién somos, de que estamos viviendo, mientras que en los momentos plácidos, cuando no pasa nada inquietante, sólo somos espectadores inconscientes y nos quedamos simplemente en fantasmas inadvertidos. Actuamos de un modo que parece que no estamos en nuestra piel, miramos sin ver, la rutina nos domina y nos anula, la costumbre quita el brillo a la maravilla que es VIVIR. La vida es real. Requiere que te centres en ella, o sea: en ti. Para eso es muy conveniente repetirse a menudo “Soy yo y estoy aquí”. Con eso, y una parada de unos segundos o unos minutos, uno vuelve a su Ser, a la VIDA, a verla con relieve, con latidos, con cuerpo y colores. Es lamentable que sean hechos dolorosos o luctuosos los que nos hagan tomar conciencia –siempre leve y fugaz- de que nos vamos haciendo mayores, de que hemos consumido una parte importante de nuestra limitada, irrepetible, e irrecuperable vida; de que nosotros también vamos a morir y que hemos de exprimir al máximo lo que somos y tenemos ahora. Pero en seguida llegan los compromisos, la rutina, lo urgente, las distracciones… y nos evaden en su sueño hipnótico, y nos roban la atención a este “Soy yo y estoy aquí”, que es la verdad más comprobable. Tiene que llegar el 31 de diciembre para que en el brindis nos propongamos un compromiso de mayor atención a vivir. O que celebremos un nuevo cumpleaños para darnos cuenta de la realidad de esa suma de años que es, en realidad, una resta de años. Y es una lástima que esos loables propósitos sólo duren unos segundos. Habrá que esperar al próximo entierro, el próximo cumpleaños, la próxima Nochevieja, para repetir esa intención efímera que, probablemente, tampoco fructificará. ¿O te lo vas a tomar en serio y vas a hacer ahora mismo un Plan de Vida inamovible e indestructible? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  16. ¿ERES UN PERRILLO APALEADO? En mi opinión, esta es una sensación que se puede llegar a sentir y que provoca un dolor que va más allá del dolor físico. La sensación de sentirse un perrillo apaleado –en algún aspecto de la vida- no duele en los huesos ni en la carne: duele en el alma. Y para aliviar o erradicarlo no hay pócimas, ni mejunjes, ni medicinas de farmacia, ni hospital al que acudir. Sentirse de ese modo impide la llegada salvadora del optimismo y espanta la felicidad. Le hunden a uno en una desesperación insonora que no permite ver la luz de la esperanza. La fe desaparece y el luto se impone. Es tan dramático o trágico como lo describo. Quien ha pasado por eso sabe de la situación inexplicable en la que uno se llega a quedar a solas con sus lágrimas y su desesperación; la conmoción que ello provoca lleva a un desamparo y una desolación que no encuentran otra salida más que la dejarse terminar de vencer y recibir nuevos palos sin molestarse ya ni en protegerse de algún modo. ¿Para qué? Por supuesto que desde ese estado queda descartada la opción de salir del pozo, de alejarse, de dejar de recibir más palos del destino o de la vida, y menos aún se piensa en poder ser feliz, o en recuperar la sonrisa o la esperanza perdidas. Jamás se ha visto un perrillo apaleado que muestre una señal de confianza o que ni siquiera sospeche que su situación pueda cambiar algún día. Jamás se ha visto uno feliz o juguetón. Se siente predestinado o condenado a seguir así. Llega un momento en que su rendición es tal, y su falta de esperanza tan potente, que ya no ladran y ni siquiera enseñan los dientes. Así les pasa a muchos humanos. Tan hundidos y desesperados se sienten que no son capaces de reunir las pocas fuerzas que puedan tener desperdigadas, ni pueden recoger las migas de esperanza que puedan encontrar para juntarlas todas, ni saben dónde buscar la puerta de salida. ¿Cómo animar a quien sólo conoce el desánimo?, ¿qué solución darle a quien no cree en las soluciones? Los remedios más inmediatos pueden venir de hacer un esfuerzo -que va a parecer sobrehumano- en el que uno haga contacto con su dignidad y sea capaz de llegar a un acuerdo consigo mismo por el que impedirse seguir en ese estado ingrato. Una conversación sincera consigo mismo, dolorosa pero necesaria, en la que comprender que seguir en esa situación solo conduce a un estado peor y que depende exclusivamente de uno mismo ponerse en acción para abandonar su lastimoso estado… ya que la otra opción es mantenerse rendido, hundido, víctima permanente y sin futuro. Es muy interesante acudir a un buen psicólogo para que dé pautas de cómo abandonar ese estado, pero eso no siempre está al alcance de todas las personas, así que a quien no pueda acceder a uno le conviene hacerlo por otros caminos. La dignidad, que es lo más sagrado que cada persona posee, debería ser un empuje casi suficiente para reaccionar. El Amor Propio y la Autoestima también son muy necesarios –casi imprescindibles- en este proceso, y conviene recurrir a ellos y ponerlos a favor para que colaboren. Y si todo eso falla habrá que recurrir a la fe o la oración, a buscar alicientes que sean capaces de aportar ánimos, a la familia o los amigos para pedirles que nos salven, que nos cuiden, que nos den una mano infinita, un consuelo permanente, un poco de luz y de aire y de vida. En los “perrillos apaleados” hay una rendición y una resignación que son obstáculos importantes para dejar de serlos. Uno puede llegar a crear lo que puede creer. Si uno es capaz de acumular la suficiente rabia contra su situación como para desear abandonarla, puede convertir esa rabia en energía positiva, en canalizarla como motor de acción en vez de dejarla estancada como fuente de frustración. Nadie tiene por qué soportar esa situación. No hay ningún motivo para que uno se quede estancado en esa dolorosa posición. Ninguna razón es suficientemente sólida como para que uno siga perteneciendo a la frustración y pagando el precio –que es desprecio- que es su propia humillación. Si estás en una situación similar, si eres un perrillo apaleado –en algún aspecto de tu vida- ármate de coraje y di ¡basta! Por dignidad, por auto-respeto, por Amor Propio, porque no lo mereces… no permitas que nadie te dé ni un solo palo más. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  17. LAS INTERFERENCIAS PROGRAMADAS En mi opinión, y sin que seamos conscientes -por lo cual no las evitamos cada vez que se presentan-, nos afectan en mayor o menor medida interferencias en lo que debiera ser el desarrollo lúcido de nuestra vida, y vienen siempre desde la educación –o deseducación- que nos aportaron en nuestra infancia, que estuvo contaminada por los traumas, miedos, errores, complejos, frustraciones, y equivocaciones, que los educadores portaban. Y englobo en “educadores” tanto a los padres como a los abuelos, otros familiares, profesores o curas/monjas, amigos, consejos, ideas, instrucciones y órdenes. Están grabadas en nuestro inconsciente -desde la infancia- porque en su momento las aceptamos, con más o menos reparos, ya que no teníamos más remedio que sobrevivir, y para sobrevivir era imprescindible seguir bajo el cobijo y el amparo de la familia a la que pertenecemos, que nos daba alojamiento y alimento, cubría nuestras necesidades básicas, y en algunos casos inclusivo daban caricias o amor. Si lo reflexionamos con atención, si nos observamos con esmero, descubriremos que repetimos frases, gestos, o el modo de ser de alguno de aquellos que participaron en nuestra educación y crianza. Éramos entonces loros que repetían sin saber lo que decían, imitadores de unos adultos que no eran conscientes de que estaban formando la personalidad del niño, y lo que iba a ser su vida y su futuro, al estar aprendiendo de personas que no eran precisamente expertos en la enseñanza. Personas que no se encargaron de actualizarse, de sanarse y purificarse, y se limitaron a repetir lo que sabían sin valorar si era bueno o malo, si era beneficioso o perjudicial. Ese repetir sin saber si uno está de acuerdo, ese representar el papel que otros han escrito para uno sin estar de acuerdo ni con el guión ni con el montaje ni la representación, se volvió en contra y nos ha perjudicado y nos perjudica. Uno padece un conflicto –en muchas ocasiones- entre lo que hace y lo que realmente querría hacer; es un conflicto -del que uno no es consciente del todo pero sí que lo intuye con claridad- entre lo que es complacer a los educadores obedeciéndoles y lo que es vivir de acuerdo con los propios principios. Es un sentimiento indefinible, no es mortal pero crea angustia, desconcierto, una sensación de desubicación, de no tener claro quién es uno y quién es el que reclama desde dentro, el que no está de acuerdo y propone romper cosas y hacerlas de nuevo. Esas interferencias entre el personaje que han creado los otros con sus enseñanzas, mandatos, o adoctrinamiento/adiestramiento, y el que nosotros intuimos que se encuentra en el interior, latente pero sin manifestarse, con el que nos sentimos más identificados, más en sintonía, crea un conflicto del que no siempre se sabe cómo salir. Y entonces se recurre al psicólogo –en los casos más extremos-, o uno busca y se busca en charlas sobre Desarrollo Personal, conferencias, libros y artículos cuyos títulos les llaman a gritos, o se pregunta “2¿realmente quién soy?”, y entonces uno descubre su desidentificación con quien está siendo, que no coincide, por supuesto, con quien realmente es. Ese momento de desconcierto, mezclado con una alegría esperanzada, puede marcar el inicio del descubrimiento de quién es uno. Y lo primero que uno descubre es el desconocimiento de sí mismo, la sensación de haber estado viviendo una vida equivocada o de un modo equivocado. Y luego descubre la cantidad de preguntas que tiene sin su correspondiente respuesta. Lo perdido que está. Y que hay un mundo que no es el mundo que ha vivido o en el que ha vivido. Esa es la tarea. El Desarrollo Personal, la actualización de todas las virtudes, el perfeccionamiento de todas las cualidades, progresar y mejorar, empezar a sentirse en paz consigo mismo. Es necesaria la eliminación de las interferencias programadas para poner en su lugar un brillante Plan de Vida, que es una tarea interesante, intensa, llena de alegrías y algunas decepciones, pero grandiosa… e inevitable. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  18. CUÍDATE En mi opinión, esta palabra que usamos más como una versión alternativa de “adiós” que como lo que realmente es y significa, la decimos en demasiadas ocasiones sin afectividad, sin ser conscientes de su sentido real. Cuando decimos cuídate conscientemente, estamos haciendo uso del imperativo que está implícito en la palabra –es una orden: cuídate-, pero también incluye un amoroso deseo, y la ternura y el amor resumidos en esa palabra –cuídate, porque quiero que estés bien-. Es necesario e imprescindible cuidarse. Hay que conseguir que la mayoría de las cosas no sean más importantes que nuestra propia estabilidad personal y emocional, hay que evitar que las cosas ajenas a nosotros –las que provocan otros y no dependen de nosotros- nos afecten y nos perjudiquen, hay que lograr una estabilidad que no se vea alterada y descompuesta por el efecto de una palabra ajena o de un hecho ajeno. Hay asuntos graves que requieren nuestra atención, y eso es inevitable, pero no requieren nuestra preocupación. Esos asuntos necesitan, precisamente, lo contrario, o sea claridad para comprenderlos, calma para afrontarlos, y luz y paciencia para resolverlos. No hay que olvidar que lo que en realidad busca el Ser Humano –aunque lo llame de otro modo- es la paz. Paz interna, sobre todo. Y paz con el resto del mundo, preferiblemente. Pero, sobre todo, Paz Personal. Ausencia de conflictos desconcertantes y frustrantes. Y para eso, para evitar o para estar preparados, conviene cuidarse. Cuidar el cuerpo y el alma, cuidar los pensamientos y cuidar que no haya enemigos boicoteadores dentro de uno mismo; cuidar el trato que uno tiene hacia sí y cuidar el ambiente donde uno se encuentra; cuidar las relaciones para que no sean tóxicas y cuidar que se vayan cumpliendo los deseos; cuidar que nadie ataque nuestra dignidad, que no recibamos menosprecios, que las palabras injuriosas ajenas no nos dañen, que sepamos comprender y perdonar con facilidad; cuidar que no nos dejen dolorosas huellas los hechos que nos toca vivir y no son de nuestro agrado; cuidar que no magnifiquemos lo desagradable y cuidar que las cosas buenas que nos suceden queden patentes y se multipliquen; cuidar que la Autoestima –que es el concepto que uno tiene de sí mismo- esté equilibrada y no se sienta afectada y alterada por las circunstancias de la vida; cuidar el trato con los otros –para no herir innecesariamente-, y los sentimientos, y las emociones; cuidar a los seres queridos, con atención y con el trato, que las mejores y más amorosas palabras de amor broten en su presencia. VIVIR requiere atención y cuidado. Hacer las cosas bien requiere atención y cuidado. Amar requiere atención y cuidado. El extra en la VIDA viene dado por el cuidado que ponemos en lo que hacemos, decimos, pensamos, sentimos… Ahora soy yo quien te dice… ¡cuídate! Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  19. DESARROLLAR LAS VIRTUDES, DESHACERSE DE LOS DEFECTOS En mi opinión, las personas albergamos en nuestro interior, como un elemento inconsciente que está por encima de nosotros mismos, el deseo de mejorar. Este listado permite ver la mayoría de las virtudes del Ser Humano y algunos de lo que llamamos “defectos”, pero partiendo de que, en mi opinión, los “defectos” no existen, y que llamamos “defecto” a la parte de la virtud que aún no hemos desarrollado. Por ejemplo, la soberbia desaparecería si desarrollásemos el cien por cien la humildad. Propongo revisar este listado y reconocerse en cada uno de los apartados para averiguar cuáles están pendientes de expandir y cuáles son convenientes minimizar o eliminar desarrollando su virtud opuesta. El resto del texto pertenece a Fuente: https://www.ejemplos.co/40-ejemplos-de-cualidades-y-defectos/#ixzz5Mq94kutw EJEMPLOS DE CUALIDADES Tenacidad. Se llama así al empeño que un individuo puede tener en lograr las cosas que se propone y que le impide rendirse ante las primeras dificultades.Compromiso. Una persona comprometida es aquella que acomete sus objetivos, y los objetivos de su grupo, de la misma manera y con el mismo entusiasmo, a pesar de que estos últimos puedan no beneficiarle directamente.Generosidad. Entendida como la capacidad de compartir lo propio con quien menos tenga o de dar al necesitado sin pensar en el propio bienestar primero.Resiliencia. Es la posibilidad de sobrellevar los eventos traumáticos o dolorosos sin resquebrajarse, sino convirtiéndolos en enseñanzas y positivizando el recuerdo de lo ocurrido.Rectitud. Usando la línea recta como metáfora, esta virtud implica que una persona no se desvía del camino correcto, es decir, que evita riesgos y situaciones peligrosas.Honestidad. Se llama así a la sinceridad, es decir, la capacidad para decir la verdad incluso cuando ello signifique riesgos o pérdidas para el individuo.Confianza. Es la fortaleza interior, el talento para creer en lo que se hace y afianzarse en ello en contra de las adversidades o las opiniones ajenas.Liderazgo. Es la capacidad para inspirar a otros y alentarlos a emprender algún objetivo común, para arrearlos de manera positiva hacia un cometido específico.Originalidad. La originalidad es la posibilidad de ser auténtico: de no imitar a otros o copiar patrones externos, sino obedecer a los impulsos creativos que provienen del interior.Lealtad. La lealtad hacia una causa, una persona o una relación se entiende como la capacidad de compromiso y de sacrificio que un individuo sienta por ella. Se supone que la lealtad entraña privilegiar eso a lo que se es leal por encima de los beneficios del momento.Compasión. Se entiende por compasión la capacidad de conmoverse ante el dolor ajeno, es decir, de padecer junto con el otro las penurias que sufre. Es un atributo valorado por numerosas religiones y códigos morales de solidaridad y fraternidad entre los hombres.Destreza. Se llama destreza a la competencia de un individuo en la realización de una tarea determinada, ya sea física (como un atleta) o mental (un genio de las matemáticas). Pero en líneas generales se utiliza para aludir al balance, la rapidez y el equilibrio con que se realiza un cometido.Flexibilidad. Puede ser física, como la de los atletas o maestros de yoga, pero sobre todo se utiliza para aludir a la capacidad de adaptación de los individuos de cara a un reto o un imprevisto. Las personas capaces de producir esquemas nuevos e improvisar suelen ser flexibles.Pulcritud. En términos muy simples, alude a la limpieza. No necesariamente en un sentido literal, pero sí a la prolijidad con que se lleva a cabo una tarea o se está.Celeridad. Es un sinónimo de rapidez, pero se emplea a menudo para referir una buena disposición a que las cosas se cumplan rápida y eficazmente. Pedir celeridad significa pedir un empeño extra para que las cosas fluyan velozmente.Puntualidad. Esta cualidad es muy apreciada ya que significa respeto por el tiempo de los demás, ya que alude a la disposición a estar a tiempo y a responder puntualmente a los compromisos adquiridos: si quedamos a las 3:00 horas, es a esa hora y no veinte minutos después.Confiabilidad. Una persona confiable es aquella en quien se puede depender, porque cumple con sus compromisos de la mejor manera. Si no somos confiables, los demás no dependerán nunca de nosotros y tampoco nos retribuirán favores.Serenidad. Se llama así a la calma interior, el talante moderado para enfrentar las situaciones incluso cuando se trate de una emergencia o algo urgente. La serenidad se vincula con el control, que es un concepto muy valorado por nuestra cultura.Prudencia. Los prudentes son quienes evalúan bien las opciones disponibles antes de tomar una decisión, apostando siempre por la opción más segura y corriendo el menor riesgo posible.Versatilidad. La versatilidad no es más que la capacidad de una cosa o una persona para desempeñar diversos oficios, usos o roles, no limitándose a uno exclusivo. Un trabajador versátil, por ejemplo, puede ocupar distintos cargos con igual eficacia. EJEMPLOS DE DEFECTOS Corruptibilidad. Es decir, la facilidad para corromperse: realizar actos crueles o ilegales, traicionar, torcer el camino en pro de la ganancia personal inmediata. Es lo contrario a la rectitud.Deslealtad. La falta de lealtad o capacidad de traición, es decir, el anteponer los intereses personales del momento a los compromisos adquiridos con un tercero o con una institución. El patriotismo es una forma de lealtad.Soberbia. Se llama así a las personas que son incapaces de ver sus propias limitaciones o debilidades, y actúan de manera todopoderosa frente a los demás. En la antigüedad griega la soberbia era el único “pecado” mortal de sus héroes mitológicos.Cobardía. La carencia de arrojo, de atrevimiento, de valentía, puede expresarse de muchas formas, pero en líneas generales implica la incapacidad de acometer una tarea de riesgo o de alzar la propia voz para defenderse.Necedad. También conocida como terquedad, significa el empeño en lo que se piensa o se hace incluso de cara al error, o a pesar de que personas que saben más estén advirtiendo las falencias o errores en el pensamiento o la acción.Ignorancia. Básicamente, alguien ignorante es quien habla y afirma cosas respecto a una materia que desconoce. No se debe confundir con el desconocimiento, pues todos carecemos de información en muchas temáticas, pero el ignorante afirma y opina tajantemente sobre lo que no sabe.Crueldad. Las personas crueles son aquellas que disfrutan con el dolor ajeno o que son capaces de generar una cantidad de dolor en los demás sin inmutarse o sin compadecerse. Una persona cruel carece de empatía, si bien todos en algún momento podemos llevar a cabo cosas crueles o tener actitudes crueles.Antipatía. Lo contrario de la empatía: las personas antipáticas no generan una sensación de calidez y cercanía con los terceros, sino de distancia y rechazo. La antipatía es muy despreciada en el mundo de las relaciones sociales y del protocolo.Pereza. Ausencia de energías o mala disposición de las mismas para realizar las tareas pendientes. La gente perezosa tarda en hacer lo que debe y lo pospone infinitamente, ya que no tiene empuje interior para el trabajo.Mezquindad. Un defecto semejante al egoísmo, que implica lo contrario a la generosidad: el no compartir con los necesitados nada de lo que justamente se tiene en abundancia, o mostrar tacañería al hacerlo.Deshonestidad. Se trata de la propensión a la mentira y a ocultar la información, en pro de un beneficio personal, a pesar de que ello pueda significar en daño a terceros.Torpeza. Implica la falta de destreza al realizar una tarea o al comunicarse, es decir, hacerlo de manera tosca, abrupta, irregular, a menudo dañando a terceros o dañando materiales sin tener la intención expresa de hacerlo.Debilidad. Simplemente, la ausencia de fuerzas. Pueden ser físicas o vitales, como en el caso de alguien que carece de la fortaleza para enfrentarse a sus fracasos y éstos, por pequeños que sean, lo avasallan y superan.Indiferencia. Se utiliza para referir a las personas indolentes, inconmovibles, que no prestan atención a una temática específica, por lo general al sufrimiento de los demás o a causas consideradas importantes, públicas y trascendentales.Arrogancia. La arrogancia consiste en vanagloriarse de lo que se posee, sea material o de otra naturaleza. Es lo contrario diametralmente a la humildad.Desprolijidad. Falta de cuido en lo que se hace, es decir, llevar a cabo las tareas de manera desordenada, sucia, poco coordinada, etc.Incompetencia. Ineptitud, simplemente. Falta de pericia o de talento para llevar a cabo una tarea específica o para acometer algún compromiso adquirido.Cinismo. Se llama cínico a quien lleva a cabo o defiende prácticas y actitudes que han sido desaprobadas por el común de las personas, como mentir o robar. El cínico sabe que está mal, pero no se arrepiente ni muestra vergüenza.Conservadurismo. Las personas conservadoras son aquellas que le temen al cambio y a la renovación, y que por lo tanto se le oponen fehacientemente sin pensar en ello de manera honesta y abierta, incluso cuando el cambio podría ayudarlos o favorecerlos.Egocentrismo. Una persona egocéntrica es aquella cuyo mundo de intereses gira exclusivamente en torno a sí misma, y por lo tanto sólo habla de sí y sólo piensa en sí, sin importar con quién se encuentre. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  20. CUANDO ESTÁS MAL ES CUANDO MÁS TE NECESITAS En mi opinión, las personas tenemos tendencia a abandonarnos cuando nos encontramos en una mala situación o un mal momento. Tal vez sea porque arrastramos el cansancio y la decepción de otras ocasiones similares en las que no nos hemos sentido a gusto con la situación y, en un inventario inconsciente, nos recordamos que no nos gustamos, o no nos gustan las situaciones que nos tocan vivir, y entonces se manifiesta con rotundidad una apatía que nos propone olvidarnos a nosotros mismos, desatendernos, dejarnos hundidos en un principio de depresión y sin ánimos de seguir luchando… precisamente en el momento que más nos necesitamos. Cuando uno está en esos momentos desagradables, indeseados, en los que se han sumado una o varias fuentes de malestar, en los que el presente y el futuro están enlutados, en los que los ánimos han desaparecido a manos del desánimo, lo que realmente apetece es tirar la toalla, o acostarse con la intención de que por la mañana todo se haya resuelto y sea distinto, o, en los casos más graves, acostarse y no despertarse más. Cuando uno está demasiado ofuscado, o pseudodepresivo, o en el mismo borde de la desesperación, no está capacitado para afrontar con valentía la situación que le tiene afectado, así que las buenas palabras de ánimo o buenos deseos entran por un oído y salen por el otro sin dejar huella. En esos momentos, el pesimismo está instalado con una intención que parece de perpetuidad –y eso no es cierto- y todo se ve de un negro doloroso, de una tristeza infinita, con un futuro torturador. Y es en esos momentos, precisamente, cuando más se necesita uno. Cuando la incondicionalidad y el empuje y la mejor de las voluntades tienen que estar presentes. Cuando el Amor Propio ha de estar en plena acción y, en cambio, uno se mira con tristeza o desesperación, con desagrado y sin ganas, y resulta que es entonces, más que nunca, que los brazos han de ser más acogedores que de costumbre, la sonrisa más comprensiva y amable, la voluntad ha de estar en plena fortaleza, la esperanza al cien por cien de confiada, y el ímpetu en su máximo esplendor. Conviene tener recursos preparados para sobrevivir a esos momentos y, si es posible –que sí lo es- salir reforzado y más radiante. Te sugiero que en momentos de serenidad y objetividad, anotes las cosas que te hacen feliz, los logros que has conseguido, tus cualidades, los asuntos que te aporta bienestar, la gente que te quiere y a los que quieres, las cosas que para ti simbolizan bienestar o confianza, las fotos donde te estás riendo, los teléfonos de las personas que te pueden sacar de ese bajón, tus mejores recuerdos, las razones por las que seguir… Recurriendo a ello cuando te sientas mal –aunque te tendrás que obligar a hacerlo- podrás recuperar los motivos que te empujarán hacia adelante. Cuando estás mal es cuando más te necesitas. Haz un pacto contigo, el que quieras para no permitirte estancarte. A cada uno le funciona un truco distinto. En mi caso es una frase: “PROMETO NO ABANDONARME NUNCA MÁS”. Para mí tiene un sentido que hace que me salga inmediatamente de donde esté, esté como esté, porque ya he experimentado lo que es estancarse en esa conmiseración deplorable que se convierte en una lástima en la que me puedo regodear durante mucho tiempo… y sé que eso no es lo que quiero. Lo que te puede salvar de esos momentos eres tú mismo, sin duda, pero además ten preparados elementos que te ayuden y te lo hagan más fácil. Piensa también en tu dignidad, en que si estás mal haces sentirse mal a los que te quieren, en que si no vas a sacar algo positivo es una lamentable pérdida de vida, y en que siempre te arrepientes de tu pésima actuación en esos momentos… que son cuando más te necesitas. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  21. EL TIEMPO DE LOS ARREPENTIMIENTOS “Con dolor, sintió algo tan decepcionante como haber malgastado en la rutina de una noria los pasos que podría haber empleado en un viaje inolvidable.” (José Luís Alvite) En mi opinión, todos los que pasado de los cuarenta años –algunos precoces incluso antes- hemos llegado ya a ese tiempo de los arrepentimientos. En realidad, todos los días son El Tiempo de los Arrepentimientos, aunque no lo celebremos pero lo suframos conscientemente. Cuando tenía 13 años una de mis grandes preocupaciones era evitar llegar a ser un hombre mayor, viejo, y encontrarme impedido en una silla de ruedas con todo el día y el resto de la vida por delante para pensar, obsesivamente, en el mismo monotema: el arrepentimiento por todo aquello que no hice o por las cosas que no debería haber hecho. Eso ha marcado mi vida, sin duda, y para bien, porque me ha hecho vivir en una sana “obsesión” –que no llega a tanto, es más bien una atención bastante consciente- por querer aprovechar el tiempo y la vida, para que cuando llegue ese momento previsto pueda tener la conciencia en paz, la vida llena y satisfecha, y pueda parafrasear al poeta y decir, con una sonrisa grandiosa, de autocomplacencia, y unos ojos brillantes, “confieso que he vivido… casi conscientemente y casi plenamente”. No siempre lo logro, la verdad, pero sí tengo la sensación de que lo estoy haciendo bien y, como mucho, espero tener solo ligeras regañinas, y, además, espero que sean cariñosas por mi serena comprensión de que lo hice lo mejor que supe o como me permitieron las circunstancias. Lo bueno que aporta ser reflexivo acerca de que llegará El Tiempo de los Arrepentimientos es que se produce una toma de conciencia y de consciencia, un examen de la realidad y de sí mismo: Uno se da cuenta. Porque arrepentirse no es otra cosa que eso: darse cuenta, de una forma reflexiva, de algún suceso en nuestra vida que, en realidad, hubiéramos deseado que se hubiera desarrollado de otra manera. Lo que no es tan adecuado es el modo. Porque esa reflexión que se forma tras darse cuenta de un suceso, no es reflexiva-comprensiva, que sería lo adecuado, sino reflexiva-culpante. Y esto último es innecesario. Las cosas no sólo se aprenden con castigos, sino que también se pueden aprender con amor y buena voluntad. En mi opinión, el proceso más correcto tras darse cuenta de eso que hicimos u omitimos, y que nos puede llevar al arrepentimiento, sería sacar el aprendizaje que nos aporta porque es evidente que no nos apetece que se vuelva a repetir. Es evidente que hemos descubierto algo en nosotros que podemos mejorar, y eso debería ser un motivo de contento y no de enojo. Si descubro algo que es posible mejorar –“descubrir” es destapar lo que estaba cubierto, pero QUE YA ESTABA-, y lo mejoro, eso quiere decir que después de hacerlo seré un poco mejor de lo que soy ahora, por lo tanto ahora me puedo permitir enojarme todo lo que quiera al descubrirlo porque después me alegraré de haberme corregido y de estar un poco más cerca de ese proyecto que tengo para mí, tan humano y tan bonito, que quiero hacer realidad. El siguiente paso, pero una vez que ya se le ha extraído la enseñanza, es tratar de remediarlo. Si hay otra persona implicada o es algo material que se puede resolver, hacerlo. Hablar con quien sea, explicarse, transmitir el sentimiento actual y el propósito de evitar que se vuelva a repetir ofreciendo sinceras disculpas. Si es algo material y es posible, reponerlo. Después, sentarse con uno mismo, tranquilamente, como amigos íntimos, dejando fuera al crítico obsesivo, al inquisidor, al de las zancadillas, y al diablo que llevamos dentro, y conseguir hermanarnos con nosotros mismos. Ser reflexivos. “De acuerdo, no es lo que deseaba. Estoy mal, pero no sé si estoy mal por mí mismo, por no haber actuado del modo que considero apropiado, o estoy mal con el/lo otro por el daño que le he podido causar. O por todo al mismo tiempo. Pero no voy a empezar otra guerra conmigo mismo por este motivo. La próxima vez prestaré más atención. Ahora es el momento de revisar mis actitudes, mi forma de ser o hacer, lo que deseo, y con todo ello hacer un Plan de Vida que trataré de convertir en realidad”. Ser conscientes en todo momento de lo que somos y de lo que hacemos u omitimos evita la necesidad de arrepentirse después. Hoy es un buen día para revisar cosas, y ver cuáles pueden desembocar en futuros arrepentimientos. Y con esa información, y a partir de hoy, fomentar las que se deseen fomentar y evitar las que se deseen evitar. Si se desea más actividad sexual, subir a una cima de 5.000 metros, viajar, estar más con los familiares y amigos, romper o tirar algo, dejar de ser de cierto modo, etc., y si las circunstancias personales, físicas o económicas lo permiten… adelante. Porque es posible que hoy se puedan hacer muchas de esas cosas, y en cambio, cuando llegue ese momento en que el cuerpo o las circunstancias ya no puedan acompañar, ya no será posible empacharse de actividad sexual, las cimas de 5.000 metros estarán muy lejanas y muy altas, el único país que se pueda visitar será la propia habitación, y los amigos o familiares ya no estarán físicamente presentes. Y esto es tan duro como cierto. Los arrepentimientos, generalmente, vienen asociados a estados alterados en los que uno siente un gravoso pesar, contra sí mismo, y es un pesar agobiante, opresivo, que cancela cualquier futuro optimista y eclipsa cualquier esperanza. Se piensa que Todo es gris oscuro o negro –no es cierto, lo que pasa es que no se quieren ver los otros colores-. Que uno lo hace todo mal –piensa equivocadamente-. Que la vida es una mierda –y no es cierto-. Que no sé cuándo voy a aprender –date tiempo-. Que me siento mal –sé consciente de cómo te sientes y así antes de volver a repetirlo te lo pensarás dos veces-. Y lo peor es que creo que esto solo me pasa a mí –nos pasa a todos-. Soy tonto –no te menosprecies y no te insultes; ni siquiera tú tienes derecho a hacerlo. Respétate-. Ahora mismo no sería capaz de mirarme al espejo –pues déjalo para otro momento-. Por esta retahíla de reproches y despropósitos hemos pasado casi todos. Ya sabemos lo que es. Lo hemos padecido. Lo que queramos hacer no lo debemos aplazar y trasladar hasta nuestra más lejana edad, porque entonces ya va a ser tarde y algunas cosas se van a quedar irremediablemente en el mundo de los arrepentimientos cuando, si las resolviéramos hoy, se podrían convertir más adelante en un pasado más satisfactorio. No hace falta esperar un Juicio Final, ni un veredicto externo. La honradez y la dignidad de cada uno, la conciencia y el alma, la atención y el amor propio, están perfectamente capacitados para hacernos ver esas facetas de nuestra vida -que a veces hasta nos las escondemos a nosotros mismos- que son susceptibles de ser cambiadas o modificadas. Y cambiarlas o modificarlas, para que sean del modo apropiado, serán las razones para que al llegar al final de nuestras vidas tengamos una sensación pacífica de haber hecho las cosas bien o, cuanto menos, haber hecho lo humanamente posible por lograrlo. ARREPENTIRSE Por otra parte, la palabra arrepentirse tiene otra hermosa acepción: “Cambiar de opinión o no ser consecuente con un compromiso”. Y si uno tiene un compromiso con algo, con alguien, o consigo mismo, y no está satisfecho con él, y no hay obstáculo real para deshacerlo, lo mejor es arrepentirse. Hay compromisos formalizados –contratos-, compromisos familiares simbióticos –algunos miembros de la familia, generalmente las hijas, son “absorbidas” de modo que no pueden desarrollar plenamente su personalidad o no pueden hacer su propia vida porque les han hecho creer que tienen que cuidar de los padres ancianos aunque con ello renuncien a su vida-, compromisos con uno mismo -que casi siempre son inconscientes, que no se sabe de dónde han surgido ni por qué; ni siquiera se conoce exactamente cuál es ese compromiso o hasta dónde y hasta cuándo llega-. Si uno se preguntara por qué hace ciertas cosas y, sobre todo, para qué las hace, se encontraría con una cantidad grande, absorbente y agobiante, de cosas innecesarias de las que se puede desprender tranquilamente. Cosas que alguna vez pensó que debía hacer, o que alguien se las imbuyó, y las hace. Arrepentirse de ello, y deshacer ese compromiso aportaría una tranquilidad siempre necesitada y siempre bien venida. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  22. ES IMPRESCINDIBLE UN PACTO CONTIGO En mi opinión, es IMPRESCINDIBLE un pacto interno –en realidad, son necesarios muchos y variados pactos internos…- por el que uno se comprometa consigo mismo a tratarse del mejor modo posible, a respetarse, a acompañarse con mimo y atención, con un cuidado positivo y exquisito, con un Amor Propio indestructible, con plena dedicación y total esmero. Ha de ser un pacto que no se pueda quebrantar ni incumplir bajo ninguna razón o excusa. Un pacto cariñoso, fraterno y entrañable, alcanzado tras una reflexión sincera acerca de lo que está siendo uno en este momento y en los últimos tiempos, acerca del comportamiento que uno tiene consigo mismo, de los desencuentros y las discordias y, por supuesto, de la inutilidad de persistir y redundar en un tipo de relación que no es el adecuado ni el deseado. “El enemigo de la vida es la desatención”, se dice. La desatención, aliada con la rutina, con el desencanto, con el menosprecio, con la insensatez, y con otros aditivos similares, compone un cóctel letal del que cada uno es el principal y más directo perjudicado. A veces, sin pensarlo pensamos que es mala suerte que nos haya tocado ser como somos. Y nos quedamos en una rendición sumisa, resignada, sin contemplar la posibilidad de hacer modificaciones positivas. Se nos olvida que somos dueños de nuestra vida, que tenemos la responsabilidad y la obligación de hacer de nuestra vida una vida que sea lo más cercana posible a la plenitud o la perfección –o a la aspiración que cada uno tenga- y a la felicidad. La excesiva auto-exigencia es otro enemigo arduo y peligroso del que conviene desembarazarse. NO ES OBLIGATORIO tener que soportar lo que no queremos soportar. Nos creemos predestinados o condenados a cosas de las que, con mayor o menor dificultad, podemos escapar. Tenemos a nuestro servicio la maravilla de poder tomar decisiones, de escapar de lo que creemos que es el inevitable destino, de eso que sentimos como la conjura de los hados en nuestra contra, o de este presente luctuoso al que seguirá un futuro no más satisfactorio. Tienes el poder. ¿Eres consciente de ello?, ¿Sabes usarlo? Tienes la voluntad. ¿Es tu aliada o no te respeta? Tienes el conocimiento de lo que te pasa, de lo que quieres y lo que no quieres. ¿Qué estás haciendo con ese conocimiento? Eres humano, y como tal tienes rabia, frustraciones, desengaños y desilusiones; aborreces algunas de tus actuaciones y hay varias o bastantes cosas tuyas que no te gustan… pero lo único que haces es quejarte y nada más. A la vista de este panorama –si es que te ves reflejado en alguna medida- que es tan poco atractivo y deseable… ¿Qué vas a hacer? La mejor decisión es ponerte de tu lado y a tu favor, remar contigo en la misma dirección, pasar de la queja a los hechos que aportan soluciones, salirte de la queja y pasarte al amor propio, y hermanarte contigo en un lazo indisoluble mientras te ofreces una hermosa mirada con la que selles ese pacto. Hazlo como quieras, pero hazlo. Te lo debes. Te lo mereces. Es un pacto que puede cambiar tu vida. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  23. ES IMPRESCINDIBLE UN PACTO CONTIGO En mi opinión, es IMPRESCINDIBLE un pacto interno –en realidad, son necesarios muchos y variados pactos internos…- por el que uno se comprometa consigo mismo a tratarse del mejor modo posible, a respetarse, a acompañarse con mimo y atención, con un cuidado positivo y exquisito, con un Amor Propio indestructible, con plena dedicación y total esmero. Ha de ser un pacto que no se pueda quebrantar ni incumplir bajo ninguna razón o excusa. Un pacto cariñoso, fraterno y entrañable, alcanzado tras una reflexión sincera acerca de lo que está siendo uno en este momento y en los últimos tiempos, acerca del comportamiento que uno tiene consigo mismo, de los desencuentros y las discordias y, por supuesto, de la inutilidad de persistir y redundar en un tipo de relación que no es el adecuado ni el deseado. “El enemigo de la vida es la desatención”, se dice. La desatención, aliada con la rutina, con el desencanto, con el menosprecio, con la insensatez, y con otros aditivos similares, compone un cóctel letal del que cada uno es el principal y más directo perjudicado. A veces, sin pensarlo pensamos que es mala suerte que nos haya tocado ser como somos. Y nos quedamos en una rendición sumisa, resignada, sin contemplar la posibilidad de hacer modificaciones positivas. Se nos olvida que somos dueños de nuestra vida, que tenemos la responsabilidad y la obligación de hacer de nuestra vida una vida que sea lo más cercana posible a la plenitud o la perfección –o a la aspiración que cada uno tenga- y a la felicidad. La excesiva auto-exigencia es otro enemigo arduo y peligroso del que conviene desembarazarse. NO ES OBLIGATORIO tener que soportar lo que no queremos soportar. Nos creemos predestinados o condenados a cosas de las que, con mayor o menor dificultad, podemos escapar. Tenemos a nuestro servicio la maravilla de poder tomar decisiones, de escapar de lo que creemos que es el inevitable destino, de eso que sentimos como la conjura de los hados en nuestra contra, o de este presente luctuoso al que seguirá un futuro no más satisfactorio. Tienes el poder. ¿Eres consciente de ello?, ¿Sabes usarlo? Tienes la voluntad. ¿Es tu aliada o no te respeta? Tienes el conocimiento de lo que te pasa, de lo que quieres y lo que no quieres. ¿Qué estás haciendo con ese conocimiento? Eres humano, y como tal tienes rabia, frustraciones, desengaños y desilusiones; aborreces algunas de tus actuaciones y hay varias o bastantes cosas tuyas que no te gustan… pero lo único que haces es quejarte y nada más. A la vista de este panorama –si es que te ves reflejado en alguna medida- que es tan poco atractivo y deseable… ¿Qué vas a hacer? La mejor decisión es ponerte de tu lado y a tu favor, remar contigo en la misma dirección, pasar de la queja a los hechos que aportan soluciones, salirte de la queja y pasarte al amor propio, y hermanarte contigo en un lazo indisoluble mientras te ofreces una hermosa mirada con la que selles ese pacto. Hazlo como quieras, pero hazlo. Te lo debes. Te lo mereces. Es un pacto que puede cambiar tu vida. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  24. CUIDA TU LENGUAJE Y ÉL CUIDARÁ DE TI (Basado en ideas y frases de Luis Castellanos, José Luís Hidalgo, Diana Yoldi y Marta Bellmont) En mi opinión, somos poco cuidadosos en la comunicación, y no solamente en cuanto a construir con claridad la frase que explique bien lo que queremos decir, no solamente en cuanto a buscar con cuidado la palabra exacta o más precisa, sino que ni siquiera cuidamos el modo de decir ni estamos del todo pendientes de que lo que decimos se puede malinterpretar. Ya conocemos esto: “Entre lo que pensamos, lo que queremos decir, lo que creemos decir, lo que decimos, lo que queremos oír, lo que oímos, lo que creemos entender y lo que entendemos, existen ocho posibilidades de no entenderse bien”. Las palabras son la forma de comunicarnos con el resto de las personas. También existe un lenguaje no verbal muy comunicativo, pero no todos estamos preparados para percibirlo, así que encargamos a las palabras la tarea de transmitir lo que deseamos transmitir. Está científicamente demostrado que las palabras dan salud física y mental. Se puede decir que las palabras son hechos. O pueden convertirse en hechos. Si en nuestro trabajo o casa alguien nos dice “qué bien lo has hecho”, estas palabras producen en nosotros un efecto muy diferente a “me has desilusionado, esperaba más de ti”. Las palabras producen resultados, cambian nuestra precepción de las vivencias y, por tanto, nuestro comportamiento. Se ha demostrado científicamente que palabras de ánimo como “confío en ti” o “genial” afectan positivamente a nuestro cerebro modificando su capacidad de percepción. Es así: nos afectamos unos a otros con lo que decimos, nos influimos. Parecen sólo palabras, pero son mucho más que simples palabras. Lo que sostiene los estados de ansiedad, resentimiento, dicha, ilusión, enfado, melancolía, tranquilidad, etc. son las palabras que alimentan dichos estados. PARA QUE NOS VAYA BIEN en algunos aspectos de la vida, los más personales, ESTAMOS OBLIGADOS a poner atención en las palabras que escogemos. El lenguaje es una herramienta social que aprendimos de niños y que utilizamos continuamente. Ser selectivos y atinados en nuestra forma de comunicarnos es un camino, una propuesta para todos aquellos que buscan mejorar, personas que tienen metas por alcanzar, sueños o proyectos por cumplir. Con las palabras nos damos a conocer, así que podemos enseñar nuestro mejor yo a través de palabras positivas, cuidadas e inteligentes, que crearán en la otra persona emociones positivas que facilitarán la relación. La cantidad de palabras positivas expresadas se correlacionan directamente con cantidad y calidad de vida, así lo demuestran los estudios dirigidos por el Dr. David Snowdon, y por Carmelo Vázquez, catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid. Es posible entrenar nuestro lenguaje, incluso en el caso de las personas que parece que han nacido con un lenguaje más pesimista. Si aprendemos a modificarlo, incluyendo en él agradecimientos, parabienes, buenos deseos, felicitaciones y halagos, y lo integramos en nuestra vida diaria como un hábito, todos –los otros y nosotros- nos veremos beneficiados de este cambio hacia lo positivo y lo agradable. Es interesante que al lenguaje positivo –que ha de ser natural y no fingido- le añadamos las sonrisas. Al sonreír, nuestro cerebro reconoce la musculatura activada como una sonrisa, y por tanto, manda el mensaje de “toda va bien” y segrega las hormonas apropiadas para, poco a poco, crear esa emoción positiva. Además, si los otros nos ven sonreír con ello activamos su colaboración, ya que se vuelven más abiertos a nosotros y nos facilitarán mucho el día a día. Supongo que ahora te parecerá mucho más importante de lo que suponías este asunto del lenguaje. Ciertamente lo es. Requiere que le dediques atención y te convenzas de ello. Una vez que lo hayas tengas claro… a ponerlo en práctica. EXISTEN TRES FASES PARA ENTRENAR EL LENGUAJE POSITIVO Primera – tomar conciencia de nuestro lenguaje actual. Pararse, observarlo, medir, saber cómo es, valorarlo. Segunda – mediante un entrenamiento diario podemos regular nuestro lenguaje. Podemos elegir los cambios deseados y aplicarlos. Tercera – Consolidar el hábito de expresarnos en positivo. Se consigue incorporándolo e integrándolo en nuestro día a día. Con conciencia, constancia y aplicación continuada. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, inscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  25. TODOS ESTAMOS CONDICIONADOS En mi opinión, todos estamos condicionados. Digo “todos” a pesar de que, por principios, no me gusta utilizar palabras extremas, tajantes, dictatoriales, del estilo de siempre, jamás, nunca, todos, y otras similares. Pero, aunque sea desagradable, y en muchas ocasiones contraproducente y doloroso, todos estamos restringidos o coartados, y dependientes o supeditados por unas normas o reglas o condiciones o mandatos o prohibiciones o miedos o errores que nos inculcaron durante el tiempo de nuestra educación, cuando éramos niños sin capacidad de discernimiento y acatábamos –con mejor o peor ánimo- lo que nuestros educadores nos decían o mandaban o imponían. Todos –vuelvo a repetirlo: todos- en mayor o menor medida, siendo más o menos conscientes de ello, estamos afectados porque nos educaron o deseducaron de un modo en que la perfección es imposible ya que son demasiadas cosas las que componen la vida, demasiadas facetas, y nuestros educadores tampoco estaban preparados para hacerlo de un modo impecable. Todos –vuelvo a repetirlo: todos- somos víctimas, más o menos conscientes, de aquello que nos ha afectado a lo largo de nuestra vida por cómo nos atendieron o desatendieron durante nuestra infancia, cómo nos inculcaron unas ideas confundidas o inductivas o retrógradas que nos han perjudicado la vida, y a causa de ello en el día de hoy seguimos arrastrando traumas y equivocaciones fruto de aquellas instrucciones y de aquel modo de criarnos, y es duro sentir cómo parece que tenemos enquistados unos sentimientos o unos sufrimientos -de los que nos cuesta desprendernos- relacionados con situaciones que nos tocaron vivir en aquella época. Todos estamos condicionados. Todos tenemos pendiente la tarea de des-condicionarnos, re-hacernos más puros, des-programarnos, crearnos de nuevo y sin esos lastres que tanto nos perjudican para que nos sigan afectando. Todos tenemos que averiguar qué nos duele emocionalmente –con honradez, sin vergüenza ni miedo-, y después comprobar el porqué, y posteriormente tomar la decisión de reconstruirnos de nuevo, del modo que deseemos porque lo consideramos adecuado, del modo que requiere estar en una vida libre de condicionamientos, del modo que uno era en su esencia real antes de que le contaminaran. Ahora que se han expuesto suficientes argumentos del por qué y suficientes resultados derivados de ello, a los que podemos añadir los propios de cada uno, es el momento en que se ha de tomar una decisión -si no se ha tomado ya- relacionada con poner un punto y aparte, pero ha de ser una decisión libre, por convencimiento, con decisión, no simplemente para tratar de acallar engañándola una inquietud que ya se ha manifestado en otras ocasiones, sino desde la voluntad inquebrantable, desde el convencimiento absoluto, desde una certeza irreductible que nos ha de proporcionar la fortaleza para superar los momentos de decaimiento que posiblemente se presentarán. Tú decides. Siempre tú decides. Es tu vida. O tu no vida. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio) Si te ha gustado ayúdame a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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