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buscandome

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  1. ¿QUÉ HACER CUANDO NO APETECE HACER NADA? En mi opinión, a veces uno llega a sentir la sensación de que no le apetece hacer nada, que nada le parece lo suficientemente atractivo o estimulante como para ponerse a hacerlo. Es estos casos conviene conocer el origen de ese estado, ya que no es lo mismo estar apático que deprimido, ni es lo mismo la vagancia que la irresponsabilidad. Y cuando uno busca ese origen ha de ser, por supuesto, absolutamente sincero y no disfrazar una cosa de otra o denominarla con un nombre distinto. Cuando no apetece hacer, se ha de elegir entre “no hacer” y disfrutar de esa pereza momentánea, o esa necesidad o ganas de relax -en cuyo caso hay que disfrutarlo plenamente-, o “no hacer” y después quedarse con la desagradable sensación de haber perdido el tiempo y soportando un auto-reproche machacón continuado. Hay que diferenciar entre el “no hacer” conscientemente -en cuyo caso uno está haciendo lo que ha decidido libremente, o sea “no hacer”- y el “no hacer” por cualquier motivo inconsciente –en cuyo caso es muy posible que posteriormente se convierta en un motivo de frustración. Todos hemos pasado por la experiencia de pasar un día o una tarde sin hacer nada interesante, desesperado, aburrido, y al final del día comenzar con una tanda de auto-reproches al llegar a la conclusión de “otro día más perdido”. En este segundo caso conviene tomar medidas y hacer algo para que no siga pasando. No hacerlo puede condenar a una vida sin sentido, sin ilusión, llena de insatisfacciones, de esas que cada vez que se revisan arrojan un saldo negativo frustrante que, además, cada vez adquiere más fuerza y más presencia porque la propia insatisfacción descorazona. La recomendación en estos casos es tener preparadas actividades o cosas para hacer en esos momentos. Por supuesto que habrá que “obligarse” porque la tendencia natural seguirá siendo la de “no tener ganas de hacer”. Han de ser cosas que puedan aportar positividad, o que puedan abstraer de los pensamientos y estados derrotistas. Cosas de esas que una vez que las hayas comenzado empieces a olvidarte de tus preocupaciones y a centrarte en lo satisfactorio que te aportan. Esas cosas las tienes que definir tú en un momento que no estés apático. ALGUNOS EJEMPLOS: REÍR – contacta con alguien que sepas que te hace reír. PENSAR EN ALGO AGRADABLE, BUENO, POSITIVO… ESTAR CON AMIGOS – ir a visitarles o salir juntos. ESTAR CON FAMILIARES O SERES QUERIDOS. RESPIRAR AIRE PURO – escaparse al monte o a la playa. IR A ALGÚN SITIO BONITO. MEDITACIÓN, RELAJACIÓN. ESCUCHAR MÚSICA – que no sea melancólica y sí enérgica, movida, bailable, que permita cantar… y si es a gritos, mejor. LEER – algo que te atrape al cien por cien. PEDIR ABRAZOS, FELICITACIONES, ÁNIMOS, CARICIAS, CARIÑO. HACER DEPORTE O EJERCICIO, SALIR A CAMINAR. TOMAR EL SOL. HACER PASATIEMPOS, CRUCIGRAMAS, SUDOKUS. DEDICAR TIEMPO A LOS HOBBYES. RECIBIR UN MASAJE. HACER LIMPIEZA, ORDENAR ARMARIOS, COCINAR. ETC. En general, es buena cualquier cosa que nos impida caer en la melancolía, la apatía, la tristeza, el desánimo… Te recomiendo efusivamente que tengas anotado en algún sitio las COSAS QUE HACER CUANDO NO ME APETECE HACER NADA. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  2. DESHAZTE DEL PASADO En mi opinión, deshacerse del pasado, concretamente de esa parte del pasado tan negativa, auto-agresiva, o lastimada, que casi todos llevamos a cuestas, es una de las mejores cosas que uno puede hacer por sí mismo. Parece que todos llevamos dentro un masoquista que se empeña en recordarnos todo lo “grave” que hemos hecho, los “errores” que hemos ido acumulando, la retahíla de “equivocaciones”, los “fracasos”, las cosas que deberíamos hacer y no hicimos y aquellas otras que hicimos y no fueron acertadas. ¡Qué incómodo! Somos Humanos. No me canso de escribirlo. Los Humanos tenemos derecho a equivocarnos. Y nos vamos a equivocar en más de una ocasión aunque pongamos mucha atención y aunque no sea nuestra intención. Y eso se ha de entender como “normal” y no como dramático. Arrastramos penares y pesares, tristezas y llantos, arrepentimientos y soledades indeseadas, y en vez de deshacernos de tan pesado lastre lo que hacemos es guardarlo como un tesoro y aprovechar los momentos en que estamos decaídos para exponerlos a nuestra vista y clavárnoslos con saña. ¿Para qué?, ¿para qué guardamos todo ese sufrimiento? Hay quien dice que lo mantiene vivo para no olvidarlo y así no repetirlo. No es necesario mantenerlo vivo y menos aún cuando junto al recuerdo se ha mantenido el dolor o el lamento. Si la lección que “aquello” nos aportó se ha aprendido bien habrá pasado a formar parte de nosotros mismos y ya nos podemos deshacer de ese flagelo. La parte indeseable y desagradable del pasado hay que borrarla. Esto es solamente mi opinión, no sé si es lo realmente correcto. Creo que hay que aceptar y perdonar cualquier vestigio de confrontación con nosotros mismos y con nuestro pasado. Hay que eliminar el desamor, la lucha, el fastidio. Hay que vaciarlo todo y dejar sólo aquello que aporta, lo bello, lo amable, lo amoroso. Hay que desbrozar la maleza y plantar flores. Este asunto hay que verlo –como todos- con la máxima objetividad y con el máximo Amor Propio. ¿Por qué no hacer borrón y cuenta nueva? (Adivino el escándalo que esta idea les provoca a algunos…) ¿Por qué no perdonarnos –que es lo mismo que decir comprendernos y aceptarnos-?, ¿por qué ese empeño en mantener viva la llama que nos quema?, ¿realmente es necesario estancarse en el pasado en vez de crecer en el presente? Sí, lo sé, uno aprende de sus errores. Eso es lo que dice la frase hecha. Pero… el Camino del Desarrollo Personal obliga a seguir dando pasos adelante. Volver atrás, pero sólo como recordatorio de aquello mejorable del pasado, mirándolo con ternura, con comprensión, sin ánimo de crítica, puede estar bien. Volver hacia atrás y estancarse impide avanzar. No está bien. El presente está aquí y el futuro está un poco más adelante. Haz que el pasado no te impida estar aquí y ahora. Tal vez tengas que deshacerte de la parte dolorosa de él. Es muy posible que te esté arrastrando hasta el fondo y no te deje salir a flote. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  3. PARA QUÉ AFERRARSE AL DOLOR En mi opinión, el aferramiento al dolor -en el que muchas personas se obstinan en permanecer- es del todo contraproducente, es nocivo, es grave, pero a pesar de todo algunas personas siguen ahí, dolientes, absurdas, mientras se martirizan inútil e innecesariamente y con resultados nefastos. Cada persona es un mundo y cada persona ha vivido situaciones distintas que le han afectado de un modo directo, así que este es otro de esos muchos asuntos en los que hay que generalizar y escribir de un modo abstracto, porque yo puedo estar pensando en un caso concreto al escribir mientras que el lector trata de aplicarlo a otro caso totalmente distinto y con una mentalidad distinta. Es uno de los inconvenientes de escribir para un lector desconocido. En todos los casos, conviene hacer una serie de revisiones para verificar la necesidad o no de persistir en ese dolor, el por qué, el para qué –y sobre todo el para qué-, además de la fortaleza o fragilidad de los argumentos en los que cada uno se basa para seguir aferrado a esa nefasta actitud. Yo uso esta frase: "NOS RESULTARÍA MUCHO MÁS SENCILLO OLVIDAR LAS COSAS DESAGRADABLES SI NO INSISTIÉSEMOS TANTO EN RECORDARLAS". Algunas personas –no todas- siguen en esa postura porque prefieren sentirse víctimas buscando la lástima de los demás, y la suya propia, antes que enfrentarse a su situación y resolverla. Repito: estoy generalizando porque en realidad hay muchos tipos de dolor, muchas intensidades de dolor, así que otros persisten en su dolor porque creen que la situación lo requiere, y si es la pérdida de un ser querido piensan que mientras más dolor sientan más amor están mostrando al ser perdido. En este caso del ejemplo, a esas personas siempre les pregunto lo mismo: ¿crees que tu ser perdido prefiere verte así o preferiría verte tranquilo y fuera de este penar? Cuando alguien llora por una pérdida no lo hace por el que ya no está: llora por sí mismo y por su vacío del otro. No es necesario padecer dolor por algo que otro nos hizo, por lo que no salió como se esperaba, por la pérdida, por el abandono, por el desamor o la desilusión, por la sensación de fracaso o de frustración… nada merece un aferramiento tan tenaz que se llega a convertir en contraproducente, en auto-destructivo, además de ser innecesario. Ante las frustraciones y los “fracasos” lo que realmente se necesita es fortaleza y optimismo, vitalidad y confianza, perdonarse si es necesario, deshacerse de ello borrándolo, y seguir con la vida. El dolor es humano, pero es un lastre del que conviene prescindir una vez nos haya aportado el “para qué” de su presencia. Y, entonces, cuando se ha descubierto, hay que ponerse el ánimo en el alma, la sonrisa en el corazón –aunque sea tenue y no esplendorosa-…y seguir adelante. Siempre aprendiendo. Siempre adelante. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  4. HAY ASUNTOS EN LOS QUE CONVIENE QUE SER IRREDUCIBLES En mi opinión, conviene tener muy claros aquellos asuntos en los que somos sosegados y podemos aceptar una negociación, o incluso “perder” sin que ello nos cree problemas, y hay que saber también cuáles son los innegociables, en los que uno no está dispuesto a hacer ninguna concesión, los que son “sagrados” en la escala de valores personal y como tales no se pueden ni siquiera cuestionar. Esto evitará que hagamos una defensa excesiva e innecesaria de algunos asuntos (en los que tal vez es nuestro ego quien se siente atacado y no nosotros) y evitará que hagamos concesiones en otros asuntos que después nos dejarán la mala sensación de habernos fallado a nosotros mismos. Tal vez te interese revisar estos puntos: LA AUTOESTIMA El Ser Humano, cuando no tiene la Autoestima en su punto equilibrado, es capaz de tolerar lo intolerable. En nombre de no se sabe qué, acepta cosas que son inaceptables: el desprecio o el menosprecio, la humillación, la desatención, las burlas y ofensas… Pero la Autoestima es la base de la personalidad, y si uno permite ser atacado en ella sin reaccionar defendiéndola a ultranza, habrá perdido la nobleza originaria y habrá permitido ser atacado –sin salvaguardar su honra y pureza- en una de sus partes más sagradas. LA DIGNIDAD Si hay algo que uno ha de poner a resguardo y proteger por encima o por delante de otras cosas –ya que es el único reducto donde uno sigue siendo de verdad él mismo-, y donde uno ha de ser impecable e irreducible -ya que reúne la honorabilidad, la honestidad, y la valía como Ser Humano-, eso es la dignidad. Es lo que ha de ser intachable e intocable en uno. La dignidad se basa en el reconocimiento, propio y ajeno, de que cualquier persona ha de ser merecedora de respeto, es decir, que todos merecemos respeto sin importar cómo seamos. LA LIBERTAD “Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere”. (Mario Benedetti) Libertad para decidir, para pensar, para sentir, para ser. No hay que permitir que nos coarten la libertad y que nos impongan lo que no queremos. EL CHANTAJE EMOCIONAL Es mejor escapar de esa situación que no es nada más que un juego ajeno en el que nos quieren hacer partícipes forzados. El Amor empieza por uno mismo. Hay que descartar esa idea sectaria y anticuada de que a eso le llama “egoísmo”. Quien utiliza un chantaje emocional contra ti no te quiere. Y si tú le quieres, no necesitas del chantaje. LAS FORMAS OFENSIVAS Gritos, descalificaciones, no reconocer nada positivo en ti, atentar contra tu honor, tu salud emocional y mental… nada de esto se ha de permitir. Que no. Que no lo tienes que consentir. Que hay cosas que son intolerables y esta es otra de ellas. Las relaciones afectivas o se dan por amor o dejan de ser afectivas para ser “por interés”. Y si otros te están usando en su interés propio, sin tenerte en cuenta ni a ti ni a tus intereses… esa persona no te incumbe. Son varios asuntos sobre los que interesarte. Busca cuáles son los tuyos. Te animo a que lo hagas. Y a que seas irreductible en ellos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  5. SABER DISTINGUIR ENTRE LA VIDA Y MI VIDA En mi opinión, todo lo que tenga que ver con la vida – la vida en general- es complicado por lo desconocida que resulta ser, por la amplitud inabarcable que tiene, porque no hay límites ni definiciones que la engloben, porque se escapa a la comprensión en todos sus matices, porque es distinta según sea cada punto de vista, y porque hay tantas vidas y tipos de vida como personas. Hoy me he dado cuenta de una idea que se resume en unas pocas palabras pero, en este momento, no soy capaz de llegar más allá de la frase difusa, de la idea sin concretar. La idea, más o menos, es que hay dos cosas muy distintas en la vida: la parte que depende de uno mismo y afecta directamente a uno mismo, lo que vendría a ser “mi vida”, y la otra parte, que es “la vida”, la que discurre ajena a nosotros afectándonos directamente o de refilón y en lo cual no podemos intervenir. Así que podemos prestar atención y hacer esfuerzos para que “mi vida” esté más o menos controlada, pero es inevitable también tener que afrontar “la vida”, sobre la cual no tenemos control y puede desbarajustarnos todos nuestros planes y proyectos. Ya he avisado que soy incapaz de explicar lo que siento y cómo lo siento. No colaboran conmigo las palabras y no seré capaz de transmitir esto que está tan nítido dentro de mí. “Mi vida” y yo somos indisolubles. Yo soy el personaje central de “mi vida” y en este caso todo pasa a través de mí, las 24 horas, y luego está “la vida”, al margen de mí pero también enlazada a mí, que de vez en cuando me da un disgusto y de vez en cuando una alegría, me aporta y me resta, no me tiene en cuenta, no me pide opinión; me lo da todo hecho y me obliga a aceptarlo. Esta falta de control de “la vida” me desconcierta. Se me escapa de las manos. Cuando estoy dentro de mí o atento a mí, no me doy cuenta de su existencia, pero de pronto salgo de “mi vida” y me la encuentro. Sigo sin saber explicarlo, pero en mí ha dejado toda su fuerza el sentimiento de que no existe “la vida” solamente, y que tampoco está sola “mi vida”, sino que están entrelazadas. Y entender esto, algo tan trivial, tan leve, tan poca cosa, a mí me aclara un dilema ya veterano en mi pensamiento y aquieta una inquietud que me tenía muy desconcertado. Contesta a muchas preguntas que ni siquiera he sido capaz de formularme. Por un lado quedo “yo” –el concepto que tengo de lo que soy y de quien soy-, por otro lado queda “mi vida” –que es por donde ese “yo” se mueve y se expresa-, y como nexo de unión entre todo –lo que soy, donde estoy, lo que hago, mi presencia en el mundo…- está “la vida”. A partir de ahora no me confundiré con este asunto. Pero estoy seguro de que da para mucho más y que a partir de esta premisa que he conseguido clarificar seguirán llegando más ideas que me lo concretarán aún más. Te cuento todo lo anterior por si a ti te sirve para algo. Y si no te aporta, tampoco me extrañará… Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  6. PERO SÓLO POR HOY El mundo –o la vida- y yo. Y no soy capaz de aportar algo más allá de este título, de esta propuesta, de este reto. Está claro que al mundo –o la vida- no les importo, esto ya me lo han confirmado en muchas ocasiones. Son majestuosos y yo insignificante. Sólo una sombra que va de paso. Ellos seguirán cuando yo no. ¿Qué hago en el mundo o en la vida? ¿Para qué estoy aquí? ¿Qué sentido tiene todo esto? Veo pasar a otras personas ante mí ¿Qué hacen ellos? ¿Nos une algo? Y si nos une algo, ¿por qué no lo siento así? Ellos también son unos náufragos. También están perdidos. ¿Qué sentido tenemos los perdidos? Reclamo una respuesta y me quedo sin ella. Nada. No aparece la iluminación ni una pequeña respuesta de consuelo. ¿Por qué este secretismo? ¿Por qué no se presentan las respuestas? ¿Por qué están vedadas? ¿Por qué hay que seguir y seguir sin saber por qué? ¿Por qué sigo preguntando si no van a aparecer las respuestas? ¿Por qué me empeño en querer entender lo que mi mente no está preparada para comprender? En fin… otra tanda de preguntas a nadie en concreto. Este empeño insistente mío -tan inútil o tan necesario- no produce resultados. Mi vacío existencial no se llena, mi inquietud mental no se calma. ¿Por qué aspiro a respuestas que no me puedo dar? ¿Sigo preguntando –total, para qué- o me rindo? Por hoy me rindo. Pero sólo por hoy… Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
  7. NO ES FÁCIL… PERO TAMPOCO ES IMPOSIBLE En mi opinión, esta razón/excusa que utilizamos con tanta frecuencia cuando se trata de esforzarse para hacer algún cambio necesario –me refiero a cuando objetamos “no es fácil”-, en la mayoría de ocasiones también es cierta: no es fácil. Aunque eso es relativo. Puede ser más o menos fácil en función del interés que se ponga y del esfuerzo que se le dedique. Lo que sí es cierto es que si no es fácil quiere decir que es posible, aunque sea difícil. Eso descarta que sea imposible. Lo he escuchado mil veces: “es que no es fácil”. Ni tiene por qué ser fácil. No podemos limitarnos a aceptar o hacer sólo las cosas que son fáciles. Cada cosa requiere su esfuerzo y ese esfuerzo no es igual para todos, porque depende en gran parte de la oposición que se ejerza a aceptarlo, del aferramiento a un punto de vista o una actitud, de la pereza o el arrojo para hacer cosas que son de utilidad para uno mismo, y del interés que uno tenga o le ponga. En función de esas y otra variables, uno afronta los cambios que son necesarios de un modo u otro. La responsabilidad de la propia vida se adquiere junto con la primera respiración, pero alcanza toda su plenitud cuando uno se hace consciente. Cuando uno actúa o vive o piensa o se expresa de cierto modo porque es su costumbre, o porque no se ha planteado otras posibilidades de hacerlo, es “aceptable” y es “perdonable”, pero cuando uno toma consciencia de sus cosas, de las que no son de su agrado porque no le satisfacen o porque no encajan en lo que quiere para sí –lo que quiere ser- esa responsabilidad sobre la propia vida adquiere toda su plenitud. Ya no son aceptables las excusas. Ya no se admiten actitudes infantiles, rabietas, miradas que no quieran ver lo evidente, ni pretextos ni evasivas. Cambiar no es fácil. Admitir ciertas cosas de uno mismo no es fácil. Mantener la constancia no es fácil. Ni el esfuerzo continuado. Ni dejar un personaje para convertirse en una persona. Nada es fácil, o más bien nada lo hacemos fácil. Hay una oposición que se manifiesta como desatención, inconstancia, pereza, huída. Cuando uno es consciente de que hay algo que tiene que hacer porque es lo mejor para sí mismo, hay que eliminar todas las excusas y hay que descartar las escapatorias que se sustentan sobre mentiras. No es fácil. Pero tampoco es imposible. Se puede hacer aunque requiera esfuerzo. Se ha de hacer aunque requiera esfuerzo. El premio a ese esfuerzo es la consecución del objetivo, el cambio notable, la nueva actitud que será placentera y estará más de acuerdo con esa persona cercana a la bondad que todos queremos ser. Que no sea fácil no es un obstáculo insalvable, sólo es un inconveniente. O sea, algo que se puede vencer. Algo que se ha de vencer. Y usar esa razón como motivo para quedarse estancado es el argumento más insano, más dañino y más despreciable que se puede usar. Realizar los cambios deseados depende de uno mismo. El modo de actuar en la vida depende de uno mismo. No se ha de eludir esa responsabilidad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  8. ¿Y SI CONFIAMOS UN POCO MÁS? En mi opinión, eso de confiar –sobre todo cuando lo que nos está sucediendo no es nada agradable- y tener una fe inquebrantable en que todo lo que nos ocurre –aunque no lo comprendamos- es para nuestro bien… cuesta mucho. “A veces pedimos a Dios que cambie nuestra situación actual sin saber que Él nos puso en esa situación para cambiarnos”. No todos pueden aceptar esta frase sin una cierta duda o desconfianza. Yo, entre ellos. Mi fe duda mucho en ciertos casos, o directamente no aparece. Y esa fe que podría ser una tabla de salvación –o una mentira piadosa que más adelante se convertirá en más dolor- no aparece en mí en algunas situaciones delicadas. Y no sé si eso es bueno o malo. Reconozco ser escéptico en los asuntos que se basan sólo en la fe. Pero admito que a lo largo de los treinta años que llevo con las cuestiones relacionadas con el Desarrollo Personal, y por las muchas historias personales que he escuchado, acabo admitiendo que parece que hay “algo” que controla todo esto –y que escapa a nuestro control-, y que ese “algo” hace que pasemos por ciertas experiencias –y en muchos casos no sabemos por qué o para qué-. Las experiencias propias y ajenas me lo han confirmado. Nos van pasando cosas inexplicables, incomprendidas o incomprensibles, aparentemente innecesarias por su gravedad, desagradables, y no sabemos cómo tratarlas, no les encontramos sentido en nuestra vida. Pero, en algún momento… se recolocan las cosas y parece que empiezan a tener sentido. Lo incomprendido, entonces pasa a tener una lógica. Era una lección que teníamos que aprender. A la vista de los resultados parece ser que, a la larga, era beneficioso para nosotros atravesar aquella experiencia. No siempre se acaba comprendiendo y no sé si es porque no estamos lo suficientemente atentos y espabilados, o porque nuestra limitada capacidad mental no llega a tanto, o es algo –según la teoría de las reencarnaciones- cuyos resultados o sentido se encontrarán en otra reencarnación. Esto es, de momento, sólo una teoría. Esas cosas “incomprendidas” que nos ocurren –casi siempre desagradables e indeseadas- queremos entenderlas ya, en el mismo momento, y no es así. Tenemos demasiada prisa por comprenderlo y encajarlo donde corresponda. Tanta prisa que lo aceleramos y a veces no llegamos hasta el final necesario. Y, de ese modo, nos perdemos parte de la vida, porque ésta conlleva tanto experiencias agradables como indeseadas. Todo forma parte de la vida. Todo tiene un sentido… aunque tengamos que esperar para conocerlo. Mientras estemos en la experiencia conviene estar plenamente en ella, no precipitarla, no querer huir: se han reunido una serie de circunstancias para que suceda de ese modo, así que averigüemos por qué o para qué ha sucedido. Vivamos el momento recogiendo en los sentimientos todas las experiencias, aunque no se comprendan; acaparemos toda la información porque llegará el momento en que todo ese rompecabezas i se recomponga por sí mismo y adquiera sentido. Que no nos falte ninguna pieza. No hay que huir del sufrimiento –ni tampoco estancarse en él-, hay que permitir que llegue hasta donde tenga que llegar, que se sienta donde se tenga que sentir, que duela ese dolor porque más adelante va a tener sentido. Si tenemos prisa por que pase, nos estaremos perdiendo algo que puede ser importante. Confiemos un poco más. Y esto me lo digo a mí también. Sí, tal vez sea mucho pedir. Pero, a mi pesar, aunque a mi mente racional le cuesta, estoy convencido de que hay que confiar… Al final, todos los sinsentido acaban encontrando su sentido. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  9. SI ALGO TE MOLESTA, ES TU PROBLEMA En mi opinión, si culpabilizamos a los otros por las cosas que nos molestan es simplemente porque no queremos aceptar y asumir que somos nosotros, y solamente nosotros, quienes otorgamos a las cosas el poder de alterarnos, de dolernos, o de hundirnos. Los otros actúan por su cuenta, hay muchos asuntos que no dependen de nosotros, y somos nosotros quienes les ponemos a todo eso un adjetivo que nos duela y agravie, o quienes les podemos otorgar una indiferencia a la que podemos llamar preservación y sabiduría. Son el ego o el orgullo quienes nos ponen en el estado de sentirnos agredidos, de ser víctimas o sufrientes, ya que como personas podemos ser capaces de mantenernos casi indolentes, serenos y sólo observantes, ante los acontecimientos que no son de nuestro agrado. Ante la misma cosa o situación se puede reaccionar con rabia o con violencia, con dolor o resentimiento, o se puede convertir uno en el observador inafectado que se da cuenta de los hechos sin implicarse dolorosamente, sin tomárselo como algo personal aunque sea uno personalmente quien lo recibe. No puedo negar que los Seres Humanos nos sentimos afectados directamente por los estados de ánimo que provocan las emociones o los sentimientos, y que éstos son descontrolados porque tenemos una reacción preparada para aplicar en esas situaciones, pero… ¿quién dice que tenemos que seguir reaccionando siempre del mismo modo? Seguir reaccionando igual implica aceptar que no estamos aprendiendo nada en nuestro particular Camino de Desarrollo Personal. Si uno es capaz de disociar el que es realmente del personaje con el que está actuando en la vida, o sea diferenciar entre el animal que reacciona y el humano que toma las decisiones adecuadas en cada momento de un modo particular y adecuado, se evitará muchos disgustos y muchos sufrimientos negativos e innecesarios. No se trata, por supuesto, de matar los sentimientos, de convertirse en el hombre de hielo que no tiene corazón, porque sí lo tenemos, pero conviene aprender a manejar los sentimientos desde la ecuanimidad. Es beneficioso aprender a encontrar la paz que hace ver las cosas desde un punto de vista más elevado, más generalizado, de modo que se pueda ver todo como parte de un conjunto y no como acciones individualizadas. “Estoy yo y están mis sentimientos”. Si uno comprende esta frase –que es la construcción que se emplea habitualmente al hablar-, se da cuenta de que hay un poseedor o propietario, y está lo poseído. Hay un “yo” que se da cuenta de que tiene unos sentimientos. Ese yo puede intervenir en sus pensamientos, en su mente, hasta puede ser consciente de sus respuestas emocionales, que casi siempre son una reacción pre-programada, y puede modificarlo desde el consciente para que las respuestas indeseadas no sigan siendo las mismas cuando son de nuestros agrado. Observar. Observarse. Ahí está la clave. Convertirse en un continuo Yo Observador impecable que no desatiende su función. Atender a todo lo que concierne a uno y todo aquello donde uno está implicado o afectado. Eso nos hará darnos cuenta de que cuando algo molesta tenemos que localizar dónde se produce esa molestia, por qué se produce esa molestia y, sobre todo, a quién le molesta. Si uno aprende a relativizar las cosas, a ponerlas en su justo sitio y no magnificarlas ni dramatizarlas, le resultará mucho más fácil y amable andar por la vida. Por su vida. ¿Le das permiso a algo ajeno a ti para que te moleste? ¿No es un poco incongruente esto? ¿Quién se siente molesto realmente? ¿El Ser Trascendental que somos o el ego orgulloso y resentido? Tal vez tengas que revisar esto y ver si tras el examen sigues estando de acuerdo con ello o quieres hacer ciertas modificaciones. Y si lo haces –y ya lo sabes- tú eres el primer beneficiado. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  10. RECONCILIACIÓN: DAR EL PRIMER PASO En mi opinión, todos estamos expuestos a tener en algún momento una discusión con otra persona. Si es leve, relacionada con lo cotidiano de las relaciones, es muy posible que desaparezca pronto y sin dejar huella. Si es grave, o si es algo muy reiterativo, necesita de nuestra atención y de encontrar una solución. Cuando ha habido una discusión grave, conviene revisar con objetividad qué es lo que ha pasado realmente, con el máximo detalle, y no sólo para encontrar el “culpable” –si hay una discusión es posible que los dos hayan tenido una parte de culpa, aunque uno de los dos se haya acalorado más que el otro-, sino para saber con claridad qué fue lo que lo desencadenó, y si realmente es algo tan grave como para haber terminado enfadado con la otra persona. Para tener aún más objetividad es conveniente dejar que pase un poco de tiempo, ya que el acaloramiento del momento puede impedir que se instale la imparcialidad requerida. Algo de tiempo y distancia es bueno, porque al principio puede parecer que todo es culpa del otro. Analizar lo sucedido ha de servir para darse cuenta de cuándo uno dejó de actuar del modo que considera conveniente –aunque fuese el otro quién inició la disputa-. La base del Desarrollo Personal está en el propio autoconocimiento. Cuando se observe lo que pasó, hay que tener en cuenta al otro. Comprender su modo de actuar –aunque aparente ser injustificable-. Hay que valorar –aunque no siempre estar de acuerdo- su punto de vista, sus circunstancias, su “necesidad” de provocar lo que provocó, incluso tener en cuenta –aunque cueste aceptarlo- su dignidad. A partir de ahí uno decide si quiere reconciliarse con esa persona, porque no es algo obligatorio. Es posible que la reflexión sirva para darse cuenta de que el otro no aporta nada positivo y que es mejor no continuar con la relación. Hay que tener en cuenta, si la decisión es la de no reconciliarse, que las razones sean verdaderas y que no sea simplemente una rabieta del ego. Cuando uno ya tiene claro cómo fue la actuación propia, y si lo desea, es cuando se puede producir el encuentro con el otro. Conviene tener decidido –y hasta ensayado preferiblemente- qué se va a decir y cómo. Ese encuentro ha de ser un acto de comprensión y conciliación y no una guerra de reproches. Comprensión por ambas partes, perdón por ambas partes y aprendizaje por ambas partes. Conviene hablarlo para aprender la lección implícita en el suceso y comprometerse –con el otro y consigo mismo- para que no vuelva a pasar. Y es necesario perdonarse a sí mismo y perdonar al otro. Y cuando hables… expresa tus sentimientos y pensamientos abiertamente, y escucha al otro de un modo activo y con empatía. Cuando a raíz de una discusión se produce un alejamiento, el que da el primer paso para la reconciliación es el más inteligente. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  11. ESTÉ PERMITIDO LLORAR En mi opinión, la mayoría de los sentimientos de los que disponemos los Seres Humanos son para manifestarlos naturalmente, sin impedimentos ni oposición. Entre ellos, todos aquellos que acaban desembocando en un llanto sincero. El llanto es la expresión más humana de los sentimientos interiores. No hay manipulación ni disimulo. Un llanto tal como brota, con toda su fuerza y su desgarro, es magnífico. Reprimir el llanto es prohibir al alma que exprese lo que siente, lo que le duele, lo que le desconcierta, lo que le roba la paz. Somos Humanos, esto es muy importante comprenderlo, no olvidarlo en ningún instante, aunque eso nos aporta algunas ventajas y algunos inconvenientes. El hecho de que podamos manifestar el desbarajuste emocional a través del llanto es una ventaja. “Los hombres no lloran”, nos decían a los varones. “Llora en secreto, que nadie te vea”, les decían a ellas. “Llora cada vez que sientas la necesidad”, digo yo. El inconveniente que le veo al llanto es que uno se estanque en él. Y que en ese llanto haya un acompañamiento repetitivo de auto-flagelos, de lamentos cargados de culpa, de reproches. Que no quiera ver lo que viene después –que es la reconciliación con la serenidad después del aprendizaje- y que se quede sólo en la parte inútil del llanto. Llorar es desahogar las emociones, es la forma que tiene el cuerpo de deshacerse de esa zozobra interna, de relajar la tensión emocional. Está bien y es bueno. No es más débil quien llora, sino que es más Humano. Otra cosa es que nos hayan hecho creer socialmente que es algo negativo. “No llores”, se dice inmediatamente cuando se ve a alguien llorando. ¿Por qué no? Yo siempre intervengo en esa “orden” y animo a quien llora a que siga el proceso hasta el final. Llora, claro que sí. Llora todo lo que tengas que llorar. Así que algunos –con su equivocada buena voluntad- nos hacen sentirnos débiles o vulnerables o casi-casi fuera de la ley si lloramos. Si uno se da permiso para llorar, al finalizar –si ha dejado que el llanto se extinga por sí mismo sin apresurarlo- estará mejor. Su cuerpo estará mejor y su mente debería estar mejor. Sólo puede estropear el beneficio del llanto la actitud de añadir sentimientos auto-castigadores o impedir que con la última lágrima se vaya toda la pena. Está permitido llorar. Es necesario llorar. Es beneficioso llorar. No dejes de llorar cuando te apetezca o lo necesites… y no impidas a otros que lloren también. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  12. DILES A LAS PERSONAS TODO LO HERMOSO QUE VES EN ELLAS En mi opinión, todos estamos necesitados de reconocimiento por parte de los otros, todos necesitamos saber que somos un alguien para otro alguien, y también necesitamos ser reafirmados en nuestra valía, que desde fuera nos hagan ver o nos recuerden que valemos o que hacemos las cosas bien. Y no siempre es asunto del ego –sólo lo es en algunos casos-, sino que forma parte de la naturaleza humana. Aunque no lo pidamos, necesitamos sentirnos aprobados por los otros. Lo habrás experimentado en alguna ocasión. Te habrás dado cuenta de cómo te cambia la cara aflorando una sonrisa y cómo se produce un pequeño terremoto en tu interior cuando alguien te dice algo bueno de ti o destaca algo hermoso que posees. En ese momento eres consciente de que estás viviendo un instante especial -que te gustaría que se repitiese más a menudo-, y es algo que provoca en tu interior una sensación sin palabras que la capta perfectamente tu autoestima –y con ello se siente muy reconfortada-, y también lo capta tu alma y respira aliviada y consolada. “Voy bien,”, te dices sin palabras. Pero lo sabes y lo sientes de un modo que no duda. Te hace feliz. Lo necesitabas. Todos tenemos el deber de decirles a las otras personas lo hermoso que vemos en ellas, pero NO PARA QUE NOS AMEN, SINO PARA QUE SE AMEN. Para recordarles que son especiales, así como todos somos especiales. Tenemos la responsabilidad, que nos es otorgada por el hermanamiento con el resto de seres humanos, de ser amables, generosos, comprensivos, y cuidadosos con ellos. Y la de manifestarles sus cualidades, su amabilidad, su cuidado, su atractivo humano, su generosidad, o cualquiera de sus virtudes y cualidades. Es muy útil para que se reafirmen, para que se sientan bien y sepan que los otros lo aprecian. Hay que ser generosos en manifestar lo bueno de todos los otros, de los dependientes que nos atienden con amabilidad y profesionalidad, de los trabajadores que hacen cualquier trabajo bien hecho para nosotros, de quienes son educados y agradables, de quienes nos muestran gratuitamente una sonrisa, y de los que nos hacen la vida un poco más fácil. Hagamos pequeños milagros. Digamos a los otros todo lo agradable, hermoso, bueno, bello, digno o generoso que vemos en ellos. Contribuyamos de este modo a que la relación entre humanos empiece a ser mejor y más amable. Contribuyamos a que los otros se encuentren mejor, se sientan válidos y reconocidos. Si esto lo hacemos todos, también habrá alguien que lo haga por nosotros. Hagámoslo, pero NO PARA QUE NOS AMEN, SINO PARA QUE SE AMEN. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  13. LO MALO DE LOS PRE-JUICIOS En mi opinión, lo malo de los pre-juicios es que no siempre se ajustan a la realidad pero, en cambio, actuamos a partir de ellos como si fuesen realidades. Sí, lo sé: la palabra correcta es prejuicio y no pre-juicio. Así consta en el diccionario, pero a mí me gusta más descomponerla para que quede claro de qué se trata: de un pre (previo) juicio. Proviene del latín praeiudicium que es “decisión prematura”. Dice la definición que es “una opinión previa y tenaz, POR LO GENERAL DESFAVORABLE, acerca de algo QUE SE CONOCE MAL”. Con los pre-juicios lo que se hace es pre-juzgar, o sea “juzgar una cosa o a una persona ANTES DEL TIEMPO OPORTUNO, o SIN TENER DE ELLAS CABAL CONOCIMIENTO”. Uno se aferra a una idea pre-concebida, que puede ser del todo errónea, que se puede basar simplemente en recelos, en terquedades, en suspicacias, y tener poco o nada de verdad. Cada pre-juicio que uno se descubre debería convertirse en una oportunidad de actualización de esa idea pre-concebida. Cada uno de ellos conlleva una invitación para confirmar la idea o desmentirla. Lo que no es correcto es quedarse estancado en él y conformase con él sin testarlo, dando por supuesto que es correcto, y desaprovechando la oportunidad de confirmarlo –para que deje de ser un prejuicio y sea una realidad- o deshacerse de él –por la misma razón-. Quedarse estancado en los pre-juicios no es lo correcto en una persona que está interesada en su Desarrollo Personal. Estancado es lo opuesto de Desarrollado. Estancarse no es crecer ni es perfeccionarse. Lo que se juzga sin el suficiente conocimiento verificado tiene casi todas las posibilidades de llevar a error, y es un auténtico disparate -que puede llegar a ser muy perjudicial- basar las ideas o los actos propios en simples intuiciones –que pueden estar equivocadas-, o en una información escasa o nula –que nos puede conducir a error-. Es mejor no emitir opiniones o juicios –y menos aún como certezas- hasta no haber comprobado la veracidad de lo opinado o juzgado. Detrás de cada persona, o de cada hecho, puede haber algo distinto a lo que aparenta o lo que nos hace creer nuestra aprensión. Nuestra desconfianza puede estar infundada –también puede estar acertada, pero hay que comprobarlo-. Nuestra terquedad a la hora de querer aferrarnos a lo que en principio solamente es una suposición nos puede llevar directamente al error y la injusticia. Ya he expuesto argumentos suficientes como para que te cuestiones –si lo deseas- qué es lo que vas a hacer a partir de ahora con tus pre-juicios. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  14. TOMAR DECISIONES: QUÉ DURO ES NO SABER QUÉ VA A PASAR En mi opinión, uno de los mayores inconvenientes que tiene la vida, y que a día de hoy me sigue molestando mucho y soy incapaz de comprender su sentido, es el hecho de no saber qué va a pasar ante cualquiera de las miles de decisiones que uno tiene que tomar a lo largo de su vida. De las más elementales e inocentes parece que uno no se preocupa tanto el resultado, ya que no hay gran riesgo o pérdida en que el resultado sea uno u otro, pero…cuando la decisión que hay que tomar implica que pueden verse muy afectados los sentimientos, o la economía, o el amor, o el futuro, o el resto de la vida… entonces… Entonces la tensión es máxima. La mente no es capaz de avanzar y se queda estancada en el vacío, en la duda, atenazada por el miedo que no le deja actuar libremente; se queda dudando y dudando y dudando… Uno cree sopesar los pros y los contras, pero en realidad lo único que hace es dar vueltas a lo mismo, sin avanzar. Y, en muchos casos, no busca la solución adecuada sino justificaciones para dar por buena la que más le interesa a su comodidad. ¡Es tanto lo que uno se juega en algunas decisiones! La misma tensión que provoca el ser consciente de esa “enorme” responsabilidad es la que opaca la capacidad de ser neutral, objetivo, imparcial, equilibrado, correcto… inteligente. Uno se ha equivocado ya más de una vez en la vida, y tras ese error ha tenido que soportar sus propias recriminaciones –y tal vez algunos reproches ajenos-, y sabe que como se vuelva a equivocar volverá a pasar por toda la procesión de lamentaciones y quejas cuyo efecto negativo ya conoce, y que tendrá que soportar una retahíla de desaprobaciones y de condenas, y sabe que su autoestima saldrá mal para del auto-juicio, y que los siguientes días serán de un insoportable malhumor. Lo he escrito mil veces: “HAY QUE DESDRAMATIZAR LA VIDA”. Hay que quitar padecimiento y virulencia, hay que eliminar las asperezas y abrir los brazos y el corazón para acogerse en los momentos menos agradables. Y más aún en lo malos momentos. A veces parece que la vida es una guerra contra uno mismo, que uno es su más encarnizado enemigo, el fiscal de la acusación, en Inquisidor sin alma, y esto de vivir se convierte en un campo de batalla y no en un camino plácido. A veces uno es demasiado auto-exigente, demasiado injusto, innecesariamente riguroso y muy cruel. A veces el Amor Propio huye de uno mismo ante tanta furia y saña. A veces uno se queda frente a sí, enfrentado, y no es él mismo, ni su corazón, quien dirige la contienda. A veces uno mismo se abandona cuando más se necesita. La vida es un campo de experimentación en el que tenemos que desenvolvernos sin tener ni la preparación necesaria ni el manual de instrucciones. Hay que andar con más voluntad que conocimientos. No sabemos. Nos enfrentamos a situaciones cuyo resultado desconocemos y, a pesar de ello, de entre las diferentes opciones tenemos que elegir una sola –y desechar todas las demás- y, además, pretendemos acertar siempre, escoger la perfecta, y ser sabios sin serlo. A pesar del riesgo, hay que tomar decisiones y equivocarse es una de las posibilidades y hay que asumirlo sin hacer de ello una tragedia. La vida es un campo de experimentación. No estamos capacitados. Amor Propio. Ser justos y amables consigo mismos. Aceptar los “errores” como parte de la existencia. “Equivocarse” y darse un abrazo. Desdramatizar la vida. Amarnos. Suficientes asuntos sobre los que reflexionar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  15. FACILITARNOS A NOSOTROS MISMOS LAS COSAS En mi opinión, una buena vida debería consistir en ser todo lo felices que podamos y en facilitarnos a nosotros mismos las cosas. Desafortunadamente, en demasiadas ocasiones no estamos pendientes de esa noble y hermosa tarea de hacernos felices –la descuidamos, lamentablemente- y no nos ponemos fácil la vida sino que nos convertimos en auto-inquisidores, somos demasiado auto-exigentes, no nos tratamos bien, y ponemos demasiada tragedia en nuestras vidas. Las mismas vidas en las que podríamos poner amabilidad, cuidado y respeto –o sea, Amor Propio-, belleza y ternura, pero que acabamos desatendiendo y menospreciando. ¡Qué desastre! En vez de facilitarnos las cosas y adornar nuestra vida con maravillas y delicias, con sonrisas y amor, ponemos seriedad o tristeza, rigurosidad y caras largas, exigencia y drama. Así que convertimos esto e vivir en un tratar de pasar por nuestra vida del modo en que nos agreda menos, nos conformamos con que las heridas no sean muy graves, la cara seria se va convirtiendo en la única cara, y siempre encontramos algo por lo que preocuparnos. La inquietud –muchas veces indefinida y sin motivo- se convierte en el modo de vida habitual, los remordimientos nos persiguen, las preocupaciones nos acaparan, la tensión se instala y se hace permanente…nos creamos un tipo de vida que no resulta muy satisfactorio. Si lo ponemos todo en una balanza, ésta se inclina hacia el lado de lo menos bueno. Y lo cierto es que está en nuestras manos la decisión de hacer de nuestra vida una montaña de problemas –que no son problemas sino asuntos pendientes de resolver-, que se convierta en un sinvivir, un estrés continuo, o tomar la decisión de desdramatizar todo lo que nos ocurra y aceptarlo sin cargarlo de un estrés innecesario que no sólo no ayuda a mejorar sino que lo exagera aún más. ¿Así es como quiero vivir mi vida? ¿Prefiero otro modo de afrontar las cosas y la vida? ¿Y si hago ya –por fin- los cambios que deseo y me tomo las cosas de otro modo? ¿Por qué, o para qué, seguir aplazando lo que debiera ser inaplazable? ¿Y si tomo ya las riendas de mi vida y lo hago todo mucho más fácil y agradable? (“Para luego es tarde”, se dice) Contesta a estas preguntas y añade todas las que se te ocurran. Respóndelas. Respóndete. Y hazte caso. Y haz cambios. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  16. NO ESCUCHES A QUIEN NO TE QUIERE BIEN En mi opinión, somos demasiado sensibles a las valoraciones que los otros hacen de nosotros, y cuando lo que dicen no resulta de nuestro agrado, nuestra baja autoestima o nuestro ego herido reaccionan de modo que nos quedamos hundidos, heridos, abatidos. Como somos bastante dependientes de que los otros tengan un buen concepto de nosotros, nos afecta que la opinión que les provocamos no sea excelente. Y esto es peligroso y contraproducente. “A palabras necias, oídos sordos”, se dice. Con razón. Las palabras, por sí mismas, no tienen poder de afectar. Son solamente una sucesión de letras ordenadas en cierto modo. Y nada más. Somos nosotros los que les añadimos sentimientos, o agresividad, o cariño… los que les damos autoridad para que nos animen o nos hundan, nos halaguen o nos insulten. Cuando alguien que no nos quiere bien nos dice algo es muy posible que en ello haya una clara intención de hacernos daño, de agredir, y lo que espera es que nos duela, que nos sintamos mal. Si nos sentimos mal con lo que nos digan o hagan ESTAREMOS COLABORANDO CON ELLOS, seremos sus cómplices, les estaremos ayudando. Hay que tener mucho cuidado con aquellos que en lo que nos dicen está implícita la intención de hacernos daño, de menospreciarnos o despreciarnos, de resaltar nuestros errores o defectos, de insultarnos. Es mejor no escucharlos o no darle valor a lo que nos digan. Sea lo que sea. Si alguien que nos quiere bien nos dice algo, o nos hace ver algo, es muy posible que en su intención esté ayudarnos y que desee nuestro bien. Conviene escucharle. Pero si eso lo hace alguien que no nos quiere bien, la actitud apropiada es escucharle, pero desapasionadamente, sin involucrarnos ni actuar desde la rabia, objetivamente y sin prejuicios, por si tuviese razón, pero una vez verificado hay que borrarlo. El autoconocimiento y la autoestima equilibrada son muy útiles en estos casos. Nos hacen saber quiénes somos, y no somos esa persona de la que nos están hablando los que no nos quieren bien –que, insisto, es muy posible que lo que hagan o digan exclusivamente con la intención de perjudicarnos-. Si uno sabe quién es, y cuánto vale, no le ha de afectar lo que digan o piensen los otros. En estos casos es conveniente recordar esta frase: “Jamás podremos satisfacer a todo el mundo, ni siquiera el propio Dios lo ha conseguido”. Vigila que tu estabilidad personal y emocional no esté en manos de los otros y que no dependa de ellos que tú te encuentres bien. Tú has de estar bien y equilibrado a pesar de lo que digan u opinen los otros. Quítales el poder sobre ti. No escuches a quien no te quiere bien. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  17. SER HONESTO, SER ÍNTEGRO En mi opinión, los Seres Humanos tenemos la responsabilidad –de la que resultamos directamente beneficiados- de desarrollar hasta lo máximo todas las cualidades y virtudes de las que disponemos por origen y todas aquellas otras a las que podemos acceder. Todo lo que nos dignifique como personas y todo aquello que nos ayude a desarrollar el potencial con el que nacemos y todo lo que contribuya a nuestro mejoramiento personal ha de ser desarrollado hacia su plenitud y ha de ser perfeccionado. La honestidad es una de esas virtudes con la que podemos crecer como Seres Humanos. Comprende la rectitud, la honradez, la justicia, la pureza … todo lo que contiene es bueno. Por ese motivo es conveniente prestarle la atención y dedicación que merece, y hacer de ella nuestra bandera, que sea uno de nuestros principios primordiales e irrenunciables. La honestidad también implica actuar de acuerdo con lo que se piensa y se siente. Ser coherente. Marcar unos valores… y respetarlos. En las dificultades que pueden surgir al ser honesto está, precisamente, su valor, porque ser honesto existe un compromiso –que me gustaría que se entendiera como casi sagrado-, y en el resultado del respeto de ese compromiso personal es donde uno encuentra su satisfacción. Uno sabe y siente que si es honesto está siendo más él mismo. Está siendo como él sabe que en el fondo es y como él quiere ser y mostrarse. Pasa lo mismo con la integridad. Es íntegro quien posee entereza moral, quien es insobornable, y por lo tanto quien no renuncia a sus valores y sus principios y se empeña en defenderlos y proclamarlos con la fortaleza que se merecen. Ser íntegro significa ser confiable, respetuoso, solidario, sincero, leal… tener una vida recta, honrada, intachable… y el cumplimiento de todo lo anterior –todo- depende exclusivamente de ti. ¿Quieres ser honesto e íntegro? ¿Vas a ser honesto e íntegro? No siempre es fácil, pero siempre es hermoso. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  18. APRENDER A VER En mi opinión, es interesante aprender a ver las cosas y las personas sin asociarlas a un nombre, a una creencia o a un concepto. Las cosas y las personas nacen libres de adjetivos, y estos no son obligatorios; son orientativos pero a veces se convierten en desorientadores, porque están mal seleccionados o mal adjudicados. Ver es el efecto de mirar, y mirar sólo produce el hecho de ver, de verificar, pero no los pensamientos ni los enjuiciamientos con que los acompaña nuestra mente, o nosotros, a lo que estamos viendo. Ver debiera ser un recreo, una observación sin sentencia, el hecho de darse cuenta, o sea…sólo ver. Pero, parece ser que hay que esforzarse mucho, y querer renunciar expresamente a las viejas costumbres y los prejuicios para ser capaz de abrir los ojos y ver. Ver es abrir la propia honradez y exponerse a ella. Es contemplar sin afectación, sin pretextos ni justificaciones, libre de injusticias y sin ceguera. Es percibir con nitidez, con toda la atención puesta en el objeto de la observación, en lo que realmente es por sí mismo y sin pasar por nuestros filtros ni nuestras condiciones. Ver es fijarse y reconocer, pero de modo que no traspase la línea de la información y el descubrimiento, que no se escape de la objetividad y que se pueda mantener la realidad sin ser deformada por nosotros. Aprender a darse cuenta es una tarea que va a requerir tiempo y atención, porque nuestras costumbres y reacciones van a ser más rápidas que nuestra consciencia. Lo primero que va a aparecer es el juicio o el prejuicio, al mismo tiempo que la necesidad de nuestro ego de estar por encima o por delante de lo descubierto y sobresalir. La comprensión, si no se la llama, no siempre se presenta. O tarda mucho en aparecer. Por eso, antes de enjuiciar hay que saber ponerse en el sitio del otro o de lo otro. No siempre las cosas son lo que parecen y no siempre la intención real ha sido la misma que nosotros presuponemos. En el hecho de ver ha de estar presente siempre la imparcialidad. Una vez que uno consigue aislar el hecho del propio prejuicio y darse por enterado, pero teniendo los datos reales y no auto-modificados, es cuando llega el momento de actuar con objetividad ante esa realidad y hacer lo que se crea conveniente. Entonces se está preparado para obrar. Usa la sinceridad y la honradez al ver, pero también el silencio mental y una comprensión amplia y limpia. Quédate por encima de los propios hechos y de los estados emocionales y podrás ver. VER. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  19. ¿Y SI ESTOY EQUIVOCADO? En mi opinión, las dudas acaban martirizando a quienes se hacen una pregunta que no tiene una respuesta inequívoca posible –como que dos más dos son cuatro. Por lo menos de momento es así-. El resto de preguntas, aquellas que pueden admitir más de una respuesta, nos preocupan. Cuando tenemos más de una opción, y no somos capaces de discernir con claridad cuál es la correcta… tenemos un problema. Podemos encontrarnos con una respuesta que puede ser útil, que tiene apariencia de ser la correcta, o por lo menos adecuada, y entonces se entromete la duda… ¿y si estoy equivocado?, ¿y si no es esta la buena? Pero esta duda no sólo asoma cuando hay una pregunta, también puede aparecer cuando uno tiene admitido algo como una certeza irreductible, donde la duda no cabe de ningún modo, pero escucha una opinión ajena o una idea que no es la misma que la suya. Entonces, si uno está atento a cuestionarlo todo, puede aparecer esa duda ¿y si el otro está en lo cierto?, ¿y si lo suyo es lo correcto?, ¿y si estoy equivocado? Cuando algo “nos parece” pero no hay firmeza, cuando “creemos” algo pero sin rotundidad, cuando sólo presuponemos y llegamos a una conclusión pero sin el 100% de seguridad, puede aparecer esta pregunta ¿y si estoy equivocado? A veces, para salir de nuestro conflicto, pedimos opiniones ajenas, pero… cada persona nos dice una cosa distinta porque opina desde sus circunstancias, desde sus creencias y prejuicios, desde una información que tal vez no sea completa… A veces, pedir opiniones es peor: uno se junta con varias más que añadir a la suya y se encuentra aún más confuso. Tomar una decisión siempre conlleva el riesgo de “equivocarse” –y, a veces, equivocarse puede ser negativo y a veces puede ser lo mejor…- y esto hay que asumirlo así, sin drama, sin necesidad de que después haya que cortar cabezas. Y menos aún que sea la propia cabeza. Es común que las personas mezclemos la mente y el corazón a la hora de pensar, y que cada uno de ellos se entrometa en el terreno del otro, y es difícil conciliarlos y que se pongan de acuerdo. Si uno deja manifestarse a la intuición –que es la sabiduría y que está por encima del conflicto mente/corazón-y se entrena en la relación con ella, comprobará que saldrá mejor parado en la mayoría de las decisiones. “Dejarse fluir”, se dice. Que no es lo mismo que ser un inconsciente o un vago y tomar la primera decisión que aparezca o la más fácil. Tal vez, más importante que la decisión en sí misma sea la predisposición personal ante el resultado. Equivocarse es una de las posibilidades ante cualquier decisión y conviene estar preparados para la posibilidad de que suceda, y hay que estar concienciado para acogerlo con humildad, sin drama, sin que eso se convierta en una batalla de uno contra sí mismo. Se necesita Amor Propio y comprensión. Aún no somos perfectos del todo. Aún no ejercemos de divinos –aunque lo somos-. Aún nos equivocamos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  20. NO TE ESTANQUES En mi opinión, la vida empuja. Es una frase breve que encierra más de lo que aparenta y que está abierta a interpretaciones personales. Como casi todas. No se ciñe a una sola interpretación –como dos más dos son cuatro- y de ese modo es un excelente punto de inicio para una reflexión en la que uno se puede mirar a sí mismo moviéndose a favor del empujón o empeñándose en aferrarse a cualquier presente o pasado para no seguir avanzando. Me parece cierta: la vida empuja. Y está muy bien que sea así, porque la tendencia en muchos casos suele ser quedarse conforme con lo que “haya tocado” en suerte o en mala suerte, o puede ser creer que la opción de cambiar las cosas y la forma de ver las cosas y a sí mismo es una utopía. Es entonces cuando la vida empuja en forma de nuevas oportunidades que hay que aprovechar, sin miedo, con confianza, o también empuja dejándole a uno quieto para que interiorice, para que se mire más arriba del ombligo –a la altura del corazón, a la altura de los ojos- y haga un examen justo y sincero de su conciencia y su realidad y compruebe el estancamiento en que se encuentra, la rendición, la apatía o la resignación, para que de ese examen nazca una voluntad imparable de hacerse cargo de la vida para convertirla en VIDA. No te estanques. Las aguas estancadas no avanzan y pueden llegar a pudrirse. ¿Es esto que tengo ahora lo que quiero para mí? Esta es una pregunta directa, dura, pero que puede ser muy enriquecedora si uno llega a responderla del modo adecuado. Reflexionar requiere tiempo y paciencia. La primera respuesta que aparezca puede ser pobre, casi vacía, y no hay que conformarse sólo con ella, sino que conviene profundizar, llegar más hondo o más lejos, seguir indagando hasta que aparezcan respuestas que sean más sólidas y que traigan una solución real incorporada. Es provechoso ver la realidad tal como es, por muy dura que sea, aunque aparezca frustrante, porque de esa mirada, de esa comprobación de la insatisfacción personal es de donde puede surgir la fuerza/coraje necesaria para afrontar el desafío de hacer las modificaciones necesarias. Estancarse impide cualquier desarrollo/cambio, condena a no evolucionar, a seguir siendo como uno está siendo, y cuando uno no está a gusto con el modo en que está siendo ese estancamiento es una muerte en vida. Por muy duro que suene, es así en el Proceso de Desarrollo Personal. Una vez leído lo anterior es cuando llega tu turno de decidir. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  21. ME PARECE QUE NO ENTIENDO BIEN MI VIDA En mi opinión, esta frase –que se me ha repetido muchas veces a lo largo de los años, incluso cuando ya creía entender qué es esto de vivir- se nos presenta a todos a lo largo de la vida –aunque a cada persona se le aparece con otras palabras que reflejan el mismo desconcierto-. Nos reclama nuestra atención y nos exige que aclaremos el asunto porque, de vez en cuando, en una especie de inventario personal que surge en nuestro interior, somos conscientes de lo perdidos que estamos, del desastre de organización que hay en nuestra vida, de la cantidad de cosas que deberíamos resolver y no hacemos, del derroche continuo de nuestro limitado tiempo de estancia en este mundo, y se nos presenta una leve y no muy convencida idea de que tenemos que tomar decisiones, hacer cambios, deshacernos de viejas cosas y reformarnos, reeducarnos, dar un giro importante a nuestro modo de vivir… y empezar a VIVIR. La idea de que hay que hacer cambios está muy bien. Seguramente la habremos copiado de alguien, o tal vez sea que por fin hemos prestado atención a ese sabio que todos tenemos incorporado de serie al que no prestamos mucha atención. El caso es que cuando se presenta la duda, la propuesta de revisión, generalmente no sabemos por dónde empezar y aparece cualquier distracción que nos evita seguir pensando en ello. Tiene que aparecer un drama importante para que entonces sí lo tomemos en serio y nos tomemos en serio. No entiendo muchas cosas. No entiendo que aparezcan buenos propósitos en mi mente o en mi voluntad pero que luego no haga nada por convertirlos en realidad. No entiendo que me equivoque una y otra vez en lo mismo. No entiendo que deje pasar mi vida sin aprovecharla cuando resulta que eso no es lo que quiero hacer. No entiendo que mis buenos propósitos se desvanezcan tan rápidamente. No entiendo que me encuentre estancado en el mismo punto que estaba hace unos años. Incluso creo haber dado pasos atrás. No entiendo mi desatención a las cosas importante y que le otorgue importancia a cosas que no la tienen. No entiendo que no me respete yo mismo. No entiendo mi tolerancia en cosas que han de ser para mí intolerables. No entiendo que no lea o aprenda más, que no medite más, que no reflexione más sobre los asuntos fundamentales, que aplace continuamente lo que debiera ser inaplazable, que soporte con indolencia mis continuos vaivenes y que no haga lo que quiero hacer… No entiendo que no me enfrente definitivamente a esta incompetencia por mi parte, que no tome decisiones firmes que realmente sean firmes, que no revise mi escala de valores y ponga en los primeros lugares lo que ha de estar en los primeros lugares. No entiendo mi irresponsabilidad, mi desatención hacia mí, mi falta de compromiso. Lo que sí entiendo es que esto no va bien, que estoy derrochando mi vida de un modo imperdonable, que los años pasados se han ido acumulando y considero que he perdido mucho tiempo, que esto no es lo que quiero para mí, que si no empiezo ya a poner orden en mi vida… tendré mucho de lo que arrepentirme después, cuando ya sea demasiado tarde y no tenga remedio. No sé lo que harás tú, pero yo voy a empezar a hacerlo bien. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  22. ES NECESARIO RECONSTRUIRNOS En mi opinión, cada día, cada instante, nos dan la maravillosa oportunidad de realizar la magia de poder reconstruirnos. Nosotros. A nosotros. Y esto es un milagro que conviene no desaprovechar. Nos han construido los otros, con la educación y sus enseñanzas, y también las circunstancias y las situaciones que hemos tenido que afrontar, pero nosotros directamente hemos intervenido poco. Durante los primeros años de nuestra existencia no hemos sido muy conscientes de lo que es la vida ni de lo que significa SER UNO MISMO. Durante bastantes años no hemos tenido claro que NUESTRA vida NOS PERTENECE, y que es algo distinto y mejor que eso de dejar que pasen los días y eso de estar porque hay que estar. No hemos sido conscientes. La responsabilidad personal de participar obligatoriamente en nuestra propia reconstrucción es algo impensable para muchas personas porque jamás se han planteado la posibilidad de poder tomar el mando de su vida y deshacerse -con satisfacción y sin miedo- de las cosas que no son de su agrado al mismo tiempo que pueden ir incorporando -con satisfacción y sin miedo- las que sí se deseen. Conviene hacer una reflexión muy muy muy profunda acerca de esta posibilidad: dejar de ser quienes no queremos ser para empezar a ser quienes y como queremos ser. Esto es grandioso. Emocionante. Impresionante. Bello. No estamos condenados a perpetuidad a mantener el personaje o los personajes que hemos vivido hasta ahora. Nosotros no somos ese o esos personajes. Nosotros podemos reconstruirnos a partir de nuestro deseo de ser como queremos ser. Tenemos la posibilidad de hacerlo y corresponde aprovechar esta extraordinaria oportunidad. Seamos magos. Seamos creadores. Seamos grandes. Posiblemente esto que acabas de leer sea lo más profundo que he escrito, realmente interesante e imprescindible, lo más grande que puedas hacer… y lo más maravilloso. Toma consciencia de la magnitud de esta propuesta, de lo que te puede aportar y lo que te puede acercar a ser más tú mismo. El tú mismo que eres en esencia y quieres encontrar y mostrar. Construirnos o reconstruirnos. Hacer milagros. Ser, también, dioses. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  23. SÉ UN BUEN ESCUCHADOR En mi opinión, no le prestamos suficiente atención a esta actividad que es tan importante… y tan necesaria y agradecida por quien necesita hablar y desahogarse. Escuchar, en principio, sólo requiere una atención completa y activa hacia la persona que nos habla. No requiere de conocimientos especiales ni de tener una respuesta o una solución a lo que nos estén contando. Precisamente uno de los errores que comenten los escuchadores es el de querer dar una opinión o, peor aún, imponer su opinión. No conviene adelantarse a decir lo que se piensa hasta que se cumplan dos condiciones: que la escucha haya sido atenta y precisa y se tenga todo claro –y si no se tiene algo claro, se pregunta- y que el otro nos pida nuestra opinión. Cuando uno va a hablar tiene que ordenar sus ideas para expresarlas. Para ello antes tiene que revisarlas todas y descartar las que ya no son útiles o aquellas con las que ya no se está de acuerdo. En la mente, o en el recuerdo, o en el subconsciente –cada uno que escoja el mejor modo de entenderlo- conviven todas las ideas juntas, incluso las opuestas y las contradictorias, y es necesario tener que verbalizarlas para poner orden, de modo que uno –si se escucha cuando habla- se entera de qué es lo que realmente piensa o lo que le pasa. Al cosificar las ideas en forma de palabras uno se deshace de los datos inútiles relacionados con el asunto y se queda con lo que está actualizado. Y para eso es mejor hablar que escribir. Por eso en numerosas ocasiones el escuchador se tiene que quedar callado porque el otro, al escucharse a sí mismo, es posible que ya aclare sus dudas o sentimientos y no nos necesite más. El escuchador, antes de opinar, ha de saber ponerse en el lugar del otro. Es cierto que lo que nos puede pedir es que le digamos cómo se ve desde nuestra objetividad y para eso nos necesita, pero al opinar no hay que olvidar que el otro es el otro. El otro no tiene nuestra misma forma de pensar, ni nuestra educación, ni nuestra ecuanimidad, ni las mismas circunstancias personales, por lo tanto hay que tener cuidado de no pretender imponerle nuestro punto de vista, ni nuestros principios… ni tampoco nuestros traumas o frustraciones. El escuchador, antes de opinar, pregunta para entender si hay algo que no está claro. Luego, puede hacerle ver al otro sus vacíos o sus contradicciones, pero con sutileza, no como reproche. Y nunca –nunca- imponer algo. Las decisiones personales las ha de tomar cada uno bajo su propia responsabilidad. El escuchador puede hacerle ver al otro su exposición acerca de lo que ha oído, pero no tomar la decisión final. La decisión ha de ser del otro. Ten claro cómo vas a actuar la próxima vez que te veas en esa situación. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  24. NECESITAMOS ACTUALIZARNOS En mi opinión, necesitamos actualizarnos y actualizar nuestras ideas, las opiniones, creencias, respuestas, reacciones… y todo lo que tenga que ver con nosotros. En primer lugar, a través de la consciencia activa que es la que nos permite descubrir y descubrirnos. Si no descubrimos y nos damos cuenta, no hay posibilidad de modificar. Evolucionamos a lo largo de la vida y en muchos aspectos lo hacemos sin ser conscientes de ello, sin darnos cuenta. Por eso es conveniente y necesario revisar continuamente, para conocernos mejor, para comprobar el reajuste y puesta al día que va sucediendo en nuestro interior aunque no seamos conscientes de ello. No se sabe bien cómo vamos cambiando. Hay cosas que sí podemos comprobar, porque se trata de decisiones conscientes que tomamos, de cosas que nos hemos propuesto hacer y hacemos, pero otras van cambiando en silencio. No siempre estamos presentes durante el cambio, pero una palabra que escuchamos, una frase que leemos, un momento de “iluminación”, un sueño, un susto, una imagen, lo que sea, cualquier cosa –cualquiera- puede hacer que nos vayamos modificando. En cada Ser Humano está latente el deseo de perfeccionamiento, el instinto de acercarnos al Ser Esencial –el que realmente somos, por detrás del que estamos siendo o aparentando-, y eso sucede a pesar de nuestra desatención o desconocimiento. Si estamos atentos podemos comprobar cómo hemos perdiendo la rigidez con respecto a algunos asuntos, cómo somos más tolerantes, cómo nuestro punto de vista es cada vez más amable, cómo nos sentimos más nosotros mismos a medida que vamos mejorando. Y eso mismo, esa misma evolución, anima a seguir en ese camino, porque parece que es el acertado. Nos lleva hacia nosotros. Es conveniente actualizarnos, hacernos preguntas y responder con el corazón –mejor que con la mente-, sincerarnos, observarnos en nuestros modos de ver, pensar, sentir, juzgar, comportarnos, etc. ¿Quién es este que me habita? Creo ser yo, el que ahora lee, pero también soy el interior, el profundo, el sabio… y ese… ¿dónde está?, ¿qué hago por él?, ¿le dejo ser él? Es conveniente hacernos muchas preguntas. Algunos prefieren que sea un “¿por qué?”; yo prefiero que sea un “¿para qué?”. Lo primero busca satisfacer una curiosidad, lo segundo demuestra verdadero interés por aprender para evolucionar. Hemos de observarnos con verdadera curiosidad, como si no nos conociésemos de nada y tuviésemos mucho interés en conocernos del todo. Observarnos. Tratar de comprender el porqué o el para qué de cada cosa que hacemos. Y una vez observado conviene hacer una limpieza y deshacernos de lo que no nos sirve en este momento, actualizar lo que necesita alguna puesta al día, y potenciar lo que no estamos siendo y deseamos ser. De ese modo podremos estar más cerca del que realmente somos y de lo que queremos ser. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  25. HAY QUE PARAR. HAY QUE PARA. HAY QUE PARAR. En mi opinión, las prisas, las responsabilidades, las auto-complicaciones, las ocupaciones y los compromisos; otras veces la desgana, la desatención, la falta de voluntad, o la irresponsabilidad y otras excusas, nos boicotean –nos boicoteamos- de tal modo que desatendemos la tarea principal, el objetivo de esta vida: VIVIR. Vamos tan rápidos o tan distraídos que seguimos un ritmo frenético o repetimos siempre lo rutinario sin valorar que existen otras opciones, de modo que el tiempo de estar en este mundo no lo convertimos en VIDA. HAY QUE PARAR. Conviene darse cuenta de lo que estamos haciendo y de lo que no estamos haciendo. Conviene tomarnos seriamente y con dedicación la responsabilidad de nuestra vida. Conviene valorarla recordando su IRREPETIBILIDAD y su IRRECUPERABILIDAD. Conviene recordar a menudo todas la veces que nos hemos dado cuenta de esto pero sin escucharlo desde la razón, desde la conciencia, desde la comprensión, desde la fatalidad que también es esto. Seguimos adelante aplazándolo todo indefinidamente. El tiempo sigue y lo perdido no lo recuperaremos. HAY QUE PARAR. Tomar conciencia. Darse cuenta. Apreciarlo y valorarlo. Esto es una realidad y no encararlo del modo que corresponde no exime del perjuicio que nos ocasiona. Una actuación despreocupada con respecto a nuestra irresponsabilidad ante el derroche o el mal uso de nuestra vida no se resuelve después con un arrepentimiento, porque será un arrepentimiento trágico y cargado de dolor pero que no nos devolverá lo perdido. HAY QUE PARAR. Hay que enfrentarse a la realidad y a las grandes preguntas con sus consiguientes enriquecedoras respuestas. La realidad es que nuestros buenos propósitos no están diseñados o, si lo están, son desatendidos continuadamente. La realidad es que nos queda un año menos de vida que el año pasado, y muchos años menos que la primera vez que pensamos en tomarnos la vida en serio. La realidad es que no sabemos bien lo que queremos, que no nos esforzamos por realizarnos, que aplazamos lo importante mientras que nos centramos en lo urgente, o en lo innecesario, o nos rendimos a la desidia, que no tomamos el mando firme y consciente, y que carecemos de un buen Plan de Vida, de un presente que nos satisfaga y de un propósito enriquecedor de futuro. HAY QUE PARAR. Hay que centrarse en lo importante. Hay que ser responsable. Hay que tomar consciencia del papel que uno tiene en su propia vida. Hay que tomar el mando. Hay que llenar la vida de VIDA. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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