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CUÍDATE En mi opinión, esta palabra que usamos más como una versión alternativa de “adiós” que como lo que realmente es y significa, la decimos en demasiadas ocasiones sin afectividad, sin ser conscientes de su sentido real. Cuando decimos CUÍDATE conscientemente, estamos haciendo uso del imperativo que está implícito en la palabra –es una orden: cuídate-, pero también incluye un amoroso deseo, y la ternura y el amor resumidos en esa palabra –cuídate, porque quiero que estés bien-. Es imprescindible cuidarse. Hay que conseguir que la mayoría de las cosas no sean más importantes que nuestra propia estabilidad personal y emocional, hay que evitar que las cosas ajenas a nosotros –las que provocan otros y no dependen de nosotros- nos afecten y nos perjudiquen; es conveniente lograr una estabilidad que no se vea alterada y descompuesta por el efecto de una palabra ajena o de un hecho ajeno de los que no somos responsables. Hay asuntos graves que requieren nuestra atención, y eso es inevitable, pero no requieren nuestra preocupación. Esos asuntos necesitan, precisamente, lo contrario, o sea claridad para comprenderlos, calma para afrontarlos, y luz y paciencia para resolverlos. No hay que olvidar que lo que en realidad busca el Ser Humano –aunque lo llame de otro modo- es la paz. Paz interna, sobre todo. Y paz con el resto del mundo, preferiblemente. Pero, sobre todo, Paz Personal. Ausencia de conflictos desconcertantes y frustrantes. Y para eso, para evitar todo lo que nos pueda dañar inútilmente, conviene cuidarse. Cuidar el cuerpo y el alma, cuidar los pensamientos y cuidar que no haya enemigos boicoteadores dentro de uno mismo; cuidar el trato que uno tiene hacia sí y cuidar el ambiente donde uno se encuentra; cuidar las relaciones para que no sean tóxicas y cuidar que se vayan cumpliendo los deseos; cuidar que nadie ataque nuestra dignidad, que no recibamos menosprecios, que las palabras injuriosas ajenas no nos dañen, que sepamos comprender y perdonar con facilidad; cuidar que no nos dejen dolorosas huellas los hechos que nos toca vivir y no son de nuestro agrado; cuidar que no magnifiquemos lo desagradable y cuidar que las cosas buenas que nos suceden queden patentes y se multipliquen; cuidar que la Autoestima –que es el concepto que uno tiene de sí mismo- esté equilibrada y no se sienta afectada y alterada por las circunstancias de la vida; cuidar el trato con los otros –para no herir innecesariamente-, y los sentimientos, y las emociones; cuidar a los seres queridos, con atención y con el trato, que las mejores y más amorosas palabras de amor broten en su presencia. VIVIR requiere atención y cuidado. Hacer las cosas bien requiere atención y cuidado. Amar requiere atención y cuidado. El extra en la VIDA viene dado por el cuidado que ponemos en lo que hacemos, decimos, pensamos, sentimos… Ahora soy yo quien te dice… ¡cuídate! Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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SI VOLVIERA A NACER… En mi opinión, todos hemos tenido en algún momento de nuestra vida un pensamiento/deseo construido con estas palabras del título o con otras similares. Todos hemos tenido la sensación de no haber aprovechado bien el tiempo, de no haber hecho todas las cosas que queríamos hacer o no haberlas hecho todas del modo correcto; tenemos arrepentimientos acumulados o nos corroe algún remordimiento; todos pasamos por momentos de abatimiento cuando somos conscientes del derroche que hemos cometido al no haber aprovechado bien y del todo nuestra vida. El pensamiento/deseo no está mal, pero… es imposible de realizar. El tiempo no permite la marcha atrás. La historia pasada es inamovible. Lo que sí nos permite –y esto es algo que tendríamos que aprovechar muy bien- es RENACER. Tener un nuevo nacimiento y, además, con una gran ventaja adicional, que es la coletilla que se le suele añadir al título: “si volviera a nacer… sabiendo lo que sé”. O sea, puedes renacer ahora mismo… ¡¡y sabiendo lo que sabes!! Estás a tiempo de hacer lo que sea, lo que te propongas firmemente, aquello a lo que dediques esfuerzo y dedicación. Puedes plantearte añadirte cosas, deshacerte de otras, hacer cambios importantes, re-crearte, y recrearte mientras dure esa tarea. No siempre somos conscientes de esta oportunidad que nos brinda cada nuevo instante que llega trayéndonos la posibilidad de hacer cambios. A veces nos conformamos con esa mentira de “soy así” –con una triste resignación y un pesaroso lamento- y con ello nos perdemos la posibilidad de dejar de ser ese “así” que no nos satisface. El hecho de ser “así”, como estamos siendo en este momento, no nos condena a seguir siéndolo. No podremos cambiar las cosas ajenas, pero siempre podemos cambiar nuestro modo de afrontar las cosas, nuestra visión de la vida, la forma de sentir, el desapego hacia las cosas, el dolor innecesario… Siempre, en cada instante –este mismo de ahora cuando lees-, podemos empezar de nuevo, y hacer las cosas del modo que consideramos adecuado. Esa es una libertad que nadie nos puede quitar. No podemos cambiar algunas cosas ajenas y externas, pero sí podemos cambiar nuestro modo de reaccionar ante esas cosas. Siempre podemos actuar –a partir de ahora mismo- como juzguemos que es apropiado. No podemos cambiar lo que ya le pertenece al pasado pero sí que podemos hacerlo bien a partir de ahora. No nos pidamos cuentas mil veces por lo que pasó –es un martirio inútil y contraproducente-, pero seamos responsables de lo que hagamos o no hagamos a partir de este instante en que tomamos conciencia y consciencia del cometido que queremos tener en nuestra vida. Tenemos la obligación de respetar nuestra honestidad, de aplicar con equilibrio la justicia, de no hacer daño intencionadamente, de procurarnos lo mejor, de tratar de ser impecables, de respetar y respetarnos, de hacer de nuestra vida y nuestra persona algo de lo que nos sintamos satisfechos. Y todo esto lo podemos hacer ahora, al renacer como una nueva persona con las ideas y los propósitos claros, con la fuerza que aporta ser conscientes de esa responsabilidad, con la satisfacción de poder tener una nueva oportunidad de hacerlo y hacerlo a nuestro gusto actual… ¡¡sabiendo lo que sabemos!! Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LO QUE NO FUI, NI SOY… ¿NI SERÉ? En mi opinión, hay algo que es cierto y evidente: ni el pasado ni el presente nos condenan a seguir como estamos en este momento o como somos en este momento. Tenemos la libertad de hacer cambios. Nada nos condena a seguir siendo lo que no queremos ser o como no queremos ser. Seguir así o no es algo que depende exclusivamente de cada uno y no de las circunstancias actuales o del incómodo pasado. Cada uno tiene la libertad de decidir y de hacer. Quejarte por lo que no fuiste… es válido solo durante un momento y con el único objetivo de tomar conciencia de lo que no quieres que pase de nuevo y para cargarte del impulso y la voluntad y la energía necesarios para que, a partir de ahora, no vuelvas a tener un motivo posterior de queja por lo que no fuiste. Quejarte por lo que no eres…es una manifestación por la desazón interior, y está muy bien reconocer los sentimientos frustrantes porque son ciertos, pero quedarse simplemente en la queja, en la rabieta, en la pataleta infantil, en la angustia de lo pasado… no resuelve. Está bien desahogarse mediante la queja, pero inmediatamente, en cuanto ésta se acabe –y no hay que alargarla artificialmente- el siguiente segundo ya hay que ocuparlo en empezar a ser lo que SÍ se quiere ser. Quejarte por lo que no serás…es un error y una predisposición clara para lo que se llaman profecías autocumplidas. Se dice que “Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, en ambos casos estás en lo cierto”. O sea que en vez de creer “no seré” es mejor creer “sí seré”. Y, por supuesto, hacer lo necesario para que sí seas. ¿Se puede cambiar en el título lo de NI SERÉ por LO QUE SÍ SERÉ? Esto depende EXCLUSIVAMENTE de cada persona, de su voluntad, de su atención, de su dedicación e implicación…nadie lo va a hacer por uno mismo, esos milagros no existen ni están previstos; para quien crea en el libre albedrío le vendrá bien aplicar sus creencias y acogerse a ese derecho a decidir y cambiar las cosas. Eso que uno quiere ser se debe recoger en lo que se llama un Plan de Vida. Y uno debe comprometerse seriamente consigo mismo para realizarlo y de ese modo conseguir dos objetivos: no tener más motivos para quejarse por lo no hecho y tener la satisfacción de encauzar la vida del modo deseado. Las quejas no solucionan nada y generalmente lo único que hacen es engordar el propio motivo de la queja porque se hace más insistente y reincidente. Es imprescindible la colaboración propia en la tarea de solucionar. Requiere valor y dignidad, Amor Propio y persistencia. Y queda descartada la posibilidad de retirarse o rendirse. La tarea posiblemente va a ser dura, pero siempre es reconfortante y, sobre todo, productiva. Los arrepentimientos y las quejas son muy puñeteros e incómodos, pero al mismo tiempo pueden servir de estímulo para no ser reincidente, así que conviene escucharlos, darse por enterado del sentimiento interno y verdadero que expresan… pero sin quedarse estancado en el auto-reproche ni en la auto-compasión. Hay que enjugarse la última lágrima…y recomenzar. Si llevas tiempo estancado en el lamento y valoras la posibilidad de salirte de la queja, hazlo. Siempre te lo agradecerás. INFORMACIÓN SOBRE CÓMO HACER UN PLAN DE VIDA: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,14875.msg17386.html#msg17386 (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,13372.msg15792.html#msg15792 (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,16167.msg18756.html#msg18756 Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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VIVIR y vivir En mi opinión, aún siendo la misma palabra, el hecho de plantearse de un modo u otro la vivencia de las mismas cosas, aplicando las mayúsculas o las minúsculas, cambia la experiencia totalmente. Con minúsculas, no va más allá del hecho de respirar, moverse, mantenerse en la rutina, hacer las cosas de un modo desatento, o no sentir la presencia propia ni la existencia del Uno Mismo que somos; o sea, estar… pero sin la manifestación consciente de toda la atención personal y ocupando el sitio de un modo irreflexivo y mecánico. Vivir mal. VIVIR, con mayúsculas, es darse cuenta, ser consciente, estar del todo presente en la manifestación verdadera del “SOY YO, ESTOY AQUÍ Y AHORA”, es conmoverse, reflexionar, comprender, tomar las riendas de la vida siendo atento observador de uno mismo y de lo que le ocurre, de que es uno mismo quien hace o dice o se emociona. El hecho de actuar de un modo consciente o inconsciente es lo que cambia el valor y el sentido de la palabra y la engrandece y ennoblece… o la menosprecia. Vivir es lo que hacen las personas que no son sabedoras de que tienen también a su disposición la opción de VIVIR. Que ya se ha explicado que no es lo mismo. Vivir puede ser elevado a la categoría de VIVIR con la única condición de que uno esté pendiente de lo que hace en cada momento, de quién es, de su sentido y presencia y estancia en este mundo, de la atención y el cumplimiento de la propia escala de valores y de los propios principios. VIVIR es ver, es comprender, es darse cuenta de qué hace en su propio mundo, es pararse y reflexionar, es atender a las emociones y los sentimientos siendo consciente de ellos, es entender el lugar que uno ocupa en la vida y en su vida. La decisión de elegir una u otra opción es un asunto personal que uno tiene que decidir conscientemente. No conviene aplazarlo porque, mientras no se decida, uno se queda en las minúsculas y se pierde la posibilidad de estar en las mayúsculas. Vivir es consumir el tiempo, gastarlo sin más. VIVIR es habitar la VIDA. Ocupar la VIDA. Llenar la VIDA. Llenarla de nuestra presencia en nuestra VIDA. Poner plenitud y contento en nuestra VIDA. Hay que ser muy conscientes –mucho- de la muy notable diferencia que hay entre dotar a nuestra VIDA de totalidad, de bienestar en la relación propia, de poder sacarle todo el jugo y disfrutar todo lo que nos aporta, en comparación con una vida –con minúsculas- en la que cada día acaba con la frustración inconsolable de haber derrochado un día más que se ha marchado vacío de nosotros. Cualquier vida y cualquier situación personal permiten la atención plena y la creación de un espacio/paraíso al que uno puede acudir cuando lo necesite -mediante la imaginación o en relajación-, y permiten poner una hermosa banda sonora, optimismo, felicidad, acogimiento, un ramo simbólico de flores, sonrisas, paz… VIVIR y la VIDA requieren que te pares, y pares todo, y te centres en ti mismo hasta que tomes consciencia real de todo lo anterior y firmes un propósito serio sobre hacer lo que acabas de leer. Cada uno es el constructor de su Universo Personal y no ha de decaer en esa hermosa y responsable tarea. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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SI ESTÁS MAL, NO TOMES DECISIONES En mi opinión, es muy interesante tener esto muy claro y, sobre todo, respetarlo y actuar de este modo. Cuando uno está mal le falta la serenidad, la claridad, la objetividad, la ecuanimidad, el equilibrio, la sensatez... le falta todo aquello que se requiere y es necesario para tomar decisiones acertadas. Salvo que sea en un caso de extrema urgencia por algo que no se pueda aplazar, conviene mucho no tomar las decisiones precipitadamente si no se dispone de todas o casi todas las condiciones recomendables para obrar lo más acertadamente posible. Ya se sabe que JAMÁS se deberían tomar decisiones en momentos depresivos/tristes/pesimistas/afligidos porque las decisiones van a estar teñidas y condicionadas por el estado personal de ese momento. Queramos o no, en esos momentos no estamos preparados para ver lo que nos pasa de un modo imparcial y equilibrado, para ver todas las opciones y las posibilidades y los obstáculos. Todo lo veremos negro, trágico, sin salida. Y eso no es cierto, así que es mejor no decidir en esos momentos si se puede aplazar la decisión. Ya se sabe que JAMÁS se deberían tomar decisiones cuando uno se encuentra en un estado eufórico/efusivo/irrealmente optimista porque lo que se ve entonces no es del todo cierto, está teñido de un entusiasmo que es irreal y ese es el momento en que uno se puede meter en proyectos irrealizables o en inversiones ruinosas. Si se puede esperar, es mejor esperar. Muchas veces las cosas se ven distintas al día siguiente. Y si se quiere encontrar la mejor solución se puede optar por varias cosas. La primera es dejar de llamar “problema” a lo que pase y llamarlo “asunto pendiente de resolver”, y de ese modo uno no está condicionado y asustado, porque ante los “problemas” nos sentimos acomplejados y con la predisposición a que van a poder con nosotros porque no estamos preparados para afrontarlos. La segunda cosa útil es salirse del asunto pendiente de resolver, no verlo como algo personal porque eso ya condiciona; el hecho de estar implicado personalmente en el asunto pendiente de resolver y de que la decisión le puede perjudicar a uno si es equivocada, crea una tensión que dificulta actuar con imparcialidad y serenidad. La tercera cosa es escribir lo que está pasando en dos folios, y en uno poner lo positivo o las facilidades y en el otro lo negativo o las dificultades. Cuando está escrito es mucho más fácil de ver la situación que cuando anda todo de un modo alocado por la mente. Verlo escrito permite una visión más real y objetiva. Y después de eso, si uno no está muy seguro de su propia decisión, puede consultar con algún profesional que tenga experiencia, o con un amigo cuya opinión sea reconocida y valorada; incluso puede pedir a alguien que haga de Abogado del Diablo porque tal vez le haga ver lo que no ha sido capaz de descubrir por sí mismo. Lo más aproximado a lo correcto se consigue cuando uno es capaz de ver objetivamente lo que está sucediendo. Eso requiere ecuanimidad, una ponderación cuidadosa de la situación –sin magnificar ni menospreciar la realidad-, honradez, imparcialidad y justicia. Y todo eso no está presente cuando uno está mal ni cuando uno está efusivo, así que… si estás mal no tomes decisiones. Y si estás irrealmente bien… tampoco lo hagas. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LA TRISTEZA NO ES PARA QUEDARSE A VIVIR EN ELLA En mi opinión, la tristeza es una llamada de atención de uno hacia sí mismo, una invitación a reflexionar sobre lo que le está pasando para poder tomar consciencia real de ello. Es, por tanto, algo que se ha de recibir con los brazos abiertos ya que es muy posible que, del estado de introspección al que nos invita, salgan respuestas o soluciones a asuntos personales que no siempre son visibles y evidentes, aunque estén pululando por nuestro interior y afectándonos. Los motivos que nos llevan al estado de tristeza son muy dispares. La misma cosa no siempre produce el mismo efecto en todas las personas. Cada uno se altera o se emociona o se aflige por los motivos que le afectan directa y personalmente. Es entonces, en ese momento de tristeza precisamente, cuando uno puede estar más receptivo a contactar con ella y recibir el mensaje que trae. Conviene, eso sí, porque es necesario, mantener la objetividad a pesar del estado, porque se corre el riesgo de verlo todo de un modo fúnebre, pesimista, y la realidad no es así. La tristeza, en un efecto colateral, remueve la autoestima y la hace bajar, lo que influye también para aumentar más un estado adverso y negativo. Si uno no pone el necesario auto-cuidado y no deja una parte sensata suya fuera de la tristeza, puede que eso desencadene una catástrofe, porque generalmente es ese estado aparecen todos los motivos de desolación o de arrepentimiento que nos han ocurrido a lo largo de la vida. Parece que ese estado, entre melancólico y afligido, provoca la aparición de todos los auto-reproches, parece que uno sólo ve sus cosas negativas, parece que desaparece cualquier cosa positiva personal, cualquier felicidad o triunfo, y uno sólo se queda regodeándose en la visión infeliz de lo que le ha llevado a la tristeza. Si no aparece una ventanita por la que entre la luz… uno se puede quedar estancado en ese sentimiento y puede acabar en un sufrimiento largo e innecesario de fatales consecuencias. Otras veces la tristeza que se produce es inexplicable, y cuando alguien nos pregunta ¿qué te pasa?, sólo tenemos dos respuestas a mano, o bien “nada” o bien “no lo sé”. La respuesta está en el interior, como casi siempre. Y aparece con más facilidad si no se busca en la mente sino en el corazón. Puede ser más productivo no intentar averiguar qué es lo que está pasando y sí averiguar qué es lo que se está sintiendo. Y preguntarse… ¿quién se siente triste? (y no vale la respuesta fácil de “yo mismo”) la respuesta ha de ser un sentimiento, bien de un ego dolido, o de un niño que sigue en nuestro interior sin crecer, o del alma que se siente desatendida, o del adulto que se da cuenta de que comete un error tras otro, o de…a cada uno le aparecerá la suya. Si es un pensamiento, se podrá debatir con él y entrar en una pérdida de tiempo nada constructiva. Si es un sentimiento, será más sincero y será irrebatible. Puede doler, pero es verdadero. ¿Por qué me siento triste?, ¿para qué me sirve esta tristeza?, ¿qué tengo que aprender de esto?, ¿qué tengo que sentir y me niego a aceptarlo? Las respuestas del corazón a estas preguntas –y a todas las que se te ocurran relacionadas con la tristeza- serán la clave que te ayude a comprender, a tomar decisiones, a relacionarte contigo de otro modo. Si quieres aprender de la tristeza, aprenderás. Para eso se presenta. No temas los momentos de tristeza, no tengas prisa por salir de ellos con urgencia, no son habituales y si se presentan es por algún motivo importante para ti, así que vive esa tristeza mientras te siga aportando información. Pero no te quedes estancado en ella en una lamentable auto-pena improductiva y adversa. No es para quedarse a vivir en ella. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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OÍR O LEER SIN REFLEXIONAR ES UNA OCUPACIÓN INÚTIL En mi opinión, esta frase que pronunció Confucio está llena de sabiduría y contiene en sus palabras una gran verdad indiscutible. Hay un tipo de lectura leve, insulsa o vulgar, que es puro pasatiempo, a la que no se le puede pedir más de lo que ofrece: poder gastar un poco de tiempo en distraerse o dejar de pensar en otra cosa. Es una lectura que, generalmente, va directamente al olvido. Lo mismo pasa con algunas de las cosas que escuchamos: carecen de interés y no requieren de nuestra atención. Pero, en cambio, para las personas que están en un Proceso de Desarrollo Personal, la atención expresa y atenta a lo que le sucede, a lo que ve a su alrededor, al más fugaz o aparentemente intrascendente de sus pensamientos, marca la diferencia entre lo superfluo y lo profundo. Las cosas por sí mismas no tienen la misma valía universal para todas las personas, así que es cada uno quien decide adjudicarle importancia o insignificancia. La misma cosa que para uno pasa desapercibida para otra es la llave que le abre todas las puertas del conocimiento. Un anuncio en la televisión puede pasar sin afectarnos o puede ser el inicio de una reflexión penetrante y reveladora. Oír o leer sin reflexionar es una ocupación inútil. Inútil en el sentido de que no aporta nada. Y cada cosa que nos suceda directamente, o que sea ajena y pase a nuestro alrededor, o que esté escrita en una pared, o que forme parte de un pensamiento fugaz que no se sabe dónde nació ni por qué ni para qué, si la observamos desde el apasionamiento por conocer y por aprender, por descubrirnos en cada cosa que ocurre, nos puede aportar algo interesante para nuestro Desarrollo. El sol puede ser “eso que vemos en el cielo y calienta”, o sea, algo cotidiano que no requiere más atención, o puede ser –para los más atentos- el reconocimiento de Dios, un objeto de cavilación sobre la perfección e infinitud del Universo, la medida de nuestro tamaño con respecto al resto de la vida –que nos puede poner muy claramente en nuestro sitio-, o la confirmación o negación de cualquiera de nuestras sospechas o dudas. Si uno lee “amor”, pero no con los ojos de diario y rutina sino con los ojos de descubrir, y después reflexiona sobre su composición, su aportación esencial, su significado, su infinitud y variedad, o sobre el lugar que ocupa en su vida, y reflexiona sobre ello puede alcanzar la Iluminación. Si uno escucha “te amo”, o “matriz”, o “refrescante”, o “niño”, o “pelota”, y va con su reflexión más allá de lo que indica el diccionario, o lo que se le presupone, es posible que llegue al asombroso descubrimiento de lo que cada cosa encierra, de lo que la insignificancia aporta a las mentes reflexivas cuando le quitan la pre-etiqueta. Es posible que todo adquiera un valor nuevo y a menudo extraordinario. Si nos miramos a nosotros mismos en cada cosa que leemos o escuchamos, si nos buscamos en cada frase, en cada cosa que se dice, nos podemos llevar una grata sorpresa: todo habla de nosotros. El ojo atento sabe encontrar. Y a todo aquello que merece una reflexión hay que dársela. Si no lo hacemos así, las cosas serán distraídas... pero no útiles. O no tan útiles como podrían sernos. Ya has leído. Ahora es tu ocasión de poner en práctica lo que has leído. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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NO PONGAS TIRITAS DONDE ES NECESARIO OPERAR En mi opinión, la vida, o las circunstancias, o nuestras propias decisiones personales, nos ponen en unas situaciones que no tenemos más remedio que afrontar en algún momento porque la evitación continuada generalmente no resuelve y sí agrava. Hay cosas que tenemos que hacer aunque no nos guste nada de nada. Y hay veces que tenemos que tomar decisiones duras, drásticas, desagradables, y con el añadido de un temor inevitable al pensar si serán acertadas o nos acarrearán dolor. Hay veces que nos tenemos que enfrentar –sin ganas o con un claro rechazo- a situaciones en las que no nos movemos con conocimientos, en las que tenemos que decidir o actuar a ciegas, con la mejor voluntad pero sin la preparación requerida para ello. Hay veces que negamos realidades, o las evitamos, o las menospreciamos imprudentemente, o las agrandamos sin motivo hasta que nos asustan, o bien que las parcheamos con el auto-engaño de que tal vez con el mínimo esfuerzo sea suficiente y no haya que emplearse más a fondo y hasta el fondo. El miedo manda en muchos casos. Y es una mala compañía y un mal asesor. Hay decisiones que si no las tomas ahora las vas a tener que tomar más tarde, porque son inevitables, porque “algo” hay que hacer. La inacción, que es otro modo de hacer, es muy posiblemente el menos indicado. La inmensa mayoría de las cosas no se arreglan solas y si se tarda en resolverlas es muy posible que hayan ido a peor durante el tiempo del aplazamiento y aquello que se podía resolver con una cura básica ahora requiere una intervención de urgencia… y a vida o muerte. Y si es necesario operar, no trates de resolverlo poniendo una simple tirita. Hay cosas que pueden aliviar el dolor… pero no curar. Y hay cosas que requieren ser curadas inaplazablemente, con decisión, caiga quien caiga. Negar esto es un auto-engaño, es injusto e innecesario, es contraproducente y sólo logra aplazar una situación desagradable cuyas consecuencias –si no se resuelve- seguirán creciendo imparablemente. A veces hay que tener valor, firmeza, casi osadía, y evitar que tiemblen la mano y la mente al decidir. A veces hay que tomar decisiones caiga quien caiga. A veces habrá personas o intereses ajenos afectados por nuestras decisiones, pero a pesar de ello hay que tomarlas. No siempre se puede contentar en todo y a todos. Mirar por uno mismo y por los propios intereses –si es legal y no afecta malévola e intencionadamente a otros- puede ser un honesto acto de justicia. Tendremos que tomar decisiones a lo largo de la vida que se nos quedarán grandes, con las que creeremos no poder, que nos crearán cargos de conciencia y pondrán en duda nuestro propia capacidad y valía; otras nos martirizarán durante mucho tiempo y nos las cuestionaremos una y otra vez tratando de encontrar más pistas acerca de si lo hicimos bien o mal; nos arrepentiremos de otras y nos sentiremos felices y en paz al tomar algunas que serán de igual dureza. Nos acompañarán las dudas más de una vez y nuestra conciencia se creerá con derecho a intervenir y tal vez lo haga con más insistencia de la necesaria, pero a veces tendremos que obrar con consistencia, con dureza, y afrontar los hechos. Tomaremos muchas decisiones que hubiésemos preferido evitar tener que tomarlas. Pero lo haremos. Esa es la sugerencia de la vida. Conozco una frase que me consuela en esos momentos: “Había que hacerlo y lo hice”. No necesita aclaraciones. Y no es necesario –porque más bien es desacertado- esperar hasta el último momento, hasta que ya sea irremediable o se haya enrarecido tanto el asunto que sólo quede disponible la opción menos interesante. No hay que esperar a que sea más grave o a que ya no tenga una mejor solución. Vivir también es esto: tomar decisiones. Mirar por uno mismo. Defender los intereses propios. Preservarse. Ponerse a salvo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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DE VEZ EN CUANDO HAY QUE DECIR ¡BASTA YA! En mi opinión, soportamos inútil e innecesariamente muchas cosas que resolveríamos pronto si alcanzásemos la consciencia rotunda de lo perjudiciales que nos resultan y dijésemos con firmeza ¡BASTA YA! Hay demasiadas cosas –pequeñas o grandes- que nos las tragamos –y nos atragantamos- por no decirlas, por no decepcionar, por cumplir las expectativas que los otros tienen, por ser demasiado buenos o tontos, y que nos dejan una sensación de frustración, de rabia contra uno mismo, de decepción; son un golpe contra la autoestima que se añade a otras sensaciones de desilusión. Y, además, alimentan y engordan ese pensamiento -que no hemos dejado fructificar- de que en algún momento hay que plantarse, hay que poner la propia dignidad y el honor por delante, hay que echarle valor y dejar de callarse, hay que atreverse y decir ¡BASTA YA! Es evidente que la convivencia y la vida nos “obligan” a aceptar ciertas cosas sin oponernos, y que hay otras que no dependen de nosotros a las que no nos podemos oponer ni aunque lo deseemos. Hay que aceptarlo así. Pero hay muchas otras cosas que SÍ dependen de nosotros y en esas es en las que nos tenemos que centrar, para admitir sin tapujos ni autoengaños que la salida o la solución depende exclusivamente de nosotros. Y no sólo tenemos que enarbolar ese hartazgo frente a los otros, frente a las cosas desagradables que pretenden imponernos, sino que…¡Hasta a nosotros mismos tenemos que decirnos BASTA YA! Basta de conformismos en los que lo único que hacemos es agachar la cabeza y dejar que nos apaleen, basta de aplazamientos innecesarios ante situaciones que tenemos que afrontar, basta de sumisión, basta de decir SÍ cuando queremos decir NO -y sin sentimiento de culpabilidad-, basta de hipocresía, basta de sonrisas falsas, basta de morderse la lengua y callar mientras hierve la sangre y ese silencio se convierte en un veneno, basta de llorar por no atreverse, basta de un agotamiento psicológico contraproducente, basta ya de compromisos que no apetecen, basta de falsedades… Todos tenemos cosas que necesitan el grito de rebelión de !BASTA YA! así que dilo ahora mismo… !BASTA YA! Y conviene que hagas ahora lo que has decidido en un momento de ecuanimidad y con una gran dosis de Amor Propio, anteponiendo la evitación del sufrimiento por cualquier malestar que te vaya a resultar perjudicial, mirando por tu bienestar propio, luchando por conseguir una vida satisfactoria despoblada de intranquilidades e insatisfacciones. Tenemos a la vista algunas de esas cosas irritantes porque realmente nos molestan y somos muy conscientes de ellas, pero si uno se revisa, profundizando, con sinceridad, encontrará aún más cosas amordazadas y escondidas: son esas cosas que preferimos no ver porque nos causan vergüenza por seguir tolerándolas. Es un buen momento para poner a la vista propia todas aquellas cosas que requieren un ¡BASTA YA!... y empezar a permitir que la felicidad ocupe el sitio que ahora invade la infelicidad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LOS PEQUEÑOS GRANDES PASOS DIARIOS En mi opinión, las personas que comienzan un Proceso de Mejoramiento o Desarrollo Personal desde el sufrimiento y la desesperación, sin instrucciones precisas y arrastrando una retahíla de miedos, con inseguridades, del todo desconcertados y perdidos, con una voluntad ansiosa y agobiada por querer hacer cambios en su vida, pero con el lastre de la inexperiencia y el desconocimiento, suelen presentar un error importante en su planteamiento: quieren TODOS los cambios que necesitan y los quieren YA. Y eso no puede ser. “Un viaje de mil millas comienza con un paso”. Todos hemos escuchado una frase similar a esta y sabemos que es cierta, pero… en los momentos en que nos agobia el ansia de querer salir de la situación ingrata en la que estamos sólo pensamos en llegar al final urgentemente. También hemos oído que “la felicidad –o el éxito o el placer- no está en la meta sino en el camino”. Pero en esos momentos esto es más difícil de entender. El Proceso de Mejoramiento o Desarrollo Personal requiere que se den todos los pasos sin tratar de evitar ninguno, por doloroso o desagradable que sea –y habrá muchos de estos-, requiere que cada cosa que se aprenda sea sólida y que se dan pasos seguros para no tener que volver atrás para recomenzar el camino. Requiere que se le dé el tiempo que necesita. La prisa no es una buena aliada. A quien comience le aviso que no va a ser fácil pero tampoco imposible, que no siempre es agradable pero siempre es enriquecedor, que al principio hay más preguntas que respuestas, que habrá caídas y recaídas y hay que salir indemne de cada una de ellas, levantarse con un ánimo intacto, aprender lo que haya que aprender… y seguir. Los primeros pasos son lentos y el avance apenas es perceptible. No suele haber resultados espectaculares, descubrimientos asombrosos, ni uno se ve crecer a cada instante. Repito: hay que respetar los tiempos. La velocidad no es buena, sólo provoca accidentes. Todos y cada uno de los pequeños pasos que se dan son GRANDES PASOS. TODOS SON GRANDES. El más aparentemente insignificante tiene su valía. Interesa no permitir que la prisa y la desesperación impongan sus criterios. Es mejor que no haya una evaluación constante y desesperada de lo que se ha avanzado porque siempre va a parecer que es poco. A partir de que uno ya ha dado varios pasos todo empieza a acelerarse. Cuando uno aprende las primeras letras siempre va lento; cuando empieza a juntarlas para formar sílabas y las lee ya empieza a coger velocidad, a pesar de la torpeza todavía vigente –y de que no todas las sílabas son comprensibles por sí mismas y necesitan que se conozcan otras sílabas que parecen inconexas pero que adquieren sentido al juntarlas con otras-; cuando uno sabe leer bien, lee rápido y de corrido y, además, comprendiendo lo que lee. En el Proceso pasa lo mismo: lo importante es aprender cada día una letra, que es un pequeño paso, y a medida que ellas se vayan juntado se irá comprendiendo el sentido de cada palabra que formen y cuando se reúnan varias palabras y construyan una frase o muchas frases… uno comprenderá el sentido de haber comenzado con simples letras que por sí mismas parecían no aportar algo. En el camino del Mejoramiento Personal hay que dar todos los días un paso. Por lo menos un paso. Se requiere una disciplina que no se rinda jamás, una voluntad que sea un grito implacable que no se pueda acallar más que aplicando esa voluntad, un interés potente que no se rinda, unas ganas y una fuerza que se renueven a cada instante. Y se requiere Amor Propio, dignidad, y también reconocerse orgullosamente el mérito y el valor de cada paso, de cada descubrimiento, de cada acto de valentía que uno aplica cuando se da un pequeño gran paso, y que la propia Autoestima se dé por enterada de los logros. Esto último es MUY IMPORTANTE. Hay que reconocerse los méritos y apreciarlos y valorarlos y nada de restarle importancia. El camino ha de hacerse agarrado de la mano de la propia fe en uno mismo, y no soltarse nunca y menos que nunca cuando se atraviese un mal momento, un decaimiento, una sensación de pérdida o desesperación: es ahí, más que en otros momentos, cuando uno se necesita íntegro y con la mirada hacia adelante y nunca hacia atrás. El camino de los pequeños grandes pasos es un camino que te gustará más cuando no mires sólo los obstáculos, y mires a los lados y al cielo para ver las maravillas que también te acompañarán. No te desanimes nunca, no decaigas jamás. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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NO SOY TAN BUENO COMO PAREZCO En mi opinión, es muy probable que todas las personas tengamos en algún momento de nuestra vida –o en muchos momentos- un pensamiento similar al del título de este artículo y que sintamos un escalofrío al darnos cuenta de ello y reconocerlo. Vivir esta experiencia es un momento traumático. Generalmente mostramos nuestra mejor cara y escondemos todo aquello que pueda afectar a la buena imagen. Para lograrlo, el ego se empeña en mostrar a toda costa la mejor cara de uno mismo, un modelo ideal que no siempre muestra la realidad que uno oculta a los otros por miedo a ser juzgado, a los reproches, a la exclusión, a que le bajen abruptamente del pedestal en el que uno se ha instalado. Uno lleva años escuchándose lamentos -que se quedan en la ineficacia de ser sólo lamentos- en los que los reproches se suceden uno tras otro. Además, uno se ha vuelto cruelmente auto-crítico y no se le escapa ni una y no perdona ni una. Uno se ha convertido en un atento cazador que se descubre casi todas las artimañas que usa para mostrar una cara maquillada de bondad mientras tiene un corazón con una oscura trastienda. Uno se queja, eso sí, pero no pasa de la queja y espera el milagro imposible de despertarse una mañana y encontrar que la honestidad y la dignidad han tomado cartas en el asunto y se ha propuesto firme y definitivamente cambiar todo aquello que necesita ser cambiado. La realidad es que en esa imagen falsificada que uno presenta a los otros todos los días, hay una parte –mayor o menor- que no es cierta, es una parte que a pesar de ello uno quiere creerse porque le interesa, y colabora propagando ese auto-engaño porque no acepta toda la verdad. Uno no acepta las partes que se alejan de ese yo ideal que tiene en la cabeza y para ser aprobado por los demás, en muchas ocasiones uno se muestra de un modo que realmente no es, y muestra sus mejores aspectos para ser aceptado. Así que si uno es absolutamente sincero no tiene más remedio que reconocer que no es tan bueno como parece, que tiene secretos de su personalidad que no quiere que salgan a la luz, no es tan brillante ni tan bien humorado ni tan sincero ni tan afectuoso ni tan inmaculado. Reconocer esta realidad es un primer paso imprescindible para cualquier persona que tenga un interés sincero en ir mejorando cada día, en ir haciendo realidad ese proyecto de sí mismo que le llevaría a la paz y la satisfacción personal. No eres tan bueno como pareces, pero puedes llegar a serlo esforzándote para acercarte -o llegar- a esa persona que te gustaría ser porque satisfaría tus expectativas. Tú tienes –igual que todos- tus secretos, esos fallos que ocultas, los defectos que disimulas, ese carácter que reprimes, esa pequeña maldad encubierta, todos los asuntos confidenciales que ocultas, esas facetas que niegas y de las que reniegas. Eres –igual que todos- humano. Ser así hoy no nos condena a ser así para siempre. Y esta posibilidad es maravillosa. Propone la oportunidad de afrontar la realidad y corregir los asuntos que no sean de nuestra satisfacción. Es el modo de llegar, a no sólo parecer sino a ser bueno. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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¡QUÉ DIFÍCIL ES SER SINCERO! En mi opinión, ser sincero es una de la actitudes más difíciles de mantener, de respetarla siempre, de manejarla bien, porque estamos acostumbrados a querer escuchar sólo lo que nos interesa escuchar y, por otra parte, usamos la “diplomacia” con tanta asiduidad y tan profusamente que cuando llegar el momento de decir o de recibir una verdad ingrata no sabemos hacerlo bien. Desde hace unos meses mantengo conversaciones escritas diarias con una chica noruega de 19 años. Desde que comenzamos siempre ha sido muy directa a la hora de decir las cosas, sin tapujos ni rodeos, sin recurrir a las mentiras piadosas ni preocuparse por quedar bien. No acepta las medias verdades ni acepta que se maquillen las cosas poco agradables que haya que decir. Debido a su tipo de educación actúa de ese modo y le es del todo natural. Sigo pensando que hay que ser sinceros al actuar y al decir, pero hay formas y formas de decir las cosas; todo se puede decir pero se ha de tener cuidado a la hora de hablar con sinceridad, porque a la verdad no hay que maquillarla, ni restarle ni añadirle, ni usar medias tintas, ni permitir que se confundan las cosas y acaben interpretándose mal. “Al pan, pan y al vino, vino”. Así dice en el refranero español. Hay que llamar a las cosas por su nombre, se dice. Pero… a veces, para no herir, o porque da apuro decir la verdad, la sinceridad se ve sustituida por la hipocresía social. No siempre queremos la verdad: preferimos escuchar lo que nos apetece escuchar. Cuando cierta persona te pregunta “¿qué tal me queda el vestido nuevo que me he comprado?” ya te da la respuesta implícita en la pregunta: la respuesta es “bien”, aunque admite de mejor grado un “muy bien”. “¿Te gusta entonces?” y no te queda más remedio que insistir en mentir y decir “sí, mucho”. Otras personas, muy escasas, sí prefieren la verdad, pero son minoría. No estamos preparados para ser sinceros en todas las ocasiones y aún menos preparados para recibir -sin sentirnos mal- la sinceridad de los otros. Las relaciones que se basan en la absoluta sinceridad, porque ésta se convierte en la base sólida sobre la que la relación se mantiene, son las más profundas, las más auténticas. Es muy difícil y muy duro ser siempre sincero. Todavía hay que tener cuidado con lo que se dice, porque se puede acabar volviendo contra uno mismo. “Sólo los niños y los borrachos dicen la verdad”, y se les “perdona” porque son niños –y no tienen conciencia de lo peligroso que es decir siempre la verdad- o porque están borrachos –y no tienen conciencia de que hay que mantener la falsedad y la innoble doblez activas en ciertos momentos-. ¿Qué estoy dispuesto a hacer/arriesgar/perder/sufrir por ser sincero? ¿Compensa más ser un poco impostor “por el bien de las relaciones”? ¿Es éticamente lícito entrar en el juego de las “mentiras piadosas”? Cuando uno es totalmente sincero… ¿lo es sólo por mantenerse fiel a sus principios o porque cree que su opinión real puede beneficiar al otro? (Porque si la intención claramente es perjudicar al otro entonces no se llama sinceridad) Conviene recordar que el hecho de ser sincero al decir algo no quiere decir que ese algo sea la verdad o esté acertado. Las opiniones no son afirmaciones indiscutibles, sino el sentir o la estimación propios. Ser sincero es una decisión arriesgada, porque cuando uno es sincero, cuando no finge, se arriesga a conseguir alguna enemistad, alguna incomprensión de quien no entra en su proceder veraz. Uno tiene que entenderse bien con sus principios y saber que salirse alguna vez de ellos con permiso propio, porque la circunstancia lo respalda, no es ser infiel, no es ser indigno. Uno puede seguir siendo sincero aún cuando haga una excepción que sea justificada. Este es un asunto que requiere atención y una decisión propia. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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NI NUNCA NI SIEMPRE, NI TODO NI NADA En mi opinión, el uso de estas palabras tan tajantes, tan cerradas y que no permiten modificaciones, ni siquiera la opción de una consideración o discusión -porque rayan el fanatismo-, nos perjudican grande y gravemente. Y, de algún modo, también acaban perjudicando a otros. Otras palabras similares, en las que sólo existe el extremo blanco y el extremo negro y no admiten la posibilidad de uno cualquiera de los múltiples grises que existen, también dificultan la vida. Aferrarse a un NUNCA es cerrar la posibilidad a que en alguna ocasión haya una excepción, o impide revisarlo y actualizarlo si es necesario, y no posibilita verlo de otro modo o desde otro punto de vista. Cuando uno se encastilla obtusamente en una posición, se pierde la posibilidad de dejar que “algo” evolucione, o que “algo” se dé cuenta de su posible inutilidad por la intransigencia. Aferrarse a un SIEMPRE no deja opciones a la negociación, al cambio, a la evolución, sino que encierra a uno en una celda de la que no sale para ver otras luces y otros paisajes. No deja la posibilidad de una excepción, de un tal vez, de un quizás, le deja a uno inmovilizado... y la vida requiere una continua actualización. Aferrarse a un TODO elimina la opción de lo agradable que puede ser a veces conformarse con un CASI TODO. Llegar a esa cerrazón extremista de un “todo o nada” puede ser excesivo. Aferrarse a un NADA deja sin las posibilidades que aporta un ALGO. La intolerancia a salirse de las posiciones extremas, esas que eliminan cualquier posibilidad de entendimiento o la conformidad con algo menos que la totalidad, tiene más posibilidades de ser perjudicial que de ser beneficioso. Y no es que siempre haya que cambiar esas palabras –que en realidad son actitudes más que palabras- porque hay algunas en las que uno puede y debe ser irreducible, firme, por dignidad y por respeto a sus principios y su ética o su moral, pero no hay que ser categórico y aplicarlo en todos los casos. Lo que estropea las relaciones, y el propio bienestar en muchas ocasiones, es la cerrazón obstinada en un extremo del que uno no se quiere apear, a veces sin una razón justificada. Me parece que es beneficioso ser más abierto y estar más receptivo, y revisar los extremos por si admiten un poco de holgura, un poco de comprensión y adecuación a las circunstancias, y dejar de acatar las limitaciones que ser y pensar y actuar así nos imponen. No todo depende siempre de nosotros y esto hay que tenerlo claro. Está bien reflexionar en cada caso o circunstancia. Está bien vivir la vida con un cierto relajamiento en el que uno pueda escapar de sus propias normas –sobre todo cuando éstas son innecesariamente intransigentes- y está bien darse permiso para quebrantar las propias leyes cuando así se desee. Y tal vez no esté bien ser esclavo de la propia palabra, ni la rigurosidad intransigente, ni obstinarse en algo que no requiere ni merece tal obstinación. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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EL PELIGRO DE LOS MIEDOS En mi opinión, es muy cierto ese dicho de que “sólo hay que tener miedo a tener miedo”. Y es cierto. Los miedos, de cualquier índole e intensidad, son peligrosos, dramáticos, traumáticos, paralizantes, minan la Autoestima, crean inquietud y temor… resumiendo: no hacen aportaciones positivas, somos sus víctimas sufrientes, y, sin embargo, en general hacemos poco por escapar de ellos. Los aceptamos y asumimos como inevitables, y nos equivocamos al hacerlo así. Cuando una persona está sintiendo miedo su razón deja de funcionar del modo sensato y adecuado, porque se encuentra en una situación generalmente desconocida e inquietante, muy incómoda, y con la ecuanimidad cegada y confusa como para poder actuar del modo requerido y necesario en ese momento. Nuestra mente -en este caso enemiga innecesaria- tiene tendencia a magnificar lo que nos está produciendo ese miedo, sea el que sea. Nos hace verlo exageradamente trágico o dramático. Nos obnubila la capacidad de medir del modo correcto. Nos ciega las salidas, las soluciones, la verdadera realidad, y nos hace instalarnos en una situación o un sentimiento de inferioridad, como hormigas indefensas a punto de ser aplastadas por la pisada inevitable de un elefante. Ante una vivencia de miedo, lo conveniente es –y ya sé que esto es complicado de llevar a la práctica, pero no imposible- salirse del miedo. Lo adecuado es verlo como algo ajeno a nosotros, algo que le está sucediendo a otra persona, algo que no nos afecta directamente porque no estamos involucrados en ello. Y se puede conseguir. Es cuestión de tomar el control de los sentimientos y de las emociones, de preservarse de los efectos del miedo, de no dejarse arrastrar a ese camino por el que nos lleva en el que a cada paso todo es más oscuro, y cada paso nos aleja más de la salida. En esa situación lo mejor es salirse del miedo, serenarse, y hacerse una pregunta: ¿Qué es lo peor que me puede pasar con esto? Y se deben llevar las respuestas hasta el extremo, hasta lo que aparente ser la máxima gravedad, pero… sin salirse de la realidad. “Lo peor” no es, nunca, que uno se vaya a morir, o que se acabe la Humanidad, o que el mundo salte en pedazos. “Lo peor”, de verdad, tiene la décima parte de gravedad de la que nuestra mente pesimista es capaz de adjudicarle. “Lo peor”, está relacionado casi siempre con cosas a las que atribuimos una gravedad o una importancia que no coincide con la realidad, y que si somos capaces de ver y valorar en su justa medida se pueden llegar a desmoronar ante nuestros ojos. “Lo peor”, casi siempre es algo que tiene remedio o que, despojado del poder de atemorizar que le hemos otorgado, se queda en un asunto por el que hay que pasar o que hay que resolver. Y nada más. Ya sabemos que la vida es una sucesión de experiencias, unas reconfortantes y otras desagradables, por las que tenemos que atravesar. Y conviene hacerlo del modo en que menos nos afecten, y hacerlo de este modo es un acto de auto-respeto, de sensata preservación, y de amoroso cuidado. ¿Qué es lo peor que me puede pasar?, hay que preguntarse y responderse. Y uno se da cuenta de que puede con ello si lo mira frente a frente, no desde la inferioridad y el pavor que aporta el miedo; si es capaz de verlo con la imparcialidad que permitiría entenderlo como una situación temporal, como un asunto con remedio, como una experiencia de la que salir fortalecido, como otra cosa más de la vida –que nunca está exenta de asuntos incómodos-, como un conflicto que no es tan grave como pretende aparentar. Miedo: Algo intangible, inexplicable, irrazonable, que no tiene entidad… un asunto mental. Una construcción mental de una mente condicionada. No es como estar encerrado en una jaula con un león hambriento, que eso sí puede dar miedo. Es sólo una idea, una conjetura, es algo a lo que le otorgamos un poder superior, la capacidad de apesadumbrarnos y abatirnos mientras que nos quedamos quietos, inamovibles, petrificados, sólo pendientes de sufrir su efecto devastador. ¡Y cómo puede ser que a una cosa así le demos el poderío que le damos! ¿Qué es lo peor que me puede pasar? Y nada de lo que pueda pasar es tan irremediable, tan gravísimo, tan destructivo, como para elegir la opción de quedarnos achicados sin salir a su encuentro para desbaratarlo. ¿Cómo puede ser que algo que no ha sucedido, que es simplemente una suposición, pueda contigo? La solución es teóricamente sencilla: tomar el gobierno de la propia vida. Decidir con firmeza, enfrentarse, aceptar el reto, desmenuzarlo para demostrarle y demostrarse que es un enemigo etéreo, despojarle del poder rebajándolo de la categoría de enemigo invencible a su sitio adecuado: que es un asunto que hay que resolver y se va a hacer lo necesario para resolverlo. Cualquier esfuerzo es una buena inversión para poder escapar de su dictadura inaceptable, y para desterrar esa sensación que provoca, pesarosa y agobiante que pesa como un mundo, y que inmoviliza a su potestad con las más férreas cadenas. No hay que tener miedo. Que las cosas o situaciones desagradables o desconocidas provoquen inquietud es razonable, que nos gustaría no tener que pasar por ellas es comprensible, que preferiríamos que no existieran es cierto, pero si se presentan, si suceden, no hay mejor remedio que mirarlas a la cara, sonreírlas con descaro, despojarlas de su aureola agresiva, y hablarles de tú a tú. Perderán la fuerza de golpe. (Además, recuerda esas situaciones de miedo por las que has atravesado y comprueba cómo con el paso del tiempo han perdido todo el poder que en su momento les otorgamos) Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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EL AUTO-RESPETO ES IMPRESCINDIBLE En mi opinión, hay algo que debe permanecer intacto durante todos los conflictos personales y que debe estar por encima y al margen de cualquier malestar o rabieta: el AUTO-RESPETO. A lo largo de nuestra vida nos encontraremos en situaciones en las viviremos el arrepentimiento y la rabia por cosas que hicimos o que no hicimos, o por decisiones o actitudes que demostraron no ser las adecuadas, y también sentiremos enfados por asuntos que nos vendrán de fuera, y eso hará que nos sintamos encolerizados y decepcionados con nosotros mismos y muy dolidos. A pesar de que nos encontremos con motivos suficientes como para estar muy disgustados con nosotros, la forma de tratarnos SIEMPRE ha de ser con AUTO-RESPETO. Es conveniente que cada uno esté SIEMPRE de su propio lado, pase lo que pase, haga lo que haga, y que uno no acabe convirtiéndose en su propio fiscal acusador, ni en su juez injusto, ni en su verdugo. Cuando uno tiene motivos de desencuentro, de quejas, o tiene remordimientos, lo que conviene hacer es comprenderse, aceptarse, perdonarse… estando SIEMPRE a favor de uno mismo y no en contra. Cuando uno está atravesando una de esas desagradables situaciones es cuando más necesidad tiene de apoyo, así que no es necesario machacarse más con quejas y reproches. En realidad uno siempre busca su propia aprobación para todo lo que hace, y en muchas ocasiones una excesiva e injustificada rigurosidad demasiado exigente hace que no acepte los errores propios como debería ser: con serenidad, con comprensión, con amor y un acogimiento incondicional. Esta falta de AUTO-RESPETO no se limita solamente a la relación con uno mismo en el sentido de reñirse. También se produce cuando uno tiene –y no la equilibra- una baja autoestima, un auto-concepto pobre y negativo, cuando uno no cuida su cuerpo y su alimentación, cuando uno es colérico y expone su furia a los otros –porque cuando no respeta a los otros no se respeta a sí mismo-, cuando no se permite manifestar su amor, o no respeta sus principios, sus filosofías propias, su escala de valores, su propósito de vida. Respetarse es venerar lo que uno es y lo que uno quiere representar. Respetarse es fomentar continuamente la honestidad y la dignidad. Respetarse es ocuparse a diario de su Mejoramiento Personal. Uno ha de tener un Plan de Vida, cuidadosa y selectamente diseñado, y ha de incluir en él todo aquello que considere apropiado para su bien. Una vez hecho, ha de darle prioridad y preponderancia, convirtiéndolo en su ético propósito. El objetivo o el sentido de la vida no es solamente ocupar del modo más agradable el tiempo de estancia en el mundo, sino que tiene relación con convertirse uno mismo en el Centro de su Universo Personal, con desarrollar y mejorar las capacidades innatas, y con cumplir el mandato del Creador –o de la especie- de llegar a ser lo mejor que uno puede ser. Y uno no puede mostrar su mejor versión si no se respeta a sí mismo y a lo que haya convertido en sus principios esenciales. AUTO-RESPETO. Imprescindible. Siempre. ¿Lo vas a hacer? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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SIN INTERÉS REAL NO HAY RESULTADOS REALES En mi opinión, el proceso de Mejoramiento Personal se puede encarar de mil modos distintos, o de tantos modos como personas hay en el mundo, pero para que sea efectivo hay unos requisitos que son imprescindibles para que llegue a buen término. 1º INTERÉS Es evidente que sin interés no se emprende nada, ni se continúa, ni se llega hasta el final, así que mientras no exista firmemente arraigada en el convencimiento la idea de querer mejorar, cueste lo que cueste, enfrentándose a lo que haga falta, no prosperará ningún propósito. Y el interés siempre está justificado: cualquier beneficio que produzca el esfuerzo repercutirá en uno mismo. Merece la pena. 2º DARSE CUENTA La atención es imprescindible para darse cuenta y si uno no se da cuenta no se emprende ningún Mejoramiento. Mientras uno vive despreocupado o medio contento no se plantea la necesidad de hacer algún esfuerzo porque ha encontrado en ese estado su zona de confort. Aunque ya sabes que no todas las zonas de confort son confortables. Ni siquiera son recomendables. Observar es el requisito fundamental para darse cuenta. 3º SINCERIDAD. La sinceridad es otro requisito necesario, imprescindible, porque sin ella uno puede incurrir en auto-engaños. Una vez que uno se ha dado cuenta de alguna cosa personal –casi siempre desagradable y no bienvenida-, tiene que hacer algo para corregirlo o eliminarlo. Escondiéndolo o negándolo no lo soluciona. Aplazándolo, tampoco. Es el momento de afrontarlo y resolverlo. 4º DEDICACIÓN Y VOLUNTAD La dedicación, la atención esmerada, la predisposición a encontrar o a dejarse encontrar, son necesarias para conseguir los descubrimientos personales, que luego no han de quedarse solamente en el descubrimiento. Entonces hay que poner en marcha la voluntad –esa facultad de decidir y mandar en la propia conducta- y tomar las riendas de la propia vida con firmeza para hacer lo que uno quiere hacer porque ha decidido hacerlo. Las buenas intenciones y los proyectos, si sólo se quedan en eso, no tienen utilidad. Es necesario hacerlos realidad. 5º DECISIONES Todas las predisposiciones personales que has leído te permitirán hacer los descubrimientos. Ahora es cuando puedes darle aplicación útil, en cuanto tomes las decisiones, que son el camino por el que caminar. Al tomar una decisión tienes que descartar las demás. Esto es así y hay que aceptarlo así. La recomendación habitual es que cuando tomes una decisión te centres en ella y olvides todas las demás. A mí me parece que es conveniente seguir la decisión tomada… pero de vez en cuando mirar otras opciones por si pueden aportar algo más o algo mejor. No encerrarse obsesivamente en una y descartar otras que pudieran ser mejores en otro momento. Es bueno reservarse el derecho a cambiar de opinión cuando se compruebe que hay otra cosa mejor. Las obsesiones y los fanatismos no siempre son adecuados. Revisa lo que haces y cómo lo haces. Revisa tu vida. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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A DIOS ROGANDO… y con el mazo dando. (Este artículo es sólo para personas que tienen fe en Dios. El resto de personas se pueden evitar leerlo). En mi opinión, tiene razón este refrán español que se refiere a que cuando deseamos algo está bien encomendarse a Dios, a la Providencia, y está bien pedirles, pero haciendo a la vez todo lo que esté en nuestras manos por lograr lo que pretendemos. En muchas ocasiones Dios no concede las cosas que se le piden. Puede que no sea bueno para nosotros que nos concedan eso que pedimos. Pero también puede ser que los miedos, y a veces la pereza, no nos dejen escuchar Su respuesta: “Eso puedes resolverlo tú”. La pereza, la comodidad, o la falta de Autoestima y confianza en uno mismo, son los promotores de que muchas cosas que tenemos que resolver nosotros se las pidamos a Dios. Tal vez es mejor que seamos nosotros los primeros en tomarnos más en serio nuestra capacidad –y nuestra responsabilidad- de resolver nuestros asuntos, o en aprender a solucionarlos y en esforzarnos por resolverlos. Si no lo conseguimos, subamos un escalón: recurramos al pre-Dios que somos y hagámoslo desde la fuerza esencial, y con una firmeza y capacidad superior a la que usamos habitualmente: desde esa sensación de poder que nos pertenece –opuesta a la habitual inseguridad y pequeñez-, desde esa fe que puede mover montañas, no viendo los asuntos a resolver como problemas irresolubles y opresivos, y recurriendo a la capacidad que se encuentra agazapada detrás de los miedos. Dios es la última instancia. Antes de llegar hasta Él es mejor probar primero todas las opciones posibles –y algunas de las imposibles- y no molestar innecesariamente. Es la forma de quitarle a Dios la sensación de chico de los recados, chico para todo, y dejarle que Se dedique a otros asuntos. Quienes tienen hijos les educan en la Autosuficiencia. Les enseñan a resolver sus asuntos por sí mismos –o así debieran hacerlo-. Por la misma razón, Dios debería dejar que cada uno aprenda a resolver sus asuntos, en vez de ser un Padre que maleduca a sus hijos, resolviéndoselo todo. Por eso propongo dejar lo de rogar a Dios para los casos auténticamente desesperados, para aquellos que han llegado ya a un extremo que resultan humanamente imposibles de arreglar. Y, además, ser muy selectivo y razonable con las cosas que se piden. Por mucha fe que uno tenga –que es elemento indispensable para que pueda resultar efectiva la petición-, no se Le debe pedir –porque no lo puede conceder- que salga premiado con el primer premio el número de lotería que uno ha comprado –porque hay 80.000 números distintos y todos han pedido lo mismo y todos no pueden ser premiados-. Es imposible satisfacer a todos. Final de los Campeonatos Mundiales de Fútbol. Hay dos equipos sobre el césped y miles de personas piden a gritos que gane el equipo A, mientras otros tantos de miles piden que gane el equipo B. Y ninguno se conforma con el empate, así que a Dios le resulta imposible satisfacer a todos. No pidas lo imposible. Al rogar se dice “Dios mío”, pero… ¿Uno se refiere al Dios que ha decidido adoptar o aceptar de todos los que ofrece el mercado de las religiones –o que le han obligado a “heredar” los padres porque ellos lo han decidido así-, o se refiere al Dios que está integrado en Uno, de modo que sienta que Él y Uno inseparables? Es algo de lo que tenemos que tomar conciencia, así como también hay que hacerlo al orar. Cuando uno ora… ¿Quién escucha esa oración? Sólo quien reza escucha lo que ora. Cuando uno pide… ¿Quién escucha lo que pide? Sólo quien pide escucha lo que pide. Podemos deducir de lo escrito que Uno es Dios en primera instancia –ese Pre-Dios al que hice referencia-, y Uno es quien ha de resolver las inquietudes espirituales, los problemas personales, y las peticiones de la índole que sean, dejando para Dios lo que realmente tenga como única solución el milagro. Sabemos, porque todos lo hemos podido comprobar en más de una ocasión, que tenemos más capacidades de las que nos imaginamos, que tenemos más fuerza y más facultades para resistir adversidades de lo que suponemos, que somos más listos de lo que nos creemos, y que tenemos más energía de la que habitualmente mostramos. Es la fe, en nosotros mismos, lo que nos falta y nos falla. Propongo esforzarnos en resolver por nuestra cuenta antes que rendirnos a la comodidad de pedir, y responsabilizarnos del resultado de nuestras acciones –y premiarnos justamente cuando consigamos algo positivo- en vez de culpabilizar al destino de las cosas menos agradables. Propongo pedirnos las cosas a nosotros directamente, en vez de pedir a Dios, y si no se realizan –que en la mayoría de los casos no se realizan si no es con nuestra colaboración directa-, aceptar con tranquilidad el resultado –si realmente hemos hecho todo lo posible-, en vez de consolarnos con razones del tipo de “será que Dios tiene otras cosas más importante que hacer y por eso no ha podido atender mi petición”. Pedírselo todo a Dios, por tanto, es una forma de des-responsabilizarnos del encargo que nos hizo al entregarnos la vida: que teníamos que hacer de ella algo de lo que nos sintiéramos orgullosos –y que Él también se sintiera orgulloso y satisfecho-, y que devolviéramos la vida a Dios, cuando llegue el momento, con la satisfacción impagable del deber cumplido. Habría que acostumbrarse a preguntarse: ¿es este un asunto que me corresponde resolver a mí? Es que en muchas ocasiones algunos asuntos importantes se quedan sin resolver porque uno no lo hace y cuando se le pide a Dios Él tampoco lo hace… P.D.- Ten esto muy presente: en el mundo esotérico se dice “mucho cuidado con lo que pides, no vaya a ser que se te conceda”. Cuidado con lo que deseas. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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RECONSTRUIRSE: UNA HERMOSA TAREA En mi opinión, quienes estamos en un Proceso de Mejoramiento Personal, quienes estamos pendientes y atentos para hacer de nosotros unas buenas personas, tenemos que tener mucho cuidado y comprobar qué es lo que hacemos realmente y, además, si estamos haciendo bien lo que queremos hacer. Quienes estamos metidos en esto sabemos que nos construyeron enseñándonos y educándonos más o menos “como pudieron” y que intervinieron muchos en ello para, al final, no hacer una muy buena construcción y que a medida que vamos dando pasos nos damos cuenta de que hay cosas nuestras que requieren de una revisión, una buena reparación, o mejor aún…una completa reconstrucción. A veces lo que hacemos es pulir alguna de las imperfecciones que hemos descubierto y mejorar algunas de las cosas que necesitan esa mejoría, pero… ¿sabemos en quién estamos haciendo esa mejora? y ésta no es una pregunta extraña. Decimos “yo” y no tenemos claro de quién estamos hablando. A estas alturas ya sabemos que nos componen diferentes yoes -así lo entendemos mejor- y que somos diferentes personajes a lo largo de cada día –por eso de que nos comportamos o actuamos de diferente modo en función de con quién estemos o de qué papel estemos representando en cada momento-. También sabemos que hemos incorporado una cantidad importante de modelos que nos han inculcado o que hemos copiado, y que en muchas ocasiones vivimos sin ser nosotros mismos. Somos los personajes, o somos esos modelo que nos han inculcado, o somos el Yo Idea o el Yo Ideal... y el error que podemos cometer, si no estamos muy atentos, es que esas “modificaciones" o “mejoramientos” los hagamos sobre quienes no somos, sobre quien no es el auténtico Ser. Si la mejoría es sobre un personaje, estará bien para cuando nos relacionemos con otros desde ese personaje, pero el personaje no somos nosotros. Cuando corregimos lo hacemos sobre uno de los modelos que nos han impuesto, porque ya no nos gusta y queremos modificarlo, si no somos absolutamente conscientes de lo que estamos haciendo es posible que lo que hagamos sea cambiar un modelo por otro modelo mejorado, pero que tampoco somos nosotros. Si lo que cambiamos es el Yo Ideal para que sea más Ideal todavía, más atractivo y más perfecto para los otros, y más fácil de ser aceptado por ellos, eso no nos va a mejorar a nosotros. Yo no soy ninguno de los que he relacionado. Soy el Yo Observador que se da cuenta de lo que hacen y de cómo actúan los personajes, los modelos, los diferentes yoes…o como queramos llamar a esas partes que actúan – inconscientemente en muchas ocasiones- al margen de quienes somos realmente. Yo soy el observador atento y objetivo que se da cuenta de todo eso y el que puede decidir con ecuanimidad acerca de sus propias reflexiones. Yo soy el que dirige la mente y las decisiones, en el sentido sensato que yo mismo decido por libre voluntad y siendo consciente en todo momento de ese proceso de libre decisión. Yo soy Yo cuando actúo conscientemente. Cuando decido mi propio plan de vida saliéndome del que me impusieron los otros. Cuando dejo de actuar de un modo irreflexivo o dominado por un inconsciente que no conozco. Yo soy Yo cuando tomo la responsabilidad y el mando en mi vida, cuando decido e impongo, cuando elijo unas cosas y descarto otras. Ese soy Yo. Así he de ser. Así quiero ser. Deshacerse de lo que no nos gusta y de lo que no somos, es una hermosa tarea. Reconstruirse, es una hermosa tarea. Y el resultado es lograr ser quien uno es realmente. Para quien ya se ha dado por vencido, para quien cree que ya no tiene remedio su vida y que no puede modificar su presente o su futuro, embarcarse en la magnífica tarea de la reconstrucción personal conlleva la alegría inesperada e insospechada de modificar su situación actual para mejorarla. Y mejorarse. Cualquier esfuerzo que requiera la tarea será largamente recompensado. Tal vez reconstruirte sea tu mejor decisión. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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NO TE ENFADES CUANDO PRETENDAN ENFADARTE En mi opinión, no reaccionamos del mejor modo cuando alguien pretende enfadarnos mediante un insulto, un desplante, un menosprecio, o cualquiera de esas cosas con las que otro puede herir A NUESTRO EGO, y en lugar de hacer caso a ese sabio consejo de no tomarse las cosas como algo personal, estallamos y nos alteramos violentamente y respondemos con otra ofensa superior o, en algunos casos, con violencia física. Cuando otro pretende enfadarnos queda clara su intención agresiva, y es muy posible que aplique toda su mala intención para hacernos daño; es casi seguro que inventará algo que sabe o sospecha que nos va a molestar, y también es posible que no esté seguro de lo que afirma y que solamente lo diga con el objetivo claro de hacernos daño. Y si tenemos claro que con su provocación quiere enfadarnos y nos enfadamos… estamos colaborando con él para que consiga su objetivo. ¡Y esto es absurdo! Cuando nos dicen algo que parece un insulto, en contra del impulso reactivo que nos incita al ataque, puede ser más productivo contar hasta diez, o hasta cien, reflexionar con objetividad, comprender la intención del otro, y hasta analizar exactamente lo que nos ha dicho. Pondré un ejemplo suavecito. “Eres un sinvergüenza”, nos han dicho. Si uno se conoce a sí mismo y sabe con seguridad que no es un sinvergüenza, no debería sentirse afectado. Está claro que el otro no nos conoce y se ha equivocado con lo que nos dice. Además, también queda clara su intención de perjudicar lo cual desautoriza cualquier cosas que diga. Si es mentira… ¿para qué enojarse por algo que no es cierto? Si es verdad, pues es verdad y no hay que enfadarse porque alguien diga algo que es verdad. El colmo de lo bien hecho –aunque resulta poco menos que imposible dada la situación desagradable que se crea al escuchar algo que se nos dice con intención ofensiva- es no contestar desde el ego orgulloso que se siente herido, sino desde el Ser Humano, para hacerle saber que “lo que has dicho acerca de mí no es cierto. No me conoces bien y eso que has dicho es un juicio desacertado sobre mí y no tienes razón. Se nota tu agresividad y tu mala intención, pero como no tiene valor para mí lo que me has dicho no lo tendré en cuenta y no me va a afectar. No tiene nada que ver conmigo”. Sí, lo sé, es ciencia ficción pura. Cuando uno se siente insultado la sangre se sube a la cabeza y se produce una ofuscación que no deja lugar a la cordura ni a la reflexión serena. La reacción inmediata es contestar en un tono más elevado o incluso la agresión física, pero hay que evitar las reacciones siempre que se pueda. La reacción es una respuesta programada para cada acción; no siempre es adecuado reaccionar y es mejor tomar una decisión reflexiva y actuar de acuerdo con ella. Es inconsciente y automática y se supone que somos dueños de nuestros actos, así que es mejor aplicar la respuesta adecuada a cada caso y no la misma respuesta en forma de reacción sin control. Repito: si tenemos claro que con su provocación quiere enfadarnos y nos enfadamos… estamos colaborando con él para que consiga su objetivo. ¡Y esto es absurdo! Después de leer lo anterior será bueno que decidas entre seguir como hasta ahora –si crees que es lo adecuado- o si te parece conveniente revisar qué es lo que vas a hacer la próxima vez que te sientas agredido. Esta es una decisión tuya personal. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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¿QUIERES SER TÚ O SER UN YO IDEAL? En mi opinión, este artículo también podría titularse perfectamente “El gigante con pies de barro”, porque eso mismo es lo que uno pretende construir cuando se propone hacer un cambio absoluto y ser perfecto en todo y especial y maravilloso sin haber reflexionado lo suficiente. Cuando uno no se encuentra a gusto con cómo está siendo, y toma otros modelos “ideales” como referencia para aplicárselos a sí mismo, o piensa en lo maravilloso que sería si fuese como fulano, está intentando hacer algo que le va a llevar directamente al fracaso. Esa proyección excelente de uno mismo es lo que se llama YO IDEAL, que es lo que nos gustaría ser, y se desarrolla tanto para satisfacerse a uno mismo como para satisfacer a los otros. Es la suma de las mejores aspiraciones, los poderosos deseos, la suprema idealización, la absoluta perfección…o sea, lo que se supone que hace a una persona perfecta o feliz. Un proyecto de YO IDEAL bien entendido, y bien llevado, puede ser estimulante porque se puede convertir en un objetivo por el que esforzarse. En una referencia. Una aspiración. Pero sólo si es bien entendido y bien llevado. El YO REAL es el que verdaderamente somos, pero muchas veces lo confundimos con el que creemos ser o con el que estamos siendo –y lo hacemos convencidos de que somos nosotros mismos-. Y es necesario averiguar la diferencia. La distancia entre uno y otro marca el sentimiento de inseguridad. Mientras más distancia hay entre ambos, mayor es la inseguridad y peor el auto-concepto. Uno se da cuenta de lo que está siendo y donde está y lo compara con lo que cree que le haría estar bien o ser feliz… y raramente eso le anima porque habitualmente eso le frustra. La excesiva auto-exigencia puede ser destructiva. Pedirse más de lo que uno puede dar, lo mismo estimula que hunde. Aspirar a lo que es posible con esfuerzo, es positivo. Aspirar a lo imposible, será motivo de una frustración innecesaria que se podría haber evitado simplemente siendo objetivo, siendo consciente de las propias limitaciones y aceptando ese límite. Los proyectos en la creación de ese YO IDEAL han de ser realistas, acomodados a las posibilidades reales, ya que si se hacen proyectos imposibles eso creará una sensación de fracaso. El YO IDEAL es un modelo y si uno toma para sí ese modelo y se convierte en él, lo que estará haciendo es cambiar su modelo actual por otro modelo pero seguirá sin ser él mismo. Ese nuevo modelo también tendrá carencias que serán motivo de insatisfacción una vez pasada la euforia inicial. Previo al cambio, hay que sanar el YO REAL para conseguir que sobre lo que se construya no sea un barrizal o sean arenas movedizas sobre las que cualquier cosa que se ponga acabará cayéndose. Lo adecuado es tomar conciencia de quién se está siendo –o sea, cómo se está mostrando y actuando-. Por encima de él –que es transitorio y vive en función de sus circunstancias y de lo externo-, está el YO REAL, que es la esencia personal, la verdad interna, el Ser, lo profundo y auténtico. Con ese YO REAL es con quien hay que contactar y es quien necesita atención y permiso para mostrarse. Si uno desarrolla ese fondo esencial, inmanente, quitando todas las capas y obstáculos que se le han puesto, y si uno se permite mostrarse tal como realmente es, aunque eso no satisfaga a los otros pero en cambio sí le satisfaga a él, estará siendo ÉL MISMO. Y de eso se trata la vida, de llegar a ser UNO MISMO consiguiendo que ese SER HUMANO que uno es sea satisfactorio para sí mismo –sobre todo- y se trata también de desarrollar todo lo posible todas las virtudes y cualidades para lograr alcanzar una relación de plenitud consigo mismo, de satisfacción, teniendo la sensación o la seguridad de que está cumpliendo su misión, y que en su interior está en paz consigo mismo. Es una hermosa tarea que compensa sobradamente los esfuerzos y la dedicación que requiere. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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VIVIR ES UN RIESGO Y HAY QUE ARRIESGARSE En mi opinión, estar en el mundo, y en la vida, y VIVIR, comporta una continuidad diaria de riesgos con los que hay que convivir. No hay otro remedio. Son inevitables. Lógicamente, uno trata de minimizarlos, de resolverlos rutinariamente, de no dar importancia a los que no tienen importancia, pero están ahí y no siempre se consigue eludirlos o resolverlos bien. Decir algo conlleva un riesgo, pero callar puede tener el mismo riesgo u otro superior. No se sabe. Correr comporta un riesgo, pero también quedarse quieto, porque no moverse puede ser igual de arriesgado… o más. Hacer y no hacer tienen su riesgo. Tomar resoluciones, coger un camino u otro, escoger como pareja a una persona u otra distinta, elegir este trabajo o uno distinto… todos los días tomamos cientos de decisiones y no somos conscientes nada más que de las “importantes”, o sea de aquellas que conllevan un riesgo más evidente, de aquellas en las que nos jugamos el bienestar, el futuro, la economía… y las que nos pueden perjudicar emocionalmente. Cruzar por un paso de peatones, conducir un vehículo, pasar delante de un edificio, bajar las escaleras, decidir qué se quiere hacer con la vida propia, a quién se quiere tener al lado y a quién despedir, qué aceptar y qué desechar… todo tiene un riesgo. Tomar decisiones implica seleccionar sólo una de entre las muchas opciones, y eso conlleva la posibilidad latente de equivocarse. El sufrimiento primordial a la hora de tomar una decisión es que hay que descartar todas las demás y, salvo que sea muy, muy, muy, clara y perfecta la decisión tomada, siempre va a quedar la duda de qué hubiese pasado si se hubiera seleccionado otra. El miedo principal en el riesgo que es tomar cualquier decisión es el miedo a uno mismo. A cómo reaccionar “si me equivoco”. Porque detrás de cada “error al decidir” aparecerá una retahíla de reproches, una mala cara, un enfado que durará días, una autoestima afectada… y en lugar de eso, tras cada “error al decidir” –que no siempre es un error aunque lo parezca- deberían esperarnos nuestros brazos abiertos, muy cálidos y acogedores, invitándonos a refugiarnos en ellos; nuestra sonrisa llena de amor y sin ninguna sombra de reproche, la comprensión ante lo sucedido, y la lección que se ha aprendido con esta experiencia. Y nada más. Si ahora mismo probamos a ver con otra mirada lo que hacemos cada día, lo que decidimos cada día, o cómo nos comportamos, comprobaremos que el riesgo está presente continuamente, y si somos listos deduciremos que es conveniente convivir con él sin temerle, y que es mejor aceptar el resultado de todos los riesgos que tomemos desde la comprensión y no desde el reproche. Todo es un riesgo y cada uno tiene que decidir por qué se arriesgará. O para qué se arriesgará. Ahí radica la libertad del Ser Humano y con eso se reafirma la toma de responsabilidad de la propia vida y de los riesgos que vivir conlleva. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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LO HUMANAMENTE POSIBLE En mi opinión, tiene razón el señor Guy Braeckman cuando dijo algo que resonó dentro de mí con una gran fuerza de convicción, muy rotundo, y al mismo tiempo, me dejó asombrado como si fuera la primera vez que observara eso. En ese momento, fue como un gran descubrimiento. No era necesario que diera más explicaciones. Algo dentro de mí lo asumió como propio y como ancestral. Habló de “lo humanamente posible”, y se me desmoronó el mito del humano intentando lo imposible, intentando con doloroso arrojo lo que no le es dado alcanzar, las metas quiméricas, el esfuerzo titánico de querer ser y vivir de otro modo. En muchas ocasiones se nos olvida que somos limitados y que tenemos impedimentos por todos los sitios; que estamos sólo medianamente capacitados para subsistir en el Mundo, que no estamos nada preparados para la Vida y las cosas que nos suceden a lo largo de ella; que la educación que hemos recibido en cuanto a saber desenvolvernos y actuar del modo adecuado es muy limitada; que casi todas las experiencias a las que nos enfrentamos son nuevas y nos exigimos como si fuéramos expertos, peritos, catedráticos o sabios. Sabemos que para todo aquello en lo que no tenemos una preparación perfecta y exhaustiva –que son la mayoría de las cosas- actuamos más con buena voluntad o vocación que con conocimiento y sabiduría, pero… una y otra vez se nos olvida. Se nos olvida que sólo podemos reclamarnos o pedirnos cuentas por lo que es “humanamente posible”. No somos Dioses. Somos Humanos. Comprender esto, sin necesidad de que haya que explicarlo, debería aportar una apertura de conciencia que nos permitiera, automáticamente, cambiar el modo de vida. Y si no se comprende sin más, es mejor no tratar de explicarlo, porque dejaría de ser el asunto tan directo que es para convertirse en otra teoría más. Somos humanos. Somos seres limitados. Somos imperfectos. Estamos incapacitados para realizar ciertas cosas. No tenemos preparación para afrontar otras. Tengamos paciencia con nosotros mismos. Nos podemos –y nos debemos- amar a pesar de nuestros errores. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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A VECES SE DESEA CAMBIAR LA FAMILIA POR LOS AMIGOS En mi opinión, muchas personas han pensado esto aunque no se hayan atrevido a reconocerlo y menos aún a manifestarlo. ADVERTENCIA: Si eres una de esas personas que tiene una excelente relación con todos los miembros de tu familia, ante todo mi admiración y mis felicitaciones. Enhorabuena. De todo corazón. No es necesario que sigas leyendo. Es mejor que el próximo tiempo lo dediques a disfrutarlos aún más, y si no los tienes cerca, que te dediques a pensar en ellos y a sonreír y sentir felicidad recordándolos. Si eres del resto de personas, de los que tenemos algún tipo de conflicto con alguno de los miembros, los que no sabemos casi nunca cómo tenemos que actuar para acertar y para que cada una de nuestras acciones o palabras no sean el inicio de la tercera guerra mundial, te voy a relatar lo que yo he visto en las muchas familias que he conocido, aunque no tiene por qué coincidir expresamente con otros casos de otras personas. Lo que veo es que en las relaciones con los familiares, y aunque no seamos conscientes de ello, en el fondo todos aceptamos la idea de que tenemos obligaciones –algunas- y tenemos derechos –todos-. Esa es la idea general. Al sentir ciertas cosas como obligaciones -y muchas no son deseadas-, cuando “tenemos” que hacer algo, puede que actuemos -velada o descaradamente- mostrando una cierta molestia, mala cara, y un poco de reproche o un poco de queja. En cualquier caso, lo que sí estamos esperando es que, antes o después, nos sea recompensado, o que se valore y se tenga en cuenta el esfuerzo. Y cuando no se nos agradece lo suficiente, nos sentimos frustrados. Desafortunadamente, hay quienes abusan de esas “obligaciones que impone ser de la misma familia” y piensa que su esposa es en alguna medida su sierva, que la madre está incondicionalmente a su servicio, que los hijos son pequeños esclavos, etc., y sin darse cuenta, uno puede llegar a tiranizar a los que se encuentran a su alrededor. Y lo que es peor: no tendrá cargo de conciencia por lo que está haciendo. La principal diferencia con respecto a las amistades, es que con éstas existe la libertad. Libertad de seguir con ellos o no –con respecto a la familia parece que tenemos la obligación de seguir juntos-, y libertad para poder expresarnos con relativa tranquilidad –hablo, por supuesto, de los verdaderos y buenos amigos-, y también libertad para estar un tiempo sin verlos, descansando de ellos. Al no haber exigencias implícitas en la relación uno está predispuesto a estar relajado, y a disfrutar sin más. Nos quedan aún algunos años de convivencia con los familiares y es mejor que ésta sea agradable. Sugiero la revisión de cada una de las relaciones familiares que mantenemos, pero con objetividad y sin pre-juicios, revisándolas como si fueran desconocidas y con objetividad real, desde el principio hasta la actualidad, y dándose permiso después para hacer todo lo posible para modificar las que lo requieran. RELACIÓN CON LOS PADRES RELACIÓN CON LOS HIJOS RELACIÓN CON LOS HERMANOS RELACIÓN CON EL CÓNYUGE RELACIÓN CON OTROS MIEMBROS FAMILIARES Y ya aprovecha y revisa también tu RELACIÓN CON LOS AMIGOS Es una buena tarea de la que podéis salir beneficiados todos. Recuerda: con objetividad y sin pre-juicios. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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¿TE CONFORMAS CON TENER UNA VIDA MEDIOCRE? En mi opinión, una vida mediocre no es aquella en la que no existen los lujos, ni lo deslumbrante, ni el éxito al que otros han llegado. Cada uno tiene sus circunstancias, sus condicionamientos y sus límites, sus posibilidades y sus medios, pero a pesar de todas estas restricciones y partiendo de aquello a lo que se tiene acceso, cada uno puede hacer que su vida tenga magia, esperanza, maravilla, alegría, felicidad, y brillo. Todo esto tan estupendo es una aportación personal y consciente a la propia vida, no sólo depende del azar, del destino o de los hados. Una vida mediocre es una vida que está por debajo de la vida a la que uno puede acceder y que uno mismo se puede proporcionar… aún teniendo en cuenta las propias limitaciones, capacidades o circunstancias. Es una vida en la que no hay una dedicación continuada a uno mismo, ni la atención y el cuidado que uno requiere, ni el esfuerzo y la pasión que le dan poderío y valor a la vida. Es una vida vacía de plenitud en las relaciones, en las reflexiones, en el auto-cuidado. Es una vida donde uno no ocupa el lugar preponderante que le corresponde. Pienso en todas las sonrisas que he podido ver en personas que estaban muy lejos del éxito social y bancario, pienso en la gente que ríe o baila mientras deja aparcados temporalmente todos los problemas que le asedian –aunque luego los retoman y tratan de resolverlos-; pienso en la gente prácticamente excluida socialmente que decoran su vida con momentos de alegría, pienso en la gente que desarrolla lo máximo que tiene como persona y se convierte en un ejemplo de admiración para los demás. Y pienso en los que se han rendido y no luchan, los que aceptan vencidos sus circunstancias sin esforzarse en poner en su vida un adorno, una lucecita, un motivo por el que aspirar a más y a mejor. Es mediocre el que se cree que es mediocre. Tiene una vida mediocre el que se cree que porque es mediocre no puede aspirar a otra cosa. Y resulta que se puede ser mediocre –de calidad media, incluso tirando a malo- pero a pesar de ese condicionamiento –que puede ser circunstancial y puede ser resuelto- y al mismo tiempo, se puede tener una vida en la que las satisfacciones como persona no estén ausentes, en la que las cosas agradables tengan cabida o influjo, en que uno pueda sonreír y ser feliz aunque no tenga todos los motivos convencionales para ello. Se puede ser mediocre y no tener una vida mediocre. Se puede ser imperfecto, vulgar, incluso inferior, invisible para el resto, pero ninguna de estas situaciones son motivo suficiente para poder tener una vida digna, amable, agradable, llena de cosas satisfactorias. Eso sí, hay que controlar que uno no haya hecho de su mediocridad una mal interpretada zona de confort, que le esté temiendo a la posibilidad de cambiar y triunfar, de abandonar su aparente insignificancia por el miedo al éxito. La comodidad es enemiga del progreso. Sólo se avanza moviéndose. Lo genial requiere esfuerzo y dedicación. Lo bueno es fruto de la voluntad. Y si uno asume que la posibilidad de abandonar su vida mediocre está en sus manos y hace y cumple un firme propósito de mejorar, es seguro que podrá lograrlo. Y de ese modo abandonar la mediocridad y sus inconvenientes. Recuerda: la mayoría de las limitaciones están en la mente y no en la realidad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
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TODOS TENEMOS ALGO DE QUE AVERGONZARNOS En mi opinión, formada después de conocer a tantas personas en su intimidad -en la parte que no muestran a los otros habitualmente porque guardan secretamente y con celo-, llego a la conclusión de que todos –todos- tenemos algo de lo que avergonzarnos. Todos hemos hecho algo que deseamos que nadie, jamás, llegue a saber. Si acaso, en un momento de osadía y tratando con ello de acallar la inquieta conciencia, se lo hemos confiado a una persona. Alguien, por supuesto, de absoluta confianza que jamás nos traicionaría. O eso pensábamos, porque creo que muchos hemos sido traicionados en alguna ocasión. Preferiblemente tratamos de ocultar esas cosas de las que no nos sentimos orgullosos precisamente, tratamos de borrarlas de la historia si eso fuera posible, de apagarlas con el olvido, de desterrarlas de la memoria… Todos, en alguna ocasión que tal vez es mejor olvidar, hemos hecho algo solamente porque sabíamos que nadie llegaría a saberlo. O eso suponíamos. Nos hemos llevado algo que no era nuestro, tal vez… hemos espiado la intimidad de alguien, quizás… hemos tenido fantasías eróticas con una persona conocida, posiblemente… hemos deseado lo peor de lo peor para otro, quién sabe… hemos cometido algo que nuestra conciencia califica de pecado… Mi opinión en estos casos es que uno debe responsabilizarse de eso de lo que ahora se avergüenza, pero nada más. Debe reconocer que sucedió, y, si realmente le molesta, puede o debe proponerse no repetirlo. Pero no es lo adecuado enemistarse con uno mismo, y menos aún condenarse y aplicarse un castigo; ni siquiera está bien odiarse, menospreciarse, despreciarse, o verse como alguien deplorable o ruin. En primer lugar, porque quien hizo eso –sea lo que sea “eso”- no es quien uno ES ahora, sino quien uno ERA entonces. Y uno mismo, en el día de hoy, no tiene autoridad ni derecho a juzgar a quien ENTONCES hizo, porque “AQUEL” –quien lo hizo- hizo lo que creyó que tenía que hacer, o lo que las circunstancias o los conocimientos de entonces le aconsejaron o le permitieron, o lo que su mejor voluntad le aconsejó, o lo que se vio obligado a hacer… y no es justo juzgarse DESDE HOY, este hoy en el que uno ha comprobado que el resultado no le parece adecuado, que obró de un modo incorrecto, o el mismo hoy en que uno tiene más experiencia y conocimientos y, posiblemente, intentaría evitarlo. De esto hay que exceptuar a quien obró mal con conciencia de lo que hacía, sabiendo o previendo el resultado, y que a pesar de ello lo hizo. En segundo lugar, hemos de aceptar nuestra cualidad de Seres Humanos con todo lo que ello implica: no ser perfecto, no tener una conciencia del todo irreprochable, depender más o menos de los instintos, no poseer una voluntad inquebrantable… y el hecho de obrar en muchas ocasiones de un modo impulsivo o inconsciente. Es bueno tomar conciencia de que tendremos que pasar con nosotros mismos el resto de nuestra vida a todas las horas de todos los días. Y hacerlo de un modo frío, manteniendo alerta un cierto rencor, mirándose seriamente en el espejo, cargando con una cruz simbólica o arrastrando una pesada condena de la que no se quiere deshacer, es un error. Un dramático error del que uno mismo es sufridor. A quien se sienta identificado con algo de lo leído le propongo una reconciliación sincera. Borrón y cuenta nueva. Y un abrazo pacificador, tolerante y cargado de comprensión hasta que lleguen la aceptación y el perdón –y no deberían demorarse mucho-. Andamos por la vida más con actos de buena voluntad que con conocimiento supremo. Fuera lo que fuera aquello –excepto que se obrara con mala intención, como ya escribí- forma parte del pasado y es innecesario seguir arrastrándolo y contaminando un presente que debiera ser más libre para seguir adelante. Y si fue con mala intención, y con ello causaste un daño, trata de repararlo o compensarlo, y proponte no repetirlo, pero no insistas en la auto-condena porque estarías causando daño a alguien que es muy importante: tú. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)