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CAPÍTULO 61 – LA INFELICIDAD Este es el capítulo 61 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Podríamos olvidar más fácilmente los asuntos infelices si no insistiéramos tanto en recordarlos”. “Desear obsesiva y exclusivamente la felicidad es uno de los principales motivos de infelicidad”. “La causa principal de infelicidad nunca es la situación, sino tus pensamientos sobre ella”. (Eckhart Tolle) “El objetivo no ha de ser eliminar la infelicidad, sino mantenerla en el mínimo”. “Todos los instantes tenemos la oportunidad de cambiar lo que nos hace infelices”. “La felicidad o la infelicidad no se miden desde el exterior sino desde dentro”. (Giacomo Leopardi) “La infelicidad se produce, básicamente, por la no aceptación de la realidad, y en algunos casos también por no encontrar sentido a la vida”. Nos han convencido de que tenemos que conseguir éxitos, tenemos que estar bien, recibir alabanzas, ser felices, y es necesario que seamos reconocidos y bien valorados. Nos han dicho tantas cosas que no son ciertas… y la mayoría de ellas nos las hemos creído. Y nos han convencido de que no lograr ciertas cosas, o no tener bienes materiales, nos tiene que producir, inevitablemente, infelicidad, porque no conseguirlo todo es haber fracasado. Y es mentira. Si se consiguen, está bien; si no se consiguen, está bien. Todo está bien o todo ha de estar bien. Hay que darse cuenta de esto y evitar que cualquier cosa ajena a nosotros controle nuestra estabilidad personal y emocional. Nadie nos ha de marcar cuáles son nuestras aspiraciones, ni nos tiene que decir qué ha de hacernos sentir bien o mal, ni qué cosas nos han de producir placer y, menos aún, cuáles nos han de hacer infelices. Uno ha de decidir lo que permite que le produzca infelicidad, y para qué quiere infelicidad, porque la mayoría de las veces lo único que aporta es una bajada de la autoestima, un punto de vista negro de la vida, una caída en picado del ánimo, desesperanza, desconfianza en uno mismo y en el porvenir, depresión, angustia, infelicidad y demonios similares, a cambio de nada positivo. La infelicidad no es una buena compañía. LA INFELICIDAD En este observarnos, que poco a poco se empieza a convertir en una buena costumbre, nos vamos a dar cuenta de cómo en numerosas ocasiones confundimos insatisfacción con infelicidad. Y es grave equivocarse. Sobre todo porque la infelicidad la entendemos casi como insalvable, conlleva pesimismo, frustración y amargura, y además la extendemos al conjunto de la vida en general. No somos capaces de entender “no soy feliz del todo en un aspecto concreto de mi vida,” sino que sentimos “yo soy infeliz, mi vida es infeliz”. Gran diferencia. Si algo no nos da la satisfacción que esperábamos nos consideramos infelices por ello, y en vez de entenderlo como un hecho aislado en el conjunto de nuestra vida, con un valor ridículo en porcentaje, le autorizamos a que contagie y amargue al resto, y nos ponga encima la losa amarga e insoportable que conlleva ese título. Hemos de tener cuidado de ser razonables con las posibilidades que tienen de realizarse nuestros deseos, porque si nos ponemos metas imposibles, la no consecución nos regala el título de fracasado, merma nuestra autoestima, y por tanto no nos faculta ni anima para enfrentarnos a conseguir nuevas realizaciones. LA INFELICIDAD NO EXISTE La infelicidad -tal como la entendemos la mayoría de la gente- no existe. Llamamos infelicidad a la menor presencia de felicidad en nuestra vida, a que no se cumplan los deseos que hemos soñado y casi por lógica no se pueden cumplir, a que no logremos los éxitos que otros han logrado, al inconformismo con la vida que nos hemos procurado, a no haber acertado en todas nuestras decisiones… Y eso no ha de ser motivo de infelicidad, porque objetivamente es simplemente que no se han cumplido los sueños/deseos/fantasías, o que no se poseen algunas cosas, y tenemos la capacidad de hacer que todo eso no sea motivo de frustración porque es la realidad y hay que aceptarla como tal. Nosotros damos el poder a las cosas –consciente o inconscientemente- para que nos afecten o no. Soy yo quien decide –consciente o inconscientemente- si permito que una cosa me afecte o no. Y TENGO QUE HACER USO DE ESTE PODER Y ESTE DERECHO. Es mi tarea dejar a salvo mi felicidad sin contaminarse por lo que he querido calificar como infelicidad. La infelicidad es una opción personal más que algo que nos impongan, es una especie de prejuicio que le ponemos a cómo recibimos y sentimos las cosas. Se produce en la mayoría de las ocasiones porque queremos que las cosas cambien y no asumimos que somos nosotros quienes debemos cambiar previamente. Responsabilizamos de nuestra infelicidad a cosas externas que no dependen de nosotros y que no tienen por qué jugar a nuestro favor, o a no poder realizar sueños imposibles que no asumimos que son imposibles, o a desear sin conseguir algo que es difuso o etéreo y que no concretamos; ni siquiera comprobamos su posibilidad de convertirse en realidad. Culpabilizamos a los demás o al destino; nos acogemos a la fantasía de que quizás hayamos hecho algo malo en otra vida y ahora debamos pagarlo; no nos revelamos contra la tontería que decían algunos curas de que “a este mundo se viene a sufrir porque es un valle de lágrimas” (¡qué estupidez!); nos creemos esclavos de los miedos que nos atenazan y sucumbimos irremediablemente a su dictadura de lo fatídico, y acabamos conformándonos con la limosna de que la vida nos permita sonreír a veces. Estamos condicionados por el hecho de tener y usar respuestas emocionales a las situaciones, y que estas sean automatizadas y no individualizadas. Un despido en el trabajo es, en la respuesta automática, malo. En cambio, nos puede dar la posibilidad de encontrar otro empleo mejor. Un día de lluvia es, en la misma respuesta automática, triste. Pero también es emotivo, nostálgico, intimista, o romántico. La muerte de una persona puede ser buena si con ello se libera de sufrimientos. La ruptura de una relación –si es tóxica- es liberadora. Todo esto nos obliga a replantearnos cada situación que aparentemente lleva implícita la infelicidad, porque todo lo incomprendido conlleva una esperanza, todo lo oscuro tiene en alguna parte una luz, todo lo desagradable oculta algo positivo, y la vida nos enseña, a veces, con lecciones que nos parecen caras e ingratas. Encarémonos a la cosa que nos provoca infelicidad para eliminarla. No la infelicidad, sino la razón de que sea eso lo que sintamos. No sirve eludirlas y olvidarlas. La semilla está puesta y seguiremos sufriendo sus efectos. Se trata de aniquilarlas, a ellas y a sus consecuencias, para evitar seguir siendo sus inconscientes sufridores. Debemos mantener el compromiso de crear momentos maravillosos para los demás, pero sin duda tenemos la obligación de crear una vida continuamente mágica para nosotros. ATENCIÓN Lo que tú llamas infelicidad quizás sea en realidad nada más que una insatisfacción, un desconocido miedo, un poco de desánimo... no te confundas. Tal vez estés magnificando excesivamente algo que no debería ser nada más que otra anécdota en tu vida, algo pasajero que no debería entretenerse en dejar huella. Averigua con la sinceridad imprescindible en estos casos de dónde proviene. Que tu Yo Observador observe. No tienes que preocuparte por el momento de infelicidad, sino por su origen. Es como si te asustaras por oír el rugido de un león; lo que ha de asustarte es si el león está suelto y estás a su alcance, y no la manifestación sonora. Hay que admitirla como parte de la vida pero sin dramatizarla especialmente. No vamos a poder estar felices siempre y no vamos a poder evitar siempre que alguna sensación de infelicidad se presente en nuestra vida. Se ha de aceptar como otro cualquiera de los estados, pero con la determinación clara de deshacerse de ella a la mayor brevedad. LA INUTILIDAD DE LA INFELICIDAD ¿Tiene alguna utilidad la infelicidad?... A pesar de haber profundizado en la pregunta, no he encontrado ni un solo motivo que la haga útil; más bien es al contrario, lo que hace es crear una enemistad en el interior, un desasosiego y una pena; lo que hace es enturbiar el futuro, crear una barrera, un muro alto que impide ver lo siguiente, y lo tiñe de amargura. La infelicidad, odiosa situación y amarga palabra, nos engaña y atormenta, e impide utilizar el optimismo que es parte de la naturaleza humana. Se aprende más al quererse que al odiarse. Se ve todo mejor desde la felicidad que desde su opuesto. Dios puso en los seres la capacidad de ser felices y no nos hemos encargado de desarrollarla del todo. El Camino ha de ser la aspiración a lo sublime, al potencial que llevamos incorporado, y no al conformismo con lo que vaya apareciendo. La infelicidad no vale ni siquiera como justificación de “algo que habré hecho” o de “algo que me merezco”. Uno siempre se merece lo mejor, aunque alguna vez se haya equivocado. Uno, cuando ha actuado con su mejor voluntad y con su conocimiento, aunque se equivoque, tiene derecho a no tener remordimientos, y no tiene derecho a juzgarse con mano dura. ¿Tiene alguna utilidad la infelicidad? “Que se aprende mucho”. ¿Y te conformas con esa respuesta? Se puede aprender en todo y de todo. Se puede aprender en la infelicidad, pero también en la felicidad y en el amor, y es mucho más cómodo, más agradable, más enriquecedor, y menos sufriente. Ten cuidado con ella: Te saca de tu centro, juega con tu calidad de vida y la convierte en algo no gozoso, no esperanzado, y muy alejado de tu obligación de ser feliz. VISTO DE OTRO MODO Nos programan para ser infelices y cumplimos esa programación. Nos enseñan que la felicidad viene, de una parte, por la relación con familiares y amigos, y de otra, por la consecución de muchos bienes materiales, en los que parece ser que delegamos la responsabilidad de que nos produzcan felicidad. La infelicidad encuentra un motivo de manifestarse si nos falta alguna de estas cosas: éxito, aceptación, dinero, fama, poder, amor, fe, espiritualidad, amistad… y, claro, siempre falta algo. En la medida que seamos comprensivos con el hecho de que no han de ser esas cosas las que nos provean de felicidad, ni de infelicidad, sino que es tarea y responsabilidad exclusivamente nuestra, y que por otra parte no se puede tener todo, descansaría nuestra vida con la tolerancia y relajación que produce saber esto con seguridad. No lo tengo todo… ¿y qué pasa? porque nada tiene que pasar, salvo que lo que pasea sea que nos sintamos motivados para tratar de conseguirlo, sin obsesión y sabiendo que tenerlo o no, no ha de cambiar nuestra esencia feliz, que se ha de mantener a salvo de ese asunto. Si seguimos en la idea de que son ajenos quienes nos proveen la felicidad, corremos el grave peligro de apegarnos a las personas o cosas proveedoras, y el proceso es siempre igual: adquirir la persona o cosa, aferrarse a ella para que no nos falte, y eliminar toda posibilidad de perderla, creando todo ello, por supuesto, una dependencia emocional y una tensión insoportable: por la angustia que produce el poder verse privado de ello y por el pavor ante el hecho de que la pérdida fuese definitiva. Demasiada complicación. Si pierdes algo… ¿qué pasa? te sigues teniendo a ti, siempre, y tú has de estar por encima de eso, siempre. Si sientes que hay ataduras que te hacen dependiente de una cosa, deshazte de la cosa. Sea lo que sea no vale más que la tensión y esclavitud que te produce esa dependencia. Tu libertad vale más. Lo que pasa es que un yo pequeño y asustadizo va a tratar de boicotear el proceso, y va a hacer todo lo posible por seguir en ese papel de tirano en el que lleva muchos años de mal reinado. Y el caso es que es muy fácil desapegarse de las cosas. No se requiere ningún esfuerzo, no hay peligro en ello, no hay un ritual ocultista, y está al alcance de cualquiera. Cualquiera que se quiera dar cuenta, porque no hace falta más que eso: atención y honradez. Darse cuenta. Verlo con los ojos nítidos del descondicionamiento. Darse cuenta de que uno estaba programado y ahora se quiere desprogramar. Y el convencimiento de que uno puede ser feliz a pesar de que le falte una amistad o un bien material. Te lo has pasado mal ante la desaparición en tu vida de un ser querido o apreciado. Te has angustiado ante otras pérdidas, pero has comprobado más adelante que puedes volver a retomar la sonrisa y puedes volver a sentir la dulce caricia de la felicidad. Y no es malo. No has cometido ningún delito por seguir en la vida y tratar de que sea buena. Aquella creencia de “no puedo vivir sin…” era un error de tu programación y lo has comprobado. TAMBIÉN PUDIERA SER QUE La infelicidad casi siempre proviene de los apegos (ver capítulo de LOS APEGOS), pero ahora vamos a tratar la infelicidad de otra forma. Cuando me cuestiono mi situación actual, siempre encuentro infelicidad por alguna parte, y eso enturbia el conjunto de mi persona. Las cosas que me dan alegrías parece que no son totales y completas si por alguna parte aparece una pequeña porción de infelicidad. Es curioso que aunque tengamos mucha felicidad, una pequeña infelicidad puede conseguir que no se muestre nuestra plenitud y el bienestar. Hay otros motivos que producen infelicidad y estos los notamos exclusivamente cuando prestamos atención y dedicación a ellos, ya que el resto del tiempo no son visibles a nuestros ojos distraídos, y a nuestra mente casi ausente. Por ejemplo la muerte, cuando pensamos en ella, porque entonces nos damos cuenta de la inevitabilidad del trance y nos causa dolor no saber qué va a pasar después y qué hay detrás. Y es otro apego: apego a la vida. Fíjate que no sentimos miedo a morir, sino a dejar de vivir. Al pensar en la muerte no se puede evitar esa sensación de ser vencidos, de que casi nada tiene sentido, puesto que algún día nos hemos de ir. Pero hay un error en el planteamiento porque la lección a sacar de esta realidad es la opuesta: si no me puedo llevar nada cuando me vaya, ¿para qué atesoro?, ¿por qué sufro queriendo cosas que no van a ser eternas y no me las voy a llevar?... Y otra vez hemos llegado a los apegos. La lección nos dice que lo que podremos llevarnos es la paz sentida, las emociones apreciadas, el reconocimiento por las buenas obras hechas, el cariño de quienes nos conocieron, y el amor de todo lo que hayamos amado. Otro de los motivos que nos provocan infelicidad es la desesperación que se siente frente a lo absurdo, porque en el fondo estamos buscando el sentido a nuestras existencias, todos sabemos que tiene que ser algo más que llegar, consumir el tiempo y morir; tiene que haber algo más, estamos seguros de ello, pero la pregunta es ¿qué?... porque si de pronto pensamos que la vida no tiene ningún sentido es posible que pensemos que no merece la pena ser vivida o seguir viviendo. Y de aquí parte el Proceso de Desarrollo Personal en el que estás. Aquí es donde nacen las grandes preguntas. Y solo al encontrar las respuestas puedes acallar esa sensación y darle un sentido a tu vida. El tercer motivo de insatisfacción que provoca infelicidad, se produce cuando nos vamos aislando de los otros y de la totalidad. Las personas necesitan el dialogo, vivir en comunidad, y el contacto cálido con los semejantes; necesitamos muestras de cariño, palabras de ánimo, apoyo, consuelo y saber que estamos vivos en otros pensamientos y recordados en otros recuerdos. RESUMIENDO A descartar urgentemente: insistir en la infelicidad, regodearse en ella, quedarse más del tiempo necesario, admitirla como inevitable, darle preponderancia o poder, pensar en ella obsesivamente, aceptarla como compañera inevitable… porque nada aporta pero entorpece, desmoraliza, pesa, agravia, frena, duele… Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO 60 – LAS ILUSIONES Este es el capítulo 60 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “La realidad es la única verdad, el resto son ilusiones”. “Una ilusión eterna, o por lo menos que renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de ser una realidad”. (André Maurois) “El alma tiene ilusiones, como el pájaro alas. Eso es lo que la sostiene”. (Víctor Hugo) “Perder una ilusión, hiere. Perderlas todas, mata”. (José Narosky) “Convierte tus ilusiones en metas, y tu vida tendrá sentido”. “Las ilusiones no se marchitan, porque no son flores sino semillas”. “No vivas de tus ilusiones si no eres capaz de llevarlas hacia la realidad”. “No me ilusiones si tienes pensado dejarme caer mitad del vuelo”. “Haz que tus elecciones reflejen tus ilusiones y no tus miedos”. Si uno se empieza a preguntarse quién soy, es que tiene necesidad de reconocer sus ilusiones, ya que una parte nuestra está creada y sustentada sobre ilusiones, y eso, que puede ser tan gratificante y tan bello en ciertos casos, si no se conoce y administra bien se puede convertir en un peligro. La ilusión no tiene nada de realidad: está basada en una ficticia situación que se puede deber a un engaño de los sentidos, o una sugerencia de la imaginación, o una esperanza necesaria para seguir creyendo en que algo va a mejorar, pero no tiene entre sus ingredientes nada de realidad. Puede llegar a serlo, pero aún no lo es. La ilusión conlleva el enorme riesgo de no llegar a realizarse y convertirse por tanto en lo opuesto a lo deseado: en una gran frustración, porque en la ilusión siempre hay componentes externos, que no siempre controlamos, y pueden fallar. Algunas ilusiones pueden nacer en momentos de alocada euforia, donde nos da por diseñar planes grandiosos o excesivos que no tienen todas las oportunidades de llegar a ser posibles, o pueden nacer en momentos rosas en que queremos un “lo que sea”, o que nos gustaría “conseguir alguna cosa”. Ponemos en ello la ilusión, algo tan frágil y que no siempre cuenta con ayuda exterior, y esperamos que se cumpla. Hay que tener mucho cuidado con esto. Lo malo de ilusionarse es que después uno puede desilusionarse. Otras ilusiones nacen de la necesidad de querer algo mejor o distinto para el futuro, porque las cosas nos van muy mal o porque desconocemos que no todos los sueños son posibles. Nos auto-engañamos, muchas veces sin saberlo, y esperamos que algo tan endeble como la suerte nos ayude en la consecución del utópico ideal imaginado. Creamos constantemente ilusiones y en ese crearlas y creer en ellas vamos dando tumbos. Ya ves que resalto que tienen un lado negativo, pero también llevan en sus intenciones cosas muy buenas. No debes olvidar que algunos de sus factores son externos y como no dependen de ti pueden frustrarse. Si, por ejemplo, yo me hago ilusiones de que me van a ascender en mi puesto de trabajo, si es que el jefe es justo, o si valora mis capacidades, o si yo insisto en la solicitud, sigo desarrollando, como en el cuento de la lechera, lo que pasará después, y me veo con más sueldo, con el que podría comprar más cosas, una casa nueva más grande, otro coche mejor, y me veo con más prestigio personal y social, debido al nuevo cargo, y sueño con todo ello como algo que va a suceder… y luego no sucede… entonces me siento peor que antes de empezar con la ilusión, porque ahora he saboreado otras posibilidades y veo que no puedo conseguirlas. Decepción inmediata y posible depresión a la vista. Hay que tener ilusiones de las buenas, pero que tengan posibilidades reales de realización, porque alientan a seguir adelante animosos, y a fomentar la esperanza, y a esforzarse por mejorar; pero hay que conocer, para poder desterrarlas desde el principio, las ilusiones que tienen posibilidades nulas de realizarse, y las que impliquen perjudicar a otras personas. Es una ilusión falsa creer que para ser feliz necesitas a una persona, un objeto, una circunstancia… esta creencia se basa en la idea que nos han inculcado de que debemos ser felices teniendo unas cosas, sufrir con ciertas cosas o ciertas carencias, y que no podemos vivir sin otras. Se puede elegir entre tener o no tener ese condicionamiento; se puede ver con claridad que se puede estar sin tener algo, y es fácil vivir sin ello. PREGUNTAS ¿Cuántas ilusiones imposibles tengo en este momento en mi vida? ¿Qué soy de verdad, cuánto de fachada, cuánto de sólo ilusión…? ¿Cuánto de mi presente se debe a lo que no hice porque confié en una ilusión? ¿Qué ganaré si dejo de vivir de ilusiones y empiezo a ser de verdad? RESUMIENDO Las ilusiones posibles son buenas: dan ánimo, esperanza, ilusión… las ilusiones imposibles son infernales: desaniman, desesperanzan, quitan las ganas de seguir teniendo más, eliminan la confianza en el porvenir y en que le pasen cosas buenas a uno, inician un monólogo de reproches y castigos… Las ilusiones son gratuitas. Las desilusiones tienen un coste emocional y de tristeza alto. Hay que ser realistas con las ilusiones. Aunque esto parezca una contradicción. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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EL PAÑUELO BLANCO El mismo pañuelo blanco que te despidió desde el puerto sirvió después para recoger mis lágrimas como si fuera un relicario. No sabía cuándo volverías, ni siquiera sabía si volverías. El amor tiende a evaporarse cuando hay una distancia en los cuerpos o en los corazones. Y eso me asustaba. En unos días estarías en otro país, distinto y distante, y yo aquí con mis nostalgias y tú allá buscando un porvenir. No sé qué planes nos tiene reservados el amor. Quisiera tener fe y confianza, pero por ahora sólo tengo un pañuelo blanco del que se evaporarán las lágrimas como tal vez yo me evapore de ti o tú te evapores de mí. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 59 – LA INTUICIÓN Este es el capítulo 59 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “La mayoría de las decisiones que han afectado nuestra vida se han tomado al margen de la razón, porque no disponíamos ni de toda la información ni del tiempo necesario para ponderarla. La neurología y psicología modernas nos han sugerido, en otras palabras, que podemos confiar en la intuición.” (Eduardo Punset) “La intuición es el susurro del alma”. (Krishnamurti) “Sigue tu intuición y el Universo te indicará cuál es el siguiente paso”. “La intuición es la lucidez que el corazón conoce y la mente ignora”. “La intuición es una facultad espiritual, y no explica, simplemente muestra el camino”. “Confía en lo que sientes más que en lo que piensas”. (Deepak Chopra) “Confía en tu intuición, en ella está tu sabiduría. No te engañes con tu mente ordinaria, en ella está tu ego”. (Buda) “Confía en tus corazonadas. Generalmente se basan en hechos archivados un poco por debajo del nivel consciente”. Las personas creen, equivocadamente, que con la mente y el pensamiento son capaces de ir resolviendo todos los problemas y situaciones que les va planteando la vida. Creen tener a su disposición armas verdaderamente potentes como aparentan ser estas, y lo que tienen, en muchas ocasiones, es al enemigo en casa. En el noventa y nueve por ciento de los casos -no digo el cien por cien para no ser tachado de catastrofista-, las personas tenemos una mente absolutamente condicionada por muchos elementos: traumas, mandatos, modelos, miedos, dudas, culpabilidad, inseguridad, infantilidad, complejos, etc. Con una mente así, en absoluto descondicionada como para actuar libremente, todo lo que se piense, todo lo que se proyecte, irá contaminado, y no será el resultado de un proceso ecuánime, puro, íntegro, en el que la objetividad y la claridad presidan el proceso. En los resultados que nos presenta nuestra mente siempre van incluidos todos los elementos de contaminación que he relacionado anteriormente. Todos ellos aportan su porción de temor, resquemor, precaución, zancadillas, confusión, erros, obnubilación, duda… Nada bueno o correcto puede nacer con esos impedimentos y condicionamientos. No terminamos de entender que la mente es un instrumento a nuestro servicio, y más nos creemos esclavos y víctimas de sus caprichos y líos. La mente nos presenta muchas veces ideas que nosotros, equivocadamente, suponemos son nuestras ya que han brotado dentro de nosotros. No nos damos cuenta de que no hemos participado en el proceso de llegar a esa idea, sino que ha sido la mente quien lo ha elaborado, ella sola y sin nuestra participación consciente. El modo adecuado para pensar y decidir es meterse uno en el proceso siendo muy consciente de ese yo que se pone a pensar, y que ese yo controle en todo momento el desarrollo para que éste sea imparcial y correcto. Aún cuando nosotros controlemos el desarrollo, la mente necesita su tiempo para acudir al inconsciente, llevarlo al preconsciente, ordenar y descartar la información, construir la frase, pronunciarla. Esto es tan rápido que no somos capaces de medirlo. La intuición se distingue de la mente en que no necesita hacer todo ese proceso. Siempre, lo primero que aparece, antes que el pensamiento, es la intuición. Eso es lo que nos puede ayudar al principio a distinguir una cosa de otra. La otra diferencia es que es ilógica, no intervenimos de ningún modo en ella y por tanto no está en absoluto condicionada, es natural, es sincera, es pura. LA INTUICIÓN ES LA VOZ DE LA SABIDURÍA Es sólo mi idea injustificable –tal vez es que solamente es una intuición- pero a mí me parece que es lo que se ha aprendido en encarnaciones anteriores, o algo que se encuentra en un gran almacén donde cada uno de los humanos va dejando la sabiduría adquirida a lo largo de las múltiples experiencias y encarnaciones. Cualquiera tiene acceso a ello si sabe dónde se encuentra y cómo acceder. Lo que para ti, con tu nombre y apellidos actuales, sea una práctica nueva, para tu Ser o tu espíritu puede ser algo sabido. Tan sabido y tan claro que no necesita tiempo para pensarlo, y te lo presenta con una claridad y una rotundidad que, aunque no te la pueda razonar –para la intuición es imposible razonar- tampoco te va a dejar la necesidad de hacerlo. Será tu mente, esa que se siente a punto de ser destronada, la que pida una explicación, ya que tiene miedo ante la fuerza de tan portentosa contrincante y porque no quiere perder su hegemonía, y buscará justificaciones para su postura haciéndote ver que no puede ser tan fácil una respuesta, que las cosas hay que pensarlas mucho, que hay que dar muchas vueltas en la cabeza y descartar muchas cosas antes de llegar a una solución, que no puede ser tan inmediato y tan fácil como la intuición pretende, o cualquier otra excusa. Tu Ser estará de acuerdo con la intuición. Para los muy racionales, aquellos a los que les cueste creer que la intuición es más práctica, se les sugiere que lleven una estadística. Ante una situación, anotar en un papel qué dice la intuición y qué dice la mente. Elegir y hacer caso a una de las dos y anotarlo. Esperar el resultado, y luego poner quién tenía razón. Si la estadística acaba confirmando que tiene más aciertos la intuición, y además haciéndole caso uno se evita esos procesos mentales que en algunos casos con eso de darles tantas vueltas acaban siendo trágicos, tal vez debería llegar a la decisión lógica de que es mejor hacer caso a la intuición. Si lo hacen así tendrán un premio, y es que mientras más caso se le hace a la intuición, mientras más se confían en ella, más se afina y mejor funciona. ¿Cuántas veces te has escuchado decir “ay, si hubiera hecho caso a lo primero que pensé”? Esa era la voz de la intuición. A mí me gusta imaginar que la intuición nos presenta una y otra vez sus opiniones, pero como no le hacemos mucho caso, acaba pensando “¿para qué me voy a molestar?”, pero, en cambio, si comprueba que se le hace caso, va presentando más y más intuiciones. ATENCIÓN Al principio te costará distinguir entre un pensamiento y una intuición. Te preguntarás muchas veces: ¿esto es una intuición verdadera o es un pensamiento rápido? Practica. Pregúntate si resuena en tu interior con firmeza o si te deja dudas internas. Escribo “internas”, porque las externas van a estar siempre. ¿Lo ha pensado mi mente con su forma característica de pensar o tiene un ingrediente que lo hace parecer más elevado, más veraz, más rotundo? Intuición, pálpito, percepción extrasensorial, presentimiento, adivinación, instinto, corazonada, magia… llámalo como quieras. Todo lo anterior está en el Ser Humano y tú eres uno de ellos. RESUMIENDO El desarrollo de la intuición se basa en la fe en algo que no puedes entender ni ubicar, primero, y en la práctica, después. Si crees en ella, te corresponderá con un diálogo más continuo y fluido, con un acceso más fácil y de mayor confianza. Confiarás en ti como entendedor de tu intuición y la captarás mejor. Practica con ella. Empieza por asuntos pequeños o ajenos. Comprueba los resultados y sorpréndete. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO - 58 ACCIÓN - REACCIÓN Este es el capítulo 58 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Lo que haces como hábito, te hace dependiente, porque te lo han programado. Sólo lo que surge de dentro es tuyo y te hace libre”. (Tony de Mello) “Porque cada acción puede tener su reacción, hay que pensar antes de actuar”. “La acción no debe ser una reacción sino una creación”. ACCIÓN: Ejercicio de una potencia. Posibilidad o facultad de hacer alguna cosa. REACCIÓN: Forma en que alguien o algo se comporta ante un determinado estímulo. La diferencia entre acción y reacción es clarísima, y los resultados que acarrea responder con una reacción cuando no es lo conveniente, son desastrosos. El origen de la acción se basa en la libertad de hacer uno lo que quiera o lo que la situación solicite, tras una decisión propia tomada en un momento de reflexión y de claridad. En la acción, es uno quien manda. La reacción, en cambio, se divide en instintiva o genética, y programada. La instintiva o genética, es una respuesta inmediata, rapidísima, que nace en un lugar desconocido e inaccesible; parece que viene marcada en los genes por las experiencias que han ido acumulando nuestros antepasados: es parte del instinto de supervivencia. Así que si un día nos encontramos ante un león, aunque nadie nos haya dicho que son peligrosos, nosotros ya sabemos que lo son y trataremos de evitarlo. Si alguien nos ataca, y sin necesidad de racionalizarlo, nos apartamos o salimos corriendo.. Si nos quemamos, nos separamos inmediatamente del fuego. Si vemos que un vehículo se abalanza contra nosotros, esquivamos el encuentro. Eso son reacciones instintivas o genéticas. La reacción programada se produce debido a que nos han inculcado nuestros educadores unos hábitos que se convierten en automatismos, y ante la misma situación respondemos siempre con la misma reacción. Y si bien esto puede ser válido para conducir o para tareas repetitivas, como afeitarse o beber cuando se tiene sed, en todos los demás casos es contraproducente, porque anula la capacidad de ser actual en cada instante, y la posibilidad de aplicar nuestros avances y nuestros descubrimientos a las mismas situaciones de antes. Lo incorrecto es reaccionar siempre igual: a tal pregunta, tal respuesta; a tal contrariedad, tal reacción. Lo importante es descubrir en la observación por qué respondemos algo y quién ha sido el que ha respondido. ¿Realmente he respondido yo libremente, tras un análisis objetivo y actualizado, o me he limitado a responder del modo en que hace mucho tiempo decidí que tenía que hacerlo –posiblemente de un modo inconsciente o influenciado por una enseñanza ajena tal vez no adecuada a este momento-? A medida que vamos siendo más conscientes -debido al trabajo de Desarrollo Personal y la atención en la observación-, generalmente notamos que nuestras reacciones habituales no son las correctas, pero son las que hemos tenido siempre. Las reacciones son automáticas y no reflexivas. Eso quiere decir que no están actualizadas, que seguimos usando las mismas siempre, y que no tenemos en cuenta ni nuestra evolución ni esa situación concreta en la que tal vez no sea adecuada la reacción habitual. La mejor solución es buscar dónde está marcada esa norma, quién la impuso, verificar si estamos o no de acuerdo con ella, y acudir a la parte del inconsciente donde está para cambiar la fórmula de respuesta por otra que sea libre y actualizada de acuerdo a cada momento, o más bien, que no sea reacción sino una acción meditada y acorde. Conviene ir a ese sitio, para dejar advertido que, cuando vuelva a suceder lo mismo, no se reaccione de la misma manera, sino que se le pregunte al Ser, para obrar en consecuencia con el caso en concreto de acuerdo a la nueva situación personal y espiritual, y para actuar por libre voluntad y no reaccionar impulsiva e inadecuadamente. Conviene descubrirlo con el mejor modo que hay para hacerlo, que es la observación; irse observando a sí mismo, los hábitos, las reacciones… observarse sin críticas, sin justificaciones, sin sentido de culpabilidad ni miedos a descubrir la verdad. Preguntándose… ¿por qué he hecho esto?, ¿era esto lo que quería hacer? Una de las formas de comprobar esto último es observándose después de la reacción: si queda una cierta incomodidad, la sensación de no haber obrado del modo que se considera adecuado, de haber procedido según un impulso incontrolado, o si queda un regusto amargo y una sensación de insatisfacción personal en forma de arrepentimiento… entonces eso requieres una revisión y una modificación. La reacción es una respuesta de lo que hemos sido durante un tiempo, pero no es válida para lo que ahora queremos Ser. La reacción es una respuesta ajena, no apta para quien toma sobre sí la responsabilidad de la propia vida y de las acciones que realice a partir de ahora. RESUMIENDO Ese dicho de “contar hasta diez –o cien, o mil- antes de actuar” es muy apropiado en estos casos. No puedes seguir actuando de un modo irreflexivo y dejarte llevar por la inconsciencia. Tus acciones, a partir de ahora, han de ser reflexivas y deseadas. Conviene mudar de hábitos, y escoger los adecuados para cada momento, y que sean dictados por la nueva conciencia que estás implantando en ti. Es conveniente gobernar en vez de ser gobernado. Mandar en uno mismo. Tomar voluntariamente las decisiones en cada momento. Pensar antes de actuar. Decidir en vez de reaccionar. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO 57 – LA DIGNIDAD PERSONAL Este es el capítulo 57 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Si hay algo que merece el respeto por encima de todas las demás cosas, es preservar la dignidad personal”. “Lo último que se debe perder no es la esperanza, sino la dignidad”. “La dignidad es el respeto que una persona tiene hacia sí misma y quien la tiene no puede hacer nada que lo vuelva despreciable a sus propios ojos”. (Concepción Arenal) “La dignidad personal es el reconocimiento de que somos merecedores de lo mejor”. “Muchas veces es mejor olvidar lo que uno siente y recordar lo que uno vale”. “La dignidad no consiste en poseer honores sino en merecerlos”. (Aristóteles) “Las cosas tienen un precio y estas pueden estar a la venta, pero la gente tiene dignidad, la cual es invaluable y vale mucho más que las cosas”. (Papa Francisco) “La posesión más lujosa, el tesoro más valioso que todo mundo tiene, es su dignidad personal”. (Jackie Robinson) “Hónrate a ti mismo al actuar con dignidad y compostura”. “Toda persona tiene el derecho de ser tratada con dignidad y con respeto. Nadie puede humillarte o abusar de ti verbalmente”. “La dignidad humana es el derecho que tiene cada uno de ser valorado como sujeto individual y social, en igualdad de circunstancias, con sus características y condiciones particulares, por el solo hecho de ser persona”. LA DIGNIDAD ES EL AMOR QUE NOS DEBEMOS A NOSOTROS MISMOS La defensa del honor, y la consideración por y hacia uno mismo, comienza por defender y proclamar un derecho irrenunciable al respeto ajeno y el auto-respeto propio. Eso es la dignidad. Podemos llamar dignidad personal a los principios que uno tiene como normas propias, a sus derechos y también a la defensa de los mismos, a la integridad y a la consideración, y al respeto que toda persona requiere y merece. Uno debe mantener una satisfacción equilibrada de sí mismo, ganada y merecida a lo largo de su experiencia en la vida, conquistada con los actos y hechos de su vida. Y cualquier acto de auto-afirmación para defenderla es digno, y es prueba de una dignidad equilibrada. Por nobleza y honradez, uno ha de alcanzar en el mundo un puesto que sea intachable, y luego ha de defenderlo con las únicas fuerzas de su honestidad y su honor cuando sea preciso defenderla. La obediencia al respeto de nuestra dignidad personal requiere de toda nuestra Autoestima, del Amor Propio, y del convencimiento de que tenemos que defender, por encima de cualquier cosa, lo que somos, lo que queremos seguir siendo, y ese reducto inviolable donde se asienta nuestra esencia personal. Es un derecho que debiera ser irrenunciable: tener dignidad como persona. Y si alguien no lo respeta se le debe exigir y si no lo cumple… renunciar a esa persona. LA DIGNIDAD Y EL HONOR La dignidad está relacionada muy directamente con el honor. El honor se define como “cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo, y que impulsa a actuar rectamente de acuerdo a esa moral”. El respeto a la dignidad requiere de todo nuestro honor, que es quien nos va a impulsar a obrar correctamente con respecto a la defensa de nuestros principios El honor se adquiere con el comportamiento honesto, con el cumplimiento de la palabra dada, con la aplicación de la honradez, con la dignidad y la integridad. Una persona no puede sentirse digna si no cumple con la honestidad, la honradez, el honor, la integridad, el auto-respeto, la verdad, la rectitud… son principios imprescindibles cuya falta de respeto y cumplimiento impiden la integridad que se asocia a la dignidad. Cualquier ataque a alguno de los pilares básicos citados nos obliga a su defensa inmediata y firme. Una persona sin dignidad no es una persona completa. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL No prestamos una atención suficiente a defender nuestra dignidad cuando es atacada, ni dedicamos la atención que requiere situarla en el pedestal de las cosas importantes que tenemos que proteger, ni la valoramos en su justa medida. Si hay algo que tenemos que preservar, honrar y hacer que los demás respeten y honren, es la dignidad personal. Si hay algo que es nuestro tesoro, es nuestra valía como seres humanos, lo puro, lo respetable, lo digno, lo intachable, es la dignidad personal. Es un sello de distinción que Dios nos otorga. Algo que merece consideración y devoción y cuidado. Es el máximo respeto que nos merecemos y hemos de exigir. RESUMIENDO La dignidad es un asunto que no tiene nada que ver con la condición personal, ni con el estatus, ni con el valor social. Es universal y le corresponde a todas y cada una de las personas del mundo. Y a todos nos corresponde respetar la ajena y exigir el respeto a la nuestra. Es una de las cosas más valiosas que tenemos: la posibilidad de sentirnos dignos. Es algo en lo que nos hemos de mostrar irreductibles: en la defensa de nuestra dignidad. Es lo más decente que hay en nosotros y lo que debemos mantener intachable e inmaculado. La persona que carece de dignidad, o que siente que la suya no es respetada por los otros, carece de la integridad que hace que uno se sienta completo, satisfecho, con Paz Interior. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO 56 – EL PERDÓN - PERDONAR Este es el capítulo 56 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Perdonarse a sí mismo sí es un buen ejercicio de perdón”. “¿Perdonar? ¿Hay algo que perdonar? ¿Has permitido que algo te ofenda? Perdonar, no. Comprender y aceptar, sí”. “A perdonar se aprende practicando, y practicando, y practicando…”. “El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió”. (Madre Teresa de Calcuta) “Solamente aquellos espíritus verdaderamente valerosos saben la manera de perdonar. Un ser vil no perdona nunca porque no está en su naturaleza”. (Laurence Sterne) “La sanación interior total solo puede ocurrir cuando perdonamos a aquellos que nos han herido, cuando les entregamos por completo nuestras heridas”. "El perdón, ciertamente, no surge en el hombre de manera espontánea y natural. Perdonar sinceramente en ocasiones puede resultar heroico. Aquellos que se han quedado sin nada por haber sido despojados de sus propiedades, los prófugos y cuantos han soportado el ultraje de la violencia, no pueden dejar de sentir la tentación del odio y de la venganza. La experiencia liberadora del perdón, aunque llena de dificultades, puede ser vivida también por un corazón herido, gracias al poder curativo del amor, que tiene su primer origen en Dios-Amor. La inmensa alegría del perdón, ofrecido y acogido, sana heridas aparentemente incurables, restablece nuevamente las relaciones y tiene sus raíces en el inagotable amor de Dios". (Juan Pablo II, l-l-97) "¿Quieres ser feliz un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz toda la vida? Perdona". (Henri Lacordaire) “Entonces se acercó Pedro a decirle: “Señor, si peca mi hermano contra mí, ¿cuántas veces lo perdonaré?, ¿hasta siete?” Jesús le dice: “setenta veces siete” (otras versiones dicen “No te digo siete, sino hasta setenta y siete”) (Mateo 18, 21-22) "Un conocido teólogo escribió que “Los santos, muchas veces al rezar tartamudeaban. Este tartamudeo es más agradable a Dios que las frases retóricas, por más bellas y brillantes que puedan ser”'. Muchas veces nos cuesta pedir disculpas a nuestros amigos, compañeros... por un mal acto que hemos cometido. Pedir perdón por una mala acción es la forma más poderosa de demostrar nuestra humildad y honestidad. Sería interesante que hoy recordaras a aquellas personas con las cuales mantienes una enemistad por culpa tuya. ¡Reconcíliate con ellas con palabras fáciles y honestas y si hace falta tartamudea! Hay una frase increíble que te ayudará a pensar: “El perdón de las flores es tan bonito que llegan incluso a perfumar a aquél que las aplasta con la mano”. (Anónimo) “Perdonar no es olvidar, es recordar sin dolor, sin amargura, sin la herida abierta; perdonar es recordar sin andar cargando eso, sin respirar por la herida, entonces te darás cuenta que has perdonado.” (Anónimo) “Se dice que el perdón libera. Justamente, considero todo lo contrario: primero debo estar libre para luego perdonar”. (Jorge Antognazza) Visto desde un punto de vista absolutamente loco –pero que tiene su lógica-, perdonar es un acto de orgullo y soberbia. Es creerse más sabio que el otro, por encima, con poder, con la sensación -que sólo es una sensación-, de ser más o mejor que el otro y superior, y por ello se cree en condiciones de superioridad para, en un acto de falsa magnanimidad, otorgarle el perdón. TAMBIÉN ES UN ACTO DE ORGULLO Y SOBERBIA NO PERDONAR. Perdonar es casi necesario, y no sólo por el otro, sino por uno mismo. Y generalmente se hace difícil perdonar del todo. A veces se nos aparece un recuerdo –o directamente una imposición- de esa caridad cristiana por la cual se debe perdonar, pero hacemos solamente el gesto, lo decimos fingiendo que es de verdad, aunque casi siempre se queda en la forma externa para quedar bien. El refranero y la tradición popular nos surten de frases relacionadas con ello: “No olvido ni perdono”, “Yo perdono, pero no olvido”, “Olvidar es perdonar y si perdonas olvidas”, “Ama, perdona, y olvida”, “Perdono al que me ha ofendido pero la ofensa no la olvido”… un buen surtido para poder encontrar una que se parezca a lo que uno piensa y con la que sentirse a gusto ya que confirman nuestra teoría. Palabrería. Generalmente, salvo que actúen intencionadamente de mala fe, la gente se comporta como su educación y las circunstancias de su vida le han enseñado a comportarse, y son más víctimas que verdugos. Sin duda, nosotros, en la misma situación y particularidad del ofensor, habríamos actuado exactamente igual y hubiésemos hecho exactamente lo mismo. Y esto conviene tenerlo MUY CLARO antes de juzgar y acusar a los otros. Desde nuestra condición y nuestro punto de vista hubiésemos procedido de otro modo, por supuesto, pero los otros no están en nuestra situación y sensibilidad, por tanto no hay más opción que verlo desde su situación para poder comprender, y de algún modo justificar, sus actuaciones. Si un delincuente atraca a una persona, se producen dos puntos de vista distintos del mismo hecho. El atracado dice que ha estado mal porque le han sustraído sus pertenencias; el atracador dice que ha estado bien porque ha incrementado su patrimonio. Decía con gran sabiduría Tony de Mello: “Si no condenaras a nadie, nunca tendrías necesidad de perdonar”. Pero es seguro que en muchas ocasiones nos condenamos a nosotros mismos con castigos excesivos e innecesarios. Las auto-críticas son continuas como desaprobación por lo que llamamos nuestros errores; el menosprecio con su consiguiente bajada de la autoestima es bastante habitual, el auto-enfado no nos sirve más que para acrecentar la distancia entre los yoes, entre nuestro Ser y nosotros mismos; la apatía implícita en ese “para qué hacer algo más si también me voy a equivocar”, o en reproches similares. Y todo eso, que se deriva del no comprendernos y no aceptarnos, se vuelve contra nosotros y mientras dura ese enfurruñamiento, volvemos a perder un tiempo precioso de armonía y afianzamiento, y damos un paso atrás en el proceso de acercamiento e integración. Todos esos fallos o errores no son más que las lecciones que nos da la vida, ya que no nos las dieron en casa ni en la escuela, y por eso no podemos exigirnos hacer bien algo que nadie nos ha enseñado a hacer bien. Si a pesar de lo leído seguimos insistiendo en el acto de perdonar desde la prepotencia (porque no me refiero al acto puro y sincero de perdonar), hagámoslo, pero tratemos de que ello sea fuente de satisfacción. No por el hecho de perdonar, sino por apreciar que nos hemos dado cuenta de la situación o motivos del otro, y hemos sabido ponernos en su lugar, y hemos podido comprender y aceptar. VISTO DE OTRO MODO Perdonar no es lo mismo que justificar, excusar u olvidar. Perdonar tampoco es lo mismo que reconciliarse. La reconciliación exige que dos personas que se respetan mutuamente, se reúnan de nuevo. El perdón es la respuesta moral de una persona ante la injusticia que otra ha cometido contra ella. El perdón permite liberarse de todo lo soportado para seguir adelante. Cuando perdonamos, reconocemos el valor intrínseco de la otra persona a pesar de su mala actuación. El perdonar no borra el mal que se ha hecho, no quita la responsabilidad al ofensor por el daño causado ni niega el derecho a reclamar justicia a la persona que ha sido herida. Perdonar es un proceso complejo. Es algo que sólo nosotros mismos podemos hacer. Paradójicamente, al ofrecer nuestra buena voluntad al ofensor, encontramos el poder para sanarnos. Al ofrecer ese regalo a la otra persona, nosotros también lo recibimos. ATENCIÓN El perdón no es necesario cuando la ofensa no existe. La ofensa no existe cuando no ha habido mala intención. En algunas ocasiones puede quedar la duda acerca del propósito que ha puesto la otra persona en el hecho que nos ha perjudicado, y en ese caso conviene reflexionar muy bien, y muy claramente, sobre ese propósito. El único perdón absolutamente sincero y auténtico, es el que se produce cuando uno se da cuenta de que no hay nada que perdonar. POR SI NO LO SABES "Pedir perdón no es lo mismo que disculparse, porque disculparse es excusar los motivos por los cuales uno ejecutó una acción con el objeto de que la persona afectada por ella pueda comprenderla. Pedir perdón es asumir la totalidad de nuestra falta, con todo, y sentir todo el mal que produjo; decir que aunque no puedas repararla del todo, te produjo dolor la acción, lo sientes, estás arrepentido y quieres de vuelta procurar lo bueno... La estatura humana del perdón por ello es mucho más alta y propia de los grandes, y necesaria en los cristianos porque hemos sido perdonados desde antes de existir, y así como perdonemos se nos perdonará". (Del libro El perdón, de C.S.Lewis) SOLUCIONES O SUGERENCIAS Perdonar implica renunciar a la venganza y al rencor. Perdonando, uno se deshace de los pensamientos y sentimientos negativos que pudiera albergar contra otra persona. Perdonar, por tanto, libera. En el perdón hay Paz Interna. Estar enojado con alguien es incómodo. Crea una intranquilidad interna que se trata de ocultar con la justificación del deseo de venganza, o desde el victimismo y la auto-compasión, pero no tiene nada de positivo y sí mucho de negativo. Los pasos básicos para perdonar son, en mi opinión, comprensión, grandeza personal, humildad… y poner mucho Amor tras los pasos anteriores. Amor al prójimo y Amor a uno mismo. La vida es así o la vida es eso. Hoy ofende el otro y mañana lo haces tú. Hoy se equivoca el otro y mañana te equivocas tú. Así que tenemos que estar capacitados para manejarlo bien desde cualquiera de los dos lados. EL PROCESO DEL PERDÓN Tras darse cuenta del daño que uno ha recibido por una ofensa, es conveniente una reflexión: ¿me duele a mí –como persona, como Ser- o le duele a mi ego? Si me duele a mí debo dejarlo diluirse inmediatamente para pasar a la siguiente fase del proceso de perdón, para eso está la comprensión. Si le duele a mi ego… debo reflexionar nuevamente para entender lo absurdo de la situación y para quitarle al ego el poder de inmiscuirse en mis asuntos. Lo siguiente es deshacerse de todos los posos de rencor o de enojo que podamos tener acumulados. No nos pertenecen, no van con nuestro modo de ser, no nos representan. No somos esa persona dominada por el resentimiento, ni quien opta la venganza en vez de por el Amor. La empatía es necesaria para el siguiente paso. Hay que ser capaz de identificarse con el otro y ponerse en su piel y sus circunstancias, porque eso lleva inevitablemente al conocimiento interno del otro y hace más fácil comprender al otro. Perdonar es dar otra oportunidad, es confiar en el otro. Todos –porque posiblemente alguna vez seamos nosotros los necesitados de ser perdonados- nos merecemos otra oportunidad. RESUMIENDO Perdonar es comprender. Perdonar es aceptar. ¿Qué ganas no perdonando? Si no perdonas te estancas en una actitud de soberbia y orgullo que no es buena ni siquiera para ti. Esa obcecación en mantener la distancia emocional con el otro no te permite relajarte, sino que te mantiene en una tensión altanera y arrogante que, lejos de hacerte sentirte superior al otro, te menosprecia en lo humano y te rechaza en lo divino. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO 55 – LOS PROBLEMAS Este es el capítulo 55 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos.” (Henry Ford ) “Los problemas son para resolverlos”. “Si tienes un problema y no tiene solución, ¿para qué te preocupas? y si tienes solución, ¿para qué te preocupas?” (Proverbio chino) “Todos los problemas proponen un aprendizaje. Resuélvelos, y una vez resueltos, quédate con el don que te aportan”. “Si nos acercamos demasiado al problema, éste influirá de tal modo en nuestra percepción que hará imposible toda imparcialidad; en tal caso, empezaríamos tratando de resolver el problema antes de haberlo comprendido realmente y de haberlo visto en su conjunto. Una gran parte del sufrimiento de la humanidad se deriva de esta tendencia que está presente en todos nosotros.” (Jacob Needleman) “Enfrentarse, siempre enfrentarse, ese es el modo de resolver el problema. ¡Enfrentarse a él!” (Joseph Conrad) “No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos.” (Albert Einstein) “El optimista es una parte de la respuesta. El pesimista es siempre una parte del problema.” (Anónimo) “Un problema deja de serlo si no tiene solución.” (Eduardo Mendoza) En este capítulo, cuando me refiero a “problemas”, son exclusivamente los de tipo humano o espiritual, no a un interruptor que no funciona o un coche que no arranca. “La mayoría de las personas desperdician una gran parte de su tiempo en preocuparse por problemas que nunca han sucedido y que posiblemente nunca lleguen a suceder”. Eso acarrea inquietudes, miedos, desasosiegos, inseguridades, preocupaciones… y todo ello es evitable e innecesario. Es muy importante tener esto muy claro, porque saber que la mitad de los asuntos que llamamos problemas no son problemas, sino inconvenientes, complicaciones, o asuntos molestos -todos asuntos muy leves, sin ninguna complicación ni trauma incorporado-, pero que no son problemas, nos puede evitar muchos malos momentos. Nos gustan las cosas cómodas y nos desagradan las dificultades, aunque estas sean breves, por eso cualquier cosa que podamos encasillar como “problema” nos resulta fastidioso y nos pone nerviosos o de mal humor, y eso es sólo el comienzo de un proceso de auto-destrucción, de mal humor, enfado, bajada de autoestima, nerviosismo, preocupación, etc., por no querer comprender que eso desagradable que está pasando es algo que conviene más resolver que quedarse estancado en la búsqueda del culpable. LOS PROBLEMAS DE LO OTROS SON DE LOS OTROS Los problemas, los auténticos, pueden ser ajenos o propios, aunque se interrelacionan en numerosas ocasiones, porque a veces nos hacemos cargo de los problemas de los demás (incluso aunque no nos lo hayan pedido…) y nos creemos una especie de superman o superwoman con superpoderes para solucionar los asuntos del mundo entero y todos sus habitantes, junto con una caridad cristiana mal entendida, y eso nos empuja a querer ayudar al prójimo. Al prójimo hay que dejarle que viva sus propias experiencias y que resuelva sus problemas, porque todo problema lleva implícita una lección y esa lección es personal, y la enseñanza que contiene es para quien lo resuelve. Al prójimo hay que dejarle que decida su propia vida y escoja sus propios sufrimientos. Resolver los problemas de los demás, cuando no nos lo han pedido, es un modo de menosprecio hacia ellos; es como decirles “tú no vales”, “tú no sabes resolver”, “voy a hacerlo yo por ti”, pero, además, es un acto orgulloso en el que estamos diciendo “yo sí sé”, “yo sí puedo resolverlo y lo voy a hacer”. Se convierte en una sobreprotección que no es adecuada. Amar al prójimo, sí. Ayudar al prójimo… depende. Una cosa hay que tener clara por encima de lo que queramos hacer por los demás: los problemas de los demás, son los problemas de los demás. Suyos. Si alguien nos pide que le ayudemos con un problema personal y creemos estar capacitados para ayudarle de algún modo, podemos y debemos hacerlo, pero no tomando la decisión de lo que el otro tenga que hacer, sino simplemente orientando, exponiendo una opinión, sugiriendo, ofreciendo nuestro punto de vista, pero dejando siempre que sea el otro quien tome la decisión, quien asuma su responsabilidad. Hay que sentirse en paz con esta actitud y no auto-flagelarse porque nunca sabremos si lo mejor para el otro es, precisamente, que a nuestro parecer se equivoque, lo que le puede o debe aportar una posterior experiencia. Respetar las decisiones del prójimo posiblemente sea uno de los mandamientos que quedaron sin escribir. DESDE UN PUNTO DE VISTA KÁRMICO Desde un punto de vista kármico, uno ha preparado que en esta vida se vayan presentando una serie de situaciones-problemas para aprender a resolverlos y de ese modo continuar su camino de perfeccionamiento. Si nosotros nos entrometemos pretendiendo evitarle “el problema”, estamos entorpeciendo su evolución. O sea que mejor no jugar a ser Dios ni pretender arreglar el mundo de los demás. Una vez escuché contar que en ciertas zonas de la India, donde creen firmemente en la rueda de las reencarnaciones, si una persona era atropellada y quedaba grave, nadie le auxiliaba porque creían que estarían entorpeciendo su experiencia kármica. LOS PROBLEMAS Y LA AUTOESTIMA Muchas personas no toman sus propias decisiones porque presuponen que serán equivocadas, y se tienen miedo a sí mismas porque son injustas y crueles en el propio auto-castigo por lo que denominan errores. En muchos casos, equivocarse en una decisión conlleva una tristeza o una depresión seria, la bajada de un metro en el nivel de autoestima, una larga temporada en que uno no se saludará ni en el espejo, un monólogo interminable de reproches, miedo a tener que tomar más decisiones… A esas personas les resulta más cómodo que sea otro quien las tome por ellas, porque de ese modo le queda la opción de culpabilizar a ese otro de haberse equivocado. “Yo no tengo la culpa, yo hice lo que me dijeron…” pueden decir. La responsabilidad de la vida es personal de cada uno, y esa responsabilidad no se debe delegar. En cuanto a los problemas propios, hay que encararlos, nunca negarlos ni evitarlos, pero con optimismo –que es nuestro mejor aliado-, con amor y voluntad -también buenos aliados”, y con decisión y la conciencia tranquila de que uno está haciendo en ese momento lo que cree que debe hacer y del modo que considera correcto. Nunca tomamos decisiones que creemos serán la peor, o que irán en contra de nosotros y nuestros intereses, sino que actuamos de acuerdo con nuestras circunstancias, nuestras posibilidades, nuestra mejor voluntad, o nuestra educación y conocimientos. Unas veces seleccionamos la mejor respuesta y otras veces la única que se nos ocurre. Si después se demuestra que el resultado no es bueno, desde ese punto de vista, posterior a los hechos, con las nuevas experiencias adquiridas, o la nueva situación personal, no se debe juzgar nunca, y aún menos condenar, a uno mismo por la decisión que tomó. Nadie, ni siquiera uno mismo, tiene derecho a juzgar a sus cincuenta años, con la mentalidad y los conocimientos de esos cincuenta años, a quien fue con veinte, con treinta, o con cuarenta y nueve años y once meses y medio. Uno sólo tiene derecho a juzgarse a sí mismo desde el instante en que es consciente de algo, y en el caso de que a partir de ese entonces actúe en contra o sin respetar ese algo del que ahora sí es consciente. SOLUCIONES O SUGERENCIAS ¿Cómo se pueden resolver los problemas? Conviene dejar en manos del Yo que sabe observar lo que llamamos el problema, que quizás no sea tal cosa, y que él actúe en el modo que mejor corresponda. Hay muchas técnicas que se pueden usar. Una de ellas, bastante eficaz y sencilla, es imaginarse a uno mismo sentado, y visualizar que una imagen de nosotros se duplica, sale de nuestro cuerpo, se sienta frente a nosotros, y nos cuenta qué es lo que le pasa. Podemos ir haciendo preguntas, para saber qué siente, o cuál es su preocupación, pero no juzgarle. Sólo escuchar. Después, uno reintegra a su “doble” en sí mismo y… ahora comienza la parte complicada, porque nos acabamos de enterar con más claridad de cuál es problema. Desde ese desapego de ver el problema en otro, y no sentirse involucrado ni afectiva, ni económica, ni emocionalmente, es más sencillo tener la objetividad de valorar las cosas en su exacta medida. Es ahora cuando hay que aplicar la solución que hayamos descubierto mientras el otro yo nos contaba nuestro problema. Ahora es cuando comienza la responsabilidad: ya lo sé y sé que soy quien tiene que resolverlo. Para esta práctica conviene que sea el Yo Observador quien se quede sentado, y que sea el yo confundido quien vaya a la silla de enfrente y cuente su revoltijo. Hay una variación para quien le resulte difícil la anterior, y es imaginar que el problema es de otro, que sea otra imagen la que se sienta enfrente, y pedirle que nos lo cuente. Es lo mismo que hacemos cuando una persona nos relata su problema. Como no estamos implicados en él, tenemos la objetividad suficiente como para verlo con claridad, sin sus nervios y preocupaciones, y podemos decirle nuestra opinión. Sólo nuestra opinión, porque la tendencia del que tiene el problema es preguntar: ¿tú qué harías en mi lugar? La respuesta –cuando nos pregunten- es sencillísima y absolutamente igual en todos los casos: “yo haría lo mismo que tú. Si yo estuviera en tu situación, con tu educación y tus circunstancias, con tu edad y tus inquietudes, haría exactamente lo mismo que tú. Ahora, si la pregunta es qué haría yo en tu lugar pero sin dejar de ser yo mismo, mi respuesta es…” y uno dice su opinión. ATENCIÓN Problemas vamos a tener siempre, para qué negarlo. Estamos condenados, de momento, a convivir con ellos. Se van a presentar más de los que desearíamos, y más a menudo. Tenemos que ver qué hacer con ellos, si dejarnos aplastar por su pesadez y su tiranía, o si estamos dispuestos a enfrentarnos a ellos y tratar de eliminarlos o, cuanto menos, quitarles las espinas y el veneno, y diluirlos para que no duelan. Mejor dicho, para que no nos descentren de nuestro punto de orden y equilibrio. Ya lo hemos visto antes: si hay un problema, y su resolución depende de nosotros, primero reconocerlo; después solucionarlo. ¿Y si no tiene solución el problema? En los que no depende de ti el poder resolverlos, porque tú no eres quien lo ha provocado sino el afectado, puedes conseguir que te perturben más, menos, o nada, y esto sí depende de ti. Si depende de ti y no has conseguido la solución óptima, tendrás que aplicar la segunda mejor opción, y seguir atento al problema por si cambia alguna cosa o aparece la buena. ¿Estás dispuesto a convivir con el problema hasta que se resuelva? La aceptación te evitará mucho sufrimiento. Reconoce que tienes que convivir con él una temporada y no permitas que afecte al resto de situaciones de tu vida. RESUMIENDO A raíz de todo lo expuesto, espero que queden claras dos cosas: que muchos de los denominados problemas no lo son (y por tanto no hay que tratarlos como tales), y que eres responsable de tus problemas, que tienes que resolverlos tú, y que no debes afligirte porque otra persona decida afligirse por sus problemas. Hay que resolverlos. De nada te sirve seguir sufriendo por ellos durante más tiempo. Antes o después tendrás que hacerlo. Mejor, antes. No existe nadie mejor que tú para resolver tus problemas. Tienes que confiar en esto. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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TODOS TENEMOS UNA MISIÓN SAGRADA VIDEO: En mi opinión, desde siempre hemos hecho una diferenciación entre los “humanos comunes” y los seres que han sido enviados con una misión especial. Nosotros estamos, por supuesto, en el lado de los humanos comunes. Pero sólo porque es el más cómodo. No es cuestión de humildad ni de modestia, sino de auténtica comodidad. Se vive muy bien en la falta de responsabilidades. Decir que todos tenemos una Misión Sagrada es una afirmación que preferimos catalogar de tontería o de imprudencia, porque aceptarla implicaría un compromiso que, creemos, nos quedaría muy grande. Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) instagram: https://www.instagram.com/franciscode... twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1 Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es Correo electrónico: [email protected] Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Todos los videos publicados los tiene aquí: https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
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CAPÍTULO 54 – LOS MIEDOS Este es el capítulo 54 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “El miedo no es algo innato, sino algo aprendido”. “No hay nada peor en la vida que perderla por miedo a vivirla”. “Vivir con miedo es vivir a medias”. “Todo miedo siempre es una amenaza a lo que uno cree ser o a lo que uno quiere llegar a ser”. (Antonio Blay) “Los miedos, en algunas ocasiones, son mecanismos de autodefensa”. “Los miedos son cárceles imaginarias. Escápate”. “Cualquier cosa que el hombre gane debe pagarla cara, aunque no sea más que con el miedo de perderla”. (Friedrich Hebbel) “El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal”. (Aristóteles) “El miedo es el más ignorante, el más injurioso y el más cruel de los consejeros”. (Edmund Burke) “El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”. (Tito Livio) “Hay una manera de vencer el miedo y es cultivando la paz interior”. (Lama Gangchen) “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo... del miedo al cambio.” (Octavio Paz) “Nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo”. (Publio Siro) “Quien vive temeroso, nunca será libre”. (Quinto Horacio Flaco) “El miedo se tiene, la cobardía se elige”. Miedo, en el Diccionario: recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea. Angustia por un riesgo o daño real o imaginario. Aunque haya una serie de miedos ya definidos y contabilizados, yo creo que hay tantos tipos de miedos como de situaciones y de personas. El miedo es una emoción caracterizada por una intensa sensación desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Pero es solamente una emoción, no algo real y con entidad. Su función es paralizarte con la intención de protegerte, aunque no siempre lo utilizamos correctamente y le permitimos asumir funciones que no le corresponden. Tu función es enfrentarte a él y derrotarle. Eso sí, es un enemigo irrazonable, o sea que no le podrás convencer con un diálogo racional. También es un enemigo muy duro. De algunos combates saldrás tocado; de otros, invicto y más fuerte, claramente satisfecho y con un premio. Lo que debes tener claro es que has de conocerlos, aunque no te gusten; que no puedes negarlos, porque así no es como desaparecen; que tienes que saber dónde están alojados, que son irreales, cómo tratarlos, cómo deshacerte de ellos… Sabes que “viven” en la mente. Es por tanto una irrealidad que permites que te asuste como si fuera real; no es más que una emoción que, como tal, puede ser conocida y controlada. No es cierto ese miedo tan habitual llamado el “miedo a lo desconocido”: el miedo que se produce en ese caso es a dejar o perder lo conocido. Parece que es lo mismo, pero el modo de sentirlo, y de llegar o no a sufrirlo, es distinto. No te confundas con lo que se llama el “miedo a lo desconocido”. Por el mismo hecho de ser desconocido no debiera darte miedo. Entiendo que te pueda dar miedo abrir una puerta si sabes que al otro lado hay un perro loco rabioso suelto, pero si no sabes lo que hay detrás… ¿cómo puede darte miedo? ¿Y si confundes el miedo a perder algo con el deseo de no desapegarte de ese algo? Esto tienes que saber distinguirlo para saber cómo afrontarlo. Si averiguas que, por ejemplo, crees que tienes miedo a enamorarte de otra persona, tendrás que averiguar primero si tras esa idea se esconde un miedo a perder los derechos, privilegios, o incluso la soledad y los llantos, que te aportan el hecho de estar solo. MIEDO A SER UNO MISMO Sientes “miedo” ante los cambios, pero aún más ante el Gran Cambio. Ante lo que te has propuesto cambiar, que se refleja en volver a Ser Uno Mismo. El Sí Mismo, y las fuerzas del superconsciente, son energías tan fuertes que movilizan miedos en las personas. El personaje que cada uno es se siente cómodo en lo conocido y cuando siente que algo le puede desplazar de esa situación de confort, aunque sea para su propio bien, crea bloqueos. Uno intuye que el Sí Mismo le va a aportar una videncias y unas vivencias que le van a obligar a cambiar todo aquello sobre lo que se sustenta, y ante ese temor a lo desconocido, desconocido por inexplorado, prefiere quedarse como está, aunque no esté bien. El proceso de Ser Uno Mismo se puede aplazar, pero es inevitable y mientras más se aplace más tardará uno en disfrutar de sus ventajas mientras que se mantiene en los inconvenientes. En un proceso de auto-descubrimiento van a aparecer todos los miedos: los ya conocidos y muchos otros que no podías ni sospechar. Que no sean un obstáculo o freno para seguir adelante. Porque tienes que seguir adelante. MIEDOS ANTIGUOS Otros miedos pueden ser explicables, como los miedos por haber sufrido anteriormente una experiencia similar. Por ejemplo, si alguien tiene un accidente con un coche es lógica una cierta aprensión a volver a montar de nuevo; puede presuponer que se podría volver a repetir toda la desagradable experiencia. Se podría razonar y hablar de estadísticas de accidentes y del tanto por ciento de posibilidades de que vuelva a suceder, pero la sensación que se asocia a las heridas, a la sangre derramada, a la convalecencia, superará, durante bastante tiempo, al poder de las palabras. Este es un miedo racional, pero hay muchos otros que son irracionales. La mayoría de los miedos infantiles provienen del período en que se debería haber producido la buena educación, de aquel momento en nuestra infancia en que nos hablaron “del coco” o “del hombre del saco”; en el caso de la niñas, del peligro que tenían los hombres, que podían violarlas o dejarlas embarazadas y estropearles el resto de la vida. Podríamos hablar del miedo al porvenir, del miedo a quedarse sin trabajo, sin casa, sin alguien… aunque el día de hoy sepamos que no tienen sentido, lo muy cierto es que se nos quedó en el inconsciente el miedo y actúa sin que nos enteremos, rigiendo y perjudicando algunos de nuestros actos. Esto no quiere decir que los tengas que seguir sufriendo el resto de tu vida, sino que, conociendo el origen, puedes y debes resolverlos. TIPOS DE MIEDOS: Este es un resumen básico de tipos que admiten varias subdivisiones. A LA MUERTE, que proviene del instinto de conservación. A LA SOLEDAD, tiene que ver con la sensación de ser seres incompletos; de no sentirse a gusto consigo mismo y tener la necesidad de estar acompañado; A SENTIRSE UN INDIVIDUO SEPARADO DEL RESTO, y esto lleva a buscar apoyo y seguridad en la compañía de los demás. A NO SER RECONOCIDOS Y VALORADOS por lo que creemos que valemos: es la expresión de la necesidad de autoafirmación. A LO DESCONOCIDO Y MISTERIOSO. VISTO DE OTRO MODO En este proceso de búsqueda que hemos iniciado nos van a aparecer todos los miedos y vamos a tener que enfrentarnos a ellos, porque su función es frenarnos y eso no lo debemos permitir. Son un duro enemigo y esto hay que saberlo de antemano. Son irrazonables, también hay que saberlo, y por muchas palabras y explicaciones que usemos no van a querer escucharnos. Nos tendremos que poner el traje de caballero y la armadura, y empuñar la espada invicta. Nos enzarzaremos en mil lides, y de algunas saldremos dañados; de otras, más fuertes; de otras, vencedores y con el orgullo rebosante. No va a ser fácil, y no es que pretenda asustar, pero no avisártelo sería engañarte. Lo que se debe hacer es conocer los miedos, no negarlos, saber sus puntos débiles, que los tienen, cómo tratarlos, dónde se alojan, cuándo no son reales… Lo que no se debe hacer es luchar contra el miedo, porque no se puede luchar contra algo que no existe (aunque sí se padezca) y el miedo no tiene existencia real. La única forma de eliminar el miedo es hacer desaparecer la causa que lo produce. Y esto significa desarrollar el Yo Experiencia del todo. La solución está en obligarse a expresar todo lo que queda dentro pendiente, obligar a salir todo lo que está destinado a salir, en dar paso a la vida, dejar libre la circulación, y no retener nada de lo que por su naturaleza es dinámico. SOLUCIONES O SUGERENCIAS Uso correcto de la mente: Reflexión y persuasión. Transmutación de las emociones. Explorar el inconsciente y sacar lo oscuro a la luz. No solucionan, pero son otras alternativas: Actividades físicas y deportivas. Humor. Dirigir la imaginación a otros puntos. Cultivas emociones positivas y dinámicas. Sugestiones y afirmaciones. POR SI NO LO SABES Cuidado con el miedo llevado hasta un extremo descabellado, ya que se convierte en fobia (temor irracional compulsivo). Y es un asunto grave. De un modo más o menos directo, los miedos nos proporcionan una parte de estos asuntos: Complejo de inferioridad – cuando procedo por debajo de mi Yo Idea, de lo que mi Yo Idea exige de mí en el mundo. Es una insuficiencia en el modo de vivir respecto a la idea o el ideal que he formado de mí mismo. Timidez – incapacidad para participar en la vida social, aunque se desee hacer y se sepa cómo. Inseguridad – falta de conocimiento pleno y poca confianza en sí mismo. Angustia – se produce cuando las circunstancias externas o propias se oponen a la realización del Yo Idea. En este caso se desarrolla una actitud de hostilidad contra el ambiente o contra sí mismo. Ansiedad – es un componente de la angustia. Se aflige el ánimo y produce un malestar físico que no consiste en un dolor. Depresión – por la incapacidad que se siente de no poder vencerlos y por sentir su trágica influencia. Tristeza – compasión y pena por uno mismo. Apatía – los miedos paralizan y quitan las ganas de seguir. Tensión – no se vive tranquilamente. Contradicción interior – uno no quiere tener miedos pero los tiene. Pesimismo – uno piensa que nunca les va a vencer. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Los miedos están basados en parte en la ignorancia y el error. MIEDO A LA MUERTE – la muerte no existe. Cuando muere el cuerpo pasamos a una vida mejor. Y cuando estemos muertos nada de lo que nos importa ahora nos importará. MIEDO A LA SOLEDAD – se resuelve fomentando la comunicación con Dios, con la Vida, con el Sí Mismo, con el Amor Espiritual, y con los amigos. La soledad no está cargada de pesimismo como queremos pintarla: en todo momento formamos parte de la comunidad que es la Humanidad, y de lo Supremo. MIEDO AL FRACASO – es necesario reconocer nuestra naturaleza espiritual, y confiar en nuestros poderes latentes. MIEDO A LO DESCONOCIDO Y AL FUTURO – evitar la tendencia a pintar el futuro de negro, que nunca llega a ser tan negro. Con los pensamientos negativos, y las pre-ocupaciones, por la fuerza de la capacidad creadora de la mente podemos propiciar que acaben sucediendo los más funestos pensamientos. Promover la fe en que lo Superior nos cuidará para que no tengamos que soportar cosas realmente graves, y en nuestras capacidades para resolver lo que suceda, sea lo que sea. Desarrollar la sabiduría, que es capaz de separar lo que son sólo supersticiones, prejuicios, pensamientos negativos, pesimismo… de la realidad, que nunca es tan mala como se imagina. POR SI NO LO SABES ¿Dónde vive el miedo? En la mente. Por eso, vuelve a ser otra de esas irrealidades en las que creemos firmemente. Es una sólo una emoción que podemos controlar; es una barrera que debemos conocer para que no nos detenga. SÓLO HAY QUE TENER MIEDO A NUESTRO PROPIO MIEDO. El miedo no es más que una idea de negación que se expresa a través de lo emocional, porque hay una pérdida de confianza en nuestros propios recursos para afrontar situaciones concretas que percibimos como peligrosas contra nuestras normas o nuestra integridad. Cuando en el miedo existe una relación con nuestro cuerpo se puede asociar al dolor y hasta podría ser razonable: miedo a accidentes, a violencia física, a maltratos, a violaciones… TRABAJA TÚ ¿A qué tienes miedo? ¿Por qué? ¿Es un miedo real o imaginario? ¿Realmente tienes miedo o te han hecho creer que tienes que tener miedo? ¿De qué te sirve? ¿Te paraliza y te estanca? ¿Te ayuda en tu evolución personal o espiritual? ¿Estarías mejor sin ese miedo? ¿Comprendes su inutilidad y que es un freno? ¿Puedes deshacerte de él? RESUMIENDO Este es un asunto serio. Aunque teóricamente se pueden desmontar los miedos, y mediante la lógica descubrir que no tienen el poder que les otorgas, la verdad es que afectan, y mucho. Si no eres capaz de resolverlos, te recomiendo que te pongas en manos de un especialista que te pueda ayudar a resolverlos, porque te van a atenazar y frenar en el Desarrollo Personal y Espiritual en el que estás, donde el crecimiento y el optimismo han de ser el tono habitual. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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LA NIÑA Y EL DESTINO La niña guardó los juguetes, ordenados, dejó durmiendo a sus muñecas, impecables las mantitas, su cocinita en perfecto orden de revista. Salió a la calle siguiendo el camino de una llamada que la atraía como imán. La niña llegó al infinito, donde mana la voz del destino que la llamaba para comenzar el siguiente tramo: el de ser mujer. La niña nunca más despertó a sus muñecas. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 52 – LAS CUALIDADES DE LAS PERSONAS Este es el capítulo 52 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. Esta no es una lista completa de todas cualidades de las personas, pero sí es un punto de partida para trabajar en descubrir cuál es el estado personal actual frente a cada uno de ellas. A partir de situarse objetivamente, es cuando comienza la segunda parte del trabajo que consiste en desarrollarlas y fomentarlas. Para ello te sugiero que te entretengas en cada una de ellas. Que las revises con tranquilidad. Que te veas a ti mismo en cada uno de ellas. Que reflexiones… y que decidas. Te recomiendo que tengas a mano algo donde poder escribir los descubrimientos que vayas haciendo y las decisiones que vayas tomando. CUALIDAD: Elemento o carácter distintivo de la naturaleza de alguien o algo. 1. Honestidad La honestidad es el valor de ser consecuente con la verdad y la corrección de la conducta. Implica respetar al otro y, por ello, respetar sus posesiones, no engañar a nadie y mostrar coherencia entre lo que se predica y lo que se hace. 2. Esperanza La esperanza es considerada una virtud espiritual que se define como la actitud de confianza en el futuro, en medio de las circunstancias presentes menos alentadoras. La esperanza ayuda a la persona a seguir adelante, lo que infunde en otros la misma actitud. 3. Sinceridad La sinceridad es la virtud de decir lo que se siente y piensa sin incurrir en lastimar al otro y ser consecuente con los sentimientos y valores expresados, lo que promueve la confianza entre las personas. 4. Paciencia La paciencia es la virtud de saber esperar el tiempo necesario para obtener alguna respuesta o algún beneficio, sin que el ánimo propio y las relaciones con los otros se vean alterados. En lo que respecta a la paciencia debía a las personas, esta virtud implica respetar el proceso de cada quien, por ejemplo, el proceso de aprendizaje. 5. Flexibilidad La flexibilidad en tanto cualidad humana se refiere a la capacidad de la persona para adaptarse a las circunstancias. Se expresa también en la capacidad para relativizar el rigor respecto de uno mismo o de los demás por medio de la comprensión de las circunstancias. 6. Bondad La bondad es una de las más hermosas cualidades, ya que consiste en la propensión a hacer el bien a nuestros semejantes. 7. Empatía La empatía es la capacidad de las personas para ponerse en el lugar del otro, lo que permite establecer el encuentro y el diálogo respetuoso en busca de soluciones provechosas para todos. 8. Generosidad La generosidad es una virtud relacionada con la bondad, y consiste en la capacidad de compartir lo que se tiene con otras personas de forma desinteresada, sea que se trate de recursos materiales, del tiempo propio o de los conocimientos. 9. Respeto El respeto es una cualidad fundamental para la vida social. Una persona respetuosa es aquella que sabe escuchar y ponderar al otro con consideración, tomando en cuenta su dignidad y valía como persona, independientemente de su origen o condición. 10. Tolerancia La tolerancia es una cualidad de respetar a las personas que expresan pensamientos, opiniones, creencias, estilos de vida o costumbres contrarios a los nuestros. Implica un gran dominio propio y es, en última instancia, la prueba más fidedigna de respeto. La tolerancia, sin embargo, no debe ser confundida con lo políticamente correcto. 11. Templanza La templanza es la capacidad de mantener el dominio propio respecto de los impulsos, instintos y pasiones que pueden ponernos en peligro o dañar a terceros. Una de las dimensiones más importantes de la templanza es que nos protege de los arrebatos de la ira y la rabia. 12. Fidelidad o lealtad La fidelidad o la lealtad son dos cualidades esenciales para la construcción del bien personal y común. Implica actuar con el otro conforme a la confianza depositada, ya se trate de la confesión de una intimidad, del respeto a la relación o de una responsabilidad. 13. Humildad La humildad es una virtud esencial, es la cualidad de reconocer los límites y alcances de uno mismo y hacerse cargo de la igualdad entre las personas, lo que permite un trato horizontal y respetuoso. Una persona humilde tolera mejor las críticas y es capaz de aprovecharlas en beneficio propio. Así mismo, sabe cómo transmitir a los demás sus opiniones y sugerencias. 14. Afabilidad La afabilidad es el trato amable y cordial, que hace a las personas sentirse respetadas y queridas. Es una de las cualidades que más efectos positivos genera en nuestra relación con los demás. 15. Prudencia La prudencia es el don de callar, hablar o actuar solo cuando es necesario, lo que implica un proceso de discernimiento. 16. Compasión La compasión, misericordia o piedad es la capacidad para poder sentir con el corazón del otro, sentir su dolor y sufrimiento y compadecerse. Es una cualidad en la medida en que facilita la justa corrección, el proceso de perdón y la restitución de la paz. 17. Sencillez La sencillez es una cualidad que permite a las personas relacionarse con otras sin pretensiones, pues consiste en la actitud de valorar lo pequeño y lo simple, haciendo de ello una gran fortaleza. 18. Valor El valor es una cualidad de las personas que le permite enfrentar las situaciones difíciles a pesar del temor que estas puedan infundirles. 19. Discreción La discreción es la cualidad de preservar una información delicada que puede comprometer a la propia persona o a un tercero. Se relaciona con la virtud de la prudencia. Las personas discretas son muy valoradas para los cargos de confianza. 20. Solidaridad La solidaridad es un valor y una cualidad relacionada con la empatía, pero no solo implica ponerse en el lugar de otro, sino que implica comprometerse en ayudarle, haciendo propias las necesidades ajenas. Esta cualidad es muy valorada tanto en el orden personal como en ambientes de trabajo en equipo y en ONG’s. 21. Higiene La limpieza y la higiene son también una cualidad importante. Mantenernos aseados denota autorrespeto, cuidado y atención, lo que revierte positivamente en los demás. Además, una buena higiene se asocia a la salud y a la prosperidad. 22. Responsabilidad La responsabilidad es la cualidad de hacerse responsable ante las obligaciones propias, es decir, es ser capaz de responder por los propios actos, palabras y omisiones, atendiendo a las consecuencias. Es la principal cualidad deseable en cualquier ámbito, especialmente en el laboral. 23. Disciplina La disciplina es una cualidad muy provechosa para la persona y su entorno. Consiste en el cumplimiento de programas y rutinas cuya práctica constante promueve el aprendizaje y el desarrollo del máximo potencial de las personas en diferentes áreas (conocimiento, habilidades y destrezas). 24. Proactividad Se llama proactividad a la cualidad de tomar iniciativas y desarrollarlas, lo que demuestra la creatividad y capacidad de emprendimiento de las personas. Es muy favorable en entornos laborales, ya que anticipa los escenarios y brinda respuestas diligentes. 25. Tenacidad Una persona tenaz o dotada de tenacidad es aquella capaz de trabajar con constancia y esmero para lograr sus objetivos, lo cual es una gran cualidad humana. 26. Puntualidad En el ámbito laboral, la puntualidad es una de las cualidades más apreciadas. La puntualidad, que no es otra cosa que llegar a la hora, expresa disciplina y orden, pero especialmente expresa respeto por el tiempo de los demás. 27. Diligencia Se considera que la diligencia, es decir, la rápida respuesta y velocidad en el cumplimiento de un deber o de una tarea pendiente es una cualidad. Se relaciona con otras cualidades como la eficiencia, la eficacia, el orden y la disciplina. 28. Orden y organización El orden es una cualidad, ya que por medio de este, la persona garantiza la organización de sus asuntos. Las personas ordenadas pueden llegar a ser más eficiente en la resolución de conflictos porque mantienen todo al día. El orden en el espacio físico, por ejemplo, crea un ambiente agradable y productivo que mejora la concentración. 29. Esmero El esmero es la cualidad de realizar las tareas necesarias con la mayor dedicación, poniendo en ellas toda la concentración y el respeto, lo que implica el mejor resultado. 30. Prosocialidad La prosocialidad es una cualidad que consiste en promover el bien común en una comunidad o sociedad animando a la participación de todos. Aunque requiere de liderazgo, no pone al líder en el centro, sino que permite que la comunidad sea la que protagonice su proceso. (Tomado de la web https://www.significados.com/cualidades-y-defectos/) Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO 51 – LOS DEFECTOS Este es el capítulo 51 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Yo no sé por qué la gente no quiere reconocer sus defectos; yo lo haría si tuviera alguno”. (Anónimo) “Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes”. (Khalil Gibran) “Por los defectos de los demás el sabio corrige los propios”. (Publio Siro) “Consulta el ojo de tu enemigo, porque es el primero que ve tus defectos”. (Antístenes) “Nuestros defectos son como nuestros olores corporales: no los percibimos y no molestan, salvo a quienes están con nosotros”. (Anna Teresa Lambert) “Cuando percibimos con gran claridad los defectos de los demás, es porque también los poseemos nosotros”. (Anónimo) “Date permiso para no ser perfecto. Nadie lo es y exigirse a sí mismo algo imposible resulta paralizante y antinatural”. “Quien verdaderamente te ama no te juzga, simplemente entiende tus defectos y te ayuda a convertirlos en virtudes”. “Entretenerse en buscar defectos al prójimo es prueba suficiente de no ocuparse apenas de los suyos propios”. (San Francisco de Sales) “No hay hombre sin defectos, sólo Dios es perfecto”. LOS DEFECTOS NO EXISTEN Decía Antonio Blay que los defectos no existen. Decía que sólo existen cualidades que no están plenamente desarrolladas. Llamamos defecto al insuficiente desarrollo de una cualidad. O sea que somos todo cualidades, aunque alguna de ellas no la hallamos llevado hasta su plenitud. Decía que la existencia, aunque parezca mentira, toda ella está hecha sólo de cualidades positivas: Energía, Inteligencia y Amor Felicidad y de eso está hecho el Ser Humano. No hay otra cosa. No hay nada que en sí sea negativo. Llamamos defecto a la insuficiente presencia, o el insuficiente desarrollo, de una cualidad. Cualidades y defectos no son dos cosas distintas: sólo existen cualidades. Los llamados defectos –en el sentido peyorativo de la palabra- sólo son cualidades insuficientemente desarrolladas. Si uno es capaz de comprender esto realmente pasará de una visión dualista –por lo tanto, de dos principios que se enfrentan- a una visión de unidad fundamental. La dualidad es sólo ilusión. Sí existe la luz, que es sustancial. No existe la oscuridad, que es la insuficiente presencia de luz. La oscuridad es la apariencia que toma la insuficiencia de luz. No se puede luchar contra los defectos, porque es algo que no existe, no tiene entidad propia. Sí se puede luchar a favor de lo que sí existe, desarrollando las cualidades hasta su máxima capacidad de expresión. LO MARAVILLOSO DE DESCUBRIRSE DEFECTOS Lo dice el diccionario: son carencias de alguna cualidad propia de algo. Pero las carencias son provisionales y se pueden eliminar. Qué bonita labor te espera, porque sabes que, al final, realmente te aguarda el premio del desarrollo íntegro de una cualidad que ahora no estás disfrutando. Descubrirse un defecto debiera ser un motivo de alegría. Descubrir no es crear algo nuevo, es destapar algo que estaba cubierto, pero que ya estaba; es darse cuenta de una realidad que no estaba a la vista porque estaba ignorada o escondida. Para descargar la pesadez y el hundimiento moral que producen, conviene entender, por ejemplo, que la inseguridad es un estado que desaparecería si estuviera plenamente desarrollada la confianza; y que no existe el egoísmo si el altruismo es completo, ni conoceríamos los apegos si conociéramos bien la libertad, ni seríamos sucios si en su lugar fuésemos aseados… no hay defectos, no hay malo: es que lo bueno no está desarrollado del todo. Por lo tanto se puede resumir diciendo que NO EXISTEN, PERO SI EXISTEN SE PUEDEN CORREGIR desarrollando hasta el 100% la cualidad complementaria. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRTUAL Ya sabemos cómo actuamos y cómo debemos actuar con los defectos, pero tienen una trascendencia que va más allá. Si nos ayudan en nuestra evolución personal, también nos tienen que ayudar, de algún modo, en lo espiritual ya que este es el fin último. Por eso propongo esta variación del mantra del Ho’oponopono para ofrendárselo a cada “defecto”, o error, que descubras. Es imprescindible que sea el corazón quien las diga y que sea en el corazón donde se sienta el efecto, y que ni nosotros ni nuestra mente se entrometan. LO SIENTO. ME PERDONO. GRACIAS. ME AMO. RESUMIENDO Los defectos, tal como se entienden de un modo común, son parte inseparable de las personas y de la vida. Los tienen los demás y los tienes tú. Hay que acostumbrarse a convivir con ellos y procurar no engrandecerlos y darles una excesiva importancia. Sí es conveniente que te vayas deshaciendo de los que realmente te molestan como ya has aprendido a hacerlo. Luego te darás cuenta de que también querrás eliminar los que sabes que molestan a los demás. No lo olvides: somos humanos. LOS 50 DEFECTOS DE UNA PERSONA: Esta no es una lista completa de todos los “defectos” de las personas, pero sí es un punto de partida para trabajar en descubrir cuál es el estado personal actual frente a cada uno de ellos. A partir de situarse objetivamente, es cuando comienza la segunda parte del trabajo que consiste en desarrollar las cualidades y eliminar en lo posible –y del modo que se ha explicado- los “defectos”. 1. Mal humor Hay personas que se caracterizan por estar constantemente de mal humor por diversas razones, bien sean familiares, laborales, personales, entre muchas otras. Sin embargo, a nadie le gusta estar con este tipo de personas porque no tienen sentido del humor y porque su pesado estado de ánimo se contagia en los demás. 2. Mentira Decir mentiras es uno de los defectos más comunes, incluso, pueden generar grandes conflictos a futuro dependiendo de su grado de falsedad. Las mentiras pueden estar dirigidas tanto a otras personas como hacia nosotros mismos. Por ejemplo, mentir acerca de nuestros miedos o temores por vergüenza a vernos débiles ante los demás. 3. Pereza La pereza o desgano es un defecto que repercute en las responsabilidades de las personas. La pereza es una falta de energía y tedio que conlleva a la poca de voluntad para realizar cualquier actividad. Por ejemplo, tener pereza de limpiar y ordenar nuestra habitación. 4. Torpeza Este defecto se refiere a la falta de habilidad o destreza que una persona tiene para realizar una actividad de la vida diaria. La torpeza resulta un impedimento y una limitante que puede generar frustración, ya que no se logra hacer algo de manera delicada, correcta o acertada. Por ejemplo, cuando una persona es incapaz de realizar una actividad grupal porque siempre olvida algún material en casa. 5. Cobardía Se refiere a la falta de valor y atrevimiento para expresarse o actuar ante cualquier situación que afecte nuestro bienestar o el de quienes nos rodean. Por ejemplo, ser incapaz de reclamarle a un compañero de clase su trato despectivo hacia otro amigo, sin razón o motivo aparente. 6. Desprolijidad La persona desprolija se caracteriza por ser poco cuidadoso tanto con su aspecto como con aquello que hace. Por ello, la persona desprolija se caracteriza por ser desordenada, incumplida, y por hacer las cosas con poco esmero y dedicación. Por ejemplo, entregar un trabajo de clase impreso en hojas sucias y rotas. 7. Irresponsabilidad No cumplir con los deberes o no ser capaz de asumir los acuerdos o tratos establecidos con anterioridad es un ejemplo de irresponsabilidad. Esto conlleva a la pérdida de confianza por parte de todos aquellos a quienes se les ha incumplido un trabajo o compromiso. 8. Deshonestidad Las personas deshonestas son aquellas que mienten o engañan a los demás a fin de obtener un beneficio propio y sin medir las consecuencias de sus actos. La persona deshonesta carece de credibilidad. Por ejemplo, ganar algún tipo de competición haciendo trampa. 9. Pesimismo Se trata de aquellos pensamientos negativos que suelen poner fin a las ilusiones para pensar en lo peor. La persona pesimista siempre destaca los aspectos más negativos o desfavorables de una situación, incluso, puede acabar con la felicidad o alegría de otros. Esta actitud también afecta nuestra manera de actuar. Por ello, es más aconsejable ser optimistas. Por ejemplo, una persona es pesimista cuando antes de ir a una entrevista de trabajo ya está pensando en que no va a conseguir el puesto vacante. 10. Apatía La apatía es el desinterés o falta de motivación para realizar las cosas o participar de alguna activad. Este defecto también se relaciona con la falta de vitalidad. Las personas apáticas se caracterizan por no aportar opiniones o paralizarse ante cualquier situación. Por ejemplo, compartir en una actividad grupal con alguien apático resulta muy incómodo porque se sabe que no va a participar de manera integral. 11. Antipatía La antipatía se caracteriza porque las personas no se muestran simpáticas o cálidas. Por el contrario, más bien son distantes y poco amistosas. Por ejemplo, hacerle una pregunta a un compañero de clase y que este no te responda aun sabiendo la respuesta correcta. 12. Tacañería Las personas tacañas son aquellas que evitan gastar dinero, tanto como les sea posible. Esta actitud es bastante incómoda, en especial si se trata de compartir con amigos, familiares o vivir en pareja. Ciertamente, es positivo mantener un margen de ahorro, pero también es negativo no querer pagar casi nada. Por ejemplo, salir en grupo de paseo y al momento efectuar el pago, negarse a dar el dinero por la cantidad acordada o correspondiente. 13. Egoísmo Las personas egoístas se caracterizan por querer, únicamente, su propio beneficio y siempre más de lo que ya tienen. Por lo general, los egoístas no acostumbran a compartir sus pertenencias o conocimientos con otros, y cuando no logran su objetivo, pueden llegar a ser rencorosos. Por ejemplo, cuando dos amigos de clase estudiaron juntos, pero uno logró mayor nota que el otro. El que obtuvo la menor nota se siente molesto consigo mismo y con su amigo porque lo superó. 14. Mezquindad Es un defecto similar al egoísmo. En este caso, la persona mezquina no acostumbra a practicar la generosidad ni compartir sus bienes con aquellos que necesitan de algún tipo de ayuda o apoyo. Por ejemplo, el hombre que goza de tener una gran fortuna, pero que es incapaz de prestar su ayuda a ningún necesitado. 15. Orgullo Se trata de un defecto que puede resultar positivo o negativo según la circunstancia. La persona orgullosa no reconoce sus errores, tampoco le agrada la idea de pedir disculpas y esto dificulta sus relaciones con los demás, ya que puede herir sentimientos o resultar ofensivo por su actitud. Por ejemplo, negar que se tomó una mala elección desde un inicio, solo por no querer reconocer el error de nuestros actos. 16. Necedad Es un defecto que se caracteriza por la ignorancia de las personas al no tomar en cuenta los consejos que se les ofrecen a fin de que actúen de mejor manera ante una situación en particular. La persona necia suele insistir en realizar alguna tarea o actividad sin medir las consecuencias, por lo que muchas veces las cosas pueden salir mal. Por ejemplo, cuando una madre le dice a su hijo que no corra porque se puede caer, sin embargo, el niño sigue corriendo, se cae y se lastima. 17. Dependencia emocional La dependencia emocional se relaciona con la baja autoestima y la incapacidad de poder realizar una diversidad de actividades sin el apoyo de otra persona, por lo general, un ser querido. Asimismo, las personas que son dependientes emocionalmente, tampoco son capaces de dar por terminado relaciones tóxicas, más allá de que su felicidad o vida esté en riesgo. 18. Fanatismo El fanatismo conlleva a actuar de manera irracional y sin medir las consecuencias de lo que se hace. Asimismo, la persona fanática solo toma en cuenta su opinión, ya que considera que son los demás quienes están errados. Por ejemplo, los fanáticos de un deporte, como el fútbol, son aquellos que solo consideran como acertadas sus opiniones y comentarios. 19. Indiferencia La indiferencia es un defecto que hace que las personas sean indolentes ante la situación que experimentan otros. Es decir, no expresan ningún tipo de sentimiento ante el dolor de los demás o cualquier otra situación que afecte a un grupo en particular. Por ejemplo, una persona puede ser indolente a la necesidad de otro que está pidiendo algún tipo de ayuda económica para cubrir un gasto médico. 20. Frialdad Se trata de un defecto que se relaciona con la indiferencia, ya que la persona que se caracteriza por ser frívola tampoco suele conmoverse ante la mala situación o necesidad que experimenta otro. Por ejemplo, actuar de manera distante ante el luto de un ser querido. 21. Negación Se refiere a vivir en negación, es decir, las personas niegan su realidad, son incapaces de aceptar los problemas que tienen, aun siendo conscientes de ello, y por lo que no hacen frente a tales situaciones. Esta manera de actuar, por lo general, conlleva a más problemas o a agravar la situación actual porque la persona suele decir mentiras al respecto u olvidar aquello que le aqueja. Se trata de un defecto que enfatiza la incapacidad para resolver las dificultades que se nos presentan a lo largo de la vida. 22. Actitud defensiva Las personas que tienen una actitud defensiva son aquellas que tienen dificultades para aceptar la opinión o comentarios de los demás. Por lo general, se trata de un problema de comunicación que puede terminar en disputas o agresiones. Por ejemplo, algunos jóvenes tienden a tener un comportamiento defensivo ante otros a modo de exponer su coraje o capacidad para pelear. 23. Dominante La persona dominante se caracteriza porque le gusta tener el control sobre los demás o algo. Se trata de saberlo todo y de considerarse como la persona responsable y más apta para tomar cualquier decisión cuando sea necesario. Por ejemplo, cuando en un grupo de amigos uno se destaca por ser siempre quien toma las decisiones de qué van a hacer y cómo, sin tomar en cuenta la opinión de los otros. 24. Intransigencia Este defecto se caracteriza en que las personas son incapaces de aceptar los comentarios o comportamientos de otros si no los consideran como correctos. Asimismo, tampoco son capaces de reconocer que otro tenga la razón. Por ejemplo, cuando una figura de autoridad se comporta de manera intransigente sin considerar el por qué una persona actúo de una u otra manera. 25. Soberbia Se trata de un sentimiento de superioridad que puede generar algún tipo de desprecio ante quienes nos rodean. Asimismo, las personas soberbias tienen grandes dificultades para aceptar sus limitaciones. 26. Perfeccionismo Se trata de un defecto que conlleva al trabajo arduo y continuo porque nunca se ve acabado perfectamente aquello que se hace. Esto genera altos niveles de estrés y angustia, y siempre hay una sensación de insatisfacción con el resultado final, aunque sea correcto. Sin embargo, también se puede decir que el perfeccionismo puede resultar positivo porque la persona es más exigente consigo misma. 27. Chismorreo El chismorreo es un defecto que muchas personas tienen, se trata de hacer comentarios o hablar a espaldas sobre los asuntos personales de terceras personas, generalmente, con malas intenciones. Este tipo de comentarios, incluso, pueden ser falsos ya que no se presta atención a su veracidad. Por ejemplo, inventar una historia sobre una compañera de clase, y convertirlo en el chisme del salón. 28. Superficialidad Las personas superficiales son aquellas que están constantemente atentas a su apariencia física y a cómo lucen los demás. Esto incluye, no solo vestimenta y accesorios, sino dinero y demás lujos. Este defecto conlleva al narcisismo y a ser poco críticos, incluso, demuestra baja autoestima. Por ejemplo, la superficialidad se puede notar en aquellas personas que siempre están atentas a aquello que lucen y en cómo lo hacen para hacerse notar. 29. Consumismo Este defecto se relaciona con el hecho de consumir un sinfín de bienes o servicios de los cuales, en realidad, poco son realmente necesarios en nuestro día a día. El consumismo genera un gran gasto de dinero y puede convertir a las personas en superficiales. Por ejemplo, comprar el último teléfono móvil que salió a la venta aunque el que tengamos esté en buenas condiciones y funcione correctamente. 30. Envidia Es un sentimiento que genera desdicha o tristeza por no poder hacer lo que otros hacen o por no tener lo que otros poseen, bien se trate de bienes materiales, dinero, parejas, amistades, puesto de trabajo, viajes, entre otros. Este defecto, además, impide que las personas sean felices o disfruten de aquello que ya tienen o han conseguido con su propio esfuerzo. 31. Crítica destructiva Las críticas pueden ser tanto constructivas como destructivas. Las primeras tienen como intención ayudar a los demás a mejorar. Las segundas son aquellas que en vez de aportar algo positivo, hacen daño. La crítica destructiva se vale de comentarios negativos a fin de hacer sentir mal o afectar a otra persona. Por ejemplo, criticar la manera en que otro realizó un trabajo en particular. 32. Manipulación Este defecto está relacionado con la manipulación mental que una persona ejerce sobre otra. Por lo general, es algo bastante negativo, ya que el manipulador busca influenciar las acciones y mente de la víctima, distorsiona la realidad y se vale del chantaje. Por ejemplo, en las relaciones tóxicas la manipulación es muy común. 33. Arrogancia Se refiere a un sentimiento de superioridad ante los demás. Ser arrogante conlleva a sentirse superior al resto, de allí que la persona actúe de manera soberbia, prepotente y sea irrespetuosa. 34. Deslealtad Este defecto puede acabar con amistades o relaciones amorosas y se relaciona con la traición. La persona desleal antepone sus intereses personales a cualquier compromiso adquirido con sus seres queridos, por lo tanto hiere sentimientos y genera malestar. 35. Avaricia Las personas avaras no se conforman con aquello que tienen, siempre quieren más y más porque no logran satisfacer sus necesidades de poseer mayor cantidad de bienes monetarios o materiales, los cuales tampoco acostumbran a compartir con otros. 36. Agresividad Las personas agresivas se caracterizan por enfadarse rápidamente y actuar de manera violenta. Muchas veces ni siquiera son receptivos a las críticas o comentarios de otros, a quienes suelen responder de manera irrespetuosa y hasta con amenazas. 37. Intolerancia Se relaciona con la imposibilidad de aceptar la diversidad de opiniones, creencias, formas de actuar, entre otros. La persona intolerante se caracteriza por no aceptar las diferencias que tiene con los demás sin que esto signifique un problema o dificulta en sus relaciones. 38. Conservadurismo Ser una persona conservadora puede ser considerada un defecto, ya que hace referencia a la negación o miedo de aceptar los cambios. Ante todo se defienden las tradiciones y se cuestionan o rechazan los nuevos estilos de vida que irrumpan con lo infundido una generación tras otra. Por ejemplo, en una familia de médicos, que algún descendiente decida ser carpintero puede ser considerado como algo errado. 39. Egocentrismo Se refiere a la persona que solo piensa en sí misma y en su propio beneficio. Es decir, no toma en cuenta e ignora a quienes le rodean o le acompañan, de hecho, siempre quiere ser el centro de atención, lo que resulta muy molesto para el resto. 40. Corruptibilidad Se refiere a los actos de corrupción e incorrectos que las personas llevan a cabo a fin de obtener un beneficio particular como, traiciones, sobornos, violar la ley, eliminar las garantías de un acuerdo, no declarar impuestos, entre muchos otros. Por ejemplo, cuando el dueño de una empresa evade impuestos para obtener mayores ingresos. 41. Autoritarismo Este defecto se refiere a las personas que tienen exceso de autoridad, de allí que actúen bajo la intolerancia y la frivolidad. La persona autoritaria cree que siempre tiene la razón y que sus órdenes deben ser cumplidas sin discusión alguna. Por ejemplo, un jefe intolerante no acepta que un subordinado le haga ningún tipo de corrección o sugerencia. 42. Incompetencia Este defecto tiene que ver con la falta de capacidad para ejercer alguna función o para realizar una tarea. La incompetencia puede conllevar a grandes problemas tanto personales como grupales. Por ejemplo, una persona incompetente no puede hacerse cargo de la administración de una empresa, porque la llevaría a la quiebra. 43. Cinismo El cinismo es un defecto que conlleva a la violencia, de allí que sea bastante negativo. La persona que se caracteriza por ser cínica miente, roba, es egoísta y también agresiva, por tanto acostumbra a tomar actitudes negativas. Por lo general, no se arrepiente de sus actos. Por ejemplo, un cínico no tiene vergüenza de asumir que mintió por obtener un beneficio propio. 44. Racismo El racismo es un defecto bastante negativo porque implica intolerancia y un sentimiento de superioridad de un ser sobre otro. La persona racista puede infundir el odio y las agresiones, sin motivos, sobre todos aquellos que considere inferiores o diferentes a su condición. Por ejemplo, no responderle el saludo a alguien porque sus rasgos físicos denotan que tiene un origen étnico diferente al nuestro. 45. Ira Hay personas que rápidamente despiertan su ira tras cualquier evento o circunstancia. La ira conlleva a acciones violentas que generan daño. Se trata de un descontrol de fuertes sentimientos. Este defecto es bastante grave, incluso, es condenado por la sociedad, por lo que debe ser controlado y mejorado. 46. Rencor Se trata de un defecto que conlleva al resentimiento por haber sufrido algún tipo de ofensa o daño de tipo moral o físico. Las personas pueden guardar rencor por mucho tiempo, lo que es perjudicial porque puede generar algún tipo de acción vengativa. Por ello, recordar constantemente aquello que nos hizo sufrir o perjudicó es algo negativo que afecta tanto nuestra salud mental como las relaciones sociales. 47. Celos Las personas celosas son aquellas que se sienten amenazadas y creen que pueden perder a su pareja, amistad o ser querido, por tanto actúan de manera desesperada y tras una serie de emociones pueden llegar a sentir ansiedad, ira, miedo, tristeza, entre otros. En realidad muchas veces los celos surgen de las inseguridades que cada individuo tiene o son infundidas por terceros. De allí que exista la necesidad de poseer a esa otra persona a toda costa. Por ejemplo, una hermana celosa puede hacer que su hermano discuta con su novia sin necesidad, gracias a que dijo alguna mentira que afectó la estabilidad de la pareja. 48. Maquiavélico Se denomina como maquiavélicas a las personas capaces de realizar cualquier cosa a fin de obtener lo que desean. Por lo general se trata de personas que tienen muchas habilidades y son astutas para engañar o manipular a otros. Simulan ser buenas personas cuando no lo son. Por ejemplo, un compañero manipula a otro para que discuta con su jefe y luego sea suspendido. De tal hecho, esa persona pierde su trabajo y el cargo vacante es dado a la persona maquiavélica. 49. Venganza Este es un defecto bastante negativo, la venganza se trata de una respuesta cargada de violencia que va en contra de cualquier valor moral o ético. La venganza surge de un sentimiento de humillación, pérdida o dolor tras haber experimentado un grave acontecimiento. Sin embargo, es una respuesta negativa que puede llegar a ser destructiva. 50. Crueldad Es uno de los peores defectos. La persona cruel puede realizar de manera intencional una serie de acciones que generen sufrimiento, dolor o daño a otro ser, ya que puede tratarse tanto de una persona como de un animal. Este tipo de individuos no suelen arrepentirse de sus actos y son conscientes del daño que hacen. (Tomado de la web https://www.significados.com/cualidades-y-defectos/) Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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OLVIDA LOS ERRORES DE TU VIDA video: En mi opinión, demasiadas personas desaprovechan una gran parte de su vida por el hecho de condenarse a la frustración -que además permanecerá hiriendo continuamente- debida al muy humano y muy habitual hecho de haber tenido algún “ERROR” a lo largo de su vida. Un ERROR no es más que una acción aparentemente desacertada o posiblemente equivocada. Y NADA MÁS. Y digo aparentemente y posiblemente, porque nunca sabremos si lo que hoy aparenta ser bueno, o ser malo, en algún otro momento nos demostrará ser lo contrario. Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) instagram: https://www.instagram.com/franciscode... twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1 Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es Correo electrónico: [email protected] Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Todos los videos publicados los tiene aquí: https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
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CAPÍTULO 50 – LA ECUANIMIDAD – LA OBJETIVIDAD Este es el capítulo 50 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Nada debe turbar la ecuanimidad del ánimo; hasta nuestra pasión, hasta nuestros arrebatos deben ser medidos y ponderados.” (Francisco Ayala) Del diccionario: ECUANIMIDAD: igualdad y constancia de ánimo. Imparcialidad de juicio. OBJETIVIDAD: perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir. Desinteresado, desapasionado. (Juicioso, añadiría yo). A lo largo de la Vida, uno se da cuenta en muchas ocasiones que él mismo es toda una contradicción, y que está lleno de altibajos. Uno se da cuenta que su estado de ánimo -el estado de su alma-, depende de factores externos y ajenos, y así las personas, las cosas o las situaciones que no somos nosotros, nos hacen estar tristes, alegres, pesimistas, deprimidos, nerviosos, disgustados… como si no pudiéramos gobernar nuestra estabilidad emocional y sentimental. Además, no somos capaces de ver las situaciones con sosiego y equilibrio, sino que el enfado o la ansiedad del momento nos hace ser variables y nada equilibrados. Hay algo, muy próximo a la paz, que se llama ecuanimidad. Tal como lo define el diccionario parece un estado deshumanizado, de frialdad, de falta de empatía, pero no es así realmente. A la ecuanimidad se llega después de muchos disgustos, fracasos, y derrotas; tras haber sido capaz de comenzar una y otra vez desde cero; se llega tras haber conocido la alegría, la ilusión, la esperanza… Es producto de una visión clara de la verdadera naturaleza del individuo y de la función o el sentido de Ser y Vivir, porque llegar a ese estado es haber comprendido que en la vida hay que afrontar pruebas más o menos duras que ayudan a regenerarse, y que hay que tener una fe plena en Dios y en su Plan, o que dejar la fe a un lado y aprender a quedar inafectado de todos los furores y disgustos de la vida. La ecuanimidad es un punto de equilibrio casi perfecto en el que uno puede observar con serenidad y con sabiduría lo que está sucediendo. Desde ese punto de armonía, al que se llega tras numerosas vicisitudes, uno es más indulgente con las aparentes adversidades que algunos momentos nos traen, porque uno sabe que tiene que Descubrirse no sólo por sí mismo, sino para colaborar en el proyecto de la Creación ya que, en algún momento, es posible que haya aceptado voluntariamente formar parte de la humanidad y de la divinidad. Por eso se crece tras cada experiencia, aunque sea desgarradora, porque hay una regeneración constante en la seguridad de que uno tiene que vivir y volver a ese punto para ver su vida. Uno tiene que aprender, y observar lo que ha aprendido. Desde ese punto de imparcialidad serena de juicio, que es la ecuanimidad –la calma en medio de la tormenta-, uno es más consciente, más atento y más pacífico. OBJETIVIDAD Para llegar a la ecuanimidad es preciso pasar por la objetividad, que es esa capacidad de ver las cosas desapasionadamente, sin influencias ni condicionamientos de ningún tipo, tal como son, es una bendición y es un estado en el que conviene estar a menudo. Es muy útil –diría que más bien es imprescindible- para poder ver la realidad de las cosas, porque sólo desde el conocimiento de esa realidad verdadera y desnuda de las cosas es cuando se pueden tomar decisiones ecuánimes que serán, probablemente, las más acertadas. Hay que tener en cuenta que las decisiones que se toman desde un extremismo, o con la mente condicionada, o desde la rabia, o con la pasión exaltada, casi siempre nos llevan a un posterior arrepentimiento. Les falta la imparcialidad (que es la falta de pensamiento o propósito anticipado a favor o en contra de alguien o algo, lo cual nos permite juzgar o proceder con rectitud) que aporta la objetividad. Les falta la capacidad de ser equitativo y por tanto ser íntegro y neutral. Les falta la moderación y el equilibrio que se precisa para obra adecuadamente. Para evitar obrar erróneamente es para lo que se requiere ser ecuánime, equilibrado, moderado, imparcial y ecuánime. ECUANIMIDAD Y FILOSOFÍA En la filosofía budista la ecuanimidad se define como “una reacción equilibrada a la alegría y la miseria que nos protege de la agitación emocional”. Buda describió una mente llena de ecuanimidad como “abundante, exaltada, inconmensurable, sin hostilidad y sin mala voluntad”. Podríamos decir que… perfecta. Dicen en espirituzen.org que “El verdadero significado de upekkha es ecuanimidad, no indiferencia ante lo que le pase a los demás. Como virtud espiritual, upekkha significa ecuanimidad frente a las fluctuaciones del devenir mundano. Es armonía mental, es libertad inconmovible de la mente, un estado de equilibrio interior que no es afectado por éxitos o fracasos, ganancia o pérdida, honor o deshonor, alabanzas o críticas, placer o dolor. Upekkha es libertad desde todas las perspectivas de referencia propia; es indiferencia frente a las demandas del ego, por sus apegos al placer y a la posición social, en vez de orientarnos el bienestar de los demás seres humanos. Ecuanimidad es la cima de las cuatro actitudes sociales definidas en los textos budistas como 'moradas divinas': amor sin fronteras, compasión, gozo altruista y ecuanimidad. La última no supera ni niega las anteriores, sino que las perfecciona y consuma” Los griegos usaban la palabra Ataraxia, algo así como “ausencia de turbación”. Una disposición de ánimo propuesta por los epicúreos, estoicos y escépticos, mediante la cual una persona podía controlar la intensidad de las pasiones y deseos que podrían alterar su equilibro menta y corporal. Lo veían como la forma de encontrarse con el equilibrio, la tranquilidad, y la serenidad e imperturbabilidad en relación con el alma, la razón y los sentimientos. ¿QUÉ ES SER ECUÁNIME? Es un estado de equilibrio mental en el que las emociones no alcanzan niveles que nos lleguen a desbordar. No es indiferencia ni frialdad, sino control conveniente de los sentimientos que pueden interferir de un modo inconveniente. Hay armonía y equilibrio psicológico. Hay aceptación de la realidad y la visión de lo que sucede se hace desde esa premisa. Ser ecuánime es ser capaz de quitar la etiqueta de terrible a cosas que no lo son. Muchas veces partimos de pensamientos pesimistas o catastrofistas y esa predisposición nos impide tener acceso a la realidad. Y desde el miedo no se tiene la perspectiva correcta y adecuada. La vida está en continuo movimiento, las cosas cambian, no hay ninguna garantía de permanencia estable ni de eternidad, así que es interesante estar preparados para lo que suceda. Y afrontarlo con tranquilidad y desde el punto de equilibrio. La meditación es un buen modo de acercase a ella. ATENCIÓN No confundir ecuanimidad con ausencia de emociones o con indiferencia. En la ausencia de emociones hay una frialdad que no es humana, hay una negación a vivir una parte de la vida que son las emociones, hay un rechazo a dejarse estremecer, excitar, inquietar, sentir… En la indiferencia, que es muy similar, hay una apatía a dejarse afectar por las cosas que pasan; es eliminar la pasión, que es un termómetro de la intensidad con que se vive la vida y sus ingredientes; es instalarse en una campana de cristal esterilizado donde no entran los componentes de la vida. Es existir a medias. La ecuanimidad es permitir que todo pase, vivir todo lo que pase, sentir todo lo que haya que sentir, pero teniendo la serenidad de mantenerse indemne, pero enriquecido personalmente, por lo que va pasando. RESUMIENDO De la vida se van aprendiendo muchas cosas, pero la paz y la ecuanimidad, que tiene la misma raíz común, son de lo mejorcito que nos enseña. Busca la paz y la ecuanimidad a cualquier precio. Estás en un Proceso de Desarrollo Personal. Ya habrás comprendido que te resultan imprescindibles tanto la objetividad como la ecuanimidad. Y también la honradez a lo largo del Camino, y la rectitud, y la integridad, y la honestidad, y la justicia, y tu bondad y tu dignidad. Le haces falta tú a tu vida. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO 49 – LOS ARREPENTIMIENTOS Este es el capítulo 49 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “No basta con arrepentirse del mal que se ha causado, sino también del bien que se ha dejado de hacer.” (Joseph Sanial) “Cometer un error y no corregirlo es otro error.” (Confucio) “Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba serán las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas.” (Harriet Beecher) “Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada.” (Giovanni Bocaccio) “Nunca es tarde para el arrepentimiento y la reparación.” (Charles Dickens) “El que se arrepiente de haber pecado es casi inocente.” (Séneca) “Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor, es sencillamente cambiar.” (José Saramago) “Dios se anuncia en nuestro corazón por la voz del arrepentimiento.” (Anónimo) “Un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades del alma.” (Cervantes) Salvo que hayas cometido un delito siendo consciente de ello, o una ilegalidad, o hayas hecho algo con la intención expresa de hacer daño o mal, no tienes cosas de las que arrepentirte. Y esto requiere una buena explicación para que sea aceptado. Te adelanto que vas a tener que esforzarte mucho para cambiar la visión habitual de este asunto. Tenemos tendencia a arrepentirnos de cosas del pasado sin darnos cuenta de que no son cosas nuestras. Son cosas del que éramos entonces, no de quien somos actualmente. No podemos juzgar con la mentalidad de aquí y ahora -desde el conocimiento evolutivo actual y a la vista de los resultados de lo que hizo nuestro anterior yo- a quien estaba allí y entonces, y actuó del mejor modo que conocía, o con la mejor voluntad, o hizo lo que tuvo que hacer, o lo que pudo hacer, para seguir adelante. “Esto que dices es una forma de descargarse la conciencia”, dirá alguien. Pues quizás sea cierto. Pero es que no es necesario seguir aferrándose al sufrimiento, al arrepentimiento -que no es más que un auto-castigo disimulado-, sino que es imprescindible hacer limpieza de “errores” –y se hace mejor comprendiendo las circunstancias de entonces-, deshacerse de pesares, soltar las cadenas dolorosas que atan al pasado, y permitirse seguir adelante con el espíritu libre para hacer las cosas del modo en que AHORA SÍ SABEMOS. El arrepentimiento, como simple acto de reconocimiento de algo que fue y no estuvo del todo acertado, o que no fue, asumiendo la responsabilidad por ello, está bien. Pero hasta ahí. Engancharse a ello para tener un motivo de auto-agravio, o darse golpes en el pecho, machacarse la autoestima, o ser un río de lágrimas, pero seguir estancado, no ayuda. Lo que ayuda es sacar la lección que toda situación conlleva: aprender, para proceder de otro modo más correcto la próxima vez que suceda algo parecido, y seguir adelante. Con la cabeza bien alta y la sonrisa de satisfacción que provoca el darse cuenta de que ahora se sabe algo más que antes. Aceptando ser simplemente humano, porque no somos nada más que eso. Con derecho a equivocarnos, darnos cuenta, sacudirnos el polvo, y seguir. REFLEXIONES Todas las personas del mundo tenemos algún motivo por el que arrepentirse, todos tenemos algo de lo que no nos sentimos satisfechos y cambiaríamos si fuese posible. Todos nos hemos equivocado alguna vez o muchas veces. No podemos volver atrás y esto hay que aceptarlo. Y aceptarlo nos debería descargar en gran parte de ese pesar que arrastramos. Nos instalamos en el arrepentimiento, y no avanzamos nada con eso, lo que hacemos es perjudicarnos, arrasar nuestra autoestima, vivir enojados y tristes. El arrepentimiento no es solamente una emoción o un asunto sentimental. Tiene el ingrediente mental que aporta la razón, que comprende el mal hecho –consciente o inconscientemente-, recapacita sobre ello y se da cuenta. Hay un auto-juicio moral que pesa, que culpa, que castiga de ese modo. Hubo un error, concluyen la mente y el corazón. Y eso provoca un malestar inconsolable. No sirven las propias excusas o razones, y ni siquiera el perdón de la otra parte implicada nos descarga de ese penar. La voz interna de la conciencia. Eso es lo que resuena en nuestra mente, en nuestro lamento. Es un quejido sin voz, un estremecimiento rabioso que reclama el llanto como forma de expresión. Es la conciencia quien ejerce de acusación y de verdugo. Hay que entender que, tras un hecho que merece un arrepentimiento, hay una necesidad de saldarlo con un perdón. El perdón más importante es el propio. Si hemos dañado a otro, ese otro puede llegar a comprender y perdonar, pero el proceso no estará resuelto hasta que obtengamos nuestro propio perdón. En muchos casos eso que hemos hecho nos duele más a nosotros que al perjudicado. Cuando sea posible es conveniente reparar el daño, reponer lo que se pueda reponer, compensar si se puede compensar, solucionar si se puede solucionar, pedir perdón desde el corazón añadiendo que se ha aprendido y no se volverá a repetir. Cuando no se pueda, es útil un acto de contrición, una toma de contacto con la culpa cometida para darse cuenta de su envergadura. Después de eso, pase lo que pase, hay que dar por zanjado el asunto y no insistir más porque no se va a poder hacer nada más –que sea positivo- que lo que ya se ha hecho. Es mejor no caer en el error común demoledor de martirizarse con el pensamiento de “¿qué hubiera pasado si…?”. Comparar con otros posibles resultados de otra posible actuación agrava el sufrimiento emocional. Si uno es capaz de quedarse solamente en la parte constructiva positiva de esos pensamientos, que es la de ver lo que no se vio y con la intención de saber cómo actuar en una próxima ocasión similar, está bien. Si es un regodeo macabro en lo que se hizo mal… mejor no insistir ya más con eso. RESUMIENDO Es un error estancarse en esa fustigación con que uno se maltrata reprochándose lo que se juzga que se hizo mal. Es una pérdida de tiempo dar vueltas y más vueltas al mismo asunto cuando ya no tiene marcha atrás. El perjudicado eres tú, sin duda, y seguramente alguien que ande cerca de ti y tenga que aguantar tu mal humor o tu cara adusta de arrepentido. ¿Lo hiciste mal…? Ya sabes que no eres la perfección absoluta. Ni los demás tampoco. Ya sabes que a vivir sólo se aprende experimentando. Y ahora puedes decidir no seguir aplicándote tanta injusticia y usar más la generosidad contigo, la comprensión, y no quedarte atascado y triste por cada descubrimiento desagradable de tu pasado. Ámate como eres. Lo necesitas y te lo mereces. Procura hacerlo bien a partir de ahora, incluyendo sonreír en este mismo momento, y si aún no has aprendido que no hay que martirizarse en el arrepentimiento sino que hay que hacer las cosas del modo que no causen esa necesidad, haciéndolo con la mejor voluntad y la mejor atención, no tendrás motivos de arrepentimiento más adelante. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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AMOR SIN MÍ Nunca te dije que te amaba. Será que las palabras que lo podían decir estaban desterradas de mi vocabulario. Será que los sentimientos responsables no se atrevieron a manifestarse y todo lo nuestro quedó en una simple convivencia, en un deseo tenue y sólo esporádico, en un acompañamiento más o menos interesado donde el amor no sólo estaba ausente sino que, de haberlo, hubiese estorbado. Amor sin amor. Sólo dos actores en un mismo destino. Tú, amándome sin respuesta. Yo, no amándote por no saber hacerlo. Un día el vacío te pesó mucho. Quisiste que te amara de verdad. Me mantuve en mi torpeza y eso me costó el puesto que sin méritos ocupaba en tu corazón. Tu adiós me sonó necesario. Tenías que haberlo dicho antes. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 48 – LA ASERTIVIDAD Este es el capítulo 48 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Ni sumisión ni agresividad, el equilibrio es la asertividad”. “Cuando dices “sí” a otras personas, asegúrate de que no te estás diciendo “no” a ti mismo”. “Las personas podrán olvidar lo que dijiste, podrán olvidar lo que hiciste, pero jamás podrán olvidar cómo las hiciste sentirse”. “Ser pasivo es dejar que otros decidan por ti. Ser agresivo es decidir por los demás. Ser asertivo es decidir por ti mismo”. La asertividad se define como "la habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás y negociando con ellos su cumplimiento". En otras palabras, la asertividad es la capacidad de reclamar, por parte de los otros, el respeto y el cumplimiento de nuestros derechos, sin gritos ni alborotos, sin violencia y sin avasallar, pero con una confianza y firmeza que le dejen al otro muy clara nuestra postura, expresando la opinión propia de una manera firme. Uno llega a mostrarla sólo cuando es consciente de lo que está expresando o solicitando y está convencido de ello. No hay se le está pidiendo al otro su parecer o su opinión: se está afirmando la decisión que se ha tomado y se le está comunicando que tiene que respetarla. La base para que funcione es estar convencido de los derechos propios y tener la dignidad personal suficiente para reclamarlos, por respeto a uno mismo y a la justicia que le corresponde a uno. El tono de voz no necesita manifestar rabia ni ira, sino que ha de ser relajado, pero muy firme, de modo que no deje lugar a dudas de que es una resolución, con una defensa a ultranza, aunque no se acompañe de una mala cara ni una gesticulación alarmante ni unos gritos que lo confirmen. Ser asertivo no significa querer llevar siempre la razón, sino expresar nuestras opiniones y puntos de vista, sean estos correctos o no. Todos tenemos también derecho a equivocarnos. Algunas personas evitan ser asertivas porque temen desagradar a otros y no ser aceptados por ello. Sin embargo, aunque se podría evitar una desavenencia no defendiendo los valores propios, a la larga podría lastimarse la relación. Esto también podría suceder si no haces valer tus derechos y permites que se aprovechen de ti una y otra vez. Si lo que haces es correcto, cuando se les pase la pataleta acabarán reconociendo y valorando tu integridad. Emplear la asertividad es saber pedir y también saber negarte, siendo flexible para poder conseguir lo que quieres, respetando los derechos del otro y expresando tus sentimientos de forma clara. El elemento básico de la asertividad consiste en atreverte a mostrar tus deseos de forma amable y franca, pero el punto fundamental consiste en lanzarse y atreverse. Lo que te expongo en estas páginas puede ayudarte a mostrar lo que sientes y deseas, porque sabes que lo estás haciendo de forma adecuada, y que nadie se puede ofender. Esto te ayudará a atreverte a hacerlo. Si la ansiedad y el miedo son demasiado grandes, hasta el punto de que te dificultan o te impiden expresar tus deseos, has de plantearte una estrategia y un trabajo personal para superarlos. POR SI NO LO SABES Ser Asertivo implica entre muchas otras cosas: - Tener una comunicación muy positiva consigo mismo. - Ser conscientes de nuestros pensamientos, sentimientos, motivaciones, necesidades y deseos, sin juzgarlos. - Administrar nuestras emociones y asumir las situaciones de manera responsable. - Encontrar la valía que se tiene por ser quien se es. - Tener la conciencia de ser tan importantes como cualquier persona en este planeta, ni el mejor ni el peor: todos somos igual de importantes. - Es saberse y sentirse bien por los talentos recibidos y por las cualidades desarrolladas. - Es reconocer que nuestra inteligencia es suficiente para valorar nuestras situaciones y tomar decisiones sin necesidad de la aprobación de otros. NUESTROS DERECHOS ASERTIVOS - El derecho de ser tratado con respeto. - El derecho de tener y expresar nuestros sentimientos y opiniones. - El derecho de ser los únicos jueces de nuestra conducta privada. - El derecho de escoger y actuar de acuerdo a nuestras prioridades. - El derecho de decir SÍ o NO sin sentirnos culpables. - El derecho de pedir lo que queremos. - El derecho de cometer errores. - El derecho de cambiar de opinión. - El derecho de sentirnos independientes de la voluntad de los demás. - El derecho de tomarnos el tiempo necesario para decidir. - El derecho de cuestionar lo que nos afecta. - El derecho de sentirnos responsables sólo de nosotros mismos. - El derecho de no ser asertivos en algunas ocasiones. MÁS INFORMACIÓN (De www.psicoterapeutas.com ) Para poder ejercitar la asertividad tienes que tener capacidad de negociación previa a la toma de tu decisión final definitiva. En la negociación se intenta conseguir lo que se quiere con el beneplácito del otro, que lógicamente también va a tener algunos beneficios. La realización de una negociación comprende varias fases. La primera, es la de preparación. En ella tienes que pensar la estrategia que vas a seguir en el encuentro con el otro, en el que se van a plantear los problemas y se va a hacer la negociación propiamente dicha. FASE DE PREPARACIÓN Para poder conseguir cualquier cosa tienes que saber cómo hacerlo y para ello tienes que prepararte. Ir a un encuentro sin tener una mínima guía de comportamiento, cuando, además, no eres negociador experimentado, te expone a no lograr los objetivos que persigues. Por tanto has de preparar lo que vas a decir y a hacer en la negociación cara a cara con el otro. Dentro de la preparación hay que distinguir dos sub-fases. La primera de preparación personal para evitar caer en la pasividad o en la agresividad, y la segunda de preparación del diálogo que vamos a plantear al otro. FASE DE PREPARACIÓN PERSONAL Se trata de una fase previa, necesaria para tener muy claros los objetivos que persigues en el encuentro. Es lo que te motiva a la negociación. Cuando negocias tienes que tener la vista puesta en tus objetivos. Hay algunas cosas que te pueden distraer de ellos y hacerte fracasar. Por ejemplo, la emoción. No puedes confundir la emoción con el objetivo. Te gustaría quedar bien, pero normalmente ese no es el objetivo. Te gustaría machacar al otro, pero así no lograrás lo que realmente quieres. Te gustaría que el otro reconociese que tienes razón y que él estaba equivocado, pero te tienes que preguntar si ese es tu objetivo o si así solamente conseguirás una recompensa de tipo emocional, mientras que tu objetivo se pierde. No hay que olvidar la máxima: “lo que cuenta son los hechos y no las palabras”. Si te explayas y te descargas emocionalmente puede que hayas conseguido una recompensa a corto plazo, pero la pregunta que tienes que hacerte es si has conseguido tus objetivos. Hay que huir de juicios de intenciones. Si juzgas las intenciones de la otra persona y te basas en ellas para plantear la relación con el otro, corres el riesgo de contestar y reaccionar a las intenciones que piensas que tiene el otro y perderás de vista tus objetivos. Así puedes llegar a ser agresivo o a ser pasivo. Si te han hecho algo que te ha dolido y piensas que lo han hecho con buenas intenciones, podrás estar tentado de dejarlo pasar y no decir nada. Si juzgas que lo han hecho con mala intención, vas a atacar su “maldad” y no los hechos y serás agresivo. En una negociación no se trata de agredir y someter al otro, aunque lo veas como un rival. Hay que darle una salida, más o menos airosa porque si no se revolverá contra nosotros. Querer que nos reconozca lo equivocado que está y se someta completamente a nuestros deseos puede ser un objetivo emocional, que compense la humillación que hemos sentido, pero ¿es realmente tu objetivo? Sí tienes que intentar entender qué cosas son las pueden motivar al otro para hacer lo que quieres que haga, tienes que pensar en cómo crear la oportunidad de la negociación. Si es algo pendiente desde hace mucho tiempo y lo quieres abordar, hay que buscar al otro y plantear un tiempo y un espacio en el que se pueda dar la negociación. Es lo primero que tenemos que conseguir del otro. Sin ello no se consigue, no es posible hacer la negociación. Pero en ella nos puede ocurrir que cuando el otro se va es cuando se nos ocurre aquello teníamos que haber dicho. (A mí me parece muy interesante anotar en un folio todo lo que se quiere decir, para que no se vaya a olvidar alguna cosa debido a los nervios que se puedan tener. Incluso, y según el caso, al final de la conversación se le puede dejar el escrito para que recuerde lo que se la ha dicho. Es posible que no se acuerde de todo). Recuerda: Siempre hay una segunda oportunidad aunque haya que crearla. Crear la oportunidad es buscar al otro y plantear, aunque sea por enésima vez, el tema que nos ocupa. Cualquier frase introductoria como decirle, “de lo que hablamos ayer me gustaría comentarte algo” o frases parecidas para iniciar la conversación son ayudas inestimables para crear la oportunidad. Con los objetivos claros podemos controlar nuestra agresividad y motivarnos para dejar de ser pasivos, con la oportunidad creada y el entendimiento de lo que el otro espera podemos preparar el momento concreto de la negociación. PREPARACIÓN DEL DIÁLOGO Sin perder de vista que lo importante es lo que hagas y lo que digas, tienes que preparar aquello que vas a decirle. El diálogo que tengas con él tiene que cumplir los siguientes requisitos para ser un diálogo asertivo: 1. Describir los hechos concretos. 2. Manifestar tus sentimientos y pensamientos. 3. Pedir de forma concreta y operativa lo que quieres que haga. 4. Especificar las consecuencias. RESUMIENDO Nuestra dignidad y nuestra Autoestima merecen toda nuestra consideración y el respeto total por parte de los otros. Es algo que tenemos que defender incansablemente, y sin necesidad de que su defensa sea una guerra continua. Con gesto de firmeza asertiva en nuestra expresión facial –que no tiene que ser cara de enojo-, una mirada segura pero no desafiante, una postura corporal que con su lenguaje no verbal diga “aquí estoy yo”, y con un tono de voz convincente, pausado pero sólido e indomable, uno puede pararle los pies a los otros y marcar una línea infranqueable. Se trata de mostrar una seguridad que los demás no osen su desacato. Y esto se consigue convenciéndose uno mismo, en primer lugar, y convenciendo a los otros, en segundo lugar. Después es cuestión de practicar. Es mejor empezar con cosas sencillas para poder, un poco más adelante, afrontar todas y cada una de las ocasiones en que haya que hacerlo. Y después hay que aplicarla en todas las facetas de la vida. Si uno se acostumbra, cada vez lo hará con más naturalidad y se beneficiará de su uso. Debemos acostumbrarnos a desenvolvernos bien en la asertividad y manifestarnos así regularmente. Es la mejor aliada en la defensa de nuestra integridad y nuestra dignidad personal. La asertividad es respetuosa con los otros al mismo tiempo que es veladora de nuestros intereses y derechos. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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IMPRESCINDIBLE: CUIDAR DE UNO MISMOEn mi opinión, muy a menudo, casi en todos los instantes, desatendemos una tarea primordial de las que tenemos en nuestra vida y que nos corresponde y afecta única y exclusivamente a nosotros mismos: Cuidarnos.VIDEO:https://www.youtube.com/watch?v=byJoR98QKnsSi le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...)instagram: https://www.instagram.com/franciscode...twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.esCorreo electrónico: [email protected] desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí:(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59Todos los videos publicados los tiene aquí:https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
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CAPÍTULO 47 – SABER – CONOCER - CONOCIMIENTO Este es el capítulo 47 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Quizá mi verdad interior, mi aproximación a lo que soy, pase por desaprender todo lo aprendido. Tenemos demasiadas ideas y conceptos, guardamos conocimientos como si almacenáramos cosas en el desván para un futuro que puede no llegar nunca. La conexión con el ser y con la fuente debe ser directa, sin intermediarios. Tanta tinta, tantas letras, tantos sistemas y ópticas para mirar el mundo. Pero, ¿qué de mí?, ¿qué de lo que soy? Un piadoso olvido me dejaría desnudo y virgen sobre un mundo recién nacido. Entonces, quizá, mi propia voz iluminaría desde las profundidades verdaderas eternas”. (Luis Maggi) “Cuando obtengas conocimientos, no te preguntes sólo de qué te sirven, sino más bien a quién más puede serle útil”. (Anónimo) “Si te llenas de conocimientos podrás pasarte días enteros hablando. Eso: hablando. Haciendo suposiciones. Los conocimientos son de todos, la sabiduría es tuya. Eres tú. Lo trascendente eres tú”. “La sabiduría no es otra cosa que la medida del espíritu, es decir, la que nivela al espíritu para que no se extralimite ni se estreche”. (San Agustín) “La sabiduría de la vida consiste en eliminar lo que no sea esencial”. (Lin Yutang) “La mitad de la sabiduría es aprender a desaprender lo que se sabe”. (Larry Niven) “Cuanto más tranquilo haga las cosas un hombre, mayor será su éxito, su influencia, su energía. La tranquilidad de la mente es una de las joyas hermosas de la sabiduría”. (James Allen) “Para adquirir conocimientos, uno debe estudiar, pero para adquirir sabiduría, uno debe observar”. (Marilyn Vos Savant) “Lo que nunca se olvida es lo que se aprende sin estudiar”. (Anónimo) Conocimiento es la acumulación de información. Sabiduría es el arte de sentir y comprender, y el remate cálido y personal con que cada persona individualiza los asuntos generales. La diferencia es muy notable. Al principio pueden ser útiles los conocimientos ya que su función es recordarnos lo que ya sabíamos y teníamos desatendido, o poner en marcha el mecanismo propio que convierte la información, tras un proceso de elaboración personalizada, en sabiduría. Los conocimientos no son tan importantes como parece. Quien tenga una buena capacidad de memorizar puede acumular muchos, y será una enciclopedia andante; eso le puede aportar algo de crecimiento personal, e incluso social, pero no crecimiento espiritual. Lo importante no es que uno sepa repetir lo que han pensado o descubierto otros, sino la versión propia o la opinión particular de eso mismo; lo que ha quedado integrado, el poso que ha dejado, lo que uno ha elaborado por su cuenta, la sabiduría propia en que se ha convertido. Lo importante es comprender, que según dice el diccionario es contener, incluir en sí algo. También es entender, alcanzar, penetrar. Cuando uno comprende algo lo hace suyo, pasa a formar parte de sí. No lo incluye en su memoria, sino en el alma. Deja de ser una filosofía ajena: es una filosofía con el toque personalizado que la hace exclusiva, que hace que uno la pueda firmar como propia. Los conocimientos van directos al archivo del cerebro; la sabiduría vive en el corazón. Por eso es tan importante comprender las cosas, pero no en la mente, porque la mente es volátil y puede olvidar la cosa o la realidad de esa cosa; en cambio, cuando uno hace suyo algo eso ya nunca le abandonará. Estará vivo e indisoluble. A todas horas, en todo momento. Las reflexiones interiores, en las que la mente no tiene que intervenir ni para ponerlas en palabras, son las que se cincelan y perduran. Son las que forman y asientan el fondo personal. “Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”, decía Confucio. Y es una afirmación cargada de verdad. El pensamiento se diluye; la reflexión cala hondo y se incorpora. ¿SABER O CONOCER? Hemos de ser conscientes de que conocemos en teoría algunas cosas, que generalmente son las que aparecen en los libros de estudio, pero conocer no es lo mismo que saber. Hemos aprendido matemáticas, los nombres de algunos ríos, a escribir y leer, y algo más. No hemos aprendido, y por tanto no sabemos, lo que realmente es importante: vivir, relacionarnos con libertad, emocionarnos sin censura, ofrecer desinteresadamente nuestro amor, sentir plenamente, dar sin que se convierta en una inversión que espera la devolución más los intereses, ser sinceros… Y, antes o después, este no saber vivir y no saber relacionarnos con la vida y con las personas y con las situaciones, nos pasa una gran factura. ¿Es importante conocer o lo importante es saber? DESAPRENDER Desaprender es muy enriquecedor. Tenemos cosas que son nuestras, cosas que somos nosotros, y esas nada ni nadie nos las puede arrebatar, pero tenemos más cosas que no somos nosotros, sino que son cosas que nos han inculcado, con las que nos han hipnotizado y aún seguimos en el sueño; cosas con las que nos han destruido pero seguimos sin sacarnos de su veneno, y eso es lo que tenemos que desaprender. Vernos como si fuésemos un marciano que acaba de llegar a la Tierra, que al observar todo por primera vez, como no tiene prejuicios ni referencias aprendidas, se da cuenta de cómo son las cosas verdaderamente; nosotros, como siempre llevamos puestas las gafas de no ver, como dejamos nuestros gobierno en manos de la rutina y las reacciones, arrastramos un lastre que nos atenaza el presente y nos condiciona la vida. Hemos de desprendernos de ese ser falso que nos suplanta, de esas normas que nos martirizan pero seguimos respetando y cumpliendo, de ese que vemos en un espejo que no nos deja ver lo que hay dentro de la piel, del lastre de los personajes que alguna vez fuimos y nos sirvieron entonces, pero después se convirtieron en parásitos que nos condicionan la libertad encadenándonos a lo que ya no existe. En el camino espiritual, aprender es sacar a la luz aquello que ya sabías, aunque no eras consciente de ello. Lo notas enseguida: te dicen algo y sientes dentro de ti la resonancia de eso mismo, dices sin palabras ya lo sabía; sientes que encaja perfectamente en tu interior, como si hubiera algo que esperaba que lo despertaran. Otras cosas, en cambio, te parecerán teoría pura, y lo tendrás que estudiar como si fuera una asignatura difícil que se hace sin ganas. Estas cosas aumentan tus conocimientos, pero no promueven tu sabiduría. PENSAMIENTOS Muchas cosas las has aprendido por obligación, o inconscientemente, y en esos casos parece que no has tenido voluntad ni la capacidad de oposición: parece que no he podido elegir. En cambio, en las cosas que quieres desaprender sí tienes la posibilidad de decidir y hacer. Te sobran algunos conocimientos, otros están caducados, a otros no los sientes como propios, en otros no crees… y sabes, con una certeza indiscutible, que es importante desaprender algunas cosas y dejar sitio libre para otras nuevas que quieres conocer y aprender. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Me gusta creer –pero no lo puedo demostrar- que la Sabiduría Interna o Personal es la experiencia que tenemos acumulada de reencarnaciones anteriores. Sería bonito que fuese así. Lo cierto es que todos hemos vivido la experiencia de saber algo y no conocer el porqué, no conocer de dónde ha salido, por qué hemos tenido esa “iluminación” a la que a veces llamamos intuición, o justificamos que la habremos escuchado o leído pero no recordamos dónde. Yo opino que somos más sabios de lo que creemos, entendiendo por sabio “el que sabe”, y no “el que sabe todo de todo” que es lo que asociamos a la palabra. No sé si es la falta de autoestima o el miedo a responsabilizarse de lo que uno realmente sabe y es, pero muchas personas prefieren decir rápidamente “no lo sé”, y pasar un poco de vergüenza o quedar como torpe, antes que pararse a escuchar su voz interna, lo que la sapiencia atávica quiere decir. Uno, en su interior, en el silencio, sabe. El ruido externo, las prisas, los complejos, o el temor a encontrarse con la fuente de la conciencia, son impedimentos para acceder. SOLUCIONES O SUGERENCIAS No tengas miedo si en algún momento te falla el conocimiento: utiliza tu sabiduría. CUENTECITO Dijo el Maestro: “Un burro alojado en una biblioteca no se hace sabio, y un burro con un cargamento de libros tampoco. Un burro cargado de libros no deja de ser un burro”. Los conocimientos son poco más que un pasatiempo. La sabiduría es Uno Mismo expresándose. POR SI NO LO SABES La sabiduría es una habilidad que se desarrollada con la aplicación de la inteligencia en la experiencia, obteniendo conclusiones que nos dan un mayor entendimiento de la vida, que a su vez nos capacitan para reflexionar, sacando conclusiones que nos dan discernimiento de la verdad, el bien, lo bueno y lo malo. La sabiduría y la moral se interrelacionan dando como resultado un individuo que actúa con buen juicio. (Definición de sabiduría) RESUMIENDO Conocer está bien. Los conocimientos nunca sobran y, socialmente, están valorados: uno queda bien en cualquier reunión. Pero no nos estamos preparando para un examen general, nos estamos preparando para ser mejores personas, para estar más a gusto con nosotros mismos, y para ser más felices, para crear nuestras propias filosofías políticas, religiosas y de la vida cotidiana. Para ello no son imprescindibles los conocimientos, sí la sabiduría. Todos tenemos sabiduría porque todos llevamos incorporado un sabio por naturaleza. Lo que necesitamos es despertarle y ponerle a trabajar. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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SILENCIO A DOS VOCES El silencio no siempre es discreto. A veces simplemente es que no se sabe qué decir. Así les pasó aquella tarde. A ella le parecía inteligente tan callado, estaba segura de que le visitaban pensamientos grandiosos. Él buscaba algo que decir, cualquier cosa que espantara el silencio. Pensó que ella, mientras, estaría en uno de esos pensamientos femeninos tan fecundos, disfrutando de seguir el ajetreo de su mente imparable, tan poblada y tan mágica. Ella tampoco encontraba el hilo del que tirar, la frase brillante, la pregunta interesante, la anécdota sorprendente, y por eso permanecía callada. Se miraron. Sonrieron. Creyeron que con eso estaba todo dicho. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 46 – MEDITAR - MEDITACIONES Este es el capítulo 46 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Orar es hablar con Dios; meditar es escuchar a Dios”. (Anónimo) “Meditar es silenciar nuestro yo para que se exprese nuestro Yo”. “En el vacío de la meditación somos todos idénticos”. “La fuerza que lleva al hombre a la meditación nace de su sufrimiento ante la ausencia de unidad total”. (Dürkheim) “Meditar es entrar en el silencio, entrar en tu Ser cruzando la mente. Es encontrar las respuestas a través del Silencio interno, no a través de esa mente que procede del ego. No se trata de ponerse en contra de la mente, es saber que tras su umbral hay algo más”. (Rajneesh) “La meditación, según la wikipedia, es una práctica en la cual el individuo entrena la mente o induce un modo de conciencia, ya sea para conseguir algún beneficio específico como reconocer mentalmente un contenido sin sentirse identificado con ese contenido, o como un fin en sí misma. El término meditación se refiere a un amplio espectro de prácticas que incluyen técnicas diseñadas para promover la relajación, construir energía interna o fuerza de vida (Qì, ki, chi, prāṇa, etc.) y desarrollar compasión, amor, paciencia, generosidad y perdón. La meditación toma diferentes significados en diferentes contextos; ésta se ha practicado desde la antigüedad como un componente de numerosas religiones y creencias, pero la meditación no constituye una religión en sí misma. La meditación normalmente implica un esfuerzo interno para auto-regular la mente de alguna forma”. Aunque la palabra meditar tiene más de un sentido, en esta ocasión me refiero a ese al que habitualmente la asociamos: ponerse en una postura adecuada, cerrar los ojos, relajarse y… La meditación es un acto de recogimiento que, al principio, puede ser un poco duro. Exige romper la costumbre de estar removiendo el pasado, de estar adelantándose al futuro, e implica encontrarse con experiencias de las que normalmente huimos. Con ella se pretende, en principio, acceder a ese Punto de Quietud y Centramiento que se encuentra en cada persona, a ese punto donde reside la autenticidad, en el que no viven los condicionamientos. Se llega a ese punto tras una relajación en la que se consiguen bajar los niveles de las ondas cerebrales y acceder al estado en el que se expresa la realidad, que no estará condicionada por las mentiras o los intereses que puedan añadir la confundida mente y el interesado consciente, que no actúan en ese nivel vibracional. Se está consciente, pero no gobernado por el consciente. La verdadera libertad en la práctica de la meditación proviene únicamente de la actitud de dejar pasar cualquier cosa que se presente, con independencia de lo dolorosa o maravillosa que sea. Con la meditación no intentamos producir una experiencia fuera del cuerpo, sino conseguir tener una experiencia plena dentro del cuerpo. La meditación es el instrumento de apertura al Ser Esencial. El sentido de la meditación es el de un ejercicio iniciático. Iniciático se refiere a conocer una cosa secreta. En este caso somos nosotros el secreto que podemos conocer a través de la meditación. Iremos descubriendo muchos de nuestros aspectos. Es imprescindible estar convencidos de que en nuestro interior podemos encontrarnos con un aspecto divino que también somos nosotros y, por tanto, nos pertenece. O le pertenecemos. Tenemos que estar convencidos de que vamos a contactar con algo natural que al mismo tiempo es sobrenatural, y tenemos que estar preparados, no vaya a ser que el encuentro con ese aspecto inhabitual y bastante desconocido nos desconcierte y nos sobrepase. Tenemos que estar predispuestos a encontrarnos con cualquier cosa que puede hacer que se desmorone nuestro acostumbrado y pequeño yo ante el encuentro con el Yo grande que somos, lo que puede llevarnos a abandonar o destruir al que ahora creemos ser para dejar que emerja el que realmente somos. Hay que estar muy equilibrado antes de dar este paso. En principio, es mejor que ambos convivan en armonía, cada uno en su sitio. Más adelante conseguiremos integrarlos. Tenemos que tener cierta disciplina, la que nos impongamos, pero hemos de ser absolutamente respetuosos con su cumplimiento. De muy poco sirve una meditación aislada. Puede que nos haga gracia, que nos parezca curioso lo que hemos sentido o descubierto, que sea una anécdota para contar… pero su verdadera utilidad proviene de la insistencia y la repetición, para ahondar cada vez más con más facilidad y hasta niveles más profundos. Hemos de conseguir llegar al convencimiento de que nos es tan útil y enriquecedora, tan relajante y creadora, que acabe teniendo su propia autonomía que nos lleve inexorablemente a su repetición. La meditación es algo más que simplemente una parte de la senda de la búsqueda y el autodescubrimiento. Tiene su utilidad y tiene sus limitaciones. Dicen los que saben que es la acción en la inacción. Al principio, se ha de seguir una especie de ceremonia: cierta postura, penumbra, velas, inciensos, quizás una música… Más adelante aprenderemos que todo eso está bien, y se puede persistir en ello, pero debería ser, sobre todo, un entrenamiento para la auténtica meditación, que ha de ser continua a lo largo de todos los momentos de todos los días; en el trabajo, en la ducha, en el autobús, entre los ruidos y la gente. Es un momento especial que uno se reserva para sí mismo, que se puede y debe retomar cada vez que se quiera, pero teniendo consciencia de no estar utilizándola como evasión de la realidad hacia un mundo imaginario y nada real. POR SI NO LO SABES En el Oriente, meditación –dhyan- no significa reflexión como ocurre en Occidente, sino acallar toda reflexión y pensamiento. La meditación mejora el estado de ánimo, la fluidez verbal, la memoria y la rapidez de aprendizaje. Esto ya se sabía. Lo novedoso es que sólo hacen falta cuatro días de práctica para que se noten los efectos, según un trabajo de la Universidad de Carolina del Norte. Los tests que se hicieron a los participantes, tras meditar veinte minutos, demostraron que procesaban información hasta diez veces más deprisa que el resto. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Cuando la mente está en calma, todo está en calma. Poner en orden tu interior es poner tu mundo en orden. Si produces el vacío en tu interior, serás un recipiente que admitirá ser llenado de nuevas aguas. En la meditación podrás comprender que eres parte inseparable de la totalidad. La meditación es la vía más corta para contactar con el Ser, ya que en ella te desocupas del runrún cotidiano, y te centras acercándote a tu parte más espiritual. La meditación debiera ser una actividad cotidiana merecida, para conectarte contigo, con el auténtico, con el real, ya que te pasas demasiado tiempo con el que está en el mundo, y muy poco con el que tienes que aprender a ser y manifestar. SOLUCIONES O SUGERENCIAS Esto que viene a continuación es de un autor desconocido para mí. Te puede servir para iniciarte. Si te interesa la meditación, encontrarás información más amplia y precisa en algún otro sitio. “Estar bien contigo conquistando tu paz interior, tener una mente clara y libre de preocupaciones, poder pensar con lucidez y dar a cada cosa la importancia que merece sin que te afecte más de lo que debe afectarte. ¿Un sueño? ¡No! La meditación convierte todo esto en una realidad. Todas las personas tenemos nuestros conflictos, nuestros problemas y nuestra diaria carga de estrés. Somos presa fácil de la depresión y de la neurosis. Vivimos en un mundo tremendamente agitado y demandante, donde tenemos que funcionar a mil por hora y resolver un millón de cosas cada día. ¿Cómo no sentir a veces que no podemos más, que somos impotentes, que estamos en una especie de red de la que no podemos escapar? La respuesta se llama meditación, y es una verdadera llave que nos da acceso a nuestro mundo interior. Quienes practican este antiguo arte de la meditación saben que es la clave por excelencia para lograr ayudarse. Utilizando tu propia mente y su poder de concentración, puedes lograr controlar tus pensamientos y devolver la tranquilidad a tu espíritu, beneficiando al mismo tiempo a todo tu cuerpo. Para lograr eso, es necesario acallar la charla perpetua a la que nuestra mente nos somete. En efecto, ella te habla constantemente, a veces de cosas importantes, pero la mayoría del tiempo de cosas superfluas o de pensamientos negativos que te alteran. La mente humana tiene la extraña tendencia a volver una y otra vez sobre los problemas, y casi da por sentado las cosas buenas que existen en la vida de cada quién. Si tienes problemas para concentrarte, puedes hacer unos sencillos ejercicios. Quizá te parezcan dificultosos en un principio, pero pronto aprenderás a concentrarte y lo harás cada vez mejor, hasta que puedas poner tu mente en blanco y en silencio, y entrar a un verdadero mundo de luz interior. La meditación requiere de concentración, perseverancia y tiempo. Busca un momento un lugar tranquilo, busca un clima que favorezca la meditación, selecciona la luz, una música.... Respira y relájate. Trata de poner tu mente en blanco. Si viene algún pensamiento, bueno o malo, ordénale que se vaya. Una vez que tu mente esté en blanco permite que entren los pensamientos. Primero, los negativos. Hazlos desfilar uno por uno y ve disolviéndolos sin analizarlos. Después, haz lo mismo con los pensamientos positivos. Imagina ahora que te invade una sensación de paz; que ahí, en tu mundo interior, sientes seguridad y protección, y te cargas con tu propia energía. Mucha gente se fabrica un lugar ideal e imaginario de descanso, como puede ser una playa, o una alfombra de suave hierba o incluso una nube cerca de las estrellas. Quédate ahí, escuchando la música, dejando que te envuelva sin pensar en nada más. LOS BENEFICIOS FÍSICOS DE LA MEDITACIÓN. Haz esto cada día, y pronto, muy pronto, te sentirás mejor, no sólo física, sino también emocional y psicológicamente. Habrás alcanzado ese añorado concepto que es la verdadera paz interior. El hecho de relajarte, de respirar lenta, rítmica y profundamente, y de controlar tus pensamientos y tus emociones a través de la meditación, hace maravillas por tu cuerpo, como: 1. Disminuye el estrés. 2. Elimina la ansiedad. 3. Equilibra tu presión arterial. 4. Alivia el dolor de cabeza, incluso la migraña. 5. Elimina los trastornos digestivos producto del estrés, como la úlcera y la gastritis. 6. Alivia la tensión y el dolor muscular. 7. Atenúa el asma y la dificultad para respirar. 8. Ayuda a conciliar el sueño. Aumenta tus niveles de energía.” RESUMIENDO La meditación debiera formar de tu vida, de un modo habitual y cotidiano. Es más importante que la mayoría de tus actividades de distracción repetidas, la más importante y la que más te puede engrandecer en tu Camino Personal y Espiritual. A lo largo del día no estás contigo, aunque creas que estás a todas horas. Estás con el que se ve, pero, como ya sabes, ese no eres el tú que debieras ser. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CUANDO NUESTRAS MANOS SE ROZARON Recuerdo, otra vez, como si me volvieran a quemar de nuevo ahora mismo -la misma pasión, el mismo fuego-, cuando nuestras manos se rozaron por primera vez, después de varios intentos y muchas vacilaciones, un avance, un retroceso, nueva avanzadilla, nuevo repliegue, el temblor in crescendo, el miedo alborotado, el deseo imparable, la duda dudando y mi mano buscando la tuya. Tú sí querías, pero tu mano no quería reconocerlo. “Me voy a atrever”, pensó mi osadía. Y lo hice. Recuerdo, otra vez, como si me volvieran a quemar de nuevo ahora mismo, cuando nuestras manos se rozaron por primera vez. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 45 – EL SILENCIO Este es el capítulo 45 de un total de 82 -que se irán publicando- en los cuales se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Cuando un hombre ignora sus fuerzas espirituales, sale de sí buscando el sentido de la vida en la seguridad, en los estímulos secundarios y en la satisfacción de sus impulsos. El ejercicio del Silencio le permite reencontrarse”. (Dürckheim) “El Silencio es el único amigo que jamás traiciona”. (Confucio) “Cuando termina de hablar el hombre, entonces habla Dios”. "En el Silencio esperan todas las melodías imaginables". (Beethoven) "El Silencio es el grito más fuerte". (de la película La Vida es Bella) Hay un silencio que se produce cuando no se ocasionan ruidos exteriores, un silencio que es falta de ruido, pero no me voy a referir a él. No al silencio que entra por los oídos sino al Silencio –con mayúsculas- que vive en el interior. Me voy a referir al Silencio que se encuentra dentro de nosotros, a ese que se accede tras escapar del parloteo mental continuo, al que se llega al principio mediante ejercicios prácticos de relajación y meditación y se llega de un modo prácticamente instantáneo después. Ese Silencio que es como un vientre materno en el que uno se siente a salvo, en el que uno puede indagarse, vaciarse, saberse en paz y sentirse realmente Uno Mismo y más identificado que con quien corre como pollo descabezado por la vida y es víctima de sus propias zancadillas. Es un Silencio que nos proporciona quietud y prepara el estado preciso para acceder a todo lo que contenemos. Para entrar en ese Silencio hemos de despojarnos de todo tipo de ruidos mentales y condicionantes que hemos adquiridos; tenemos que dejar afuera la mente y su incesante runrún; los anhelos y los temores, fuera; las preocupaciones y nuestras mezquindades, fuera; la prisa y quienes creemos ser, fuera. Uno sólo puede acceder a él si está desnudo de todo lo externo y ajeno, si está en su auténtica modestia, despojado de títulos y materia, tan honesto y tan honrado como sea posible. En ese Silencio nos damos perfecta cuenta de que nos sentimos como si fuésemos dos: el que está dentro y el que quedó fuera, en el ruido. Nos sentimos otro que no es el que se manifiesta con el cuerpo. Cuando uno lo conoce, y sabe lo que reconforta, le gustaría renegar de quien sabe que no es, y quedarse para siempre en ese Silencio, pero no puede ser así y no es lo adecuado; en el Camino que hemos elegido ha de convivir la espiritualidad con las facturas que hay que pagar. Nuestra función en la vida es poder armonizar todos nuestros componentes y comprender que somos el mismo siempre, y saber que podemos compatibilizar el gozar los placeres mundanos con el acceso al Silencio, que podemos alternar estar dentro y fuera, y podemos lograr llevar la paz y comprensión del Silencio a la desarmonía que nos impone el exterior. Este es el Silencio que podemos y debemos alcanzar. Está más allá de esa visión del silencio –con minúsculas- como símbolo de aburrimiento, el que nos pone a pensar en lo que no nos apetece pensar, o a darnos cuenta de lo mal que estamos, o del desastre de vida que llevamos, o las cosas materiales que no hemos alcanzado, o los chicos que no nos hacen caso y las chicas que ni nos miran; así que nos parece que es mejor no quedarse mucho tiempo en ese silencio de ausencia de distracciones y ruidos, porque es desesperante a veces, y es mejor distraerse y eludirlo, mejor mucho ruido, chumba chumba, diversión y alcohol, chumba chumba, la tele, los juegos, los pasatiempos, chumba chumba, y todas las distracciones posibles, y la evasión del Silencio como norma número uno. Un error. Uno de los objetivos del Silencio es desacelerar la charlatanería interior, desidentificarse de las divagaciones de la mente, y poder comprobar que uno no es la mente, puesto que puede estar en un espacio-tiempo donde ella no está. Sólo en el Silencio se manifiesta la sabiduría. Nuestra autenticidad y pureza se mantiene a salvo en el Silencio. El Silencio es necesario para escuchar las sanas intenciones, los sueños felices, los buenos deseos, para que se aposente la paz, para poder escuchar cómo se mueren las prisas y las confusiones, y poder acudir a su entierro. Decía Confucio que el Silencio es un amigo que jamás traiciona. Y es muy cierto. Todo lo que se comprenda en el Silencio, y se viva en ese Silencio, y se sienta en ese Silencio, se manifestará en la forma de ser y actuar, que será muy distinta de antes de producirse el encuentro. Quien destruya ese Silencio habrá destruido lo más grande que hay. La autenticidad del Yo se encuentra en la respuesta que surge del profundo Silencio interior, y es muy curioso que la propia mente se ocupe de evitar que la mente se ocupe del Sí Mismo: lo que algunos denominan el Yo egoísta o Yo pequeño, pone todas las trabas que se le ocurren para que no sea fácil acceder al Yo Superior. Curiosamente, cuando uno quiere hacer una meditación de contacto con el Silencio se le presenta todo lo que tiene pendiente, cosas totalmente olvidadas, y todas las moscas del universo vienen a posarse sobre uno. Hay, indudablemente, “algo” que se opone a que uno entre en su Silencio con facilidad. El silencio exterior se asocia con la soledad y, por lo tanto, se activa el mecanismo desconocido que no permite disfrutar la soledad y el silencio, y así, cada vez que uno llega a casa, si está solo, lo primero que hace es poner la televisión o la radio, aunque no esté viendo ni esté escuchando lo que dicen. También se suelen encender más luces de las que se necesitan, porque de esa forma uno se encuentra menos solo. En cuanto se monta en el coche, si va solo, pone la radio aún antes de arrancar. El silencio exterior, por lo que parece, provoca un cierto nivel de angustia que hay que eliminar: produce desazón, inquietud, rareza… Uno quiere creer eso porque no está acostumbrado al silencio y necesita una auto-justificación para no experimentarlo. Por temor a ese silencio exterior se pone frente al televisor, haya lo que haya; por miedo, llena su agenda de citas que no le aportan más que aburrimiento, cuando resulta que es necesario ese Silencio para poder diseñar el resto de la vida. En el camino de Descubrir hay muchos momentos en que uno tiene que estar en Silencio, exterior e interno. Esto aparentemente da la sensación de separación de los demás y de la vida. No es así. La vida está dentro, y lo que se vive dentro se proyecta fuera después. Se ha de encontrar un equilibrio y saber alternar el recogimiento con la extroversión y la frivolidad con la más profunda espiritualidad. El equilibrio y el centro se conocen cuando se conocen ambos extremos. El silencio exterior, el de no hablar con palabras, crea una situación inquietante porque la necesidad de comunicación es inherente a la naturaleza humana. Uno de los motivos de infelicidad viene de no relacionarse con otras personas, pero no es necesario llevarlo al extremo de contar todo y hablar por acallar al silencio. VISTO DE OTRO MODO El Silencio Interior no se refiere exclusivamente a la ausencia de sonidos que vienen de fuera, como ya expuse antes, sino que se refiere a algo más. El Silencio no es un vacío de estados: el Silencio es un estado. El Silencio es un encuentro a solas, en la más honda intimidad, con de las partes que uno también es aunque la desconozca. El Silencio es el Ser; es no estar en el mundo ni en el tiempo; es la puerta obligatoria para acceder a lo trascendental; es no estar pendiente de otras cosas, sino de Uno Mismo. El Silencio es estar atento, observarse, sentirse, oírse fuera de otros ruidos; el Silencio es el modo en el que sí suceden las cosas, el modo que las experiencias necesitan para asentarse en su sitio; se ha de vivir en uno mismo, no es experiencia que puede ser prestada, no es dogma, no es utópico, ni exclusivo; pertenece a quien lo busque, a quien quiera integrarlo, a quien quiera vivirlo. A veces se pretende crear el Silencio en el interior, pero de un modo artificial y no natural, y lo que se encuentra es una especie de vacío, pero sin tranquilidad; lo que se encuentra es un vacío muerto que no deja que se instale el Silencio-Serenidad. Cuando en el fondo sólo hay alborotos, aunque sean callados, no es el Silencio-sabiduría: es una ausencia que no dice nada. EL MIEDO AL SILENCIO El miedo al Silencio interior puede surgir por el temor a que se formulen ciertas preguntas que exijan una respuesta, por el temor a encontrarse, cara a cara y sin escapatoria, con la realidad a la que uno logra burlar entre el ruido y las ocupaciones exteriores. El miedo al Silencio interior puede deberse al temor que produce lo desconocido, aunque lo desconocido en este caso es Uno Mismo. El miedo al Silencio interior puede nacer del temor a esa sensación equivocada de estar perdiendo el tiempo. Yo, en cambio, creo que se está invirtiendo en mejorar la calidad del resto del tiempo El Silencio interior sirve para conectar con la Realidad que es el poder único, con la Realidad que está más allá de todas las formas y todos los modos. Nos pone en contacto directo, sin intermediarios, con el poder creador, con la Esencia Divina. Algunos de los efectos de ese tipo de Silencio son algo parecido a esto: 1.- La mente se aclara, se armoniza, es más profunda. 2.- La conciencia capta lo que se encuentra en el fondo de nosotros mismos. 3.- Se desarrolla la sensibilidad interna que permite acceder con mayor claridad la intuición. 4.- Se crea una consciencia mayor que permite estar más atento a la vida y al presente personal. 5.- Se descubre con un sentimiento que somos todo y a la vez una parte de todo. 6.- Se siente una comunión con Dios y una interrelación con todo lo creado. 7.- Se siente la auténtica paz, ausente de conflictos y libremente expresada. 8.- Nos lleva a descubrir al sujeto último que está detrás de todas las personalidades y de los distintos yoes. 9.- Permite acumular fuerzas físicas, afectivas, mentales y espirituales. Además de esto y, por supuesto, se puede tener cualquier otro tipo de sensaciones, sentimientos, experiencias, vivencias… y todo ello es absolutamente personal e intransferible. Parece que no hay otra cosa que aporte tanto como el Silencio a la vista de todo lo anterior. Todo lo expuesto es cierto y se puede lograr. Pero -hay un pero-, mientras haya conflictos interiores, deseos, problemas emocionales o personales, será un poco más dificultoso acceder al auténtico Silencio interior. La gran dificultad para acceder a la paz interior es la guerra exterior. La paz se va instalando a medida que se van resolviendo discusiones, confusiones y dudas. El Silencio creador se produce sin ningún esfuerzo. Si hay que hacer esfuerzo es porque hay algo que se opone y crea una tensión, y entonces ya no se puede instalar el Silencio-Paz. Pero -aún queda otro pero-, así como el contacto de conocimiento y toma de confianza con el Silencio se puede realizar desde ahora, para entrar en el Silencio interior profundo es importante tener ya clarificada la forma de ser y actuar, la identidad, ser y sentirse más sólido, más sereno, porque si la persona se abre al Silencio interior profundo sin tener estructurada firmemente su personalidad, y como el Silencio es un dejar de intervenir con la mente crítica y la mente que regula y controla, uno podría ser víctima de las fuerzas incontroladas que hay en los niveles inferiores. Podrían aparecer impulsos reprimidos, fantasías que pueden adquirir enormes proporciones, o la entrada de eso que llaman “espíritus del bajo astral”. Para que el Silencio sea parte de un Camino positivo, tiene que estar siempre presidido por un deseo sano de encontrar tras él, o en él, la Verdad, la Realidad Última, el Creador… y a Sí Mismo. Hay más miedos al Silencio: se trata de ese miedo a la soledad que supone el encuentro con uno mismo. Necesitamos un tiempo interior, de vacío y Silencio, para reconocernos. Un tiempo y Silencio interior para escuchar nuestra relación entre lo externo y lo interno. No siempre estamos siendo nosotros: estamos siendo nuestra actitud. Potenciando el Silencio interior desarrollamos las capacidades interiores, la salud, la intuición y el autoconocimiento. ATENCIÓN Otro de los beneficios de varios años de Silencio personal: “Si consideramos atentamente la vida de aquellos que más han beneficiado a la humanidad, proporcionando alivio y consuelo no sólo a los cuerpos sino también a las almas, encontraremos que su apostolado siempre estuvo precedido por largos periodos de recogimiento y de aparente inactividad, los cuales en realidad suscitaban y concentraban potentemente las energías espirituales que debía irrumpir después y difundirse de forma irresistible.” (Roberto Assagioli) POR SI NO LO SABES (A partir de ideas del libro “Creatividad y plenitud de vida”, de Antonio Blay) Partimos de la base de que todos creemos que por encima de nosotros existe una Realidad (cada uno que la llame como quiera) que se expresa a través de todos los modos y formas que existen, visibles e invisibles. El Silencio nos comunica en línea directa con esa fuerza o poder creador primordial llamada Realidad, y entonces pasamos a ser canales directos con acceso directo. El Silencio es el poder más grande que existe. Abrirse al Silencio es abrirse al potencial total, incondicional. EFECTOS DEL SILENCIO La mente se aclara y se armoniza. Profundiza mucho más con una capacidad de percepción desconocida. Permitimos que todo el revuelto de emociones y pensamientos se aposente, se estructure por sí mismo. Nuestra conciencia discierne con más claridad la profundidad que existe detrás de lo aparente y de lo confuso. Al ahondar en el punto de conciencia, aumenta la potencia de nuestra mente y de toda nuestra personalidad de un modo extraordinario. Desarrollamos la sensibilidad interna y la intuición. Descubrimos la unidad profunda que hay detrás de toda la multiplicidad de formas y manifestaciones. Gracias al Silencio profundo se manifiesta la auténtica paz. Ayuda en la realización personal. Nos lleva a descubrir al sujeto que está tras todas nuestras manifestaciones. Acumulamos fuerzas físicas, mentales, afectivas y espirituales. Nos ponemos en sintonía con el poder creador único, y éste se expresa en nosotros y a través de nosotros. Es, en suma, el mayor realizador personal, quien nos facilita el contacto con el Ser, y quien nos confirma que también somos algo que está más allá de nosotros mismos. ¿CÓMO IR HACIA EL SILENCIO? Mientras tengamos interiormente problemas de deseos, de emociones, de conflictos, es muy difícil vivir el Silencio, porque todo ello está buscando constantemente expresión, solución o huida. La mente empuja continuamente a pensar, soñar, imaginar, suponer… la gran dificultad que tenemos para poder estar en paz es la propia guerra mental que llevamos en el interior. Por ello, es imprescindible solucionar ese estado de guerra. Sólo el hecho de vivir las cosas que nos pasan con toda la intensidad, y con absoluta consciencia, permite que las cosas realmente se resuelvan, se liquiden, de forma que no dejen poso, ni rencillas pendientes, y se puedan archivar como asuntos resueltos. Sólo después de la expresión total de las cosas, y la lucha total si es necesaria, llega la paz. Buscar la paz de otro modo que no sea resolver el conflicto es buscar una paz falsa, es una tregua disfrazada, o una mentira tapada. La auténtica paz viene cuando movilizamos y liquidamos todo lo que nuestra mente nos reserva para nosotros: los miedos, los problemas, las dificultades… sólo la vida intensa, consciente, inteligente, zanja los asuntos definitivamente. No se convierten en otro problema pendiente que dejamos a la mente para que resuelva, sino que se los entregamos a la mente cerrado y resuelto para que no le cause distracción. Entonces ya no es necesario seguir buscando la paz, porque entonces la paz se presenta sola, ya que la paz habita en nosotros y lo único que nos impide vivirla son las cargas que tenemos dentro. Hay que tener cuidado de no confundir el Silencio interior con el acallamiento forzoso, con un esfuerzo de la voluntad, para que se produzca una aparente aquietamiento de las cosas. El Silencio creador se produce sin ningún esfuerzo, y donde hay que hacer esfuerzo es porque hay una resistencia que se opone. Si existe resistencia, no es el auténtico Silencio creador. Eso sí, se pueden tener momentos breves de Silencio aún teniendo conflictos interiores, y es bueno tener esos momentos hasta que se pueda disfrutar del verdadero, pero no es el auténtico Silencio creador que será quien nos permita el contacto con los niveles superiores de conciencia El primer paso, por tanto, es ser un buscador de la verdad, la realidad, lo auténtico. Si no existe este objetivo, el Silencio puede no producir la transformación, ni el acceso al nivel trascendente a la realidad. ¿CÓMO HAY QUE PRACTICAR EL SILENCIO? El Silencio es una práctica que acompaña a todas las demás prácticas de trabajo interior. Para la autosugestión se necesita el Silencio; para recibir los beneficios de la oración, se necesita; para tratar de contactar con la Mente Universal, se necesita. Incluso en la vida cotidiana, que debiera ser un constante ciclo de actividad y reposo. El Silencio no es nada más que el reposo de nuestra personalidad y nuestro yo personal. Se debe practicar diariamente. Cinco, diez minutos, nunca más de media hora. Hay que elegir una postura confortable; mejor que la espalda y la cabeza estén rectas, verticales respecto al suelo, por lo tanto sentados cómodamente pero de modo que nos resulte fácil mantener esta postura. Para comenzar, mejor hacer una serie de respiraciones más profundas y completas de lo habitual, tomando conciencia clara de sí mismo. Respirar suave y profundamente mientras se va tomando conciencia del cuerpo físico, que está presente. Pasar luego a la conciencia del estado anímico y el estado afectivo, y constatar que allí hay un estado de tranquilidad, de cordialidad y de amor suave. Pasar después al nivel de la mente y darse cuenta de que uno está mirando la mente, que ésta está presente, tranquila, serena, despierta, pero sin estar pendiente de ningún objeto. Cuando se han seguido los tres pasos se dice que la mente está alineada, y es entonces, sólo entonces, cuando la persona puede olvidarse de su cuerpo, de su afectividad y de su mente. Una vez hecho esto, empieza propiamente el ejercicio del Silencio. Se puede empezar por darse cuenta de la respiración: “Yo, que estoy aquí, tranquilo, presente, dándome cuenta de que la respiración funciona sola. Yo.” Y al decir yo, que se sienta presente. Esto hasta que note que hay una verdadera pacificación. Y se notará cómo la conciencia va ahondando. Entonces hay que prestar atención a notar el Silencio alrededor de la cabeza, dentro de la cabeza y dentro del pecho. Con la práctica habitual se va consiguiendo un estado de gran pacificación, de gran profundización. En el Silencio no se busca nada. Se trata simplemente de que todo Yo esté presente, sin confundirme con nada, sin apoyarme en nada, sin buscar nada. En todo caso, buscar la noción pura de ser, de Realidad. No olvidar que hay que mantenerse dueño de la situación; hay que mantener, junto con la lucidez, un claro grado de autoconciencia. Nada de esos vacíos en los que uno parece diluirse. No; la persona es centro de conciencia, y este centro ha de mantenerse y ahondarse. Quien está en el ejercicio ha de ser el Uno Mismo, y no la personalidad. Para salir del ejercicio hay que hacerlo de un modo gradual. Los pasos, todos lentamente, son: un acto de resolución interna de querer volver a la conciencia exterior, acentuar suavemente los movimientos de respiración, abrir los ojos, mover suavemente las manos y, siempre despacio y con suavidad, levantarse. RESUMIENDO Como has podido ver, es tan creativo y enriquecedor, tan necesario, que no necesita de mis ánimos para que empieces, a la mayor brevedad posible, a descubrirlo. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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Video: https://www.youtube.com/watch?v=hjFcFb2zVBs En mi opinión, todas las personas seguimos manteniendo en nuestro interior, y de algún modo muy vivos, cada una de las personas o personajes que hemos sido a lo largo de nuestra vida. Y cada una de ellos nos sigue influenciando y afectando con las cosas que vivió en su momento. En este enlace a un video de youtube encontrarás una meditación dirigida para sanar al niño interior. Es recomendable. https://www.youtube.com/watch?v=cSNku... Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) instagram: https://www.instagram.com/franciscode... twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1 Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es Correo electrónico: [email protected] Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Todos los videos publicados los tiene aquí: https://www.youtube.com/channel/UCUNE...