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SÓLO DUELE AQUELLO QUE PERMITIMOS QUE DUELAvideo:https://www.youtube.com/watch?v=0hFOf94ZfqwSi le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)instagram: https://www.instagram.com/franciscodesales7/twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.esCorreo electrónico: [email protected] desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí:(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59Todos los videos publicados los tiene aquí:https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1
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ADIÓS, ME VOY Dijo “adiós” pero se quedó quieta. Dijo “me voy” pero no se movió. No le rogué que no lo hiciera. Callé. No la sujeté, que era lo que ella esperaba. Me miró con ojos húmedos, buscando mi compasión. Se instauró el silencio en mi voz y en mi mirada. Se dio la vuelta. Abrió la puerta. No repitió “me voy”, pero se fue. Aún sigo escuchando el eco del portazo. Francisco de Sales (Más poesías y relatos en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 74 – LA PAZ Este es el capítulo 74 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “No podrás llegar a la Paz si no descubres antes los obstáculos que te impiden llegar a ella. Tú llevas la Paz dentro. Descúbrela". (Tony de Mello) “La Paz no es la ausencia de guerra. Es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia”. (Baruch Espinoza) “Mientras más Paz albergues en ti, mayor será tu fortaleza”. (Pedro Pantoja Santiago) “No dejes que el comportamiento de los demás destruya tu Paz interior”. “La Paz interior comienza cuando eliges no permitir que otra persona o evento controle tus emociones”. “Que la Paz te guíe cuando el tiempo de no ser tú mismo rompa su silencio, dejes de ser el personaje y tengas que SER de verdad”. “Si no estamos en Paz con nosotros mismos, no podemos guiar a otros en la búsqueda de la Paz”. (Confucio) “La Paz interior y la salud son los mayores bienes que podemos tener”. “Si quieres la Paz, no hablas con tus amigos. Hablas con tus enemigos”. (Moshe Dayan) “Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en Paz, estás viviendo el presente”. (Lao Tzu) El motivo de todo el trabajo de Descubrirse no es otro más que llegar a la Paz. La PAZ. Desde que uno comienza el Proceso de Desarrollo Personal, lo que más busca y valora es aproximarse a un estado de no violencia para consigo mismo, un estado de no recriminación constante, de no exigencia continua, de no luchar siempre… un estado en que aceptar sin rendición, comprender sin analizar, sentir sin pensar. La Paz no es simplemente la armonía, porque sin conflicto es más pacífico pero más lento el Descubrimiento, y la armonía es tranquilidad, pero no Paz. La Paz no es aguantar lo que te echen encima los otros sin protestar, porque eso es indiferencia, pero no Paz. La Paz no es agachar la cabeza y recibir con resignación, porque eso es sumisión, pero no Paz. La Paz no es estar quieto, impávido, insensible, muerto, porque eso es no vivir, pero no Paz. La Paz no es callar, arrancarse los sentimientos, eliminar los sufrimientos e interiorizar todo lo que pase, para que quede a la vista una imagen de persona inalterable e inalterada, porque eso es anularse, pero no Paz. La Paz es saber que tras cada respiración hay un motivo y que se sigue respirando aún a pesar de no estar pendiente de ello. La Paz es confiar en un Dios que se preocupa de un modo muy especial por cada uno de sus hijos, y que es sabio, muy sabio. La Paz es saber que tras cada noche llega un nuevo día, y que eso pasará siempre mientras estemos en esta vida. La Paz es una sensación, plácida e indefinida, en que uno se siente en un punto de espera y esperanza, confiando en que la vida va llegando y va pasando, y que la prisa no acelera las horas, ni adelanta las cosas que han de llegar en otro momento. La Paz es poder mirar al infinito sin preocupación, sin dudas, sin urgencias, sin temor, sin enemigos interiores, sin resentimientos. La Paz es un hilo que me une a todo y hace que todo y Uno sea lo mismo. La Paz es una calma en el alma, una confidencia del espíritu, una tranquilidad profunda, una sensación íntima que va creciendo a diario. Pero la Paz no se conquista por la fuerza, ni con lucha, ni con urgencia, ni con la cabeza… la Paz necesita Paz para expresarse, un terreno abonado de silencios, una comprensión sincera sin prejuicios ni ideologías, una renuncia a los conflictos, sabes desdramatizar, gozar de un corazón claro… Quizás la Paz nazca en la conciencia y su padre sea el Amor, porque no hay Paz sin amor, ni amor sin conciencia. Lo que sí es cierto es que la Paz es un premio al que pueden acceder todos los que están en el Camino; que la Paz es como una cima desde la que se puede ver todo desde otra comprensión y otra clemencia; que la Paz no sucumbe a los estados de ánimo variables, ni a los conflictos diarios, ni a las dudas externas. Aunque durante un tiempo no se sienta su presencia, está allí, al fondo, riéndose de las confusiones momentáneas por las que atravesamos, sin sentirse molesta por haber sido desplazada por un momento; la Paz -y término ya con tanta metáfora- es la reconciliación y la vuelta a la amistad y a la concordia con el Ser que desde dentro nos reclama. FILOSOFANDO UN POCO SOBRE LA PAZ La Paz, tu Paz, es un asunto tuyo. No es algo que tenga que depender de los otros ni conviene que los otros tengan el poder de hacer que la pierdas. Es una filosofía, un estado que hay que preservar de los sucesos exteriores o de cualquier persona que la pueda alterar. Es una responsabilidad personal. Es la base sobre la que asentar nuestra estabilidad personal y emocional. Así que la Paz tiene suficiente poder como para le dediquemos toda la atención y el esfuerzo que nos requiera. Se dice que “lo único que merece una guerra es poder alcanzar la Paz”. Y esto cada uno puede interpretarlo como quiera. Yo lo entiendo como que merece cualquier sacrificio –aunque sea sacrificar cosas que hacemos e incluso personas-. JAMÁS PODRÁS ALCANZAR LA PAZ SI ANTES NO ELIMINAS LAS COSAS QUE TE IMPIDEN ALCANZAR LA PAZ. ¿QUÉ ME IMPIDE SENTIRME EN PAZ? Esta es una buena pregunta que se merece una buena respuesta. En una auto-observación consciente, uno puede darse cuenta -al sentirse hostil o intranquilo- de cuál es el origen de ese estado, qué lo ha provocado, qué ha hecho que uno pase de un estado apacible a un estado de inquietud. Y entonces tiene que trabajar para modificar esa reacción inconsciente. Tendrá que revisar qué le hace manifestarse así, explotar de tal modo que es capaz de arrasar la Paz. He comprobado que las personas que comienzan este Proceso tienen diferentes razones que les llevan al inicio, pero hay algo en común en casi todas las respuestas: están equivocadas. Cada persona llama de un modo distinto a lo que CREE que busca: Ser mejor persona, Felicidad, Conocimientos, la Iluminación, etc. No es cierto. Cada uno lo puede llamar como quiera, pero más adelante se dará cuenta de que lo busca es estar en Paz. Y no sólo en Paz con el entorno, con la gente que le rodea, con el mundo y la vida, sino que la verdadera Paz que busca es… la Paz consigo mismo. La Paz es la ausencia de auto-reproches, de una enemistad que se alarga ya mucho tiempo, de auto-exigencias y auto-críticas, de menosprecios. “La vida es conciliar contradicciones”, dijo Guy Braekman. Somos contradictorios, inseguros, absurdos, inestables, a veces paradójicos, algo pesimistas, no siempre objetivos… pero tenemos que convivir con nosotros y nuestras circunstancias y el cúmulo de errores que llevamos encima y los miedos y los sentimientos… Tenemos que sobreponernos a todo eso y seguir manteniendo una relación cordial con nosotros mismos… a pesar de todo lo anterior. Y eso sólo se consigue logrando que el Amor Propio y la Paz estén por encima de todo ello. Uno ha de estar por encima de lo que le pasa en cada momento, preservarse de cualquier cosa que pueda afectar a una relación de Paz consigo mismo, comprendiendo que uno es permanente y lo que le ocurre es pasajero y circunstancial. Esa hermosa relación con todo lo que va pasando y su aceptación sin que menoscabe el equilibrio sereno, permite que se vaya consolidando nuestra Paz y deje de ser un destello fugaz para confirmarse como un estado permanente. No hablo de pasotismo, de irresponsabilidad, de evitación o negación, sino de una comprensión rotunda, que esté por encima de cualquier circunstancia, para entender que la Paz es el objetivo. La Paz del Alma. ATENCIÓN “Si quieres la Paz, no hablas con tus amigos. Hablas con tus enemigos”, dijo, con razón, Moshe Dayan. Si quieres la Paz tienes que hablar con quien se opone a ella, con quien te la está quitando, con quien no deja que se instale con tranquilidad y perpetuidad. De nada te sirve quedarte en ti, y pasarte a ti mismo la queja de que no estás en Paz. NO BUSQUES CONSUELO Y BUSCA SOLUCIONES. Averigua qué es lo que te impide estar en Paz y deshazte de ello. Averigua dónde nace y por qué se perpetúa tu estado de no Paz, y haz todo lo que sea necesario para allanar el camino para que la Paz se reinstale de nuevo en ti. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL La Paz, además de todo lo expuesto, es una ausencia de deseos. En el mundo del alma no existen intereses, eso no existe en su vocabulario. Los deseos son terrenales, y cualquier deseo que se satisfaga quedará aquí el día que toque dejar de vivir, por eso no es capaz de entender la cantidad de preocupaciones, trabajos y sufrimientos que provoca conseguir cosas que no tienen ningún valor más allá de la satisfacción del ego o de los sueños que no son reales sino especulativos. El alma busca sentirse en Paz, porque es su estado natural, y cualquier otro estado es de alteración, de confusión, de ruido, de descentramiento. Si el ser humano fuera capaz de ser comedido y atinado en sus aspiraciones, viviría más tiempo en la Paz, que es un estado casi divino. “La Paz os dejo, mi Paz os doy”, dijo Él. RESUMIENDO Lo llames como lo llames, lo único que buscarás a lo largo de tu Camino espiritual es la Paz: estar en Paz contigo mismo, con el resto de la humanidad, y con tu conciencia; cuando te acuestes cada noche, cuando hagas balance de tu vida, cuando mires al pasado o al futuro, cuando estés a solas con tus pensamientos... Sólo cuando te sientas en Paz te darás cuenta de que eso es lo que buscabas. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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LLOVIMOS Poco después comenzó una lluvia desordenada, irrespetuosa, que me dejó empapado. No fue culpa suya sino mía, que no me moví del sitio. Al principio pensé en refugiarme; después me apeteció la propuesta poética de mojarme mientras sonreía feliz. Me faltó la sonrisa. Me arrepentí al sentirme calado, estúpido y lejos de mi casa. “Claudia”, dije sin usar la voz. Claudia pensamiento. Claudia recuerdo, pasado, terremoto, inolvidable. La lluvia ocultando mi llanto -lluvia, lágrima, todo era lo mismo-, mi voz oponiéndose al grito, mis piernas desobedientes, me mojo por fuera y por dentro. Claudia tormento, qué lejos queda todo, ¿por qué se deshizo nuestro porvenir? amar ya es un verbo sin futuro, son cuatro letras mal ordenadas. Hace siglos que no lloro, digo, pero no es cierto. Muero todos los días varias veces. Deliro, lo sé, no me importa. La muerte sería un premio. Ojalá vuelva a llover pronto. Claudia. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 73 – LA MUERTE Este es el capítulo 73 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “¿Hay vida después de la muerte, o no la hay? Esta no es la cuestión importante. ¿Hay vida antes de la muerte? ¡Esta sí es la cuestión!” (Tony de Mello) “La muerte es el regreso a la nada de la que partimos”. “Es una tontería afligirse porque la muerte nos espera, puesto que se trata de algo que, una vez que llega, ya no hace daño. Acostúmbrate a pensar que la muerte no es nada, pues mientras vivimos no es parte de nuestro propósito y, cuando estamos muertos, ya no existimos más. Tonto es aquel que declara temer a la muerte no porque una vez que llega es temible sino porque es temible esperarla. El conocimiento del hecho de que la muerte no es nada nos permite disfrutar mejor la vida.” (Epicuro) “La muerte no es la mayor pérdida en la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos”. (Norman Cousins) “La vida no es igual para todos. La muerte sí es igual para todos”. (Johan Liebherath) “La muerte sólo tiene importancia en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida”. (André Malraux) “La muerte es una dura experiencia. Sobre todo para los demás”. “Qué muerto está el que asesina su tiempo (que es peor que matarlo) con premeditación (inventándose obligaciones, creándose compromisos, llenando el tiempo de vacíos ocupados) y con alevosía (eso sí: que no parezca que he sido yo)”. Si hay algo en la vida de lo que se puede estar seguro, incluso los que siempre dudan de todo, todos los incrédulos y los escépticos, es que uno se va a morir. A pesar de que todos confiamos en ser la primera excepción, el que rompa la tradición, sabemos que pasará y sería conveniente asumirlo con tiempo. Y es bueno ser conscientes de que al darnos la vida nos dieron también, en el mismo lote indivisible, la muerte. Es un acto involuntario, inevitable, incomprendido, que va a suceder, por tanto, es mejor no oponerse, total… ¿para qué serviría? Sí debes luchar para vivir todo el tiempo que puedas, de una manera digna, con calidad de vida, y no desperdiciar ni un instante en sufrir por lo que va a suceder de todos modos. La parte positiva de saber que te vas a morir es que te hace, o debería hacerte, más consciente de que estás vivo aquí y ahora. Lo que sea, aquí y ahora. Para mí hablar de muerte es hablar de vida, porque mientras no tomemos consciencia de vez en cuando de que seguimos restando años a nuestro tiempo de vida, de que cada día queda un día menos para que aparezca la palabra FIN, seguiremos dejando que los días se vayan sin ser vividos, sólo siendo consumidos. Aplazar las cosas para más adelante puede ser aplazarlas para nunca. Incluso debes pensar en tener la educación y galanura de ser agradecido cuando llegue, por todo lo que hubo entre la llegada al mundo -con saldo cero en tu cuenta corriente- y todo lo que puedes disfrutar hasta su llegada. REFLEXIONES SOBRE LA VIDA Y SOBRE LA MUERTE La muerte es una costumbre de la vida. Así ha sido y así será. No es algo negociable ni evitable, así que es interesante tener esto claro y convivir con esa idea sin que por ello tenga que convertirse en algo trágico. “Ya sabía que algún día llegarías”. Este puede ser el saludo cuando se presente. “Te esperaba. No te voy a decir que me agrades, pero tampoco voy a oponerme a lo que es inevitable”. Pero para tener esta serenidad y esta grandeza es necesario haber tenido una vida en la que quepan la menor cantidad posible de arrepentimientos, la menor presencia de sufrimientos inútiles, el menor derroche de una vida que para entonces ya se habrá comprendido –con mucho retraso- que es IRREPETIBLE e IRRECUPERABLE. El dolor de los arrepentimientos es un dolor inconsolable. En este caso no es posible la reparación del mal hecho. Jamás nadie volverá a su infancia para darse cuenta de ella con toda su intensidad y disfrutarla plenamente, ni a sus quince años para vivirlos de otro modo, ni a la esplendidez de sus treinta. Un día nosotros no estaremos y el mundo seguirá moviéndose igual, las olas seguirán llegando con regularidad y cada estación del año seguirá volviendo. Los que nos echarán en falta nos sobrevivirán unos pocos años y entonces sólo quedará, tal vez, una placa en un cementerio que un curioso mirará y tal vez reflexione “este también creyó en su momento que era alguien o que era importante”. Cuando alguien me pregunta por el destino, y me dice que le gustaría saberlo de antemano, saber cómo o cuál va a ser, mi pensamiento ya tiene una respuesta preparada: lo que va a haber en medio, en los próximos años, no lo sé, pero tu destino –como el mío- es claro y es seguro: la muerte. VER A LA MUERTE SIN MIEDO Y SIN PENA Pensar en morir es algo muy poco agradable. Decir que tenemos apego a la vida –que puede ser muy cierto- no va a hacer que alguien deje de sentir la muerte como algo indeseado. Pero, repito, no es por morir sino por dejar de vivir. Y esto hay que tenerlo claro. Entenderla y aceptarla puede ser muy liberador, puede rebajar la tensión de toda una vida que dejaría de vivirse en un desasosiego y asustados ante su llegada. Conciliarse con la muerte es algo que requiere que se le dedique un tiempo de vez en cuando. Mientras más se piense, más natural se verá, y ser atento observador de los sentimientos hacia ella permitirá comprobar cómo vamos cambiando su visión. Mucha gente prefiere no hablar del tema pensando –ilusamente- que “hablar de la muerte es llamarla”, y creen que si no se habla de ella igual no se da cuenta de nuestra presencia y se olvida de venir a buscarnos. Nuevamente ilusos. VARIAS IDEAS INCONEXAS SOBRE LA MUERTE (es un desbarajuste creado a conciencia, para que cada uno extraiga lo que más le convenza) Parece que sólo nos damos cuenta de la muerte de los demás, ya que a la nuestra no acudimos conscientemente. Cuando nos toque ser el que ha fallecido ya habremos dejado de ser nosotros mismos, ya no tendremos o no seremos esta entidad actual que se preocupa por ese momento. Al estar muertos no tendremos sentimientos ni emociones ni dolor ni angustia ni añoranzas ni penas. No estaremos nosotros para sufrir todo eso que imaginamos. Uno se muere y se acaba todo: lo bueno y lo malo. Aceptar con naturalidad el fin de la vida relaja mucho. Sin oposición no hay sufrimiento. La muerte no existe. No hay algo que sea específicamente “una muerte”. Llamamos con ese nombre al fin de la vida. Es muy correcto sentir pena o tristeza por la muerte de un ser querido. Gracias a Dios, somos humanos. El corazón no entiende de teorías ni razones. La lógica habla un idioma incomprensible para los sentimientos y las emociones. Conviene hacer un duelo por el fallecimiento de los seres queridos. Si no brota de un modo natural, o si uno se pone trabas para hacerlo, entonces puede ser necesario contar con la colaboración de un profesional. Pero hay que hacerlo. No llorar se puede convertir en un cáncer para el alma. Archivamos mucha información y muy dispersa sobre la muerte: miedo, seres queridos que no volvemos a ver, sufrimiento, desaparecer de la vida, llegar a lo desconocido, la posibilidad del dolor, volver a ser otra vez espíritu... Se asocia a lo desconocido y por eso se teme. Pero no es más que el fin de algo. Nada más. Habitualmente, sólo asociamos muerte al final de la vida. En realidad, nos morimos cada noche al dormir, pero no le damos importancia porque resucitamos poco después; también se mueren los momentos cuando se terminan; se mueren las distintas etapas de nuestra vida, pero es necesario que así sea: debe morir la noche para que nazca el día, y debe morir el día para que nazca la noche, y debe morir el otoño para que nazca el invierno, y el río para que nazca el mar, y la niñez para que nazca la siguiente etapa... Es parte de un ciclo imparable: no podemos oponernos, no hay trucos, ni favoritismos, ni pactos con el diablo… Asumir con naturalidad que la muerte es algo que nos va a suceder y que no admite derrota, es lo mejor que podemos hacer para vivir más intensamente y con más consciencia. Habrá un momento en nuestra vida, a partir de cierta edad, que se puede llamar “Tiempo de los Arrepentimientos”, que puede ser muy malvado porque se encargará de reprocharnos nuestro derroche ya irremediable de la vida a los que no hemos vivido plenamente. Aún estamos a tiempo de evitar esa crueldad, que es al mismo tiempo nuestra desdicha. La muerte es el final del trayecto, no hay duda, pero saber cómo vamos a acabar no debe menoscabar ni un ápice el tiempo que falta hasta entonces. Que sepamos que algún día eso va a suceder no debiera ser sino un aliciente para tomarse la vida con más vitalidad y más ganas. Desde hoy y hasta entonces, que todo sea óptimo, que aprovechemos la vida, que nos vayamos en paz y con la tarea de Vivir cumplida. No te confundas: no es lo mismo tener miedo a morir que tener miedo a dejar de vivir. Tal vez se acierte más diciendo que “no me importa morir, lo que me importa es dejar de vivir”. No deja de ser un juego con las palabras, pero si alguien lo ve mejor así y se queda consolado… pues adelante. Pero no es lo mismo. Sería bueno reflexionar sobre ello; quizás te tranquilizaría mucho. No te conformes con una vida mediocre y vacía con el pobre consuelo de que supuestamente hay un Cielo al que irás, o que te quedan otras encarnaciones que pueden ser mejores. La vida es una muerte si no se vive con intensidad y consciencia. A veces pedimos la muerte, pero no es que queramos morir: es que no queremos que nos siga pasando lo que nos está pasando. Morir es dejar de existir, no dejar de Ser. PENSAMIENTOS DE QUIEN CREE QUE HAY ALGO MÁS Me dijiste: “me debes la vida”. Y yo pensé que era un dicho y no un precio. Ahora que me la reclamas seriamente y muestras tu intención de no irte sin haberla cobrado, me planteo urgentemente qué hice y qué no hice, y, sobre todo, quién eres. Me contestas: “la muerte” Yo sé que tú no eres tú, no eres quien manda. Eres una intermediaria. Sé que vienes a recogerme para llevarme de nuevo a mi origen. Si te temo y te maldigo es porque no te recuerdo. Más adelante agradeceré tu atención y te pediré disculpas por mi poca colaboración: es la reacción humana lógica por lo que hemos oído hablar de ti. Comprende que me siento atado a este cuerpo, y que además creo que todo esto es verdad: me creo que soy yo y que estoy vivo. Cualquier día se me pondrán las cosas en su sitio y quizás te pida que vengas muy a menudo pero en pequeñas dosis; quizás de tanto morirse el que no soy algún día quede sólo el que sí Soy, sobreviviendo a los usurpadores que me han robado la identidad y se disfrazan de mí y se llaman como me llamo yo. Sabes que te asocio con lo desconocido y con el miedo: ahora creo que eres mucho más importante de lo que eres en realidad, y te trato con sin temor pero con respeto. El día que me dé cuenta dentro de mí de que eres nada, nadie, ni tienes entidad, ni vives en ningún lado, entonces te miraré cara a cara y de igual a igual, o quizás te mire por encima del hombro porque Yo sí Soy y tú no eres. Debería temerte si fueras una sorpresa y no estuvieses anunciada, pero ya hace muchos años que me hablan de ti, cada vez más cerca y más a menudo, me hablan de tus apariciones intempestivas, ruidosas, llenas de tragedia y llantos, y de que otras veces llegas por la noche y en silencio, cortas el grifo de la respiración y entonces uno se queda quieto. Me es igual. Nos conocemos de lejos, pero algún día nos veremos. Yo me marcharé y tú te quedarás a chupar los huesos. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL En muchas religiones, como en el Cristianismo, la muerte debiera ser motivo de alegría, -pero no es así- ya que a partir de su llegada empieza esa parte buena en que uno se reúne con Dios y con sus seres queridos anteriormente fallecidos, según prometen. Algo tendrán que revisar los que no quieren morir aún sabiendo que lo que sigue es mejor. Conviene saber que, según algunas tradiciones espiritistas, y las que contemplen las reencarnaciones, con nuestro dolor impedimos el proceso correcto por el cual los fallecidos tienen que dejar este mundo para dirigirse al otro. Parece ser que “no les soltamos” con nuestras constantes reclamaciones: “no puedo vivir sin ti…”, “te necesito…”, “si tú me faltas yo no soy nada…”, parece ser que en ese momento el espíritu, que está en el proceso de transición desde el cuerpo físico, no termina de desprenderse y se queda entre dos mundos, siendo consciente de que tiene que seguir su proceso, pero aún apegado a las personas con las que compartió la vida. Es conveniente tener una conversación imaginaria con el difunto que nos acaba de dejar –aunque es mejor si se verbaliza-, reconocer el amor que le tuvimos y que seguiremos manteniendo, y agradecer cuanto recibimos de su parte y su compañía mientras estuvo, y garantizarle un lugar en el corazón para siempre, pero conviene darle permiso para que siga su camino hacia el lugar donde se reúnen las almas, para que pueda terminar su proceso correctamente, en paz, con libertad y con la conciencia tranquila. RESUMIENDO La muerte es el mejor ejemplo de realidad. Te espera hasta el último de tus días, pero llega inexorablemente. De ti depende tener los deberes hechos para cuando llegue. De ti depende tener las alforjas llenas de amor y buenas obras, el alma en paz, la vida satisfecha y los deberes hechos para poder partir con ella con tranquilidad. De ti depende recibirla con los brazos abiertos o negarte obstinada e inútilmente. De ti depende recibirla con gallardía y predispuesto. Pero esto sólo lo conseguirás si estás en paz con el mundo y con tu vida. Y esto, de ti depende. Algo de lo leído, o todo, si quieres que te sea útil requiere de tu participación reflexiva, que tú ordenes todo lo anterior en tu mente o en tu corazón, que seas tú quien descarte lo inútil después de haberlo sopesado, y que seas tú quien tome la decisión con respecto a qué harás hasta que llegue el final de tus días. Recuerda: “¿Hay vida después de la muerte, o no la hay? Esta no es la cuestión importante. ¿Hay vida antes de la muerte? ¡Esta sí es la cuestión! Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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Y LO ACEPTÉ Los días transcurrieron lentamente al margen de mí y de mi angustia y se demoraron en exceso, según opinaba mi urgencia. Entonces no sabía que la vida tiene su ritmo y que el mundo no puede girar más rápido. Mis mañanas empezaban muy pronto -a las cinco ya estaba levantado- y el sol se demoraba para mi gusto, las mañanas rozaban la eternidad, las tardes rozaban el infinito y las noches me mataban. Así transcurrió el invierno más largo de la historia. Fue invierno fuera y dentro de mí. Mi corazón marcaba tres grados bajo cero y mi mente… más de mil. Añorarte era mi única ocupación de todo el día. De todos los días. Sufrir se convirtió en costumbre y ya nadie se apiadaba al oírme. Una tristeza muy insistente se quedó a vivir en mí o conmigo. Cada uno de mis suspiros fue un puñal malintencionado. Cada pensamiento, el manantial de un río de lágrimas. La lástima fue mi alimento y la desesperación, una de mis ocupaciones. Un día se acabó. No sabría decir cómo. Me vi en el espejo y sentí lástima. Luego, una pizca de leve amor. Amor Propio. Me gustó. La vida me ofreció un trato: darme una sonrisa a cambio de mi tristeza. Y lo acepté. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 72 - LOS IMPULSORES (ANÁLISIS TRANSACCIONAL) Este es el capítulo 72 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. En el capítulo anterior hice referencia a la importancia del Análisis Transaccional en mi vida y mi Desarrollo Personal. Hay muchas más cosas interesantes en el AT además de los mandatos, los impulsores y los estados del yo, que es lo que he tratado en estos capítulos. Si al final de la lectura has confirmado la importancia del AT, te recomiendo que busques información y profundices en ello. LOS IMPULSORES Determinan el modo y manera de actuar de cada persona, el modo de enfrentarse a la vida, la forma de afrontar, el arranque inicial. No siempre son negativos. Si somos capaces de descubrirlos y conocerlos podremos manejarlos bien y usarlos a nuestro favor. Y pueden sernos útiles. Oficialmente son cinco, aunque posteriormente otros psicólogos han querido añadir otros como “disfruta” o “ten cuidado”. Al estilo de los mandatos, también son una especie de órdenes internas inconscientes que nos dicen cómo va a ser nuestro impulso inicial de actuación. Cuando actuamos según como los tenemos interiorizados parece que nos quedamos bien, porque creemos que “somos así y es nuestro modo normal”, pero, en el fondo, obedecerlos generalmente sólo produce insatisfacción. Si hacemos un test comprobaremos que todos tenemos algo de cada uno de ellos, aunque en cada persona variarán los porcentajes. Aquí tienes un test: https://voluntaris.cat/wp-content/uploads/los-impulsores-de-la-personalidad.pdf SÉ PERFECTO “Si busca usted la perfección, nunca estará contento”. “Perfeccionismo: tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado”. (Diccionario de la Lengua Española, 1992) Tal vez durante la infancia les exigieron que hubiera un orden meticuloso en su habitación, que no se equivocasen nunca, que sacaran buenas notas, o les repetían “hazlo bien” o “lo puedes hacer mejor”. Ser perfeccionista –y más si uno es obsesivo con la perfección- es un error. Requiere un esfuerzo que casi nunca compensa con el resultado, porque nunca se van a sentir satisfechos. A ello le acompaña siempre una trama de pensamientos adicionales que deterioran la salud mental y emocional. El resultado puede ser la procrastinación –diferir, aplazar las cosas-. No se inician o afrontan las cosas pendientes por el temor a no ser capaz de alcanzar el nivel de perfección que el impulsor impone. Saben que no alcanzar la perfección absoluta –en muchas ocasiones imposible de lograr- les va a hacer caer en un pozo de frustración del que les costará recuperarse y del que además saldrán con heridas. Sufren, porque es imposible que todo salga perfecto y porque, además, hay muchas cosas que no dependen de uno mismo y los otros “no son tan perfectos como tienen que ser”, en su opinión. Sufrimiento garantizado. Es mejor ser capaz de poner un límite a esa búsqueda y saber cuándo parar, cuándo conformarse, o sea… cuándo dejar de hacerse daño. Emplean demasiado tiempo en hacer las cosas, incluso llegan a no hacerlas por lo que se denomina “la parálisis del análisis”. Es mejor conformarse con el 9,50 y estar relajado y en paz que sacrificarse por obtener un 10 que nadie va a apreciar. Ni siquiera uno mismo. SÉ FUERTE “Llorar es de débiles”, “no digas que no puedes”, “hazlo aunque te duela”… así son las palabras y esas mismas son las órdenes no verbales que reciben algunos niños, que acabarán manifestándose en la vida desde este impulsor. Acabarán aislándose, porque les cuesta pedir ayuda (¡eso sería mostrar debilidad!) y acaban queriendo hacerlo todo solos. Ocultan sus emociones y sentimientos, porque en su opinión errada eso son “debilidades”, y les cuesta mostrarlas así como también les cuesta mostrar el miedo, la ternura, y la tristeza. COMPLACE Las personas marcadas por un COMPLACE están destinadas a sufrir. Su impulsor les empuja a querer complacer a todos… menos a sí mismos. Los otros –y que se sientan bien- se convierten en una prioridad. Generalmente son personas con una infancia sin amor, que arrastran sentimientos de abandono o de no importar a nadie, que tienen una mala autoestima y necesitan –como sea y a cualquier precio- importarles a alguien, porque tienen que alimentar su necesidad de amor con las sonrisas de agradecimiento de los otros, de que les digan “eres muy buena persona” o “eres muy amable” y que les den las gracias, ya que por sí mismos no son capaces de amarse. De ese modo se sienten reconocidos y que tienen un lugar en el mundo, porque por sí mismos no son capaces de tener ese sentimiento. No se aman. Y cuando alguien les hace un poco de caso les ensalza de algún modo y es muy posible que creen una relación de sumisión o de apego con esa persona. Tienen muchas posibilidades de acabar en relaciones de dependencia que pueden convertirse también en tóxicas, porque si encuentran una persona que les presta atención, que les hace un poco de caso, creen que esa persona le va a dar todo lo que necesitan y no querrán perderla por nada del mundo. Incluso cuando esa persona ya no les quiera, se auto-engañarán con justificaciones para seguir con él o ella. Se esfuerzan demasiado por agradar y ayudar a los otros. Tras la aparente generosidad es muy posible que lo que esté haciendo en realidad es “comprando” a los otros. “Hago esto por ti para que tú me ensalces o agradezcas”, esta es la motivación inconsciente que le mueve. El problema es que los otros, generalmente, no son agradecidos y cuando el COMPLACE no recibe lo que espera recibir piensa que no se ha esforzado lo suficiente en complacer y que tendrá que esforzarse más, con lo cual entrará en una espiral auto-agresiva de la que no podrá salir. Evita las discusiones, no desea enfadar a los otros, ni que se disgusten, porque sólo le sirve la armonía y si es debida a su intervención, mejor. DATE PRISA Parece que les domina la idea de que el tiempo es oro y no se puede desperdiciar. Todo tiene que ser rápido… aunque no sea bueno, lo que les lleva a cometer más errores de los que desearían y, al final, perder más tiempo del que esperaban ganar con su prisa. El ir tan rápido por las cosas consigue que no se fije en ellas, que no las disfrute con plenitud. Les cuesta quedarse quietos. INTÉNTALO… pero no lo consigas. Es curioso, pero es así: tras la aparente buena intención de intentar hacer algo subyace escondida una orden que boicotea la intención. El impulsor no solamente le dice que lo intente –con lo cual ya le da permiso para que no lo haga bien y tenga la auto-justificación de “lo intenté”- sino que, además, le dice expresamente “pero no lo consigas”. Sienten que tienen que intentarlo, pero generalmente les falta el resto de elementos necesarios para conseguir que el deseo se convierta en realidad. A menudo sus propósitos son irrealizables del todo, no planifican bien, no tienen los objetivos claros o usa métodos que no son efectivos. No lo saben, pero se están boicoteando. Empiezan cosas que no terminan, se les va la fuerza por la boca. Sus esfuerzos son inútiles. Hacen que todo parezca más difícil de lo que realmente es… para no poder conseguirlo. Si te interesa una buena y completa información sobre el tema: http://sorkari.com/pdf/ImpulsoresTKahler.pdf Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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RENUNCIEMOS A LO QUE NOS HACE DAÑO video: https://www.youtube.com/watch?v=YyRakkYdaTc En mi opinión, a veces tardamos demasiado en deshacernos de ciertas cosas que nos perjudican. No sé si es falta de valentía, si es pereza, o si es masoquismo. Cada uno sabrá o averiguará, si es honrado, cuál es su razón o su excusa. Pero renunciar a lo que nos hace daño debería ser un asunto prioritario. Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) instagram: https://www.instagram.com/franciscode... twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1 Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es Correo electrónico: [email protected] Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Todos los videos publicados los tiene aquí: https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
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CAPÍTULO 71 – LOS MANDATOS (ANÁLISIS TRANSACCIONAL) Este es el capítulo 71 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. La aparición del Análisis Transaccional en mi vida marcó un antes y un después en mi Proceso de Desarrollo Personal, sin duda. Hasta entonces había estudiado muchas cosas y muy distintas, pero sólo el descubrimiento de Antonio Blay –de quien recomiendo como imprescindible el CURSO DE PSICOLOGÍA DE LA AUTORREALIZACIÓN ((Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,16027.msg18606.html#msg18606) me había impactado tanto como lo hizo el AT (Análisis Transaccional). Me hizo comprender con total claridad el porqué de muchas de mis actuaciones inconscientes a lo largo de la vida, cómo me ha marcado y afectado la educación, por qué me auto-limito en ciertos aspectos, etc. El AT es una herramienta realmente útil, fácil de comprender, y de efectos casi inmediatos si uno colabora comprendiendo y luego haciendo lo necesario para cambiar. Es absolutamente recomendable. Pero todo no cabe en un capítulo, así que aquí sólo encontrarán un breve esbozo y es conveniente que los interesados busquen más información. LOS MANDATOS Los mandatos son estímulos perjudiciales que se nos quedaron grabados como creencias negativas e incuestionables, restrictivas; operan desde nuestro inconsciente, y los obedecemos ciegamente y sin cuestionarlos. Afectan al comportamiento natural porque son condicionantes, y están grabados por nuestros educadores, que nos inculcaron sus ideas, sus deseos, sus opiniones, y también sus traumas y errores. Son mensajes dictatoriales que nos inculcaron durante la infancia, y que sin posibilidad de rebatirlos –porque no estábamos preparados para hacerlo- los incluimos –sin saberlo- en nuestros modos de ser y de comportarnos. Los mandatos son órdenes –innegociables- por parte de nuestros padres y educadores que nos introdujeron y que obedecemos. Prácticamente todas tienen algo en común: son prohibiciones, son negaciones y negativas, y van en contra de nuestra naturalidad y modo de ser reales. No todo lo que nos decían empezando por un NO era un mandato ni era algo negativo. NO te auto-lesiones, NO metas los dedos en el enchufe, NO hagas cosas que son peligrosas para tu edad, NO te metas el dedo en la nariz cuando estés con otras personas… no son mandatos negativos, son normas esenciales de supervivencia o convivencia. Algunas nos los manifestaron de un modo verbal, pero con otros lo hicieron de un modo emocional. Con sus palabras o actitudes aprobaron y reforzaron las cosas que hacíamos de acuerdo con los criterios familiares en cuanto a conductas, pensamientos y emociones que uno debería tener y sentir, y desaprobaron o castigaron lo que no coincidía con sus imposiciones. Uno tenía que sobrevivir, y aceptó –sin saberlo- todas las normas. Incluso las que no gustaban, pero eran mandatos parentales que había que cumplir. Había que amoldarse a ellos porque nos dejaban muy claro lo que se esperaba de nosotros y lo que tendríamos que obedecer. (Hay más información sobre esto en el capítulo LOS ESTADOS DEL YO) ((Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,16747.0.html) ALGUNOS EJEMPLOS DE MANDATOS No pienses No disfrutes No existas No seas tú mismo No crezcas No confíes No triunfes No seas importante No ames No estés bien No decidas No sientas Etc. ¿CÓMO FUNCIONAN? Tomaremos uno como ejemplo para comprenderlo: NO PIENSES. Es muy posible que nunca lo digan con palabras, pero cuando un niño tenga una equivocación durante su infancia, cosa muy probable, le dirán –con estas palabras u otras similares, o sin ellas- “tú haz lo que yo te diga” o “te equivocas siempre” o “no tienes ni una idea buena”. Todas estas palabras, o alguna mirada reprobatoria, o algún castigo, harán que uno se cuestione si realmente está capacitado para pensar y es muy probable que acabe aceptando la sugerencia-imposición de sus padres que, por otra parte, se supone que son personas en las que puede confiar y que saben más que él mismo. Sobre todo, a esa edad. El mandato que trasmiten es algo similar a “no confíes en ti” o “tus pensamientos son erróneos”, por lo tanto “es mejor que NO PIENSES tú, y ya pienso yo por ti”. Con esto lo que consiguen es desastroso: el niño dejará de confiar en sí mismo y en sus capacidades porque “está demostrando” que es un inútil –así lo entiende él-, que no sabe pensar bien, y eso se estará convirtiendo por una parte en una sobreprotección por parte de los padres –que tendrá nefastas consecuencias en el niño- y en una disminución o pérdida de la autoestima del niño. A partir de entonces dejará de pensar, aplazará continuamente las decisiones que tenga que tomar, desconfiará de cualquier decisión que tome, tendrá un complejo de ser incapaz en ese terreno, y hará lo que le digan los otros –y será por tanto manipulable- porque creerá que los otros están más capacitados que él. ¿CÓMO SALIR DE LOS MANDATOS? Serán necesarios los permisores -de los que se informa un poco más adelante-. Es conveniente partir de la comprensión previa de los mandatos y de su origen. Después hay que afrontar el asunto de los pensamientos y la forma de pensar. Esto siempre es más efectivo si se hace con un profesional experto en AT, pero si no lo puedes hacer, de un modo provisional puedes avanzar algo con estas ideas. A cada persona le va una mejor que otra, así que… prueba. Son útiles en muchos casos, como refuerzo del trabajo, las afirmaciones positivas. Es recomendable hacerlas a media voz y en un estado de meditación/relajación muy cercano al inconsciente, ya que es allí donde están los mandatos y es allí donde hay que resolverlos. Frases, dichas con convencimiento, como las siguientes u otra similares pueden servir: Tengo derecho a pensar por mí mismo. Tengo permiso para pensar. Soy capaz de pensar yo solo. Mis pensamientos son válidos. Para pensar bien, quien no haya sido instruido en cómo hacerlo, conviene que aprenda ahora a hacerlo bien. La actitud abierta y sin prejuicios ante el motivo sobre el que se vaya a pensar es imprescindible. Hay que poner toda la mente y toda la atención concentradas en lo que se va a pensar. Es bueno tener el máximo de información posible. Son irrenunciables la objetividad y la capacidad de ver las cosas desapasionadamente, como realmente son, sin condicionamientos. Eso se consigue viendo dese fuera el asunto a tratar y no estando implicado en él porque eso hará perder la imparcialidad. Algunas personas se valen de pequeños trucos para hacerlo mejor. Una buena idea es la de anotar en un folio toda la información, ya que al escribirlo se cosifica y es más fácil leerlo que seguir los propios pensamientos en la mente. Otras personas dividen en folio en dos partes con una raya y ponen a un lado las ventajas y en el otro las desventajas. Con esa información a la vista es más fácil salirse del asunto y de su influencia. LOS MANDATOS SON CREENCIAS Creencias que nos limitan, que condicionan nuestro modo de ver el mundo, toda nuestra vida, pero –y este es el problema- sin darnos cuenta de ello. Nos parece que es “normal” o que “somos así”, porque nos han obligado a obedecer lo que cada mandato dice, y con eso hemos aceptado, inconscientemente, auto-boicotearnos para siempre… salvo que, tras darnos cuenta de ello, decidamos voluntariamente deshacernos de ellos mediante PERMISORES, que son unos facilitadores que tienen que desbancar a los mandatos para poner en su lugar lo que son nuestras decisiones personales y libres actuales. ALGUNOS EJEMPLO DE PERMISORES Tengo derecho a ser yo mismo. Merezco amar y ser amado. Amo la vida. Soy flexible y puedo adaptarme. Puedo disfrutar y divertirme. Puedo aprender en quién confiar. Puedo aprender de mis errores. Tengo la capacidad de terminar lo que empiezo. Puedo decidir libremente. Tengo mi permiso para pensar y sentir. Etc. RESUMIENDO Es muy conveniente hacer una revisión personal completa –y hacerla metódica y regularmente- que abarque todos los sectores de nuestra vida y nuestra mente. Un control exhaustivo para comprobar si todo lo que uno hace o no hace es por libre decisión o es respondiendo a una educación mala, a unas normas que no son aceptables o están caducadas pero seguimos respetando inconsciente y escrupulosamente. Nos llevaremos una sorpresa, sin duda, y nos veremos obligados a hacer modificaciones por nuestro propio bien. Y para no contaminar a los que tengamos que educar. “Más vale malo conocido que bueno por conocer” no es un adagio apropiado en este caso. Apuesto a que no puede aparecer nada peor que lo conocido actualmente en una búsqueda de Autoconocimiento Personal cuando la intención que hay en ello es la de mejorar. Ya sé que cualquier cambio implica enfrentarse a estructuras muy rígidas y asentadas a las que les hemos dado un poder enorme. Lo sé. Pero eso no es un motivo suficiente para no afrontar un cambio cuando es necesario. “Yo soy”, “Yo elijo”, “Yo quiero”, “Yo decido”… son buenos comienzos para tu deseo de deshacerte de los mandatos. Ánimo… ¡y adelante! MÁS INFORMACIÓN SOBRE MANDATOS MANDATOS PARENTALES: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,7249.msg9108.html#msg9108 DESOBEDECER LOS MANDATOS: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,12593.msg14886.html#msg14886 Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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EL LARGO Y AGRADABLE CAMINO Son tantos años -y tan agradables- a tu lado, desde que te conocí -el día que cumpliste los quince- hasta hoy -casi no andas, no me reconoces- que es imposible que quepa todo en unos cuantos folios o en mi memoria. Podría averiguar cuántos miles de días he pasado contigo, cuántos millones de segundos, pero no el número de besos, las veces que cogí tu mano, o las que te dije “te amo” con un grito o susurrando en tu oído. Me resulta doloroso que ya no me puedas decir si cumplí mi promesa de hacerte feliz todos los días. Ojalá que sí. Ahora te veo a través de mis lágrimas, las de amor y las de nostalgia, las de incomprensión y las de rabia, las silenciosas y las implacables. Te recuerdo todos los días -con una sonrisa amable- a ti y a tus travesuras, tu sonrisa estruendosa, la carcajada desvergonzada, o las picardías con las que me sonrojabas. Los veranos en la casita de la montaña, cuando te metías desnuda en el lago, las cenas bajo las estrellas, o las noches de amor. Arreglando las plantas de tu jardín, acunando a nuestros hijos en tus brazos, llorando con la radionovela, o preocupada por mis fiebres. Perdida por la ciudad, cómo cuidabas a mi madre, tú primera lasaña y tú posando con ella, o dormida y acurrucada. Ya te lo advertí: no cabes en los folios pero cabes en mi corazón. “Qué haces”, me preguntas. “Te escribo una carta” “Bien”, y regresas a tu mundo donde eres la única habitante. “Quién eres”, me preguntas. “Yo”. “Yo… –dice sonriendo- igual que yo”. Y la pierdo nuevamente. “Te amo”, le digo. “Te amo”, me dice. Por lo menos hay una cosa que no ha olvidado. Se lo agradezco con una sonrisa. “Yo”, repite divertida. Y me mira sonriendo. Francisco de Sales (Más poesías en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 70 – LOS OTROS YOES Este es el capítulo 70 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Cuando eres un buen observador todo el mundo es tu maestro”. La falta de cariño auténtico y el reconocimiento de uno como persona completa producen una angustia que se convierte en base de una especie de impotencia, una soledad afectiva, y hasta una crisis de identidad, que se manifestarán durante el resto de la vida. La impotencia vivida en la época infantil promueve la creación de la prepotencia, porque surge la necesidad de demostrar fuerza, capacidad, poder, energía… lo que no nos han permitido manifestar. Creamos un Yo Ideal más fuerte de lo que somos. La soledad afectiva nos empuja a querer que nos quieran, que nos amen más de lo que creemos que nos aman y muchas veces lo hacemos a cualquier precio, un precio tan excesivo que puede llevarnos al servilismo de tratar de complacer prioritariamente a los demás, llegando incluso a olvidarnos de nosotros mismos. La crisis de identidad empuja a ser un orgulloso que quiere demostrar a todas horas que es alguien importante, alguien que merece la pena. Estaremos buscamos valoración, afectividad y admiración. YO OBSERVADOR: EL QUE SE DA CUENTA. Yo no soy ninguno de los yoes cambiantes o provisionales. Soy el indefinible Ser que desde la serenidad, con una cierta distancia, observa y se da cuenta de todos los demás. El Yo Observador no es voluble, ni irónico, ni inseguro, ni histérico, como los otros, sino el que se queda fuera de todos ellos y se limita a observar cómo actúa cada uno de ellos. Tiene que estar completamente desapegado y no implicarse nunca y en anda; debe mantener la calma y la cordura para seguir siendo el inmaculado, objetivo y callado espectador de las cosas. No es indiferente, sino que se mantiene en una actitud de serenidad para poder seguir descubriendo facetas, y tomar nota de ellas. Después, nos las hará ver imparcialmente, y ese es el momento en que uno se da cuenta, inevitablemente, y es cuando comienza el momento en que ya no se puede seguir negando, porque uno es consciente del todo. Puedo seguir sufriendo, si quiero, pero sabiendo que es un estado que puedo evitar si quiero. Puedo seguir atemorizado, si quiero, pero sabiendo que es un estado que puedo evitar si quiero. Puedo seguir haciendo lo que quiera, pero el Yo Observador, como una conciencia implacable, nos hará ver cómo apreciamos las cosas, qué sentimientos o contradicciones producen en nosotros; nos dirá qué es lo correcto, y comprobaremos si coincide o no con lo que estamos o no estamos haciendo. Las cosas suceden. Y nada más. Lo importante para mí, y lo que le daría el adjetivo, sería cómo se instala en mí cada cosa, qué me produce. Una tormenta puedo sentirla como una expresión del Creador, como una amenaza a mi integridad física, como un fondo mágico para una noche de amor, o como el marco en que encuadrar mi pequeñez; puedo sentirla como trágica, hermosa, temible, insuperable, etc., cualquier palabra que diga sobre ella no va a cambiar ni la intensidad ni una sola milésima de segundo del tiempo que duró. La tormenta se expresará sin importarle cuál va a ser mi veredicto, y así suceden las cosas: porque sí, por ellas mismas, independientes de lo demás. El Yo Observador es el único que no cambia desde que nacemos, porque no se deja influenciar por nadie ni permite que le confundan. Es un notario incorruptible que levanta acta detallada de todo cuanto sucede; que se da cuenta de lo que pasa y deja constancia de ello. No manipula la información, no está a favor ni en contra, no juzga ni reprocha. El Yo Observador sólo se da cuenta. A mí me gusta imaginar que es como un Rey que entra en una estancia, se queda mirando el color de la pared, y se da cuenta de que no le gusta. “Este color no es de mi agrado”, dice. Nada más. Todos los que están a su servicio se dan cuenta, para eso están: para resolver los asuntos del Rey, y se ponen a trabajar para resolverlo; aún cuando el Rey está haciendo otras cosas, ellos siguen en su labor, y cuando vuelva a la estancia posiblemente ya esté realizado el cambio. El Yo Observador se da cuenta y un batallón de empleados dentro de nosotros se ponen en guardia y atentos para trabajar en el sentido correcto, para recordar la próxima vez que una manifestación no sea propia y natural, sino del personaje -que no es Uno Mismo-, que el propósito es ser, cada vez más y continuamente, Uno Mismo. El Yo Observador es sereno y ecuánime. No está condicionado por nada ni nadie. No es un cobarde pétreo y no resolutivo, a quien nada conmueve. Su única e importante función es observar,y darse cuenta y notificarlo. YO EXPERIENCIA: EL QUE SÍ SOY. Hay una parte de nosotros, más o menos amplia, más o menos conocida, que es casi Yo del todo. Es la parte que ha logrado convertirse en realidad, deshaciéndose de las mentiras El Yo Experiencia es la realidad, y mientras más Yo Mismo soy, menos necesito soñar con las fantasías del Yo Ideal o seguir en el error del Yo Idea. Es la suma de todo lo vivido y lo desarrollado: es mi realidad actual. De nada sirve pensar, imaginar, soñar, hacer planes, sentir… nada de eso, por sí mismo, hará que una persona cambie. Sólo experimentarlo, cosificarlo, realizarlo, hará que sea auténtico. Hemos de preparar el camino para que lo que se es en potencia se convierta en experiencia. VISTO DE OTRO MODO Este Yo Experiencia se refiere a lo que soy en base a las experiencias que he tenido en mi vida. Yo me voy transformando a medida que experimento las cosas y las voy expresando en la realidad. Se trata de experimentar. Si simplemente siento o pienso las cosas, pueden ser un bonito sueño o buenas ideas, pero nada más. No es el sentir o pensar interiormente lo que nos cambiará. La transferencia del inconsciente al consciente sólo se puede producir a través de un acto completo y consciente. El Yo Experiencia es nuestra verdad comprobada. El equilibrio, y el Desarrollo Personal, se consiguen viviendo día a día conscientemente, para conseguir corregir al Yo Idea, aclarar bien el Yo Ideal y afianzar y fortalecer el Yo Experiencia. YO: EL AUTÉNTICO YO El auténtico Yo, es quien se da cuenta de que existen los demás yoes. El que toma las decisiones acerca de las informaciones del Yo Observador y el que se da cuenta de que no es ninguno de los demás y sabe ponerlos en su sitio. Hay que prestar atención a esto: cuando hablamos de yo, sólo tomamos conciencia del cuerpo y del pensamiento, no nos damos cuenta de que también somos una parte divina, o cuanto menos espiritual, y hay que prestarle la atención que se le niega continuamente. Separamos cuerpo y alma. Sí, son dos cosas distintas, pero nosotros, hoy, en este momento, somos el conjunto indisoluble de ambas. Así que atención al humano que estamos tratando de perfeccionar, pero no sin olvidarnos de evolucionar también, porque es más importante, la parte espiritual. OTROS YOES YO ABSOLUTO: Llamado también Yo Cósmico o Yo Universal: es el que nos pone en contacto con el sentimiento de que uno forma parte de todo y del TODO. Dicen que es lo más parecido a la identidad. Cuando uno es capaz de contactar con él, ya no es el mero observador del mundo que le rodea, sino que Uno es también el mundo que le rodea. Uno empieza a sentir la alegría de los demás, sus miserias, su amor y su desesperación. Aprendemos que no somos una isla sino que cada emoción que sentimos forma parte de una corriente cósmica en la que flota el Yo individual. SUPER YO: La parte más rígida. Aquí están los debes, los tienes que, las exigencias, las imposiciones y los castigos. No confundir con el Sí Mismo Superior, que se dirigirá a nosotros con un tono amoroso, sugiriendo las cosas en vez de “obligando a”. El Súper-Yo nos carga con tanta severidad que estamos obligados a realizar esfuerzos condenados a la frustración. Nos impulsa a querer tener siempre razón; a estar constantemente defendiendo nuestra imagen; nos impone salvaguardar nuestro buen nombre, el prestigio, y a mantener una imagen para impresionar. Sólo desde la libertad y la falta de prejuicios se pueden vivir las experiencias en su naturaleza real. Y todas son buenas. Las que llamamos malas son las que nos permiten el crecimiento, porque son las que nos señalan el buen Camino. Las que llamamos buenas siempre son gratificantes. YO ESENCIAL: El que uno es en esencia, pendiente de desarrollar. Inalterable. El auténtico. Testigo desapegado, no condicionado. YO EXISTENCIAL: El que está existiendo, con sus cosas buenas, sus carencias y sus errores. YO: Por encima de todos ellos, estoy Yo. Yo a secas. Sin apellido ni adjetivo. Si alguien se ha dado cuenta de todo ha sido el Yo Observador, pero si alguien se da cuenta de que hay un Yo Observador, ese es el Yo sin añadidos. La esencia. El real. O el Real. PARA REFLEXIONAR ¿Por qué tiene que haber un yo? ¿Tan importante es ser alguien? ¿Tanta necesidad tengo de ser alguien? Y si soy nada o nadie… ¿qué cambia? EL NO YO También hay personas que piensan que todo lo que sea dar vueltas a yo es perder el tiempo. Que yo no existe. Es otra posibilidad. Sentimos una obsesiva necesidad de ser Yo. Si no soy Yo, soy nada o soy nadie, pensamos. Y no queremos ser nada o nadie. Necesitamos aferrarnos a un nombre y una imagen -eso que llamamos yo- para tener la seguridad de que hemos nacido y estamos aquí. Necesitamos un yo con quien identificarnos, aunque eso sea un error. Acabamos creyendo que somos yo. Tenemos un documento oficial que acredita que somos alguien, recibimos cartas con publicidad, nos llaman por teléfono, nos miran… !qué alivio! Se nos olvida que “yo” es sólo un nombre, una sílaba con dos letras únicamente, que no tiene entidad, y no es importante ni necesario que la tenga. Somos algo más que un nombre, aunque quede indefinido; lo importante es tener un sentimiento claro de quiénes somos realmente, quiénes somos en la intimidad, cuando nos quedamos a solas, cuando no somos mejor o peor que, o estamos mejor o peor que, o tenemos más o menos que… ¿Qué más da si no somos capaces de encontrar una respuesta deslumbrante para la pregunta quién soy yo?, ¿es que tenemos que ser alguien?, ¿por qué?, ¿para qué?, ¿será esto importante cuando llevemos quinientos años enterrados? Siempre se ha dicho que no hay que tomarse en serio a sí mismo. ¿Somos capaces de reírnos de nosotros mismos?, ¿o siempre llevamos puesta la cara circunspecta y la desdicha de una tragedia griega?, ¿tanta importancia le doy a lo exterior, lo que se ha creado para que los demás sepan que existo?, ¿o mi verdadera importancia y existencia es lo que se produce dentro de mí y no tengo necesidad de mostrar? VISTO DE OTRO MODO Ahora, para lo que viene a continuación, es necesario que seamos muy racionales. Pero muy racionales. Y un poco escépticos. Es cierto que existimos como cuerpo –se puede ver, medir, palpar-, pero no está demostrado que existan el alma -salvo en el diccionario o como justificación de algo que nos empeñamos en separar porque no aceptamos ser un ente que lo engloba todo-, ni el espíritu –se describe como “ser inmaterial dotado de razón”, pero se necesita un verdadero y potente acto de fe para creerlo-, ni tampoco ese “sujeto” que hemos creado en la imaginación que parece que piensa y toma decisiones, que es totalmente intangible, invisible, pero hemos convertido en cierto. Si además hablamos de que somos muchos y diferentes yoes a lo largo del día, en las distintas ocasiones, dependiendo del estado de ánimo o de lo que tengamos enfrente, no hacemos más que seguir convenciéndonos de que realmente existe yo. Y ahora, con esta avalancha de yoes, es más complicado convencernos de que no existimos. Sigamos siendo atrevidos en este otro pensamiento, no demostrable pero rompedor. Ahora creamos firmemente que existe un cuerpo –es tangible e innegable- y que existe un alma –nuestra fe y los sentimientos espirituales que hemos percibido casi nos lo confirman-. Existen dos cosas y nada más. En cambio, nos empeñamos en añadir como controlador de ambos aspectos a algo que bautizamos como yo. Ese algo se da cuenta de que existe el cuerpo y existe el alma, pero en cambio nadie puede demostrar que existe el yo. Existe el binomio -y yo podría ser el nombre para ese binomio-, pero sería solamente un nombre y no algo con entidad. Porque, además, ni siquiera nos responsabilizamos del total de lo que sería el yo: lo dividimos en lo consciente, de lo que más o menos nos hacernos cargo -aunque buscamos culpables externos para las cosas que no nos gustan- y lo inconsciente, de lo que decimos que no conocemos, que se nos escapa de control y no podemos gobernar, y por lo tanto no respondemos de su comportamiento. El yo es un invento de la imaginación. Y deshacernos de ese espejismo nos podría facilitar grandemente la vida. O, por lo menos, el tener claro que no tiene existencia real, que no tiene entidad, que no puede por tanto controlarnos, afectarnos, condicionarnos, dañarnos… Si fuéramos capaces de llegar a la convicción y el sentimiento de que no existe el yo, el Ego, la persona, nos liberaríamos de muchos de los sufrimientos que nos provoca creerlo. Desaparecerían los apegos: no existiría un yo que se apegue a las cosas. Desaparecerían los daños morales: no existiría un yo a quien dañar. Desaparecerían los sufrimientos morales: no existiría quien sufra. Casi todas las religiones, de uno u otro modo, proponen la liberación o disolución del yo y la integración en el conjunto de la humanidad o en la divinidad. Nos referimos a yo solamente como cuerpo, pero resulta que estamos compuestos de muchas cosas más: alma o espíritu, sentimientos, emociones, imaginación, sabiduría, capacidad de pensar, vida, conciencia, recuerdos, ilusiones, miedos, carácter, felicidad… El cuerpo es solamente el contenedor de algunas de estas cosas o el que las siente; la mente contiene bastantes de las demás porque es en ella donde habitan; las restantes las ubicamos en la intuición, en el espíritu, en los sentimientos. Hablamos de un yo y luego descomponemos ese yo en tantas porciones que acaban perdiendo el sentimiento de integridad y unicidad. Tal vez demasiado complicado de entender o de aceptar. No importa, se puede dejar quieto y si tiene que hacer efecto, lo hará. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Hay algo más allá de yo. Cuando digo yo, sólo tomo conciencia del yo físico que es un cuerpo que ha de morir. ¿Y qué más? ¿Hay algo más o esto es todo y cuando se acabe se acabó todo? No sé si eso de que cuando uno se muere se va al Cielo o al infierno es cierto, ni me importa. Tampoco sé si eso de las reencarnaciones es cierto, ni me importa. Lo que me importa es que ahora, en este momento que me toca vivir, he de hacerlo con la consciencia plena, con la atención del todo atenta, y he de vivir YO, siendo muy reflexivo, y sabiendo qué y quién soy, conociéndome en todas mis facetas, aprovechando mis potencialidades, disfrutando mis emociones y las posibilidades que me ofrecen los sentidos, el regalo de Dios de la vida, viviendo con la plenitud que aporta saber quién es uno y cuál es el sentido de su vida. RESUMIENDO Antes de hablar con tanta frivolidad de yo, conviene haber comprendido todo lo escrito en este capítulo. Es vital saber qué o quién es yo. Es imprescindible ser consciente de cuándo estamos utilizando cada uno de los yoes, y, sobre todo, si es el apropiado que queremos usar en ese caso. Por tanto, tener el Yo Observador siempre conectado, desmontar el Yo Idea, quitar la irrealidad al Yo Ideal, y ser continua y simplemente Yo. (A quien esté interesado en comprender mejor los diferente yoes, le recomiendo el libro “Curso de Psicología de la Autorrealización”, de Antonio Blay. Puede escucharlo aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/topic,16027.msg18606.html#msg18606) Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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EL AMOR CUANDO ES NUEVO Podría decir, sin mentir ni equivocarme, que cada tarde a tu lado era un amor eterno. Todo cabía en el intervalo entre tu aparición estelar en el portal de tu casa -radiante, divina- y el momento en que te devolvía -vacía del amor que me diste, llena del amor que te di-. En el intermedio, un mundo. Unas miradas ardientes o vergonzosas, unos roces como accidentales, tu mano huyendo y deseando al mismo tiempo, tu boca entre el sí y el no, los besos preparados pero quietos, el amor todo y presente. Los amores recientes, hasta que adquieren solera, son ansiosos pero indecisos. Cada paso ha de ser medido y comedido y el siguiente no debe adelantar al anterior. Los enamorados comparten una ilusión que camina en la misma dirección; la predisposición late acelerada, los deseos se alteran, los cuerpos se llaman. La prudencia duda de su utilidad. En estos casos es mejor la pasión o la locura. El reloj, llegada la hora, rompe el encanto. Se han amado sin decirlo. La esperanza se ha fortalecido. El futuro les hace un hueco. Más tarde, cada uno en su cama, estarán en los brazos del otro. Los deseos aprovechan la noche y la imaginación para escaparse y realizarse. Francisco de Sales (Más poesía y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 69 – EL YO IDEA – EL YO IDEAL Este es el capítulo 69 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Lo que yo necesito es alguien como yo”. “Dentro de mí hay un yo que es más yo que yo mismo”. (Se le atribuye a San Agustín) “Yo no soy solamente “yo”. Soy mucho más: soy la vida”. “Yo soy mi premio o mi castigo. Depende de cómo me quiera tomar a mí mismo”. “TÚ… YO… pero, fíjate, si nos acercamos… TU-YO: TUYO”. “Muchas personas lo único que saben de sí mismos es que se autodenominan “yo”. “Dios sólo te pide una cosa, y es que te salgas de tu yo, en cuanto eres un ser creado, y le dejes a Dios ser Dios en ti”. (Eckhart) “No solamente no somos la misma persona a lo largo de la vida, sino que somos varias personas en cada uno de los instantes”. “Toda idea que me den de mí mismo, y que yo acepte, queda marcada como una consigna. Así se forma el YO IDEA”. “Únicamente un Ser tiene derecho a utilizar el pronombre personal “yo”: ¡Dios!”. (Eckhart) “Somos una combinación de yoes muy dispares y en total desacuerdo”. “ En cierto momento toma el mando uno de ellos, pero luego lo cede a otro sin que, en la mayoría de las ocasiones, medie una decisión personal. Las reacciones y lo inconsciente toman el gobierno y sólo nos dejan el papel de sufridor de sus caprichos. No hay un Yo firme y consciente que decida en cada momento cuál es la acción adecuada”. Cuando nacemos, que es el único breve momento en que nuestra mente será pura y no tendrá ningún condicionamiento, aún no tenemos capacidad de discernimiento, ni la facultad de raciocinio está activada, ni el cerebro ha empezado a almacenar información para procesarla, ni conocemos otra cosa que no sean nuestras necesidades fisiológicas. No podemos valernos por nosotros. Dependemos de los demás para todo. Hay una persona -que aún no sabemos que es nuestra madre- a la que distinguimos por su tono de voz cariñoso y por el reconfortante latido de su corazón. Cada vez que tenemos una necesidad o una inquietud viene corriendo, nos consuela, nos alimenta, nos limpia las cacas, nos cuida. Sentimos, con buen criterio, que ha de ser una persona que nos quiere cuando se preocupa tanto por nosotros, y decidimos por tanto que siempre querrá lo mejor para nosotros y que podemos confiar en ella. Hay más personas que se acercan durante nuestra lactancia: uno con voz más grave, que parece sentirse orgulloso de que hayamos nacido, que también nos coge en brazos, aunque no con tanta asiduidad, y nos hace sentirnos como juguetes y poco más; hay varias voces más, unas escandalosas, que más adelante sabremos que se llaman abuelas o tías; otras, parece que hablan por compromiso y dicen algo bonito por quedar bien: son las visitas y las que nos miran en la calle cuando salimos a pasear. Pero la que es interesante de verdad es esa voz, la que nos pone sobre su pecho y nos transmite una sensación de seguridad que no encontramos en ninguna otra parte. Se llama mamá. Y el de la voz más grave, papá. Nosotros somos el objeto de sus alegrías y sus preocupaciones de los próximos años. Como llevan mucho esperando nuestro nacimiento, han tenido tiempo suficiente para imaginar o soñar cómo quieren que seamos; incluso, en algunos casos, realmente lo han planificado. Otros, y eso a la larga será mejor o peor, ni siquiera han dedicado un poco de tiempo a tomar conciencia de la responsabilidad que han adquirido y nos criarán según vayan saliendo las cosas y según tengan el día. Tienen más o menos claras las esperanzas que han puesto en nosotros, y lo que van a hacer para conseguirlo. No saben que con ello van a colaborar en que no seamos nosotros mismos, sino que nos van a obligar a ser alguien distinto, alguien que no somos pero es lo que ellos quieren que seamos, y eso nos va a crear grandes problemas y preocupaciones más adelante, cuando seamos capaces de intuir que algo falla, cuando sintamos de un modo más o menos perceptible que hay una diferencia entre quien creemos que somos -aunque aún no sepamos quiénes somos- y quien está representando el personaje que satisface las necesidades de nuestros padres. Ellos diseñaron un modelo que encajara dentro de lo que la sociedad aprueba, que cumpliera las expectativas que ellos no pudieron cumplir -(“que a mi hijo no le falte nada de lo que me faltó a mí, y que llegue donde yo no pude llegar”), que sea obediente, que les haga sentirse orgullosos, que no dé mucha guerra… alguien perfecto. Pero artificial. Decía Antonio Blay, que la educación a un hijo debería basarse en la aportación de un legado cultural, en la enseñanza de unas normas de convivencia, y en la colaboración incondicional para que sea realmente él mismo. Y decía, con razón, que generalmente prestamos atención a las dos primeras, pero nada o casi nada a la tercera. Nos van a “educar” para que cumplamos el modelo ideal que han diseñado, o que van montando sobre la marcha con más buena fe que conocimiento y experiencia. Yo soy partidario de que cuando nace un bebé se le debería hacer una perfecta carta natal y entregársela a los padres, diciéndoles “esto que aparece reflejado en la carta es su bebé, y aquí quedan expresadas sus cualidades, sus debilidades, sus habilidades, sus tendencias: fortalezcan las buenas y ayúdenle más adelante a que comprenda las otras, o traten de enmendarlas de un modo prudente. Esto que acaba de nacer no es un papel en blanco sobre el que se puede escribir cualquier cosa o llenar de trazos temblorosos, no es solamente un lienzo vacío voraz de cualquier cosa, ni un pedazo de arcilla que se puede modelar al gusto, sino que tiene su propia naturaleza y su identidad, y se deben respetar para que llegue a ser quien realmente es”. Pero sería igual: ya lo tienen más o menos idílicamente planificado. No son conscientes de que nos están condenando a una vida ajena, que no es la nuestra, y a un porvenir condicionado, a una infelicidad que se va a manifestar en nosotros de un modo confuso, indefinido, pero que no nos va a dejar descansar hasta el momento en que descubramos que todo se basa en que hay una descoordinación entre el Ser Esencial de nuestra naturaleza, que es el que estamos destinados a ser, y el personaje que otros han creado; uno no se da cuenta siempre de que está siendo un actor en todo momento, y que no abandona el papel porque no sabe que está siendo sólo un actor. Debemos ser capaces de distinguir de quién estamos hablando cuando decimos “yo”, ya que cientos de yoes nos habitan y casi nunca se ponen de acuerdo. Cada uno de ellos desea tomar el mando y dice estar capacitado; cada uno de ellos se cree en posesión de la verdad y toma el control hasta que otro consigue derrocarle. Para entonces, es posible que haya provocado en nosotros averías casi irreparables, o, cuanto menos de elevada factura. Falta un Yo que sea más yo que los otros: inalterable, ecuánime, lúcido, consecuente, con ideas y objetivos claros, con dotes de líder fiable, y preferiblemente nada traumatizado. Un Yo que sea un infalible Juez y un justo Rey. Aclaro que cuando escribo Yo, con mayúsculas, me estoy refiriendo al Yo que realmente somos. Más adelante veremos quién es. Usaré “yo” para referirme a quien creemos ser, el de carne y hueso, y escribiré “yo” seguido de un adjetivo o “yoes” cuando me refiera a cada una de las pequeñas partes o los yoes que habitan en nosotros, tan diversos que cada uno es distinto y mantiene una especie de personalidad propia definida. Llamaré “yo” a las personalidades dispersas y desiguales que pretendemos reunir, para comodidad y entendimiento, en una única que creo ser. DESIDENTIFICACIÓN CON EL YO. En estos momentos en los que parece que la tendencia está siendo sentirse exclusivamente “yo”, cada vez con más intensidad, y defender a ultranza a ese “yo” frente a quien sea, la propuesta para vivir más relajado, más centrado, y sin dejar de ser uno mismo, es desapegarse de esa irrealidad a la que denominamos “yo”. Yo no existe. Ni es importante que exista o no. Lo importante, para mal, es cómo permitimos que cualquier ataque a ese yo se convierta en algo que nos altera, cómo le damos excesiva importancia a este envase -que algún día desaparecerá-, pensando que somos solamente el envase, limitándonos a lo carnal -aunque seamos también lo carnal-, pero olvidando nuestros otros componentes: alma y/o espíritu, divinidad, sabiduría, sentimientos, etc. Todos ellos intangibles. Nos centramos mucho en dar placeres al carnal, y eso no está mal, pero desatendemos las otras realidades que nos integran. Decimos yo y sólo tomamos conciencia del cuerpo, sólo pensamos en lo que se ve, y no atendemos a nuestra parte invisible. Y ese yo, a su vez, lo asociamos con un nombre y dos apellidos, o con el apodo familiar, o con la idea que tienen de nosotros, o con la imagen que vemos en el espejo y la imagen que los demás nos transmiten. Y no somos nada de todo lo que he escrito. YO IDEA: LA IDEA QUE TENGO DE MI Antes de averiguar quiénes somos realmente, vivimos con un concepto o creencia sobre nosotros mismos creado en función de lo que nos han dicho los demás acerca de nosotros. O sea que, como no sabemos quiénes somos, escuchamos a los demás y vamos formando un personaje con las pistas que nos dan. Por eso mismo de que no sabemos quiénes somos, nos creemos lo que nos digan y, lo que es peor, comenzamos a actuar en función de ese personaje que estamos representando. Generalmente llamamos personajes a los seres humanos sobrenaturales, simbólicos o de ficción, y todos aquellos que intervienen en una obra literaria, teatral o cinematográfica. Lo que tienen en común es que no son reales. Ninguno de ellos. Incluso aunque estén basados en personas históricas o existentes, en el momento de la representación no son más que personajes. No son ellos: son otros que hacen de ellos. Así nos pasa casi siempre: actuamos. Si nos hablan muy bien de nosotros, y no somos tan buenos como dicen, estaremos ofreciendo una imagen falsa o equivocada. Si nos has dado una imagen acertada, estaremos aproximándonos a quien realmente somos, pero seguiremos sin ser nosotros; seguiremos siendo un personaje que nos sugieren, pero que en cualquier momento se pude desenmascarar porque no estamos convencidos de ser así. Si nos dan una imagen negativa de nosotros, nos la creeremos sin dudar. Viviremos en ese personaje tan perjudicial, nuestra autoestima correrá grave peligro, y nos sentiremos incapacitados para remontarnos y para desbancarle. En todos los casos seremos un falso yo, porque estaremos confirmando la imagen que los demás nos dan de nosotros, pero los demás no nos conocen en todas las facetas; tienen una idea más o menos acertada o equivocada, pero intentan convencernos de que es real. Por ejemplo, si uno entra en un bar y le atiende una camarera simpática, atractiva y servicial, la idea de la camarera sólo se compone de esos aspectos agradables que muestra. No se ve, sin embargo, que tras ese personaje que está representando mientras dura su trabajo, hay una persona que puede tener tendencias depresivas, el hígado fatal, acaba de separarse de su marido, no tiene claro si le va a llegar el sueldo a fin de mes, sufre por su hijo que está con fiebre, o se pasa las noches llorando. Ella sabe o no sabe cuál es su realidad, pero el cliente, con los pocos elementos de juicio, y basándose sólo en el personaje que ella representa tras la barra, no la puede conocer de verdad. Su idea tiene todas las posibilidades de estar equivocada. Cuidado, por tanto, de no creerse la imagen que los demás tienen y dan de uno, porque uno puede confundirse con la imagen. Este Yo Idea está viviendo de las opiniones ajenas, y de las comparaciones con respecto a una escala de valores ajena. Me dirán que soy torpe o hábil, que valgo mucho o poco, que soy más o menos que… Nunca me dirán que, intrínsecamente, soy energía, que soy inteligencia, que soy amor-felicidad; que soy yo mismo, el único e irrepetible, y nada más. Si hago caso a los otros, no sé quién soy: sé quién creen los demás que soy. Y actuaré en función de esa creencia, incluso cambiando de personaje dependiendo de con quién esté y lo que el otro crea y espere de mí. No siempre hay que actuar para agradar a los demás, y si sería muy conveniente, y es un acto de Amor Propio, pensar en agradarse a uno mismo y, sobre todo, nunca perjudicarse. La idea que yo tengo de mí es lo que veo en el espejo, pero he de recordar que yo soy el que está a este lado, el que se refleja, pero no la imagen que veo, y hay demasiadas personas que tratan de ser su reflejo en vez de su verdadero yo. VISTO DE OTRO MODO Si no vivo mi auténtica naturaleza, queda dentro de mí una extraña sensación de fraude y de insatisfacción conmigo, con la parte de mí que se da cuenta de que no estoy siendo real. Mi naturaleza generalmente es distinta de la que me dice mi Yo Idea. Mis educadores me dijeron que era torpe porque una vez no sujeté bien un plato y se me cayó al suelo. Como creía en ellos, les creí que yo era torpe y empecé a considerarme como tal. No supe entender que para ellos era torpe en comparación con alguien, en este caso ellos, que sí saben sujetar las cosas con precisión. Si me hubieran comparado con otro niño de mi edad se hubiera comprobado que era exactamente igual de torpe que ellos, o sea, nada torpe y sí inexperto. Para el niño revisten gran importancia estas opiniones de los demás acerca de sí mismo, puesto que él carece de puntos de referencia propios y, por lo tanto, depende totalmente de la valoración y estimación que aprecia en cuantos le rodean para formarse una opinión sobre su propio valor y merecimiento. En el ejemplo, me creí que era torpe y me consideré como tal, y es ahora cuando veo que es un Yo Idea, y no soy torpe. YO IDEAL: EL QUE ME GUSTARÍA SER. Como en nuestra infancia nos han tratado de convencer, o nos han convencido, de que no se nos va a apreciar por nosotros mismos, sino en función de que cumplamos o no las expectativas que se han formado de nosotros, y de que cumplamos las normas que nos han impuesto, nos queda un pobre concepto de nosotros mismos, como identidad y esencia: “no valgo y no soy apreciado si me muestro como realmente soy, pensamos, así que tendré que crear un personaje que cubra los requisitos solicitados para ser aceptado y querido”. Parece ser que cuando somos niños nunca estamos a la altura de lo que esperan de nosotros. Quieren que seamos unos adultos pero en pequeño y no lo somos. Tenemos limitadas las habilidades y la inteligencia; somos por naturaleza un Niño Libre que sólo quiere ser niño, jugar, y crecer en paz sin tener que asumir unas responsabilidades que a esa fecha no nos corresponden. Pero en la práctica totalidad de las ocasiones los educadores parentales se toman demasiado en serio su nueva profesión y se vuelven excesivamente rigurosos y exigentes. Nos hacen creer que somos un cúmulo nefasto de errores y con eso creamos el Yo Idea, pero tenemos que sobrevivir a cualquier precio y aprendemos rápido. El siguiente paso es fingir que somos como ellos quieren que seamos, y para eso creamos el personaje del hijo ideal, del sumiso obediente, del perfecto niño con cargas de adulto… del que no somos nosotros pero se parece al que quieren ellos. Ya nunca más seremos nosotros mismos, porque acabaremos creyendo que somos el personaje y actuaremos como tales, y llegaremos a olvidar el que realmente somos, porque tiene pocas posibilidades de sobrevivir, y porque no le aceptan cuando se manifiesta. Acabaremos creyendo que el que sí soy está equivocado. “Mis educadores saben mucho más que yo, y si ellos lo dicen…” En el momento en que empezamos a diseñar el personaje lo hacemos a lo grande. Proyectamos uno que no nos deje en ridículo (no me proyecto a mí, sino un personaje de ficción), que sea admirable, que sea aceptado y querido por todo el mundo, el más de lo más, un Superman. El proceso de creación está presidido por la rabia que nos ha producido ese no ser aceptados, ese tener que soportar en la infancia que somos torpes, según nos dijeron, o que no somos dignos de recibir amor. Sólo porque no somos como ellos quieren que seamos nos hacen todo tipo de chantajes emocionales, como decirnos “si vuelves a hacer eso la abuela no te va a querer…”, “si no obedeces, mamá no te quiere…”. Como somos niños y no somos muy conscientes de los límites y de las posibilidades reales, creamos un Yo Ideal, perfecto, que sea fácil de amar para los demás, un cúmulo de cualidades y con grandes proyectos, y como ese ideal difícilmente será conseguido, en realidad lo que hemos creado es un personaje condenado a la frustración porque jamás alcanzará su imaginativo e irreal proyecto. Esta frustración nos acompañará toda la parte de la vida que vivamos sin ser conscientes de que no somos ese personaje, y que en realidad somos aquel que dejamos de ser, el que nunca llegamos a ser, un humano más o menos completo, más o menos apto, pero que era él mismo en toda su pureza. Ser conscientes de que jamás seremos el Yo que diseñamos como Ideal, y que no debemos serlo porque ese no somos nosotros, nos lleva inexorablemente a una toma de contacto con la actual realidad, con el crudo encuentro con quien realmente estamos siendo en este momento, con el desenmascaramiento del personaje, a quien antes de despedirle habrá que darle las gracias por los servicios prestados por sacarnos del apuro cuando creímos necesitarle. Pero ya no le necesitamos. Ahora nos estorba porque nos engaña. Distorsiona la realidad. Es ficción, es fantasía, es falso. Ahora es cuando debemos averiguar lo que seguimos haciendo por ese Yo Ideal, para no seguir alimentándole (en el caso de que sea sólo inconsciente, porque si sus propuestas coinciden con lo que en el aquí y ahora queremos, entonces no hace falta desterrarle). Nuestro trabajo es averiguar quiénes somos realmente, descartando el Yo Idea y el Yo Ideal, porque ahora sí podemos ser el Yo sin más, o sea, Uno Mismo. El Yo Ideal hay que trasladarlo al presente y vivirlo en el presente, porque cuando se creó era un proyecto para el futuro, y sigue habitando en el futuro. Es un sueño del que conviene apearse. Más vale ser realista, reconocer las trabas y las posibilidades, aceptar lo bueno y lo otro, hacerse cargo de lo que uno está siendo y descubrir el potencial al que aún no se ha accedido. El Yo Ideal es un sueño y la vida es la realidad. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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¿SABES PENSAR CORRECTAMENTE?VER VIDEO:https://www.youtube.com/watch?v=qRuyqwHGI0YEn mi opinión, cuando tenemos que pensar es algo que hacemos de un modo bastante desordenado, sin un conocimiento claro de las herramientas de las que podemos disponer para hacerlo, sin ecuanimidad ni criterio, sin buscar el estado idóneo para ello, sin tener en cuenta el momento y el sitio adecuados, y, a veces, despachándolo a la mayor brevedad posible porque suele ser una situación en la que no nos sentimos cómodos y de la que queremos salir a la mayor velocidad y con la mejor solución. Tarea que es casi imposible.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...)instagram: https://www.instagram.com/franciscode...twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.esCorreo electrónico: [email protected] desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí:(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59Todos los videos publicados los tiene aquí:https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
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CAPÍTULO 68 – LAS CRISIS PERSONALES, ESPIRITUALES Y EXISTENCIALES Este es el capítulo 68 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”. (Eugenio Trias) “La mejor manera que he encontrado para salir de mis crisis es ayudar a otros a que salgan de las suyas”. (Tony de Mello) En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento”. (Albert Einstein) “En las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte.” (Honoré de Balzac) "No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar "superado". Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla". (Albert Einstein) “Las crisis son esas creadoras incomprendidas”. “Las crisis se producen cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”. (Bertolt Bretch) “Sólo porque tocaste fondo no quiere decir que tengas que quedarte allí”. Tememos encontrarnos en una crisis. Sabemos lo que implican y, además, sólo somos capaces de ver la parte desagradable que conlleva, que puede ser grande y dolorosa. Cada vez que alguien escribe sobre las crisis, obligatoriamente acaba recurriendo a hacer referencia al ideograma chino que representa la crisis. Se compone de dos dibujos. Uno de ellos se puede interpretar como riesgo o peligro, y el otro es oportunidad. La interpretación resumida sería: cambio. Hay un riesgo pero hay una oportunidad. Lo que suceda a partir de entonces, sin duda, provocará un cambio. No creo que las crisis aparezcan por casualidad. Creo que se tienen que reunir expresamente una acumulación de situaciones que acabarán confluyendo en la crisis. Se van fraguando poco a poco. Una decepción. Una tristeza. Un dolor. Una rabia. Todo suma. Y un día explota. Así que es necesario e imprescindible –aunque no apetezca- aprovechar esa oportunidad especial en que ya se ha hecho inevitable su presencia y hay que afrontarla. UNA CRISIS ES UN ESTADO TEMPORAL DE TRASTORNO Y DESORGANIZACIÓN, PERO NADIE SE QUEDA IMPASIBLE ANTE UNA CRISIS, Y NADIE SE QUEDA DESPUÉS DE ELLA IGUAL QUE ESTABA ANTES. Una crisis va a aparecer en la vida de una persona cuando un determinado suceso altera su equilibrio personal, tanto en sentido favorable como adverso. El desencadenante puede ser el inicio es una enfermedad, un accidente, la muerte de un ser querido, una separación, el desempleo, en fin, una mala experiencia. Según la Astrología puede ser una oposición o malos aspectos en la carta natal entre Saturno y Saturno, o Saturno y los planetas transpersonales (Urano, Neptuno y Plutón). Y la realidad suele coincidir con esto. Según la tradición, hay una a los siete años de matrimonio, también están la crisis de los veintiocho y la de los cuarenta años, crisis de identidad, crisis existencial, de la pubertad, de la tercera edad, etc. Las crisis, por lo general, nos ponen frente a situaciones que hemos ido aplazando. Parece como si concurrieran en un momento concreto todas las circunstancias para que lo que se sujetaba con alfileres salte violentamente, se haga ver de un modo inevitable, y sea tan notable y tan claro que no se pueda seguir negando. De todas las crisis aprendemos algo. Siempre. Aunque muchas veces nos parece, con razón, que el precio que hemos pagado por la lección ha sido muy alto. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Las crisis espirituales son de otro modo. El desarrollo espiritual abre la conciencia a nuevos campos, despierta potencialidades dormidas. Los seres humanos, en este momento de la historia, nos abandonamos a vivir, nos preocupamos de lo inmediato, nos consideramos más o menos religiosos aunque sólo verbalmente y, a veces, nos cuestionamos las grandes preguntas. Las crisis son experiencias positivas, naturales y necesarias. Hacen emerger situaciones y elementos que tienen que ser descubiertos o revisados. En el caso espiritual, se trata de abrir el canal entre el yo minúsculo y cotidiano, y el YO SUPERIOR. Tras la crisis casi siempre renace un individuo más amoroso y armonioso. LA CRISIS EXISTENCIAL La crisis existencial es una experiencia vital que sucede en algún periodo de la vida. Se caracteriza por una necesidad interna fuerte y angustiosa con hondos cuestionamientos personales. Plantea una revisión profunda de todo: desde las motivaciones que nos mueven hasta las creencias en todas las cosas de la vida, desde el pasado y qué es lo que hago yo aquí hasta el sentido existencial de la vida. Es, sin duda, un momento trascendental. Tal vez el más trascendental de la vida, por eso conviene escuchar la queja de esa voz interna –que podemos llamar intuición- que parece saber más que nosotros de lo que nos conviene, y por ello sabe que es necesaria una revolución que acabe con todos los conformismos que estamos soportando. Ya no debemos seguir engañándonos. Hay que hacer reformas y hay que ponerse a ello. Sin duda, el futuro depende de atender o no a esa llamada. Se suele presentar camuflada entre preguntas “¿cuál es el sentido de mi vida?”, “¿por qué no soy feliz?”, “¿qué hago en el mundo?”, “¿para qué vivo?”, “¿qué va a pasar cuando llegue la muerte?”, “¿qué he hecho con mi vida hasta ahora?”. Uno se siente más perdido que nunca y se ve incapaz de dar las respuestas adecuadas a asuntos tan importantes, lo que aumenta la inquietud y nubla la vista de que se vaya a encontrar la solución. La angustia y la desesperación se hacen dueños de uno y no se sabe por dónde seguir. Esa toma clara de conciencia acerca de asuntos que sabíamos que estaban ahí pero no se les dedicaba la atención suficiente ahora se presentan con tal rotundidad que es imposible desoírlas. Hay una reclamación de un Proyecto Vital o un buen Plan de Vida, porque ya es muy evidente que uno no quiere seguir como está. Esta vez no se busca una teoría que consuele sino un proyecto real. Se impone la ayuda de un psicólogo o un muy buen terapeuta transpersonal. LAS CRISIS Y SU SENTIDO Uno, en este mundo, tiene que seguir en lo cotidiano y al mismo tiempo conocer o intuir otros momentos en los que sienta que está contentando a su espiritualidad o su trascendencia, y las crisis nos llevan a ellos. Sentimos o intuimos que tiene que haber algo distinto y lo que se nos va presentando nos provoca una sensación extraña, por su desconocimiento, pero al mismo tiempo es prometedora porque nos sugiere que va a ser algo mejor. Las crisis producen una desarmonía entre el ser esencial y el existencial. Nos hemos pasado casi todos los años de nuestra vida en la materia, en lo cotidiano, y es muy reciente la revelación de la sugerencia de la espiritualidad y lo que realmente somos detrás de lo que aparentamos. Es como comenzar otra vida o pasar a otro mundo. La pujanza de lo espiritual, o simplemente de lo psicológico y lo humano, por encima de lo habitual, ya crea un estado de no tranquilidad y un deseo de no mantenerse en la rutina. A partir del despertar de la crisis ya resulta imposible seguir negando esa inquietud, y no queda más remedio que empezar a dar los primeros pasos en la dirección de la reunificación. RESUMIENDO Agradezcamos a las crisis su presencia. Son despertadores de conciencias dormidas. Están a nuestro favor. No dudes de que las llamamos de algún modo porque son imprescindibles. Ante una de ellas, hay que poner atención, mucha atención, y mucha voluntad para resolverlas. Nunca negarlas, nunca evitarlas. Son sinceras y nos enfrentan a lo que llevamos tiempo esquivando o aplazando. Son portadoras de soluciones y de buenas esperanzas. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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NO VUELVAS A APARECER Te recuerdo que no tienes derecho a invadir mi pensamiento como hiciste durante años cuando compartíamos amor. Ya sólo puedes estar en el olvido y sin rozar mi corazón y sin alterar sus latidos. Eres sangre tóxica en mis venas y lo que menos necesito ahora. Recomponer mi alma está siendo una dura tarea. Deja que mis lágrimas se amansen, que la esperanza regrese del exilio, que la fe recomponga fuerzas, que pueda pintar todo de blanco. Déjame, No vuelvas a aparecer. No me escribas desde el pasado. Acostúmbrate a un olvido silencioso. Francisco de Sales (Más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 67 – EL AMOR PROPIO Este es el capítulo 67 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “El Amor Propio es un regalo que uno se hace a sí mismo”. “Empecé a liberarme de todo lo que no era saludable: situaciones, personas, gustos, cosas… Algunos lo llamaron egoísmo, yo lo llamé Amor Propio”. “El Amor Propio arregla lo que rompen otros”. “Dedícate a sentirte bien contigo mismo. Eres con quien pasarás el resto de tu vida”. “Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance de por vida”. (Óscar Wilde) “Ojalá te conviertas en tu amor eterno”. “El principal amor que has de buscar en tu vida es el Amor Propio”. “El Amor Propio es la base imprescindible para quien decide hacerse responsable de su propia existencia”. “Elogia a los demás, pero no olvides nunca elogiarte a ti mismo”. “Te has criticado durante años y no ha funcionado. Intenta amarte y verás lo que pasa”. “La vida te trata tal como tú te tratas a ti mismo” (Louise L. Hay) “Perdonarse el uno de los mayores actos de Amor Propio que puedes hacer contigo”. El Amor Propio es el amor que uno se profesa a sí mismo. También se refiere al afán de mejoramiento personal. En realidad se refiere a todo aquello bueno que uno haga por sí mismo y para su bien. Es el mejor y más eficaz auto-cuidado. Algunas personas le dan un sentido equivocado, y creen que tener Amor Propio es casi un orgullo del malo. Que es algo parecido al egolatrismo. Si se entiende bien se le da el sentido correcto: Amor a uno mismo. “Amarás al prójimo como a ti mismo”, dicen que dijo Jesús. PARA SABER CUÁNTO Y DE QUÉ MODO HAY QUE AMAR AL PRÓJIMO HAY QUE EMPEZAR POR AMARSE A UNO MISMO PORQUE ESA ES LA MEDIDA A APLICAR. O sea que si uno se ama poco también tiene que amar poco al prójimo. Es lo que significa la palabra COMO: “del mismo modo o manera”, “en la misma exacta cantidad”. Un amor excesivo hacia los demás mientras que al mismo tiempo no hay amor hacia sí mismo tiene que ser falso. O injusto. Aunque uno no los encuentre –o no quiera verlos- siempre hay motivos para amarse. AMOR PROPIO Y AUTOESTIMA La mejor base sobre la que sustentar el Amor Propio es una buena autoestima. Sin ella resulta demasiado complicado, casi imposible. Es ilusorio pretender tener Amor Propio, o sea amor a uno mismo, si el concepto que tiene uno de sí mismo no es bueno. No pueden coexistir las dos cosas. Pero es cierto que el modo de comenzar el Desarrollo del Amor Propio parece un poco confuso. Es lo que se llama “la pescadilla que se muerde la cola”, o “¿qué fue antes el huevo o la gallina?” o el “círculo vicioso”. Sin Amor Propio no parece que pueda mantenerse una buena autoestima y sin ésta es difícil sentir Amor Propio. ¿POR DÓNDE O CÓMO COMENZAR ENTONCES? Cuando uno se ha dado cuenta de cómo es su relación consigo mismo, y reconoce que no es todo lo buena –o por lo menos, amable- que quisiera, ya ha dado el primer paso. Ya ha comenzado. Tomar conciencia de la situación personal, reconocerla y aceptarla, ya requiere un esfuerzo que se ha de valorar. Es un enfrentamiento serio a una realidad no siempre agradable. El segundo paso es muy evidente: la reconciliación. No tiene ningún sentido -y no va a funcionar- un trabajo de Desarrollo Personal si uno cree que no se lo merece o si uno lo hace a disgusto. Uno se va a pasar cada uno de los segundos del resto de su vida a su lado, así que es del todo absurda una relación que no esté basada en el respeto, en la buena voluntad, en el derecho al merecimiento de que las cosas vayan bien para uno. No tiene ningún sentido boicotearse. Los siguientes serían… Empezar a hacer planes para este mismo presente y un venidero futuro –y comprometerse a cumplirlos, por supuesto-. Dejar de tener miedo a mostrarse como uno es realmente. Deshacerse de todos los miedos y ataduras que le impiden a uno vivir su vida. Abrir la mentalidad para ser capaz de ver las mismas cosas de otro modo mejor. Valorar más el disfrute que la queja. Hacer esas cosas que a uno le gustan pero no siempre se atreve a hacer. Evitar los auto-reproches. Revisar y dulcificar las actitudes, los comportamientos, las palabras hirientes o menospreciantes que usamos contra nosotros cuando pensamos en nosotros, o sea todo aquello que sea un atentado contra una buena y amorosa relación. Escucharnos desde el cariño. Valorar las cosas que hacemos bien. Respetarnos. Darnos prioridad. Sonreírnos frente al espejo. De todas esas cosas que uno hace por sí mismo irá naciendo y cimentándose ese Amor Propio. CAMBIAR Es un poco falso decir “no tengo un buen concepto de mí mismo pero me amo”. Puede ser más cierto decir “me acepto como soy en este momento”. Y es muy interesante que uno llegue a esa aceptación, porque es cierto que darse cuenta es necesario, pero también lo es aceptarse. Aceptarse no quiere decir “gustar” y no quiere decir “permanecer así”. Uno puede y debe tomar conciencia de la realidad de su relación personal consigo en el instante en que se da cuenta, pero ha de tener claro que nada le codena a permanecer en esa misma situación y que tiene la completa libertad de ser de otro modo, en todos los aspectos, a partir de ese momento. Eso que se dice a veces de “es que yo soy así” se puede cambiar por “estoy siendo así en este momento pero ya no quiero seguir y lo voy a modificar”. Y esa es una demostración clara de Amor Propio. ME AMO ¿Cuántas veces has pronunciado esto? ¿Cuántas veces te has dicho esto desde el corazón? Algunas respuestas a estas preguntas suelen salir muy tristes. Con cero optimismo. ¿Cómo decirse ME AMO, así con mayúsculas, sin que tenga uno que enredarse con aclarar si eso es un asunto de ego, o con que no hay motivos suficientes ni razones para decirlo? ¿Por qué esa excesiva auto-exigencia para poder decirlo con sinceridad? ¿Por qué aceptamos y perdonamos cosas a los demás y esas mismas cosas en nosotros son imperdonables? ¿Por qué tantos inconvenientes para mirarse a los ojos en un espejo –o en el espejo del alma- y decir con firmeza y amor “ME AMO”. ¿Por qué poner tantas pegas para una reconciliación? Es tan sencillo… ME AMO. Y si se repite una y otra vez, incansablemente, con la voz del corazón, cada vez sonará más convincente y a partir de esa repetición se abrirán puertas y caerán muros, porque uno siempre se ama aunque haya decidido castigarse con la indiferencia, aunque sea víctima de ese mal modo de ser que es pensar “mientras no cambie no me amaré”. Es imposible cambiar si no hay un Amor Propio que sea el motor de ese deseo de cambio. QUIÉRETE Quiérete porque sólo así los otros podrán quererte. Esto tal vez sea más psicológico que otra cosa, pero a mí me parece muy razonable y lógico: si tú no te quieres, si no lo transmites en tu mirada, en tus gestos, en tu relación con los otros… ¿por qué tendrían que quererte ellos? Si lo que tú transmites es “no me quiero”, los otros van a captar algo así como “no te molestes en quererme. No merezco la pena.” Y añadirán “si tú que te conoces mejor que nadie no has sido capaz de encontrar motivos para quererte, será que no los hay”. Inconscientemente ese es el mensaje fúnebre que estás enviando y es lo que otros pueden captar. Quiérete… y te querrán. ¿Y SI TE SUSURRAS ALGO BONITO AL OÍDO? Ya has oído hasta la saciedad tus propios auto-reproches. Ya has revisado demasiadas veces tus errores, tus fallos, tus incapacidades, tus fracasos. Ya te has acusado de todo y te has aplicado el castigo que consideras que te corresponde. Ya has probado todo lo malo. ¿Y si ahora te susurras algo bonito al oído? ¿Y si ahora te dices algo bueno de ti? (y sí, lo hay, reconócelo) ¿Y si pruebas un nuevo tipo de relación desde la comprensión y tal vez el amor? “Te has criticado durante años y no ha funcionado. Intenta amarte y verás lo que pasa”. Esta es una de las frases que leíste al principio. ¿Has reflexionado sobre ello al leerlo?, ¿ha resonado algo en tu interior?, ¿se ha encendido una chispita de algo para iluminarte en esta decisión que puedes tomar? Quien no está acostumbrado a un trato excelente consigo mismo, o por lo menos respetuoso, le puede sonar raro eso de tratarse con amor. Estaba descartado como posibilidad. Aunque se intente, si no se hace desde el convencimiento, en seguida se revolucionarán todos nuestros enemigos boicoteadores internos enarbolando los motivos que impiden el Amor Propio. Es entonces cuando uno, en plena posesión de su derecho a hacer con su vida lo que quiera, puede tomar una determinación: Amarse. Y entonces puede empezar a notar sus cosas buenas –esas que ha menospreciado o negado- y puede empezar a amar esas cosas suyas que, sin duda, aceptaría en otras personas. Dedica un tiempo a esto. Y luego susúrrate algo bonito tuyo al oído. RESUMIENDO NO HAY NADA EN EL MUNDO QUE SEA CAPAZ DE LLENAR EL VACÍO DE UNA PERSONA QUE NO SE AMA A SÍ MISMA. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CUANDO HOY SEA PASADO Tienen cinco y siete años. Juegan. No le piden otra cosa a la vida. Están en su edad, aún a salvo del porvenir y de ser adultos y de sus inconvenientes. Jugar es el verbo que más usan, el que más les alimenta. Está con ellos hasta que se duermen y amanece con ellos. Más adelante el porvenir ya será presente, los días tendrán otro color, los problemas no les dejarán dormir: serán adultos que no juegan. No lo saben, pero algún día rebuscarán estos momentos entre los escombros de su pasado y los añorarán con una nostalgia de esas que preceden a las lágrimas. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 66 – EL AMOR Este es el capítulo 66 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “El amor es la única necesidad no vital que tiene el ser humano”. “El amor es un acto de egocentrismo exquisito. Cuando amamos a alguien estamos amando las ventajas de su compañía, y el cariño, placer o apoyo que nos aporta. Por eso es importante amar en libertad y con libertad, para no entorpecer el camino de la otra persona”. “Lo complicado es amar al otro como el otro quiere que se le ame”. “Antes de poder amar hay que experimentar lo que es sentir el amor”. “El amor es esforzarse por ver cómo es el otro, y comprenderle y aceptarle tal y como es”. “La felicidad que se vive deriva del amor que se da”. (Isabel Allende) “Es muy importante que sea el amor lo único que inspire tus actos”. (Chamalú) “Ámame cuando menos lo merezca porque es cuando más lo necesito”. (Proverbio Chino) “Amar y querer no son sinónimos, sino antónimos. El querer lo exige todo, el amar lo entrega todo”. “Te quiero es te deseo. Posesivo. Te amo es te respeto. Te dejo ser tú”. “Sólo porque alguien no te ame como tú quieres, no quiere decir que no te ame con todo su ser.” (Gabriel García Márquez) Quizás sea el amor el asunto sobre el que más se ha escrito. Quizás sea la palabra amor la que más definiciones ha sumado. Quizás sea en su nombre en el que se han cometido más barbaridades, más sufrimientos…y más desamor. Aún no hay forma de saber qué es el amor, y cuando se siente algo parecido a lo que se supone que es el amor hay muchas dudas que se encargan de cuestionarlo. Se confunde amor con pasión, con deseo, con sexualidad, con necesidad, con enamoramiento, con autoengaño, con encoñamiento, con apego… en su imposibilidad de medida y concreción, cabe todo aquello que queramos llamar amor. El amor mal entendido despierta la posesividad, y en ese caso se desea que la persona amada piense sólo en uno, y que la persona amada no mire a otro, ni sea mirada. En muchos casos de eso que se llama amor, lo único que hay es un egocentrismo refinado; el amar a alguien no siempre indica que se ama pura y desinteresadamente a alguien, sino a las ventajas de acompañamiento, afecto, placer, ayuda o apoyo que esa relación trae. El que practica la vía del amor debe practicar en la vía del desapego, para no entorpecer la evolución de la otra persona. Al amar hay que saber muy bien que la otra persona no es un objeto en propiedad de nadie; hay que saber que la otra persona es libre, que está compartiendo con uno el amor de ese momento, pero que en cuanto no exista ese amor puede desaparecer, y no se ha de obligar, ni reclamar, si en algún momento ya no hay amor, puesto que este no puede producirse por voluntad ajena, sino que ha de crecer continuamente, libre y sin condiciones. Amar no es un acto de realización mental. NO SE PUEDE OBLIGAR A NADIE A AMAR El amor ha de nacer por su propio deseo, ajeno a los intereses o necesidades, independiente de las situaciones o de las conveniencias, como un acto irracional natural, sincero, espontáneo, incontrolado, carente de lógica y de raciocinio. El paso previo, el enamoramiento, es un estado delicado que hay que saber reconocer para no caer en un error. El enamoramiento se alimenta de ilusiones y de idealizaciones, de necesidad y deseo, por ello, en esa etapa no nos atrevemos a decir siempre toda la verdad, porque tenemos miedo a que el otro se desilusione; tememos no estar a la altura esperada y que se desmorone el estado ilusorio que estamos construyendo. El amor se ha de basar en una absoluta libertad: tú eres tú, yo soy yo, y tú y yo somos algo juntos, pero sin haber renunciado a ninguna de las individualidades. Sólo en una relación sin posesividad y sin apegos puede existir la libertad de seguir amando sin más motivos que “porque sí”. El amor es el acto más sublime, más puro y más sincero que uno puede realizar, y cualquier acción o impedimento para su expresión será el peor atentado que uno pueda hacer contra sí mismo. VISTO DE OTRO MODO El amor es algo al margen de un punto de referencia. Parece como si hubiera que amar a algo o a alguien para que el amor exista, y eso no es cierto. El amor es interno, propio, natural, fluye por medio de uno, no se fabrica, es un estado del alma… vive sin necesidad de algo o alguien a quien ser ofrendado. Si no hubiera a quien amar, el amor seguiría estando en uno. UNO NO AMA, SINO QUE ES EL AMOR QUIEN AMA. Y así caemos en el error de amar a las “posesiones”: amo a mi hijo, a mi madre, a mi esposo… parece que sólo lo amo porque son míos, o que los tengo que amar porque son míos. “Te quiero”, “te necesito”, “no puedo vivir sin ti…” eso no es amor. Son apegos a las personas, necesidad dependiente de las personas. Es como decir: cubres mis necesidades, y te necesito para que las sigas cubriendo. Es egoísmo sin más. VISTO DE OTRO MODO Si nunca has conocido el amor, cuando alguien diga algo sobre el amor, oirás la palabra, pero no captarás su significado. El significado está en ti y sólo tú se lo puede aportar. Si has amado, sabes lo que es amar. Si no has amado, por mucho que teorices sobre ello, o mucho que escuches las experiencias de otras personas, no sabrás lo que es amar. El amor toma su verdadera identidad cuando lo vives en primera persona; mientras, no es más que otra palabra del diccionario. El significado experimental no lo tiene la palabra amor en sí, sino que tú se lo aportas. A partir de tu experiencia la palabra adquiere otro sentido: tu sentido. Mientras, vivirás en la teoría, o en el significado literal de la palabra, y eso no te aportará nada. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Has oído hablar del Amor Cósmico, del Amor Universal, del Amor Crístico… y te has hecho una idea de un amor supra-natural, extremado, solamente al alcance de los místicos del siglo XVI o de ciertas personas excepcionales como la Madre Teresa de Calcuta. El amor no tiene dimensión. El amor pequeño puede ser grande y el poco buen amor puede ser suficiente, porque LA CALIDAD DEL AMOR ESTÁ EN LA VOLUNTAD DE ESE AMOR. Saber amar se ha convertido en un don del que no todos disponen. Hemos matado de frío al amor espontáneo, nos censuramos las caricias, acallamos las palabras cariñosas, hemos eliminado la capacidad de abrazar sin censura… nos estamos perdiendo el gozo de disfrutar de ese regalo que Dios nos ha entregado llamado amor. REFLEXIONES No pretendo diseccionar más el amor, ni disertar poéticamente, ni ponerme a definir el amor matrimonial, el amor erróneo, el amor infantil, el amor opresivo, etc… Me importa solamente el amor sencillo, el que brota naturalmente, sin intereses ni condicionamientos; el amor que no tiene por qué ser ruidoso, ni espectacular, ni exhibir una banda sonora y una coreografía. Me importa el amor inocente, el que se manifiesta campechanamente, sin hacer ruido, sólo en la mirada o en los gestos de cariño y cuidado hacia uno mismo y hacia los otros. Me gusta el amor discreto pero absoluto, el amor que brota de las almas sinceras, el que no exige reconocimiento ni contraprestación, el que gratifica tanto a quien lo da a quien lo recibe. Amo el amor humano, puro, intenso y tierno, ese que no se dice con la voz sino con el corazón. POR SI NO LO SABES Si hay algo en lo que somos tacaños es en dar amor, algo de lo que tenemos una cantidad ilimitada, pero que lo racionamos como si fuese agua en el desierto. HAY UNA LEY MARAVILLOSA QUE CERTIFICA QUE MIENTRAS MÁS AMOR DAMOS, MÁS TENEMOS, Y MÁS RECIBIMOS. Pero actuamos como si no creyésemos en ello. Y si hay un acto enriquecedor y nutritivo para el alma, es, sin duda, ser generoso en dar amor y receptivo para recibirlo. RESUMIENDO El amor es el motor del mundo. El amor es un impulso primario, primigenio, natural, vivo. Negarse al amor, a darlo generosamente o a recibirlo con los brazos abiertos, es una equivocación, un atentado contra el placer, una negativa vergonzosa, una negación de Dios. ¿Amar? ¡Ama todo lo que puedas o más! Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO 65 – LA HUMILDAD Este es el capítulo 65 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Mientras más humilde me siento, me apetece serlo aún más”. “La humildad debería ser la condición habitual en el ser humano”. “A lo máximo que debe aspirar el ser humano es a ser humilde”. “La vida es una larga lección de humildad”. (James Matthew Barrie) “Es muy probable que nadie aprenda nada en absoluto, a menos que primero aprenda humildad”. (Edward George Bulwer Lytton) “Causa mucho mejor efecto que los demás descubran tus cualidades sin tu ayuda”. (Judith Martín) “Cuanto más grandes somos en humildad, tanto más cerca estamos de la grandeza”. (Rabindranath Tagore) Dios tiene dos tronos. Uno en lo más alto de los cielos y otro en el más humilde de los corazones”. (D.L. Moody) “Huyamos de esa falsa humildad que se llama comodidad”. (José María Escrivá de Balaguer) “La humildad es algo muy extraño. En el momento mismo en el que creemos tenerla ya la hemos perdido”. (San Agustín de Hipona) “La modestia es el complemento de la sabiduría”. (Bernard Le Bouvier de Fontenelle) “Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad, el tercero es la humildad”. (San Agustín de Hipona) “Sé humilde si quieres obtener la sabiduría. Sé más humilde aún cuando la hayas adquirido”. (Blavatsky) “En la lucha entre la soberbia y la humildad, ha de ganar siempre esta última”. “Una persona sabia actúa sin proclamar sus resultados. Archiva sus méritos y no se queda arrogantemente en ellos, no desea demostrar su "superioridad" ante los demás”. (Tao Te Ching) “Los instrumentos de Dios son siempre los humildes”. (San Juan Crisóstomo) “La humildad es una virtud de realismo, pues consiste en ser conscientes de nuestras limitaciones e insuficiencias y en actuar de acuerdo con tal conciencia”. “Los verdaderos maestros de la sabiduría mística del Oriente ascendieron a sus más altos niveles de conciencia trascendiendo su ego, transformándose en seres universales al fundirse con el río del mundo. Pero para todos ellos los primeros peldaños del sendero estuvieron hechos de humildad”. “Humildad: actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoce sus fracasos y debilidades, y actúa sin orgullo”. (Real Academia Española de la Lengua, definición antigua) “El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad”. (Ernest Hemingway) “No supone presunción reconocer al Maestro en uno mismo. Hacerlo así eleva, colma y compromete a la vez: se precisa humildad para aceptar el peso de este compromiso y del camino a recorrer por esta vía. La verdadera humildad no consiste sólo en no querer parecer más de lo que uno es. Es también aceptar ser más de lo que uno parece ser. Hay una falsa modestia que es, sencillamente, miedo a las responsabilidades. Y es un obstáculo para dejar emerger el Maestro interior.” (Dürckheim) Cuando leí este texto de Dürckheim me impresionó tanto que pensé en más de una ocasión que, a partir de su lectura, se marcaba un antes y un después en mi vida. El asunto de la humildad nos trae algunos quebraderos de cabeza y varios conflictos interiores a quienes estamos interesados en ser personas más íntegras cada día y en estar más en contacto continuo con nuestro centro. La humildad es una demostración de equilibrio, de autoestima, de paz, de comprensión y de modestia. Los humildes aparentan ser los simples, los sin carácter o sin personalidad, los que nada son y nada aparentan, pero, por el contrario, son los que más humanidad muestran. Humilde es quien no tiene necesidad de demostrar algo o de representar un personaje con oropeles, fanfarrias y alharacas; quien se conoce y sabe de sus limitaciones, del respeto a lo demás y a los demás; quien sabe que lo importante no es lo que se muestra sino lo que permanece en el interior, que lo importante no es lo que se exterioriza sino lo que se interioriza, y que lo importante no es asombrar al mundo, sino asombrarse uno mismo de haber evolucionado hacia lo máximo que se puede aspirar: ser humilde. En la medida que uno es más humilde, se desarrolla una visión más auténtica de la realidad. La humildad no se lleva bien con el ego, y tiende a bajarle del pedestal y ponerle en su sitio. El humilde sabe quién es, y por eso no necesita demostrar nada. No hay que confundir ser humilde con ser sumiso, o manso, o con dejarse pisar. El humilde no hace ruido, pero no es tonto: tiene una presencia silenciosa que no pasa desapercibida. SUGERENCIAS (según ideas sacadas de www.corazones.org ) Estos son los pasos en el Camino de la Humildad: CONOCERSE: Conocer la verdad de uno mismo. La Biblia dice que es necesaria la humildad para ser sabios: donde hay humildad hay sabiduría. Cuidado con la soberbia, que siempre está presente dentro del hombre, ensombreciendo la conciencia, embelleciendo los defectos propios, buscando justificaciones a los fallos y a los pecados. ACEPTARSE: Una vez se ha conseguido un conocimiento propio más o menos profundo, viene el segundo escalón de la humildad: aceptar la propia realidad. Resulta difícil porque la soberbia se rebela cuando la realidad es desagradable. Aceptarse no es lo mismo que resignarse. Si se acepta con humildad un defecto, error, limitación, o pecado, se sabe contra qué luchar y se hace posible la victoria. Ya no se camina a ciegas, sino que se conoce al enemigo. OLVIDO DE SÍ: El orgullo y la soberbia llevan a que el pensamiento y la imaginación giren en torno al propio yo. La mayoría de la gente vive pensando en sí mismo, dándole vueltas a sus problemas. Parece imposible, pero se puede dar un goce en estar tristes, pero no es por la tristeza misma sino por pensar en sí mismo, en llamar la atención. El olvido de sí no es lo mismo que indiferencia ante los problemas. Se trata más bien de superar el pensar demasiado en uno mismo. En la medida en que se consigue el olvido de sí, se consigue también la paz y alegría. Es lógico que sea así, pues la mayoría de las preocupaciones provienen de conceder demasiada importancia a los problemas, tanto cuando son reales como cuando son imaginarios. El que consigue el olvido de sí está en el polo opuesto del egoísta, que continuamente está pendiente de lo que le gusta o le disgusta. Se puede decir que ha conseguido un grado aceptable de humildad. El olvido de sí conduce a un santo abandono que consiste en una despreocupación responsable. Las cosas que ocurren -tristes o alegres- ya no preocupan, solo ocupan. DARSE: Este es el grado más alto de la humildad, porque más que superar cosas malas se trata de vivir la caridad, es decir, vivir de amor. Si se han ido subiendo los escalones anteriores, ha mejorado el conocimiento propio, la aceptación de la realidad y la superación del yo como eje de todos los pensamientos e imaginaciones. Si se mata el egoísmo se puede vivir el amor, porque o el amor mata al egoísmo o el egoísmo mata al amor. En este nivel la humildad y la caridad llevan una a la otra. Una persona humilde, al librarse de las alucinaciones de la soberbia, ya es capaz de querer a los demás por sí mismos, y no sólo por el provecho que pueda extraer del trato con ellos. Cuando la humildad llega al nivel de darse, se experimenta más alegría que cuando se busca el placer egoístamente. Se es más feliz en dar que en recibir. La persona generosa experimenta una felicidad interior desconocida para el egoísta y el orgulloso. Dios se deleita en los humildes y derrama en ellos sus gracias y dones con abundancia bien recibida. El humilde se convierte en la buena tierra que da fruto al recibir la semilla divina. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL Los conocimientos pueden producir presunción y egocentrismo, pero la sabiduría produce humildad. El que conoce, alardea de ello; el que sabe, se calla, porque no necesita demostrarlo. La humildad es la evidencia silenciosa de haber llegado un poco más allá, de ser más sabio y más íntegro. Es el reflejo de un estado interior. RESUMIENDO En el Camino del auto-conocimiento se va haciendo cada vez más presente la humildad. La evolución no te lleva a ser más, o ser superior, sino a ser menos y ser más humilde. Al ir acercándote al centro, te vas dando cuenta de que no necesitas valorarte en función de cuánto sabes o cuánto tienes, sino de cuánto no necesitas y de cuánto puede desprenderte. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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video: https://www.youtube.com/watch?v=l1IUBWWV8Ww En mi opinión, todos los que hemos pasado de los cuarenta años –algunos precoces incluso antes de esa edad- hemos llegado a plantearnos, con mayor o menos tristeza, que se nos está yendo la vida y la estamos perdiendo irrecuperablemente. En realidad, todos los días son el comienzo del Tiempo de los Arrepentimientos. Desde que tenía 13 años una de mis grandes preocupaciones era evitar que al llegar a ser muy mayor me encontrara impedido, inmovilizado, y con todo el día y el resto de la vida por delante para pensar, obsesivamente, en el mismo mono-tema: el arrepentimiento por todo aquello que no hice. Y ya conoces lo que dice la sabiduría oriental “De aquello que no hiciste es de lo que más te arrepentirás”. Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) instagram: https://www.instagram.com/franciscode... twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1 Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es Correo electrónico: [email protected] Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Todos los videos publicados los tiene aquí: https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
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CAPÍTULO 64 - LOS ERRORES - EQUIVOCARSE Este es el capítulo 64 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Hay una sola forma de hacer las cosas bien y más de un millón de formas de hacerlas mal”. “Las equivocaciones llevan implícita la necesidad de reflexión, no de castigo”. “Quien dice no me equivoco jamás, se equivoca en ese preciso momento”. (Proverbio Abisinio) “El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor.” (Confucio) “Equivocarse y errar es lo habitual en los humanos. Es la forma de aprender lo que nadie nos enseña”. “Acepta en ti los errores como los aceptas en el prójimo”. “El único error real es no aprender de los errores”. “Si antes hubiese tenido la cabeza que tengo ahora no habría cometido los errores que cometí… pero la cabeza de hoy la tengo gracias a aquellos errores” “Lo malo no es equivocarse, es permanecer e insistir en el error”. “Los errores son para aprender, no para repetir”. “Perdón si cometo errores: la vida no viene con Libro de Instrucciones”. “Los errores tienen tres pasos: aceptarlos, superarlos y no volverlos a cometer”. “No hay nada que enseñe más que equivocarse”. “Reconoce tus errores, no finjas ser perfecto”. Llamamos errores a lo que deberíamos entender como “experiencias nuevas que no hemos resuelto de acuerdo con nuestras expectativas” o “experiencias que no han dado el resultado esperado”. Es más largo, pero más acertado. La palabra error, como equivocación y todos sus sinónimos, conllevan una carga muy negativa: son un auto-reproche y conllevan un castigo implícito “por lo mal que lo hemos hecho”. PARECE QUE NOS CUESTA RECORDAR QUE NOS PREPARAN PARA SABER LEER Y ESCRIBIR, PERO NO PARA SABER VIVIR. Debido a la nula educación que recibimos para vivir la vida, es inevitable equivocarse de vez en cuando, e incluso equivocarse a menudo. Continuamente nos tenemos que enfrentar a cosas que nunca antes hemos probado, a situaciones desconocidas y experiencias para las que no estamos preparados. En la mayoría de las ocasiones son asuntos para los que no tenemos un método de actuación concreto y tenemos que resolverlas con la mejor voluntad y del mejor modo posible, pero en cambio nos exigimos resultados como si fuésemos expertos. Error es afirmar que dos más dos son seiscientos cuarenta y cinco, o que la capital de España es Roma, pero error no significa no saber. Los errores son buenos en cuanto que nos hacen aprender por experimentación. Hemos tomado una decisión, hemos hecho realidad un pensamiento, o un deseo, y el resultado no ha sido el esperado. A eso le llamamos un error. Pero no es un error. Es una experiencia vivida desde la inexperiencia que no ha aportado el resultado deseado. Y nada más. Sin necesidad de auto-reproches ni auto-castigos. Sólo la observación objetiva de lo sucedido, la atención cuidadosa para ver lo que no se quiere repetir, y la lección aprendida. Y una sonrisa por haber aprendido algo desconocido. Reconocer que uno se ha equivocado es un acto de honradez y de respeto propio. SI UNO SE DA CUENTA DE QUE SE HA EQUIVOCADO, DEMUESTRA QUE ES MÁS SABIO QUE ANTES. Y uno de los derechos primordiales de las personas es el derecho a equivocarse. VISTO DE OTRO MODO Como el error es inherente al ser humano, y casi siempre funcionamos por el sistema de probar y acertar o errar, equivocarse puede que sea lo más probable, y aceptarlo como tal sea lo más natural. “Me he equivocado, ¿y qué?”. Todos los errores (que insisto en que es una palabra que deberíamos desterrar de nuestro vocabulario, o por lo menso quitarle la fatalidad que conlleva) tienen, sin duda alguna, una parte positiva, una lección por la cual aprendemos lo que no queremos o no tenemos que hacer la próxima vez. Es mejor quedarse sólo con esa parte y desechar la que no aporta nada más pero en cambio se queda a martirizarnos. Un error que se niega o se oculta, con toda seguridad volverá a suceder, y lo puede hacer con mayor intensidad y dureza. Así que habrá que coger el error, olvidar el dolor incómodo que nos aporte y quedarnos sólo con el cogollo: la parte en la que está la enseñanza. Los errores no han de debilitarnos, sino más bien darnos fortaleza para afrontar nuevas ocasiones. DESDE UN PUNTO DE VISTA MÁS ESPIRITUAL En la Espiritualidad no habitan los adjetivos, que son cosa de este mundo, así que no existe bueno ni malo, sino estrictamente la voluntad con que se hacen o piensan las cosas. No es bueno ni es malo equivocarse: simplemente es. No son buenos ni malos los errores: no existen. Existen las experiencias y los resultados de esas experiencias, sin ser juzgadas, ni acusadas, ni condenadas. Seguir viviendo en paz con uno mismo es lo importante. Seguir aprendiendo es lo enriquecedor y lo emocionante. Y no lo es estancarse en el atolladero del sufrimiento y los arrepentimientos. LAS CUATRO LEYES DE LA ESPIRITUALIDAD En la India se enseñan “Las cuatro leyes de la Espiritualidad”. La primera dice: “La persona que llega es la persona correcta”. Es decir, que nadie llega a nuestra vida por casualidad. Todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están allí por algo: para hacernos aprender y avanzar en cada situación. La segunda ley dice: “Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestra vida podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. No existe el si hubiera hecho tal cosa… hubiera sucedido tal otra. No. Lo que pasó fue lo único que podía haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos la lección y sigamos adelante. Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo. La tercera dice: “En cualquier momento que comience es el momento correcto”. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará. La cuarta dice: “Cuando algo termina, termina”. Simplemente así. Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia. Vive bien, ama con todo tu ser, y sé inmensamente feliz”. No hay errores ni equivocaciones: hay experiencias y hay vida. RESUMIENDO Abandona el pesado lastre de los errores y las equivocaciones. Si acaso, procura evitar en lo sucesivo todo lo indeseado que puedas evitar, pero, sobre todo, no te castigues ni te estanques en la rabia. Sigue viviendo, o sea, sigue experimentando. Tendrás nuevos errores y equivocaciones. O sea, seguirás vivo y viviendo. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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Y QUE ME AMES Sólo quiero que se repita uno de aquellos escalofríos, aunque sea el más tenue, para sentir de nuevo el cosquilleo tembloroso que me recuerde que estoy vivo y mis emociones vivas y mis sentimientos vivos. Ya puestos a pedir… pues que aparezcas por esa puerta cargada de dulzura, tu mirada llena de exclamaciones, tu boca rebosante de besos, el aura brillando como el mejor oro, tus manos llamándome y tus abrazos haciéndome un sitio. Y que compartamos los amaneceres y desordenemos cada noche las sábanas y llenemos el aire de jadeos y juguemos a las caricias con delicadeza y esmero. Y que me enseñes tu corazón y que repitas aquellas palabras que rebosaban cariño y ternura y que me digas que me amas… y que me ames. Francisco de Sales (más poesía y prosa en www.franciscodesales.es)
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CAPÍTULO 63 – EL APEGO – EL DESAPEGO Este es el capítulo 63 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “No tenemos apegos, ni miedos… ¡¡ellos nos tienen a nosotros!!”. “Los apegos se producen porque nos da miedo perder el motivo del apego”. “El desapego no es que tú no debas poseer nada, es que nada te posea a ti”. (Alí Ibn Abi Talib) “Cuando mueren los apegos nace la libertad”. “Desapegarse no es ser insensible, sino ser independiente”. “A veces sentimos la necesidad de apegarnos a algo conocido, sin querer soltarnos por nada, aunque estemos seguros de que tiene que haber algo mejor. Aún seguirían los pájaros en sus nidos si no se desapegaran un día y se lanzaran a volar”. “La felicidad no consiste en la satisfacción del deseo. Satisfacer el deseo no nos libera de él, sino que engendra un nuevo deseo de que vuelva a repetirse la experiencia placentera”. (Tony de Mello) “El apego es un deseo estéril que no conduce a nada”. “Desapego es aprender a amar, a apreciar lo que tenemos y a involucrarnos en las relaciones de una manera más sana y equilibrada” “Si no eres feliz con lo que tienes, difícilmente lo serás con lo que te falta” “No hay que tener miedo a dejarlos. Cuando crees que has perdido todo, resulta que sólo has perdido los apegos”. Uno de los pilares sólidos del sufrimiento humano son los apegos. Los apegos son solamente ideas, fantasías sin entidad, sin existencia real, que crean una relación de dependencia con respecto a una persona, una situación, o una cosa. Nacen en un momento que tiene algo de especial, porque creemos que si pudiéramos repetirlo de nuevo, con los mismos ingredientes que lo han formado, se podría volver a disfrutar de eso que fue placentero. Pero eso es poner en poder de algo ajeno a mí la capacidad de que yo disfrute o esté en paz o sea feliz. Son equivalentes a “no puedo vivir sin…”, lo que es un error y un atentado contra nuestra propia libertad y felicidad. Se equipara la felicidad a conseguir el motivo del apego, y la felicidad está más cercana a la ausencia de apegos. Los apegos, que al principio producen placer, después sólo producen ansiedad, sufrimiento y falta de libertad, porque la realidad es distinta de lo que vemos cuando estamos apegados: la realidad es que estar apegado crea dolorosas ataduras; en cambio, sentirse unido, que es lo correcto, produce libertad e individualidad. Y además, en el caso de los apegos a las personas, les estamos impidiendo su libertad y su desarrollo. Los problemas para dejarlos son muy evidentes: la incapacidad que sentimos –que no es real- de renunciar al motivo del apego y, al mismo tiempo, el miedo a renunciar a él, porque existe la posibilidad de perder el motivo y quedarse sin algo a lo que “apegarse”. Esa libertad da miedo. Esa libertad conlleva responsabilidad. Otra de las dificultades es que no se tiene control sobre el apego. Él impone y controla -más bien, descontrola-, él es el centro, tiene el poder, crea la atadura. Y lo dramático, que es lo bueno al mismo tiempo, es que los apegos son nada, no tienen entidad, sólo existen en nuestra imaginación. No hay que tener miedo de deshacerse de ellos. Es lo mejor que nos puede pasar. ¿CÓMO EVITARLOS? Para comenzar a liberarse de los apegos, uno ha de tomar el control de su vida y sus decisiones, y deshacerse de su dictadura. ¿Cómo evitarlos? Permitiendo que todo pase pero sin aferrarse a nada, disfrutándolo todo con total intensidad, con toda la consciencia, que no quede la sensación de no haberlo disfrutado o vivido plenamente. Lo que se viva hay que hacerlo desde el fondo, en su totalidad, dejándose impregnar o absorber por ello, como cuando éramos niños y las cosas nos asombraban porque no las vivíamos desde el adulto excesivamente racional que no permite que el asombro le invada; como cuando íbamos al Circo y todo era magia y maravilla. En aquellos momentos estábamos íntegramente en el Circo, siendo nosotros totalmente, receptivos, y con toda nuestra atención puesta exclusivamente en el momento, con avaricia de que no se escapara nada, viviéndolo plenamente. Ahora nuestro interior no nos reclama nada de aquellas experiencias -si acaso, es nuestra nostalgia la que añora- porque no tiene motivo para la reclamación, ya que no siente que le falte algo a la experiencia. ¿Cómo evitarlos? Sabiendo que cada cosa es ella misma y que nada nos pertenece. Sabiendo que los apegos son los frenos de la libertad y la libertad es el motivo de la búsqueda. Sabiendo que puedo y debo reconocer de los apegos que los quiero, que me gustan, que los deseo… pero que también puedo vivir sin ellos. Y es lo que hay que hacer. Puedes aprovechar para decidir “voy a hacerlo”. ¿Cómo? Viviendo en la no-dependencia de las cosas ni de la gente. Si tengo, bien; si no tengo, bien. “No puedo vivir sin eso” o “no puedo vivir sin ti”, son obstáculos para la felicidad. Este es un bueno modo de hacerlo: se trata de no hacer ningún esfuerzo para desapegarse, no ir contra corriente, no sacrificios ni firmes propósitos tambaleantes. No se arregla así. Sólo hay que verlos como realmente son. Despojarlos de los valores que les hemos añadido y las esperanzas que hemos puesto. Caer en la cuenta de que son apegos. Saber que lo que nos aportan, a la larga es contraproducente y menos valioso que el daño que conllevan. Darse cuenta de lo que son, y dejarlos diluirse para escapar de su tiranía. L A VÍA DEL AMOR ES LA VÍA DEL DESAPEGO Hay que practicar en la vía del amor la vía del desapego. ¿Amar?, por supuesto. Con total intensidad, con toda la fuerza que se produzca. Pero amar en libertad y con libertad, sin pretender recrear las situaciones artificialmente, sin perderse el momento de la vivencia pensando en que se va a terminar. Tener muy claro que el desapego no es desamor. ALGUNOS TIPOS DE APEGO Hay muchos más apegos de los que nos podemos imaginar. Algunos de ellos son tan sutiles, o se mimetizan tan bien, que puede pasar desapercibidos. Desde los afectos a las personas o las cosas, hasta los deseos y los propios instintos; desde la pereza hasta las rutinas, desde las tradiciones hasta los modelos o personajes que usamos. Son la venda que nos impide ver más allá. Los apegos demuestra una falta de miras ecuánimes y elevadas. Son un freno imperdonable, porque solamente depende de nosotros ponerlos en su sitio y escapar de su dictadura y su sometimiento. La vida nos invita a crecer en todos los sentidos y el estancamiento es un error. Depender de los apegos, y la sensación que conllevan, es una traición a nuestros principios primordiales. VISTO DE OTRO MODO (basado en ideas de Roberto Assigioli) Cuando uno intenta iniciar su Desarrollo Personal se da cuenta de lo numerosos y tenaces que son los apegos. Hay dos clases de apegos: ACTIVOS: instintos, pasiones, deseos y afectos que nos atan a otras personas o a cosas, y que absorben energía, que exigen tiempo, cuidados y consideración, y que distraen de múltiples formas nuestra atención de la elevada meta a la que aspiramos. PASIVOS: inercia, pereza física y moral, la “pesadez” que inmoviliza por lo bajo; cualquier tipo de rutina, de hábitos, de tradición, de costumbres, o de “moldes” en los que nos refugiamos para obviar nuestro ascenso. Todo apego constituye un error que se opone a las leyes de la vida, pero no sólo cuando son del tipo inferior o negativo, sino también cuando se pueden calificar de “buenos”. Casi son peores estos últimos, porque tienen una aparente “justificación”. Lograr desapegarse significa haber conquistado la más elevada de todas las libertades. MÉTODOS POR LOS QUE SE PRODUCE EL DESAPEGO Método del desgarro: A menudo la vida nos lo impone, desarraigándonos de un modo u otro de las personas o cosas a las cuales estamos apegados. Es la forma más rápida y radical, pero también la más dolorosa ya que puede suscitar graves reacciones. Pero tras un período de tempestad emotiva, durante el cual poca ayuda se puede prestar, la persona supera por sí misma esta etapa y sale de ella más madura y reforzada. Método de la transmutación: Se transforman los apegos por medio de la sublimación de las energías emotivas que los determinaban, y mediante la ampliación y la substitución de los objetos hacia los cuales se dirigía. Es la forma más gradual y armónica, y al final conduce a los mismos resultados. La transmutación más importante y que se presenta con mayor frecuencia es la sublimación del amor pasional y emotivo en amor espiritual. El amor pasional es posesivo, exigente, acaparador, exclusivo y celoso. El amor espiritual es generoso y resplandeciente. Quien ama espiritualmente, permanece libre y da libertad. Método de la desdramatización y el humor: Muchas personas están excesivamente apegadas porque suelen tomarse la vida, las situaciones o las personas con excesiva seriedad. Debemos interpretar nuestra parte en esta vida de la mejor forma posible, pero sin llegar a identificarnos del todo con el personaje. No todo es tan trascendental como queremos suponer y no todo es tan dramático como lo vivimos. El humorismo, en su vertiente mejor y más elevada, es un arte valiosísimo para desdramatizar la vida: implica comprensión, simpatía y compasión desinteresada. El arte de vivir consiste en saber alternar oportunamente los distintos elementos y actitudes. Método de la independencia interior y de la autonomía espiritual: Muchos de nuestros apegos son fruto de una sensación de dependencia hacia los demás, a la necesidad, real o ficticia, de apoyo o ayuda. Muchos creen –y lo temen- que no saben valerse por sí mismos y están seguros de perderse si no se apoyan o amparan en los demás. Para librarse de este tipo de apegos, que nos limitan y esclavizan, es necesario tener fe en las poderosas energías latentes en el alma de los humanos, y presentes en todos. Es preciso reafirmar nuestra verdadera naturaleza espiritual haciendo una llamada a nuestro verdadero Ser, a nuestro Yo Superior y Espiritual. Esto es lo que se llama estar en comunión con la Suprema Realidad Espiritual, y en ella encontraremos toda la luz, toda la fuerza y toda la ayuda que necesitemos. SUGERENCIAS Muchas personas se toman la vida y sus asuntos demasiado en serio, y llegan a apegarse a ese modo de ser y vivir. La vida es una representación teatral y no somos más que personajes interpretando el papel que nos ha tocado. Si fuésemos capaces de desdramatizarlo todo, de ser conscientes viéndolo desde la desapegada distancia de que la obra es una comedia y no una tragedia, viviríamos mucho más tranquilamente, con menos tensión y sufrimiento acumulado, sabiendo que nada es un asunto personal, que se puede vivir de un modo más relajado, implicándose menos en los asuntos que nos hacen desatender la vida real. En cualquier vida podemos encontrar momentos serios, duros, y dolorosos, que muchas veces son inevitables, pero también vamos a encontrar momentos amenos, alegres, profundos, íntimos, felices, brillantes. Vivir es encontrar el equilibrio y saber estar bien en todos. Pero es mejor pasar por los primeros rápidamente y sin que dejen heridas, y fomentar y disfrutar los segundos. De todos modos el telón bajará al final, y será mejor que nos llevemos, por lo menos, nuestros propios aplausos. Desdramatizar y usar más el humor son soluciones eliminar apegos. Otras personas tienen muy marcado el sentimiento de que por sí mismas no son ni se merecen gran cosa, por lo que basan su vida en una interrelación con otras personas, bien de dependencia o apego, porque creen que sin ellos son nada, o porque sienten que tienen que ayudar a todo el mundo y para ellos el servicio, la amabilidad, y el cuidado, son otra forma de apego a lo que ello le proporciona. Esta dependencia es una servidumbre que impide Ser Uno Mismo: limita, esclaviza, consume mucha energía y mucha autoestima. Se puede conseguir la independencia convenciéndose de lo negativo de este tipo de relaciones, viendo con claridad lo nocivo que conlleva, deseando no seguir en ese sometimiento, injusto e innecesario a todas luces, liberándose interior y espiritualmente. ATENCIÓN Para comprender de un modo vivencial el amor, es necesario eliminar cualquier tipo de apego hacia la persona objeto de nuestro amor. Hay tendencia a acaparar al otro, necesitarle, poseerle, y si no eliminamos todo esto no podemos comenzar a amar de verdad, porque una de las condiciones básicas imprescindibles es la libertad. Si estás apegado has creado una dependencia. Y eso es lo contrario del amor. RESUMIENDO El apego es producto de una necesidad: la persona o la cosa objeto del apego nos cubre esa necesidad y por eso queremos mantenerlo a cualquier precio, porque tememos que su falta nos genere un vacío imposible de llenar con otra cosa. No tienen entidad, no existen, viven sólo en tu imaginación… pero te gobiernan. ¿Ahora lo ves claro? Pues ya puedes empezar a deshacerte de ellos. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html
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CAPÍTULO 62 – LA MENTIRA Este es el capítulo 62 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL. “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”. (Friedrich Nietzsche) “Las mentiras más devastadoras no son las que decimos: son las que vivimos”. “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. (Abraham Lincoln) “Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentira a medias, de ningún modo es una media verdad”. (Jean Cocteau) “El problema es que si mientes una vez ya siempre serás puesto en duda”. “La mentira y el engaño tienen fecha de caducidad, al final todo se descubre, y entonces la confianza muere para siempre”. “Si lograste engañar a una persona, no quiere decir que sea tonta, quiere decir que confiaba en ti más de lo que merecías”. (Charles Bukowski) “Háblame siempre con la verdad, probablemente no me guste o no sepa manejarla, pero déjame ser yo quien decida qué hacer con ella…”. No voy a escribir sobre las mentiras piadosas, esas que no afectan a nada importante, que son mentirijillas de apuro, o de pequeño favor, casi educacionales (“qué coche más bonito”, “te sienta bien ese vestido”, “esta comida está muy rica…”) que, aunque tampoco debieran decirse y podrían cambiarse por un modo adecuado de decir la verdad, en alguna ocasiones nos encontramos en el compromiso casi obligatorio de decirlas. Me referiré a las mentiras malévolas e intencionadas. ¿PORQUÉ MENTIMOS? No se puede mentir por error ni sin querer. Salvo en el caso de los mentirosos compulsivos, cuando uno miente es consciente de que lo está haciendo o sea que lo hace intencionadamente. Cada uno tienes una razón para mentir, pero generalmente se hace por quedar bien, para obtener un beneficio de ello, como forma de excusarse, por dar una imagen mejor que la propia realidad, por no atreverse a ser claro y sincero, pretendiendo evitar molestar a otros con verdades que pueden ofender o hacerles sufrir, para mantener algún derecho o beneficio, por temor al rechazo o el castigo… la lista puede ser interminable. Lo que sí tienen todas en común es que con ello se pretende tener un beneficio que la verdad tal vez no aportaría. Hay un tipo de egoísmo en esa forma de actuar. Mentir implica una falta de respeto a la otra persona. Ocultarle la verdad, o disfrazarla, es un atentado al derecho de la otra persona de no ser engañada. Es una falta de respeto. Tiene el añadido de que si se descubre que uno miente, eso se va a volver en propia contra y conlleva la pérdida de la confianza de la otra persona. ”Siempre la verdad, aunque duela” parece que es lo más apropiado. La frase que realmente me parece rotunda es “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”. Mentir bien requiere un esfuerzo extraordinario. Hay que inventarse algo que sea del todo creíble, hay que contar con que esa mentira se puede extender a otras personas y perder el control sobre ella, hay que recordar cada una de las mentiras dichas a cada una de las personas para no contradecirse después, etc. Muy complicado. A mí me ha tocado decir muchas verdades incómodas en muchas ocasiones. Hay que hacerlo. El argumento para afrontarlo cuando no me apetece hacerlo es pensar que me puedo pasar mal un par de minutos, pero con eso zanjo el asunto. Mentir implica seguir atado de algún modo a ese asunto. EL AUTO-ENGAÑO Hay mentiras que uno se inventa porque le gustan más que su propia situación real y las mantienen vigentes, como si fueran verdad, aunque ello conlleve prolongar más la falsa realidad. ¿Qué adelanta uno mintiéndose? Es que no hay ni una explicación que sea razonable. El auto-engaño me parece imperdonable. No tiene ningún sentido. No afrontar la verdad es alargar la agonía de un asunto que está pendiente de resolver o de asumir. Conviene revisar si uno está actuando de ese modo, aunque sea en pequeños auto-engaños salvo que estos sean reconocidos conscientemente y claramente justificados. Mentir no es sólo mentir: es mentirse Mentirse… ¿para qué? Esta sería la pregunta de partida en una sincera reflexión acerca de lo que hace el mentiroso. ¿Para qué? Si uno miente se juntará con un montón de falsas auto-justificaciones, o tendrá un vacío que no será capaz de darle ni una sola razón para hacerlo. El que miente, miente y ya está. A veces ni siquiera él sabe dar una explicación convincente de por qué lo hace. Sin saber cómo ni cuándo, ha desarrollado un Yo Ideal más exagerado de lo habitual, y se lo ha creído. Se ha dado cuenta en algún momento, sin saber cómo ni cuándo, de que su realidad vale poco y se halla muy lejos de lo que desearía, y la única forma de encontrar una justificación a su vida, es inventarse una vida distinta de la que tiene de verdad. Empieza por engañar a los demás presentándose como alguien especial: se atribuye cualidades, o posesiones, o vivencias… que no coinciden con la realidad. Acaba engañándose a sí mismo y creyéndose todas sus mentiras. Vive en un mundo cogido con alfileres, es descubierto en muchas ocasiones porque es difícil engañar a todos y siempre, y en algunos momentos de sincera lucidez se da cuenta de lo que hace, pero también reconoce que tiene que seguir de ese modo porque le falta la sinceridad de reconocerse como es, y cree que ya no puede echar marcha atrás y empezar de nuevo y de cero. REFLEXIONES DE ALGUNA PERSONA Vivo en una mentira cuando cambio la realidad de mi experiencia o la verdad de mi Ser. Vivo una mentira cuando finjo un amor que no siento, cuando simulo una indiferencia que no siento, cuando pretendo mostrar que soy más de lo que realmente soy, cuando me muestro como indefenso y en realidad soy manipulador, cuando me río y lo que deseo es llorar, cuando estoy innecesariamente con gente que no me gusta, cuando soy menos amable con la gente que digo amar, cuando me adhiero falsamente a ciertas afirmaciones porque es lo que esperan de mí, cuando finjo modestia y cuando finjo arrogancia, cuando permito que mi silencio implique asentimiento con respecto a convicciones que no comparto, cuando hago lo que no quiero hacer, cuando digo lo que no quiero decir, cuando pisoteo mis principios por quedar bien, cuando no me permito expresar mis sentimientos y mis emociones, cuando me reprimo un abrazo o una expresión de amor, cuando me niego tres veces a mí mismo… miento cuando no estoy siendo Yo, cuando no me estoy mostrando como Yo, cuando no permito manifestarse a mi Yo. Miento cuando no hay una coherencia entre el Yo interior y el yo que muestro al prójimo. Si elijo falsear la realidad de mi persona lo hago porque considero inaceptable el que realmente soy. Mi castigo entonces es atravesar la vida con la sensación de estar siendo un impostor, y ello conlleva implícita la angustia de preguntarme continuamente cuándo me descubrirán. El pecado más importante de vivir en la mentira es que me rechazo a Mí Mismo. Mi honestidad debe ser respetar la diferencia entre lo real y lo irreal, y no buscar la adquisición de valores y principios mediante el falseamiento de la realidad, ni la consecución de objetivos pretendiendo que la verdad sea distinta de lo que es. En realidad, el fraude es contra Mí Mismo. De poco me sirve el mísero consuelo de decir que me han educado en la enseñanza de que hay veces que es mejor una mentira, y que estoy acostumbrado a escuchar muchas mentiras. Parece ser que hay que aceptar la mentira como algo normal, es decir, a aceptar la mentira como un elemento indisoluble de la vida, pero así no alcanzaré la autenticidad. Para alcanzarla son necesarios el coraje y la independencia. Para ser auténtico, ser Uno Mismo, ha de importar mucho no engañarse. No es importante lo que digan o piensen los demás; sólo ha de servirme mi propia paz, la que nace del respeto a Mí Mismo por la sinceridad de cada acto. Si vivo así, íntegro, como no sentiré miedo de ser quien soy, viviré más auténticamente, aunque despierte la envidia o la admiración o la innecesaria compasión de quienes siguen atados a sus convicciones. TRABAJA TÚ ¿Quién soy Yo de verdad, sin mentiras? ¿Me duele mucho reconocer cuánto de mentira hay en mí? ¿Sería capaz de salirme de mis mentiras y ser Yo mismo del todo? ¿Me atrevo a ser muy sincero conmigo mismo? ¿Qué pasaría si fuera del todo sincero en todo momento? ¿Me sentiría mejor? RESUMIENDO La mentira no tiene cabida en la vida cotidiana porque no es ética ni honrada, pero aún menos en el Camino espiritual y en un buen Proceso de Desarrollo Personal, ya que en éste lo que se busca es la Verdad. No se puede buscar la Verdad desde la mentira. No se debe disfrazar la mentira de verdad. Francisco de Sales Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html