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  1. CAPÍTULO 18 - ACEPTAR LO QUE ES INACEPTABLE - LO QUE DEBIERA SER INTOLERABLE - Este es el capítulo 18 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “El amor lo perdona todo”, se dice. Mentira. “El amor puede con todo”, se afirma. Otra mentira. “Por amor se hacen locuras”. Es cierto. Pero, generalmente, en el modo más desfavorable de la frase. Hay palabras muy interesantes para tener en cuenta: irrenunciable, inaceptable, sumisión, dignidad, intolerancia, injusticia, humillante, denigrante, intocable, fundamental, abusivo, honestidad… Y casi todas las enumeradas tienen que formar parte de un código ético, inviolable, que cada persona tiene que defender y situar por encima de cualquier cosa, persona, o circunstancia, bien por irrenunciablemente exigibles o por forzosamente rechazables. Cada persona debe exigir que se respete aquello que forma parte de su escala de valores, de sus principios, de su honor y honra, y en eso se ha de ser obstinadamente irreductible. No es bueno permitir ningún tipo de abuso que atente contra la integridad personal o ética. En eso se ha de ser riguroso y rotundo. NO SE DEBE ACEPTAR LO QUE ES INACEPTABLE. El respeto hacia uno mismo, y sus propias particularidades, es esencial. Innegociable. Se puede hacer una excepción cuando el otro ha afectado sin querer a uno de estos principios -si no ha sido muy grave-. Entonces conviene explicarle que tenga mucho cuidado para que no se vuelva a repetir, haciendo hincapié en lo importante que es para uno no sentirse agredido o profanado en ese aspecto. Y conviene dejar rotundamente clara la importancia que tiene para uno –incluso puede ser beneficioso exagerarlo un poco-, explicar el peso de la ofensa, el sentimiento desagradable o doloroso que ha producido; transmitir con firmeza lo que se ha sentido; no dejar ni una posibilidad de estar inafectado para que el otro no pueda opinar minorándolo que “no ha sido para tanto”. Hay que saber decir. “Basta, hasta aquí has llegado, pero ni un paso más”. No es humano consentir que el otro abuse en cualquier sentido, que la humillación haga acto de presencia en la relación, que la dignidad sea mancillada, que las injusticias se repitan, que los derechos sean arrollados, el cuerpo profanado, o la integridad despreciada. Uno tiene el derecho, y la obligación, de salvaguardarse de cualquier afrenta, de protegerse de cualquier ataque, de ponerse a salvo de cualquier agresión de cualquier tipo, de evitarse un mal trance o un dolor, y de no permitir cualquier ataque a su honorabilidad. Parece que no es bueno perdonar siempre –que sería perder siempre-consentirlo todo, justificar lo injustificable, o aceptar lo que es inaceptable. En estos casos es mejor recoger todos los pedacitos de uno que hayan quedado heridos y dispersos, limpiarlos, recomponerse, y dar paso al siguiente acontecimiento, que es preservarse y salir de esa relación. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  2. EL ERROR DE VIVIR EN EL PASADOvideo:https://www.youtube.com/watch?v=4DNwbr2vinEEn mi opinión, no hay que renunciar al pasado: hay que dejarle seguir en el recuerdo, más o menos vivo, pero como invitado silencioso al que se acude cuando se desea y sin que paralice ni estorbe constantemente.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...)Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí:(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.esinstagram: https://www.instagram.com/franciscode...Twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1Correo electrónico: [email protected] LOS VIDEOS PUBLICADOS ESTÁN AQUÍ:https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
  3. CAPÍTULO 17 - OCULTAR COSAS QUE PUEDEN SER GRAVES PARA LA RELACIÓN - LO QUE DEBIERA SER INTOLERABLE - Este es el capítulo 17 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Ya ha aparecido varias veces este tema: la sinceridad. Y es que sin sinceridad no tiene un futuro venturoso la relación. En todas las ocasiones, siempre, con la verdad y la realidad por delante. Por dura, desagradable o indeseada que sea… siempre la verdad. No es adecuado ocultar cosas que pudieran ser perjudiciales para la otra parte o para la relación, porque el día que eso se descubra será una gran decepción para el otro –si no es algo más grave aún-, se perderá la confianza que se tenía en quien cometió esa torpeza, se dudará si habrá más cosas similares pendientes de salir a la luz, se sentirá engañado –y con razón-, y posiblemente se instale un frío glaciar o una distancia insalvable entre ambos. Las miradas pueden ser de desconfianza a partir de entonces. Las dudas pueden adueñarse de todo. Uno, o una, se sentirá muy mal al lado de quien, intencionadamente, le ha estafado en lo más grave: en la sinceridad que se presupone. El tiempo de noviazgo es el tiempo de mostrarse tal y como uno es y de mostrarlo todo. Algunas personas prefieren no hablar de ciertos asuntos en la confianza de que no van a salir a la luz y de ese modo quedan a salvo, pero la vida da muchas vueltas y no se sabe qué puede pasar más adelante. Al margen de que el principio básico de sinceridad no ha de ser profanado. No vale seguir con la mentira real o la que se convertirá en pecado de omisión: se demuestra la grandeza personal y las buenas intenciones hablando de las cosas que más adelante podrían afectar o dañar a esa institución tan especial que se está creando llamada relación de pareja. Soy partidario de que incluso en la mejor relación tiene que quedar algo que no se comparte porque forma parte de un reducto personal, y hay algunas cosas que no hay que compartir ni siquiera con la pareja aunque la relación sea espléndida. Pero eso que no se comparte no debe ser algo que de algún modo afecte o pueda afectar a la relación. Quizás no se quiera compartir que una vez se orinó encima con las bragas puestas, que de pequeño se comía las uñas, o que una vez tuvo un sueño erótico con una compañera de colegio, porque eso puede parecerle vergonzoso y eso no se tiene en cuenta porque no afecta a la relación. En mi opinión, la pareja la forman tres: él, ella, y lo que tienen en común él y ella. Pero no todo es común entre ambos, y hay cosas de él que no pueden entrar en el ámbito de ella, y cosas de ella en las que él no tiene interés o jamás llegaría a comprender. Para las cosas que sólo tienen importancia para uno de ellos (deportes, aficiones, cotilleos, lecturas, gustos musicales, etc.), pero no son importantes para la relación, no es imprescindible compartirlas –aunque sí puede ser interesante-; pero las que pueden afectar gravemente (hijos secretos, antecedentes penales, delitos, enfermedades graves, haber afirmado lo que no es cierto, etc.) sí se deben exponer desde el principio, alegando las explicaciones necesarias, mostrando la realidad actual o el arrepentimiento con respecto a las mismos, pidiendo la aceptación o comprensión, pero expuestas con sinceridad. Todas las personas tenemos un pasado y éste no siempre es impecable. Pero las personas aprenden y cambian, evolucionan y se mejoran, y que la otra parte sepa toda la verdad ayuda mucho más que la ocultación. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  4. NECESITAMOS UN TERCER HOMBRO En mi opinión, todos necesitamos un tercer hombro, pero ajeno, externo, que le corresponda a otro Ser Humano, en el que podamos vaciar nuestra congoja, sobre el que descargar la gravosa carga que a veces arrastramos, en el que diluirnos, o en el que morir para renacer después. Un hombro que acoja y soporte por un tiempo nuestras lágrimas, que se deje humedecer por ellas, que escuche nuestra angustia y nuestros hipidos y los gritos sin palabras que encierran las lágrimas. Preferiblemente un hombro silencioso, aunque a veces es agradable y beneficioso que pueda decir algunas palabras, pocas y concretas, como “cuenta conmigo siempre”, “no te preocupes, aquí estoy yo”; un hombro que muestre todo su acogimiento incondicional, que sepamos que no nos va a juzgar, sólo servirá para ausentarnos un tiempo del peso de nuestros pesares y que se haga cargo de él mientras nosotros nos permitimos mostrar y compartir la “debilidad”, el desasosiego, el penar que nos aflige, el asunto que en ese momento nos va venciendo. Un hombro que sea un apoyo temporal, al que traspasarle el peso de nuestra vida en los peores momentos, pero también un hombro con el que poder compartir los mejores y al que poder contarle las dudas, los miedos, los sueños, el desconcierto que es esto de vivir la vida sin conocer el oficio. El tercer hombro es ese incondicional que está siempre, el que adivina cuándo te sientes mal y le necesitas; siempre está a tu lado cuando le necesitas, silencioso y sin pedir nada a cambio, pero aunque no pida es correcto cuidarlo, darle amor y reconocimiento a cambio. Y es bueno reflexionar cuando uno se aleja de ese hombro que ya ha cumplido su misión. Es bueno darse cuenta de la fortuna que es poder disponer de él, y está bien darse cuenta de que algún mérito tiene que tener uno si es capaz de tener a su disposición un hombro así, siempre esperándole. Y casi es lo mismo que sea uno quien se ha ganado el premio de poder contar con él o que sea el destino quien lo ha puesto. El destino sabe a quién tiene que premiar. En justa compensación, es equitativo estar siempre disponible para cuando otra persona, sea quien sea, nos quiera convertir en su tercer hombro. A ese hombro también se le llama SER MUY QUERIDO. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 web sobre poesías y relatos: www.franciscodesales.es
  5. CAPÍTULO 16 - NO SER SINCEROS - LO QUE DEBIERA SER INTOLERABLE - Este es el capítulo 16 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “No me molesta que me hayas mentido, lo que me molesta es que ahora no puedo confiar en ti”. La realidad es que la sinceridad es muy importante en la relación. Es más que importante: básica e imprescindible. Se puede decir que una relación no va bien si la sinceridad no está presente siempre. Mentir es un delito que atenta a la venerable institución que se ha formalizado al convertirse dos personas en una pareja vinculada por una reciprocidad amatoria. Mentir –que así se llama no ser sincero- siempre lleva implícita una parte de maldad porque cuando uno miente lo hace para beneficiarse de algún modo o para eludir la responsabilidad correspondiente a un acto deshonesto cometido. Cuando uno miente es consciente de que está cometiendo un acto indigno ya que lo hace a sabiendas de estar faltando a la verdad. Omitir una información que el otro debe conocer también es mentir. Mentir es un arte. Es malvado, pero es un arte porque requiere una habilidad especial. Y mantener una mentira en el tiempo es complicado y puede depender de otras personas que sean, conscientemente o sin saberlo, cómplices de ella. Es difícil crear una mentira y mantenerla en el tiempo sin que un azar, una contradicción, o un descuido, la descubra. Mentir requiere una memoria privilegiada y la confabulación de muchas cosas para no ser descubierto. Demasiado arriesgado. Decir la verdad, aunque sea dura a veces, es lo correcto y lo más sensato. Ser sincero es un gesto noble y humano. Lo mismo que es humano equivocarse, o hacer algo inadecuado –siempre que no se haga de un modo malintencionado-, por ese motivo si uno ha hecho algo que sabe que no va a ser del agrado de su pareja lo adecuado es encontrar el modo y el momento y hacérselo saber. Con sinceridad. Ambos están expuestos a equivocarse, a no hacer todas las cosas del modo adecuado, pero eso es algo con lo que ya se cuenta en la relación y por ello hay una predisposición generosa y amorosa a comprenderlo, a aceptarlo, porque todo el tiempo que dura una relación es un tiempo de aprendizaje en la perfección de la pareja, y esto parece ser que cuesta toda una vida aprenderlo. Los desaciertos, cuando no llevan mala intención, quedan despenalizados. Los desaciertos adquieren la inmoralidad cuando se esconden o se tergiversan, cuando se encubren siendo conscientes de que ocultándolos se perjudica al otro de algún modo, o cuando hay mala voluntad y se callan o se adulteran y de ese modo se convierten en mentira. La sinceridad es el lenguaje del corazón. Ser sincero es abrirse, con naturalidad y humildad, y contar las cosas como son o como han sido. En una relación que se presupone ha durar mucho tiempo, con la persona que uno ha decidido libremente compartirlo todo –hasta la verdad-, no han de inmiscuirse la falsedad y la deslealtad, ni siquiera otros hermanos pequeños como son la hipocresía o la ambigüedad. “Perdona”, ” lo siento”, “me equivoqué”,” ha sido sin querer”, ”lo lamento”,” me comprometo a que no volverá a pasar”… cada uno ha de usar las palabras o las formas que le parezcan adecuadas, pero esas razones –que no excusas- han de estar presentes para ser utilizadas cuando sean necesarias. A corazón abierto, uno, y con el corazón abierto para recibirlo, el otro. Es más fácil comprender y perdonar a quien es sincero que a quien es falso a conciencia. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  6. TODOS MENTIMOS En mi opinión, aunque lleguemos a presumir públicamente de nuestra norma de escrupuloso cumplimiento de no mentir nunca, eso no es cierto. Mentir es “decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, se cree o se piensa” y también es “fingir, aparentar”, así que es algo más que contar una falsedad grave. De algún modo, y como parte de un juego social de intereses en el que todos participamos, está casi aceptada la mentira; sobre todo si no es muy grave o si encaja en ese invento para poder justificarla que llamamos “mentiras piadosas”. A veces tenemos que hacer una aclaración para confirmar que esta vez es seguro que no vamos a mentir -lo que lleva implícito el reconocimiento de que otras veces no somos rectos del todo- y empezamos diciendo “te voy a ser sincero”. Con esto parece que estemos haciendo una excepción en este caso en el que sí vamos a ser sinceros. Y hay una reacción curiosa cuando alguien nos hace esa advertencia antes de empezar: nos asustamos un poco, nos ponemos en guardia, nos tememos lo peor. Mentimos cuando preguntamos “qué tal estás” y no nos importa la respuesta, o cuando somos nosotros los que respondemos “bien” sin estar realmente bien, cuando fingimos que nos interesa algo y en realidad no nos interesa, cuando damos besos sin ganas, cuando decimos a alguien “qué bien te veo” y no le vemos bien. Somos una sociedad que vive de la imagen, aunque sea falsa, y que en el fondo preferimos una mentira de caridad que una verdad. Preferimos oír “ese peinado te queda genial”, y nos lo creeremos, antes que tener que escuchar una opinión o una crítica que sean negativas. Hemos que tener cuidado con lo que decimos y a quién se lo decimos, porque eso se puede volver en nuestra contra, lo pueden utilizar contra nosotros, nos pueden odiar o pueden menospreciar nuestra opinión si no es de su agrado, así que mentimos levemente y lo llamamos “quedar bien”. Uno miente a veces en defensa propia, para que no le ataquen, porque en general nadie está preparado para escuchar la cruda verdad y la sinceridad más absoluta. Así que… diremos “ese peinado te queda genial”, aunque nos estemos riendo por dentro o criticando y despedazando. Tenemos que encontrar una solución que deje tranquila a nuestra conciencia por una mini mentira “piadosa” y no llegar a ese otro extremo que ahora se llama sincericidio, que no es una sinceridad ética y honesta sino una actitud en la que uno quiere hacer prevalecer la defensa de su verdad aunque con ello sea hiriente con las otras personas. Y hay que tener cuidado con no caer en ese fanatismo, porque la verdad de uno no siempre coincide con la verdad universal. ¿Defender la verdad a capa y espada en cosas banales? pues quizás no sea necesario, quizás esté bien desatender un poco a la verdad y mirar con una cierta sonrisa compasiva a quien se ve que está engañado antes que tratar de convencerle de lo que no quiere ser convencido. ¿Defender la verdad a capa y espada en asuntos importantes? Mi opinión es que sí, sobre todo si afectan de algún modo directo y grave a mi persona. O a otras personas. No me meteré en una discusión banal acerca de que un cantante es mejor que otro, o que hubo una falta y el árbitro no la pitó, o que tal película es muy mala y este verano hace más calor que el anterior. Aunque tenga el dato exacto, aunque esté en posesión de la verdad, no perderé mi tiempo ni mi energía en una nimiedad tan insulsa como esa. La verdad es un asunto personal. Si uno está convencido de ella no es necesario discutir para hacer que los otros también la reconozcan y acepten. Cada vez soy menos discutidor y no me importa quién tiene la razón. Entre tener la razón y vivir tranquilo sin discutir, me quedo con la segunda opción. ¿Y tú? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 web sobre poesías y relatos: www.franciscodesales.es
  7. CAPÍTULO 15 - CUANDO SE ACEPTA HASTA LO INACEPTABLE - LO QUE DEBIERA SER INTOLERABLE - Este es el capítulo 15 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Hasta hace muy poco tiempo, en la mayor parte del mundo –y aún sigue vigente en bastantes países- a los hombres, durante su etapa de crecimiento y aprendizaje de la vida, se les inculcaban todos sus derechos mientras que a las mujeres se les enseñaban todas sus obligaciones. Esta injusticia, basada en una educación bastante machista, o en un tradicionalismo sin actualizar a los nuevos tiempos actuales, ha condenado al fracaso a miles de parejas Más o menos, aunque tal vez exagerando un poco, a los hombres se les resumía su función en la pareja haciéndoles ver que consiste en: aportar un salario, satisfacer las propias necesidades sexuales cuando lo desee, fecundar a la mujer, y satisfacer todos sus propios deseos y caprichos. A la mujer, en cambio, más o menos, y aunque tal vez exagerando pero no mucho, se les hacía ver que: tiene que satisfacer a su pareja en todo cuanto él pudiera desear, teniendo que llegar incluso a adivinar sus deseos antes de que él los imagine; satisfacerle sexualmente cuando a él le apetezca y aunque ella no lo desee en ese momento, y, además, poniendo buena cara; hacerse cargo del hogar y de todas las tareas que conlleva: cuidarlo y mantenerlo en orden, hacer las compras, cocinar, etc.; dar a luz hijos, criarlos, educarlos, resolver cuantos conflictos aparezcan, tanto con los hijos como con la pareja, y trabajar hasta desfallecer sin esperar recompensa; preferiblemente tener un trabajo externo –añadido al del hogar y sin contar con ayuda de la pareja- para aportar más economía; conciliar las relaciones difíciles entre diferentes miembros de ambas familias, tener la solución perfecta para todos los conflictos, no perder la sonrisa en ningún momento, aportar inagotablemente optimismo o esperanza, levantar su ánimo aun cuando no tenga ánimo para levantarlo, llorar a escondidas, disimular su desilusión, aliarse con el conformismo y la insatisfacción, etc. Aun aceptando todo lo descrito –que es un breve resumen de la realidad-, y que ya es más que bastante, todavía hay quienes además tienen que soportar una pareja malhumorada, malhumorada a menudo y muda cuando le interesa, inútil o vaga, discrepante y casi rival, nada colaboradora o machista, irresponsable y hasta inservible, o con algún otro inconveniente más. Con esta desalentadora reseña de la descripción de lo que llega a suceder, muchas mujeres se dan por vencidas antes de iniciar una guerra, y llegan a aceptar lo inaceptable. Afortunadamente, la mujer ha tenido la valentía de emanciparse y soltarse del yugo al que ha estado esclavizada durante siglos –y aún sigue estándolo en algunos países-, y ha comenzado a luchar con firmeza por unos derechos que le corresponden, pero se ha encontrado con la oposición, frontal y encarnizada, de algunos hombres que no aceptan abandonar el trono autoritario porque saben que cuando lo abandonen van a ser iguales, o inferiores, a las mujeres. Y se ven aterrados ante tal posibilidad. Lo que me parece justo es que ambos se reconozcan en el esfuerzo mutuo, y el uno aprecie de la otra su emancipación y la defensa de sus derechos, y la otra reconozca en el uno su esfuerzo por colaborar en la buena marcha de la relación. Pero… hay que cosas que son intolerables y por tanto no se deben tolerar. Hay asuntos en los que hay que ser irreductibles. Hay situaciones que son innegociables. Hay líneas que nadie debe atravesar. Cada persona debe conocer su caso, y debe saber hasta cuánto está dispuesta a aceptar, sin olvidar que hay cosas que son inaceptables, porque están por encima o más allá de lo que una está dispuesta a tolerar sin ver con ello resentida su identidad o su integridad. La conversación es imprescindible, la negociación es recomendable, la comprensión es sensatez, pero… la ética personal, la moral, los principios, la dignidad, tienen, o debieran tener, prioridad ante cualquier otro asunto. Quien no se siente a gusto consigo mismo, y orgulloso de sí mismo, no se puede sentir a gusto con su vida. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  8. LA FELICIDAD NO SE COMPRA En mi opinión, quien se empeña en creer que la felicidad o el bienestar están en la posesión de las cosas, y se sacrifica y se esfuerza solamente por poseerlas, se equivoca y con ello pierde una gran cantidad de tiempo, de la irrecuperable e irrepetible vida, que podría dedicar a otros menesteres mejores y más provechosos. La riqueza verdadera es el disfrute de las cosas y no su posesión. Esta es una realidad incuestionable. Algunos tienen posesiones encerradas en una caja fuerte y no las disfrutan. O tienen ropa metida en un cajón o colgada en su armario, pero no la usan. O se compran cosas sólo por poder presumir ante los otros de que las tienen. Un poco absurdo, pero es así. ¿De qué me sirve tener más de ochocientos libros o más de 5.000 CD’s si no los leo y no los escucho? Esto me lo pregunté hace unos días. Tengo casi cien libros que no los he leído todavía y he calculado que si escucho cada día uno de los CD’s que tengo necesitaré catorce años para escucharlos todos. Hoy estoy convencido de que nunca voy a escuchar algunos de los CD’s que compré y también es posible que no llegue a leer esos libros pendientes. Me he dado cuenta de esto tarde. Pero me he dado cuenta… y eso es importante. No es necesario poseer nada más allá de lo que realmente se necesita o se utiliza. El resto son caprichos del ego. Si no se disfruta algo… ¿para qué se quiere? El sol no es de nadie pero todos lo pueden disfrutar; el cielo o el mar no son posesión exclusiva de alguien pero todos los pueden disfrutar; la risa es gratis y todos la podemos usar, pero si la tienes y no la usas… ¿de qué te sirve? Lo dice muy bien José Mujica: “No compras con monedas sino con tiempo de vida”. El tiempo que se dedica a trabajar para pagar ciertas compras innecesarias se podría dedicar a VIVIR. Atesoramos cosas y más adelante las mismas cosas son un estorbo. Sería bueno que aprendiésemos a usar más y mejor las cosas de las que disponemos en este momento. Conviene vigilar qué hay detrás de cada compra que no sea del todo imprescindible. En demasiadas ocasiones lo que pretendemos es sobornarnos con la adquisición de cosas materiales y cubrimos las carencias reales con este incentivo. Nuestro ego se siente reconfortado cuando ve que posee cosas. Eso le hace sentirse importante. A menudo compramos con la idea de que el objeto comprado nos va a aportar una felicidad que no somos capaces de darnos nosotros mismos y pedimos a lo ajeno y externo que nos aporte lo que ya poseemos en el interior. Está bien que le pidamos a las cosas que nos den placer, disfrute, distracción, pero no les pidamos felicidad. Nos cuesta entender la diferencia entre la felicidad real y el resto de sus sinónimos que confundimos equivocadamente. Nos auto-engañamos creyendo que bienestar o fortuna o goce o triunfo o risas o placer son lo mismo que felicidad… y no es así. Y es bueno disfrutar de todo eso, pero sin olvidar que lo que nos proporcionan son estados que se parecen a la felicidad pero que son efímeros mientras que la felicidad es permanente. Si uno es feliz lo es hasta en los peores momentos, incluso aunque el rostro no lo muestre. Las cosas que tenemos sólo nos aportarán todo lo que nos pueden aportar cuando las usamos. Hasta entonces, son solamente trofeos en una estantería que no hemos ganado nosotros sino nuestra economía. Nos tenemos a nosotros mismos y no siempre lo apreciamos. Somos dueños de nosotros y no lo valoramos bien. También somos –en grandísima medida- dueños de nuestro presente. Tenemos a nuestro alcance muchísimas cosas de las que no se pueden comprar pero que nos pueden contactar con nuestra felicidad interna. Sólo es necesario estar receptivo, darse cuenta y disfrutarlas. Y tomar conciencia de esto puede permitirnos cambiar toda nuestra vida. La pregunta final que resume lo anterior es interesante: ¿Disfruto de todo lo que está a mi alcance? Y me refiero a TODO. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. (Más artículos en (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum)
  9. CAPÍTULO 14 - SUGERENCIA PARA LA ELECCIÓN DE LA PAREJA Este es el capítulo 14 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Es una buena sugerencia la de eliminar las referencias físicas a la hora de hacer la selección sentimental. No dejarse encandilar, o rechazar, solo por el color del cabello o de los ojos, por la altura o el peso. Puede ser útil elegir como lo tendría que hacer un ciego, que no está deslumbrado –y tal vez por eso no está confundido- por la sonrisa de dientes perfectos, por esos ojos tan atractivos, la melena rubia, o por otros elementos que no son la persona sino la envoltura o los adornos de la persona. Si no se entrometen los elementos físicos, es posible que, como buen ciego, haya que prestar atención y valorar lo que sí es la persona: su encanto humano, su nobleza, su honradez, su conversación, su presencia, etc. Elegir es una opción que debe ejercerse libremente. Cada uno tiene la opción de elegir. Y no hay que conformarse con ser “el elegido” o “la elegida”, sino que es mejor que uno sea “quien elige”, y que el otro también sea “quien elige” a quien le ha elegido. Es preferible –aunque los gustos y deseos de cada persona pueden ser distintos- que sea educado, que sea sensible –y que no se avergüence de serlo-, que sea capaz de mostrar sus sentimientos reales sin enmascararlos con una mal entendida “hombría” –en el caso de algunos varones-, tanto los más sensibles como los más dolorosos, que hable de sus miedos si los tiene y que no muestre una imagen falsa de sí mismo, que sea sincero y humano, que tenga unos valores éticos y personales similares a los propios, que coincida en los gustos en general –política, religión, etc.- y que sus propósitos en la vida sean muy parecidos –tener o no hijos, qué espera y qué aporta en la relación…-, que sea respetuoso, compasivo, optimista, vitalista, maduro pero intensamente vivo en su mentalidad, práctico en los asuntos terrenales y económicos, y que tenga buen humor. Y que la otra parte de la pareja también aporte lo mismo. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  10. video: https://www.youtube.com/watch?v=wq5l_EMsdQY En mi opinión, la tristeza es una llamada de atención de uno hacia sí mismo, una invitación a reflexionar sobre lo que le está pasando para poder tomar consciencia real de ello. Es, por tanto, algo que se ha de recibir con los brazos abiertos ya que es muy posible que, de ese estado de introspección al que nos invita salgan respuestas o soluciones a asuntos personales que no siempre son visibles y evidentes, aunque estén pululando por nuestro interior y afectándonos. Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias. Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...) Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM) Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.es instagram: https://www.instagram.com/franciscode... Twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1 Correo electrónico: [email protected] TODOS LOS VIDEOS PUBLICADOS ESTÁN AQUÍ: https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
  11. CAPÍTULO 13 - EL CONTACTO FÍSICO Este es el capítulo 13 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “Hay que adaptarse al placer que proporciona el lento y bien saboreado contacto corporal; a valorar, más que la triunfante penetración, la gustosa compenetración; más que la posesión a sangre y fuego, las demoradas caricias tan sabiamente deleitosas.” (Antonio Gala) Al principio de la relación, no se desea que las manos enlazadas se separen, todos los besos parecen pocos, todos los abrazos son bien recibidos, todas las caricias son excitantes y celestiales. En el sexo se es insaciable y se está siempre predispuesto. Todo lo que tenga que ver con el contacto físico es muy ansiado. En muchos casos, con el paso del tiempo eso va desapareciendo, o por lo menos amainándose en exceso. En el interés sexual no siempre manda uno, porque llegando a cierta edad es el propio cuerpo quien marca las limitaciones, pero para acariciar y abrazar no hay límites de edad ni impedimentos. Las caricias no debieran desaparecer nunca, aunque las manos ya sean un poco ásperas o menos hábiles, por los años, y aunque la piel que recorran esté poblada de surcos. Y los abrazos deberían estar en continua actividad, y aunque la fuerza de la presión no sea la misma, el valor de la intención y la buena voluntad y el amor que se pone en ellos debería mantenerse vigente hasta el último día; deberían seguir presentes aunque no tengan la fortaleza de los primeros, y aunque el cuerpo, ya un poco ajado, no esté en las mejores condiciones de ser apretado. Hay algo en el contacto físico que no lo proporciona ninguna otra cosa. No se puede sustituir con palabras que lo expresen. Simplemente estar cerca del otro… notar otro cuerpo al lado –y más cuando es el cuerpo de la persona que se ha elegido para amar-, saberle y sentirlo ahí, palpar sus manos… rozarle… poner la mejilla junto a la suya… aunque sea durante unos pocos instantes cada día… tocarle… y ser tocada; que sea su mano la que recorra cualquier parte del cuerpo, posándose suavemente y sin prisa, trasmitiendo calor y cuidado, traspasando amor y un discurso sin palabras… juntar los cuerpos aun cuando no sea con un motivo sexual… el calor del otro… la calidez de la otra… o dejarse rendir en sus brazos, acogida entre ellos… descansar de todas las contrariedades de la vida sobre su cuerpo maternal y levantarse reconfortado, porque uno se da cuenta de que todo es relativo y todos los conflictos están magnificados, y que la vida es estar al lado del otro y tocar y ser tocado… buscarse… no dejar de buscarse… cualquier excusa es buena para juntarse… puede recurrirse al contacto físico cuando el horizonte se empeña en estar de luto, cuando el futuro parece que se pone en contra, cuando el optimismo cae víctima del pesimismo… siempre queda el otro, o la otra… siempre está ahí… siempre… Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  12. VOY A HACER LIMPIEZA GENERAL EN MI VIDA En mi opinión, lo mismo que de vez en cuando nos armamos de valor y nos ponemos a la tarea de hacer una limpieza general en la casa y en nuestras cosas, y tiramos muchas que vemos que son inútiles, o que estorban, o que se han quedado pasadas de moda, también deberíamos hacer lo mismos con las cosas de nuestra persona. Sería muy interesante y productivo revisar TODAS nuestras facetas, normas, costumbres, mandatos, ideas, etc., para comprobar de cuáles nos tenemos que deshacer… y deshacernos de ellas. Y mirar también qué cosas tenemos que actualizar, cuáles mantener pero poniéndolas en otra estantería mental, cuáles ya no nos valen y no nos van a valer nunca pero seguimos manteniendo, y cuáles conservar como un tesoro y no abandonarlas nunca. Cada uno sabe –o debe saber- cuáles son “sus cosas”. Así que no se puede hacer una lista que sirva para todos. Me limitaré a anotar algunas ideas básicas que sirvan como orientación. ME QUEDO CON… Todo aquello que me parece positivo, me aporta felicidad, me hace sentirme bien y a gusto. Lo que me haga reír o sonreír. Lo que me invite a reflexionar, lo que me aporte buenas y nuevas ideas. Todo aquello que sirva para mi Desarrollo Personal. Quienes me aporten, quienes me hagan descubrir o descubrirme. Aquello que me sorprenda para bien. Los AMIGOS que se han ganado el derecho a serlo con mayúsculas. Los viajes, las largas y agradables conversaciones, las comidas con los familiares o amigos. Los amaneceres y las puestas de sol. Los paseos en solitario. La música en silencio, sólo para mí. La capacidad de mirar los problemas de frente y afrontarlos sin aplazamientos. La justicia, la honradez, la honorabilidad, la objetividad, la ecuanimidad. La apertura a cambiar cuando sea consciente de que necesito hacerlo. Vivir en el presente. El amor. ME DESHAGO DE… Los aduladores, los falsos, los aprovechados, los mentirosos. Los envidiosos, los negativos, los que me restan y no me aportan. Las cosas que me hacen sentir mal, las que me desagradan, las que me inquietan. El sufrimiento, los malestares, lo que me provoca incomodidad. La dependencia de personas o cosas. La dureza y la excesiva auto-exigencia que me aplico. Los condicionamientos de mi pasado, de todo lo que me ate, de todo lo que sea un obstáculo en mi Desarrollo Personal. El temor a la incertidumbre. La aceptaré sin oposición como parte de la vida. Los pensamientos negativos. Ya me han perjudicado bastante. Esta zona de confort que se ha convertido en poco confortable. Mis creencias limitantes, los pensamientos negativos, la mente fatalista. Los sentimientos de culpa y la necesidad de sacrificio. Esa preocupación por lo que los otros piensen de mí. Esa mala costumbre de auto-culpabilizarme por todo. La costumbre de cumplir las expectativas de los otros. Ser envidioso, rencoroso, odioso, desconfiando, duro, poco sensible. El deseo de controlar lo que es incontrolable. La destructiva carga de los errores del pasado. Todo lo que sea auto-destructivo. La mala costumbre de criticar. El miedo a los cambios. Los apegos. El desamor. Son solamente algunas ideas. Añade todas las que quieras. Y después tenlas muy en cuenta. Ya puedes empezar con este trabajo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1
  13. CAPÍTULO 12 - CONVIVIR Este es el capítulo 12 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “La forma soberana de vivir es convivir: una convivencia cuidada, como se cuida una obra de arte, es la cima del universo”. (Ortega y Gasset) Lo que se va a hacer junto a la pareja a lo largo de la relación es convivir. Convivir es “Vivir con”. Vivir en compañía de otro. Y convivir con el otro debería ser algo sencillo, agradable, nada complicado, que no requiera de un esfuerzo extraordinario ni de una tensión insoportable. Se da por supuesto, desde que se propone la convivencia, que ambos van a cooperar para que sea lo más agradable, lo más cariñosa, lo más satisfactoria… lo más de todo lo mejor. Y es muy importante tener este principio claro y no regatear esfuerzos para que así sea, porque la calidad de la convivencia, y sin duda de la relación, va a estar marcada por la calidad de la enorme cantidad de momentos que se van a compartir. Cuando uno se compromete en la Iglesia, no es consciente de lo largo que es “hasta que la muerte nos separe”. Hasta que la relación se extinga por la falta física de uno. Habrá tiempo de pasar por períodos de euforia y de derrota, momentos de muchas risas y llantos inconsolables, dramas personales o familiares, pesimismo y vitalidad, proyectos que llegarán a su término y otros que se quedarán en el camino, intimidades compartidas, risas, amor, sexo y lujuria; y momentos en que no se querrá ni ver al otro, que se buscará la soledad, que las dudas querrán imponerse, que uno se preguntará si se ha equivocado, que los ojos no serán capaces de ver la luz… y otros en que los abrazos reinarán, las sonrisas se quedarán plantadas en la boca, y los llantos serán de felicidad. Si uno ama al otro, estará tan pendiente de él como de sí mismo. Y será su deseo instintivo y natural hacer que la convivencia sea un agradable paseo por la vida, y que todo lo mejor sea para el otro que, a su vez, querrá que todo lo mejor sea para uno. Y se trata de esto: de darle la prioridad que requiere y se merece, de minimizar los conflictos, de acercar los desencuentros, de no bajar la guardia ni el celo en el cuidado de ambos, de poner una sonrisa contagiosa que derrita la seriedad del otro cuando sea necesario, de saber acompañar, de distinguir cuándo se trata sólo de escuchar y callar si es eso lo que se requiere en ese momento, o de cuándo un abrazo silencioso lo resuelve todo… en fin, se trata de amar y ser amado. Y quien tenga la fortuna, o el mérito, de amar y ser amado conocerá la Gloria estando en la Tierra. Hay que estar preparado para lo que venga, y hay que estar predispuesto a recibirlo y resolverlo con la mejor intención, con buena voluntad, con paciencia –que ha de ser una aliada imprescindible-; desde el cariño, usando la dulzura y la delicadeza cuando sean precisas, y -es necesario volver a repetirlo- con mucho amor. Que no se olvide que es el amor quien les ha unido y quien puede seguir manteniéndoles unidos en la convivencia. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  14. CAPÍTULO 11 - DIALOGAR Este es el capítulo 11 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “A las chicas que empiezan una relación, les digo que en lugar de preguntar al chico si las querrá siempre, le pregunten: ¿me hablarás siempre?”. (José Antonio Marina) “El diálogo siempre ha de ser abierto, sincero, y no llevar mala intención visible ni oculta, para que uno pueda manifestar sin temor lo que desea, y en el diálogo uno ha de estar receptivo a recibir las críticas constructivas que el otro pueda aportar”. Advierto a quien aún no lo sepa que el silencio es enemigo cruel y eficaz en la relación. Su presencia insistente y continuada daña mortalmente. En muchas ocasiones, y sobre todo cuando uno está enfadado o cuando se siente defraudado por algo que el otro ha hecho, escoge entre gritar, acusar y culpabilizar, armando un tremendo y desproporcionado escándalo, o encerrarse en un silencio del que no quiere salir. Cualquiera de las opciones es un error. Ni una ni otra opción es buena. Cuando uno se siente enojado no es momento de razonar con la ecuanimidad requerida. No es momento de dialogar mientras se permanezca en ese estado. Se pueden llegar a decir muchas cosas de las que arrepentirse después, porque muchas de esas cosas que se dicen no se sienten. Ni siquiera es uno mismo quien las ha dicho, sino que ha hablado la rabia. Cuando uno se encierra en su silencio y no quiere salir de él, y por tanto no expresa sus sentimientos, el otro se queda sin saber qué está pasando, y no puede ayudar a encontrar remedio. Todo lo que no se diga quedará sin saberse. El silencio, en estos casos, sólo es admisible si es por encontrarse demasiado enojado y hablar descontroladamente sería peor. Para que se pueda entender mejor la diferencia entre hablar y dialogar, que aparentan ser lo mismo, supongamos que hablar es expresar pensamientos e ideas, o tratar de manifestar con palabras algo tan difícil de explicar como son los sentimientos. Una especie de monólogo. O dos monólogos si hablan ambos. Y esto no siempre se hace serenamente ni con intención de llegar a un acuerdo. En cambio, supongamos que dialogar es promover una conversación entre dos buscando avenencia. En el diálogo hay apertura a escuchar, hay predisposición a colaborar en aclarar lo que sea, hay buena voluntad y no hay disputa: hay razonamiento. Y no hay gritos ni alteración. Para resolver cualquiera de los conflictos que se van a presentar –y se van a presentar, sin ninguna duda- es preferible hacerlo en un momento en que ambos estén suficientemente tranquilos, en que tengan predisposición al arreglo y no a retomar una batalla pendiente o a iniciar una nueva; que el lugar sea cómodo y que nadie vaya a interrumpir; que se haga aportando cada uno todo el amor que tiene al otro y dejando fuera el rencor y las ganas de represalias o venganza; que esté presidido por una sonrisa –o por lo menos, por una insinuación de sonrisa, pero nunca desde unas caras adustas que vaticinen algo que no es bueno-, y estar predispuestos a dar más importancia a la felicidad de ambos que a demostrar quién tiene razón. Aun cuando no se trate de conflictos, en lo cotidiano, conviene que las conversaciones estén presentes; es bueno interesarse por las cosas que le gustan al otro, para contarle si se ha oído o leído uno noticia que le gustará conocer, y es bueno tener un mundo propio para poder compartirlo con el otro. Es bueno promocionar cosas que les gusten a ambos, para que eso que tienen en común les una aún más. Una de mis hermanas dice que hay que hablar con todo el mundo, porque esa es la forma de aprender y de enterarse de las cosas. Esto es más importante aún con la pareja. Aunque lleven muchos años juntos y crean que se sabe todo del otro, siempre quedan cosas por descubrir. Incluso lo que saben del otro ha podido evolucionar, o el otro ha podido cambiar de pensamiento, por eso conviene no dar nada por supuesto y es mejor no seguir usando criterios o ideas que puede que ya no estén vigentes. Preguntar para saber. Además de que el otro, cuando sabe que está siendo actualizado constantemente, como persona y como pareja, recibe el mensaje de que sigue siendo importante para el otro porque se sigue interesando en descubrirle y conocerle más y mejor. Por otra parte, está demostrado que la mejor forma de enterarse de lo que uno mismo piensa es dialogando. En el inconsciente conviven armoniosamente todos los pensamientos que hemos tenido a lo largo de la vida, todas las opiniones propias y ajenas que hayamos escuchado, y cohabitan en plácida avenencia aunque sean absolutamente contradictorias. Sólo cuando nos hacen una pregunta o tenemos que dar una opinión es cuando descartamos las que no nos son útiles, o aquellas en la que ya no creemos, y nos vemos forzados a crear una frase que exprese nuestra actualidad con respecto al asunto de que se trate. Se dice que “hablando se entiende la gente”, pero hablando también se entiende uno mismo, se entera uno mismo de lo que piensa. Los pensamientos viven sin definir hasta que llega el momento de expresarlos, en el que se cosifican y adquieren entidad. Al dialogar, ambos, el otro y una, se enteran y aprenden y son mutuamente beneficiados. Dialogar, comunicarse, conocerse… es tan necesario que propongo concertar citas con la pareja para hablar. A solas y de todo. En casa, en lo cotidiano, se hablan de los asuntos rutinarios y de los asuntos que hay que resolver, pero… ¿cuándo hablamos de ti y de mi?, ¿de nuestra relación?, ¿de cómo nos va a cada uno juntos?, ¿de nuestro amor?... Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  15. CAPÍTULO 10 - LA RELACIÓN Este es el capítulo 10 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Cada una de las personas que formalizan una relación espera una cosa distinta de ella. Parece que hay coincidencias en lo que ambos esperan, pero en realidad sólo hay coincidencia en el nombre que se le da a lo que esperan. Quien espera encontrar en ella amor, por ejemplo, no espera la misma cantidad o el mismo tipo de amor que espera otro. Pasa igual con la felicidad, con la armonía, la entrega, la aportación, las ilusiones, etc. Hay quien deja desbordar su fantasía con la ilusión de lo que va a ser, quizás por la influencia perjudicial de demasiadas películas románticas y muchas novelas rosas o sueños juveniles que no pueden ir más allá del sueño ni salirse de él, o por esperanzas exageradas o porque esperan recibir todo el amor que no son capaces de darse a sí mismas. La relación hay que tomársela con calma. Con mucha calma. Esto es muy importante. Puede durar todo el resto de la vida y, sin ninguna duda, de ella va a depender –o va a verse influenciada en gran medida- la propia felicidad o infelicidad; tener hijos diferentes –según sea el padre o la madre que se escoja-, o no tenerlos; vivir en una ciudad o en otra; tener un trabajo en otro sitio, unos amigos distintos… en fin: otra vida diferente. Por eso es tan importante llevar el proceso del noviazgo del modo adecuado, sin saltarse ni obviar los pasos, y sin engañarse. Sobre todo, sin engañar ni engañarse. Cada uno decidirá lo que prefiere, pero conviene ser muy realista, y ver que es un proyecto no sólo a corto plazo, sino también a medio y largo plazo. Ambos desean que les aporte desde el principio cosas buenas –por eso cada uno deja a su familia y se va con la otra persona-, pero también hay que pensar en qué van a hacer para que dentro de unos años, o dentro de muchos años, les queden cosas en común e ilusiones que compartir para entonces. Y si disponen de un amor lo suficientemente amplio y sólido que pueda mantenerse hasta entonces y, preferiblemente, incrementarse. Para ello hay que ir con precaución, sin llevar ni una sola expectativa basada simplemente en la ilusión –las ilusiones también pueden causar desilusiones- y es necesario que las expectativas tengan casi todas las posibilidades de convertirse en realidad porque, si no es así, el futuro puede ser un cúmulo de desdichas y frustraciones. Es mejor no idealizar excesivamente la relación. Es mejor no fantasear irresponsablemente con este asunto y ser absolutamente realista. Y tener muy claro que no va a ser todo el tiempo de convivencia como en una selección de las mejores imágenes románticas de las películas más apasionadas, ni un compendio de los mejores pasajes novelescos sentimentales que se han escrito jamás. Habrá de todo porque en todas las relaciones hay de todo: bueno y menos bueno. Eso sí, en diferentes porcentajes según sea cada pareja. Es más sensato, y tiene más posibilidades de convertirse en realidad, cuando lo que se espera es una convivencia agradable, mutuamente enriquecedora en lo personal, con muchos instantes y detalles de amor –mientras más, mejor- y que aporte muchos hermosos momentos. Es mejor desmitificar la relación, des-idealizarla, ponerla en su sitio auténtico, verla con los ojos de la realidad, aceptar que puede proporcionar algunos momentos que no van a ser agradables –porque realmente va a ser así- y estar preparado por si es así ayuda mucho a que funcione y, sobre todo, evita la condena pronta al fracaso. He tratado o conocido personalmente a cientos de personas emparejadas, de todas las edades y niveles sociales, y no he llegado a conocer ni una sola relación en la que ambos estén satisfechos totalmente y en todos los aspectos. No conozco la pareja perfecta que merezca un diez. Sí conozco las de ocho o nueve que saben que esa es la mejor nota realista en una relación. Y sí conozco parejas que conviven bien. Sin más. Y con ello se sienten más que satisfechos. Cualquier persona puede llegar a esta misma conclusión aplicando toda la sinceridad, desmenuzando todas las parejas que conoce, hurgando en su interior (adelanto que a otros no les va tan bien como parece visto desde fuera), viendo más allá de lo que muestran al exterior, y acabarán teniendo una opinión similar a la escrita. ¿Es esta una visión pesimista de las relaciones? No. Es del todo realista. Y es mejor aceptarlo y verlo de este modo. No hay que olvidar que, aunque suene muy raro y no se quiera reconocer -porque se disfraza de amor desinteresado-, en las relaciones hay egoísmo encubierto. Quien deja su familia y su vida en solitario es porque piensa que con la otra persona va a estar mejor. Así de claro. Nadie va voluntariamente a una relación sabiendo que va a estar mal, o que va a estar peor de lo que está en solitario, excepto que una desesperada situación personal haga que ésta sea la menos mala de las posibilidades. Cada uno tendrá sus razones, entre las que está la relación por intereses, pero en ese caso ya no es una relación sentimental sino comercial o de intereses. De todo lo anteriormente expuesto se desprende que hay que tener claro que se van a atravesar muchas situaciones distintas, que habrá vaivenes o altibajos, que la convivencia es muy larga y complicada en algunos momentos, que algunas ilusiones no llegarán a cumplirse… y también habrá, por supuesto, cosas muy bonitas y muy positivas. La duración y la calidad de una relación van a depender de la capacidad de ambos para salvaguardarla, evitando las cosas que pueden afectarla como, por ejemplo, las discusiones que surgen sin una razón contundente y que se gestionan mal, porque desgastan a los dos y a la propia relación. Si existe una actitud comprensiva y razonadora entre ambos, pueden evitar el conflicto y dejarlo, tal como tiene que ser, en una exposición de opiniones o puntos de vista distintos con la intención de encontrar un acuerdo. Es de vital importancia que ambos tengan claro que el objetivo de su relación es beneficiarse ambos de cuanto les pueda aportar la convivencia y evitar todo aquello que la obstruya o la deteriore. No hay que olvidar que el casamiento –como tal- durante siglos ha sido un fiasco en la mayoría de casos, ya que la mujer ha soportado una serie de estereotipos e imposiciones –que nadie sabe quién ha instaurado pero se han respetado al pie de la letra- porque había un papel predestinado para ella, y si no lo cumplía su vida se convertía automáticamente en un fracaso. Si la mujer no se casaba (antes no estaba bien visto eso de emparejarse sin pasar por la vicaría) o no tenía hijos, se consideraba que ella y su vida eran un fracaso. Ahora, afortunadamente, el papel de la mujer es primordial en la vida en general y es preponderante en la relación; su aportación está, sin duda, por encima de la del hombre en este terreno. Es ella quien pone la mayor parte del esfuerzo para que las relaciones sean lo más parecido a lo que tienen que ser. (En el caso de parejas del mismo sexo, es quien ocupa el papel pasivo o femenino quien hace la misma función que la mujer). ¿Y si no va bien la relación? Es evidente que cuando se comienza una relación es con la intención de hacerla perdurable y con una certeza cercana al cien por cien de que va a funcionar, pero… ¿y si no va bien? Es una posibilidad, con probabilidades estadísticas, y estará bien estar mentalizado de que puede llegar a suceder aunque no se desee y no se quiera pensar en ello. Hay que preparar la mente y la comprensión para recoger, si es preciso, todos los trozos del corazón roto y ser capaz de recomponerlo después. Si se rompe la relación cada uno se quedará consigo mismo, aunque tal vez un poco destrozado –o mucho, dependiendo de cuál haya sido el motivo y de cómo haya sucedido-, y está bien tener preparado un botiquín de curas en el que se habrá metido mucho Amor Propio, toda la Autoestima que se tenga, ánimos y optimismo, familiares y amigos que puedan apoyar –ya que se va a necesitar mucho apoyo incondicional-, razones consistentes para seguir adelante, y la misma ilusión –pero renovada- que se utilizó para poner en marcha la relación. Conviene también tener preparadas y al día la fe y la fuerza. Después de la ruptura llegará el extrañamiento, el hueco que quede será notable, y habrá que estar preparado para poder seguir sin el otro –incluso mejor sin el otro en muchos casos- ya que es uno mismo el principal motivo de su propia vida, y no el otro. Y ya sólo quedará ir poniendo un poco de orden en los sentimientos, asumir el nuevo estado con calma y con optimismo, y no quedarse enganchado ni al pasado ni a los remordimientos. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  16. CAPÍTULO 9 – LA PAREJA Este es el capítulo 9 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Aunque cada Ser Humano nace solo –aunque esté su madre durante el parto- y morirá solo –aunque alguien le acompañe en ese momento-, y aunque toda la vida en realidad no es más que una acto de soledad que se comparte con otros, la tendencia habitual es formar pareja. Por una parte actúa inconscientemente, pero con fuerza, el instinto animal, que empuja a buscar a otro congénere que sea del sexo opuesto con el que poder concebir descendencia para que la especie se perpetúe; por otra parte, desde un punto de vista espiritual y psicológico, parece ser que también los del sexo opuesto aportan una complementariedad enriquecedora. Cuando dos se emparejan están construyendo algo que no existía: una relación en la que participan ambos. Y eso es muy grande y, de algún modo, trascendental. Al ser los creadores tienen –en teoría- todo el control sobre lo que crean. También tienen la responsabilidad de hacerlo bien, ya que el objetivo final es el de unirse dos personas con el propósito de estar ambos mejor que estando solas. Como se parte de cero y es una construcción personal, se deben tener muy claros los ingredientes que se van a utilizar, los elementos que van a ser básicos, las leyes propias y las normativas, lo irrenunciable o innegociable, las prohibiciones y lo que no se quiere, lo que cada uno va a aportar obligatoriamente y todos los principios y criterios que van a componer su personal Constitución. Como ha sido una decisión autónoma, libre y consciente, no se debe eludir el compromiso y la obligatoriedad de llevarla a buen término. Se han unido para engendrar una criatura a quien han puesto por nombre Relación, y lo han hecho con amor y con deseo; la han visto nacer y no pueden rechazarla sino que han de alimentarla todos los días, darle los buenos días por la mañana y las buenas noches al acostarse, y han de disfrutar viéndola crecer cada día aportando todo lo que se sabe que va a hacerla crecer feliz, y ambos miembros han de cogerse muchas veces de la mano, sonriendo, al mismo tiempo que apuntan sus miradas hacia su creación. En esa creación han de poner todo su empeño, su voluntad, su saber, su ilusión y su cuidado, para que cada vez que la contemplen sientan un hermoso orgullo que recorra felizmente todas sus emociones. Pero, eso sí, que ninguno de los dos la desatienda, que ninguno eluda su parte de la obligación, porque la pareja, como entidad, es el amor que se tienen dos personas añadido a sus asuntos cotidianos. “Te amo”, sí, pero tenemos que pagar las facturas. “Te amo”, te lo repito, pero aparecen entre nosotros las pequeñas o las graves desavenencias que surgen de la convivencia entre dos que aún no se conocen en todas las facetas. De vez en cuando se cuela una pequeña o mediana desavenencia –por falta de acoplamiento o por diferencias de criterio, y no tienen por qué convertirse obligatoriamente en un desencuentro, en una alteración, o en una polémica- pero después se tiene una relación sexual –en la que cada uno se entrega entero- con esa misma persona. Se viven todo tipo de momentos, algunos felices y algunos contradictorios o muy dispares. Se ha constituido una relación de pareja, y es en ella en la que se ha de depositar toda la confianza personal, porque es el sitio más íntimo y privado que se puede llegar a construir y por tanto ha de ser el más protegido, el que nadie de fuera –ni de dentro- puede mancillar, porque cada miembro de la pareja va a saber del otro lo que tal vez nadie más sepa, y va a depositar en el otro su plena confidencialidad, así que conviene que esa confianza sea sólida e inquebrantable, que se base en el diálogo, que esté protegida de ataques o vaivenes externos, que sea inexpugnable para los otros, y que ambos se defiendan y respeten mutuamente para conseguir su plena consolidación. Para que una pareja tenga muchas posibilidades de perdurar en el tiempo es bueno que, en diferentes proporciones según el caso de cada pareja, haya algún tipo sólido de atracción, bien sea física, espiritual, o intelectual, y, por lo menos, un proyecto común. Que haya habilidad y paciencia para negociar los conflictos que vayan surgiendo –a los que habrá que buscar una solución que sea satisfactoria para ambos- y que haya mucho amor y generosidad hacia el otro –para ceder un poco, si fuera necesario, sin que eso deje una sensación de derrota-. No hay que olvidar que la pareja es una entidad viva, creada voluntariamente por dos asociados que son responsables de que se desarrolle del modo más óptimo posible. Las parejas, en general y hasta ahora, no han sido muy conscientes de su importancia ejemplarizante de cara a las parejas que formarán sus hijos y no han considerado seriamente que pueden marcar un hito a partir del cual la educación que se va a transmitir a los hijos, en general y con respecto a la pareja, hará que estos sean felices o infelices. Hay que saber que los hijos, durante el tiempo de educación con sus padres, se fijan en ellos y les toman como modelos para ser, cuando crezcan, hombres/mujeres, esposos/esposas, padres/madres. A esta generación a la que hice referencia no se le ha enseñado bien, pero han adquirido la consciencia suficiente como para darse cuenta de lo que quieren y de lo que no quieren, y disponen de una conciencia que les hace ver la importancia de una buena educación en la que se encuentren reflejados los valores y las responsabilidades. Sus progenitores no les enseñaron bien –porque tal vez tampoco les enseñaron a ellos-, pero la generación actual sí quiere enseñar y quiere hacerlo bien. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  17. CAPÍTULO 8 - SÍNTOMAS FÍSICOS REALES DEL ENAMORAMIENTO Este es el capítulo 8 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Los síntomas físicos que se producen durante el enamoramiento son medibles y se repiten prácticamente, aunque con diferentes intensidades, en todos los casos. Se producen taquicardias, nerviosismo, aumento de la presión arterial, pérdida de apetito, pensamientos obsesivos con la otra persona, falta de concentración y lucidez, insomnio, alteración de las hormonas, excitación… y se producen o activan estrógenos, dopamina, oxitocina, testosterona y otros neurotransmisores, por eso al enamorarse uno se siente excitado, pleno de energía y con una visión optimista de la vida. El enamoramiento se puede asemejar en muchos casos a una adicción, y si se deshace la relación puede acabar en graves conductas obsesivas o depresivas. A la vista algunos de los resultados que produce, y visto desde el punto de vista de la salud, parece poco atrayente el enamoramiento. Pero a pesar de eso, y afortunadamente, sigue existiendo. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  18. ATENDER AYUDA A ENTENDER En mi opinión, ATENDER es una palabra completísima que tiene muchos más significados de los que conocemos y usamos habitualmente. Conviene conocer todas las aportaciones que nos puede hacer, porque atender es algo que nos puede beneficiar enorme y satisfactoriamente. Y también a quien atendemos, si lo hacemos bien. “Acoger favorablemente” Acoger, admitir, servir de refugio o albergue a alguien, permitir, aceptar, recibir con un sentimiento especial la aparición de alguien, proteger, amparar… cuánta belleza en lo que significa acoger a alguien que nos necesita y nos reclama… cuánto podemos hacer a la persona a la que atendemos… “Esperar o aguardar” Cuando atendemos a alguien no ha de invadirnos la prisa por que termine, no hemos de interrumpir su discurso o su silencio –si se produce- ni tampoco la manifestación expresiva de sus sentimientos. No hemos de alterar su ritmo. Atender, en principio, es prestar atención y escuchar. “Aplicar voluntariamente el entendimiento a un objeto espiritual o sensible” Atender ayuda a entender. Poner toda la voluntad en el hecho de la atención, estar uno todo y del todo, plenamente. Que el otro se sienta en ese momento el centro de nuestro mundo. Que sienta la atención y el cuidado en esa atención. “Tener en cuenta o consideración algo” Lo que el otro dice y lo que el otro calla, lo que dice y lo que se intuye claramente detrás. En las conversaciones no participan sólo las palabras que se dicen. Además de ellas, que no siempre lo dicen todo y no siempre lo expresan todo correctamente, están los gestos –ese lenguaje no verbal-, las miradas intensas –que en ocasiones dicen mucho más y afloran cosas más profundas- y las miradas perdidas, el estado de ánimo, los balbuceos, los temblores, los miedos… todo habla a quien quiere atender. “Mirar por alguien o algo, o cuidar de él o de ello” En el atender hay acogimiento y cuidado, unos brazos abiertos que después se convierten en abrazos, dime, cuéntame, vacíate, soy tu cómplice, el guardián de tus secretos, quien más y mejor te comprende, el que no te juzga ni te juzgará. Dime. Cuéntame. Te estoy atendiendo. “Responder al ser llamado por su nombre” Quien nos cuenta algo nos llama por nuestro nombre. Nos busca, tal vez nos necesita, o tal vez sólo necesita saber que es alguien para alguien. O decir lo que le explota por dentro, lo que no le deja vivir, lo que no comprende, lo que sí quiere o lo que no quiere, lo que necesita, que nos necesita… Atender es mucho más que dedicar atención, es ser y estar en el momento, en ese momento en que los dos se han reunido; es comprender, escuchar sin pre-juzgar, estar abierto y receptivo, poner toda la humanidad en ese ahora. Atender nos ayuda a entender al otro. Atender abre nuestra comprensión. Atender es verdaderamente un hermoso gesto de compasión. ¿Atiendes realmente a quien reclama tu atención, a quien te llama, a quien se dirige a ti? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1
  19. CAPÍTULO 7 – EL ENAMORAMIENTO Este es el capítulo 7 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. “Uno se puede enamorar de la belleza externa, pero ama a la belleza interna”. El enamoramiento es el paso previo e imprescindible para convertir una relación de dos personas desconocidas en una relación sentimental de pareja. Es una etapa muy delicada, transcendental, mucho más seria de lo que aparenta, que conviene transitar con acierto porque la posterior felicidad emocional, y el futuro de la relación sentimental, dependerán de que el proceso de enamoramiento sea correcto. El primer paso es la atracción -cualquier tipo de atracción- porque “algo” tiene que haber para que uno se fije en el otro de un modo distinto a como mira al resto, y sin empezar a definirlo ni a querer entenderlo racionalmente ambos comienzan a ser conscientes de que el otro es “distinto” de los demás. Hay muchas personas en el mundo, pero uno se ha sentido atraído por esa en especial. Tal vez sea el instinto quien sugiere que sea esa y no otra, o la intuición, o eso que se llama “el flechazo”. Hay algo que va fraguando un sentimiento que va más allá del compañerismo, de la amistad y del sentirse a gusto, o tal vez puede que sea una manifestación del instinto animal o una atracción sexual simplemente. Si llamamos a las cosas por su nombre veremos que, a veces, llamamos amor a una pasión desordenada, a una fantasía que sólo vive en nuestros sueños, o lo que es solamente una erección continuada o un deseo de abrirse al otro. Disfrazamos de amor, o lo bautizamos con ese nombre, a ese sentimiento descubierto hacia otra persona –aunque se ubique en la cabeza alterada o en la entrepierna-, al cual, y por desconocimiento, se puede llamar amor cuando en realidad es solamente una necesidad primaria instintiva que desea estar cubierta; o se puede llamar amor, si no estamos sinceramente atentos, a lo que sólo es la exigencia encubierta de fecundar o de procrear la especie, como animales que somos. Porque el amor de verdad se ubica, simbólicamente, en el corazón, y se le supone también en un lugar destacado y brillante de los sentimientos. También se puede llamar erróneamente amor a la rendición ante quien dice las palabras que deseamos escuchar, a quien nos roza con su mano en un momento de necesidad de acompañamiento, o al portador de esa sonrisa con la que fantaseábamos, o a quien da ese beso cierto que antes sólo recibíamos en la imaginación. El enamoramiento es interesante e imprescindible. También es bastante inexplicable e irrazonable. Y también es interesante trascenderlo. Al llegar más allá del flechazo, del arrebato, encontramos el camino firme de suelo estable por el que discurre el amor consolidado y verdadero. Hay que ser capaces de sortear las trampas, evitando caer en ellas, y saber discernir, y acertar, entre lo que es una auto-mentira disfrazada de verdad, una ilusión efervescente, y lo que es la realidad. La auténtica realidad es un poco más difícil de aposentar, pero cuando lo hace enraíza con firmeza, se torna grande y frondosa, y a su sombra pueden estar los dos hasta el fin de la vida. Si uno es capaz de sobreponerse a la obnubilación del enamoramiento, si separa con cuidado los oropeles que lo enlucen y las bisuterías que lo adornan, si distingue lo que son los decorados de teatro de lo que es edificio firme, tiene más posibilidades –casi todas- de fundar una relación con todas las posibilidades de futuro. Si uno se atreve a quitarse las gafas de cristales rosas, y ve las cosas directamente con la belleza que aporta el sol de la verdad, puede descubrir la rotunda fragilidad de lo utópico sobre lo que uno pretendía establecer una relación. O descubrirá un amor real. Si uno se auto-engaña, son engañados también el otro o la otra, y del mismo modo es engañada la relación. Demasiados engaños. Es acertado dejar que la mente y el corazón tomen decisiones juntos. Que la primera sepa aplacar un poco al segundo, y sepa hacerle ver lo que no quiere o no puede ver, y que el corazón transmita su ilusión a la mente. Es mejor que no sea solamente uno de los dos quien decida: a la mente le pueden parecer insuficientes los argumentos del corazón, pero es necesario que haya también un poco de locura –y ganas de hacer locuras-, y que la ilusión revolotee, y que los sueños sueñen, y que las sonrisas que se forman al pensar en el otro sigan vivas… pero sin dejar que las mentiras obvias se cuelen camufladas, e impedir que lo que no es amor, ni lo será, entre con intención de confundir y malograr. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  20. LA APATÍA: A VECES, ES NECESARIO OBLIGARSEvideo:https://www.youtube.com/watch?v=saZzw4rToqoEn mi opinión, en esos momentos en los que uno se siente desganado, sin ánimo ni fuerza para hacer algo que sea placentero, o para hacer lo que se tiene que hacer, es cuando debe tomar cartas en el asunto y resolver lo que le está pasando.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.Artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...)Visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí:(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59Web con poesías y relatos: www.franciscodesales.esinstagram: https://www.instagram.com/franciscode...Twitter: https://twitter.com/buscandomeweb1Correo electrónico: [email protected] LOS VIDEOS PUBLICADOS LOS TIENE AQUÍ:https://www.youtube.com/channel/UCUNE...
  21. CAPÍTULO 6 – EL NOVIAZGO Este es el capítulo 6 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. El noviazgo es la etapa en que dos personas han de empezar a conocerse con más profundidad y haciéndolo con expectativas de una relación a futuro. Si se va a convivir con otra persona durante el resto de la vida, o durante mucho tiempo, es conveniente que estén claras las premisas y las bases sobre las que se pretende crear esa relación, así que la honestidad y la sinceridad son imprescindibles. Es el momento de hacer las cosas bien, así que no hay que esconder nada, no hay que dejar preguntas sin hacer, no hay que dar nada por supuesto, no hay que auto-engañarse. Es el momento de expresar las preferencias, las opiniones, las necesidades; es el momento de manifestar la forma de ser y pensar, los proyectos y deseos, las aspiraciones y todo aquello que para uno es innegociable -y en lo cual no se va a claudicar- o lo que es inaceptable de asumir. Si ya desde el principio no hay afinidad en las cosas más básicas es mejor cortarlo a tiempo. Una de las cosas inadecuadas que se pueden llegar a hacer durante el tiempo de noviazgo -en unos casos porque uno cree que no tiene muchas opciones de elegir pareja y se conforma con alguien que se parece un poco a lo que desea, y en otros casos porque se cae en la trampa de imaginar que más adelante ya se le irá cambiando al otro-, es el hecho de que se admiten cosas que a uno no le parecen bien, que no gustan, pero… se callan y se aceptan y, por ilusión o por confusión, no se renuncia desde el principio a cortar una relación que parece estar condenada al fracaso. Las personas, generalmente, no cambian. Porque no quieren o porque no les interesa. Esto conviene tenerlo muy claro. Sólo cambia quien tiene voluntad propia de cambiar, no se puede imponer. Además, intentar “cambiar al otro” es algo contraproducente si no está plenamente aceptado por el otro, porque puede darse cuenta, después de algunos obligados cambios, que está dejando de ser él mismo y eso le puede aterrar, ya que ha estado acostumbrado a ser de cierto modo a lo largo de su vida y si deja de hacerlo puede perder la referencia de quien cree que es y puede empezar a comportarse de cierto modo –no natural para él- en el que se siente otro distinto, incómodo, inseguro, y hasta amenazado en su personalidad. Ante esta situación, nueva e indeseada, lo lógico es reaccionar de mala manera y ponerse a la defensiva, y entonces puede comenzar a ver a su pareja como el enemigo que pretende despojarle de su personalidad y sus derechos en vez de como el aliado deseado. Cuando una persona descubre cosas que no son de su agrado en la persona con la que está iniciando una relación sentimental que aún no está consolidada, y si piensa que esas realidades pueden afectar al futuro de la relación, lo correcto es dialogar, amplia y claramente, para ver si se pueden solucionar esas diferencias. Si no tiene una solución satisfactoria para ambos, es buen momento para desmontar algo que parece destinado a no prosperar bien. Eso que siempre se ha dicho de que “conmigo cambiará, por amor hacia mí será otra persona distinta”, es más una utopía, y un deseo sin porvenir, que una realidad. Si se encuentran muchas cosas que debería cambiar en el otro, tal vez sea mejor cambiarle por otro. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  22. CAPÍTULO 5 – EL HOMBRE EN LA RELACIÓN Este es el capítulo 5 de un total de 240 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. A los hombres “de antes” –porque hay un antes y un después de una reciente generación de “nuevos hombres”-, por lo general no se les ha dado ningún tipo de educación específica para lo que es la convivencia equitativa en una relación, y cuando han llegado a ella sólo tenían como referencia lo que han visto en su casa –o sea, el ejemplo práctico que les han dado sus padres con su propia relación-, un poco de buena voluntad –cuando realmente hay buena voluntad-, las ganas de estar con su pareja y poco más. Es un disparate generalizar en algo que es tan personal –cada persona es un caso distinto-, pero durante muchos años los hombres iban a la relación para que les siguieran cuidando como les cuidaba su madre, aunque, además, con derecho a sexo, mientras que muchísima gente joven ven la relación con los ojos sanos con que hay que verla. Mis sobrinos varones –de entre 28 y 35 años en este momento- saben hacer todas las labores y tareas del hogar, bañan a sus hijos y les cambian los pañales, se levantan por la noche para consolarlos cuando lloran, les dan la comida, los sacan a la calle para pasearlos, juegan con ellos… o sea, lo hacen todo… menos parirlos. A los hombres de cierta generación y ubicación –por ejemplo, los nacidos en España desde el año 1950 hasta el 1970, más o menos- se les ha exigido un gran esfuerzo para abandonar el papel que les habían asignado generacionalmente, y para el que habían sido preparados, que era seguir en la perpetuación de los siglos anteriores de un machismo dictatorial y una nula colaboración en los asuntos domésticos, y sin derecho a manifestar los sentimientos y la parte amable, porque eso se equiparaba a debilidades. Se encontraron, casi de golpe, con que, al reflexionar sobre el papel del hombre en la pareja y con la descendencia, vieron que no les parecía justo aplicar a sus hijos y parejas lo que se había estado haciendo hasta entonces –el acatamiento indiscutible a las órdenes o caprichos del cabeza de familia- y comprendieron y aceptaron la igualdad entre ambos miembros de la pareja –ya que es así-, y les tocó ser conscientes de la justicia equitativa en la colaboración con las tareas del hogar y de la responsabilidad en la educación de los hijos –como en realidad es y debe ser-, y tuvieron que cambiar y ser tolerantes con los hijos en las mismas cosas que sus padres fueron rigurosos con ellos. Por ejemplo: antes, las novias tenían que estar en casa de sus padres antes de las diez y llegar vírgenes hasta la noche de bodas, y ahora hay que aceptar con naturalidad y sin rechistar que las hijas traigan a “dormir” al novio a casa. Hoy, los hombres comprueban que tienen que destruir los pilares erróneos sobre los que han sido edificados, y eso exige el trabajo interior de desmontar y cuestionar lo que les inculcaron –que tiene la dificultad psicológica añadida de estar desobedeciendo los mandatos de un padre interno riguroso- y eso les obliga a construir unos nuevos principios, dotar de fortaleza a la nueva situación –que hay que lograr que sea natural-, replantearse la vida entera, y abandonar sin traumas “el poder” y la preponderancia que les confirieron, en aras de una relación justamente igualitaria. Por su parte, como algunos hombres han sido educados de cierto modo, y han seguido aplicando las normas que les inculcaron, no sólo no siempre se les puede considerar culpables conscientes de todas sus actuaciones –porque hay una buena parte que son inconscientes, aunque las tendrán que resolver-, sino que hasta llegan a ser víctimas de ese tipo de mala educación que recibieron. Y si no lo remedian, estarán perjudicando a la mujer, a la relación, a los hijos y a sí mismos. Por ejemplo, antes se les inculcaba que “los hombres no lloran”, que manifestar los sentimientos “es de afeminados”, que consolar a un hijo cuando llora “es cosa de mujeres”, que ayudar en las tareas del hogar “es de mandilones”, que “la mujer en casa y con la pata quebrada”, y si a eso se añaden frases del estilo de “la maté porque era mía”, pues se están inculcando a los hombres unas ideas que les conducen a comportarse del modo que lo han hecho durante siglos y que, por desgracia, se sigue haciendo en algunos países. Nos encontramos entonces con hombres chapados a la antigua, dictatoriales y machistas en la relación, asentando y afirmando su virilidad en su mal genio o despotismo; son hombres amargados que descargan sus frustraciones contra las personas equivocadas –su pareja y/o sus hijos-. También hay hombres tiernos, compañeros ideales en esta travesía en común por la vida, hombres que aman y lo demuestran; hombres que asumen su responsabilidad en la relación. Hombres cabales. Hay tantos tipos de hombres que no caben en una generalización, así que cada persona tiene que lidiar con lo que tenga en su relación y tiene que tomar las decisiones propias que considere adecuadas en el caso de que su relación no esté siendo plenamente de su agrado. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  23. CAPÍTULO 4 – LA MUJER EN LA RELACIÓN Este es el capítulo 4 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Cuando una hembra humana es solamente una niña ya intuye que más adelante será mujer y que, posiblemente, será cónyuge y será madre. Como no es habitual que alguien la prepare expresamente para esas facetas –salvo nociones básicas de educación personal y auto-cuidado-, tiene que ir aprendiéndolo por su cuenta y, por comodidad y porque le merece confianza, se fija en un modelo que tiene cerca: su propia madre. Y ya que su madre parece persona de fiar –porque la ha parido, la ha alimentado, la ha cuidado y en muchos casos ha demostrado cariño-, se dedica a copiar ese modelo, la imita en todo, y le toma prestadas –en vez de elaborarlas por su cuenta, ya que no está preparada para ello- sus formas de pensar, de actuar, de comportarse, de ser, y así lo hace en los tres aspectos: se fija en ella como mujer, como madre y como cónyuge. Es posible que más adelante se demuestre en algunos casos que su madre no fue un buen modelo en todos los aspectos –en algunos sí, por supuesto- y que si hubo una excesiva dedicación o servilismo a su pareja eso fue contraproducente -pues tal vez le mostró que el sometimiento y la dependencia son la norma en las relaciones-. También es posible que el exceso de celo y sobreprotección para que su hija no tuviera problemas o no sufriera lo único que consiguió fue evitarle una serie de experiencias imprescindibles para aprender a valerse por sí misma, y a larga eso también será problemático; hay muchas posibilidades de que si su madre era sumisa y nada asertiva en su relación, la sumisión que aprenda de ella le amargue un poco la vida –y ello se deberá a que no aprendió a defender sus derechos propios-; un desinterés de su madre por su propio Desarrollo Personal o cultural, y su rendición ante las circunstancias, pueden contagiarle su apatía ante la vida y un desinterés por sus cosas personales; y hasta puede ser que la tristeza materna le haya negado la capacidad de reírse en muchas en más ocasiones, o que se calle muchas cosas porque su madre – mostrando su sometimiento en la relación, o con un consejo bienintencionado pero que no fue acertado- le inculcó que es mejor callar. Por supuesto que esto son solamente unos pocos ejemplos y no tiene por qué ocurrirle igual a todas las mujeres. Pero a quien le haya afectado alguno de estos ejemplos sabe bien de qué hablo. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  24. CAPÍTULO 3 - ACLARACIONES IMPRESCINDIBLES Este es el capítulo 3 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Quedan exentas en este libro las relaciones que van bien. ¡Felicidades a los afortunados! Los ejemplos y los casos que aparecen aquí son para las relaciones que NO van bien y para las personas que no se manejan bien en las relaciones. Este libro no es una guía, no es un manual, no es un dogma. Este libro aspira a ser una orientación, un recopilatorio de otras historias sentimentales en las que uno puede llegar a verse reflejado, y un recordatorio de aspectos a revisar en la relación con el objetivo de hacer que sea lo más óptima posible y aporte todo lo maravilloso que puede llegar a aportar. Si el lector está en una relación sería interesante que lo leyeran ambos, para que cada uno haga su propio examen de conciencia y su autovaloración de cómo lo está haciendo, y después poder comentar juntos todo lo que les llame la atención o aquello que descubran que se puede mejorar. Es por el bien de la relación. Muchísimos hombres son distintos de los hombres que se reflejan aquí, cuyas incorrectas actitudes se exageran un poco para que sean más fácilmente visibles. Y no todas las mujeres cometen “errores” como los que aquí se reflejan. Advierto que a lo largo del libro hay algunas ideas que se repiten. No exactamente del mismo modo, pero sí de un modo similar, o más o menos subliminalmente o utilizando otras palabras. La intención es lograr que provoquen efecto y, a veces, viéndolo en un contexto distinto se consigue. Lo mismo, pero dicho de otro modo o dicho en otro momento, puede conseguir un efecto distinto. Esa es la razón. Se ha procurado evitar conceptos como esposo, esposa, casado, casada, y matrimonio, porque parece que eso se asocia a parejas que han sido realizadas por el ritual de la Iglesia, y las parejas –a efectos de lo que aquí se escribe- son parejas aunque no hayan sido bendecidas eclesiásticamente o legalizadas judicialmente. Dos personas que están juntas y comparten un proyecto vital son una pareja. Tampoco se distingue entre parejas heterosexuales y homosexuales, que para este libro son lo mismo –si bien es cierto que es un poco complicado escribir de un modo gramaticalmente correcto para que quien lo lea pueda sentir que no está excluido o excluida-, así que cuento con la colaboración de los lectores para sustituir con su buena voluntad lo que no esté bien definido por este motivo. No es importante el empleo de masculino o femenino en lo que se relata en los textos, porque cualquiera de los apartados puede afectar a ambos. El escritor nunca sabe quién lo va a leer y no conoce el caso particular de cada lector. Que quede claro mi respeto hacia cualquier persona, hacia sus relaciones y sus circunstancias. Garantizo la buena intención en todo lo escrito y ofrezco disculpas a quien se sienta ofendido. Por favor, que no se entienda este libro como un ataque a las mujeres haciéndolas pasar por poco aptas para las relaciones, sino como una observación externa –lo más aséptica posible- en la que, por supuesto, no todas las mujeres están implicadas y sí muchos hombres. Personalmente creo que, en general, lo hacen mejor las mujeres que los hombres en las relaciones sentimentales. Tampoco todos los hombres a los que se hace referencia son iguales que el prototipo que se ha reflejado en la mayoría de los casos, que aparece como desinteresado de la relación, irresponsable o cruel, más atento a sus cosas que a la pareja, y rascándose la tripa frente al televisor. Tampoco todos los hombres esperan lo mismo de sus parejas en las relaciones, ni son o se comportan como cualquiera de los prototipos que aparezcan reflejados en este libro. Existen, por supuesto, muchos que están muy implicados en su relación, defendiéndola con ahínco, esforzándose en hacer feliz a su pareja y su descendencia, colaboradores dispuestos en las tareas del hogar e interesados en la espiritualidad y en su Descubrimiento Personal. Las sugerencias que se hacen a lo largo del libro pueden ser útiles prácticamente para cualquier tipo de relación personal que uno establezca –lo mismo en su vida sentimental, familiar, laboral o de amistad, incluso con personas desconocidas-, pero así como la familia de la que uno proviene es impuesta, y muchas de esas relaciones son inevitables, la relación sentimental adquiere mayor relevancia porque es una elección y creación propia, y los propósitos que se pretenden con ella llevan ingredientes especiales: en ella, uno apuesta por la felicidad, por el amor, y por la más agradable y satisfactoria convivencia, elegida libre y voluntariamente desde la parte más amorosa de uno mismo. No me gusta utilizar la palabra error –porque no creo que siempre sea un error eso a lo que llamamos error-, como tampoco me gusta utilizar otras palabras como fracaso –el fracaso no existe, existen experiencias que no han dado el resultado que uno deseaba-, ni equivocación –es, simplemente, una opción incorrectamente elegida-, ni mal -¿qué es el mal y quién lo dictamina?-, ni malo o cualquiera de sus sinónimos –nunca sabremos si eso que aparenta ser malo realmente es malo-, como tampoco me gustan otras como problema –me gusta más asunto pendiente de resolver-, culpabilidad –porque para quien la siente conlleva casi obligatoriamente la necesidad de un castigo-, condena –porque nadie está legitimado para condenar-, o castigo –porque no encuentro utilidad a los castigos-. Todas esas palabras llevan implícitos inconvenientes, una onerosa y dramática carga de reproches, y parece que reclaman una sanción. Por eso es mejor evitarlas. Emprendo la osadía de escribir este libro después de escuchar y analizar los conflictos de cientos de mujeres que los tienen, o los han tenido, en su relación de pareja. Reconozco que es una osadía porque es bastante arriesgado escribir sobre todo aquello que tenga que ver con los sentimientos –que son capaces de desoír cualquier teoría y deslegitimarla porque no entienden de razonamientos-, y porque es improbable que sean equiparables los casos personales de una señora separada de cincuenta años en un país catalogado como machista con los de una chica de veinte en un país de orientación liberal que se estrena en esto del amor y el desamor. Y entiéndase esto simplemente como un ejemplo. La idiosincrasia de cada país, el sistema de educación en cada familia, el carácter de cada persona, o la generación a que se pertenezca, influyen y cambian los aspectos absolutamente. Así que me referiré a ejemplos que, más o menos, son generalizados y se repiten con frecuencia, y nada de lo que escriba se entenderá como algo que en todos los casos es cierto o inevitable, ni se deberá tratar de aplicar las sugerencias o ideas expuestas –y esperando resultados óptimos- para un caso muy concreto y particular ya que está escrito para una generalidad. Es imposible que un lector se vea reflejado en todos los apartados o que se vea exactamente tal como se describe. Hay muchos matices de intensidad y de percepción de la realidad y este escrito no pretende ser irrefutable ni sentar cátedra. Lo componen una serie de opiniones personales –lo que no garantiza que sean atinadas-, más el aprendizaje que me han aportado los otros, añadiendo a ello las apreciaciones que he ido recogiendo a lo largo de tantos años de conocer tantas personas y la intimidad de sus relaciones. Y una cosa más: no es obligatorio estar en una relación de pareja. Puede ser interesante, pero también puede ser interesante no estarlo. Así que no hay que sentirse agobiado ni sentirse frustrado si uno está solo. Agradecido por la comprensión, comienzo. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
  25. CAPÍTULO 2 - ANTES DE EMPEZAR Este es el capítulo 2 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Este libro, cuando solamente era un borrador, se iba a titular “LOS ERRORES QUE COMETEN LAS MUJERES EN LAS RELACIONES DE PAREJA”. Un poco más adelante me di cuenta que los “errores” los comete en muchas ocasiones la otra parte de la pareja precisamente, y que entonces el “error” estaría en consentir los “errores” de la otra parte sin ponerles freno y en seguir persistiendo en una actitud de sumisión o dependencia. Y me di cuenta que con el título estaba culpabilizándolas directamente a ellas y dejando absueltos a ellos. Error, según la Real Academia Española de la Lengua, es una “acción desacertada o equivocada” y es una “cosa hecha erradamente”. En mi opinión, eso a lo que llamamos error no es más que la consecuencia de una acción que no dio el resultado esperado. Y nada más. De este modo, y sin faltar a la realidad, se le quita todo el dramatismo y el sentimiento de culpa y la necesidad de su correspondiente castigo que, inconscientemente, lleva aparejada la palabra. No hay “errores”, y sí hay actitudes que no son las apropiadas, y sí hay resultados que no coinciden con lo deseado; hay consentimientos que no se deberían consentir, hay desconocimiento, hay buena voluntad pero equivocada a veces, hay dudas e inseguridades y hay, sobre todo, falta de conocimiento y falta de experiencia en convivir en las relaciones. Y conviene aprender a hacerlo bien. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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