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DECLARACIÓN PRIMERIZA Quiero decirte que te amo, pero no sé hacerlo. No sé dónde buscaré las palabras cómplices que expresen mi inexperiencia con soltura. Tendré que hablar de los sentimientos, de tu presencia y tus apariciones en mi mente sin programación y sin aviso; hablaré de mi pensamiento ocupado, sin límites y sin usura, por tu imagen constante. Habré de decirte cosas de mi continuo alborozo y de los sueños de mi futuro; mencionaré con insistencia la palabra amor y sus sinónimos. Pero no sé cómo hacerlo a pesar de que infinitamente te amo, así que repetiré sin miedo la creación insuperable que resiste todos los tiempos: te amo. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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LAS EXPERIENCIAS QUE VIVIMOS NOS VAN DEJANDO SU HUELLA En mi opinión, cada una de las experiencias que vamos teniendo a lo largo de la vida, en mayor o menor medida y seamos conscientes de ellas o no, nos van dejando su aporte, su enseñanza, su huella. Prestar una notable atención a esas cosas que nos pasan y que captamos de algún modo que son “especiales”, que se salen de la cotidiana rutina alertándonos con alguna señal, nos permite avanzar más en el afianzamiento de la persona que somos y en el desarrollo de nuestras potencialidades. La mayoría de las cosas que vivimos parece que se van al olvido sin dejar rastro, que sólo unas pocas graves son las que nos marcan y fuertemente, pero la realidad es que TODO va dejándonos algo, aportando más a quienes ponen consciencia a VIVIR su vida y aportando menos, pero algo, a los que no prestan atención. Una sonrisa que veamos en un rostro ajeno, y más si es en el nuestro propio, nos puede aportar una discreta alegría, una silenciosa fe, una ilusión viva, una dosis de esperanza, confianza en la gente y en la vida; nos puede provocar un sentimiento de relajación. Si hay sonrisa, no hay peligro, pensamos. Un amanecer visto con los ojos del corazón nos puede dejar un remanente de paz para todo el día… o para toda la vida. Hacemos descubrimientos que no llegamos a poner en palabras –ni falta que hace- pero que consolidan nuestra forma de ser y de ver y de vivir. Una palabra, una frase, una idea, pueden ser el gran descubrimiento, pueden ser la pieza que encaja todo nuestro barullo mental, que pone orden en el caos. Todas las experiencias que vivamos como tales y no se queden solamente en el hecho visible, en la envoltura del hecho, nos van matizando como personas, van aliviando algunos de nuestros desconciertos, pulen la personalidad y la llenan de esos matices agradables que nos hacen que cada vez nos sintamos mejor y más a gusto con nosotros… y con la vida. Ya que todo nos marca de algún modo, que todo influye tanto en nuestras ideas personales como sobre lo externo, que todo va conformando nuestra singularidad, hemos de tener cuidado y atención en cómo calificamos las experiencias, para no equivocarnos en el adjetivo o en el lugar donde las dejemos archivadas –porque su influencia, positiva o negativa, va a depender exclusivamente de lo que hagamos en ese paso- y es necesario que les saquemos todo el jugo, aunque parezca un jugo ácido, porque es de ese modo como podemos y debemos aprender. Si somos capaces de darle la vuelta a las experiencias menos agradables -para encontrar lo bueno en lo malo- y ver la auténtica realidad que existe tras la realidad aparente, el poso que nos va a quedar para siempre -influenciándonos y marcándonos- será muy distinto. La propuesta que nos hace la vida es VIVIRLA en su plenitud, sin desechar ninguna de la situaciones que se nos presenten, y hacerlo desde el modo positivo y auténtico de que son situaciones de las que tenemos algo que aprender –poco o mucho y sea lo que sea- y que menospreciarlas, o eludirlas, es renunciar a una pequeña o una gran lección que puede ser una pieza necesaria en nuestra construcción. VIVIR todo, sí. Por supuesto. Pero con la atención consciente, con la inquietud final de que será bueno y es necesario. Algunas de las asignaturas que estudiamos en la escuela no nos gustaban pero han demostrado ser interesantes en nuestra vida. Y creo que todos sabemos de alguna experiencia por la que hemos pasado que fue desagradable o dolorosa en su momento pero después hemos comprobado que nos ha fortalecido y afianzado, o que ha aportado un cambio positivo en nuestra vida y en nuestra persona. Sólo la auto-reflexión ante lo que nos sucede permite extraer la lección y de ese modo no será necesario tener que repetir de nuevo la experiencia para aprender lo que hay que aprender. No hay que olvidarlo: todas las experiencias nos va a dejar su huella. Seamos muy conscientes de VIVIR nuestra vida. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 Web con poesía y prosa: www.franciscodesales.es
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CAPÍTULO 96 - CONFUNDIR EL NOMBRE DE LOS SENTIMIENTOS (o de las cosas) -LO QUE PUEDE PASAR POR NO SABER- Este es el capítulo 96 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Debido a la falta de una definición rotunda, tangible o indiscutible, que permita saber cuándo un sentimiento es realmente amor –como si fuese un semáforo que cuando se enciende en verde se ve claramente que es verde-, y dada la ambigüedad que hay en las descripciones de las emociones y de los sentimientos, es muy habitual confundir los términos y los matices que diferencian una cosa de otra, y se acaba llamando amor a lo que sólo es sexo adornado con un poco de sentimentalismo, se llama amor a lo que sólo es una ilusión confundida o un encaprichamiento, o se llama amor a la lástima, a “querer” –que tiene entre sus ingredientes posesividad y deseo, pero no imprescindiblemente amor-, a tener afecto o apego, y aún quedan muchas otras con las que se puede confundir. Se le llama amado –equivocadamente- a quien sólo es una amistad con quien se comparte alguna confidencia extra, o sexo; aquel por quien se sintió un flash o lo que se cree que es un flechazo –pero de cuyo corazón jamás salió una palabra que hablara de amar-; aquel que la nostalgia ha ido idealizando y cargando de virtudes y maravillas que nunca han sido suyas, el que la ofuscación ha cambiado de status pasando de ser una persona agradable a ser el amado, o a ese seductor que es tan amable y que dice cosas bonitas, y dice “te quiero” sin terminar la frase: “te quiero… llevar a la cama”. También se confunde estar unidos con estar solamente juntos, o esperanza con autoengaño, o compañía con soledad compartida, o no saber qué decir con silencio, o no atreverse a decir con ser respetuoso, o se confunde pasión –que en realidad es una perturbación, aunque suene romántico y bonito- con amor. Cuando en una relación se discute por cualquier motivo, o cada uno hace planes por su lado, o no tienen cosas en común, pero a pesar de todo ello insisten en seguir juntos y mantener relaciones sexuales, lo que les une se llama deseo o costumbre, y no amor. Y no hay que confundirse. Una de las facetas menos aceptadas de la mente es que miente, que se convierte en colaboradora insensata de una traición a los principios de auto-respeto y honestidad que cada persona se debe, y que tiene la habilidad de tergiversar los hechos, de inventarlos, o de crear un castillo donde sólo hay una piedra raquítica, y es habitual que, como un mecanismo de defensa ante lo desagradable de la realidad, se invente una mentira con ínfulas de ser una verdad, lo que no es muy complicado para una mente que sabe cómo jugar con las palabras, o cómo ordenarlas, para que sean creíbles al mismo tiempo que favorables. La mente miente creyendo que nos hace un favor y nos evita un dolor, y puede que sea cierto, pero un dolor actual puede ser mucho más fácil de soportar, o de desmontar, que el gran dolor que podría producirse a la larga. La mente, en su parte inconsciente, actúa por su cuenta en demasiadas ocasiones, y más en el caso de quienes le hayan dado autonomía plena o de quienes estén en el error de creer que los pensamientos que elabora la mente son pensamientos propios, ya que en la mayoría de los casos no son más que sus distracciones para no aburrirse, o un modo de manifestar su presencia y dictadura para que sepamos que está ahí, y para que se le reafirme en el puesto que ha usurpado. La mente no es uno mismo, sino que es un instrumento al servicio de quien la posee, y entender esta confusión habitual, darse cuenta de su tremenda repercusión, y desposeerla del derecho que cree haber adquirido, es un gran premio y una gran relajación para quien padece esta dominación de su mente. Es una liberación que puede cambiar la vida. Está bien dejarla que divague y que aporte lo que quiera, pero a ese “lo que quiera” no se le deben llamar “mis pensamientos“, porque no son “mis pensamientos” sino los de la mente. Lo correcto es escuchar sus propuestas –ya que hasta que uno decide libremente acogerlas y bautizarlas como ideas o soluciones propias no son más que opiniones o especulaciones-, y no acatarlas directamente, sino ponerlas en cuarentena hasta que uno pueda ponerse a la tarea de revisar lo propuesto, analizarlo siendo consciente y gobernando la mente, controlando el proceso, contrastando que sean correctos los caminos que le han llevado hasta su idea –todavía sigue siendo de la mente y no de la persona-, verificando que la idea concuerda con los criterios de uno mismo, descontando los condicionamientos, los miedos, y los intereses de la mente; lo siguiente es compararlo con situaciones similares anteriores y, aprovechando las experiencias que se obtuvieron entonces, tomar la decisión o solución pertinente por propia voluntad. De ese modo se pueden evitar las malas interpretaciones, y se puede lograr llamar a las cosas por su nombre, y no seguir en el juego sádico de aceptar mentiras que más adelante no podrán ocultarse y aportarán, de golpe, el dolor de ese momento más todo el que haya acumulado hasta entonces. Al pan, pan, y al vino, vino. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - El autoengaño es un delito imperdonable. - Conviene afrontar la realidad tal como es porque es el paso previo y necesario para cualquier cambio que se quiera o se necesite hacer. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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NUESTROS MIEDOS NO EVITAN LA MUERTE, FRENAN LA VIDA En mi opinión, que es una opinión que comparto con Elisabeth Kubler-Ross, el miedo a la muerte es un impedimento para el disfrute de la vida. La muerte es inevitable. Es absurdo e inútil oponerse a lo inevitable. La oposición a ello es un desgaste enorme de energía y una pérdida irrecuperable de tiempo/vida en un estado de pre-ocupación que, si no se sabe manejar bien, se convertirá en frustración. No importa lo que sea la muerte, ni si hay vida o no después de ella, lo que debe importar es que haya vida ANTES de ella. Si uno piensa en la muerte tiene que derivar hacia pensar en la vida. Lo que sea posterior a la muerte –si es que hay algo-, en este momento tal vez no requiera nuestra atención más inmediata. Lo que es previo a la muerte, sí es importante. Así que la toma de conciencia de la muerte sólo ha de aportarnos una valoración más efectiva y real de la vida. Hablar de morir nos tiene que llevar a vivir más conscientemente apreciando la vida que AHORA, EN ESTE MOMENTO, SÍ TENEMOS. Hay una reflexión interesante acerca de que cuando llegue la muerte uno ya estará muerto y por tanto no estarán ni la inquietud ni la angustia ante la muerte, ya que esto sólo lo sienten algunos vivos. Ese temor opresivo ante lo que no se sabe cuándo ni cómo sucederá, pero se sabe que sí sucederá, sólo provoca inquietud y ansiedad, que a su vez se reflejan en un estado de agitación y zozobra del ánimo. NOS AMARGAMOS POR ADELANTADO E INNECESARIAMENTE. Ponemos este desbarajuste emocional en el mismo lugar que podríamos poner la alegría y satisfacción de estar vivos. Ahora es tiempo de vivir, ya llegará el tiempo de estar muerto. La muerte es menos temida si uno tiene la conciencia tranquila de haber vivido. Ya se sabe que va a llegar, así que es mejor que nos encuentre con una sensación tranquila de paz y plenitud, y con una conciencia que tenga pocos motivos de los que arrepentirse, para que uno pueda hacer un balance de lo que ha sido su vida y pueda decir –como ya se adelantó a decir el poeta - “confieso que he vivido”. QUE LA MUERTE NOS ENCUENTRE CON UNA SONRISA. Esto no quiere decir que nos apetezca recibirla y agradezcamos su llegada, sino que le podemos decir que nos encuentra con los deberes hechos, la vida exprimida, que los familiares y amigos han sido bien queridos y que hemos demostrado nuestra capacidad de amar, que tenemos la sensación o la seguridad de habernos comportado bien durante nuestra estancia, que llevamos el alma en paz y el corazón rebosante, que en la memoria almacenamos cosas hermosas, que fue lindo mientras duró. Ahora es tiempo de VIDA, ya llegará el tiempo de muerte en el que no podremos hacer nada de lo que ahora SÍ podemos hacer. Pensar en la muerte tiene como misión recordarnos nuestro límite de vida –la fecha de caducidad-, el fin del tiempo de estancia en este Paraíso lleno de buenos motivos para disfrutarlo y ser feliz, y pensar en ella ha de concluir con un “gracias por recordarme que estoy aquí y ahora, que existo y sigo vivo”. VIVIR es la tarea. Ser Uno Mismo es la tarea. Amar y realizarse es la tarea. Ser feliz y hacer felices a los otros es la tarea. Y esas tareas –y otras más- sólo se pueden hacer en este momento. Eso ha de ocupar nuestro tiempo y no emperrarse en una pataleta infantil e inútil de “no quiero morir”. Mientras uno piensa eso está muerto, porque no está viviendo. No conviene confundir el miedo a la muerte con el miedo a sufrir previamente a la muerte. Es ingrata una larga agonía. Es indeseado un largo periodo de una enfermedad penosa y dolorosa. Es inquietante imaginar el sufrimiento en una de estas situaciones… pero es absurdo y contraproducente sufrir y amargarse por adelantado por algo que se ha de vivir cuando llegue su momento… si es que llega, porque tal vez este sufrimiento en torno a la decrepitud y la vejez sufriente acabe siendo inútil porque no suceda de ese modo tan dramático que imagina nuestra mente. Pensar en la muerte ha de ser PENSAR MÁS EN LA VIDA. Que así sea. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 Web con poesía y prosa: www.franciscodesales.es
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CAPÍTULO 95 - HACER UN NOVIAZGO DEMASIADO CORTO -LO QUE PUEDE PASAR POR NO SABER- Este es el capítulo 95 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER El noviazgo no debería ser otra cosa que un período de conocimiento y prueba, cuyo objetivo es acumular la máxima información sobre el otro de cara a conocer las afinidades o las incompatibilidades que llevarán la convivencia a buen término o al fracaso. Debería ser casi una disección fría y analítica del otro y de todas sus características y concurrencias, de cara al éxito del posterior entendimiento cuando estén juntos. Porque el amor es importante pero no es suficiente. Aunque esto suene tan exento de romanticismo, es cierto. También hay que valorar, por supuesto, y mucho, el grado de amor real y consolidado -no de enamoramiento- que haya entre ambos. Lo que pasa es que, en mi opinión, el enamoramiento –que es un batiburrillo en el que se mezcla algo que es parecido a lo que se supone que es el amor junto con el deseo sexual, más el interés por tener pareja, con el añadido de la ensoñación de lo que se desea que se convierta en eterno, y la ilusión por ser el centro de interés y atención del otro, junto con otros variados ingredientes-, desplaza a la razón y atolondra a la realidad, y hace perder la parte de objetividad que toda relación amorosa también requiere. El enamoramiento puede suplantar incluso al amor, y hacer que lo confunda quien no es experto en ello. O sea, casi todos. Porque no basta con la magia que el enamoramiento aporta a la pareja, con ese estado maravilloso y casi irreal que produce, ni con la buena voluntad que se les supone a ambos: hace falta tener la firmeza constante de querer sacar la relación adelante, y disponer de grandes reservas de amor auténtico –amor, y no solamente enamoramiento- para lograrlo. Quien está enamorado está viviendo unas sensaciones y satisfacciones que hasta ese instante no tenía, y le entra una urgencia loca por emparejarse, para que eso que está viviendo en los ratos en que se ven, en los ansiados ratos que está con él, o con ella, sean continuos cada segundo de su vida. (Hasta ahí, es el deseo. Ya vendrá más adelante la realidad a poner las cosas en su sitio) Considero que invertir en el noviazgo todo el tiempo que sea necesario hasta atravesar la deslumbrante y posiblemente embaucadora etapa de enamoramiento, para poder llegar a comprobar que el amor idealizado no solo no se apaga sino que se consolida en amor cierto, es imprescindible. Considero que alargarlo hasta que la certeza y la confianza se instalen definitivamente y se asienten con visos de permanencia definitiva, por esa seguridad irreductible que aporta el amor verdadero, es una buena inversión. Por eso es conveniente evitar cualquier circunstancia que precipite lo que no se debe precipitar. Me refiero a intromisiones de desconocida intención por parte de otros, familiares y amigos, alentando una urgencia por consolidar la relación. Y me refiero, también, a cualquier otro acontecimiento, como, por ejemplo, un embarazo no deseado y antes de tiempo que puede precipitar que se tome una decisión que, tal vez, con un poco más de tiempo se hubiera demostrado que no era la acertada. El noviazgo es el tiempo de hacer la máxima cantidad de comprobaciones que puedan avalar la perdurabilidad de la pareja en ciernes. Es tiempo de dialogar hasta la saciedad para conocerse, tiempo de preguntar y preguntarse todo, tiempo de mostrarse natural y auténtico tal como se es, de exponer claramente anhelos y necesidades, lo que se está dispuesto a ceder o no, lo que es innegociable, lo que se va a aportar y lo que se espera; de dotar de la máxima transparencia y de la máxima firmeza a la relación; de construir sólidamente, con verdad y con ganas, de marcar el comienzo de lo que se espera llegue a ser un futuro lleno de cosas buenas y carente de arrepentimientos y dolor. Tiempo de auténtica verdad en el queda prohibido cualquier tipo de mentira o de auto-engaño. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Hay que permanecer en el noviazgo hasta tener absolutamente claro que la persona con la que uno se quiere emparejar es la adecuada. - Conviene aceptar a la persona tal como es, y no reservar para después de la boda una intención escondida de querer cambiarle. Piénsalo… ¿prefieres que te cambien al gusto de la otra persona o seguir siendo tú mismo? - “Conmigo cambiará, por amor” es un autoengaño inaceptable. Las personas sólo cambian si ellas quieren cambiar. Nada más. - El noviazgo es el tiempo de conocimiento –en TODAS las facetas- y evaluación. Es la etapa en la que no hay un compromiso consolidado y se puede abandonar sin los traumas que causará un abandono después de la boda o del compromiso de emparejamiento. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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DECLARACIÓN DE SENTIMIENTOS Desde este amor que te tengo (lejos de escandaleras, sin estruendos ni alharacas, con una pasión sensata) siento en mi duda perpetua, en mi inexperiencia sentimental, que te quiero. Te quiero casi sin darme cuenta (que es una forma bonita de querer) Te quiero sin hacer esfuerzos por quererte, sin meterte a presión en mi amor. Te quiero como respiro (con naturalidad, continuamente) como vivo (a todas horas) como soy (callado y vergonzoso) Te quiere mi corazón, que es quien manda (desde hace poco) en estos asuntos, sin dejar que me inmiscuya, sin atender a la razón que se teoriza en mis sentimientos, sin dejarse influenciar por intereses o vacíos. Te quiero fácilmente (porque es fácil quererte, porque allanas el camino, porque me atraes como imán que promete el Cielo) sin locura, afortunadamente; sin urgencia, gracias a Dios, sin fanatismos, a Dios gracias. Te quiero aún callado (mis sonrisas lo dicen todo) tímido (el amor me roba las palabras) inexperto... (tu amor es distinto de los que conozco) y con un poco de miedo. (Desconfío un poco de mí, y no por malicia, sino por el temor precavido que no quiere que se rompa mi pequeño corazón) Te quiero con todas las probabilidades de quererte para siempre. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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NO EXISTE LO MALO, NI LA CULPA, NI LAS EQUIVOCACIONESvideo:https://www.youtube.com/watch?v=Sg40X3ZHLzgEn mi opinión, una gran parte de las personas tienden a ser excesivamente autoexigentes consigo mismas, poco tolerantes y casi nada comprensivas –sólo una milésima parte de lo tolerantes y comprensivas que son con los otros-, y son más tendentes a reprocharse y culpabilizarse que a aceptarse y comprenderse.Si le ha gustado este video ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.Todos los videos están publicados aquí:https://www.youtube.com/channel/UCUNE...Encontrará artículos de Francisco de Sales en: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action...)Si lo desea, visite mi web: www.(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí:(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59Web con poesías y relatos:www.franciscodesales.es
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CAPÍTULO 94 - ABANDONAR PRONTO EL NOVIAZGO -LO QUE PUEDE PASAR POR NO SABER- Este es el capítulo 94 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Si se observa con detenimiento, se nota una costumbre habitual inaudita que consiste en dividir la relación en dos partes, aunque se haga de un modo inconsciente la mayoría de las veces. Voy a exagerar sólo un poquito para que se vea con más claridad: Hay una primera etapa, la del noviazgo –la etapa del enamoramiento- que, en realidad, es un cortejo con intención de apareamiento salpicado de trazas de amor y con algo de parafernalia. Durante esa etapa, en general, las veces que ambos se ven suelen ser cortas y muy agradables, porque están deseando que llegue el día de la cita y ponen todo de su parte para que sea fascinante. Ella siempre está impecable, radiante, amable, sonriente, mostrando su amor a raudales… mientras que él es de una amabilidad total y le sobran los halagos, es galante y cuidadoso, sonriente y seductor. Hay mucho de verdad en ello, por supuesto, pero también hay algo que se hace –y algo a lo que se renuncia- sólo porque se quiere agradar al otro. Uno muestra, por supuesto, su mejor cara o la cara que el otro quiere ver. El objetivo que subyace es el de conquistarle porque se cree que la relación con el otro, y el correspondiente emparejamiento o matrimonio, va a aportar muchas satisfacciones. Pero, no se sabe por qué motivo, cuando se ha formalizado la relación, poco a poco, se va abandonando ese estado de continua aportación de satisfacciones al otro, se va apagando la parte buena del cortejo –a distintas velocidades según sea la pareja-, se va entrando en una rutina en la que algunas cosas ya no se hacen o no se dicen porque se dan por supuestas, se va mostrando ya uno tal como realmente es, y se va cambiando la pasión inicial por una convivencia que trata de ser, por lo menos, agradable. Recuerda que ya advertí que lo iba a exagerar un poquito para que se viese con más claridad. Y, por supuesto, esto es sólo una posibilidad y no tiene que ser así siempre y en todos los casos. Sí, ya lo sé: estoy generalizando. Pero este escrito no es para que veamos casos concretos de personas concretas, sino para que si alguna persona se ve reflejada de algún modo, y lo cree conveniente, valore la opción de reconocerlo y hacer alguna modificación. En mi opinión, ninguno de los miembros de la relación debería abandonar jamás la etapa de noviazgo; entrar en la etapa de consolidación de la relación sí, pero sin perder la sonrisa y el encanto del noviazgo, ni la ilusión y la magia de los sueños compartidos, ni disminuir la esperanza y la confianza en lo que está por venir para ambos juntos. Me parece estupendo alargar hasta el final de los días esa etapa en la que las sonrisas son el pan de cada día, los besos y los abrazos son entregados y recibidos diariamente como un maná, y la ilusión y la esperanza tienen el irreductible propósito de quedarse para siempre. Es conveniente, por tanto, no dejar decaer el interés inicial por conquistar a la otra parte, tal como se hacía al principio de conocerse, que era una etapa muy satisfactoria y gratificante. Ahí, en eso está la vida y el futuro de la pareja. De eso se nutre. La relación es un elemento vivo y necesita ser cuidado y alimentado para que pueda seguir creciendo. Y para ello se requiere el compromiso y la voluntad de ambos, que cada uno aporte lo mejor de sí, que cada uno conquiste al otro todos los días con el sudor de su frente, con su atención y dedicación completa, como objetivo primordial, porque todo lo que se haga por la relación será la mejor inversión, sin duda, ya que serán ambos los beneficiarios. Es favorable mantener viva la atracción que existía en el inicio, y preocuparse ambos de avivarla con todo lo que resulte interesante para ellos y que produzca cualquier tipo de placer y acercamiento; promover actividades comunes que les eviten caer en la rutina, tratar de implicarse en las cosas que le gustan al otro, experimentar otras nuevas… alargar todo lo que se pueda ese tiempo especial que es el noviazgo, donde se le da mucha importancia al amor y al romanticismo, y no siempre y tanto a la parte material y cotidiana de la relación. Durante ese tiempo apetece continuamente estar cogidos de la mano, besarse, tocarse, tener relaciones sexuales… y no hay que perder esa parte tan apetitosa y satisfactoria de la relación, así que es conveniente alargarlo, y seguir dedicando tiempo al amor, las caricias, los besos, y el sexo. Y no me refiero a instaurarlo como uno rutina de “hoy es sábado y toca ser cariñosos y encerrarnos en la habitación”, porque de ese modo perdería el encanto y se convertiría en un automatismo, en un compromiso que hay que cumplir; yo me refiero a estar provocadores y receptivos siempre. Los besos y las caricias, y las miradas de deseo, y hasta la relación sexual, son algo más que dos cuerpos juntándose, porque no se trata de una penetración, sino de una compenetración. Uno siente, cuando es deseado, que no es sólo su cuerpo lo que es deseado sino todo entero, en toda su integridad, y eso produce un placer distinto de la excitación y el orgasmo, a los que predispone y estimula, con los que colabora como preámbulo aportando una sensación de unión con la otra persona que va mucho más allá de los propios cuerpos que se unen. Cada pareja deberá buscar su fórmula, su ritmo. Incluso cuando la edad ponga dificultades para el sexo, siempre quedan las caricias, los besos, los largos abrazos, las manos sembrando amor sobre el otro cuerpo, el estar juntos y unidos, en el sitio que les resulta más cómodo, alejados del mundo, desatentos a los relojes, sólo ellos dos en el mundo particular que han creado. Y también queda la opción de la satisfacer manualmente al otro y las píldoras para las disfunciones eréctiles. Hay que dedicar tiempo al amor y seguir teniendo detalles de enamorado, perpetuando el enamoramiento en su mejor vertiente, y no perder la costumbre de susurrarse en el oído esa obscenidad secreta que sólo ellos dos conocen, o tocarse el culo cuando se cruzan por el pasillo, dejarse escritas y a la vista notas de amor-amor, o enviarse mensajes cariñosos. Sé de alguna pareja que cada sábado por la mañana, en cuanto se despiertan, se abrazan y se dicen: “prometo amarte eternamente al menos hasta el próximo sábado”. Y lo cumplen. Prometer amor “hasta que la muerte nos separe” es una promesa osada de difícil cumplimiento. Hacer un compromiso de siete días es más sencillo de cumplir. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Es muy beneficioso no abandonar lo positivo del tiempo de noviazgo. - Cada uno de los miembros es responsable de aportar magia y maravilla a la relación. En la relación sólo están los dos, así que es inevitable la colaboración de ambos. - La relación es un elemento vivo y necesita ser cuidado y alimentado para que pueda seguir creciendo. - El amor es la parte más bonita de la relación: que no falte nunca. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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PENSANDO SIN QUERER Tienes nueve años, que es casi como no tener ninguno. Aún te mueves al compás de tus actos infantiles porque todavía no te atacó la responsabilidad ni instaló en ti sus dominios, ni te puso un peso sobre la vida, ni te quitó el tiempo de la inocencia. Aún respiras sin angustias y te puedes reír sin miedo. Es triste que los años pierdan su infancia y que parece inevitable hacerse serio. Sería mejor que se pudiera ser eternamente niño, eternamente libre, infinitamente dueño de una sonrisa, de la felicidad, del juego. Sería mejor que se cumplieran los sueños, y aún mejor si no existiera el miedo, si no hubiera límites, ni frenos, ni congojas, ni penas, ni llantos amargos, ni desgarros, ni dramas, ni duelos. Sería mejor si la vida fuera sólo vida sin añadidos ni adjetivos. Sería mejor si se pudiera corretear, o mancharse el vestido, o chapotear todos los charcos, o disfrutar como niño... Es una lástima que el cielo esté tan lejos y que los mayores no sean eternos, y que se den tan pocos besos, y que hoy esté lloviendo. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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EL MUNDO INÚTIL En mi opinión, malgastamos una buena parte de nuestra irrepetible e irrecuperable vida en ese sufrimiento que nos provoca empeñarnos en estar en el mundo inútil. Se llama mundo inútil a esa parte de la vida que dedicamos a asuntos que no podemos solucionar, a la que sólo nos aporta preocupaciones innecesarias que nos quitan energía, a la que nos roba el sueño o nos introduce en un bucle de pensamientos negativos y obsesivos que no nos ayudan a avanzar. O sea, que no aportan nada positivo y sí mucho negativo. HAY COSAS QUE NO DEPENDEN DE NOSOTROS Y SON INEVITABLES. Es infructuoso oponerse a ellas porque no sirven de nada ni la oposición ni el rechazo, y su negación también es inservible. La sugerencia inteligente de los sabios es… aprender a convivir con lo que no depende de nosotros. Como algo que forma parte ineludible de la vida, y que sólo tendrá el valor y la capacidad de afectarnos que nosotros le demos. O sea que podemos optar por quitarle cualquier tipo de importancia que le hayamos dado y dejarlo simplemente como algo que es desagradable pero no merece nuestra atención y aún menos nuestro sufrimiento, como si no nos estuviese sucediendo. También podemos optar por eliminarlo directamente. Nos dicen que es muy conveniente hacer una lista de todo aquello que vemos que es inútil, y de lo que es inútil y además perjudicial, y de todo aquello que no queremos que esté en nuestra vida porque nos fastidia, para ir eliminándolo. Escribiendo esa lista cosificamos los pensamientos dispersos y fatalistas de nuestra mente, y al tenerlos por escrito nos podemos enfrentar a ellos mejor que si sólo están en nuestra mente, porque escritos tienen menos poder afectante que cuando andan asolando por el pensamiento. Y esta lista requiere revisión diaria, para que no se olvide en ningún momento, y hay que tenerla actualizada añadiendo los descubrimientos que vayamos haciendo y eliminando los que realmente hayamos conseguido eliminar. Es bueno ponerse un aviso -el Yo Observador se dará cuenta si lo tenemos activado- para que cada vez que repitamos una de esas actitudes que nos disgustan, o se nos presente una de esas situaciones externas que nos hacen refunfuñar porque reactivan nuestro enojo, hagamos un alto para tomar consciencia de esa cosa que está afectando a nuestra estabilidad personal y emocional, y nos demos cuenta de su inutilidad y perjuicio y recalquemos nuestro deseo de no malvivir en ese mundo inútil. Es más conveniente dedicar tiempo y energía a las cosas que tengamos en el mundo útil, a las que suman, a las que alimentan nuestra felicidad y fortalecen nuestra persona, a las que nos hacen sonreír o regodearnos en nuestro mundo de plenitud. Lo que tenemos y hacemos en el mundo inútil requiere una vigilancia continua y atenta, porque nos roba una parte de nuestra vida y la que nos deja queda afectada, desconcertada, incómoda y con una sensación frustrante de pérdida, ligera o gravemente hundidos pero siempre innecesariamente hundidos. El tiempo de vida hay que vivirlo, así que seamos plenamente egoístas y juiciosos con lo que queremos poner dentro de ese tiempo –no hay que olvidar que VIVIR es un gran regalo pero es también nuestra responsabilidad-; será mejor que nos reservemos el derecho de admisión y que no dejemos entrar a ninguno de nuestros enemigos, que seamos selectivos con lo que queremos, que eliminemos todo lo que hacemos –o nos hacen- y nos perjudica de algún modo, que nada de lo que pertenece a la vida inútil se instale en nosotros, que estemos plenamente comprometidos con este asunto, y que a partir de este momento comencemos con esta beneficiosa tarea de eliminar todo lo que tengamos en nuestro mundo inútil. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 Web con poesía y prosa: www.franciscodesales.es
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CAPÍTULO 93 - HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE – EQUIVOCACIONES HABITUALES - Este es el capítulo 93 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Cuando se piensa en el futuro de la relación, con un propósito del estilo de “mientras dure el amor y el deseo de seguir juntos” será mucho más realista que ese utópico “hasta que la muerte nos separe”. Y mucho más llevadero psicológicamente. Esto no quiere decir que haya que ir a la relación con la predisposición orientada a que vaya a terminar y por ello rendirse pesimistamente y no esforzarse por llevarla cada día hacia adelante, sino que significa que se es consciente de que es una de las posibilidades de esa relación y no ha de ser traumático si así sucede. En algunos países ven con naturalidad que a lo largo de la vida sentimental de una persona se cambie tres o cuatro veces de pareja, y eso no debiera escandalizar, y no es una muestra de poca implicación de los miembros, sino que puede ser algo muy lógico desde el punto de vista de los sentimientos. Cuando una persona tiene veinte años y se enamora, las “razones” de ese enamoramiento son muy distintas que las de una persona que lo hiciera con sesenta. Las motivaciones del corazón son distintas. Y el tipo de compañero que se busca a los veinte no tiene las mismas características que cuando se busca a los sesenta. Es por eso por lo que resulta más bien sorprendente que las personas que se aman a los veinte sigan siendo objeto de amor a los sesenta. Se da por supuesto que el amor se mantiene y que es el nexo secuencial que nos permite seguir enamorados, a lo largo del tiempo, de la misma persona. El inconveniente surge debido a que todas las personas vamos evolucionando, y las pretensiones o anhelos van modificándose con el paso de los años, mientras que la pareja que tenemos sigue siendo la misma, y es muy posible que no siga la misma dirección que uno sino que siga la suya propia, que, a su vez, puede estar muy distante de la nuestra con lo que los caminos de la vida van siendo cada vez más divergentes. Pero el amor, creo que ya lo sabemos bien, no se mantiene vivo simplemente por una promesa que se hizo un día, o por una ilusión que se tuvo en su momento, sino que necesita que haya razones –aunque sean razones no razonables sino sentimentales- para seguir adelante. El cariño, la camaradería, o el compañerismo de tantos años juntos pueden servir como motivación para seguir. Incluso la rutina o la comodidad pueden ser motivos pequeños pero suficientes. También puede suceder que el desgaste causado por tantos años de convivencia, y por las lógicas fricciones relacionales –que pueden desgastar hasta el amor más sólido-, y por pequeños granos de arena que se van acumulando hasta convertirse en montañas imposibles de escalar, o por una u otra razón, la pareja ya no se sostiene por sí misma y aunque se prometiera ante el altar ese ritual obligatorio en la boda religiosa de “prometes amarle…blablablá… hasta que la muerte os separe”, el paso siguiente sea la disolución. Por mucho que se haya prometido. Así que es algo a tener en cuenta. Es posible que pueda llegar ese momento, y no hay que entenderlo como un fracaso personal –siempre es un fracaso de la relación y no de la persona-, y no hay que entenderlo como algo frustrante, vergonzoso, luctuoso, sino como otra experiencia de la vida que ahora, al concluirse, ofrece una nueva y distinta oportunidad. Antes de seguir atado a una relación –si es indeseada en este momento- simplemente por un compromiso adquirido en otro tiempo de la vida y en otro estado de la relación, es conveniente una revisión sensata y serena de la realidad de los sentimientos, y la toma de una decisión en el sentido que se considere apropiado. SUGERENCIA PARA ESTE CASO: - El fracaso de la relación no se ha de entender como un fracaso personal. Ambas personas pueden ser excelentes por separado –o con otra pareja- pero no juntos. - No se puede amar por imposición, sólo porque una vez uno se comprometió ante un altar a hacerlo. Si no se puede mantener ese compromiso es mejor romperlo. - Hay que ser muy conscientes de que sólo disponemos de una ocasión de vivir esta irrepetible e irrecuperable vida. Tal vez sea derrocharla de un modo excesivo manteniéndose en una relación que no aporta felicidad. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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SÓLO FALTAS TÚ Hola... dejo los puntos suspensivos para llenarlos más adelante con tu nombre. Ahora lo desconozco, pero es cuestión de tiempo. Sé que existes. También piensas que te gustaría conocer a "hola..." con puntos suspensivos también. Estoy, como tú, desilusionado. Mal. Esperando que aparezcas. Ahora, en el coche, imaginándote ¿cómo será? esta noche, en la cama, pensando en ti ¿dónde estará? mañana soñando contigo ¿le gustarán mis poemas? y al día siguiente, diciendo que me falta un día menos para conocerte. Nos separa nada más que una casualidad, encontrarnos y hablar. Luego, disfrutar la ilusión de la siguiente cita, esperar con ansiedad el sonido del teléfono, arreglarte para mí y yo para ti, descubrir nuestras cosas buenas y restar importancia a las otras. Ceder. Comprender. Amar. Y luego, empezar otra vez a VIVIR, enamorarnos cada día: luchar por ello. No conformarnos. No caer en la rutina. Contar lo bueno y lo malo. Ser amantes y amigos. Ir de la mano hacia el futuro. Como ves, sólo faltas tú. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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¿QUÉ ES LA INTUICIÓN? . Habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón. . Conocimiento, comprensión o percepción inmediata de algo, sin la intervención de la razón. En mi opinión, resulta difícil decir qué es la intuición –vulgarmente se dice también corazonada-, creo que nadie lo puede decir de un modo rotundamente cierto, pero sí puedo decir qué creo yo que es la intuición. Para mí, es el modo de actuar de la sabiduría que ya se ha adquirido a lo largo de esta vida. Cuando se presenta, es difícil distinguirla del pensamiento, pero, si se presta atención, se consigue distinguir cuándo es una u otra cosa. A fin de cuentas, se manifiesta del mismo modo: una especie de idea, sin voz, que sentimos en alguna parte. Lo que cuesta trabajo discernir, al principio, es si ha sido el producto de la capacidad razonadora de la mente, o ha sido espontáneo, y se ha manifestado sin pasar por el proceso mental. Hay varias formas de distinguir una y otra cosa. En algunas personas la intuición les aparece como algo muy distinto de los que son sus pensamientos habituales; puede llegar a ser contradictoria con los propios pensamientos personales y es sorprendente, porque parece un pensamiento ajeno que alguien les hubiera cambiado por los suyos propios. Otras personas lo notan por la rapidez con que se presenta la intuición. El pensamiento necesita seguir todo un proceso que, aunque es rápido, lleva sus centésimas de segundo. En el inconsciente conviven en perfecta armonía todos nuestros pensamientos: los hermosos y los dramáticos, los esperanzados y los pesimistas, los ciertos y los equivocados. No se enzarzan unos con otros y comparten el mismo espacio. Cuando, por ejemplo, nos enfrentamos a una decisión que hay que tomar, tenemos que rebuscar en el inconsciente todo lo que tenemos archivado con respecto a ese asunto: lo que hemos leído, todo lo que hemos pensado a lo largo de toda la vida, lo que nos ha contado alguien, lo que nos hemos descubierto o lo que hemos imaginado, etc., y todo eso lo tenemos que llevar al pre-consciente para poner un poco de orden, desechar lo que tras una revisión actualizada ya no es válido, y construir una frase que resuma nuestra opinión del asunto. Lleva su tiempo. La intuición, por el contrario, es inmediata, más que rápida, y rotunda porque no tiene que pasar por ese proceso de raciocinio o deducción. Está. Es. La intuición “sabe” y no tiene que entretenerse en explicar o justificar por qué “sabe”. Es, en mi opinión, la sabiduría –comprensión profunda de las cosas, y su asunción-, y no el conocimiento –acumulación y archivo desalmado de datos-; esto último es un asunto de la mente. A algunas personas les gusta creer que es una maestría fruto de la experiencia que se trae de otras encarnaciones, todo lo que ya se ha aprendido a base de vivencias y posiblemente de sufrimientos anteriores, porque, si no fuera así, no tendría una explicación razonable por qué la intuición “sabe” más que la mente. Por eso mismo algunas personas ahora no son cultas pero sí son sabias. Las personas que no le ponen trabas a la intuición tienen mejor acceso a ella, porque no meten a la razón por medio para buscar explicaciones. La intuición “sabe”, pero no sabe por qué “sabe”. Ni tiene que importarle. Es lo que algunos llaman “pensar con el corazón”. No es premonición, no es magia, no es un súper poder. La razón, tan metódica y desconfiada, quiere conocer las respuestas a todos sus “porqué”. Es cierto que hay personas que tienen más facilidad para acceder a ella, pero he podido comprobar que cualquier persona, con un mínimo de entrenamiento, puede desarrollarla fortaleciéndola. He comprobado que la intuición da muestras de su existencia bastante a menudo, y he comprobado que si no se le presta atención –por contarlo de un modo gráfico imaginativo- deja de mostrarse. ¿Para qué?, piensa, si no me hacen caso. En cambio, si cuando se muestra se le hace caso, cada vez dará más información, más muestras de su existencia. Y es ilimitada. Recomiendo a quien sea excesivamente racional y no confíe en su intuición que haga la siguiente prueba. Ante cualquier duda o problema, que “sienta” lo primero que se manifieste. Que lo anote en un papel y que después razone todo lo que quiera y tome la decisión que crea conveniente según su proceso mental habitual, pero que después no se olvide de comprobar si hubiera acertado más con su intuición que con su mente. Si se hace una estadística en base a las veces que, tras una decisión y a la vista de los resultados, uno comprueba que su intuición funciona, y se oye a sí mismo decir que hubiese acertado “si hubiese hecho lo primero que pensé” –que es la intuición- será estupendo, porque se podrá ahorrar dar muchas vueltas en la cabeza a las cosas que se pueden resolver de un modo más sencillo. No hay que olvidar que, tras la aparición inmediata de la intuición correspondiente, a veces el proceso mental siguiente es buscar razonamientos y justificaciones para hacer otra cosa distinta, porque la mente cree que no puede ser tan fácil, sino que todo requiere un complicado juicio mental, y puede ser que la mente sienta que si la intuición ocupa su lugar perderá el status que ha conseguido tras tantos años de dictadura. Va a ser difícil convencer a los racionales de esto que he escrito, porque hacer caso a la intuición parece una especie de lotería que puede tocar o no. Alegarán que no tiene base, que no tiene solidez, que no tiene explicación. Y es cierto. Pero funciona. A unos más y mejor que a otros, pero la capacidad es inherente al ser humano. Es otra de esas capacidades innatas poco utilizadas. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales
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CAPÍTULO 92 - AMANTES, AVENTURAS Y OTRAS RELACIONES – EQUIVOCACIONES HABITUALES - Este es el capítulo 92 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER No tengo ninguna intención de hacer uso de una moralina en este apartado –eso se lo dejo a otros-, ni de aplicar fórmulas o ideas de cierto tipo de moralidad; lo incluyo porque es un asunto que se puede presentar en la relación. Se puede opinar sobre lo que hacen los otros, pero no se tiene el derecho a juzgarles severamente, ni a criticarles, y aún menos a acusarles, sin conocer todos sus motivos y circunstancias. Algunas personas tienen muy clara su postura en este asunto, y están muy enamorados de su pareja, o creen que le debe una fidelidad a la que se comprometió, y ni se le pasa por la cabeza hacer algo así. Otras personas, en cambio, tienen un concepto de la moralidad o del compromiso distinto, o no se encuentran bien en su actual relación y ya no les importa que empeore, o su educación machista les anima a hacerlo, o sucumben a la parte copuladora que a todos nos compone, o quieren experimentar algo distinto, o no necesitan ninguna explicación ni justificación sino que, simplemente, les apetece disfrutar de una aventura fuera de lo habitual -sentimental, sexual, o ambas al mismo tiempo- y lo hacen. Si quien lo hace es consciente de lo que está haciendo, si su ética moral y sus principios no quedan afectados, y si tiene la conciencia tranquila de no estar perjudicando a otros, puede hacerlo si lo desea. Es su problema. Pero si le queda algún remordimiento, o si en su interior se presenta un conflicto entre los placeres que le pueden aportar la sexualidad o el coqueteo y el daño que está haciendo con ello a su relación, que se lo piense mejor. Si le resulta difícil pensarlo, que se ponga en el lugar de su pareja y se imagine lo que sentiría si fuese ella quien le hiciera eso mismo. Porque si una persona no está a gusto en la relación, lo correcto y ético, lo decente y caballeroso, lo noble y honrado, es hablar con claridad y sinceridad y expresar lo que le está pasando o lo que está sintiendo. Poner los sentimientos y el corazón sobre la mesa y dialogar. Si la relación no funciona, lo adecuado es la separación de mutuo acuerdo y entonces es cuando uno tiene la libertad de estar con otra persona. No estoy a favor de ese juego a dos bandas que es pensar “sigo con mi pareja hasta que encuentre otra y cuando ya la tenga, en una relación que parezca firme, dejo la actual”. No me parece digno. Me parece una traición espantosa a la otra persona. Me parecen una bajeza y una vileza indignas de la especie humana. Como en todo lo relacionado, o todo lo que afecte a la relación, lo que corresponde es sinceridad, claridad, cuidado, y respeto. Y, por otra parte, la persona que tiene estos ligues, aventuras, y otras relaciones, si los tiene con una persona que actualmente esté emparejada con la cual piensa establecer más adelante una relación seria, que entienda que eso que hace es algo que se podría calificar como infidelidad, y si comete una infidelidad hacia su actual pareja nadie garantiza que no lo vuelva a hacer otras veces después, cuando ya esté con uno… SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Por respeto a la otra parte de la pareja, es conveniente y ético no estar en otra relación al mismo tiempo. - Si ambos están en una pareja abierta (en la que ambos pueden tener relaciones sexuales con otra persona externa), o si uno de ellos le da al otro su consentimiento, no hay nada que objetar. En una pareja está bien todo aquello que acuerden y acepten ambos libremente. - Si una persona no está satisfecha con su pareja, lo correcto es hablarlo con ella, por si se puede solucionar. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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CASI TODA UNA VIDA Corrí, como casi todos corríamos, por calles empedradas. Los coches entonces eran escasos. Reinaba el campo. Me enamoré aún en pantalones cortos; ella coletas doradas, vestidito de cuadros rojos, blusa de organdí. Un ramito de flores robadas, una mano que tiembla más que mi voz, y la declaración atropellada de unos sentimientos que sentía pero desconocía cómo ponerlo en palabras. Corrí de mi corazón al suyo, de mis temblores a su mirada. El mundo era grande y desconocido. Heridas en las rodillas y faltar un día al colegio para dedicarlo a explorar sus miradas. No sé si tenía siete años o diez, la infancia dura tan sólo un minuto. Te veía cada mañana cada tarde cada noche en la calle en el colegio en los sueños. Quizás me enamoré de ti porque era inevitable. Yo creía que el corazón, a esas alturas, sólo sabía de latir y de llorar en el entierro de la abuela Paca. Después crecieron tus pechos, se alargaron tus piernas, tu voz era otra música y tus miradas, otras miradas. Dieciséis años de mujer en flor, labios inexplorados, ojos explosivos, cancioncillas en tu boca, y otra vez la pasión en las miradas. Dieciocho años, te quiero, no puedo acallar mis palabras, necesito de ti no sé qué, pero lo necesito. Te necesito. Ya no te quiero: ahora te amo. No quiero otra cosa que tú. Dame la mano, camina a mi lado. La vida es un largo camino para hacerlo acompañado. Flores, inviernos, otros veranos, hijos y más hijos. El primer nieto: Gustavo. Las primeras canas en el cabello, y, de tanto reír, una patitas de gallo. Casi toda una vida. Nos queda poner el fin, indeseado trago, pero fin temporal y pasajero. Por supuesto, te estaré esperando al otro lado. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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EN TU VIDA MANDAS TÚ En mi opinión, el desconocimiento de tantas cosas en la vida, y de nosotros mismos, y de nuestros modos de actuar, nos llevan a tener que vivir situaciones que serían totalmente prescindibles y que son contraproducentes. A lo largo de la vida, a las personas unas cosas nos salen bien –según nuestro deseo y baremo- y otras, mal –no salen como deseábamos-. Si se repiten mucho las segundas, se nos va creando una sensación pesimista –ligeramente depresiva- y ello va llevando, poco a poco, pero inexorablemente, al desánimo y a una desgana de iniciar cosas nuevas. Desde hace un tiempo, la psicología está investigando sobre “la indefensión aprendida”. Es un estado psicológico que se manifiesta en las personas cuando empiezan a creer que son incapaces de hacer modificaciones en las situaciones de su vida, que no pueden cambiar sus comportamientos ni conductas, que no pueden hacer los cambios que desearían, que no tienen gobierno sobre sus reacciones personales ni sobre su vida. Si uno es víctima de la creencia en la indefensión aprendida, eso le va a causar una sensación de falta de control sobre lo que le rodea y le atañe, y se convencerá de que cualquier esfuerzo que haga o cualquier proyecto que intente serán inútiles, porque en su idea, en su pre-juicio, están condenados al fracaso. Así que, erróneamente, y desde este desánimo por la derrota auto-profetizada uno prefiere evitar, no hacer, no enfrentarse. ¿Para qué hacer algo nuevo? ¿Para qué iniciar cosas si ya presuponen de antemano que van a salir mal? Con este pesimismo, y esta apatía, lo lógico es que el resultado sea… “malo”. Se enganchan a un círculo vicioso del que resulta difícil escapar. La sensación de incapacidad para emprender y actuar anulan la capacidad y el poder de cambiar las cosas. Si uno no afronta los asuntos de la vida con decisión y confianza, el siguiente paso es quejarse de la mala suerte, maldecir un poco, enrabietarse, y quedar a merced de los propios reproches y de todo lo adverso que vendrá por no hacer lo que se tiene que hacer. Uno se convierte en víctima… y acaba conformándose con serlo. “Mala suerte”, dice uno. Y agacha la cabeza y calla. Pero no se revela con fuerza o rabia contra esa adversidad. Como debiera ser. Y, lo que es más dramático, no resuelve nada con esa actitud. Lo próximo que le salga mal, que serán muchas cosas con esta actitud, le confirmará su teoría de que es un desgraciado y es víctima de algún conjuro o un mal de ojo, o de que en alguna reencarnación anterior ha hecho algo malo y ahora lo está pagando, o de que la culpa la tuvieron sus padres que no le educaron de otro modo, o de la falta de estudios, o… de lo que sea. Casi cualquier excusa vale. Su teoría es clara (aunque equivocada): no busca trabajo porque “ya sabe” que no va a encontrar; no soluciona los asuntos porque “no sabe cómo hacerlo, y siempre se equivoca”; no tiene iniciativas, porque “todo le sale mal, y para qué perder el tiempo”… Estas personas tratan de encontrar alguien que les resuelva sus asuntos. Al principio, sus padres; después, los compañeros de trabajo, los amigos, o la pareja. La propuesta para una vida mejor es, lógicamente, porque es la correcta y adecuada, la de tomar las riendas de la vida. Responsabilizarse de ella. Dirigirla. Tener iniciativas y controlar los resultados: no dejar estos en manos del azar o de la suerte. No culpabilizarse de lo que llamamos “fracasos” –que en realidad son, simplemente, experiencias que no salieron como se deseaba-, sino valorar la intención, la voluntad y el esfuerzo que han puesto. Tienen que encontrar el optimismo y un poco de fe o seguridad, y bastante ilusión, donde quiera que se hallen, porque van a ser imprescindibles. Alimentar la esperanza, para que no decaiga. La esperanza se puede alimentar mostrando, aunque sea con la imaginación, un final feliz con un buen resultado para el proyecto o decisión que se ha puesto en marcha, pero sobre todo añadiendo un esfuerzo real. No hay que culpabilizarse de lo que realmente uno no es culpable. Está bien responsabilizarse, pero no está bien culpabilizarse. Conviene desechar cualquier rastro de pesimismo que uno tenga guardado en alguna parte. Y, por fin, hacer un buen proyecto, un buen Plan de Vida, para que el futuro sea mejor, teniendo claro que en la propia vida manda uno, y no las circunstancias, ni el destino, ni los demás. Que tu responsabilidad sea la base de tu porvenir. Basta ya de reproches que se quedan en nada, salvo en una enemistad contigo mismo que se va agrandando continuamente. Basta ya de esperar que el destino tenga reservado algo interesante para más adelante. Entiende esto: es mentira. El destino no existe. Lo que llamas destino es el resultado lógico de las decisiones que tomas y de las que no tomas, de lo que haces y también de lo que no haces. Basta ya de ser un irresponsable que no toma las riendas de su vida. Basta ya de quejarte de las situaciones sin intentar remediarlas, y de instalarte en una rabieta y pataleta infantil que no resuelven nada. Basta ya de quejarte de “mala suerte” sin hacer nada para crear la “buen suerte”. Basta ya de quedarte atrancado en una apatía que se regodea en su desdicha y no hace nada para dar el siguiente paso hacia adelante. Basta ya de aplazar el ponerte a hacer lo que se sabe que hay que hacer. Basta de pereza, de irresponsabilidad, de mirar hacia otro lado, de hacer oídos sordos, de negar lo innegable, de demorar lo inevitable, de aplazar un presente mejor y un futuro más agradable. EN TU VIDA MANDAS TÚ. Y esto no es solamente una frase, sino una realidad y una responsabilidad que te corresponde solo a ti. Y si no lo haces ya, y por tu propia voluntad, prepárate para escuchar los reproches de tu conciencia, a la que no podrás engañar como te engañas a ti. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales
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CAPÍTULO 91 - NO DENUNCIAR – EQUIVOCACIONES HABITUALES - Este es el capítulo 91 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER En las relaciones que van irremediablemente mal se puede dar el caso de que aparezca la violencia contra la mujer y que esta lo calle, por vergüenza, para que nadie se entere de su drama, para que los hijos sigan teniendo un techo, o porque el miedo y la impotencia impiden reaccionar del modo adecuado. De ese modo ella sigue en una relación que se vuelve peligrosa (no hace falta recordar las miles de mujeres que mueren al año víctimas de sus cónyuges y los millones que quedan mal física o psicológicamente por ello) tanto para ella como para sus hijos si los hubiera, así que si una persona por desgracia se encuentra en una situación así la recomendación es que la deje lo antes posible, que salga corriendo, que no se arriesgue a un mal que puede ser irremediablemente. Que denuncie. Que busque ayuda y orientación en los servicios sociales. Que deje esa relación lo antes posible. Una relación sentimental sin amor no es una relación sentimental. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Ante la violencia, ninguna tolerancia. - Lo primero es evitar el peligro. - Y por supuesto, jamás, de ningún modo, volver a retomar en ningún momento una relación con esa persona. A veces piden perdón, o fingen hacerlo, y una se lo cree. Por dar esa segunda oportunidad han muerto muchísimas mujeres. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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TE DESEO QUE TENGAS MUCHAS CRISIS En mi opinión, y aunque suene extraño, esta es una buena recomendación que conviene tener en cuenta y aceptar. Por si queda alguien que aún no lo sepa –y que me disculpen quienes ya lo saben- la palabra CRISIS proviene de un ideograma chino que significa “peligro y oportunidad”, aunque otros lo traducen como “dificultad o riesgo y oportunidad”. Si uno dice “estoy en crisis” se puede traducir como “hay algo que no va bien y necesita ser revisado”. Si una pareja dice “estamos en crisis” se traducirá como “necesitamos hacer algún cambio”. Son avisos. En cualquier caso, acaba siendo cierto eso que se dice de que tras las crisis uno sale reforzado… si se cumple la condición de que uno se meta en ella totalmente, sin rechazar nada, dándose permiso para que aflore todo lo que tenga que aflorar, sin censura, sin pudor, porque sólo del afrontamiento y comprensión de todo lo que aparezca puede venir la solución. Una crisis que no se resuelve se convierte en una crisis aplazada. Y en una oportunidad perdida. O sea que… una crisis es una oportunidad que se nos presenta. Las crisis no surgen espontáneamente, por las buenas, sino que son la manifestación de algo que lleva tiempo cociéndose en el interior. Son variadas y absolutamente personales, por lo que no hay unos indicativos que sirvan para todos los casos. Depende de cada uno, de su sensibilidad, de su implicación con el proceso, de su valentía en el afrontamiento o su resistencia y evitación, y de si tiene o no experiencia de haber vivido otras anteriores. Durante las crisis es común –pero no obligatorio- sentir ansiedad, una preocupación indefinible, cansancio sin motivo razonable, trastornos en el sueño, una desesperación cuyo origen no se encuentra, soledad, vacío… Todo eso parece que nos empuja hacia el interior porque todo eso parece provenir del interior. No está en la mente, aunque usemos la mente para tratar de entenderlo. Se trata de comprender algo que es incomprensible pero se puede sentir. En la mayoría de las ocasiones la respuesta está en prestar atención al sentimiento tratando de averiguar de dónde proviene, dónde se siente, y entonces no hay que oponerse ni tratar de quitárselo de encima, sino dejarle que se siga expandiendo, que nos diga TODO lo que nos tiene que decir. A veces uno contacta con ese dolor, que puede ser un dolor que se reprimió sin manifestarlo, y cuando uno se da permiso para sentirlo, para sufrirlo si es necesario, para expresarlo con ira o con lágrimas, para sentirse desgraciado o muy Humano, es cuando se termina de manifestar y comienza a diluirse hasta desaparecer. Otras veces las crisis, las más leves, se pueden resolver fácilmente. Son mini-crisis. Por ejemplo, uno se siente iracundo, y puede ser fácil descubrir qué o quién ha provocado la ira y entonces, si es posible, uno lo resuelve y no deja que ese estado se llegue a convertir en crónico. Lo que indica que una crisis ha sido bien resuelta es que se produzca como resultado lo que se llama RESILIENCIA. Tiene una definición en el diccionario “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”, pero se acepta como más apropiada la que dice que es “la capacidad de saber adaptarse y salir fortalecido de las adversidades”. Lo que es recomendable en las crisis es afrontarlas con tranquilidad y manteniendo la confianza es que son para bien y que se va a salir bien de ellas cuando sea el momento. Si uno las afronta desde la derrota, la desgana, el miedo o la frustración… se convertirá en lo que se llama “profecía autocumplida”: si uno cree que va a fracasar, sin duda fracasará. Así que es mejor mirar a las crisis cara a cara, y preguntarles con interés y una sonrisa amable “¿qué me tienes que enseñar?”, “¿qué me vas a aportar”?, “adelante, hagamos juntos lo que haya que hacer”. Hemos oído hablar de la crisis de los 30 –que sucede entre los 28 y los 32- y la crisis de los 40 –que se da entre los 38 y los 45 años-. Tienen una explicación muy interesante desde el punto de vista astrológico y dejo dos enlaces al final para quien esté interesado en saberlo. Resumiendo mucho, a los 30 años uno toma conciencia por primera vez de que se está haciendo mayor. Hasta entonces ha podido pensar que era un joven, pero empieza a sentir que ya está entrando en la adultez y que está entrando en el tiempo de las renuncias –a mucho de lo que implica ser joven y alocado- y el tiempo de las responsabilidades –para el resto de su vida-. La crisis de los 40 nos hace darnos cuenta de que ya hemos consumido la mitad de la vida. Uno hace balance y tiene la sensación de que se le ha escapado la mitad de la vida sin darse cuenta. Y también hace un balance en el que muy posiblemente se compare con otra gente de su edad y sienta –aunque no sea cierto- que no ha conseguido los sueños que se marcó en algún momento. Uno se da cuenta de que ya es “una persona mayor”, que su padre, o su madre, cuando tenían esa misma edad, le parecían “una persona mayor”. Y él o ella tienen ahora esa misma edad. Sentir y vivir esto que acabas de leer es la manifestación de la crisis, o es lo que va a llevar a entrar en una crisis. Y ahí se hará el milagro. Afortunadamente la crisis nos hace poner los pies en el suelo y tomar conciencia y consciencia de la realidad, y hay que agradecérselo porque si no pasara eso se seguiría perdiendo el tiempo de vida. A partir de las crisis es cuando se pueden –y se deben- tomar decisiones que impliquen un cambio para reconducir nuestra vida por el camino que realmente deseamos. Así que… conviene tener crisis y saber agradecer su existencia. Ojalá seas capaz ahora de mirarlas con otra mirada. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales ENLACES EXPLICACIÓN ASTROLÓGICA: https://medium.com/espanol/la-crisis-de-los-cuarenta-ni-demasiado-viejos-ni-demasiado-jóvenes-92d53ee4a72b https://www.vice.com/es/article/53n7ba/vida-27-anos
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CAPÍTULO 90 - JUGAR A SER ADIVINOS – EQUIVOCACIONES HABITUALES - Este es el capítulo 90 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Yo no sé si es una costumbre muy generalizada, pero esto se repite una y otra vez, y lo repite, sobre todo, la mujer que tiene una Autoestima baja o que es patológicamente celosa. Si un día él llega serio, cansado y callado, o incluso con un poco de mal humor, la actitud correcta es preguntarle si quiere hablar de lo que le pasa, y así saberlo de primera mano, antes que comenzar a elucubrar acerca de lo que le puede estar pasando –que es posible que no le esté pasando algo concreto-. La mente de estas mujeres empieza con cosas leves, del estilo de “habrá tenido algún problema en el trabajo, con ese jefe que tanto le amarga la vida, o con el tráfico”, pero la mente, que en algunos casos es terrible y pesimista, es posible que derive hacia “o tal vez esté enfadado conmigo y no me quiere hablar”; después puede venir algo semejante a “¿qué le habré hecho yo para que se haya puesto así conmigo?”; para seguir con “¿a ver si va a ser que tiene un lio con otra y no sabe cómo decírmelo?”; incluso el pensamiento puede tomar un tinte más dramático “¿será que me quiere dejar?”; y puede concluir con un “será eso, que ¡ya no me quiere!” Si él no quiere aceptar la invitación a hablar, como mucho se le puede insistir una vez más: “¿estás seguro que no me lo quieres contar?, porque no me gusta verte así y me gustará saber qué te pasa”. Si insiste en su mutismo, es mejor hacerle ver que una está dispuesta a hablarlo cuando él quiera y se le deja solo. Este es el modo correcto. También es aplicable cuando es ella quien está taciturna. Cualquier otra cosa, como transmitirle los pensamientos disparatados que le están pasando por la cabeza, o recriminarle que “parece mentira que no tengas confianza como para contármelo”, o llegar a reprocharle que “no tendría que haber secretos entre nosotros”, y “ya sabes que yo soy muy comprensiva, cuéntame lo que sea”, o derivar a la demencia de que “algo oscuro y gordo tiene que ser cuando no me lo quieres contar”, lo único que se va a conseguir es enojarle. Está a punto de comenzar una discusión innecesaria que va a poner distancia por medio y los próximos días no van a ser nada agradables. ¿Para qué anticiparse a suponer los hechos?, ¿por qué no esperar hasta que esté en condiciones de hablar de ello? Es evidente que él no tiene un buen día –o ella-, y tal vez no es el mejor momento de hablar. Y si una se pone en el lugar del otro se dará cuenta de que tal vez es un asunto personal, que le ronda o que le preocupa, y no quiere hablar de ello hasta tenerlo claro. Insistir en preguntarle cuando no quiere contestar hace que una aparezca como la acusación en un juicio, como una inquisidora, o como una investigadora de la policía que busca pistas para poder iniciar una denuncia por ser un criminal. ¿Acaso tú no has pasado por un momento de esos en los que no te apetece que te pregunten, sino que prefieres que te dejen en paz y seguir en tu estado de interiorización? Pues si te pones en el lugar del otro, podrás comprobar que tal vez sea eso mismo lo que el otro quiere. Mientras llega el momento en que quiera contarlo, que tu mente descanse de sus creaciones, que casi siempre acaban siendo desproporcionadas y pesimistas, y muy lejanas de la realidad. SUGERENCIA PARA ESTE CASO: - Intentar hablar, pero respetando que el otro marque sus tiempos. - “Si quieres saber, pregunta”. Cuidado con las suposiciones, y más aún si se convierten en catastrofistas sin tener una razón clara para ello. - Hay veces, en los hombres sobre todo, en que no pasa nada y no se piensa en nada, pero se necesita el silencio. Por lo general, son menos habladores que las mujeres. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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LA NIÑA Y EL SILENCIO La niña, con el amor brotándole por cada poro, se acercó a la otra niña, la del vacío en las manos y el corazón deshabitado. La miró con ojos de cielo y dijo: hola. La otra dijo hola pero en silencio, que era su idioma más fluido. La niña, insistió en el saludo y el amor. La otra, repitió su silencio, esta vez adornado con una sonrisa. La niña, con una leve torpeza, advirtió que la otra era muda. Jugaron en dos silencios. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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EL MIEDO A QUE NOS JUZGUEN En mi opinión, tiene mucha razón una querida amiga cuando reflexionó que “por miedo a ser analizado, uno puede ver restada su naturalidad y su espontaneidad; puede ocultar sus emociones, sus alegrías y sus tristezas, sus éxitos y sus miedos, porque cuando siente que se enfrenta a un análisis constante por parte de los otros deja de SER para convertirse en un título, una página o un párrafo, pero no en él mismo”. Esa mala costumbre de ser juzgados por los otros nos coarta de algún modo, porque generalmente preferimos la aceptación de los otros que su rechazo, y porque quizás el otro no quiera ver y conocer al que uno realmente ES sino a aquel en quien se transforma para satisfacerle. Para ser aceptado, “uno creará una máscara y no permitirá que nadie vea su singularidad, que es lo más grande que tiene el ser humano”. Cuando nos sugieren “sé tú mismo” hay que pensárselo mucho. Hay que tener claro si uno realmente está preparado para ser él mismo y mostrarse tal como es con lo que eso conlleva. Ser Uno Mismo implica desilusionar a quien construyó una ilusión a partir de nosotros –sin nuestra intervención ni consentimiento- porque hay que reconocer que estamos muy acostumbrados a formarnos una idea de la gente teniendo solamente una poca información sobre ellos, en función de la pequeña parte externa que nos muestran, conociendo más al que creemos ver que a quien verdadera y completamente es. Juzgamos. Sin tener derecho a hacerlo. Sin estar preparados para hacerlo. Sin tener toda la información. Pero como nos consideramos dioses por encima del otro, más perfectos y sabios, nos permitimos la desconsideración de juzgarles y emitir juicios sin pruebas, de sentenciar en base a nuestra ley propia -que no siempre reúne todos los requisitos de honestidad, ecuanimidad, justicia y equidad que se requieren- y en base a esa ley rudimentaria e imperfecta calificamos como malo o como error todo aquello que se ajusta a nuestra exigencia impositiva. Juzgar parece el acto de aplicar justicia, pero juzgar puede ser en sí mismo una injusticia, porque uno no tiene derecho a dirigir la vida de los otros dictaminando lo que sí o no está bien o lo que sí o no han de hacer. Aceptar al otro tal como es, aunque no sea totalmente de nuestro agrado en todas sus facetas, es respeto. Es imposible contentar del todo a los otros. Y es innecesario. Esa no es la tarea primordial de cada uno. Uno sólo tiene que satisfacerse a sí mismo y si de eso modo satisface a los otros, mejor. Uno no puede crear un personaje sumiso y maleable para tratar con cada persona. Uno sólo es él mismo cuando se muestra como es él mismo. La recomendación que nos hace la vida es clara y dicha por su boca suena más rotunda: Sé tú mismo. Que no te importen los juicios. Que las críticas no te afecten. Las opiniones no son sentencias, sólo son creencias… que pueden estar equivocadas. Los juicios pueden ser malintencionados y estar emitidos desde la envida, desde la frustración personal, o desde una moral rígida que está equivocada y no es universal. No reprimas el SER que realmente eres. Sé tú mismo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 Web con poesía y prosa: www.franciscodesales.es
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CAPÍTULO 89 - IGNORAR LA VOZ DEL INSTINTO – EQUIVOCACIONES HABITUALES - Todas las personas nacemos con una sabiduría interior en la que no siempre terminamos de confiar y por eso no la usamos tanto como se podría usar y no le sacamos todo el partido que le podríamos sacar. Me refiero a un instinto natural, primigenio, que ha permitido sobrevivir a la humanidad desde su creación. A ese conocimiento que a veces dejamos asomar –y que a veces le prestamos atención- que nos empuja a actuar de cierto modo, o nos hace caer en la cuenta de algo así como “no sabía que sabía esto”… Otros lo llaman intuición, presentimiento, adivinación, premonición… todo puede ser lo mismo. El nombre es lo de menos. Lo importante es que tenemos en nuestro interior –o está en alguna parte- acceso a una información que no pasa por la mente –y por lo tanto no sufre las consecuencias de ser analizada-, que tiene mucho más que ver con los sentimientos que con el pensamiento y que, curiosamente, nos ayuda a actuar de una forma natural y correcta. Y resulta que esa “sabiduría” está ahí y viva, funciona con eficacia cuando se la sabe entender, y resulta que sabe más que nosotros mismos. Y, aplicado a la pareja, conviene hacerle caso cuando nos advierte, cuando augura, cuando algo nos da mala espina, porque de algún modo que no se puede explicar se tiene el conocimiento de lo que va a suceder y eso nos alerta, porque su misión es preservar a cada persona de las cosas que le pueden hacer mal. Hay inconvenientes notables, que son muy evidentes. Pero, en muchas ocasiones, durante el noviazgo “algo” advierte de que eso no va a ir bien, de que no está claro del todo, de que hay mentiras o cosas ocultas o sospechosas… y conviene hacer caso. Y si no es de un modo directo e inmediato, sí que interesa tenerlo en cuenta y estar prevenido para que, cuando empiecen a mostrarse signos más evidentes, se añadan a la intuición y con eso sea ya suficiente e innegable. Cuando el instinto avisa, es bueno prestarle atención, y no decir “son tonterías mías” o “son fruto de mi pesimismo”. Sin caer en la paranoia de ver lo que no hay, está bien escucharse y prestarse atención. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - El instinto está ahí y su misión es la de “avisar”. No siempre le escuchamos y cuando le escuchamos no siempre confiamos en él, pero… si uno se entrena en relacionarse con él y le presta atención… le evitará más de un apuro. - Las corazonadas tienen mucho de cierto. Los sentimientos nos avisan de lo que puede ser un autoengaño de nuestra mente o algo que ella no ha querido ver. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)
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EL AMANECER El amanecer se despertó un poco tarde. Apareció deprisa, triste y mal encarado. Los sueños le cansaron y le dolieron. El amanecer recurrió a su sol de poeta, a los cielos rojos, a las nubes rotas, al horizonte pintado de ensueño y todas las pinturas de su maquillaje. Pero cuando quiso disimular su llanto (esas gotas que llovían sin nubes), no le bastaron los trucos ni las mentiras, ni la mueca de payaso. Una pena profunda se instaló en el cielo y contagió a los pájaros, al aire de volar, al aire de respirar, al aire de barrer la calle, al aire de tomar el aire. No quedó nadie que no supiera su pena; no hubo país, ni distancia, ni persona, ni alma, ni árbol, que no lo supiera. Todo el mundo enlutó de pena. El amanecer se despertó un poco tarde. El día antes había comprendido que siempre le huiría la noche, su amada, por temor a su luz y por envidia de su belleza. Francisco de Sales (más poesías y prosa en www.franciscodesales.es)
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LOS GRANDES ENEMIGOS EN LA EDUCACIÓN: FAMILIA-COLEGIO-IGLESIA- SOCIEDAD. En mi opinión, la enseñanza que recibimos a lo largo de nuestra infancia, etapa en la que desconocemos absolutamente todo y todo tenemos que aprenderlo, es el origen de la casi totalidad de nuestros problemas actuales de personalidad y carácter, ya que estuvo influenciada por muchas personas diferentes, y no todas fueron buenas enseñantes y educadoras. A lo largo de la infancia y juventud vamos recibiendo información que nos viene de diferentes personas; en algunos casos se refiere a hechos verificables o mundialmente aceptados (que sumando dos unidades a otras dos unidades resulta un conjunto de cuatro unidades o que el río que llamamos actualmente Sena pasa por París) y otras que se basan en ideas o suposiciones influenciadas por las experiencias personales, que pueden estar contaminadas –precisamente- por cómo se vivieron esas experiencias y por el tipo de educación que recibió quien ahora nos educa. Esto quiere decir que, en muchas ocasiones, las enseñanzas están contagiadas por la visión personal, y hasta posiblemente traumatizada, de quien nos habla. En esa enseñanza hay varios implicados: el núcleo familiar, el colegio, la Iglesia y la sociedad. Y son muchas las personas y entes que pueden interferir en una enseñanza que debiera ser pura y objetiva, porque a esa edad generalmente nos creemos todo lo que nos cuentan y lo tomamos como propio. De ese modo llegamos a encontrarnos con ideas que son incluso opuestas entre ellas mismas, y eso nos hará dudar de a quién creer y quién de ellos tendrá LA VERDAD. Anthony de Mello decía que “las maneras de ver y pensar, los juicios y los principios, los gustos y preferencias, en el resultado de crecer moldeados por esos cuatro pilares educativos. Decía que respetar y repetir el modelo de realidad que nos inculcan nos produce una sensación de tranquilidad pero cuando lo que sucede no coincide con ese modelo nos alborotamos por dentro”. Decía que “si uno es capaz de darse cuenta de esto, de lo que está haciendo realmente, desaparecerá el sufrimiento, ya que son los condicionamientos quienes propician el trastorno”. Ponía como ejemplo el hecho de que “hay cosas que le hacen sufrir a uno y la misma cosa no le hace sufrir a otro, por tanto la causa del sufrimiento no está en la realidad objetiva, sino en la manera de percibirla y juzgarla. El modelo del otro era distinto y por eso no le afectó.” Las cuatro fuentes citadas no afectan a todos por igual ni en el mismo porcentaje, de ahí resulta en parte la unicidad de cada persona en su forma de ser y actuar. Conviene tener claro que el hecho de estar afectado y condicionado por ello no condena y obliga a seguir así por siempre, sino que cada uno tiene la tarea –mezcla de responsabilidad y obligación- de darse cuenta de ello y de salirse de su influencia para empezar a ser del modo que él quiera autoeducarse, desde la libertad que da la elección. Uno ya es adulto, puede pensar y decidir por sí mismo, y puede y debe salirse del modelo que ha venido utilizando… si no han sido buenos los resultados. Darse cuenta de que uno no está mostrándose de un modo satisfactorio para sí mismo, porque no está siendo como quisiera ser, invita a iniciar un hermoso Proceso de Desarrollo Personal, dirigido por uno mismo o en una psicoterapia, a fin de deshacerse de lo indeseado para poner en su lugar lo que uno realmente decida y quiera con un nuevo Plan de Vida, diseñado conscientemente para reeducarse y escapar por fin de la influencia perjudicial de las partes menos útiles y más alarmantes de esa “educación” que nos aportaron nuestro núcleo familiar, el colegio, la Iglesia y la sociedad. Todos los caminos nos llevan a las dos mismas opciones: o la rendición y el conformismo con el que estamos siendo en este momento o la sublevación a las imposiciones que nos inculcaron aprovechándose de nuestra inocencia –tal vez sin mala intención- haciéndonos cargo, desde este mismo momento, de nuestra vida, nuestros modos, actos y pensamientos. Deshacernos de la educación mala, de las perversas influencias, de las normas en las que ya no creemos o nunca creímos, de aquello que nos afirmaron pero después hemos comprobado que no comulgamos con ello aunque lo seguimos respetando y cumpliendo, desobedecer sin miedo, crearnos a nosotros mismos como sabemos que realmente somos… esas son nuestras más urgentes tareas. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si desea recibir a diario las últimas publicaciones, suscríbase aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?page=59 Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php?action=forum Aquí tiene todos los videos publicados en youtube: https://www.youtube.com/channel/UCUNE-EC7eiOQDJ2q_U4lqEQ/videos?disable_polymer=1 Web con poesía y prosa: www.franciscodesales.es
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CAPÍTULO 88- VOLVER CON UN EX SÓLO POR NO HABER ENCONTRADO OTRA PAREJA – EQUIVOCACIONES HABITUALES - Este es el capítulo 88 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. Este es un caso habitual. Y se da tanto en el hombre como en la mujer. Uno de los dos, cualquiera, da el paso y zanja la relación porque no está a gusto, evidentemente. Algo o mucho estaba fallando y alguien decide que lo mejor es terminar. Y lo hace. Comienzan ambos otra vida, cada uno por su lado, pero pasado cierto tiempo, y con argumentos dispares que no vienen al caso, pueden decidir retomar la relación y esto puede estar bien, o puede estar muy mal, dependiendo de los argumentos que cada uno utilice, de la situación que esté viviendo en ese momento, de si fue quien dejó o quien fue dejado, si le queda algo de amor o ya nada, si está en otra relación o su corazón permanece desocupado… las variables pueden ser casi infinitas. Si fue ella quien tomó la decisión y después se ha arrepentido de haberlo hecho porque se ha dado cuenta de que realmente le sigue queriendo –o le interesa volver-, está bien, pero… atención a los sentimientos de él, porque se puede llegar a sentir utilizado, y puede estar preocupado pensando cuándo volverá a cambiar de idea y dejarle de nuevo. Si se va a seguir, hay que dejarle claro, y muy a menudo, que realmente se quiere estar con él y que el motivo de seguir es el amor y no otro –y si es otro distinto y que él lo acepte-. Si él decide que acepta retomar la relación, que sea desde cero y que no le eche en cara continuamente que le dejó, ni le diga que es muy insegura, que no sabe lo que quiere, que no le ama de verdad sino que está con él porque no ha encontrado otro… Y puede pasar lo mismo si el caso es viceversa. Si fue ella quien le dejó, y ha aprovechado el tiempo para conocer otros hombres, y no ha encontrado otro mejor, o ha llegado a la conclusión de que todos son iguales, que todos están cargados de defectos, y decide volver por la circunstancia que sea, que esté muy convencida de lo que está haciendo y que no juegue con los sentimientos del otro; que no le embauque de nuevo para volver a dejarle cuando le dé otra vez la gana, o cuando se cruce otro en su camino. Mucho respeto hacia el otro, y mucho cuidado de no tropezar dos veces en la misma piedra. Si fue ella quien le dejó, y cuando empieza a buscar sustituto se da cuenta de que es muy pesado eso de conocerse desde cero, de contárselo todo, de empezar de nuevo, que eso le da mucha pereza, o si es que no sabe estar sin alguien que le resuelva algunos asuntos, o es que no le gusta eso de estar sola porque no está hecha para eso y, además, su madre se lo echa en cara continuamente y sus amigas no paran de preguntarle todo el rato sobre lo mismo… entonces es posible que piense que lo más cómodo es volver con su ex y zanjar el asunto. Si es este el caso que tenga mucho cuidado, porque si no es el amor el motivo del regreso, antes o después, volverá a pasar lo mismo que pasó. Y vuelta a empezar. Si es él quien la dejó, porque pensaba que se iba a comer el mundo y que todas las mujeres estaban esperándole con el corazón y las piernas abiertas, cuando comprueba que no es así -¡pobre infeliz!-, y no encuentra ninguna que le acepte o que le aguante, y recuerda que su ex no estaba tan mal, y que tenía algunas cualidades, y que no molestaba mucho, y además está eso de “más vale malo conocido que bueno por conocer”, es muy posible que quiera volver –al hombre le cuesta muchísimo estar solo y tener que resolver todas las papeletas que le resuelve la mujer-, y si lo hace, será muy conveniente que lo haga convencido de lo que está haciendo. Repito lo mismo que estaba escrito un poco más atrás: que no juegue con los sentimientos de ella, que no le suelte una sarta de mentiras sobre “cuánto te quiero…”, “cuánto te he echado en falta…”, “ahora me he dado cuenta de mi error…”, “estoy convencido de que eres la mujer de mi vida y no puedo vivir sin ti…”, y que no sea un egoísta que vuelve con ella para no estar solo hasta que aparezca “la buena” que seguirá buscando a escondidas. Si fue él quien dejó, o fue ella, y el otro no ha encontrado pareja desde que fue dejado, posiblemente cometerá un error si le pide a su ex que reconsidere la postura y que vuelva. Si se está mendigando amor es posible que sólo se reciban migajas de un mal sucedáneo de amor, y una relación así –salvo que medien unos intereses justificables- no va a tener el ingrediente principal, porque no se puede obligar a nadie a que ame, y nadie ama si su corazón no está de acuerdo. Si la ruptura no fue consensuada, y hubo reproches o enfrentamientos violentos, va a ser difícil borrar todo eso y empezar auténticamente de cero. Es muy posible que todo eso se siga alojando en la memoria y en el corazón. Los daños son muy lentos cuando están recuperándose. El olvido no se esmera en hacer desaparecer esas cosas tan dolorosas. Y estar en una relación donde las quejas permanecen escondidas tras una buena cara forzada es lo mismo que estar sentado sobre un polvorín: en cualquier momento eso puede estallar. Cuando uno de ellos deja al otro, y un tiempo después vuelve pidiendo comenzar de nuevo, antes de sentirlo como un halago –o de entenderlo como tal: “me echa en falta”, “no puede vivir sin mí y me ama”-, es conveniente valorar serenamente la respuesta que se le vaya a dar. ¿Regreso por miedo a quedarme sola el resto de la vida?, es una buena pregunta. Y cuidado si unos piensa “ya estoy mayor”, o “no soy nada atractiva”, o “no tengo nada que le vaya a interesar a otro hombre…”, “por lo menos a este le conozco y ya sé cuáles son sus fallos…”, ¿Quién me va a querer a mí?…” Cualquiera de estas excusas puede parecer una razón suficiente para tomar la decisión de regresar, pero hay que ser muy conscientes de ello y tener la decencia de reconocerlo. No hay que descartar la posibilidad de un arrepentimiento total y real de quien tomó la decisión de la separación, así que no hay que engancharse a un orgullo inútil si se comprueba que es cierto y sigue habiendo amor y ganas de seguir en la relación. No son la venganza o el desprecio los únicos ni los mejores caminos. Cada vez que se trata de un asunto en el que están involucrados los sentimientos, no valen las normas ni las teorías. Ni siquiera los consejos. Los sentimientos son bastante irracionales y cabezones, y nada dados a lógicas. “La costumbre es más fuerte que el amor”. No sé si lo que dice la frase es verdad, pero si fuera así no sería honesto. Puede ser más cómoda, pero no creo que más fuerte. Si se vuelve, que sea por amor. Que sea tu corazón quien decida -si se te plantea este caso-, pero que, también, escuche un poco a la razón. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Eso de “más vale malo conocido que bueno por conocer” no siempre es cierto. - La de “más vale estar solo que mal acompañado” tiene razón en casi todas las ocasiones. - Las mejores relaciones se basan en el amor y no en los intereses. - Sinceridad. Esa es la clave en una reconciliación, si esto es lo que se decide. Y que realmente el comienzo sea desde cero y que no se arrastren reproches ni desamor. - Antes de retomarlo hace falta mucho diálogo. Mucho. Que esté todo muy claro para que no se vuelvan a repetir las circunstancias que llevaron a la anterior ruptura. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html)