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CAPÍTULO 159 – QUERER VIVIR DEL AMOR YA MUERTO -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 159 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER No es bueno vivir en las ruinas de un amor roto. El amor, cuando ya deja de ser amor vivo, se convierte en un vacío mortecino muy difícil de transitar y hasta se puede llegar a convertir en algo destructivo. En el lugar que antes ocupaba el amor aparece un estado de una solitud dolorosa –más solitaria y más dolorosa que cuando no se estaba en la relación-; al principio desconcierta por la acumulación de sentimientos desordenados, en el que va brotando la rabia de la insatisfacción al mismo tiempo que minúsculos brotes de ira, una pena de la que uno mismo se culpabiliza aunque desconoce el motivo real de la pena, un revoltijo de emociones contradictorias presididas por una nube gris, y una sensación de que lo que se tiene está lejos de lo que se esperaba y es muy distinto, ya que no es suficiente y no cumple las expectativas. Por mucho que se quiera estirar ese amor, que ya pertenece al pasado, resulta complicado seguir manteniéndolo como si estuviera vivo porque no lo está, y ni siquiera vale ni reconforta recurrir a lo que hubo ya que el paso del tiempo ha convertido en humo frío aquello que hubo, ni sirve la explicación conciliadora de que existe la obligación de cumplir con el compromiso adquirido –que se adquirió cuando eran otros los tiempos y otras las circunstancias-, ni el desánimo ayuda a evitar la sensación de derrota que implica el reconocimiento del descalabro, ni sirve seguir llorando y llorando mientras se espera el milagro que los dioses no están dispuestos a realizar. Quien amó era otra o era otro, que no el de ahora, aunque tuviera el mismo nombre y apellidos, y a quien se amó entonces también era otro o era otra. Eran otros porque era otra la situación. Es otra persona quien ahora ha cambiado aquel amor reluciente por un desamor apagado –en un ruinoso cambio-, y por ello debería resultar más sencillo desapegarse de aquella ilusión, o abandonar el pasado, porque no se está enamorado del otro actual. Este –o esta- no te gusta, no te aporta, no te complementa. No es la persona que tú quieres y puedes amar, así que debería resultarte bastante más sencillo separarte si comprendes –no en la mente, sino en el corazón-, esto que acabas de leer. Si te permites dejar que resuene esta verdad dentro de ti, comenzarás a sentir una liberación, un descanso en el alma, la sensación de que tu cuerpo se libera de un peso enorme y se estira, y si lo haces bien sentirás una tranquilidad y una fuerza que te guiarán en los próximos pasos que quieras dar. Uno no se alimenta con lo que comió ayer, sino que necesita comida nueva. Lo mismo pasa con el amor: no vale el de ayer, sólo vale el de hoy. Si lo que sientes ahora es rabia, o furia, o sólo te queda una cordialidad que sólo se sujeta con pinzas y nostalgia, y andas malviviendo de recuerdos, es tu propia decisión seguir de ese modo si es tu deseo, aunque también puedes escoger otra opción: reconocer que todo acabó, cerrar el ciclo y abrir uno nuevo. Si no tienes un amor actualizado ahora, tú decidirás si con recordar lo que hubo te es suficiente o no. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - El amor es un ser vivo y si no se alimenta a diario… muere. - Conformarse sólo con lo que hubo es muy pobre. - La relación es una creación de ambos. Es el primer hijo que han tenido. Es responsabilidad de ambos mantenerlo vivo. - Ese “prometo amarte eternamente” que alguna vez se dijo hay que cumplirlo. Francisco de Sales
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CAPÍTULO 158 - CREER QUE LA RELACIÓN SE SOSTIENE SOBRE UNO SOLO QUE AME -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 158 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Un sistema que se basa en que sólo uno de los dos sea el amado y que sea solo el otro quien ama, sin recibir lo recíproco, no va a soportar mucho tiempo sin sufrir un desgarro definitivo. Si uno da y da y da, pero no recibe, se quedará vacío. Si uno no recibe no puede rellenar su almacén de amor; esto hay que tenerlo muy claro: no es inagotable y puede llegar a extinguirse. El compromiso inicial fue que ambos aportarían su parte de amor, así que de nada sirve que uno de ellos haya decidido tirar la toalla –o se haya acomodado- y dejar de contribuir al crecimiento, o por lo menos al mantenimiento, y no se resuelve con que el otro, o la otra, ponga todo el interés que se necesita, toda la voluntad que se necesita, todas las soluciones que se necesitan, o todo el amor que se necesita. Por otra parte, creer que uno será capaz de soportarlo todo y de aportarlo todo es una tarea de una magnitud insoportable, y es colaborar en acrecentar la injusticia que está cometiendo el otro, y no llega siquiera a ser un arreglo provisional, sino que se queda en mentira provisional con visos de mentira definitiva. Aquí no vale la operación matemática romántica de que uno más uno son uno. Uno más uno son dos, y los dos son imprescindibles cuando se trata de amor. Algunas mujeres, cuando ven que la relación hace aguas, se sienten en la responsabilidad de ponerla a salvo y convertirse en heroína inquebrantable e indestructible, en benefactora de una causa perdida, en mártir con aura de santa, o en víctima sumisa de un error que sólo se repara pagando una culpa, y tal vez ninguna de esas cosas sea la adecuada –aunque es cierto que cada uno hará lo que crea que tenga que hacer, y que las normas racionales se desintegran al contacto directo con los sentimientos-, pero conviene tenerlo presente. Si no se está recibiendo lo que corresponde en la relación, hay un derecho a exigirlo, preferiblemente en una conversación sincera en la que ambos muestren su situación y sus sentimientos. No es correcto que uno se tenga que conformar con dar sin recibir y no es correcto que otro se dedique sólo a recibir y no aporte. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Hablar, hablar, hablar. Cualquier cosa que haga tambalear la relación o que incomode a uno de los dos miembros hay que hablarla. - El primero que se dé cuenta de que algo no va bien en la relación que lo diga, que no se lo calle, que no espere a que el otro se dé cuenta y diga algo, que no se quede quieto esperando a ver si se arregla solo. - La pareja son dos. La aportación a la relación también es cosa de dos. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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LA PRIMERA FORMA DE BONDAD ES AMARSE En mi opinión, estaba muy acertado Schopenhauer cuando dijo que “la primera forma de bondad debe estar dirigida hacia nosotros mismos”. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, se ordenó. He buscado con atención bastantes de las traducciones que se han hecho del original en que se escribió y los matices que se diferencian son leves y no cambian la esencia de la frase, que viene a decir que hay que amar al prójimo –de hecho se presenta como un Mandamiento, más concretamente el segundo en el orden- pero que hay que amarle en la misma medida y cantidad, de la misma forma y con la misma intensidad, con la que uno se debe amar a sí mismo. Eso es lo que quiere decir “como”. Si la frase se interpreta de otro modo, entendiendo que uno ha de amar al prójimo como se ama a sí mismo… uno tendrá que amarse mucho para poder entregar al prójimo un amor de calidad. Y si da más de lo que se da a sí mismo, será un amor falsificado construido sobre una base de desamor propio, será un esfuerzo por agradar, pero no será real. A quien le cueste trabajo amarse, porque no sabe, porque no le han enseñado, porque cree no ser digno de recibir amor, porque se está castigando consciente o inconscientemente, se le recomienda que empiece por eliminar las fuentes que nutren su propio desamor. Que evite las auto-agresiones verbales, el maltrato psicológico, las zancadillas y los castigos. Es cierto que todos hemos cometido y seguimos cometiendo errores, pero bajo ningún concepto eso debiera ser motivo suficiente de desencuentro y enemistad con nosotros mismos. En los momentos en que no actuamos bien es cuando más necesitamos nuestro apoyo y nuestro acogimiento. Lo que menos necesitamos es que al malestar que ya nos provoca por sí el hecho de haber cometido un error se añadan los reproches, las malas caras, los menosprecios o los desprecios, los castigos. Fustigarnos y criticarnos en exceso no aporta nada positivo y sí mucho negativo. Nos distancia más de nosotros mismos, afecta directa y negativamente a nuestra Autoestima Todos los errores tienen algo positivo: nos enseñan lo que no queremos, lo que no nos gusta, lo que nos parece inadecuado, y nos sirven como aprendizaje de lo que no queremos repetir. Su función debería llegar solamente hasta ahí y no seguir dañando más. La primera forma de bondad la hemos de poner en práctica con nosotros: la comprensión, el Amor Propio, la dignidad, la comprensión y el perdón… esas cosas aplicadas en uno mismo -con la misma rapidez y facilidad con que las aplicamos con otros- servirían para que este camino por nuestra vida fuese menos agresivo y más placentero. “La letra con sangre entra”, se decía antes. Ya eso quedó inadecuado. “La letra con amor entra” es más acertado y menos doloroso. Con amor funciona todo mejor. La bondad es la cualidad de bueno, la natural inclinación a hacer el bien, la amabilidad. Todo eso aplicado al trato con uno mismo se reflejará en un bienestar personal, en un acercamiento a la paz interna y externa, en un estado más feliz y benevolente que se verá reflejado posteriormente en el trato con los otros. “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Ámate mucho y bien y amarás mucho y bien. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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CAPÍTULO 157 - CONVERTIR LA RELACIÓN EN DOS QUE VIVEN JUNTOS -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 157 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER No es que la relación sea exclusiva responsabilidad de la mujer, pero, en mi opinión, es la que está más implicada y mejor preparada para cuidarla y hacerla progresar. Una de las cosas que distinguen a una pareja sentimental de una pareja de amigos, o de unos compañeros de piso, es que en el primer caso, además del amor y el sexo, hay un proyecto común, juntos, a largo plazo en el que ambos se han comprometido. Hay, también, convivencia, reparto de tareas, proyectos, posiblemente hijos… hay mucho que han decidido hacer y compartir, y hay que mantener esa pareja viva y pujante para poder sacar todo adelante. Si se le van restando algunos de los elementos personales que componen su pareja, porque se han ido apagando las ilusiones, o porque alguno de los dos ya no se implica lo suficiente, al final solamente van a quedar dos camaradas a los que les une el pasado más que el presente, y les unen más los compromisos adquiridos ante terceros que esa magia que convive con las parejas enamoradas. Si uno se da cuenta de que empiezan a aparecer síntomas que pudieran denotar un enfriamiento sentimental, por leve que éste sea, es mejor conversar con el otro y manifestar sus sensaciones. Están aún a tiempo de hacer lo que sea necesario para desaletargarlo y avivarlo. No hay que perder de vista los motivos que decidieron el emparejamiento, y entre ellos está el de mantenerlo vivo, porque fue la razón que les llevó a abandonar sus solterías y a formar una relación. En todas las parejas sentimentales, y esto es una condición obligatoria, indispensable, debe estar presente y vivo el propósito de amarse, de seguir creciendo como relación y personalmente, de compartir algo más que el espacio físico y los días y las noches, porque si no existe entre ambos nada más que la rutina, y si algo que antes era magia ahora se ha convertido simplemente en el cumplimiento de un acuerdo que una vez se tomó de estar unidos amándose pero la relación ahora ya solamente es “estar juntos” –que no es lo mismo que “unidos”-, conviene revisar la nueva y distinta situación, y valorar si ambos han llegado a ese momento en que el amor se ha convertido en costumbre –que no está nada mal si a ambos les satisface- y ya no están sus corazones para otros trotes sino para estar compartiéndose como se comparten los viejitos, y seguir juntos en esa nueva posición, o si por el contrario prefieren organizar una revolución y volver al alboroto de los primeros tiempos, volver al amor con todas las ganas ilusionadas, y ponerse con toda la intención a la hermosa tarea de reinventarse, re-enamorarse, y volver a encender el fuego como sea, porque sus corazones, todavía, están en condiciones de soportar otra avalancha de amor. Y esto corresponde a ambos, aunque es cierto que la mujer es la custodia natural del amor, la que sabe cómo hacer para avivarlo y que no desfallezca, la que parece que fue designada por Dios para tan sublime tarea. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - La ausencia de un amor vivo -y preferiblemente siempre creciente- en la relación desbarata la esencia primordial de la relación sentimental. - Al mismo tiempo, es muy correcta cualquier tipo de relación siempre que sus condiciones sean aceptadas libremente por ambos. El cariño, la comodidad, y hasta la conveniencia de ambos, pueden ser buenos argumentos para seguir juntos. - Si quieres o necesitas más atención, más colaboración, más amor… pídelo. Y si no lo recibes… valora si te conformas con eso o no. Francisco de Sales (
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CAPÍTULO 156 - ACORDARSE DEL OTRO SÓLO CUANDO SE LE NECESITA -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 156 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Si llega a suceder esto quiere decir que la relación está atravesando un momento malo. Casi catastrófico. Quiere decir que uno ya no está formando parte activa de la relación, que no participa en la mayoría de las cosas, que ha sido relegado del puesto que le corresponde –por las circunstancias que sean-, y que no hay una comunicación fluida y constante, sino que está siendo alguien que simplemente está al lado, con quien no se cuenta y no se comparte. Que sólo es un instrumento. Ya se sabe que lo contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia. Si una persona recibe indiferencia de su pareja y no atenciones, si se da cuenta de que la otra parte sólo le busca cuando le necesita, y no para compartir también las cosas buenas, el sentimiento que queda es que el otro es un egoísta. Tener la sensación de desigualdad en la relación es muy desagradable. Inaceptable. Quien sólo te busca cuando te necesita ni siquiera te merece. Una persona así no debería ocupar un lugar en tu vida. No te interesa. La fortaleza de una relación requiere que haya interacción y reciprocidad, que haya intercambio y compartición. No es agradable estar en una relación donde el sentimiento que prima es el de ser usado y explotado, el de estar sólo para cuando se le necesita, porque la sensación que queda es la de estar en desventaja. Quien haya sentido esto en su relación que revise cuál está siendo su papel. Ese miembro de la pareja tiene que decidir si le interesa estar en ese puesto, si no quiere aspirar a más, si se va a seguir manteniendo de ese modo o si prefiere recomponer la relación, ocupando el lugar que le corresponde. Pero si a pesar de ese tipo de relación tan extraña ambos han decidido seguir adelante, conviene -por parte de quien lleva el mando- tener por lo menos un poco de tacto, y no hacerle sentir en todo momento inútil y ninguneado, y que sólo es reclamado para las ocasiones en que se necesita su fuerza, su dinero, o sus conocimientos, pero tratándole el resto del tiempo como si fuera un pelele o un trabajador ajeno. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Una relación donde uno de los miembros ha sido relegado al papel de invisible, que no tiene participación en los asuntos importantes, que sólo es utilizado, ninguneado, es una relación que no cumple los requisitos básicos. - Si alguien se siente así en su relación, más le vale que reflexione, que saque su dignidad a la luz, que se mire con amor, y que decida lo que tenga que decidir. - Tener la sensación de desigualdad en la relación es muy desagradable. Inaceptable. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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VIVIENDO SIN TI Aquellos besos de adolescentes inmaduros -tú quince, yo dieciséis- se me repiten en los sueños y en los labios; beso el aire -hoy ya viejo- porque ni tú ni tus quince años estáis ya. Esta suma imparable de años me alejan cada vez más de aquella época efímera que tanto añoro. Tu tendrías ahora ochenta y cinco. Yo tengo ochenta y seis. Pasé muchos años contigo. Llevo muchos sin ti. Cuánto me llenaba tu presencia. Cuánto vacío hay en tu ausencia. Todavía no me acostumbro a estar sin ti. Todavía hablo en plural, hago comida para dos, y ocupo sólo mi lado de la cama. Todavía, a veces, te huelo, te sigo por el pasillo, te pido que me hagas un café, te hablo al oído. Y no sé si son los años, si es tu falta, si es que no acepto y no comprendo, o simplemente y con razón es que estoy loco, pero no puedo vivir sin ti aunque esté viviendo sin ti. Francisco de Sales
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CAPÍTULO 155 - PEDIR EN LA RELACIÓN LO QUE EL OTRO NO ESTÁ DISPUESTO A DAR -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 155 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER ¿Qué es lo que busca una mujer en la relación? ¿Y qué es lo que busca un hombre? ¿Coincide en algo? Porque si no es lo mismo lo que ambos buscan, puede darse el caso de que uno esté muy satisfecho y el otro muy insatisfecho. Por ejemplo, si él sólo desea una mujer que le dé hijos y los cuide, le tenga siempre preparada la comida y la ropa, acceda a tener relaciones sexuales cada vez que él lo desee, no le cause muchas molestias ni le impida hacer lo que le apetece cuando le apetece y, en cambio, ella no quiere tener hijos, ni dedicarse exclusivamente a hacer labores de hogar sino dedicarse a su crecimiento profesional aunque le ocupe el día entero, desea que él sea colaborador participativo en las tareas comunes de la pareja, y le apetece ser seducida cortésmente antes de tener sexo, esa pareja tiene pocas posibilidades –más bien ninguna- de seguir adelante por mucho tiempo. El periodo de noviazgo está hecho para el descubrimiento. Es el tiempo de la sinceridad, de hablar, de preguntar, de exponer, de atreverse, de no callar, de indagar, ofrecer, pedir, conocer, proponer, plantear… no es sólo el tiempo de pasear en silencio cogidos de la mano, embelesados, flotando, sin palabras y con una mente en blanco sólo atenta al éxtasis; no es sólo tiempo de creer que una fuerza divina o cósmica ha alineado todos los planetas para ellos y les ha unido ineludiblemente porque ya estaban predestinados; no es momento de aplazar ninguna cosa para después de la unión, cuando ya tal vez sea tarde; no es tiempo de confiar en que el amor que suponen que hay entre ellos podrá resolver todos los conflictos y diferencias que surjan porque ¡eso es mentira! y, además, es una mentira destructiva de dolorosas consecuencias, ni es un tiempo para no contradecir al otro por no romper el encanto, la magia, o ese lazo rosa invisible que les une. Es el tiempo hecho para el amor y para la realidad –es más cierto y más duradero el amor que se basa en la realidad que el que solamente es producto de la mitificación o la idealización-, tiempo para el acercamiento o para poner la palabra fin, tiempo de cimentar con firmeza o de reconocer los puntos dispares irreconciliables, o la grandísima distancia que se interpone entre las aspiraciones de ambos. Tiempo de hacerlo bien para que lo que está por venir les encuentre juntos y bien, o separados y con otra pareja, pero bien. Se trata de estar bien en el futuro. Y es el tiempo de decidir la parte sentimental del futuro. No hay prisa. Si no es este o esta, será otro u otra. Es mejor tener paciencia y esperar hasta que llegue el que sí va a complementar. Generalmente no se es consciente de la responsabilidad que implica el tiempo de noviazgo, y se pasa más tiempo en la nube de la idealización que en la rigurosa realidad. La fantasía y la utopía no deberían participar en la selección. Es más un asunto del corazón, que debe exponer sus sentimientos sin manipularlos, y debe desplegar sus deseos o necesidades ante la mente consciente para que ésta trate de poner un poco de orden en su alteración y su alboroto sentimental, y, sin tratar de influenciar expresamente, le haga ver lo que su falta de ecuanimidad no le permite ver o le confirme el acierto de su intuición. Los asuntos de la relación no son solamente asuntos del corazón, sino que también ha de participar, y con igual autoridad, la mente clara. Y aunque el amor es un asunto del corazón, conviene escuchar la opinión de la mente: la cabeza tiene ojos para ver y el corazón, no. Por eso es necesaria la comunicación en ese periodo, más que la suposición o el silencio, más que la ceguera y el espejismo, para averiguar qué es lo que el otro desea, y comprobar si se puede o se quiere dar, y viceversa. Si ambos van por el mismo camino, y caminan al mismo tiempo y en la misma dirección, podrán llegar donde quieran juntos y bien. Si no hay compatibilidad entre ellos, que haya aleluya y felicidad, y un adiós cordial y nada de lágrimas, porque el otro nunca va a dar lo que no está dispuesto a dar. Ese es el mejor momento para descubrirlo. Y si duele la desilusión, en caso de haber seguido adelante, más dura y dolorosa hubiera sido la caída. Por eso, en ese adiós de ese momento salen beneficiados ambos. Sinceridad, diálogo, franqueza, honradez, preguntas, sacar los asuntos que realmente son importantes y ver los puntos de convergencia que hay entre ambos, amor –incluso para clausurar con amor la relación antes de que se consolide-, consultar, examinar, proponer, hablar… para eso es el tiempo de noviazgo. Y si el otro aclara y confirma que no está dispuesto a colaborar u ofrecer lo que se le solicita, no se le puede pedir posteriormente que lo haga, así que no se le puede reclamar por ese motivo. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Interesa ser consecuente y valorarlo previamente, porque no se puede pretender pedir o exigir al otro lo que no está dispuesto a dar cuando ya lo había advertido con sus palabras o sus hechos. - Durante el noviazgo es cuando hay que exponer planes y deseos y compromisos y límites. - Si alguien se ha auto-engañado que no le responsabilice al otro por ello. - La honradez es básica en la relación. Que ninguno engañe al otro. Que cada sí equivalga a un sí, que cada no sea un no rotundo. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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CAPÍTULO 154 - AMAR DEMASIADO -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 154 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER No saber amar es una lástima, amar mal no es adecuado, y amar demasiado puede ser una rotunda equivocación. Se cree que hay que amar mucho, demasiado, porque es lo que se espera de unos enamorados que han idolatrado a su pareja y han sublimado la relación. Para ella, él es el Rey de la Casa, la reencarnación de Dios, el Grande, lo realmente importante, el eje primordial sobre el que gira la vida de ella, es… todo. Para él, ella es muy importante, necesaria, cariñosa y generosa, la más de lo más, y ocupa el sillón presidencial en sus deseos. Con estas ideas en la cabeza es como se consigue convertir una relación en una frustración. Lo que pasa es que estas fantasías idílicas van a ser complicadas de realizar, porque lo que se llama “amar demasiado” puede convertirse en una adicción, o ser una obsesión, y esconder –en realidad- el deseo de controlar al otro y de retenerle a cualquier precio. Algunas personas están confundidas en este aspecto del amor. Mezclan el papel de enamoradas con el de madre o protectora; quieren ser el Buen Samaritano y no les importa ser la Gran Puta si es necesario; pueden humillarse por una migaja de amor y olvidarse de sí mismas para ser esclavas del otro por realizar su propia obsesión, o de eso que han convertido en razón primordial de su vida y que llaman “la pareja”, y quieren cumplir todos esos papeles con él, y, lo que es peor: todos orientados hacia hacerle feliz a él. Hacen lo que hacen pero no siempre saben por qué lo hacen. Y no se lo cuestionan. El amor con la pareja puede ser apasionado pero debe ser equilibrado; es más correcto cuando además de la pasión desbordada e injustificada del corazón existen razones mentales que apoyan el afecto hacia la pareja. Mejor que no haya escenas de locura de amor, así como que tampoco haya un récord de frialdad. Y que se reciba tanto como se entregue. Y quien da más de lo que recibe, que preste atención a su situación, porque el equilibrio y la justicia están en recibir del mismo modo que se entrega. Amar demasiado puede ser una adicción obsesiva al amor que afectará negativamente a la salud física y emocional y en ciertos casos será conveniente una revisión psicológica de esa actitud insana. Aunque esto es una tendencia más habitual de las mujeres hacia los hombres también puede ser viceversa. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - La “locura de amor” queda mejor en las novelas románticas que en la realidad. - Un amor obsesivo es producto de una mente o una situación enfermiza. - Amar mucho es placentero para ambos miembros. Amar en exceso puede ser perjudicial. - Morir de amor es una mala muerte. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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LA PLENITUD DE SER (Eudemonía) En mi opinión, debiera estar en la mente y en la boca y en los proyectos de todas las personas una palabra bastante desconocida que contiene el diccionario: Eudemonía. Se define como “el estado de satisfacción debido generalmente a la situación de uno mismo en la vida”. Esa “situación” la decide uno mismo. No es universal para todos. No todos tenemos las mismas exigencias ni ponemos las mismas condiciones para sentir ese estado de satisfacción personal. Algunos creen que teniendo poder económico o sintiéndose superiores en algún aspecto alcanzarán y disfrutarán de ese estado. Y no es cierto. Aparentemente la Plenitud de Ser se consigue con la armonización de los resultados con las pretensiones. “Si consigo todo lo que he soñado seré una persona plena”, se puede pensar, pero no es cierto. Sólo los ciegos de espíritu y los que se auto-engañan confunden la eudemonía con el éxito social. Los que están un poco más atentos, o más despiertos, se darán cuenta de que eso puede ser sólo uno de los puntos y, dependiendo de los valores personales de cada uno, no imprescindible ni siempre es el más importante. Si es el ego quien planifica nuestros principios y aspiraciones, jamás se sentirá satisfecho. Su ambición es ilimitada… y equivocada. La aspiración a la Plenitud es llegar a SER, no a tener. La Plenitud es un asunto interior. Los logros externos producen placeres, una ilusión falsa de bienestar por haber “triunfado”, pero el éxito que de verdad satisface de un modo real es alcanzar la auténtica sensación - ni tangible ni física- de PAZ, de una relajación armónica que uno siente y disfruta sin la necesidad de airearla, porque quien realmente somos no tiene necesidad de presumir, sólo le interesa SER y no ve la necesidad de ser expuesto públicamente. Es una relación de Plenitud consigo mismo, una sensación de doble integridad: de ser íntegro y de estar integrado. Sólo la intromisión del ego, con su pretensión de éxitos sociales y ostensibles, podría desbaratar ese estado. Cuando uno se pregunta ¿qué es lo que quiero? si no le añade un matiz y la convierte en ¿qué es lo que REALMENTE quiero? y si no hace la pregunta en el sitio adecuado y desde la humildad y sinceridad adecuadas, es muy posible que se presenten multitud de respuestas apresuradas y sin sentido real, que buscan más satisfacer la situación externa que la inquietud interna. Si uno es veraz a la hora de responderse, verá que sus pretensiones reales en la pregunta están más relacionadas con su Ser: ser honesto, honorable, compasivo, amable, generoso, empático, digno, noble, etc. Uno no se siente en paz si tiene actitudes y realiza actos de los que se avergüenza ante sí mismo. Uno no se siente identificado cuando actúa de un modo en el que la honorabilidad no está del todo presente. Uno no se siente en paz y armonía cuando se descubre manteniendo vigentes pensamientos que sabe que no contienen bondad. Uno pierde su propio respeto cuando no es recto y se sale de sus principios de dignidad. Uno no está en paz con su SER si no es capaz de mirarse en el espejo y ver a una persona íntegra. Es cierto que uno se distrae mucho y da preponderancia a otras cosas antes de enfrentarse a asuntos tan trascendentales como el Sentido de su Vida, sus auténticos Principios, la Integridad y la Plenitud de su Ser, pero llegados a cierto momento de su existencia, si uno escucha sus voces internas, si presta atención a su conciencia, si es consecuente consigo mismo, moverá su orden de prioridades y seguirá en su vida cotidiana, afrontando lo que cada día le trae, pero tendrá siempre presente su realidad y comprenderá que es la Paz Interior y la Plenitud de su Ser lo que realmente quiere y ansía. Lo mejor que uno puede hacer por sí mismo es escuchar la sabiduría de las voces ancestrales que le recuerdan cuál es su verdadero objetivo y su auténtico deseo. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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CAPÍTULO 153 - LA DEPENDENCIA EMOCIONAL -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 153 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER La dependencia emocional es un patrón psicológico que se puede manifestar en algunas relaciones de pareja, así como también en las de familia o amistad. Quien la padece –porque tener dependencia siempre es un padecimiento- se convierte en alguien inestable emocionalmente, desequilibrado y autodestructivo, ya que esa dependencia se fundamenta en algo tan irreal como es la idealización o magnificación del otro y la necesidad imperiosa de él –que no es cierta- y eso conlleva la sumisión incondicional y acaba afectando de forma negativa a la autoestima y a la salud física y mental. A pesar de ello, del sufrimiento y malestar que produce –que es mucho más y mayor que felicidad- los dependientes son incapaces de salir fácilmente de esas relaciones. Y lo que es peor, mientras más aplacen la salida de esa relación más difícil será hacerlo. En bastantes casos estas relaciones se forman porque uno de ellos siente miedo a la soledad o al abandono –en la mayoría de los casos por haberlo sentido en la infancia y por lo indeseado de volver a repetir aquella dolorosa sensación-, y por eso prefieren estar mal acompañados que solos, y en otros casos se debe a que sienten miedo al momento de romper la relación. Creen que van a quedar huérfanos de afectos, cuando en realidad no tienen afectos en esa relación. Esas relaciones, y la posibilidad de salirse de ellas, llegan a provocar pensamientos obsesivos y sentimientos de ansiedad y depresión. La buena noticia es que si zanjaran la relación e iniciaran otra –pero sin prisa, después de haber hecho bien el duelo por la que terminaron-, y si fuesen en igualdad de condiciones que el otro a ella, sin necesitar desesperadamente al otro miembro, se podría mantener una relación sana. No es que el dependiente esté descartado para tener una relación sana para el resto de su vida, pero mientras no sea consciente de que puede ser independiente no será libre para elegir. Necesitan afecto y ser queridos -o por lo menos tenidos en cuenta y que sientan que son alguien para alguien- y comprarán ese amor falso pagando cualquier precio, por excesivo que sea. En casi todos los casos, es su propia humillación y autodestrucción. Los inconvenientes son muchos. Como tienden a centralizar la felicidad y el amor en una sola persona, raramente encuentran esas dos cosas fuera de la relación. Y eso es grave, por la dependencia excesiva que se reafirma constantemente. Quien se encuentre en esta situación tiene que ser consciente de que no está enamorada de la persona con la que convive, sino que está “enamorada” del que conoció hace años, de aquel que era entonces, o está “enamorada” del ideal que ha construido sobre esa persona. La realidad es que, generalmente, él ya no se parece en nada al que le sedujo. Que se encuentren bien o mal estas personas depende, casi siempre, de cómo les trate el otro. Y para evitar altercados evitan contradecirle, aun cuando no estén de acuerdo en algo. Por eso mismo no pueden ser ellos naturalmente. Y eso les lleva a la paradoja de que sólo se sienten bien consigo mismos si son queridos por el otro. Darse cuenta de esto es un motivo suficiente para pensar seriamente en dejar esa subordinación. Por la dependencia que han creado, anteponen los intereses del otro a los suyos propios. O sea, que su vida está dispuesta en función del otro. Lógicamente, el miedo a ser dejados por el otro está siempre muy presente y amenazante; eso les lleva a satisfacer al otro continuamente con lo que refuerzan más la dependencia y les hace aún más fácilmente presas de chantajes emocionales, de sufrir lo indecible para que el otro no les deje, y de obsesionarse aún más con el otro creando un círculo vicioso del que cada vez resulta más difícil escapar. Para quien se encuentra en esta situación, es muy importante darse cuenta de lo que está haciendo. Ver la base sobre la que se sustenta la relación y verse a sí mismo, desde fuera, con objetividad, y tomar una decisión valiente, por su propia sanidad mental y emocional, para dejar que el amor y la relación sean lo que está previsto que sean… pero estando en otra relación, y para no seguir llamando amor a lo que solamente es una tortuosa situación a la que se ha llegado inconscientemente pero de la que se puede salir con consciencia y con la colaboración de un psicólogo. “Darse cuenta” de si uno está en esa dependencia se consigue –como para resolver casi todos los conflictos- colocándose en un punto de observación donde la sinceridad, la honradez, y la dignidad personal, estén presentes y tomen las riendas de la situación; la analicen desapasionadamente y después apliquen la decisión que sea más adecuada. Siempre valorando, por supuesto, los intereses personales como prioritarios. Conviene comprender que la felicidad general de uno no debería estar en las manos ajenas de otra persona –eso es una irresponsabilidad autodestructiva-; que nadie tiene el monopolio exclusivista de proveernos de felicidad sentimental ya que hay miles de personas que también lo podrían hacer; que la alegría personal no se debe basar en que otro te trate bien o no; que no es conveniente decir sí, cuando se piensa no, sólo por no discutir con el otro porque en el fondo, aunque uno no sea consciente, acabará discutiendo consigo mismo por esa sumisión que casi se enmarca en la esclavitud; que los deseos de uno tienen tanto valor como los del otro; que uno se puede amar aunque otros no le amen; que no hay que tener miedo a perder a quien tal vez sea mejor perder; que el sufrimiento que provocan estas relaciones es superior a la pobre y falsa felicidad que aportan; que el control de la propia vida es una responsabilidad de uno mismo y no hay que ceder ese gobierno a otro. A la persona que esté en esta situación le corresponde valorar sinceramente a cuántas cosas tiene que renunciar para satisfacer al otro: a ser ella misma, a relacionarse libremente con sus amigos o su familia, a poder hacer lo que realmente quiere hacer, a su Autoestima… Recolocar la Autoestima, poniéndola en el sitio que le corresponde, puede ser el primer paso. El segundo, perder el miedo a la soledad. “Más vale solo que mal acompañado”, dice el refrán. La soledad es muy recomendable para encontrarse consigo mismo, a solas, reconciliarse, re-descubrirse, y prepararse para recibir el amor externo como un complemento al propio, y no como el que va a ocupar todo el corazón. Es bueno darse cuenta de la diferencia que existe entre “desear” y “necesitar”. Está muy bien desear a alguien, pero está menos bien necesitar desesperadamente a alguien. Cuando uno se ama a sí mismo no necesita al otro, y se puede permitir desear al otro. Y cuando no se necesita al otro, es cuando uno está preparado para amar de un modo sano, porque entonces el otro no es la única fuente proveedora de amor. Su amor es bien venido, pero no es imprescindible ni vital. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Huir urgentemente de las relaciones de dependencias, porque además casi todas acaban siendo, también, tóxicas. - Uno mismo y su dignidad tienen que estar por encima de cualquier relación y más si ésta es insana. - Las personas que tienen tendencia a este tipo de relaciones arrastran pasados en los que la falta de amor, la desatención, el menosprecio y la sensación de abandono estuvieron muy presentes. Se hace muy recomendable la ayuda de un psicólogo. Francisco de Sales
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CAPÍTULO 152 - MENOSPRECIAR LAS INCOMPATIBILIDADES -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 152 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Parece que no existe la compatibilidad absoluta entre dos personas. Se puede llegar a un porcentaje muy elevado que roce el cien por cien, pero… siempre hay algún pero. Siempre hay algo que impide el pleno. El tiempo que se dedican al principio de conocerse para investigar y averiguar todo lo del otro ha de ser un tiempo de sinceridad con los descubrimientos, sobre todo con los descubrimientos de las cosas que puedan provocar incompatibilidad entre ambos. El noviazgo es solamente un tiempo de tanteo, de pruebas, de comprobar: todavía no hay un compromiso cuya ruptura pueda ser traumática. Se está a tiempo de explicar con sinceridad la razón de no querer seguir adelante, o de encontrar una excusa, o de no contestar más a las llamadas y no verle –cada uno a su gusto, según su ética-, y dejar el corazón desocupado para la próxima persona interesante que aparezca. Porque la otra opción es valorar seriamente cuáles son las cosas que no terminan de verse claras, y ver si son cosas que se pueden resolver fácilmente, provocando con ello un acercamiento entre ambos, o si son cosas definitivamente separadoras; y si tienen solución, cuánto se está dispuesto a aportar, por ambas partes, para lograrlo. Las diferencias que son insalvables no se pueden salvar. Y esto es una perogrullada, pero hay que verlo con ojos nuevos y entenderlo con mente nueva. Lo que no se debería hacer, bajo ningún concepto, en ninguna circunstancia, con ninguna excusa, es convertirse en cómplice de un autoengaño del que todos -el otro, la pareja como tal, y uno mismo- van a ser las víctimas y los perjudicados. Y no es tanto la importancia que tengan esas cosas que pueden desunir como lo primordiales que sean para uno, porque es cada uno quien marca el lugar que ocupan en su escala de valores, o en la lista de las que son innegociables. Y ser rígido en el respeto de no negociar lo innegociable puede evitar un montón de perjuicios: los que surgirían en el caso de aceptar lo inaceptable. Las incompatibilidades son las señales de aviso que marcan el porvenir de una relación, y conviene hacerles caso, y no evitarlas ni negarlas, ni menospreciarlas con la utopía de que el amor lo soluciona todo, o que no se le van a dar mucha importancia, porque, más adelante, sí se le van a dar importancia y se va a comprobar que el amor, por mucho que lo intente, no lo soluciona todo. Y aún se solucionará menos cuando el amor haya desaparecido y no quede ni siquiera un poco para intentarlo. La buena sugerencia es estar atentos a esas discrepancias irreconciliables, prestarles mucha atención –aunque desde la nube del enamoramiento no se vean bien-, valorarlas en su trascendental medida, y tener la honradez y la valentía sensata de cortar una posible relación antes de darle oportunidades de que se instaure ya condenada al hundimiento. En las relaciones establecidas la regla es similar: si hay demasiadas incompatibilidades y si eso causa malestar y no parece que se puedan resolver… debe valorar la continuidad o no. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Hay que tratar de solucionar las incompatibilidades porque son habituales y no deberían ser un obstáculo en las relaciones. Se pueden negociar y ver si se logran acuerdos satisfactorios para ambos. - El autoengaño no es conveniente ni en lo personal ni en la relación. Si realmente se ve que la relación no va a funcionar no hay que empeñarse en conseguir lo imposible. - El amor, por mucho que lo intente, no lo soluciona todo. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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CAPÍTULO 151 - SOBREPROTEGER AL OTRO MIEMBRO DE LA PAREJA -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 151 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER El compañero sentimental en cada relación es un adulto. O debería serlo. Por lo tanto, requiere ser tratado como tal. Algunas mujeres cometen el disparate de tratar al hombre como si fuera un niño al que no quieren dejar crecer. Y esto hay que tenerlo muy claro: una es cónyuge, pareja, compañera, consorte… pero no es la madre. Se convierte en un asunto a revisar si ella tiene que decirle a él la ropa que se ha de poner –previamente le ha dicho la ropa que se tiene que comprar, o se la ha comprado directamente-, si le resuelve algunos de sus asuntos personales –algunas mujeres se convierten en sus madres y otras en Superwoman-, si reconoce algunas de sus costumbres inmaduras pero se las acepta –e intenta hacerle madurar tratándole como a un niño de diez años-, si le permite el desorden en sus cosas con resignación y mansedumbre –en vez de exigirle colaboración en el orden-, o si llega a ser capaz de encontrar una justificación para sus actos injustificables incluso antes que él mismo. Es posible que esta actitud sea una extensión de su maternidad innata, y que en otros casos sea una demostración un poco velada de su “superioridad” –haciéndole ver que está por encima de él en ese terreno, o para demostrárselo a sí misma y engordar su baja Autoestima- y, en otros casos, le esté tratando de convencer de que “sin mí no eres nada, y no sabes qué hacer ni cómo apañártelas, así que quédate conmigo”. Es una contradicción tratar de educar a los hijos con la intención de que maduren y aprendan a valerse por sí mismos, mientras que a la pareja no se le exige lo mismo. Hay que dejarle que resuelva sus asuntos –sí estará bien ayudarle a que aprenda cómo resolverlos, si es que no sabe hacerlo bien-, pero que se responsabilice él y lo haga él. La sobreprotección es destructiva para la pareja, porque si no es deseada o solicitada por la otra parte, puede llegar a cansar a la otra persona al sentirse infravalorada. Y en la sobreprotección una no actúa como cónyuge, sino como madre. Como una mala madre que está mal criando a quien no es su hijo. Como una madre que ha adoptado a su pareja. Es una buena idea des-adoptarlo. Por el bien de todos. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - El otro miembro de la pareja es adulto y hay que tratarle y exigirle como tal. - La sobreprotección es destructiva para la pareja porque desvirtúa el sentido de la relación. - Es recomendable no consentir la irresponsabilidad del otro miembro y exigirle el comportamiento adecuado que le corresponde. - El compromiso con el otro es ser su pareja y no su madre o su salvadora o su esclava. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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CAPÍTULO 150 - DAR TODO A CAMBIO DE NADA. O VICEVERSA. -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 150 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER La relación de pareja se basa en el intercambio y la aportación –una aportación que debe conllevar, sin necesidad de solicitarlo, correspondencia por parte del otro-; pero no es una ONG para acoger personas sin amor, ni es un asilo para corazones que no han encontrado el cariño pero que tampoco saben darlo, ni una Casa de Misericordia donde se provee de amor incondicional a egoístas o a personas que no saben mantener y mantenerse en una relación. El inmenso amor del que la mujer dispone, añadiéndole el instinto materno, le pueden jugar muy malas pasadas, porque le pueden hacer ver en el otro alguien a quien poder cuidar o salvar, y si ha aprendido mal en su hogar -de una madre que complacía a su padre en todo a cambio de nada-, puede repetir el mismo modelo que vio sin pararse a pensar en el motivo por el que actúa de ese modo, ya que estará convencida de que es el modo correcto –porque es el que usaba su madre-. Más adelante, tal vez se quejará de su mala suerte por ser mujer, de su mala suerte por haberse emparejado con ese hombre y no con otro mejor, o se quejará de su destino o sus circunstancias, pero tal vez no se le pasará por la cabeza como una posible opción –hasta que esté realmente muy muy muy harta- la de abandonarle y compartir su vida con otro que sí le dé lo que quiere y lo que se merece. Los principios de cada mujer pueden hacerle ver múltiples propuestas y todas pueden ser tan distintas como distintas son todas las mujeres, pero tiene que contemplar con firmeza que no hay ninguna ley que obligue a amar cuando no se siente el deseo de amar, y que no hay una imposición inevitable de seguir entregando a quien no se lo merece y a quien no hace ningún esfuerzo o aportación para merecer. El amor es una entrega generosa, pero requiere ineludiblemente –por simple correspondencia y justicia- recibir lo mismo que da. O, por lo menos, algo muy similar. Las personas que son egoístas, que no comparten el amor del que disponen –o que no tienen amor para compartir-, y las que sólo piensan en atiborrarse del que les viene de fuera -de su pareja, más concretamente-, son merecedores del desprecio y el abandono, porque han incumplido la primera Ley Universal de la Relación: que son dos y ambos deben mirar por el otro, cuanto menos con la misma intensidad que miran por sí mismos. Dar todo a cambio de nada es una incongruencia injusta, y no hay razón o excusa que sea capaz de justificar que debe ser así. Dar nada a cambio de todo es el mayor acto de egocentrismo, la más grande muestra de ingratitud, una grave ruindad, y la actitud de un usurero sentimental que sólo es digno de una correspondencia similar. En el mismo momento en que dos no participan con la misma generosidad y la misma voluntad, su vínculo no es el de una pareja como debiera ser, sino el de un parásito abusador que se aprovecha de la bondad o la inocencia del otro, pensando exclusivamente en su propio bien. Y si descubres que estás en una relación de este estilo, este es un buen momento para ponerle remedio. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Es bueno dar y dar y dar. Pero también es bueno recibir y recibir y recibir. - Si hay una descompensación entre lo que se entrega y lo que se recibe, algo no está funcionado bien. Y hay que arreglarlo. - Cada miembro tiene derecho a exigir al otro que le entregue lo que le corresponde sentimentalmente, pero si hay que recordarle eso… algo va mal. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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YO NO SOY PERFECTO En mi opinión, esto es algo que ya sabemos: no soy perfecto o no soy perfecta, pero es algo que tratamos de ocultar y no nos atrevemos a exponerlo. No queremos que conozcan nuestro lado oscuro. Bueno… pues yo sí lo digo: NO SOY PERFECTO. Y decirlo me libera de tener que mostrar una máscara o un personaje que no soy yo y no es real. El que sí es real –el que sí soy real- es el que tiene “defectos”, el que se equivoca, el que no sabe hacer siempre lo adecuado, el que tiene cosas de las que no se siente orgulloso, esas cosas que uno esconde en lo más profundo y encierra con muchos candados para que nadie, jamás, llegue a conocer… Pero… ¡Soy Humano! y eso me concede el privilegio de no tener que ser perfecto, de poder tener defectos tranquilamente, de no hacer siempre lo adecuado, de equivocarme sin que pase nada grave por ello y sin que merezca mi menosprecio o un castigo… y comprender y aceptar esto le resta una gran parte de dramatismo a la vida y permite tener una relación más cordial con uno mismo. Llevo mucho tiempo manifestando que una de las tareas primordiales del Ser Humano, mientras está en este mundo, es preservarse. (Preservar: Proteger, resguardar anticipadamente a alguien o algo, de algún daño o peligro). Creo que uno debe hacer todo lo posible para evitarse el daño, para quitarse todo tipo de sufrimiento innecesario, para eludir las agresiones externas o las autoagresiones y sus consecuencias –que siempre las paga y sufre uno mismo-. Esto que voy a escribir a continuación no lo puedo demostrar, es solamente una teoría, pero creo que si le damos una excesiva importancia a eso que denominamos “la sombra”, le estamos dando más poder. Creo que se alimenta de ese miedo que le tenemos, que crece lustrosa en la oscuridad a la que queremos repudiarla, y creo que si la entendiésemos como algo natural, si la mirásemos cara a cara sin vergüenza, aceptándola, se desarmaría su funesta autoridad –y conviene recordar que influye en cada uno de nosotros de un modo mucho más notable de lo que suponemos-, y pasaría a ser como cualquiera de las otras características nuestras que aceptamos. El caso es que todo aquello que hemos enviado a la sombra está oculto, en muchos casos incluso para nosotros mismos, por lo que no podemos hacer limpieza de vez en cuando para verificar el lugar que ocupa y decidir si realmente estamos interesados en seguir concediéndole esa preponderancia de la que disfruta. Bueno, pues con mi sombra y todo, a pesar de desconocerla bastante, y gracias de algún modo a su presencia, digo tranquilamente, sin traumas ni complejos ni vergüenza ni miedo a las críticas o a desilusionar a quien le hice creer –o quiso creer- que soy perfecto, que REALMENTE NO SOY PERFECTO. Y si todos nos acostumbráramos a expresarlo sin miedo, nos parecería algo tan natural como realmente es y nos iríamos despojando de ese “derecho” incierto que creemos poseer de poder criticar a los demás, tan tranquilos como estamos detrás de la máscara que ofrecemos a los demás de persona libre de defectos. “Yo soy perfecto” decimos, pero no en voz muy alta porque sabemos que si nos ponen a prueba, si profundizan en nosotros, seguro que acaban descubriendo a quien se esconde detrás del decorado de la fachada. NO SOY PERFECTO. NO SOY PERFECTA. Soy un ser Humano en continuo proceso de aprendizaje, con una dominante voluntad de intentar ser cada vez mejor, y en ello estoy. No he conseguido aún todos los resultados deseados, pero no me importa. Me importa la consideración que tengo de mí, tener una comprensión que sea amable y generosa, la predisposición a aceptarme y comprenderme –y a perdonarme, diría si creyera que eso es necesario, pero creo que si hay comprensión ya no es necesario el perdón-, y a mirarme con una sonrisa benevolente, acogedora y sin juicios, cada vez que me sorprendo en una nueva faceta que demuestra mi imperfección. De eso se trata: de finalizar las guerras que uno tenga entabladas contra sí mismo, de firmar una reconciliación sin rencores, y de permitir que una paz se instale con aires de infinitud en cada uno de nosotros. La perfección no es el objetivo, es sólo un asunto más y no el más importante precisamente. Y el coste emocional de la pretensión de la perfección no se compensa con la egóica satisfacción que pudiera aportar. Aceptar la imperfección aporta una tranquilidad y una paz internas que, en realidad, sí están más cerca del sentido de la vida que la perfección que en muchos casos –insisto- no es más que una vanagloria para el ego. Y, en mi opinión y en este caso, que se vaya a la mierda el ego y me deje en mi paz de Ser Humano y con todos mis derechos intactos de poder mostrarme imperfecto y poder ser feliz. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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CAPÍTULO 149 - CUANDO LA PAREJA ES UNO SOLO -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 149 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Aunque parezca inconcebible para quien no haya pasado por esa situación, en lo que era una pareja vinculada por unos lazos libremente elegidos, y porque uno de los dos –generalmente él- decide no seguir aportando a la relación su parte correspondiente, se da el caso de que un día la mujer se da cuenta que es ella la que está poniéndolo todo. Ella permanece desparejada, sola, soportando cada día las horas que sólo se llenan de su propia soledad y silencio o de su atiborrada agenda de obligaciones y responsabilidades, con una tristeza abatida incrustada en la mirada, los labios en un gesto adusto petrificado, y los ojos hartos de licuarse. El otro tiene cosas que le interesan más, que le aportan más satisfacciones y menos rutinas, y les dedica una buena parte del tiempo y la atención que al principio aportaba al enriquecimiento emocional de la pareja, así que ella, que se ha hecho cargo en solitario del timón, hace los dos papeles al mismo tiempo, y es ama de casa y quien administra la economía de la familia, o es padre porque no hay quien asuma el cargo, o atiende los compromisos familiares y sociales por ambos. En esos momentos ella siente el lastre opresivo de su vacío en la pareja, y se siente más nadie que antes, más sola de lo que nunca hubiera estado. Y es que tal vez no haya mayor soledad que la de quien tiene una pareja ausente, desinteresada, y fría en la relación. Y, en muchos casos, no se recurre a contárselo a alguna amiga, o algún ser querido, o un profesional, porque la vergüenza de tener que reconocerlo les pone trabas para hacerlo. Pero ser cómplice de su propia destrucción es algo que debiera evitar quien se encuentre en esta situación, porque los días pesarán cada vez más, y lo malo que tiene aplazar la toma de decisiones es que si hoy uno se lamenta de no haberlo hecho ya hace un tiempo, y aún lo aplaza todavía, tendrá más y más justificados motivos para lamentarse después, porque será mayor el tiempo perdido. Aunque estoy convencido de que las cosas tienen “su tiempo” para ser o para hacerse, y no se deben precipitar, también estoy convencido de que cuando llega “su tiempo” no hay que buscar excusas para aplazarlo. Parece que es un poco exagerado el ejemplo relatado, pero después de haber hablado con cientos de mujeres de este asunto resulta que es más común de lo que uno se puede imaginar. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - No se debe llegar a vivir la sensación –o la realidad- de que el otro miembro abandonó el barco hace tiempo y le ha dejado a una sola y a la deriva. - Se puede llegar a sentir más soledad estando con algunas parejas que estando solos. - Es conveniente no perder la dignidad y reconocer cuándo la relación no tiene remedio y es mejor abandonarla. Francisco de Sales
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¿ESTÁS SIENDO TÚ O ERES TU YO IDEA? En mi opinión, quien sigue siendo a estas alturas de su vida su YO IDEA y no él mismo -él realmente- se está perdiendo una gran parte de su vida viviendo en una falsedad y representando un personaje que no es él. Se le llama YO IDEA al PERSONAJE que vamos creando durante nuestra infancia en base a las ideas que los otros nos dan acerca de nosotros mismos. Dado que en ese tiempo no sabemos quiénes somos, vamos recopilando la información que los otros nos aportan cuando hablan de nosotros o con nosotros, y dado que a esa edad no tenemos la habilidad ni los argumentos para descartar o rebatir algunas de las cosas que nos dicen, optamos por creerlas todas y con esos datos nos vamos haciendo una IDEA de cómo y quiénes somos. Si nos dicen que somos torpes, distraídos, inútiles, brutos, guapos, etc. –incluso aunque algunas cosas lleguen a ser contradictorias entre sí- suponemos que eso que nos dicen somos nosotros y en función de eso vamos viviendo y afianzando nuestra personalidad y nuestro carácter. Si me han dicho que soy torpe y me lo he creído, actuaré como torpe y no corregiré mis torpezas porque estaré convencido de que es mi naturaleza, que soy así, y que eso no tiene remedio. Si me han dicho que soy distraído y me lo he creído… ¡pues qué se le va a hacer!, me diré que soy así y no haré ningún esfuerzo para prestar más atención y resolverlo. Los Procesos de Introspección y de Autodescubrimiento sirven para eso: para cuestionárselo todo acerca de uno mismo, para empezar a conocerse realmente y para eso hay que observase como si fuese la primera vez que uno está consigo mismo y quiere saberlo todo y conocerse a fondo. Así que… la tarea es quedarse a solas y preguntárselo todo, tranquilamente, incansablemente, buscando la verdad detrás de la apariencia, cuestionándose hasta lo más básico, desmenuzando los pensamientos y dándose cuenta de quién piensa así o porqué piensa así. Si no hay un proceso de respuesta actualizado con respecto a uno mismo, sino que todo se sustituye por unas respuestas automáticas –las mismas de toda la vida-, tal vez haya que reemplazarlas casi todas. Si uno está del todo presente durante el proceso de pensamiento y acaba decidiendo libremente, entonces está bien. También es útil estar absolutamente atento a cada acto propio importante para preguntarse… ¿por qué? y preguntarse… ¿para qué? Cada cosa que se hace tiene que tener una razón y conviene averiguar por qué se hace cierta cosa sin ser consciente de ello o para qué se hace cierta cosa sin ser consciente de ello. Uno sólo puede conocerse observándose y preguntándose con toda la honestidad. Las otras posibilidades -como por ejemplo preguntarle a algún amigo- es posible que no sean muy fiables, bien porque no nos conoce bien y del todo sino sólo en algunas facetas o bien porque su opinión puede estar determinada por sus propios condicionamientos y traumas. La verdad se esconde a veces y hay que quedarse un tiempo quieto y agazapado -sin cansarse nunca- hasta que aparezca. Y la verdad es inconfundible: a veces deslumbra y por ello es innegable y a veces duele, y por ello también es innegable. Sólo una honestidad incorruptible es capaz de distinguir entre la verdad y una nueva y más sofisticada mentira o excusa. Así que hay que estar muy atento, con toda la sinceridad abierta, para reconocerla. Cuando te descubras del todo comprobarás que tienes poco que ver con ese YO IDEA que está ocupando tu lugar, y será el momento de reconstruirte aprovechando todo lo sano y verdadero que haya en ti, arrasando sin miedo todo lo demás, y comenzando la etapa de tu vida en la que serás, por fin, realmente tú mismo. Y te alegrarás de haberte descubierto. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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CAPÍTULO 148 - ENTENDER MAL LOS PAPELES: “UNO MANDA, OTRO OBEDECE” -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 148 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER En algunas relaciones esto está asumido y se acepta como norma, y en algunos países esta mala tradición aún se mantiene. En mi opinión, se necesita una gran revolución en este sentido –que no va a ser fácil-, para poder equipararse a otros países donde el trato hacia la mujer es absolutamente respetuoso, la consideración es lo habitual, las igualdades no diferencian el sexo, la mujer tiene un papel preponderante –pero reconocido y valorado- en lo relacionado con el hogar y la estabilidad de la familia, y las decisiones que atañen a ambos se toman de un modo consensuado. Y debería ser innecesario a estas alturas que haya que escribir un capítulo haciendo referencia a algo que es inaceptable desde todos los puntos de vista. Poco a poco, de un modo suave, utilizando la sutileza del arquetipo femenino, sin ruidosos enfrentamientos –o con ellos, si es necesario-, incumbe a la mujer ir afianzando su parte de autoridad, reafirmarse en sus derechos humanos y de pareja, y defender con firmeza su dignidad y su derecho a un trato respetuoso e igualitario. Ninguno de los dos debe mandar más que el otro. Ambos deber opinar o sugerir. Ambos mandan por igual en esa creación que es de los dos. Si acepta uno de ellos la responsabilidad en un apartado, hay que respetarlo. En cambio, si manda del mismo modo que un tirano que ha dado un golpe de estado y se ha convertido en un dictador, no deja otra opción que repudiarle, destituirle, y deportarle. En el amor no encajan la tiranía ni el despotismo. No son compatibles. En la pareja no hay un jefe y una subordinada, ni viceversa. O no debe haberlos. Los papeles se reparten y adjudican entre ambos, y cada uno es responsable frente al otro, y frente a sí mismo, de cómo está haciendo su parte. Sí debe admitir cualquier tipo de sugerencia –que no de imposición- que le haga el otro, porque todo aquello que sirva para fomentar el amor que se tienen, y para facilitar y hacer más agradable la convivencia, ha de ser bien recibido. Cualquier tipo de relación que se base en la coacción, en la inseguridad o el peligro, en el horror o la pesadilla, en la intimidación, en la falta de respeto, en la dictadura o el despotismo, está penalizada por la ley humana y la ley divina. Todo eso es lo contrario de lo que ha de ser una relación, en la que no cabe nada de ello porque todo tiene que estar lleno de amor sin que quede espacio para otra cosa. Y si lo que busca el otro es alguien que le lave la ropa y le cocine, que se busque una empleada; y si lo que quiere es una mujer sumisa, una esclava sexual, un vertedero para sus amarguras, hay que hacerle ver que se ha equivocado de mundo, o de época, ya que en este momento ninguna mujer tiene por qué soportar a tipos de esa calaña que deshonran a la mujer, el concepto de relación sentimental, y desprestigian el sentido de lo que verdaderamente son las relaciones amorosas. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - La igualdad de ambos miembros dentro de la pareja es indiscutible. - Hay que cuidar que uno no se sienta abusado de algún modo en la relación. - En la pareja no hay un jefe y una subordinada, ni viceversa. O no debe haberlos. - Es urgente y necesaria la emancipación de las mujeres que aún se sientan sometidas de algún modo en la relación. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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CAPÍTULO 147 - CONFORMARSE CON MIGAJAS DE AMOR. -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 147 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Cuando una persona tiene la Autoestima baja no está en condiciones de darse amor a sí misma, ya que está convencida de no ser merecedora de ello. La necesidad de amor, aunque no se quiera reconocer, puede empujar a buscarlo donde sea y casi a pagar cualquier precio por él: desde la sumisión incondicional hasta la renuncia a los derechos y la dignidad. Puede inducir a exigir que el otro le ame, y entonces estará fallando la relación, o el concepto que se tiene de una relación normal, donde el amor se da –voluntariamente y por ambas partes- y no se exige. Tener una Autoestima baja puede hacer caer a la persona en una dependencia de la atención del otro, de sus halagos esporádicos o su aceptación ocasional, y la convierte en presa fácil para un abusador; si el otro se da cuenta de esa situación de indefensión tiene en su mano el poder de convertirse en un tirano que, sabiéndola rendida de antemano –porque ella está agradecida sólo porque le ha prestado atención y le ha dado unas migajas de algo que se parece al amor-, puede hacer de ella y con ella lo que quiera. Si él lo desea, puede convertirla en su esclava, en su fiel perrillo. Con decirle cualquier cosa agradable de vez en cuando ya la tiene a sus pies, sumisa y subyugada. Quien caiga en esta dependencia tardará en darse cuenta, pues aunque se lo hagan ver sus allegados se negará a aceptarlo y se quedará con la sensación de que los otros no la comprenden. Tiene que llegar la relación a un extremo de gravedad muy notable, o tienen que juntarse varios asuntos dolorosos, para que se dé cuenta de lo que está haciendo, reaccione, y tome la decisión adecuada para este caso, que sólo pueden ser reconducir o, más bien, disolver la relación. En este caso no van a servir diálogos ni negociaciones, porque quien ha sido capaz de esclavizar y verse bien servido no quiere perder sus privilegios, y probablemente ni siquiera esté capacitado para participar en una relación de igualdad. No se ha de olvidar nunca que en la relación –en cualquier tipo de relación- cada persona tiene unos derechos y unas obligaciones o responsabilidades. Renunciar a la parte agradable y padecer la que es más gravosa es una injusticia y una muestra de desigualdad. Entre los derechos de cada uno de los miembros de la relación está el de recibir, por parte del otro, cuidados, atención, amor –o cuanto menos un gran cariño que compense la ausencia de un auténtico amor- respeto, y además todas las cosas buenas posibles. No exigir ese derecho fundamental a recibir lo que se merece, y lo que el otro ofreció o prometió, es un atentado contra la propia dignidad y lo que es de justicia. Y quien no lo haga, que valore cuáles son sus razones –falta de Autoestima, miedo, conformismo y resignación, etc.- y que asuma si le compensa seguir de ese modo o que valore otras opciones posibles. No hay que olvidar que el amor verdadero y correcto ha de ser recíproco. No recibir amor en una cantidad aproximada a la que se entrega –aunque se crea que el amor es todo generosidad y altruismo, que no es cierto- acaba llevando a una justa indignación y a una pesarosa frustración. Es más justo no conformarse con menos de lo que uno se merece. SUGENRENCIAS PARA ESTE CASO: - No hay que olvidar que el amor verdadero y correcto ha de ser recíproco. Si no es así, la relación no es correcta. - Es justo no conformarse con menos de lo que una se merece. Las migajas para las palomas o para los peces del estanque. - Algo falla si se acepta una relación de amor sin amor. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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PROHIBIDO Prohibido suspirar mil lamentos, añorar una herida, rendirse del todo. Prohibido perpetuar un mal recuerdo, matar el tiempo, llorar veneno. Prohibido cobijar desilusiones, sufrir desencantos, perseverar en lo negro. Prohibido abandonarse, engancharse a la tristeza, maldecirlo todo. Prohibido besar sin besos, reír sin risas, abrazar sin abrazos. Francisco de Sales
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CAPÍTULO 146 - LLEVAR A PRISIÓN LA LIBERTAD DEL OTRO -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 146 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Algunas personas creen que cuando establecen una relación eso implica una renuncia a todo lo que hasta entonces les ha unido al resto del mundo. Y eso no es acertado. Algunas personas exigen al otro una fidelidad absoluta, y eso es muy correcto, pero también exigen una dedicación exclusiva de todo su amor, y esto no resulta fácil ni es conveniente. Cuando una pareja se compromete, el compromiso es el de ofrecer en exclusiva los sentimientos amorosos como hombre o como mujer, pero no el amor que se les tiene a los familiares o amigos, que es de otro tipo distinto aunque lleve el mismo nombre. No se debe obligar al otro a que abandone todas las que han sido sus actividades y relaciones hasta entonces –salvo aquellas que afecten directamente a su relación sentimental, o sea, otros hombres o mujeres con intenciones amorosas o sexuales-, porque aunque la otra persona renuncie de un modo más o menos voluntario, va a comprobar, cuando se le baje un poco la fiebre del enamoramiento, que su pareja le cubre algunas de las necesidades de sus sentimientos, pero no todas. Hay cosas que una persona sólo las puede encontrar fuera de la relación, en otras personas o en otros sitios, y si tiene que renunciar a ellas sólo por satisfacer el deseo de ser acaparada en exclusiva, de un modo que puede llegar a ser agobiante y asfixiante, en algún momento se dará cuenta de que le están limitando una parte de su libertad, de que le están impidiendo desarrollar algunas de sus facetas y desarrollarse como persona integral. Que le están cortando y coartando la libertad de seguir siendo ella misma. Puede encontrarse un poco desorientada, vacía, con la desagradable sensación de haber perdido el control de su vida, y con la duda razonable de si habrá acertado al emparejarse con alguien tan acaparador. Ese es uno de los momentos en que puede comenzar el declive de la relación, porque uno puede cuestionarse: ¿qué hago yo aquí?, ¿por qué tengo que renunciar a tanto?, ¿soy yo mismo o he dejado de serlo para ser quien la otra parte le interesa que sea? Es bueno que cada uno de los dos mantenga actividades que no comparten en común –insisto: siempre que no atenten contra los principios básicos establecidos en la relación-, porque eso les permitirá seguir desarrollándose como personas, afianzará la relación -ya que se sentirán comprendidos y apoyados por la otra parte-, y tendrán nuevas experiencias que podrán compartir. Pero es mejor que sean experiencias que no le quiten el tiempo que debe dedicar a la relación. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - La relación de pareja es una decisión de compartir dos libertades que se tienen que seguir manteniendo. - Ser pareja no es ser dos indisolubles, es ser uno y otro. - Renunciar a todo lo que uno era antes de emparejarse es renunciar a ser Uno Mismo. - Ninguno de los miembros de la pareja tiene derecho a exigir al otro que renuncie a todo su pasado. Francisco de Sales
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NECESITAMOS UN TERCER HOMBROEn mi opinión, todos necesitamos un tercer hombro, pero ajeno por supuesto, que le corresponda a otro Ser Humano, en el que podamos vaciar nuestra congoja cuando lo necesitemos, sobre el que descargar la gravosa carga que a veces arrastramos, en el que diluirnos, o en el que morir para renacer después.ver video aquí:https://www.youtube.com/watch?v=f7uPuEGILaE
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CAPÍTULO 145 - LLEVAR UNO SOLO EL PESO DE LA RELACIÓN -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 145 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER Por definición, la pareja consta de dos personas. La relación sentimental de pareja es el conjunto de dos personas que, por propia y libre decisión, han decidido unirse afectiva y físicamente para compartir un proyecto común, que pretenden apoyarse a lo largo de esa andadura, y que formarán un núcleo en el que sentimentalmente –salvo acuerdo mutuo por ambas partes-, no entrarán terceras personas. En muchas ocasiones, el hombre se desentiende y deja de esforzarse en el mantenimiento de la relación, o se acomoda una vez que ha terminado con lo que considera que es su parte en el ritual de seducción de cara a la posterior creación de la relación y el apareamiento que perpetuará la especie o satisfará su instinto sexual, y considera que su papel es seleccionar una hembra, embarazarla, y proveerla a ella y a su prole de alimento y cobijo. Y nada más. Por eso, a la mujer, después de mucho insistir y tratar por todos los medios de hacerles responsables a este tipo de hombres, y ante la inoperancia y falta de compromiso de él, parece que no le queda otra opción que la de hacerse cargo de todos los trabajos y ocupaciones. Lo que pasa es que para cuando se hace muy evidente la dejadez de él, y su desinterés, que es abrumador, es posible que ya tengan hijos en común, o que estén implicados mancomunadamente en una hipoteca, tengan que pagar unos plazos del coche que están a nombre de los dos, haya bienes gananciales por medio, o están tan comprometidos en asuntos comunes que resulte menos complicado alargar la relación que desatar los lazos de los compromisos. Es ella, en muchos casos, la que tiene algo más de cordura y la que se hace cargo de todo lo relacionado con la pareja, y educa más o menos sola a los hijos, administra el dinero más o menos bien, resuelve como puede los aprietos que van apareciendo, va sola a las batallas, apecha con las responsabilidades, y se convierte en una nueva heroína. No era ese el acuerdo cuando se iba perfilando la relación. Se hablaba de compartir tareas. Así que es tiempo de reclamar firmemente el cumplimiento de las tareas que le corresponden al otro. La exigencia firme, de un modo asertivo, de que el otro cumpla lo que le corresponde es un derecho, y conviene ejercerlo. Cada una sabrá cómo debe hacerlo, de un modo muy directo o de un modo subliminal, pero antes de llegar a la conclusión de mártir sacrificada de que el asunto no tiene solución, y que ella se debe hacer cargo de todo, es interesante que realmente intente todos los caminos para comprometer al otro. Incluido el camino de la advertencia de una ruptura. SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Salvo que haya algún motivo físico o psicológico que justifique que la otra persona no puede hacerse cargo, el peso de la relación recae en ambos. - Si la relación es cosa de dos, la responsabilidad de que vaya bien también es cosa de dos. - En esto conviene ser intransigente: la otra parte tiene que colaborar activamente en todo lo relacionado con la relación. Francisco de Sales
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CAPÍTULO 144 - ASUMIR, TAMBIÉN, LAS RESPONSABILIDADES DEL OTRO -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 144 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER “Si quieres que todo vaya bien en tu matrimonio sólo tienes que poner el 99%”. Este es un dicho antiguo, habitual en las sociedades calificadas como machistas, que las madres transmitían a sus hijas con estas u otras palabras similares, acarreándolas de ese modo unas pésimas consecuencias posteriores. Además del despropósito que es sobreproteger al otro, hay otro similar que también se da a menudo, y es el de culpabilizarse de todo lo que falle en la relación, y eso es así por no saber o no querer diferenciar entre las responsabilidades propias y las del otro. El otro es el otro. Y a estas alturas esto ya debería estar claro. Está bien repartirse o compartir las tareas, pero no hay que olvidar, ni evitar, que cada uno tiene sus responsabilidades y tiene que hacerse cargo de ellas. Y si el otro es un inconsciente, que cargue con las consecuencias. Y si es informal, vago, un desastre, un irresponsable, despreocupado o negligente, es algo que tendrá que arreglar por sí mismo. Si uno, o una, para evitar que el otro siga haciendo las cosas mal decide cargarse con lo que le corresponde al otro estará cometiendo una lamentable equivocación. Y peor aún, con ello no le estará ayudando a que aprenda y lo haga por sí mismo y bien, con lo cual se condena a sí mismo a perpetuarse en ese papel de amparador… y cargarse con los problemas de asumir responsabilidades que no son suyas. Algunas mujeres tienen tendencia a ejercer de salvadoras de sus parejas, y adoptan ese papel –por decisión unilateral del inconsciente, ya que éste es muy desconocido y en sus dominios parece que le permitimos libertad para que haga lo que quiera- o hacen de madres –y no son ni deben ser sus madres-, o se convierten en mártires –en una inmolación innecesaria-, o en perpetuas sufridoras –y el sufrimiento sólo sirve para sufrir y para nada más que sea bueno-. Bastante tiene uno con sus propios trabajos y obligaciones –que siempre son muchos- como para añadir más. No es bueno ni interesante el papel de Superman o Superwoman. Y no está mal que uno mire por sí mismo. Para eso, hay que saber cuándo y dónde hay que marcar los límites. (Eximo en este apartado a los que son verdadera e irremediablemente algo que va más allá de lo caótico y llegan a causar graves perjuicios por su incompetencia o desidia. En estos casos, y si se han intentado todos los caminos de solución y sigue siendo imposible la recuperación, quedan pocas opciones; entre ellas, la de cargar con sus responsabilidades y para siempre… o la de deshacerse de él) SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Cuando se han repartido las responsabilidades, cada uno debe cumplir las suyas y está en el derecho de exigir al otro que cumpla su parte. - Algunas irresponsabilidades del otro –documentos, pagos, trabajo, etc.- pueden afectarle a uno directamente y en ese caso puede ser una grave irresponsabilidad no hacer frente a esos asuntos. Pero dejándole claro que es un caso excepcional y que no ha de volver a suceder. - Hacerse cargo de alguna responsabilidad del otro, aunque sea ocasionalmente, puede llevar a error al otro y hacerle creer que no tiene que preocuparse mucho porque ya está la otra parte para solucionarlo. Francisco de Sales
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CAPÍTULO 143 - IMPONER -CUANDO LA PAREJA ESTÁ DESCOMPENSADA- Este es el capítulo 143 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER ¿A ti te gusta que te obliguen a ser de otro modo distinto del que eres? A tu pareja, tampoco. La presión para que el otro cambie, si el otro no quiere cambiar, produce el efecto contrario del que se está pretendiendo. ¿Te gustaría entonces que te sugiriesen o te propusieran cambiar -con tu consentimiento; sólo si tú lo apruebas y te parece bien- algunas cosas para tu bien y el bien de la relación? A tu pareja, también. Este último es el camino, y no el de esperar un milagro que seguramente no se producirá. Será muy difícil –rayando lo imposible- que un día el otro se despierte con la voluntad de cambiar, de transformarse, de transfigurarse y convertirse, por las buenas y de golpe, en ese o esa que a ti te gustaría que fuera. Conviene, por tanto, hacerle ver al otro -con paciencia, con la mejor voluntad posible, con mucho amor-, que pequeñas modificaciones, no muy difíciles, conseguirían grandes cambios positivos para ambos. Y sería bueno tener la habilidad y la capacidad de explicar con serenidad, con palabras e ideas sencillas, que estaría bien –en opinión de uno, pero abierto al diálogo y a escuchar al otro- que hiciera algunas reformas, que no le causaran mucho esfuerzo, porque con ello conseguirían afianzar la relación, o hacer más cómoda y feliz la convivencia, y de eso es de lo que se trata, a fin de cuentas, la relación: de tener y disfrutar todo lo bueno que entre ambos pueden aportar. Pero todo se debe basar en el consenso con el otro, que ha de ser razonable y dialogante, o mediante la sutileza para que el otro haga lo que uno –que es quien se ha dado cuenta- considera que es mejor. Dicen que el liderazgo es conseguir que el otro haga lo que tú quieres que haga, pero que lo haga sintiendo que es lo que él quiere hacer. Imponer siempre provoca, automática o inconscientemente, rechazo. Todo el cuerpo se pone tenso, a la defensiva y preparado para la oposición o el rechazo, cuando se siente que le pretenden imponer algo, porque ante eso uno se siente como súbdito o esclavo del otro, y presupone sumisión o renuncia a los derechos y deseos propios, así que es comprensible que uno se oponga instintivamente a las imposiciones. Y hay tantos modos de conseguir que el otro lo haga sin que se dé cuenta… SUGERENCIAS PARA ESTE CASO: - Amor, por supuesto. Y respeto. No se trata de que el otro cambie en todo llegando a perder su personalidad sólo para el beneficio de uno de ellos. Eso le haría sentirse mal. - La presión para que el otro cambie, si el otro no quiere cambiar, produce el efecto contrario del que se está pretendiendo. - Se puede y se debe decir todo, con cuidado y respeto. Se pueden y se deben sugerir los cambios que puedan afectar al bienestar y mejoramiento de la relación. - Cuidado porque imponer es poner una carga o una obligación. Así lo va a recibir y entender el otro. Francisco de Sales