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LA MUERTE NOS INVITA A LA VIDA En mi opinión, la muerte, esa inevitable compañera de la vida, con su afirmación rotunda e inquebrantable de que nos espera para separarnos de esto que llamamos VIDA, lejos de ser odiada o temida, y también lejos de ser amada o deseada, debería ser tenida en cuenta siempre, sin que ello nos traumatice o condicione. La única cosa segura en este mundo, después de la de que hemos nacido, es la de que vamos a morir. Lo queramos o no. Nos guste o no. Tengamos miedo o no. Ella tiene clara su función y es inconmovible ante cualquier petición de que no aparezca, cualquier intento de soborno, o cualquier rechazo. Ya está acostumbrada desde siempre a escuchar esas peticiones de reyes y plebeyos, de asustados y de buenos, y en todos los casos su inmisericordia prevalece y pone su punto final a las vidas. La existencia de la muerte nos invita a vivir, a estar en la vida aprovechando su limitada fecha de caducidad. Invita a la atención y el disfrute. Invita a empaparse de lo que se hace, de donde se está, de los sentimientos y placeres, de lo que es ser y estar consciente. No tiene malignidad contra nosotros. Tal vez ni siquiera es consciente de cómo afecta sino que es el único final posible para unos cuerpos que no están dotados para vivir eternamente. Tal vez sea el complemento de la vida. El broche de oro. El toque de atención necesario para que podamos apreciar y valorar lo que es estar vivos. Somos agraciados por esto de estar vivos y en este mundo, por esta maravillosa oportunidad de disfrutar de los cinco sentidos, de la gente y del amor, de los placeres y la capacidad de poder sentirlos y gozarlos. Y, en cambio, en demasiadas ocasiones, convertimos la vida en una rutina, dejamos de apreciar las cosas de las que disponemos a nuestro alrededor, nos perdemos oportunidades irrepetibles, y su magia la vemos sólo en contadas ocasiones. VIVIR requiere una atención que no siempre le dedicamos. La rutina es nuestra venda en los ojos. Hablar de muerte es hablar de vida. Sentir y saber que existe, que nos va a llegar, ha de ser un revulsivo que nos lleve a poner otra intensidad atencional a la vida. No hablar de la muerte, eludir ese tema, no va a evitar que llegue cuando corresponda: no nos hace invisibles a sus ojos. La muerte es el destino: nacemos, también, para morir. ¿Por qué tratar de oponerse si no nos va a servir para nada? Es mejor aprovechar la vida mientras se pueda y afrontar la muerte cuando llegue, preferiblemente sin miedo. Cuando estemos muertos no tendremos sentidos ni sentimientos, así que no existirá el dolor, ni la angustia, ni sentiremos la ausencia de los placeres ni de los seres queridos. Sólo nos espera la nada. Una nada que no somos capaces de imaginar porque estamos acostumbrados a la vida. Una nada sin mente, sin pensamientos, sin reproches, sin preocupaciones, sin miedos, sin preguntas. Ya llegará. No es necesario dedicarle un tiempo que podemos dedicarle a la vida. No podemos aceptar que nos den la vida si no aceptamos también la muerte y hemos aceptado ambas aunque ahora no lo recordemos. Si queremos una cosa tenemos que aceptar también la otra. La realidad de la muerte ha de darle intensidad a la vida. Que espere, no hay prisa, pero que quede siempre activado el recuerdo de su realidad para recordarnos la necesidad de poner intensidad en esto de vivir, para recordarnos la exigencia de atención y el interés y el esmero constante y consciente en nuestra existencia: estar plenamente en todo. Estar presente. VIVIR. Que la existencia de la muerte nos haga más conscientes de la existencia de la vida. Vamos a morir, pero antes vamos a VIVIR. Con este artículo hay que reflexionar y mucho. Y ya. Aprende a VIVIR. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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HAY QUE DISCUTIR MÁS… Y MEJOR. En mi opinión, hay que saber manejar bien las discusiones porque son imprescindibles en las relaciones humanas. Eso sí, es muy recomendable tener clara la premisa de qué es discutir y cómo hay que hacerlo. Según el diccionario, discutir es “dicho de dos o más personas: examinar atenta y particularmente una materia” y también es “contender y alegar razones contra el parecer de alguien”. Es todo muy correcto y razonable. Así es como tiene que ser, pero habitualmente en seguida se calienta el ego y en las discusiones cada uno trata de imponer al otro su razón, su verdad –que no siempre es LA VERDAD-, sin respetar que el otro tenga una opinión distinta. Aún así, discutir es una forma humana efectiva de comunicación. Algunas “discusiones” acaban a gritos, o con violencia verbal o física, pero entonces no son discusiones sino trifulcas, y eso está MUY LEJOS del sentido real de la discusión: “examinar atenta y particularmente una materia” y también MUY LEJOS de “contender y alegar razones”. Hay que discutir porque es el modo adecuado de exponer y hacer saber lo que uno piensa o siente sobre la materia que se trate y también es el modo adecuado de conocer lo que opina el otro. O sea, un modo de conocerse mutuamente en los pensamientos y un modo de aprender -si uno está receptivo- de otros puntos de vista y de otras opiniones. Discutir, bien, es una forma de buscar soluciones y acercamientos y ayuda a la resolución de los conflictos. Haciéndolo bien aprenderemos a desarrollar nuestras habilidades de comunicación y nuestra objetividad para saber escuchar sin juzgar. Lo que sabemos ya lo sabemos, o sea que no ganamos ni aprendemos nada diciendo lo que ya sabemos, así que es muy conveniente escuchar al otro, sin prejuicios, sin estar a la defensiva ni sentirse atacado. Discutiendo -tal vez y en muchos casos- podemos aprender algo que no sabíamos. Eso requiere atención a lo que se está escuchando, comprensión objetiva de lo que se dice -no escuchar desde los prejuicios, como ya escribí-, respeto hacia la otra parte, y apertura a aceptar que las cosas también pueden ser distintas de como uno cree que son. Una buena y sana discusión necesita de personas lo suficientemente maduras como para comprender el concepto de “diferentes perspectivas”. Es necesario saber ser respetuoso con el otro y con sus ideas, aunque uno no esté de acuerdo. No es necesario estar siempre de acuerdo; uno ha de estar de acuerdo consigo mismo y no con todas las opiniones dispares de todo el mundo. Lo mismo que uno tiene “su verdad” el otro también tiene la suya. Y hay que evitar aquellas “discusiones” en las que el otro sólo está interesado en desprestigiar, en desestabilizar, o en imponer. Hay que vigilar por ambas partes que la discusión no se convierta en una lucha de egos ni en una guerra por imponer la opinión propia al otro. Esto es algo imprescindible. Mark Twain dijo: “Nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y allí vencerá por experiencia”. No hay que ponerse a la altura del otro, no hay que mimetizarse. Uno puede y debe seguir manteniendo su postura... mientras siga creyendo en ella o hasta que encuentre otra que le satisfaga y convenza más que la actual. “La peor pérdida de tiempo es discutir con el fanático al que no le importa la verdad o la realidad, sino sólo la victoria de su fanatismo”. Por eso es conveniente desistir cuando se llega a un punto de estancamiento en el que cada uno se aferra a lo suyo –aunque esté viendo que el otro tiene razón- y no se abre a otra perspectiva distinta. En este caso, abandonar la discusión no es cobardía sino una demostración de prudencia e inteligencia. Quien solo piensa en ganar en la práctica está perdiendo. Al llegar a esta situación conviene hacerse esa pregunta-reflexión tan conocida: ¿prefieres ser feliz o tener razón? Yo me decanto por la primera opción… Si no se hace bien, prefiero quedarme con lo que decía aquel señor mayor tras la experiencia de toda una vida: “Estoy en una etapa de mi vida en la que me mantengo fuera de toda discusión. Incluso si me dices que 1 + 1 = 5, tienes toda la razón. Disfrútalo”. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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SE NECESITA ATENCIÓN PARA APROVECHAR CADA MOMENTO. En mi opinión, algunas cosas tienen “su momento” y es un momento irrepetible que, o bien se aprovecha cuando sucede, o se pierde y con ello se pierde una oportunidad única. Sólo una atención muy consciente nos hace escapar de la rutina, desvincularnos de ella, y asistir tan majestuosamente como se merecen esos momentos especiales. En realidad todos y cada uno de los momentos, incluso los que disfrazamos de comunes y los que pasan mientras tenemos el pensamiento en otro sitio, son especiales. El hecho de estar vivos, de estar en el mundo, de tener la capacidad de darnos cuenta y de poder usar los sentidos ya es un milagro a pesar de ser cotidiano. La vida es la suma de todos los momentos. Siempre hay momentos, no hay un espacio sin momentos, pero depende de cada persona cómo valorarlos, apreciarlos, aprovecharlos, clasificarlos, o sentirlos. Y eso solo lo indica la atención que se le pone a cada uno de ellos. Vivimos con más atención los que nos provocan emociones intensas: el dolor, el amor, el placer, las risas, y otras manifestaciones nos hacen sentirnos más en el momento en que estamos. En realidad, tenemos el poder milagroso de convertir el momento más aburrido en un momento especial y divertido o satisfactorio, lo mismo que somos capaces –con nuestro pesimismo o apatía- de convertir otros momentos normales en tragedias. Los momentos están vacíos, simplemente son espacios de tiempo que cada uno rellena del modo que desea. Algunos se llenan de cosas que son “obligatorias” –trabajo, estudios, compromisos indeseados, etc.-, pero la mayoría de ellos son de libre disposición y es cada uno quien decide qué hacer en ellos o con ellos. Esa libertad es una maravilla que no apreciamos en su justa medida. El hecho de que podamos hacer lo que queramos, y la creencia, inconsciente e infundada, de que somos eternos porque cada día nos llega un nuevo día, hace que desperdiciemos gran parte de nuestra vida; un desperdicio del que más adelante, cuando seamos verdaderamente conscientes del valor del tiempo/vida, nos arrepentiremos. Y entonces no será posible volver atrás y recuperar. Esto hay que tenerlo muy claro: lo que se vaya a hacer tiene que ser Aquí y Ahora. Y todo momento es un regalo de la vida. Cada uno es responsable de crear, para sí mismo y para los otros, momentos mágicos, intensos, emocionantes, maravillosos, asombrosos… cada uno puede crear, para sí mismo y para los otros, una emoción al decirle a un ser querido cuánto le ama –la misma emoción que sentiría uno mismo si otro se lo dijese-, al dar las gracias o comportarse amablemente, al hacer un regalo, al crear una sorpresa o un momento mágico que siempre se recordará. Los momentos, sin la magia que proporciona la atención, no son nada. Espacios en blanco, tiempos de descanso o fábricas de frustraciones, según uno decida o no. A mí me parece muy bien eso de “no hacer nada” pero solamente cuando es por una decisión consciente y no cuando es por una desatención a la vida; entonces me parece una falta de responsabilidad y un abandono. Los momentos especiales no hay que esperarlos: hay que crearlos. Esto parece que se nos olvida a menudo. En muchas ocasiones nos limitamos a quejarnos pero sin aportar nada a cambio. Nos quedamos en el lamento y no pasamos a la acción. Que haya más o menos de esos lamentos depende en gran parte –no todo y siempre- de nosotros mismos. Y es nuestra responsabilidad hacer que la vida propia algo sea lo más satisfactoria o lo más maravillosa posible. Tenemos la opción de hacer de una tarde aburrida una tarde memorable: tal vez simplemente poniendo esa música que a uno le gusta, acompañándose de un buen libro, llamando a un ser querido para salir a dar un paseo, visitando a alguien, etc. Hay cosas simples y fáciles y maravillosas al mismo tiempo. Hay que disfrutar todos los momentos que se puedan, tener en mente esa tarea como prioritaria, y aprender a valorarlos no por el tiempo que duren sino por el placer que proporcionan; es muy posible que algún día –tal vez demasiado tarde- nos demos cuenta de que los que nos parecían pequeños momentos eran los realmente grandes. En un momento de reflexión uno puede traer a su mente los momentos que le han impactado, los que permanecen vivos y gratamente en la memoria, los que dejaron huella, y puede comprobar que no siempre se compraron con dinero y no siempre fueron espectaculares, y puede comprobar que están muy fácilmente al alcance de la mano y que se pueden repetir más a menudo la mayoría de ellos. Me encanta esa frase que dice “La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento”. De eso se trata: de poner en la vida –en la tuya y en la de otros- la mayor cantidad posible de momentos que dejen sin aliento, que provoquen una sonrisa o el más agradable de los escalofríos, que despierten la esperanza o las lágrimas de felicidad. Vivir es eso y no otra cosa. Hay cosas que solo ocurren una vez, que son irrepetibles, y hay que estar MUY ATENTOS cuando suceden; entonces hay que parar el mundo, escapar de las distracciones, centrarse exclusivamente en la unicidad de ese momento, en todo lo que conlleva, y hay que dejarse recorrer, sin oposición ni distracción, por el estremecimiento, por la emoción, por el escalofrío, por el bienestar… Entonces se trata únicamente de sentir y no de pensar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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DETRÁS DE CADA PERSONA HAY UN MUNDO. En mi opinión, cuando nos cruzamos con una persona, durante ese breve instante en que tenemos contacto con ella -generalmente es sólo un contacto visual-, nuestra mente opta entre no prestarle atención, porque solamente es otra persona más entre el montón de personas o, por el contrario, sacar una opinión o conclusión por lo que ha visto; en este caso siempre es precipitada y casi nunca acertada. Deducimos, en ese breve momento que está frente a nosotros y solamente por la imagen que vemos, o por culpa de nuestros errores o prejuicios, que es una persona estresada, de otro país, mayor, maleducada, triste o risueña… y no nos damos cuenta de que eso que vemos es sólo una fracción de esa persona, que antes y después del fugaz encuentro hay toda una vida con sus altibajos, sus desconfianzas, las circunstancias personales, un pasado repleto de experiencias, risas y tal vez llantos. Detrás de lo que vemos hay una persona que lleva su propio camino, su propia evolución personal y su propósito de aprendizaje… o no; que lleva sus eternas dudas y los temblorosos miedos, que vive la tensión ante el futuro, que le preocupa su inexperiencia para controlar su vida y para salir adelante… lo mismo que nos pasa a todos los demás. Compartimos con los otros esta época y la estancia en el mundo, o sea que ya tenemos algo en común. En cambio, no nos saludamos; ni un “buen día” sincero ni un “hola” cordial y de corazón. Evitamos mirarnos a la cara y más aún sonreírnos o decirnos, como se dicen los peregrinos del Camino de Santiago, “buen camino”. En vez de estar en el mundo estamos en nuestro mundo. Se percibe una cierta falta de solidaridad, una carencia inexplicable de empatía y de interés humano y verdadero. El otro es el otro, y de ningún modo permitimos que pase a formar parte de nosotros o lo hacemos sólo con muy determinadas personas y con demasiadas restricciones. Para los demás, nosotros somos los otros. Sienten la misma indiferencia, la misma despreocupación, idéntico desinterés. Y es una lástima. Es una lástima que no nos demos cuenta de que compartimos mundo y vida y que es más lo que nos une por este motivo que lo que nos separa por no ser “amigos del alma”. Cualquier desconocido tiene derecho a nuestra atención y consideración. Mientras no demuestren lo contrario, todos se merecen –nos merecemos- el reconocimiento como personas, lo que incluye apreciación y respeto. Las relaciones con desconocidos se merecen nuestra solidaridad y cortesía, por lo menos en principio y mientras no nos hagan ver que no son merecedores de ello. Cada persona tiene derecho a que se valoren sus principios –si son éticos-, sus valores –si son honestos-, sus derechos –siempre- y hasta su modo de ser. El respeto hacia el otro es imprescindible, sin ello es difícil o imposible la convivencia. Detrás de cada persona hay múltiples batallas al mismo tiempo y abiertas en diferentes frentes. Vivir nunca es fácil para nadie, así que todos nos merecemos reconocimiento por estar y seguir. Vivir es una tarea de valientes, así que cada vez que vemos a una persona, quien sea y donde esté, vemos una historia plagada de heridas, y eso merece el máximo respeto y la máxima consideración. Detrás de cada persona hay un mundo y un universo que son íntimos y personales, una cárcel y un calvario, una ilusión y una esperanza. Cada persona es un Ser Humano, que es un título valiosísimo pero poco apreciado. Vivir es una experiencia única e irrepetible. Creo que no siempre somos conscientes de dónde estamos, de que compartimos vivencia y eso nos hermana, nos hace compañeros; tal vez todos somos lo mismo pero con cuerpo y nombre distintos, socios desconocidos en esta tarea de estar vivos, camaradas a pesar de que no nos tratemos. Propongo ver a los otros Seres Humanos desde unos ojos amables y ser, sobre todo, compasivos y comprensivos, bondadosos y solidarios; propongo mirarnos directamente al corazón, darnos abrazos simbólicos y reales y mantener una comunicación abierta y cariñosa. Propongo sentir REALMENTE la hermandad, abrirnos y ayudarnos, compartir. Y eso se puede comenzar simplemente dando los buenos días a todos, preguntando al otro cómo estás, incluso se puede empezar simplemente sonriendo a los otros. Propongo cambiar la mirada y el modo, que haya algo que nos una como un hilo invisible, que nos haga saber –sin ninguna duda- que el otro soy yo y viceversa, que estamos juntos en esto de ser Humanos y Vivir; propongo amar a los desconocidos, interesarnos de verdad por ellos y por sus cosas, sonreírles, abrirles todas las puertas de nuestro interior y acogerles con los brazos abiertos para después convertirlos en abrazos. Propongo parar y darse cuenta de todo lo que ahora se ha leído. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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TODOS TENEMOS ALGO DE QUE AVERGONZARNOS. vídeo de 6 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=Utu7A5G-ofM Todos hemos hecho algo que deseamos que nadie, jamás, llegue a saber. Aunque algún hecho aislado en nuestra vida no nos define ni encasilla. Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo haciéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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NOS ENGAÑAMOS CONTINUAMENTE En mi opinión, cometemos con demasiada asiduidad el pecado más imperdonable: el autoengaño. Hace ya varios siglos Demóstenes dijo que “No hay nada más fácil que el autoengaño, ya que lo que desea cada persona es lo primero que cree”. En el Proceso de Desarrollo Personal la honestidad es imprescindible y el autoengaño es el peor pecado que se puede cometer. Nos engañamos con algunas ilusiones que en demasiados casos son el preámbulo de las desilusiones. La insatisfacción nos ronda con asiduidad y en muchas ocasiones es mejor y más llevadera una mentira al propio gusto que una realidad ingrata, lo cual se vuelve en nuestra contra. La realidad es rechazada si no está a nuestro gusto y al final preferimos la ignorancia y no afrontar la verdad y nos conformamos con la realidad alternativa que creamos. Y si no tenemos que dar explicaciones de nuestro autoengaño a nadie… más grande será. Los errores son humanos, el sufrimiento es humano, el dolor es humano, la nostalgia es humana… así que cuando se presentan hay que aceptarlos tal como son, sin embustes ni disfraces, y llorar un rato si hace falta, y sentirse enojado un rato con uno mismo o cono todo si es necesario. Pero siempre la verdad por delante. Solo existe y es real la verdad; el resto son juegos de palabras, puntos de vista trucados, falsificaciones baratas. “Nos vendamos los ojos en lugar de las heridas y nos creemos que estamos curados”. No sé quién es el autor de la frase. En demasiadas ocasiones nos conformamos con el primer alivio –el que da el autoengaño- y no seguimos a la búsqueda de la solución. Nos conformamos con el típico “Virgencita, que me quede como estoy” en vez de seguir adelante en la búsqueda del bienestar. En vez de mantenernos en la realidad nos refugiamos en el mundo de la fantasía. Lo que no es nos parece más atractivo que lo que sí es. El aprendizaje y el crecimiento están en el mundo real y no en el que nos hemos inventado. Con el autoengaño se pretende –entre otras cosas- ocultar las propias debilidades, la fragilidad, los errores, los secretos, los fracasos; ocultarlas a los otros y también a uno mismo. Pretendemos convencernos que somos como el Yo Ideal que nuestra imaginación desea. Con el autoengaño quedamos inmaculados, perfectos, admirables, o sea que nos hacemos una mentira a medida que represente lo que realmente no es o no somos. ¿Qué pretendemos lograr al auto-engañarnos?, ¿qué conseguimos realmente? Hemos llegado a un punto en que no nos importa saber la verdad sobre algunos aspectos de nuestra vida –no queremos saberla porque intuimos que no nos va a gustar- y otros aspectos los ocultamos incluso a nuestros propios ojos; queremos sentirnos cómodos en nuestra piel y no salir huyendo cuando nos miramos al espejo. Nos mostramos una vida que no es del todo real y, lo que es más grave, colaboramos -más o menos conscientemente- en esa estratagema tan pobre con la que no adelantamos nada porque no es consistente. El reconocimiento de nuestra realidad, aun cuando no nos guste, es el primer y necesario paso para comenzar a hacer los cambios que nos lleven a convertir en realidad nuestra utopía con un trabajo de Mejoramiento y Desarrollo Personal. Y repito: En el Proceso de Desarrollo Personal la honestidad es imprescindible y el autoengaño es el peor pecado que se puede cometer. En un acto de humildad y decencia es conveniente llegar a un acuerdo con uno mismo para no volver a repetir esta mala costumbre y para empezar a llamar a las cosas por su nombre y asumir el resultado de nuestros actos o nuestras inacciones. Solamente hay una realidad y no cambia con negarla o con ponerle otro nombre. Estará muy bien que dediques los próximos minutos, o los próximos días, a revisar qué vas a hacer a partir de ahora con los autoengaños. En este enlace tienes un vídeo titulado “¿Qué puedo mejorar de mí?” https://www.youtube.com/watch?v=RopP6bNNWj0 Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así también tendrá su parte de mérito en lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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¿TE ATREVES A ROMPER CON TODO LO QUE TIENES QUE ROMPER? En mi opinión, la vida nos pone en más de una ocasión en la tesitura de elegir entre seguir manteniéndonos en la insatisfacción, en el dolor y la frustración, en eso de siempre que no nos gusta, o bien decidirnos por romper con todo lo que ya sabemos que tenemos que romper, renunciar por fin a todo lo que nos hace mal, sacar de nuestro corazón o de nuestra mente o de nuestra vida todo aquello que nos está perjudicando, y ponernos a salvo de daños y dolores. Sólo en contadas ocasiones tenemos la valentía y la dignidad de anteponer nuestro bienestar, y nuestra estabilidad personal y psicológica, a otras cosas que nos perjudican; a menudo permitimos que otras personas o circunstancias tengan una injusta prioridad sobre nosotros y que nuestro Amor Propio –el Amor a nosotros mismos- quede lastimosamente relegado, desatendido, dolido y humillado. ¿Cuántas veces has pensado romper con un trabajo, con una relación, con un presente que está siendo ingrato?, ¿cuántas veces has dicho que te gustaría tener el valor de dejar algo y mandarlo a la mierda sin cargo de conciencia?, ¿cuántas veces te has lamentado por tu falta de valor o decisión?, ¿cuántas veces has pensado que todo sería mejor si te atrevieses a tomar la decisión de romper con ciertas cosas? Parece que somos cobardes a la hora de escuchar nuestros lamentos y no les prestamos la atención y dedicación que requieren, y parece que hay una cierta aceptación, un nefasto conformismo, con aquello que sólo depende de nosotros para ser cambiado, deshecho, borrado, tirado, repudiado. ¿Has pensado en que una parte de esa infelicidad que sientes es por no tomar decisiones? Sí, supongo que lo has pensado… ¿por qué no lo has hecho?, ¿sabes que eres responsable de esa infelicidad?, ¿aún dudas de tu derecho a decir NO cuando quieres decir NO? La vida generalmente no cambia por las casualidades, sino por las decisiones. Los cambios ha de hacerlos cada uno y no dejar esa responsabilidad al azar o al destino. “Para hacer una tortilla hay que romper los huevos”, ya lo sabes. Romper –lo que queremos romper porque nos beneficia- no es malo: es necesario. El pájaro no vuela hasta que se atreve a saltar por primera vez del nido. Romper, o soltar, requiere de valentía. Y en muchas ocasiones esa valentía aparece disfrazada de desesperación y uno rompe cuando ya no puede aguantar más, cuando lleva mucho tiempo sufriendo innecesariamente. Romper, cambiar, dejar atrás, experimentar algo nuevo… todo eso forma parte de la vida y hay que atreverse a hacerlo. Empieza por romper tus miedos. Sal de esa dolorosa zona de confort donde te has instalado, porque eso no es confort: el confort bueno te espera en otro sitio y tienes que llegar a ese sitio: es tu próximo destino. Para llegar a donde quieres estar primero tienes que dejar el sitio donde estás. Para empezar en lo nuevo antes hay que deshacerse de lo viejo porque no se puede estar en dos sitios a la vez. Y para eso hay que tener valor. El mundo es de los osados. La osadía es más valiosa que el conformismo. A veces nos asusta hacer cambios cuando lo que debería asustarnos es no hacerlos y quedarnos para siempre en el arrepentimiento de no haberlo hecho. “No podemos convertirnos en lo que queremos si seguimos siendo lo que estamos siendo”. Buena frase para reflexionar. Romper no es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo. Nunca es demasiado tarde para convertirte en aquel que quieres ser. Si lo que has leído te ha revuelto o te ha revolucionado un poco… aprovecha y comienza ya. Haz una lista de lo que quieres romper… y empieza ya. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así también tendrá su parte de mérito en lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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PREGUNTAS PARA PREGUNTARTE Primera parte En mi opinión, hacerse ciertas preguntas es un acto de valentía y de Amor Propio para las que no siempre estamos preparados y, además, es algo que evitamos con bastante asiduidad. Me refiero a esas preguntas trascendentales cuyas respuestas nos pueden ayudar a marcar claramente y bien el rumbo de nuestras vidas y a tomar decisiones que son importantes o imprescindibles. Algunas preguntas tienen más de una respuesta y en casi todas ellas son distintas en función del paso del tiempo, del cambio de intereses o de la evolución personal. Y es bueno que las preguntas estén vivas y que las respuestas se vayan afinando y mejorando porque eso nos beneficia y nos saca del improductivo y negativo estancamiento. Yo me hago a menudo estas preguntas que comparto contigo por si te sirven. Te recuerdo –ya lo sabes- que hay que tener paciencia para esperar las respuestas, que no siempre aparecen inmediatamente, pero hay que ser persistente. También sabes que has de ser honrado, objetivo, ecuánime, y no auto-engañarte de ningún modo. Es bueno que no te quedes estancaso en una pregunta simplemente porque esté mal formulada; si no te aparecen respuestas convincentes prueba a preguntarte lo mismo de otro modo, con otras palabras o desde otra perspectiva. Esa puede ser la clave para que fluyan. ¿QUÉ ME APASIONA? Responder a esta pregunta puede hacer que nos demos cuenta de que hay algo que realmente nos entusiasma, transforma nuestra vida y tiempo en algo satisfactorio, y se convierte en una parte del Ikigai que da sentido a nuestra vida. Cuando uno descubre lo que le apasiona tiene la responsabilidad de hacer todo lo necesario para convertirlo en un motor y motivo importante. Conviene llenar la vida de cosas que nos sean satisfactorias, que nos apasionen, que nos llenen de adrenalina y placeres. Responder bien a esta pregunta es MUY importante. ¿CUÁLES SON MIS VALORES FUNDAMENTALES? Hay unos valores que son más o menos comunes para todos –empatía, honestidad, responsabilidad, justicia, respeto, libertad…-, pero hay otros que son muy personales, porque son fruto de la identidad o son resultado de las experiencias y aprendizajes que uno ha ido teniendo. Fundamental significa “que sirve de fundamento o es lo principal de algo”. Hay que tener muy presente ese significado, porque una persona sin sus propios valores fundamentales queda a merced de sus propios vaivenes o de las opiniones ajenas, falto de una personalidad asentada y de unos principios que marcan la base sólida de quien uno es. Esos valores son, de algún modo, la guía de nuestras decisiones y comportamientos. Casi podríamos decir que “somos nosotros” de ahí la importancia de tenerlos claros y de respetarlos y hacer que los otros los respeten. Son nuestra esencia. ¿Cómo puedes descubrir cuáles son los tuyos? Con una auto-observación atenta y una reflexión constante. Tus experiencias te habrán dado ya información suficiente que tienes que extraer y aplicar. Lo que es importante para ti, forma parte de esos valores y por tanto conviene respetarlo y darle su lugar en tu base personal. Respétalos, pero no te aferres a su inmovilidad porque la evolución personal y los aprendizajes obtenidos podrán modificarlos haciéndolos más rígidos y firmes o más flexibles, según te interese. El respeto a nuestros valores fortalece nuestro Desarrollo Personal y nuestra identidad, nos hace personas respetables y mejora nuestra Autoestima y Autoconcepto. ¿CUÁLES CON MIS TALENTOS Y FORTALEZAS? El talento es la inteligencia y la aptitud, o sea la capacidad que uno tiene, y la fortaleza es donde residen la fuerza y el vigor. Conviene conocer esto muy bien para saber dónde podemos apoyarnos con confianza, con qué contamos a nuestro favor, y también lo que no hemos desarrollado aún en su totalidad, así como las debilidades, para reforzarlas y poder disponer de ellas a nuestro favor. Este trabajo de autoconocimiento es positivo. Descubrir las respuestas van a completar de algún modo una parte de nuestro trabajo personal que es responde a la pregunta de quién soy. Conocer los talentos y fortalezas propios va a contribuir a mejorar la Autoestima y el Autoconcepto, nos va a aportar Autoconfianza en los momentos de tomar decisiones, y podremos manejar mejor lo que ya es sólido y estar más atento y cuidar lo que aún nos falta de llevar hasta su ciento por ciento. Saber con qué contamos es una gran ayuda ante los retos, de los cuales podemos salir reforzados. Si recuerdas a qué situaciones te has enfrentado de un modo exitoso y cómo, podrás empezar a confirmar cuáles son tus talentos y fortalezas, qué hiciste bien y por qué. También puedes preguntar a otras personas, que podrán hacerte ver cosas tuyas que igual pasan desapercibidas para ti porque no las valoras lo suficiente y te parece que son “normales”… cuando no son tan normales. ¿Qué te resulta fácil?, ¿en qué te sientes cómodo? en las respuestas puedes encontrar más información Estate atento a la segunda parte donde encontrarás más preguntas. Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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CRITERIOS PARA SABER QUÉ ARTÍCULOS Y LIBROS CONVIENE LEER O NO En mi opinión, y después de muchos años leyendo artículos y libros, he observado que hay una serie de criterios que conviene conocer y tener en cuenta, porque leer todo los que cae en nuestras manos -y peor aún: creérselo todo- nos puede perjudicar más que beneficiar. vídeo de 9 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=VIbA7j8RmgY Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo haciéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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DATE PERMISO PARA SENTIR EL DOLOR. En mi opinión, darse permiso para sentir todo el dolor emocional –pero sólo en su justa medida: tal como es y sin agrandarlo- es sano. Es regenerador y enriquecedor. Es necesario. Pero no hablo del sufrimiento malsano en el cual uno acaba convirtiendo ese dolor en un motivo para regodearse en una auto-flagelación alargándolo innecesariamente como modo de auto-castigarse, sino del dolor sano que necesita ser expresado, del dolor natural que lo único que hace es cosificar una emoción ingrata que se manifiesta dentro de uno mismo. Hablo del dolor como expresión sentimental y física de algo que sucede en el interior aunque se manifieste en lo exterior, del impulso nativo y natural que se expresa de ese modo, de esa reacción humana que no es necesario reprimir porque necesita expresarse. Steven Hayes decía con razón: “A menudo hay tanta vida en un momento de dolor como en un momento de felicidad”. Hay cosas que solo se aprenden en el dolor o desde el dolor. Hay veces que el mundo o la vida o el destino se alían y hacen cosas para ponernos en una situación límite que nos obliga a sentir ese dolor para que ya no podamos seguir negando lo que nos pasa. El autoengaño funciona sólo a veces, no siempre. El dolor entonces, como las crisis, ha de ser bien recibido y mantenerlo y mantenerse en él hasta que hayamos extraído el mensaje, la lección que aporta, lo que teníamos que ver o aprender. Cada vez más gente cree que el dolor emocional es necesario para crear resiliencia e inteligencia emocional, además de fortaleza mental y sentimental. Hay cosas que parece que no se pueden aprender de otro modo. Quien siente ese tipo de dolor comprende bien o mejor a otro que esté sintiendo un dolor similar. Tal como dicen que dijo Bob Marley, “no sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción”. Atravesar el dolor y salir no sólo ileso sino fortalecido es el modo positivo y enriquecedor de afrontarlo. “El dolor que sientes hoy será la fuerza que sentirás mañana”. Los estudios han demostrado que una emoción no dura más de 90 segundos. El dolor que permanece a partir de entonces deja de ser dolor porque se ha transmutado en un sufrimiento auto-infligido por estar pensando exagerada y negativamente en lo que ha pasado. Y, lógicamente, eso dificulta los procesos posteriores de comprensión, aprendizaje y resolución. El dolor desaparecerá cuando el aprendizaje se instale en ti, entonces te darás cuenta de que ya no lo necesitas. Al dolor hay que observarlo, averiguar de dónde viene, por qué se manifiesta, preguntarle, interrogarle, acosarle si hace falta; está tratando de enseñarte algo y va a insistir hasta que lo veas y aprendas; no hace como el sufrimiento, que es inútil y contraproducente. Con ese dolor haz lo que quieras: conviértelo en sufrimiento y sólo sufre o extrae su enseñanza… y continuarás creciendo. Date permiso para sentirlo… pero no lo retengas y déjalo marchar pronto y con todo tu amor. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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PARA PODER SOLUCIONAR UN PROBLEMA HAY QUE SALIRSE DEL PROBLEMA . En mi opinión, casi siempre actuamos mal cuando tratamos de solucionar un problema personal. Es curioso que casi todos tenemos una habilidad especial para resolver los problemas ajenos, pero… no somos capaces de hacerlo cuando se trata de los propios. A pesar de que voy a repetir una y otra vez la palabra “problema”, porque de ese modo es más comprensible y porque la tenemos aceptada, personalmente trato de evitarla ya que lleva una pesada carga dramática incorporada y ante un “problema” nos vemos en inferioridad de condiciones y asustados por el prejuicio de que no vamos a poder con él y nos va a superar: nos aporta miedo e indefensión. Prefiero decir, aunque sea más largo, “asunto pendiente de resolver”, ya que así no hay dramatismo y no asusta. Cuando uno está implicado en el problema y además se está jugando su estabilidad personal o emocional o económica o su bienestar… es comprensible que esa tensión haga perder la objetividad y ecuanimidad que son imprescindibles cuando se trata de observar un asunto con claridad para tratar de encontrar la solución más adecuada. Por eso se usa a menudo el truco, muy efectivo para la mayoría de las personas, de imaginar o visualizar que lo que le está pasando a uno en realidad le está pasando a un amigo que nos lo está contando para que le demos nuestra opinión. Como el problema es “de nuestro amigo”, y no nuestro, nos resulta más sencillo el acceso a la imparcialidad y claridad necesarias, y así es más fácil darle a “nuestro amigo” la solución. El siguiente paso es hacer nosotros lo que le hemos dicho al otro que tiene que hacer. Reflexionar bien es, precisamente, lo que no se hace bien cuando uno se enfrenta a un problema, porque lo que se suele hacer es darle vueltas a la misma cosa, sin avanzar, sin permitirse otro enfoque distinto para verlo de un modo distinto. “No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”, dijo Albert Einstein. Si pensamos del mismo modo la respuesta no cambia. Otro de los errores comunes al pensar en un problema es tener ya una respuesta, que puede que sea la que nos interese pero que no siempre es la acertada, y entonces dedicarse a buscar justificaciones que la avalen aunque no sea cierta. En eso perdemos mucho tiempo y no adelantamos nada. La verdad y la honestidad han de prevalecer por encima de cualquier otra cosa. El autoengaño es el peor de los pecados. Los pasos correctos para afrontar problemas serían: LA IDENTIFICACIÓN HONESTA Y REAL DEL PROBLEMA, sin engrandecerlo ni menospreciarlo, sin autoengaño, con valentía y sin prejuicios. Ver lo que es y tal como es. Mentirse es perjudicarse. No reconocer la verdad hará que cualquier cosa que se haga sobre una premisa falsa sea una mala decisión. Para afrontar los problemas hay que dejar de oponerse a ellos, no negarlos, reconocerlos y aceptarlos hasta el punto de poder conectar con su auténtica realidad. La verdadera honestidad en este trabajo es aceptar la realidad tal como es. Sea lo que sea, deprimirse no es una solución: es otro problema. BUSCAR TODO TIPO DE SOLUCIONES, aunque puedan parecer descabelladas en un principio. Hacerlo como una lluvia de ideas en las que no se rechazan de primeras sino que se revisar y analizan posteriormente. Primero encontrar la solución real o la más efectiva y luego ya pensar cómo llevarla a cabo. No descartar nada hasta que esté plenamente verificado que no es eficaz. Si uno no se siente capacitado para hacerlo estará bien que pida opiniones a personas de plena confianza y de demostrada capacidad. Hay que estar abiertos a que la solución está en algún lado y que es posible que no sea de nuestro agrado, que no nos apetezca. “Los problemas nunca se acaban, pero las soluciones tampoco”. APLICAR LA SOLUCIÓN, ya que ésta no es útil hasta que no se implementa. Y hay que hacerlo, por el bien de uno mismo, cueste lo que cueste, a pesar de esfuerzos y oposiciones. Atención plena a aplicarla, porque es un objetivo prioritario. Hay que saber dejar de quedarse en el problema y centrarse en la solución encontrada. “Identifique sus problemas, pero dele su poder y energía a las soluciones”. “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energía en hablar de los problemas que en afrontarlos”, decía Henry Ford. Ahora ya tienes otra visión sobre cómo afrontar los inconvenientes que te surjan y cómo empezar a resolver los asuntos pendientes de resolver. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así también tendrá su parte de mérito en lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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CÓMO SOLTAR EL DOLOR. vídeo de 6 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=9emSOU_ZaMA En mi opinión, aferrarse a esa mala costumbre de seguir machacándose masoquistamente por cualquiera de las acciones del pasado que no tuvieron el resultado que uno deseaba lo único que consigue es provocarnos un sufrimiento innecesario. Es imprescindible revisar los enojos, los reproches, los resentimientos, las heridas… todos esos asuntos dolorosos que mantenemos vivos con el recuerdo continuo de lo que sucedió. Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo haciéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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¿QUÉ TENGO QUE ELIMINAR DE MI VIDA? En mi opinión, nos perjudica mucho nuestra tendencia a evitar esas preguntas que sabemos que nos van a remover de arriba a abajo, y que además presuponemos que no vamos a ser capaces de responder adecuadamente con lo cual nuestra frustración se multiplicará, o esas que intuimos que aunque fuésemos capaces de encontrar la respuesta después no seríamos capaces de llevarla a ser una realidad, o bien las evitamos porque podemos pensar que es imposible cambiar ciertas cosas y es mejor no remover nada y quedarnos estancados en esa frustración habitual que ya tenemos medio domesticada y medio aceptada. Todos estos supuestos son un error. Admito que la pregunta es dura y que apetece más olvidarla que responderla. Todos –sí, TODOS- tenemos cosas que nos gustaría cambiar, o eliminar directamente, pero… encontramos muchos “peros” y las cosas se quedan sin hacer y los buenos propósitos se quedan solamente en buenos propósitos. Algunos somos auténticos expertos en esto de encontrar excusas para huir de lo que sabemos que tenemos que hacer pero no nos agrada. Supongo que tú también te habrás encontrado en alguna ocasión dándote cuenta de que hay algo tuyo que no te gusta, y que habrás pasado por el proceso previo del arrepentimiento –esa rabia personal que duele tanto- y después por la idea lúcida de cambiarlo; supongo también que habrás sido capaz de resolver algunas cosas –¡muy bien por ti, enhorabuena¡- y de aplazar otras: míralas cara a cara, revísalas bien, porque tal vez te has dejado sin resolver las más importantes. Te entiendo. Es lo que tiene esto de ser humano: que uno no es perfecto, que uno tiene miedos, inseguridades, que a veces esto de vivir parece que se nos queda un poco grande; que mantenemos viva, y con bastante razón, la sensación de que nos equivocamos una y otra vez –y no nos consuela el dicho de que “errar es de humanos”-, y que presuponemos acertadamente que nos podemos equivocar de nuevo o que esta vez tampoco vamos a conseguir nuestros propósitos. Pues todo esto puede pasar y pasa, esta es realidad pero a pesar de ello hay que seguir. Las preguntas profundas se merecen un tiempo de atención y reflexión –y muchas respuestas que sean entre ellas complementarias, no sólo una-, porque responderlas bien va a marcar un mejor destino en el resto de nuestra vida; no tenemos que dar validez a las respuestas que en realidad claramente son excusas, ni a las indefinidas, ni a las cobardes, ni a las que sólo son una mentira disfrazada de verdad. La verdad sólo es una. Y cuando uno ya por fin descubre lo que sobra en su vida, lo que le resta o le perjudica -que pueden ser cosas o personas-, entonces llega el momento en que hay que ser valiente, hay que ser honesto con uno mismo, hay que poner en acción todo el Amor Propio y toda la dignidad, y comenzar con la grandiosa tarea de deshacernos de todo aquello que sobra y perjudica. Cada uno tiene sus cosas. No nos pasa a todos lo mismo ni nos afecta lo mismo, así que esto requiere un trabajo de introspección profunda o de verdadero autoconocimiento; un proceso de honestidad y valentía, porque ya sabemos qué es lo que sí y lo que no, sólo falta dar el primero de los muchos pasos. Sólo falta afrontar la realidad y mirarla sin miedo, de frente, y tomar el timón para dejar claro quién manda en nuestra vida. Repito y resumo el proceso: descubrir o recordar lo que ya sabemos que queremos modificar o eliminar, crear un acto de honestidad y de respeto hacia uno mismo, poner en ello toda la dignidad y el Amor Propio, ser íntegro, ser valiente, decidir y hacer. Y después, disfrutar del resultado. ¿Y si eliminas, por fin, todo eso que sabes que tienes que eliminar? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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ES NECESARIO DESDRAMATIZAR LA VIDA. En mi opinión, todos tenemos algo de culpa, o mucha, en eso de mantener vivos algunos dramas innecesarios en nuestra vida. Parece que se nos olvida que es muy importante, es imprescindible, cuidar nuestro bienestar emocional y psicológico, y que el hecho de tener la mente despejada de problemas –sobre todo los inútiles- nos va a aportar paz y calma. Los conflictos han de ocupar solamente el breve espacio que les corresponde y durante el tiempo que corresponde; no es conveniente que los magnifiquemos ni los eternicemos innecesariamente. Desdramatizar es quitar drama, quitar padecimiento y violencia en nosotros y en las cosas que nos suceden; hacer que lo ingrato pierda fuerza y no duela tanto, que los sucesos infortunados sean recibidos con naturalidad como ingredientes intrínsecos de la vida que no hay que engrandecer y que solamente hay que resolver. Ser capaces de lograr esto, que no es una misión imposible, nos va a permitir tener una actitud equilibrada que va a redundar en una forma más objetiva de afrontar los sucesos. Ya conoces la frase: “No importa lo que te pasa sino lo que haces con lo que te pasa”. Cualquier hecho en sí es neutro y somos nosotros los que lo adjetivamos y calificamos de forma que se convierte en algo que nos afecte dramáticamente o en algo enriquecedor. No se trata de negar la evidencia de la realidad, sino de abordarla de un modo controlado y neutral. Recuerda… ¿cuántas veces te has dado cuenta de que aquello que te pareció un drama en su momento, una vez pasado un tiempo se convierte en algo que nos da risa, o nos avergüenza, por la excesiva importancia que le dimos y el drama que montamos? Desdramatizar la vida, y lo que nos sucede en ella, va a conseguir que vivamos menos estresados, con menos ansiedad y preocupación; por el hecho de tener más calma y objetividad tendremos más posibilidades de tomar decisiones correctas al no dejarnos llevar por la ofuscación del drama. Nos adaptaremos mejor a lo que esté sucediendo. Desdramatizar la vida es una opción personal a la que uno tiene acceso y tiene derecho, y es recomendable hacerlo por la cantidad de beneficios que nos aporta. Los principales y más directos beneficiarios somos nosotros mismos, así que realmente merece la pena cualquier esfuerzo que haya que hacer. A partir de una conversación sincera y profunda con uno mismo, donde nos demos cuenta y nos convenzamos de los beneficios que nos aporta quitar el drama a algunas cosas, nuestra vida puede dar un cambio importante que nos lleve a otro modo de vida distinto: más plácido, más en paz. Las cosas que nos sucedan, los hechos, van a ser los mismos, pero el impacto que nos van a causar será mucho más leve. Y no se trata de llegar a un pasotismo en el que nada nos afecte. Las cosas importantes siguen siendo importantes, pero se pueden recibir y afrontar de otro modo. No se trata de no atender lo que suceda, no se trata de mantenerse indiferente o negar la realidad, sino de tener la capacidad de serenidad suficiente para afrontarlo desde un estado en el que no prioricen el negativismo, la tragedia y el drama. Desapegarse del problema que nos esté afectando es un buen primer paso. Es bueno entender que es algo que le está sucediendo a la persona que lo está viviendo, no al Ser que somos, y que es algo pasajero. “A la vida se viene a vivir y no a sufrir”. Si tenemos esto muy claro y lo llevamos a la práctica, daremos un cambio importante en nuestra vida: viviremos en vez de sufrir. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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CÓMO RELACIONARTE BIEN CONTIGO vídeo de 5 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=5odFkv4yiFk En mi opinión, eso de convivir consigo mismo –que es algo que llevamos haciendo desde que nacimos y lo haremos hasta el final- y además convivir bien, es algo que generalmente nos crea muchas dificultades. Pecamos de un exceso de auto-exigencia y carecemos de más tolerancia y comprensión. Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo haciéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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TAMBIÉN HAY QUE HACER UN DUELO POR LA VEJEZ En mi opinión, llegar a ese momento en que ya es innegable que uno ha entrado en la indefinida edad de la vejez –y no porque lo digan los años acumulados, sino porque uno lo siente de ese modo- requiere también el mismo duelo que cualquier pérdida: se ha perdido ya la mayor parte del tiempo de vida. Las fases del duelo son: 1 - Negación, estupor. 2 - Rabia, ira. 3 - Desorganización, desesperanza. 4 - Depresión. 5 - Aceptación y reorganización. Otros autores añaden: - Tristeza. - Nostalgia. - Miedo, angustia, culpa. - Serenidad, necesidad de estar bien. Las personas más mayores ya no vemos todo lo anterior como una teoría futurible sino como una realidad ya experimentada con mayor o menor aceptación. 1 – Es real el asombro con que uno se da cuenta un día –aunque no lo quiera reconocer- de que ya es innegable que se ha hecho “mayor”. Por supuesto que no admite de ningún modo ser llamado “viejo” y menos aún “anciano”. Lo puede sentir, pero no lo va a reconocer. Ese estupor proviene de haber llegado a esa etapa, impensable en la infancia y juventud, a la que han ido llegando todos los demás pero de la que uno –inocentemente- se consideraba a salvo. Se niega, claro, por supuesto, no se admite sin oposición eso de ser mayor, viejo, o anciano. 2 – La rabia y la ira aparecen. Más o menos visibles o disimuladas, pero aparecen. Uno no quiere ser mayor porque eso implica empezar a decir adiós a toda una larga época de la vida en la que se ha estado exento de esta vejez. Los cambios de etapas anteriores si hicieron sin drama, se aceptaron sin oposición, pero este cambio sí cuesta porque no se desea. Uno protesta por ser mayor, pero nadie hace caso a la protesta y nada te vuelve atrás. No gusta nada decir adiós a otras etapas en las que física e intelectualmente se ha estado mejor. Se sabe, con una certeza dramática e indiscutible, que ya nada volverá a ser como antes. 3 – Se siente la desorganización, porque hay que renunciar a todo lo anterior y hay que hacer un nuevo Plan en el que no caben muchas cosas del pasado y hay que incluir otras cosas que no son agradables porque implican renunciar a quien se ha sido hasta ahora. La desesperanza, aunque sea leve, es patente. Lo que viene a partir de ahora se sabe o supone que es en caída: cada vez menos salud, más achaques, más inconvenientes, pérdida paulatina en todos los campos físicos, renuncias; cosas que eran posibles ahora se convierten en imposibles. 4 – Este panorama descrito invita a la desmoralización. No será muy grave necesariamente, ni extremo como para necesitar un psiquiatra, pero sí lo suficiente como para que se note un decaimiento del ánimo. Se van a hacer patentes ciertas torpezas hasta ahora impensadas, la mente va a empezar a funcionar a otro ritmo más torpe y los pensamientos no van a tener la agilidad de otras épocas; es posible que aparezca un sentimiento de inutilidad, de estorbar de algún modo; el vacío y la tristeza pueden hacer acto de presencia más a menudo, los dolores y malestares estarán cerca, los movimientos se irán ralentizando. 5 – Aceptación y Reorganización. Esta es la parte mejor del proceso. Es conveniente aceptar la realidad porque negarla es una pataleta infantil inútil. Se puede y se debe agradecer todo lo vivido anteriormente y es conveniente también prepararse mentalmente para el cambio que se ha empezado a manifestar. Todavía no se ha llegado al fin. Aún queda por vivir y al ser consciente de la brevedad de lo que falta, uno puede cambiar su mentalidad para vivirlo del modo que decida: entrar a fondo en la etapa tranquila de la vida, darse los caprichos pendientes, o embarcarse en una actividad frenética para aprovechar hasta el último segundo. Cada uno es libre para decidir, pero interesa no aplazarlo y ya que es muy posible que algunos tiempos del pasado no se vivieran con consciencia será mejor darse cuenta para hacerlo bien ahora. Por supuesto que no todos los casos van a ser o son como lo relatado. He expuesto los casos más extremos pero que pueden ser reales. Envejecer físicamente es inevitable, pero envejecer –o no- espiritualmente es opcional. Que tu espíritu sea más joven que tu edad. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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AMARSE ES CONSTRUIRSE UNA VIDA DE LA QUE NO SE NECESITE ESCAPAR CONTINUAMENTE. En mi opinión, esta definición de lo que es amarse –que está inspirada en otra que leí en una poesía- refleja perfectamente la esencia de lo que es el Amor Propio, y deja claro que la construcción, mediante el Desarrollo Personal, de una vida amada o plenamente satisfactoria es algo que corresponde a uno mismo y que no conviene buscar alguien ajeno que se encargue de ello. Construirse una vida que sea tal como uno la desea, o la mejor versión o aproximación posible, es una tarea que casi nunca resulta sencilla, que casi nunca es rápida, que no siempre está llena de satisfacciones en todo momento, pero que es necesaria y que al final aporta la impagable satisfacción de estar a gusto y en Paz con uno mismo. Y no hace falta pedir más que eso. Me parece que no me equivoco si digo que todos nos hemos querido escapar de nuestra vida en alguna ocasión, o por lo menos evitar algunos momentos, y que muchos siguen buscando Paraísos Artificiales fuera de sí mismos porque no son capaces de encontrarlos dentro de sí bajo las capas de polvo que acumulan. Algunos tienen la felicidad interna anulada, o perdida porque no saben dónde la han puesto, y buscan como yonquis algún chute externo que les mantenga aislados de su propia realidad. La recomendación que nos propone estar en este mundo es que nos construyamos una buena vida, y de eso es uno mismo el principal y más directo beneficiario. No es nada positiva esa actitud de algunas personas de no querer reconocer su realidad cuando no les gusta, o la de autoengañarse creyendo tener una vida que no tiene nada que ver con la suya de verdad, ni la de salir corriendo cuando una toma de conciencia seria de la situación personal arroja un saldo negativo. El primer paso ante cualquier deseo de cambio, que además es imprescindible, es reconocer la existencia de eso que se pretende cambiar. Amarse es un elemento primordial e imprescindible en una vida honesta. Cualquier asunto personal positivo que no se construya desde el Amor y por Amor está condenado a la desaparición o, cuando menos, a la desaprobación interna. En cambio, lo negativo no necesita ningún esfuerzo para instalarse dentro de uno y lo hace fácilmente. Amarse es una experiencia que sólo puede experimentar uno mismo. Y es un placer que no se puede conseguir de ningún otro modo ni puede ser sustituido por el amor de otra persona. Es indescriptible. No hay palabras que se atrevan a intentar aproximarse al sentimiento. Paz podría ser una de ellas, pero es otro tipo de paz distinto de la paz que asociamos a calma. Completitud también puede ser válida. Bienestar se aproxima, pero tampoco sirve del todo porque parece algo material. Armonía es un sinónimo de la sensación real, pero tampoco concreta el conjunto. Es un estado que solo se puede sentir y que, como sentimiento, es mejor no intentar encasillarlo en una descripción porque dejaría de ser un sentimiento para pasar a ser una definición. Amarse es desear lo mejor para uno, cuidarse, darse atención y desvelo, darse mimos y ternura, hacer de la felicidad propia una prioridad, y también es aceptarse y protegerse de cualquier mal o sufrimiento. Mejor que recibir amor ajeno a veces, con condiciones o con cuentagotas, es amarse a uno mismo siempre y para siempre. Amarse y valorarse son dos grandes desafíos, pero una voluntad firme lo puede conseguir. Amarse es construirse una vida de la que no se necesite escapar continuamente. ¡Qué belleza! es sin duda una tarea cuyo resultado será siempre satisfactorio. Y ya que tenemos que pasarnos toda la vida con nosotros mismos será mejor que nos amemos bien. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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LAS PERSONAS SON COMO SON Y NO COMO UNO QUIERE QUE SEAN. En mi opinión, se nos repite a menudo eso de sentirse decepcionado, o engañado, incluso traicionado, cuando uno descubre que otra persona demuestra que realmente es de un modo distinto a como uno la imaginaba o que actúa de un modo que no coincide con nuestras ilusorias expectativas. Conviene tener muy claro que el otro no es el responsable de que le hayamos puesto en el pedestal de la idealización, de que hayamos depositado en él nuestros deseos o la solución a nuestras frustraciones, de que le hayamos nombrado unilateralmente nuestro salvador o nuestro proveedor de felicidad, así que no le debemos pedir cuentas por no haber hecho algo que nunca se ha comprometido a hacer. Tal vez esperamos mucho de los otros. Y les responsabilizamos de que no hagan lo que nosotros queremos aunque no sea lo que ellos quieren. Lo malo de las ilusiones es que pueden acabar convirtiéndose en desilusiones. Las personas –en general- están más pendientes de sí mismas que de los otros y de satisfacerles. Nosotros también somos personas o sea que es muy posible que también estemos más pendientes de nosotros y que hagamos las cosas sin fijarnos mucho –o sin preocuparnos mucho-, ni pensando en cómo están los otros o qué les van a parecer nuestros actos. El mundo y la vida no funcionan según nuestras normas y deseos así que es conveniente disponer de una gran reserva de tolerancia para evitar que cuando las cosas que no dependen de nosotros no sucedan a nuestro gusto –como son los otros y sus actitudes, por ejemplo- eso no nos lleve directamente a la frustración. Comprender que cada uno es como es, incluidos nosotros mismos, evita bastantes sufrimientos innecesarios. El título dice que “las personas son como son y no como uno quiere que sean”. Si “personas” se sustituye por “cosas” la frase sigue siendo útil y cierta. Nos empeñamos, a veces, en sentirnos decepcionados o defraudados porque alguien no cumple NUESTRAS expectativas o no se comporta como NOSOTROS queremos que se comporte. Eso demuestra un error profundo por nuestra parte al mismo tiempo que manifiesta nuestro egoísmo: queremos que los otros sean y actúen a nuestro gusto. “Cómo te trata la gente es su karma; cómo reaccionas es el tuyo” es una frase que parece estar muy acertada. Hay otra para pensar que está llena de realidad y cordura: “Lo malo no es lo que te pasa, sino lo que tú haces con lo que te pasa”. Si los otros no son como deseamos no es problema de ellos, sino nuestro. Hay que comprender que tienen la libertad y el derecho de actuar del modo que ellos crean adecuado –como también lo hacemos nosotros- y que nada les obliga a hacer algo en contra de su voluntad sólo por satisfacer nuestros deseos o caprichos, como nosotros tampoco tenemos que hacerlo sólo por darles el gusto. Me encanta esta frase: “las personas falsas son como las sombras: te siguen cuando hay luz y te abandonan en la oscuridad”. No te auto-engañes creando falsas expectativas. No esperes que te den lo que no te quieren dar. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así también tendrá su parte de mérito en lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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HAY QUE SER MUY VALIENTE PARA SER FELIZ. En mi opinión, no es ningún disparate lo que afirma el título. La felicidad no es para los cobardes, los pusilánimes, los conformistas rendidos, ni para los que viven en la creencia de que la infelicidad es su castigo y no pueden rebelarse contra ella. La infelicidad es más propia de los que malviven en una visión desgraciada y pesimista, de cualquier tipo, y se mantienen en ella como en una cárcel sin barrotes de la que no quieren escapar. “No podrás ser feliz si antes no eliminas aquello que te impide ser feliz”. Ya conoces esta frase, tan simple y tan indiscutible, que contiene una gran sabiduría. No somos conscientes de nuestras propias zancadillas. Nos pasamos el 95% de nuestro tiempo en la inconsciencia, o regidos por el inconsciente, y no se nos ocurre dedicar un tiempo a conocerlo en profundidad; conocerlo es muy interesante ya que tanto puede ser nuestro mejor colaborador como nuestro más encarnizado enemigo. Es ahí donde se puede encontrar la razón por la cual no nos relacionamos bien con la felicidad. Ser y vivir feliz requiere atención y la voluntad firme de querer serlo a pesar de todo. Relativizar las cosas, siendo objetivos, nos resta una gran cantidad de infelicidad. Las cosas no siempre son tan graves como aparentan. Defenderse de los que quieren atentar con nuestra felicidad y con nuestra paz implica, posiblemente, tener que hacer una limpieza entre las personas con la que nos relacionamos ya que es posible que haya algunos que sobran en nuestra vida porque nos restan y no nos suman, porque nos aportan inquietud, sufrimiento, inestabilidad personal y psicológica, dolor y desorganización, y otros sufrimientos más que no necesitamos. Defenderse y ponerse a salvo de los que nos perjudican implica, en algunos casos, tener que decir que no a algunas situaciones o a ciertas personas. Y para ello hay que sacar toda la valentía y la dignidad que tenemos para evitar y eliminar todo aquello que nos impide ser felices. La felicidad no la regalan: hay que ganársela. Lo que podemos tener gratis es la tranquilidad -cuando no nos pasa nada- y la calma -cuando no pensamos en lo que nos pasa-, pero eso son sucedáneos que no tienen la plenitud explosiva de la felicidad. PREGUNTAS SOLO PARA VALIENTES O PARA PERSONAS QUE REALMENTE SÍ TIENEN AMOR PROPIO: ¿Qué cosas me hacen feliz? ¿Qué cosas me impiden ser feliz? ¿Cómo puedo eliminar lo que me impide ser feliz? ¿A qué o a quién tengo que renunciar para ser feliz? ¿Tengo mi felicidad entre mis prioridades? ¿Qué hago por ser feliz? ¿Por qué no soy feliz? Hay que recordar que las respuestas a estas preguntas pueden llevar implícitas, más o menos escondidas, las soluciones. En muchos casos ya sabemos lo que sí o no tenemos que hacer… pero no lo hacemos. LA VOLUNTAD y LA VALENTÍA son imprescindibles. La felicidad es un excelente premio que merece cualquier esfuerzo. Ser feliz es un objetivo que no se debe perder de vista, ya que en la escala de valores de cada persona tiene que ocupar un lugar preponderante y no es algo en lo que uno debe conformarse con la mediocridad: es lícita la aspiración a aquello que sea lo máximo dentro de nuestras posibilidades y, si es necesario, a explorar todas nuestras posibilidades de cara a la felicidad para ampliarla si es posible. Estudiar la felicidad de los seres humanos en general, y la propia en particular, es una buena inversión de tiempo/vida que nos puede aportar a cambio un modo de ser y disfrutar que no estamos viviendo en este momento. Si quieres investigar más en cómo SER FELIZ y en la FELICIDAD, encontrarás mucha y buena información en este enlace: https://buscandome.es/index.php/board,61.0.html Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si te ha gustado este artículo ayúdame a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo para que le sea útil a alguien. Te pido que ahora hagas tu aportación difundiéndolo entre tus amigos o en tus grupos. Así también tendrás tu parte de mérito en lo que pueda aportar a otros y recibirás tu recompensa. Gracias.
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ESCAPA DE LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS.
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ESCAPA DE LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS. vídeo de 7 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=xuBimAHT8m0 (Producimos 60.000 pensamientos al día, de los cuales el 80% son acerca de nosotros mismos, y la mayoría de ellos son negativos, repetitivos y del pasado.) Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo haciéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias. -
NOS CONSTRUYEN LAS EXPERIENCIAS QUE VAMOS VIVIENDO. En mi opinión, no hay colegios ni universidades, ni tampoco padres o educadores, que nos enseñen a vivir con eficacia y perfección, que nos muestren con claridad cómo es el camino que emprendemos al nacer, que nos enseñen el modo de resolver todos los conflictos y problemas con los que nos vamos a encontrar a lo largo de la vida; que nos prevengan, que nos lo cuenten todo y con claridad, que nos den las pautas que vamos a necesitar. Con su buena voluntad nos trasmiten lo que saben o nos recomiendan o imponen ciertos modos de ser y actuar, pero no hay unas lecciones catedráticas en las que aprender, una a una y todas, las situaciones con las que vamos a tener que lidiar. No hay algo que sea tan directo como que si sumamos dos con dos obtendremos cuatro como resultado. Así que, salvo los conocimientos básicos que podamos aprender en la escuela, salvo algunos aprendizajes que podamos conseguir adquiriendo otros conocimientos por nuestra cuenta, para todo lo demás dejamos que sea el sistema de prueba y error, o prueba y acierto, quien nos vaya enseñando. Se dice que “nadie escarmienta en cabeza ajena”, o sea que difícilmente uno asume e incorpora como propias las experiencias ajenas y, en muchas ocasiones, tiene que vivir y experimentar las propias para poder asumirlas e integrarlas. Aprender a través de la experiencia se convierte, a veces, en un camino nada fácil hacia la sabiduría: es tortuoso y está lleno de sinsabores; es un camino que sólo encuentra la meta-destino al finalizar la vida. Experimenta y reflexiona. Tal vez así es como se puede resumir esto de vivir. Que nos pasen cosas y no nos dejen huella o aprendizaje parece un poco inútil. Darse cuenta tras una reflexión es lo correcto. Aprendemos más y mejor de la práctica vivencial que de la teoría. Ir aprendiendo de las diferentes experiencias además de ayudarnos a evolucionar nos sirve para ir ganando en autoestima y autoconfianza. Eso nos hace darnos cuenta de que somos un poco más sabios que antes de que sucediera lo que nos ha sucedido. Uno sale con la lección aprendida. Que nos vamos a equivocar muchas veces hay que darlo por seguro. Con lo que nos suceda, si no es de nuestro agrado, pueden ocurrir varias cosas: desde la frustración por la caída en un nuevo error por una situación que no se ha sabido resolver bien hasta experimentar el poder de la resiliencia, que es esa capacidad de resurgir fortalecido de las experiencias dolorosas. Ya que ha sucedido, no aporta nada positivo quedarse en el malestar y el auto-reproche y es más útil ponerse una sonrisa –en la boca y en el corazón- y resurgir con fuerza hacia el siguiente paso. La reflexión es el primer paso imprescindible. Tras lo sucedido, lo siguiente –cuando uno ya esté tranquilo y pueda ser objetivo- es sacar conclusiones y hacerse preguntas –y darse respuestas- con respecto a lo que pasó. Se recomienda tomar notas de ello para poder acceder rápidamente, en el momento que se necesite, a los descubrimientos que se hagan. Tras ello, un análisis que clarifique las cosas. No se trata de adquirir solamente conocimientos teóricos: se trata de vivir, con todo lo que eso implica, y de ser conscientes de nuestras imperfecciones –todos los humanos- y seguir en esa voluntad de aprendizaje y evolución. Sólo así nos construiremos de acuerdo con nuestra voluntad y deseo. Sólo así emprenderemos el camino hacia nosotros mismos. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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CÓMO SOLTAR EL DOLOR. vídeo de 6 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=sFccyTe4_tM En mi opinión, aferrarse a esa mala costumbre de seguir machacándose masoquistamente por cualquiera de las acciones del pasado que no tuvieron el resultado que uno deseaba lo único que consigue es provocarnos un sufrimiento innecesario. Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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¿QUÉ QUIERO PARA MÍ? En mi opinión, las personas nos tenemos que enfrentar a veces a preguntas cuyo origen desconocemos pero que se forman y manifiestan desde nuestro interior, sin duda como reclamación por alguna inquietud a la que no le prestamos la atención que requiere y merece. Si alguien se pregunta ¿qué quiero para mí? es porque ha contactado con una parte muy profunda de sí mismo. Por supuesto que la pregunta no se refiere a qué se quiere en cuanto a cosas materiales que se pueden comprar, porque esa pregunta, incluso con las mismas palabras, quien la hace es el ego. Y el ego se puede conformar con cosas materiales de fácil acceso a quien tiene dinero. La pregunta a la que me refiero la hace el Ser Interno. La hace el Alma, la hace la parte Espiritual, se hace desde la trascendencia. Hay algo que se desea, que se siente, que se necesita, que se hace casi vital aunque aún no se sepa concretar qué es. Hay una necesidad de saber que hay algo más que este pasar los días uno tras otro en un desfile derrochador del tiempo de vida. Es un deseo de algo más que pasar por este mundo sin dejar huella y no me refiero a dejar huella en la fama y la posteridad sino a satisfacer una inquietud que se podría denominar como trascendente. A veces uno cree estar bien y parece que las cosas van sucediendo de un modo satisfactorio; no se tienen preocupaciones graves y la cabeza está a flote. Pero no… sigue latente esa inquietud, ese desasosiego que no se calma con distracciones y regalos. Hay una ansiedad espiritual, una necesidad de otra cosa que permita estar en paz interior. Por eso surge espontánea la pregunta: ¿qué quiero para mí? Ni uno mismo comprende la pregunta del todo aunque intuye que está bien hecha. Así es como ha surgido y no de la mente sino del Ser. Es el Ser quien pregunta, quien quiere, pero qué quiere... ¿paz?, ¿el auto-encuentro tan esperado y deseado?, ¿la Iluminación?, ¿deshacerse del ego?, ¿lograr que el sufrimiento externo no afecte? ¿Qué quiero para mí?, esto es lo que hay que preguntarse. Y en seguida la mente se entrometerá pretendiendo responder a una pregunta que no le han hecho a ella. No quiere comprender que la pregunta surge de dentro y se ha de contestar desde dentro. Hay que respetar que esto no es un diálogo a varias bandas sino un soliloquio en el que no se admiten intromisiones. Y ahí reside parte de la dificultad porque parece que no sabemos comunicarnos con nosotros mismos sin palabras. Tal vez esta pregunta sea para responderla sin palabras, para que sean los sentimientos quienes intervengan mudos, para que uno sienta y no piense, porque no es una pregunta para el “mí” que es el personaje, o para el ego, sino que es una pregunta para el Alma y desde el Alma. Uno llega a darse cuenta de que es muy posible que la pregunta esté mal formulada, aunque parece irreprochable. Si hay un “mí” en la pregunta hay un ego en la pregunta. Entonces… ¿por qué otra pregunta cambiarla?... ¿qué anhela el Ser?, por ejemplo. Esta pregunta es de respuestas lentas que van apareciendo poco a poco. Sin palabras. Si uno pone voluntad en satisfacer esta inquietud comprobará cómo a medida que insiste van sucediendo cosas, como si el Universo colaborase para que sucedieran; van apareciendo personas, sensaciones, claridad, comprensión; uno siente que se aleja de quien está siendo –o quien ha sido hasta ahora- pero, en cambio, se siente más él mismo que nunca. Las respuestas se reflejan en el modo de ver y VIVIR la VIDA. No se nota de un día para otro, pero los demás se dan cuenta y uno mismo se da cuenta cuando se mira unos meses atrás. Las cosas que suceden se ven de otro modo distinto. ¿Qué anhela tu Ser? ¿Te atreves a preguntártelo? ¿Te lo concederás cuando lo averigües? Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Gracias.
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TENER MAITRI ES ALGO MÁS QUE TENER UNA BUENA AUTOESTIMA. vídeo de 6 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=aqOsQ-bmHNY En mi opinión, hay una excesiva cantidad de personas que no son capaces de llegar a aceptarse y amarse a sí mismas sin aplicar antes una larga y complicada lista de condiciones para poder hacerlo. El Amor Propio, el auto-respeto, y la Autoestima, se encuentran con grandes dificultades para instalarse en esas personas. En la Psicología Budista Tibetana existe una palabra perfecta para expresar el tipo de relación que uno ha de mantener consigo mismo: MAITRI. Se podría traducir como “amor incondicional hacia quien uno es”. INCONDICIONAL. Este matiz es importante y es imprescindible. Otra traducción o interpretación puede ser “bondad amorosa hacia uno mismo”. Si le ha gustado este vídeo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así tendrá su parte de mérito por lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.
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SUFRIMOS MUCHO… INNECESARIAMENTE. En mi opinión, las personas, en general, sufrimos mucho y casi siempre innecesariamente. Algunos sufren muchísimo y, además, muy a menudo. Sería muy bueno resolver este asunto del sufrimiento de un modo eficaz y definitivo. Llevo unos días fijándome en la gente con la que me cruzo por la calle. Algunos manifiestan claramente tristeza y hasta dolor en unos rostros apenados. No lo pueden negar y no lo pueden evitar. Otras personas son de “la procesión va por dentro”, porque hay que ponerse una cara “normal” para no preocupar o asustar a los otros, o porque está mal visto eso de no estar bien y casi es mejor ocultarlo. La gente sufre mucho. Me duele cada vez más saber que detrás de cada persona seria o triste hay una historia y que no es una historia satisfactoria o feliz. Quienes sufren necesita atención, cuidado, acompañamiento, amabilidad, generosidad, cariño, comprensión… No necesitan compasión ni lástima. No desean dar pena ni ser considerados unos desgraciados. En muchos casos simplemente desean seguir ensimismados en su proceso de duelo. En otros casos sufren como autocastigo, porque creen que todo lo que les sale mal o lo hacen mal merece un castigo –son reminiscencias de la educación infantil- y lo convierten en un autocastigo que es injustificado, innecesario y contraproducente. “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”, decía Buda después de muchos años de meditación y observación. Si entendiésemos bien el dolor, lo que nos quiere decir con su aparición y presencia, comprenderíamos que no es necesario el sufrimiento, porque no es nada más que la prolongación artificial y apesadumbrada de un dolor no comprendido o no aceptado. El dolor no es un castigo: es un aviso y si entendiésemos bien esto comprobaríamos que solamente es una señal de que algo no va bien, algo requiere nuestra atención, algo no cuadra con nuestros principios o no ha sucedido como desearíamos. Si en vez de caer en la tentación inmediata de sufrir fuésemos capaces de quedarnos en la objetividad, en esa actitud de no perder la calma y la entereza y la ecuanimidad a pesar de lo que esté sucediendo, mantendríamos la ecuanimidad necesaria para comprender que lo mejor es no sufrir. El victimismo del sufrimiento no produce ningún cambio productivo. El dolor no tiene porqué lastimar obligatoriamente. Se puede quedar en un grado leve si la actitud que tomamos frente a su presencia es la de atención y su comprensión y no la de intento de rechazo o abatimiento. Evitarse el sufrimiento es un acto de Amor Propio. El sufrimiento no aporta nada positivo y sí mucho negativo. Es un juego masoquista en el que conviene no entrar. “El sufrimiento sólo es necesario hasta que te das cuenta de que es innecesario”, dice Eckhart Tolle. Y tiene razón. Y mientras antes llegue uno a la conclusión de que es innecesario antes se deshará de él. Todo sufrimiento es creado por la mente de uno mismo. Nuestra actitud ante lo que pasa es lo que convierte el mismo acto en pesaroso, feliz, triste, productivo o frustrante. El sufrimiento solo existe en nuestra mente. Estoy en contra de todas esas frases e ideas que hablan de alcanzar la purificación mediante el sufrimiento, de que para aprender hay que sufrir, de que quien bien te quiere te hará sufrir, o que las cosas se comprender mejor con dolor y con sangre. El Amor Propio es el mejor y más amable colaborador en la tarea de que el dolor se quede en su función de avisar y desaparecer naturalmente sin convertirlo en un martirio. Por tu propio bien, por tu estabilidad psicológica y emocional, por tu paz y bienestar, para tener una vida con más calidad, convéncete de la inutilidad del sufrimiento –que es algo que depende exclusivamente de ti- y no permitas que se entrometa en tu vida. Te dejo con tus reflexiones… Francisco de Sales Si le ha gustado este artículo ayúdeme a difundirlo compartiéndolo. Yo he hecho mi trabajo escribiéndolo con la intención de que le sea útil a alguien. Le pido que ahora haga su aportación difundiéndolo entre sus amigos o en sus grupos. Así también tendrá su parte de mérito en lo que pueda aportar a otros y recibirá su recompensa. Gracias.