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eztetl

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  1. Ya sea que escriban historias sobre tierras lejanas pobladas por guerreros y dragones, que narren las aventuras de magos y brujas peleando contra fuerzas oscuras o, bien, que retraten un mundo cohabitado por ángeles, vampiros, hadas o superhéroes, sus historias poseen un elemento común, por disímiles que puedan parecer en primera instancia: la fantasía. Conviene, entonces, revisar las notas de uno de los pioneros de lo fantástico tal como lo entendemos hoy en día: J.R.R. Tolkien, quien en su ensayo “Sobre los cuentos de hadas” aporta observaciones útiles a cualquier escritor de ficción especulativa, al margen del género que practique. En efecto, cualquier autor que roce siquiera lo extraordinario tiene que enfrentar la resistencia (e ira) de los cogotudos críticos de los suplementos literarios, obstinados en elogiar la árida observación del realismo cotidiano por encima de cualquier cosa (tal como familiares y amigos, dicho sea de paso). Tolkien, decididamente, la enfrenta: “La fantasía puede, por supuesto, ser llevada a excesos; puede ponerse a fines malvados; incluso puede engañar a las mentes de las cuales ha surgido. Pero, ¿de qué creación humana no cabe afirmar lo mismo? Los hombres han concebido no sólo elfos, sino que han imaginado dioses y los han venerado, incluso a los más deformados por la propia maldad de sus creadores; han hecho falsos dioses de otros materiales: sus principios, sus banderas, sus dineros; aún sus ciencias y sus teorías sociales y económicas han exigido sacrificios humanos. Pero el abuso no quita el uso. La fantasía sigue siendo un derecho humano.” Tolkien señala tres funciones básicas que debe cumplir el cuento de hadas. La primera de ellas, la Recuperación: “Debemos observar el verde de nueva cuenta, y ser sorprendidos (mas no cegados) por el azul y amarillo y rojo. Debemos encontrarnos con el centauro y el dragón, y luego, quizá, contemplar de súbito, como los antiguos pastores, a los perros, caballos... y lobos. A esta recuperación nos ayudan los cuentos de hadas.” Arremetiendo contra el tono de desprecio conocido por todos nosotros, Tolkien defiende otra de las funciones del cuento fantástico, el Escape. “Evidentemente, nos enfrentamos a un mal uso de las palabras y, también, a un error en el razonamiento. ¿Por qué debería ser despreciado un hombre que, encontrándose en prisión, intentara escapar e ir a casa? ¿O que, sin poder hacer tal cosa, pensara y hablara sobre otros temas además de celadores y muros de prisión? El mundo exterior no se ha vuelto menos real porque el prisionero no pueda verlo. Al usar el escape en tal sentido, los críticos han elegido una palabra errónea y, lo que es peor, confunden, no siempre por un error sincero, el Escape del Prisionero con la Huida del Desertor”. Imposible encontrar una mejor defensa de lo fantástico. También es aconsejable tener a la mano, para incontables replicas, el siguiente párrafo: “En cualquier caso, la expresión “vida real” en este contexto parece caer por debajo de los estándares académicos. La idea de que los automóviles estén más “vivos” que, digamos, los centauros o los dragones es curiosa; que sean más reales que, digamos, los caballos es patéticamente absurda." Y concluyendo con tan apasionada defensa: “Por mi parte, no puede convencerme de que el techo de la estación de Bletchley es más “real” que las nubes. Y, como un artefacto, lo encuentro menos inspirador que el legendario domo celeste. El puente a la plataforma 4 es, para mí, menos interesante que el Bifröst, custodiado por Heimdall con el Gjallarhorn.” Para terminar, viene el Consuelo, enarbolado por el final feliz o Eucatastrofe: “Es señal de un buen cuento de hadas, del más alto y completo grado, que sin importar cuan desenfrenados sean los eventos, ni cuan fantásticas o terribles las aventuras, los niños y hombres que lo escuchan pueden, cuando llega el final, recuperar el aliento, el pulso y el ánimo en el corazón”.
  2. Y Forster, Woolf y todos los Bloomsbury, por decir algunos. Aunque creo que no habría que preocuparse tanto por perturbar su descanso: dudo mucho que a ellos les interese lo que escribe Cleaver (o que Cleaver escriba para ellos, por principio de cuentas). Saludos.
  3. Posteo otro tema acerca de la técnica. Si no es el lugar indicado, por favor, díganmelo y dejaré de hacerlo. Ya sean expertos o principiantes, tengan un borrador completo o vayan escribiendo sobre la marcha, Jerry Cleaver enfatiza la importancia de recordar estos tres ingredientes, básicos de toda historia y toda escena, por elementales que puedan parecer. En su libro, Ficción Inmediata, el autor cuenta una anécdota sobre Jimmy Connors, exnúmero uno del mundo, quien al fallar un importante punto, se recordó a gritos un consejo de principiantes. “¿Por qué Jimmy Connors, treinta años después, seguía diciéndose que mantuviera los ojos en la bola? ¿Y por qué les estoy contando este episodio? Bien, se los cuento porque la narración de historias se basa en los fundamentos. Lo que te hace fracasar no es la incapacidad de aplicar alguna técnica intricada y de alto nivel, sino pasar por alto lo básico. No mantener los ojos en la bola .” Y lo básico, es aquello que Cleaver, llama la primera línea de defensa, las herramientas infalibles, la santísima trinidad: Deseo, Obstáculo y Acción “Para crear un conflicto digno de mover historias, debes tener dos elementos: un deseo y un obstáculo. Alguien debe querer algo y debe existir un obstáculo que superar para superar ese deseo. Scarlett quiere a Ashley; Ashley se va a casar con Melanie (obstáculo). Romeo y Julieta quieren estar juntos; sus familias son enemigas (obstáculo). Ahab quiere matar a la ballena; la ballena y el mar (obstaculos) deben ser vencidos .” Así, Deseo + Obstáculo = Conflicto. Y, precisamente, sobre este conflicto, debe girar la Acción del personaje para crear una trama sólida. “El hecho de que tengas muchas palabras y páginas no significa que tu historia ha comenzado en el sentido dramático. Técnicamente, hasta que tienes un conflicto dramático (deseo + obstáculo) y un personaje actuando para vencer ese obstáculo, tu historia no ha empezado. Si esos elementos no aparecen hasta la página 60, tu historia no comienza hasta la página 60. Algunas historias nunca comienzan .” Estos principios no sólo aplican durante el comienzo o la planeación de la totalidad de la historia sino que pueden considerarse parte esencial de cada escena. Cleaver aconseja su uso: “Las primeras preguntas que hay que hacer al reescribir una historia o una escena son: 1. ¿Quién quiere qué? 2. ¿Cuál es el obstáculo? 3. ¿Qué está haciendo el personaje para superarlo ?” Finalmente, el autor asegura que, sin importar cuánta energía se dedique a otros detalles, la debilidad en estos elementos no puede ser compensada, por lo que plasmar la triada en la página tendría que ser siempre el objetivo principal . ¿Están de acuerdo? ¿En qué grado? ¿En qué no? Saludos.
  4. Hola. Es mi primer post. No sé si pertenezca a este foro, pero me pareció que podría ser de utilidad. Si hay algún problema o infracción, sólo avísenme. Saludos. Para todos aquellos que tienen problemas para comenzar o pretenden dar aún mayor fuerza a sus borradores, Jack Bickham, autor de más de 75 novelas, da un consejo muy claro: no hay que calentar motores. “La Buena ficción empieza con la respuesta de alguien hacia una amenaza .” Un conductor manejando por un desfiladero, una chica intentando huir de su secuestrador, una niña asustada por presentar un recital de baile: sólo unos ejemplos de grandes riesgos que atrapan la atención del lector (¿quién no continuaría leyendo al menos un poco?). “Hay que empezar con la acción. ¿Qué tipo de acción? Una amenaza -y la respuesta hacia ella. Toda buena historia empieza en el momento de la amenaza.” Bickham aconseja mirar los momentos más aterradores que hemos enfrentado en nuestra propia vida: los primeros días de escuela, una muerte, un divorcio, pruebas escolares, deportivas, nuevas escuelas, casas o empleos. “Cuando las cosas van bien, nos sentimos en total armonía y, en absoluto, amenazados. Pero llega un cambio –casi cualquier cambio- y nuestro mundo es sacudido. Nos sentimos incómodos. Amenazados. Nada es más amenazador que el cambio. De esto, se desprende que sabrás cuándo y dónde debe empezar tu historia (desde la misma primera página y primera línea) cuando identifiques el momento de cambio. Porque el cambio es donde la historia comienza.” Para ejemplificar, digamos que se trata del momento en que un extraño toca a la puerta, un director lleva a la dirección a un alumno, una familia se muda o una correo nuevo aparece en la bandeja de entrada. “Abre antes del cambio, con la historia de fondo, y es aburrido. Abre mirando a otro lado y es irrelevante. Abre después del cambio y es confuso.” Si bien todas las historias exigen un tratamiento distinto (menos melodramático en muchos casos), Bickham pretende establecer las bases para que cada escritor pueda, a partir de la sutileza, el gusto y los requerimientos de su propio relato, desarrollar un comienzo sólido y atractivo para el lector. ¿Creen que Bickham logre su cometido? ¿Les parecen útiles sus consejos?
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