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..Etrips..

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  1. Estimado Diegoprime, es un gusto saludarte. Quisiera discutir la siguiente afirmación que esgrimes: “Es insano pensar que venimos manchados con un "pecado original" que cometieron otros”. Me parece una sentencia interesante que debe rebatirse. Ante todo quiero subrayar que la doctrina católica del pecado original es un dato de fe. Hay datos que nos llegan por medio de los sentidos o la razón, pero otros provienen estrictamente de la revelación cristiana. Por ejemplo, la doctrina de la Trinidad no la conocemos porque hemos filosofado sobre Dios o hemos investigado científicamente cómo es Dios (cosa por lo demás imposible), sino que sabemos que Dios es uno y trino sencillamente porque así lo hemos recibido y creído dentro de la Iglesia a la luz de lo que se dice en la Biblia. La doctrina del pecado original es semejante, y podemos compararla a la doctrina de la Trinidad: ambas son datos de fe y no resultados de una investigación científica o filosófica. En otras palabras, por ser ambas doctrinas datos de fe, no pueden ser ni afirmadas ni desmentidas por ningún examen racional: la razón humana no puede saber con certeza racional la verdad o falsedad de ninguna de ellas. Dicho esto, se comprende que no pueda discutirse si el pecado original es verídico o no, porque acoger ese dato es solamente cuestión de fe. Lo que sí puede hacerse es analizar si la razón se opone a esta doctrina o deja abierta la posibilidad de que ella sea verídica. Es aquí donde entra en juego tu afirmación: ¿realmente es insano pensar que venimos manchados por un pecado que no hemos personalmente cometido? Si es “insano” o no, dependerá de si la cuestión es cierta o no, ya que sano es acoger de buena gana aquello que es verdad, sea una verdad de nuestro agrado o no. Pero más allá de eso, me parece que no es injusto que nosotros heredemos de nuestros padres la situación por ellos creada, ya que a fin de cuentas nadie anda por la vida diciendo cosas como “qué injusto heredar este color de piel, este color de ojos, esta estatura, etc. etc.” siendo que todo ello es simplemente herencia natural de nuestros padres. Del mismo modo, el nacer dentro de una naturaleza herida y sujeta a ciertos males no es más que una cuestión de herencia. Todos llegamos a un mundo que nos precede, un mundo por nosotros no creado. Declarar que esto es injusto es una aberración, es negar de alguna manera la condición humana y ser, de algún modo u otro, un misántropo. El pecado original es una cuestión de herencia.
  2. Me parece que estamos olvidando un principio evidente: “de la nada, nada sale”. Este principio, por ser evidente, es indemostrable. Pero debemos tenerlo en cuenta a la hora de analizar cómo es aquella primera causa de la que habla Tomás de Aquino. En el mundo que nos rodea y en el cual estamos insertos, las cosas suceden por alguna razón. Se le atribuye al filósofo Leibniz descubrir el principio de razón suficiente. No suelo citar fuentes inseguras, pero citaré la Wikipedia para ahorrarme la molestia de buscar en mis libros: “...que jamás ocurre algo sin que haya una causa o al menos una razón determinante, es decir, algo que pueda servir para dar razón a priori de por qué algo existe y por qué existe de esta manera más bien que de otra manera.” Esto significa que todo tiene una razón de ser. Por dar un ejemplo: los biólogos nos dicen que la explicación (la razón de ser) de las especies es la evolución por selección natural, y que esa teoría científica es la mejor explicación al por qué hay multiplicidad de especies. Todo, absolutamente todo, tiene una razón de ser. Ahora bien, en la realidad hay entes. Hay cosas que participan del ser. Un ente puede ser cualquier cosa, incluso algo mental, pero necesariamente tiene una razón de ser. Por eso la pregunta que, según Heidegger, debería ser la primera de la filosofía es: ¿por qué hay algo y no más bien nada” En otras palabras: ¿cuál es el fundamento (la razón de ser) de todo ente? Aquí las respuestas varían. La respuesta cristiana ya la conocemos: la causa-razón es “Dios”. Pero el ente “Dios” no pasa de ser un ente mental, una idea. Por eso Santo Tomás dice que la existencia de Dios debe ser demostrada, ya que, según él, su existencia no es evidente (como lo creía, por ejemplo, San Anselmo). No es legítimo deducir que porque algo existe en la mente existe también en la realidad. La prueba del movimiento viene a demostrar que “Dios” no es sólo un ente mental, sino también un ente real. “De la nada, nada sale”; luego, entonces, debe haber algo (un ente) que confiera el fundamento a todos los entes que requieren una razón de ser. Se procede de la siguiente manera: se aprecia que en el mundo hay entes; luego, que todos los entes que se aprecian tienen una razón de ser; después, se busca el fundamento de todos los entes. Quizás en este punto alguien opine que el tercer paso es ilegítimo, es decir, que no necesariamente deben todos los entes tener un fundamento. Tal vez las cosas sean “porque sí” y con ello el absurdo tiene la última palabra. Pero quien así opine me parece que debería dejar de ir al médico o dejar de usar la tecnología, porque si se busca la cura de una enfermedad, es porque se presupone que las enfermedades tienen causas, y cesando las causas cesan también los efectos. El nihilismo es impracticable. Existe, pues, un ente captable sólo por la inteligencia que confiere el fundamento a todo ente. A ese ente los cristianos le llamamos “Dios” (a falta de una palabra mejor).
  3. Antes que nada, debemos estar atentos a lo que Cristo realmente prometió. No debemos poner palabras en su boca que él no ha dicho. Por eso citaré nuevamente la Biblia en esta respuesta. Así, propongo tener como base de la discusión los siguientes textos bíblicos: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra? o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mt. 7, 7-11) “Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! (Lc.11, 9-13) Aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre. Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado. (Jn.16, 23-24) Luego de leer estos pasajes de la escritura, queda claro lo que realmente Cristo promete: promete el Espíritu Santo a cuantos se lo pidan al Padre en su nombre. En efecto, dice Mateo que el Padre está dispuesto a dar “cosas buenas”; mientras que Lucas dice que el Padre dará “el Espíritu Santo a quienes se lo pidan”. Las palabras “cosas buenas” y “Espíritu Santo” son intercambiables. Son lo mismo. Y el evangelio de Juan añade: “pedid y recibiréis para que vuestro gozo sea colmado”. Dios quiere hacernos felices, y para ello nos regala su propio Espíritu, el cual contiene todos los dones. Y Cristo no puede fallar, no puede prometernos algo que no está dispuesto a cumplir. Si tenemos al Espíritu Santo, ¿qué más queremos? ¿qué otra cosa podríamos querer pedir?
  4. Para dar respuesta a esa pregunta me remitiré esta vez a la Biblia, concretamente, a la oración del huerto de Getsemaní. Allí se ve a Jesús, el Hijo de Dios, orando en momentos de angustia: “Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Como vemos, Jesús no pide que se haga su voluntad, sino que está abierto a recibir lo que su Padre está dispuesto a regalarle. Jesús no exige que se cumpla su propia voluntad. No dice: “que pase de mí este cáliz o, de lo contrario, abandonaré la misión que me encomendaste”. No; Jesús dice “que NO se haga mi voluntad, sino la tuya”. Así es como se ora correctamente. Ahora bien, yo dije que Dios siempre es el principio y el fin de toda oración: Dios suscita en nosotros el deseo de orar, y nosotros por obediencia oramos. Si esto es así, entonces Jesús, que fue un hombre como cualquier otro, también cuando fue al huerto de los olivos lo hizo porque sintió que Dios “suscitaba” en su corazón el deseo de orar. Jesús, pues, oró lo que oró por obediencia. Y ya que su obediencia durante toda su vida fue perfecta, cada palabra que dijo provenía de Dios. Ahora llegamos al momento clave: ¿cumplió Dios lo que suscitó en el corazón de Jesús? ¿Pasó de él aquel cáliz o no? Yo opino que sí. Creo que Dios si cumplió la oración de Jesús, porque luego al tercer día lo resucito.
  5. Para seguir con el debate ¿qué ocurre si lo que pedimos viene de nuestro propio deseo (necesidad si lo quieren llamar de otra forma)? ¿es acaso algo ilegítimo y por eso podría no obtenerse una respuesta positiva? .. Así tomando en cuenta el ejemplo, la pregunta podría reformularse de la siguiente forma: ¿es ilegítimo que la persona ore por lluvia si no es voluntad de Dios que ore por aquello? Ante todo hay que volver a señalar que Dios siempre responde a todas las oraciones, por cuanto que siempre es Dios quien mueve la oración: la nutre, la impulsa, le da fuerza. Toda oración tiene su origen en Dios, quien, bajo la moción del Espíritu Santo y por medio de Cristo, nos mueve a dirigirnos a él. Así, la oración es siempre una respuesta al Dios que sale a nuestro encuentro interpelándonos, llamándonos a entrar en comunión con él por medio de Cristo en el Espíritu Santo. Ahora bien, lo que recibimos en cada oración será lo que Dios quiera ofrecer y nada más que lo que él quiera. Dios inicia el movimiento de la oración, por eso es él quien decide lo que está dispuesto a ofrecer. El creyente, que precisamente por ser “creyente” es que ora, debe aceptar lo que Dios está dispuesto a regalar si no quiere dejar de ser “creyente” y volverse lo contrario. En toda oración prima el respeto mutuo: Dios permite que el creyente pida lo que quiera (como la lluvia en el caso del agricultor) y el creyente pide lo que Dios suscita en su corazón. La oración es, pues, un acto de comunión, y el resultado de la oración será producto del diálogo entre el creyente y Dios, siendo Dios quien tiene la última palabra, así como también tuvo la primera llamándonos a orar.
  6. Muy interesante tu post, estimado Hectorzero. Para responder primero quiero aclarar dos malentendidos que aludes. “cuando no tenemos la respuesta que esperamos a nuestras oraciones, muchos nos podrán decir que es porque nos falta fe”(…) ¿o es más bien la fe la demostración de confianza o tal vez devoción con la que Dios se siente complacido y debido a eso da respuestas positivas a las oraciones? Mira, en realidad según la teología católica (desde sus orígenes, pasando por Trento y la Dei Verbum del Vaticano II) la fe es una respuesta libre del hombre a la gracia del Dios que se automanifiesta e interpela. Es una respuesta libre, porque si el hombre lo quiere puede en su praxis concreta prescindir de los planes de Dios para él y para los demás. Nadie está determinado por Dios a aceptar o rechazar la fe (lo contrario sería la herejía de la predeterminación), por eso es una respuesta “libre”; pero la gracia para abrazarla la derrama Dios a todos los hombres, independientemente de su raza, cultura, religión, etc. Sobre la divina revelación dice la constitución dogmática Dei Verbum: “Cuando Dios revela hay que prestarle la obediencia de la fe”; la fe es una respuesta a determinados contenidos: las llamados artículos de fe o verdades de fe. Es una “obediencia”, un acto de escucha libre y responsable que abarca la totalidad de la persona. Así, la oración, por ser consecuencia de la fe, siempre es escuchada. Nadie es obediente a Dios sin fe, y nadie sin obediencia quiere orar, y nadie tiene fe sin la gracia de Dios. ¿Por qué no recibimos lo que pedimos? Hay que preguntarnos si lo que pedimos viene de la fe (si viene de la “escucha de Dios”) o si proviene de nuestros propios y autónomos deseos.
  7. Francamente, decir que Constantino fundó la Iglesia católica me parece absurdo. Si bien es verdad que con el Edicto de Milán se abrió el camino para que Teodosio inaugurara la "Cristiandad", no es cierto que lo que hoy llamamos "catolicismo" surja en tiempos o por la acción de Constantino. La fe de la Iglesia no se entiende sino a la luz de la Eucaristía y los otros sacramentos. Y de los sacramentos hay testimonios muy antiguos, comenzado por la "fracción del pan" del libro de los Hechos, siguiendo con los padres de la Iglesia orientales y latinos, hasta hoy. Lo esencial del catolicismo son los sacramentos y no otra cosa (como alguien podría suponer: el culto a María, la infalibilidad del papa, etc, etc). Así que no se me ocurre cómo se puede decir que Constantino fundó la Iglesia. Habría que precisar qué se entiende por "catolicismo" para sólo entonces decir que Constantino lo fundó. Ahora bien, ¿Jesús fundó una Iglesia? Si no se cree en su resurrección es imposible decir que sí. Todos los versículos bíblicos en que Jesús manda a predicar el Evangelio a las naciones se sitúan luego de su resurrección, y ella sólo puede creerse con fe. Para el no creyente, sólo hubo un Jesús que, según algunos, fue un agitador político o un profeta apocalíptico y, según otros, no fue más que un hombre excepcional o alguna otra cosa.
  8. Inicio este tema para discutir sobre una prueba de la existencia de Dios muy famosa que le pertenece a Tomás de Aquino. Todos constatamos con los sentidos que hay movimiento e inferimos con la razón que nada se mueve sin una causa eficiente. Por ejemplo, si un vaso cae (dato empírico), es porque algo o alguien lo dejó caer (inferencia fundamentada en el principio de razón suficiente); nadie dice: calló “porque sí”, sino que indagamos en la razón de por qué calló. Este espíritu de curiosidad es lo que en primera instancia mueve la ciencia, que tanto usan algunos para rechazar la existencia de Dios Pues bien, debe existir un origen para el movimiento. Retomando el ejemplo: si un vaso cae es porque algo lo hizo caer, y a ese algo, otro algo lo movió… así sucesivamente. El núcleo de la prueba es el siguiente: esa cadena no puede ser infinita, porque de lo contrario queda sin respuesta nuestra pregunta inicial: “¿por qué calló el vaso?”. La solución que propone Tomás es que hay una causa-incausada, un motor en acto puro que da origen al devenir, e identifica a Dios con ese principio. A mí este argumento me parece tan sencillo como plausible, pero quiero escuchar opiniones. Es un tema que da para mucho
  9. Primero que todo, ningún católico afirma que Dios "debe" escuchar nuestras oraciones. Nadie dice que al ser humano por derecho le corresponde exigirle cuentas a Dios, como si él tuviese alguna limitación dentro de su soberana libertad. Dios es absolutamente libre y, por tanto, no puede nadie decirle lo que debe hacer. Ahora bien, por la fe los cristianos sabemos que Dios "quiere" escuchar nuestras peticiones y cumplirlas según él estime conveniente. Creemos que Dios ha querido entrar efectivamente en la historia del hombre para salvarlo (del pecado) y elevarlo a la condición de hijo de Dios, es decir, participante de la naturaleza divina. Esta es más o menos la fe de la Iglesia. Pero, con todo, tu tendrías razón en que si Dios "tuviese" que escuchar oraciones estaría determinado (por el tiempo o por otra cosa) y así ya no sería incondicionado, inmutable y soberano de la historia del cosmos. ¡Pero aquello es algo que no sostiene la fe católica!. La Iglesia cree que Dios es libre, y que libremente ha querido ayudarnos a salvarnos por medio de la oración..
  10. Ante esta impresión me surge otra pregunta: ¿es justa la respuesta -y el tiempo en que se reciben- a nuestras oraciones?, eso teniendo en cuenta los argumentos expuestos en los cuales, da la impresión que las personas quedan a su propia suerte, aunque sea durante un determinado tiempo (que para el que ora muchas veces parece interminable) o que el sufrimiento no cesa, etc. No hay duda que las oraciones son escuchadas, pero "hay que saber pedir lo que conviene". Hace tiempo leí un libro ("el gran medio de la oración") en el que se postulaba que 4 cosas son indispensables para recibir lo que se pide: 1) que sea para uno mismo, 2) que sea para salvarse, 3) con humildad, confianza, etc 4) en el nombre de Jesús. Si se cumplen las cuatro debería la oración ser infalible. Si miramos los milagros de Jesús, por ejemplo la múltiplicación de los panes, la gente había dejado todo para seguir a Jesús y había mutua disposición a compartir. No se le veía a Jesús como un medio para fine mayores, sino que se le escuchaba y se le seguía. Por eso obro el milagro. por otra parte, es imposible si Dios es bueno que la gente pida y no reciba nada. Si Dios no concede lo que se le pide en el momento exacto, es porque no había la disposición para recibir el milagro.
  11. Respecto al punto 1, hay que decir que ciertamente Jesús viene a cumplir la Ley ("no he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento"). El problema en todo esto es que Jesús predicó, según exégetas católicos y no católicos, el Reino de Yavé anunciado por los profetas... ¡Y no llegó! (al menos en apariencia). De hecho, al día de hoy siguen los judíos diciendo que cuando llegue el Mesías no habrá hambre ni guerra, y sin embargo vino Jesús y todo eso sigue existiendo. El punto 2 ya es una interpretación creyente. Respetable, pero sólo creyente. De lo que se trata es de tomar las frases de Jesús recogidas en los evangelios ANTES de la pascua y su crucifixión, para con ellas reconstruir lo que en realidad quiso decir. Obviamente que yo, al igual que tu, creo que vino a redimir a la humanidad y tomar el lugar del cordero. Pero no me parece conveniente de cara al diálogo con no cristianos comenzar por lo que se cree para terminar por lo que sucedió. En vez de eso es mejor partir por lo que sabemos sucedió y luego interpretar los hechos a la luz de la fe. Sin duda que la paternidad de Dios está en el centro de la predicación de Jesús. Basta leer el Padre Nuestro o el Sermón de la montaña recogido en Mateo para darse cuenta. Sin embargo, en este último sermón (que es el primero de su predicación pública) Jesús comienza diciendo que "si su justicia no es mayor a la de los escribas y fariseos no entrarán en el Reino de los Cielos", de manera que el trasfondo de su predicación es realizar una "justicia". Y ella no es precisamente la que nosotros entendemos, sino la "justicia" entendida en el contexto judío, es decir, cumplir la voluntad de Yavé (porque el justo es aquel que cumple la voluntad de Dios). Que seamos justos, "justificarnos", es su misión si leemos todo el mensaje desde la perspectiva que adopta Mateo con la frase citada. La paternidad de Dios va de la mano con la justificación (o redención). Somos hijos de Dios si es que somos justos, o sea, si cumplimos su voluntad. ¿Cuál es su voluntad? los judíos decían que era la Torah o Ley de Moisés, pero como Jesús relativiza la Ley con las palabras "se ha dicho, pero yo os digo" es razonable postular que ya no es cumplirla al modo de los fariseos (con sus 613 mandamientos) o los esenios (con sus reglas monásticas) o los sacerdotes y saduceos (con su culto del templo), sino a la manera de Jesús, siguiéndole.
  12. No sé si sus voceros están más interesados en la plata que en el mensaje de Jesús. Pero independientemente de ello, es decir, independiente de la práctica concreta de las iglesias, la persona de Jesús puede abordarse sin intereses confesionales con ayuda de los métodos históricos. De manera que no hay para qué caer en descalificaciones. Ahora bien, le he dado un par de vueltas al tema de si en esencia el mensaje de Jesús fue sólo amarse los unos con los otros. Ello significaría (para seguir la linea del tema) que la misión de Jesús fue predicar el amor fraternal, en tanto somos todos hijos de un mismo padre y en tanto Dios nos ama a todos por igual. Sin embargo, según el NT Jesús fue un personaje público que comenzó a predicar tras ser bautizado por otro personaje público: Juan el Bautista. Y sabemos también que murió por los romanos, en tanto la crucifixión era instrumento de tortura no judía. Yo preguntaría entonces, ¿puede recibir una condena pública quien sólo se limita a predicar el amor de los unos con los otros? Evidentemente que no. Hace falta entrar en conflicto con los poderes dominantes, y esto es lo que Jesús debió de haber hecho si es que murió públicamente como un criminal. Así que esa idea dudo que convenza mucho.
  13. Muchas de esas "falacias" no las sostiene la religión católica en absoluto, pero aclaremos un poco las cosas: Los cristianos (seamos católicos o protestantes) conocemos a Dios por medio de la persona de Jesús. Se pueden citar muchos versículos bíblicos, pero basta uno: "Yo soy el camino la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí". Es Jesús quien nos lleva al Padre. El catecismo lo dice así (no recuerdo en qué numero): "Atraídos por el Padre y movidos por el Espíritu confesamos con Pedro: tu eres el Cristo, el hijo del Dios vivo" Todo ello significa que conocemos a Dios no por medio de nuestra ideas innatas, sino por la vida de Jesús. No decimos "yo intuyo que Dios debe ser omnipotente, luego entonces lo es" "Yo intuyo que Dios es eterno, luego entonces lo es" etc etc etc. Sino que vemos quién fue Jesús y desde allí decimos quién es Dios. Esto que digo puede ser discutible, y lo es, pero a mí me parece que es la forma correcta de abordar el tema. No partir de la base que sabemos ya de entrada quién es Dios (¿acaso alguien lo ha visto?), sino escuchar a Jesús y desde allí, desde este punto de partida, decir lo que sabemos sobre Dios.
  14. Hoy en día sabemos bastante de Jesús luego de tres siglos de crítica histórico-literaria del Nuevo Testamento. Sin embargo, desde un punto de vista estrictamente histórico, el origen de las Iglesias cristianas aún permanece misterioso, entre otras razones, por la casi inexplicable rapidez con que se pasó de la creencia de la resurrección a la identificación el reino mesiánico con la persona misma del resucitado. Se trató de un proceso gradual en diferentes lugares pero extremadamente rápido, al punto de que Pablo recoge en “filipenses” un himno de gran reflexión cristológica apenas treinta o cuarenta años después de la muerte de Jesús. ¿Cómo explicar ello? ¿Por qué del reino de Dios anunciado por Jesús se pasó a una Iglesia anunciadora no del reino, sino del propio Jesús en tanto salvador de los hombres y mesías de Dios? La respuesta, en mi opinión, pasa por la cristología; de allí que comparta con ustedes la siguiente entrevista a Xavier Pikasa, ex sacerdote católico, acerca de cuál fue la misión de Jesús para, si bien no convencer a nadie, al menos dar tema de conversación. https://www.youtube.com/watch?v=pl6X2HmvVYo
  15. Diego: ciertamente tienes razón en que hay muchos motivos que pueden llevar a manipular un mensaje. Es interesante tu idea de que el cristianismo pueda ser en realidad un "judaismo 2.0" Si bien no me parece una idea para nada descabellada, no la comparto por la siguiente razón. - El cristianismo es sobre todo una religión que cree en la resurrección de Jesús, "Si Cristo no ha resucitado vana es nuestrfe", dice Pablo en Corintios 1. Esto significa que todos los dogmas (¡todos!) serán ciertos en la misma medida en que sea cierto el hecho de la resurrección. Tan importante es esta verdad cristiana que Pedro (en su discurso de Pentecostés, según Hechos) no menciona explícitamente la divinidad de Jesús, sino que se limita a decir que quien fue crucificado ha sido resucitado por Dios. De esto se desprende que es la fe en la resurrección lo que da origen al cristianismo. Que sea cierta o no, es otro tema, pero lo cierto es que sin que los apóstoles creyesen que Jesús había resucitado no habrían salido a predicar (esto digo que es lo más probable desde un punto de vista histórico) Con todo, admito que el difícil mostrar para un cristiano la relación directa entre el hombre Jesús y el origen de la Iglesia. Pareciera ser que hay un abismo que los separa por las razones que tu dices. A la Iglesia la conocemos, pero Jesús parece irremediablemente perdido en el tiempo Al final, dependerá de la imagen que tengamos de Jesús si creemos o no que la Iglesia sigue sus enseñanzas.
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