buscandome Posted September 20, 2020 Report Share Posted September 20, 2020 CAPÍTULO 30 - NO PEDIR PERDÓN - LO QUE NO ES APROPIADO - Este es el capítulo 30 de un total de 200 –que se irán publicando- que forman parte del libro RELACIONES DE PAREJA: TODO LO QUE NO NOS HAN ENSEÑADO Y CONVIENE SABER. El orgullo siempre ha sido un entrometido en las relaciones de pareja, y cada vez que se presenta pone un abismo entre ambos y les separa un poco más. Así que conociendo su talante, y el resultado aciago de su presencia, conviene estar alerta y vacunados para que cuando se presente sea repelido inmediatamente antes de que produzca su dañino efecto. No debiera aparecer, pero aparece. Su presencia eclipsa el amor, apaga la pasión y enfría los sentimientos. Ese orgullo injusto –e innecesario- que casi todas las personas guardan en su interior, y esa arrogancia errónea del ego que se manifiesta sin necesidad, crean interferencias en la comunicación y, casi sin que uno se dé cuenta, provoca una confrontación donde el origen de la situación acaba siendo olvidado porque se convierte en algo inapreciable ya que, al final, lo único que apetece es defender un orgullo inciertamente lastimado. Orgullo que es mejor reservar para otra cosa y no para lo relacionado con el buen funcionamiento de la relación. A fin de cuentas… ¿Qué es el orgullo? No es más que la defensa vanidosa de un ego que se siente herido pero enarbolada de una forma inadecuada y desmedida. Y es un asunto del ego, de él, no de la persona; es algo en lo que uno, en realidad, no tiene nada que ver. Uno es el amor y el que ama. El ego es el tonto que se ofende por nada. Y uno, y su pareja, acaban siendo los notables perjudicados de un asunto que se hubiera resuelto mucho mejor con una sonrisa y un diálogo cordial que con el enfrentamiento innecesario y perjudicial. Una de las recomendaciones acertadas que se hacen acerca de las relaciones es que nunca hay que dormirse estando enfadado con la pareja. Y es cierto. No hay que permitir que las cosas nimias y las tonterías que se han engrandecido hasta sacarlas de quicio le separen a uno de la persona -también las personas que no son la pareja- a las que realmente ama y realmente son importantes. En cuanto uno de los dos se da cuenta de haber cometido una injusticia o una incorrección, inmediatamente, sin demora, se ha de poner remedio pidiendo comprensión –otros lo llaman perdón- y ofreciendo disculpas, sin permitir que el orgullo –ese ego idiota y resentido - haga acto de presencia y empiece a menoscabar la relación. Y si no se hace así, el otro, la relación, y uno mismo, serán los perjudicados directo. Hay que comprender que la realidad es que uno no está mal con el otro, sino consigo mismo, y poner la culpa o la responsabilidad fuera de sí no es más que una excusa para no querer admitir quién es el verdadero culpable. No cuesta tanto pedir comprensión-perdón, aunque, por supuesto hay que pedirlo sinceramente porque si no es así pierde su esencia. Es cuestión de encargarle el asunto al corazón. Pedir perdón-comprensión, cuando se sabe que se ha de hacer, es una hermosa y clarísima manifestación de amor. Francisco de Sales (Si le interesa ver los capítulos anteriores, están publicados aquí: (Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,89.0.html) Link to comment Share on other sites More sharing options...
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