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CAPÍTULO 72 - LOS IMPULSORES (ANÁLISIS TRANSACCIONAL)


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CAPÍTULO  72 - LOS IMPULSORES (ANÁLISIS TRANSACCIONAL)

 

Este es el capítulo 72 de un total de 82 -que se irán publicando- en los que se explicarán los conocimientos necesarios acerca de TODO LO QUE HAY QUE CONOCER PARA HACER BIEN UN PROCESO DE DESARROLLO PERSONAL Y ESPIRITUAL.

 

 

 

En el capítulo anterior hice referencia a la importancia del Análisis Transaccional en mi vida y mi Desarrollo Personal.

Hay muchas más cosas interesantes en el AT además de los mandatos, los impulsores y los estados del yo, que es lo que he tratado en estos capítulos.

Si al final de la lectura has confirmado la importancia del AT, te recomiendo que busques información y profundices en ello.

 

 

LOS IMPULSORES

 

Determinan el modo y manera de actuar de cada persona, el modo de enfrentarse a la vida, la forma de afrontar, el arranque inicial.

No siempre son negativos. Si somos capaces de descubrirlos y conocerlos podremos manejarlos bien y usarlos a nuestro favor. Y pueden sernos útiles.

Oficialmente son cinco, aunque posteriormente otros psicólogos han querido añadir otros como “disfruta” o “ten cuidado”.

 

Al estilo de los mandatos, también son una especie de órdenes internas inconscientes que nos dicen cómo va a ser nuestro impulso inicial de actuación. Cuando actuamos según como los tenemos interiorizados parece que nos quedamos bien, porque creemos que “somos así y es nuestro modo normal”, pero, en el fondo, obedecerlos generalmente sólo produce insatisfacción.

 

 

Si hacemos un test comprobaremos que todos tenemos algo de cada uno de ellos, aunque en cada persona variarán los porcentajes. Aquí tienes un test:

https://voluntaris.cat/wp-content/uploads/los-impulsores-de-la-personalidad.pdf

 

 

 

SÉ PERFECTO

 

“Si busca usted la perfección, nunca estará contento”.

 

“Perfeccionismo: tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo

sin decidirse a considerarlo acabado”. 

(Diccionario de la Lengua Española, 1992)

 

 

Tal vez durante la infancia les exigieron que hubiera un orden meticuloso en su habitación, que no se equivocasen nunca, que sacaran buenas notas, o les repetían “hazlo bien” o “lo puedes hacer mejor”.

Ser perfeccionista –y más si uno es obsesivo con la perfección- es un error. Requiere un esfuerzo que casi nunca compensa con el resultado, porque nunca se van a sentir satisfechos. A ello le acompaña siempre una trama de pensamientos adicionales que deterioran la salud mental y emocional.

El resultado puede ser la procrastinación –diferir, aplazar las cosas-. No se inician o afrontan las cosas pendientes por el temor a no ser capaz de alcanzar el nivel de perfección que el impulsor impone. Saben que no alcanzar la perfección absoluta –en muchas ocasiones imposible de lograr- les va a hacer caer en un pozo de frustración del que les costará recuperarse y del que además saldrán con heridas.

Sufren, porque es imposible que todo salga perfecto y porque, además, hay muchas cosas que no dependen de uno mismo y los otros “no son tan perfectos como tienen que ser”, en su opinión. Sufrimiento garantizado.

Es mejor ser capaz de poner un límite a esa búsqueda y saber cuándo parar, cuándo conformarse, o sea… cuándo dejar de hacerse daño.

Emplean demasiado tiempo en hacer las cosas, incluso llegan a no hacerlas por lo que se denomina “la parálisis del análisis”.

Es mejor conformarse con el 9,50 y estar relajado y en paz que sacrificarse por obtener un 10 que nadie va a apreciar. Ni siquiera uno mismo.

 

 

 

 

SÉ FUERTE

 

“Llorar es de débiles”, “no digas que no puedes”, “hazlo aunque te duela”… así son las palabras y esas mismas son las órdenes no verbales que reciben algunos niños, que acabarán manifestándose en la vida desde este impulsor.

Acabarán aislándose, porque les cuesta pedir ayuda (¡eso sería mostrar debilidad!) y acaban queriendo hacerlo todo solos.

Ocultan sus emociones y sentimientos, porque en su opinión errada eso son “debilidades”, y les cuesta mostrarlas así como también les cuesta mostrar el miedo, la ternura, y la tristeza.

 

 

COMPLACE

 

Las personas marcadas por un COMPLACE están destinadas a sufrir.

Su impulsor les empuja a querer complacer a todos… menos a sí mismos.

Los otros –y que se sientan bien- se convierten en una prioridad.

Generalmente son personas con una infancia sin amor, que arrastran sentimientos de abandono o de no importar a nadie, que tienen una mala autoestima y necesitan –como sea y a cualquier precio- importarles a alguien, porque tienen que alimentar su necesidad de amor con las sonrisas de agradecimiento de los otros, de que les digan “eres muy buena persona” o “eres muy amable” y que les den las gracias, ya que por sí mismos no son capaces de amarse.

De ese modo se sienten reconocidos y que tienen un lugar en el mundo, porque por sí mismos no son capaces de tener ese sentimiento. No se aman.

Y cuando alguien les hace un poco de caso les ensalza de algún modo y es muy posible que creen una relación de sumisión o de apego con esa persona.

Tienen muchas posibilidades de acabar en relaciones de dependencia que pueden convertirse también en tóxicas, porque si encuentran una persona que les presta atención, que les hace un poco de caso, creen que esa persona le va a dar todo lo que necesitan y no querrán perderla por nada del mundo. Incluso cuando esa persona ya no les quiera, se auto-engañarán con justificaciones para seguir con él o ella.

 

Se esfuerzan demasiado por agradar y ayudar a los otros. Tras la aparente generosidad es muy posible que lo que esté haciendo en realidad es “comprando” a los otros. “Hago esto por ti para que tú me ensalces o agradezcas”, esta es la motivación inconsciente que le mueve.

El problema es que los otros, generalmente, no son agradecidos y cuando el COMPLACE no recibe lo que espera recibir piensa que no se ha esforzado lo suficiente en complacer y que tendrá que esforzarse más, con lo cual entrará en una espiral auto-agresiva de la que no podrá salir.

 

Evita las discusiones, no desea enfadar a los otros, ni que se disgusten, porque sólo le sirve la armonía y si es debida a su intervención, mejor.

 

 

 

DATE PRISA

 

Parece que les domina la idea de que el tiempo es oro y no se puede desperdiciar. Todo tiene que ser rápido… aunque no sea bueno, lo que les lleva a cometer más errores de los que desearían y, al final, perder más tiempo del que esperaban ganar con su prisa.

El ir tan rápido por las cosas consigue que no se fije en ellas, que no las disfrute con plenitud.

Les cuesta quedarse quietos.

 

 

 

INTÉNTALO… pero no lo consigas.

 

Es curioso, pero es así: tras la aparente buena intención de intentar hacer algo subyace escondida una orden que boicotea la intención. El impulsor no solamente le dice que lo intente –con lo cual ya le da permiso para que no lo haga bien y tenga la auto-justificación de “lo intenté”- sino que, además, le dice expresamente “pero no lo consigas”.

 

Sienten que tienen que intentarlo, pero generalmente les falta el resto de elementos necesarios para conseguir que el deseo se convierta en realidad.

A menudo sus propósitos son irrealizables del todo, no planifican bien, no tienen los objetivos claros o usa métodos que no son efectivos. No lo saben, pero se están boicoteando.

Empiezan cosas que no terminan, se les va la fuerza por la boca.

Sus esfuerzos son inútiles. Hacen que todo parezca más difícil de lo que realmente es… para no poder conseguirlo.

 

 

 

 

Si te interesa una buena y completa información sobre el tema:


http://sorkari.com/pdf/ImpulsoresTKahler.pdf

 

 

Francisco de Sales

 

 

Si le interesa ver los capítulos anteriores están publicados aquí:

(Palabra Censurada, está prohibido el SPAM)index.php/board,88.0.html

 

1 a LOS IMPULSORES.jpg

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