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Ultima Etapa 2º Concurso de Literatura Erótica Chilecomparte


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Comienza la Ultima etapa de votaciones, las reglas son las siguientes:

1.- De entre los 3 relatos mas votados en la primera etapa, se elegirá primer, segundo y tercer lugar segun cantidad de votos obtenidos.

2.- Se acepta un solo voto por usuario

3.- Esta ultima etapa terminara el día 8 de abril del 2013

4.- Solo pueden votar usuarios registrados hasta el 17 de Diciembre de 2012

¿Los premios?


Acá si que van a quedar contentos. Los premios son otorgados por URIX SexShop

1º Lugar $ 40.000 en Premios de Nuestro auspiciador + Cambio de Nick+ Cambio de título + 500 post

2º Lugar $ 25.000 en Premios de Nuestro auspiciador + Cambio de título + 300 post

3º Lugar $ 10.000 en Premios de Nuestro auspiciador + 100 post

 

 

 

Relato:

La Remembranza

Autor:

Helerus

 

 

 

En esencia, ese día había sido tranquilo: la lluvia amainando y el viento silbando, lejano, las copiosas leyendas ineludibles del pasado. Las postreras miradas hacia el infinito de mi habitación completaban la lúgubre escena de no tenerla de nuevo en mis brazos, mientras la calma reemplazaba lentamente el júbilo indecoroso de su cuerpo encendido.

 

Todo partió, como si no, con un vaso de licor dulce, de cuyo nombre no quiero acordarme, mientras soterradamente miraba de soslayo las curvas de aquel ser. Ya había pasado mi juventud llorando por princesas y castillos y también había caído, cual gladiador vencido, en las fauces indómitas de las palabras finales. Llantos y alcohol eran mis compañeros predilectos, y los golpes de la vida me llevaron a un antro de aquellos escondidos en Santiago, con ánimo de nada, solo un sorbo del elixir sagrado y entretener la vista con las nacidas bajo el signo del placer carnal en aquel bar.

 

Tímido, sorteaba los prejuicios del incauto con mi mirada seria y taciturna, pero esas curvas, aquella voz, los vaivenes de sus gustos y su locura por lo experimental me llevó a tomar conciencia de aquel espectro que tomaba forma avanzando las horas. Pensé que las burbujas me estaban llegando al cerebro, pero hacía 15 minutos que no le posaba mis labios, solo los mordía escuchándola a ella. No cabía duda, pasé por encima de mi timidez y osé dirigir la conversación hacia derroteros más oscuros. Maquiavelo hubiera estado orgulloso de mis actos, sin traspiés, para alcanzar sus hermosos labios.

 

Otrora la ninfa había aparecido en mi vida, pero por los derroteros de la vida nunca nos encontramos frente a frente, ni mucho menos en una condición tan propicia para el placer como un asiento contiguo y oscuridad además de, naturalmente, unos grados más arriba de la sobriedad.

 

La encontré deliciosa bajo esa polera apretada que le llegaba un poco más abajo de su cintura, sus enormes pechos enclaustrados, para finalizar con unos blue jeans de infarto, lo cual no opacaba su mirada felina, disimulada levemente con sus lentes de secretaria española. Era la sexualidad hecha mujer, circunvalando mi espacio íntimo, intuyendo la nula proxemia de nuestros cuerpos, cual imanes.

No logramos acercarnos más, ya que un amigo quería cambiar la sintonía del lugar a un bar más afable, por lo que al pagar la cuenta avanzamos guiados por las luces de neón hasta llegar al siguiente paraje. Las vueltas de la vida hacían que mi destino sonriera, y tras ellas iba yo subiendo las escaleras al segundo piso del nuevo local.

 

No pude más y en mi torpeza, al subir y ver su trasero, le pego una nalgada traviesa, apresurándole el paso. “Es mi fin”, me dije, tras entender en medio segundo que aquello en mi contexto era prohibido, pero una risa coqueta me hizo volver en sí, y una mirada bastó para entender que quería seguir el juego.

Me sentía como un amante prohibido sin nada que perder, dos coloquios en un poema íntimo bajo la luna, pero no me atrevía a robarle un simple beso. Seguía con mis temores infundados, las gotas de sudor en la espalda y la garganta seca de tanto conversar y no tomar cerveza.

 

Ella, con su intuición, captó el mensaje de mi vacilación, y en un pestañeo siento unos labios carnosos en mis labios, mientras su lengua mojada atravesaba mi boca para intercambiar secretos húmedos e inconexos con la mía. Un sentimiento sublime acariciar esa máquina perfecta, y no podía esperar tener esos labios en mi miembro, con su larga lengua dirigiendo la orquesta.

 

Tomados de la mano como dos cómplices en la noche, vimos los arrebatos del tiempo a nuestro rededor sin tomar partido, y sabíamos en nuestros cuerpos que esa noche no iba a ser una noche fría, como la que vivimos saliendo del local tras despedirnos de nuestros amigos, que nos silbaban después a lo lejos, sentenciando el comienzo de nuestra noche.

 

El trayecto en taxi fue lento, pero nuestras caricias bajo nuestras ropas lo aplaudían. Sus pechos coronados con un collar celta avivaron mis ganas de lamerlas allí mismo, pero me controlé, no quería mostrar ese lado todavía, pero ella me tenía una sorpresa: con una técnica sacada de la más escondida cueva del Himalaya toma mi pene erecto, y haciéndose la dormida bajo mi capa empieza a lamer su punta en círculos, mientras con su otra mano empieza a masturbar su clítoris. Era una obra de arte en vida ver como después chupaba y lamía mis testículos de manera casi imperceptible para el taxista, y tratando de controlar mis gestos aquella mujer se divertía con su propia fiesta personal, para finalizar con un bostezo, tragando completamente mi falo y escuchándose ruidos guturales, recordando a un sado obligando a su esclava a tragarlo completo, con llantos de goce incluidos. Ahogué un suspiro y ella paró, revelando su rostro tranquilo y su mirada penetrante, capaz de ver mis más sórdidas fantasías, conduciéndome cada vez más adentro dentro del círculo de los nibelungos.

 

En aquel momento el taxista paró, señalando el precio con rostro impávido, acostumbrado a la fauna nocturna, dejándonos a unos pasos de mi cama. En dos chasquidos y dos giros de llave llegamos a mis aposentos, yo con ánimos de acabar rápido mi tormento sexual, y ella con calma inusitada se dirige a mi baño para “empolvarse la nariz”. Esperé 5 minutos, eternos. Estaba extasiado mientras escuchaba como ella al otro lado del seguro tarareaba una canción, casi monótona cual ritmo hindú, alimentando mis chakras. Sacudí mi cabeza alejando el hipnótico himno, cuando veo que abre la puerta con un soplido: Hela allí, con un traje de encaje rojo, el pelo liso rojo brillante, tetas apretadas y culo parado, blanca como la nieve, ardiente como ella sola, “como me la recetó el doctor” como diría un colega.

 

Sin dar tregua a mi imaginación, veo que en la base de su traje asoma una cola larga y negra de fantasía, y sin más darme cuenta de ese detalle, se coloca en 4 patas y empieza a acercase sexymente a la base de mi cama. “Esta gata tiene hambre, quiere su leche…” dijo ella, y sin mediar discurso me empieza a dar la mamada más maravillosa que he sentido: giros, volteretas, cambios bruscos y delicados, sacó lo mejor de su arsenal oral. Le gustaba aquello, y con mayor placer me mamaba el pene mientras me miraba. Bajó nuevamente a mis testículos mientras me masturbaba con una mano: una experta ante mis ojos, el amor de mi vida sexual ha llegado. Su saliva brotaba de sus labios, y atisbé una delicada curva en su espalda, deseando con aquel gesto mi falo en su vagina.

 

No le di el placer, quería saciar mi maldad agarrándola con fuerza y control su cabellera roja y diciéndole al oído “¡tírate a la cama, perra!”. Aquello la encendió aún más, había encontrado a mi otro yo, aquel que pudiera estar en contacto con mi calentura incontrolable. Lamí su clítoris, bañada en sus relajantes jugos íntimos. No me engañaba: se había masturbado, y en un dejo la agarré de las piernas y las alcé hacia atrás, dejándome entrever su ano ensortijado con mi saliva que caía desde el monte. Enjugué mi dedo y suavemente empecé a excitar ese camino prohibido, mientras alternativamente jugaba con su clítoris y su vagina. Solo placer se oían en sus labios, y un pequeño chorro transparente cayó en mi mano. “Te fuiste sin avisar” le dije suavemente con mi mirada más pícara, mientras ella mentía una mirada de placer culpable, dejando entrever que quería ser castigada.

 

“Métemela, solo quiero tu pene dentro de mí, ¡Castígame!”, tras lo cual accedí gustoso. Ese placer indómito de sentir una vagina apretada pero jugosa alrededor de mi pene es impagable, y los gritos de gozo de mi compañera sexual solo me daban más energías. Estaba mentalizado, no quería irme todavía, y sin parar metí dos dedos en su ano, y entraban fácilmente en su orificio.

 

No pregunté, solamente ensalivé mi pene y suavemente se lo metí en su ano. Era húmeda como su vagina, y aún más apretada. Gritó en un momento de dolor, tras lo cual paré, pero ella, con su energía sexual, empezó sola a moverse suavemente, mirándome a los ojos, rogándome que la hiciera sentir la más puta. La tomé de las caderas y el rítmico vaivén del sonido de su ano, cada vez más rápido, hizo que nuevamente se fuera… Y quería aún más, por lo que seguí metiéndosela. Lacónicamente miraba su espalda, luego sus muslos y luego su trasero, deleitándome con sus gritos, agarrándole los pechos, haciéndome libre de sentir mis impulsos más bajos. Ella ya no podía más, y yo estaba agotadísimo de resistir tantos embates de su cuerpo, pero nuestras mentes eran de fuego, y tras el cansancio vinieron nuevas energías, y nuestros tigres internos hicieron de las suyas: sacó mi pene y saltó enérgicamente encima de mí, metiéndolo en su vagina nuevamente y saltando con frenesí mientras gemía en el oído. No pude más y la agarré de los brazos y la tiré contra la pared, para penetrarla con fuerza. Era un forcejeo constante de quien llevaba el control, y no quería perder. Ella llevaba la fuerza de su cuerpo, pero quise finalmente triunfar: la agarré con fuerza, la sometí a mi pene, y eyaculé como nunca sobre su cara y sus tetas mientras ella se iba por el placer de tenerla finalmente como ella quería: mi esclava sexual.

 

Termino de escribir esto y aparece ella en el dintel de mi puerta, serena. Mis penas se van, la lluvia termina, y el sol aparece orquestando la más bella melodía mientras nuestros cuerpos se funden y nuestros labios se pierden en el todo.

 

 

Relato:

Reconciliación

Autora:

Clo

 

 

 

 

La cosa no iba muy distinto a lo acostumbrado, una cena simple, los dos juntos en nuestra casa que nos ha acompañado durante año y medio, sin hijos porque no nos tinca mucho la idea de ser padres, y con mucho amor, siempre tiernos, no faltaba que llegara con un pastel para mí, con sushi o una pizza, solo por regalonearme, una pareja común que se ama mucho como desde el primer día.

Pero ese día discutimos, no recuerdo que razón nos llevó a eso, pero discutimos, esas discusiones que comienzan con algo realmente estúpido, pero no te das cuenta como crece y se convierte en una batalla campal. Subían y subían de tono las palabras, sacando nuestro lenguaje más coprolálico, hasta que mi vista se detuvo en su pantalón, revisando como esa discusión había erectado su pene hasta notarse con ansias incontrolables de salir del pantalón que le apresaba. Él noto mi vista desviada en su gran miembro desesperado y me tomó con violencia del cabello para tirarme contra la mesa dejándome a cuatro patas con mi trasero apuntando hacia su pene.

-¿se puede saber que estás mirando, perra? – Me dijo con tal violencia que sentía que mi vagina automáticamente se humedecía con sus palabras. – Cuando yo hablo me escuchas, puta! – Sentenciaba mientras me dejaba expuesta ante el sosteniendo mi pelo. Noté que me excitaba la manera en la que me trataba. Y sin siquiera decirme una palabra levantó mi vestido y bajó con fuerza mi calzón. No me penetró, se dedicó a con una mano masturbar mi clítoris mientras con la otra sostenía mi espalda con fuerza contra la mesa con el fin de no dejar que me levantara. Sentía como se humedecía mi vagina mucho más que con cualquier palabra bonita, el gesto violento la dilataba y la hacía desear cada segundo con mayor fuerza el ser penetrada, y él lo adivinaba bien, por la misma razón no me daría ese placer.

Antes que siquiera yo me atreviese a sugerírselo me tomó fuertemente de las muñecas con una mano, mientras que con la otra tomaba un cable que se encontraba en la mesa, sin siquiera advertirlo ya me encontraba amarrada de manos y sostenida de un gancho en la pared, con los brazos en alto e imposibilitada de movimientos. Teniéndome de frente y yo sin poder hacer nada para zafarme (aunque en realidad no quería hacerlo) abrió la parte superior de mi vestido para dejar mis pechos al aire, lamía mis pezones mientras masturbaba con fuerza mi clítoris, y yo jadeaba de placer. Era más excitante que cualquier acto tierno en la cama, pero era tan intenso que sentía que me orinaría. Me fui en un orgasmo exquisito, pero no frenó sino que siguió masturbándome con ganas mientras lamía mi cuello, mis pechos, mi estómago y cada parte de mi cuerpo.

Quise gritarle que parara, pero el al ver cuáles eran mis intenciones me amordazó para ocultar mis gritos, acto seguido me dio vuelta dejando mi culo ante él. Con mis manos en alto le hacía gestos para que parara pero no lo hizo, abandonó la habitación por unos minutos y volvió con uno de mis vibradores, y antes de poder decir algo sentí como lo introducía en mi vagina. Me retorcí de placer, tanto por la penetración que me daba con el objeto, así como por el placer de sentir todo esto que estaba viviendo, experimentaba algo que no había vivido nunca, y que ni siquiera sabía que era mi mayor fantasía.

Luego, y sin esperarlo, note que se frotaba contra mi ano, y el cual noté que sin imaginarlo estaba totalmente dilatado esperando la penetración. Muy pronto me introdujo el pene lentamente dentro de mi ano al mismo tiempo que me seguía penetrando vigorosamente la vagina con el vibrador. Eran tantas las sensaciones que sentía que me orinaría, ahogaba mis gritos entre las mordazas y a la vez sentía que era lo más excitante que me había pasado. Me penetró cada vez con más y más fuerza que la sensación de que me orinaría era cada vez más y más fuerte, luego sentí como un chorro salía disparado de mí al mismo momento en que sentía como se eyectaba el semen dentro de mi ano. Habíamos terminado y había logrado una fuerte eyaculación que me dejó muerta. Entonces él me tomó con dulzura, me quitó las ataduras, la mordaza, y luego me abrazó y se recostó junto a mí en el sofá. Me besaba con dulzura y me acariciaba mientras yo intentaba recuperar el aliento.

Ese día descubrimos la mejor forma de hacer el amor, y hoy por hoy, cuando las cosas se ponen tensas, sabemos cómo solucionar nuestros problemas, convirtiéndome yo en su perra, y él en mi amo.

 

 

 

Relato:

La Junta

Autor:

Dulce_Zahira

 

 

 

Habíamos organizado una junta de amigos cibernéticos, era primera vez que nos veíamos todos cara, así que decidimos juntarnos en una estación de metro , más o menos central para todos, como organizadora del evento, obviamente llegue primero, y espere a que apareciera alguno de los integrantes, rápidamente llego Nahuel, siempre me había atraído su forma de ser y por supuesto él como hombre, mientras esperábamos que llegaran todos, conversamos un poco de la vida y yo en mi mente ya iba maquinando algún plan, para hacerlo mío,

Llegaron todos los convocados, y recorrimos distintos bares de la ciudad, de a poco fueron despidiendo, conforme avanzaba la noche, ya cuando quedábamos unos 6, un amigo, Luis, nos dijo que nos fuéramos a su departamento a rematar la fiesta, seguimos un rato más en la fiesta, risas y tragos por aquí y por allá, hasta uno de los integrantes pidió la cama para irse a dormir, Luis le indico donde estaba y nosotros seguimos con la fiesta, por supuesto Nahuel y yo estábamos muy juntos y las bromas iban subiendo cada vez mas de tono, casi llegando a la madrugada yo tenía sueño y el igual, pero la única cama del departamento estaba ocupada, igual decidí ir a dormir allá, y Nahuel como buen caballero, me ofreció acompañarme para que el otro hombre que estaba allá, no me hiciera nada… conversamos un rato y nos acomodamos para dormir, dormí como 10 minutos cuando empiezo a sentir que me empiezan a acariciar la espalda, el pelo, las piernas, pero como ya estaba un poco tomada, con sueño y la verdad me atraía , preferí hacerme la dormida, luego empezó a subirme la polera, y prosiguió acariciándome, yo estaba cada vez mas excitada, pero continué con mi plan, hacerme la dormida, igual el morbo que me provocaba que los demás estuvieran fuera de la pieza, y que nuestro otro amigo estuviera acostado al lado de nosotros, hacia la situación mucho más candente, y bueno me empezó a besar, al principio me resistí, supuestamente estaba dormida, y supongo que como creyó que estaba dormida, tomo valor y empezó con su mano a bajar mi pantalón y rozarme el clítoris, a esas alturas yo ya estaba húmeda totalmente, la verdad me atraía y me calentaba más de lo que era capaz de asumir, y empecé a gemir, despacio, para no despertar al chico de al lado, nos seguimos besando y acariciándonos hasta ya no poder, y no aguante mas, le pedí que me penetrara, que yo no aguantaba más, lo hizo, y fue exquisito, dentro de lo que podíamos hacer en una cama tan pequeña y con otra persona al lado….me entregue como nunca me había entregado, sus besos, sus labios húmedos, sus manos tocando lasciva y ansiosamente mi cuerpo, como me apretaba los senos y pasaba su lengua en mis pezones, tuve un orgasmo, pero fuerte y duradero, supo cómo hacerme llegar sin necesidad de ser violento, que es como a mi gusta el sexo… luego de eso nos acomodamos, nos arreglamos y nos fuimos a nuestras casas…

No lo volví a ver, pero si siempre en las noches de soledad, lo recuerdo con mucho cariño

 

 

 

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ya expliqué el por que de mi voto en el tema anterior aunque este haya estado fuera de plazo, igual no deja de estar complicado.

 

por no poder votar por los tres me quedo con Clo!

 

pd: espero que quienes voten esta vez si den sus razones refiriéndose a cada cuento, muestren respeto por los participantes.

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Voto por Helerus, y ya que estan pidiendo los por ques, digo que me gusta su forma de escribir, en como se hace participe al lector de cada punto de la historia, sin dar saltos, sino adentrandolo en cada gesto, acto, situacion, etc.

 

:)

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Concurso cerrado



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