webiron Posted October 30, 2011 Report Share Posted October 30, 2011 [PDF | DOC | Español | 5.77 MB] Aun tan enferma como para guardar cama, de estar poseída de una voluntad más débil, Rosa Sayer estaba levantada, porque advertía que el estado de salud de su hermano, el Reverendo Samuel Sayer, era infinitamente peor que el suyo. La debilidad del religioso era alarmante. Al hincarse de rodillas para rezar la oración de la tarde se dejó caer como en un repentino colapso, y sus manos, que ahora alzaba al cielo, temblaban agitadamente. Rosa, en el instante en que entornaba devotamente los ojos, reparó en cuan delgadas y transparentes eran aquellas manos, y cómo los huesos de las muñecas mostraban su contorno esquelético. El calor húmedo de la selva africana parecía intensificarse al caer de la noche, que iba envolviendo a los dos hermanos, absortos en sus plegarias. Las manos suplicantes de Rosa estaban empapadas de sudor, y sentía que al arrodillarse le corrían regueros por debajo de sus ropas, yendo a formar pequeños charcos detrás de sus rodillas dobladas. Fue esta sensación la que le ayudó a reconciliar en este su acercarse a la madurez de edad, su conciencia con la ausencia del corsé, una prenda sin la cual, así le habían enseñado, ninguna mujer debía aparecer en público después de los catorce años. Link de Descarga+ http://megavelink.com/11102817:-) Link to comment Share on other sites More sharing options...
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