Lirium Posted March 3, 2011 Report Share Posted March 3, 2011 Conjeturas de la muerte de un genio Por Lirio Corría por las calles un rumor silencioso, solo aplacado por los zapatos gastados de un chiquillo de la plazoleta del frente. Mientras a lo lejos el sollozo de infinitas voces se mezclaba con la fina quietud del mar. En el momento no entendía lo que pasaba, nunca fuí muy bueno para adivinar lo que intentaba hablarme esa brisa que pasaba por los rincones de mis recuerdos y que muchas veces entraba con audacia y arrogancia sin ser invitada. Solo atinaba a mirar por el espejo, aquella sombra que ocultaba el siniestro episodio. Rodeado de terribles sentimientos me dejé llevar por el insaciable pasar del tiempo, y procuré resguardarme de esa máscara. Traté de caminar por las angostas calles de este pueblo aislado, investigar e indagar las conversaciones de cada individuo, de cada anciano, de cada niño, hasta de los locos y sus tonterías, y me encontré con una pista, “el buscado”, ya que no se podía llamar de otra forma, tenía un cierto aprecio por las antigüedades del medio evo, un gusto muy poco común en esta época llena de utensilios tan modernos y poderosos que llegan a asustar incluso a sus creadores. Mas, sentía que esta curiosa fascinación por ellos era privilegio de unos pocos genios y correspondía que yo también los apreciara. Busqué mas palabras, las recogía a la vez que caían. Estuve en este encuentro mas de un día, observando el rocío y la frialdad de los pequeños seres del amanecer, el despertar de otros como el fin de algunos. Encontré un argumento de vital importancia pero no sabía si encajaba en mis conjeturas. A pesar de todo y de todos lo admití y creo que hice bien ya que me llevó directamente a la torre, el lugar donde yacía el cuerpo del infortunado. Era demasiado oscuro y muy grande, fúnebre, semejante a una mansión que tuve y la perdí por la mala vida. Me inspiraba algo de temor, pero que mas da, todo me infunde temor, hasta las situaciones más alegres, por tanto mas inestables. La espléndida torre con su terrible secreto era el mudo testigo del delito. Antiguamente era la extensión de una catedral bellamente edificada, digna del Todopoderoso, construida por el siglo XIII aproximadamente y que luego la restauraron por estar agrietada en varias zonas, fruto de muchas guerras pasadas. Con el correr del tiempo fue quedando menos de la escultural catedral, hasta hoy, que solo se mantiene la torre unida a la mansión en la que vivía el hombre-genio. Era el último lugar en el cual se habría realizado un asesinato, pero sucedió ahí. Al parecer el asesino deseaba que el alma del difunto descansara en un lugar que anteriormente fue santo. Debía relacionar los conceptos, pero tampoco fui muy bueno para vincular las cosas, solo sabía que faltaba algo mas. Los encargados de averiguarlo no conocían aún al hechor de estos acontecimientos, menos yo, pero para mí era un desafío. Desde pequeño soñé con este momento, observaba detenidamente las situaciones del día, las caras de las personas y sus actitudes animalescas que raramente mostraban y que eran una confirmación del instinto primitivo que les quedaba. No pretendía que yo fuera anormal pero siempre dejaba en claro que yo no tenía esa parte primitiva, esto era como aceptar ser igual que un animal. Intentaba llegar al fondo de todo esto, ya que era la única mente objetiva. Los ancianos, hombres, mujeres y niños se habían contagiado con los supuestos, se mantenían a breve distancia por temor a pasarles lo mismo. Que podía hacer sino seguir con mis investigaciones y seguí pese a sus consejos. Mientras ahogaba mis pasiones en las investigaciones que realizaba, sentía que me acercaba cada vez mas a la tragedia que había consumido la exigente y profunda vida de ese misterioso personaje. Su corta existencia competía, sin embargo, con un amplio sentido de la inteligencia, generosidad y conocimiento que rebasaba lo normal. Muchos lo llamaban “genio”, incluso pedían su opinión y casi siempre acertaba. Admiraban a ese hombre pero también le temían por ser distinto a ellos, trataban de llegar a él pero su eterno claustro en aquella magnífica torre eran el impedimento de conectarse intensamente con la vida mundana del exterior y con su típica gente, el pueblo. Su rica biblioteca lo interiorizaba día y noche sobre variados capítulos del hombre y del mundo, de la luz como también de la oscuridad, de la tierra y el cielo. Recorría mi mente y encontré que emergía del interior un signo humano de bajo calibre, la envidia. Sentía un resto de envidia por este hombre, no de lo material, como todos piensan, sino por algo más profundo, su espíritu. Grandioso y perpetuo, intangible, inhumano, sabedor de todo lo reconocible y de lo oculto. Su increíble pensamiento lo estimulaba a conciliar la verdad de cada minuto, la verdad de todos los seres, esa que no alcanzaba la de Dios pero si sobrepasaba la del hombre. Insistía en esa dicotomía de admirar y a la vez envidiar a esa persona, que un día lo visité sin advertir el paisaje que ya observaban mis ojos pero que no impedía que mis pasos se introdujeran en ese desconocido camino de raras formas y maravillosa estructura. Anduve por inalterables pasadizos de enormes murallas, en las paredes yacían colgados recuerdos que evocaban las guerras cruzadas, espadas tan gruesas como las tablas que ocupaban los vecinos para hacer los cercos, banderas que en sus lienzos representaban leones, águilas y la tan famosa flor de lis. Era claro, este señor era un gran coleccionista del pasado y yo quería entrar en su mundo, pero al llegar a la factuosa biblioteca me sorprendió el hecho de no encontrar a nadie. Volví al principio y encaminé mis pasos al dulce hogar. Esa fue la primera vez que había entrado a la gran fortaleza ¿y la segunda?. Lamentablemente conocí al genio en esas circunstancias, de aquella cruel manera y dentro de la extraña torre. El asesino seguro lo conocía muy bien y amante de elementos medievales. Todavía no tengo claro si fue una mujer o un hombre, pero ambos poseen excelentes condiciones para haber perpetrado el hecho. La mujer tiene los encantos para haberlo seducido y el hombre la fuerza para matarlo. Quizás fue una pareja. Necesito investigar mas. Me di cuenta que mi destino era superior, he improvisé un plan con el cual traté de salir del paso. La idea era lograr la cumbre del éxito como investigador. Que mejor investigador que yo que presencié la ocasión. Todavía me hago demasiadas preguntas y no he esclarecido nada importante. Esto puede ir en contra de mi codiciado éxito. Creo que inventar una historia mas creíble me tomará tiempo ya que no soy muy bueno para esto. Nunca lo he sido. Desde pequeño traté de ser escritor, pero mi escasa imaginación no me lo permitía. Siempre estaba limitado por la gente, me atemorizaban todas las situaciones cotidianas, me aislaba de los grupos porque me daban terror. Quería ser un genio pero no lo permitieron. Me acostumbré tanto a la idea que no acepté mas genio que yo, porque yo sí era un genio aunque dijeran lo contrario. Transmuté en un loco (para guardar las apariencias), mejor dicho en un genio-loco (aquellas palabras sonaban mejor) como el habitante de la torre. Pero con la diferencia que él era un gran genio y yo solo un.. Solo me preguntaban una cosa, ya cuando el alba dió a conocer el derecho de la verdad a salir de su escondite. Y deseé no pensar en ello, había prometido no hablar sobre las investigaciones e indagaciones que había hecho fuera de la ley. Pero las palabras se plasmaron en mi mente, día y noche pensaba en ellas. En la inmensa incomprensión que tenía la gente hacia mi persona, pensaba en la pregunta que me habían hecho, incluso sentía que mi interior la expresaba con la clara intención de involucrarme en esta pesadilla. Evitaba por todos los medios recordarla, hasta que me hice la terrible pregunta: Si admiraba tanto su espíritu ¿por qué tomé la daga y lo maté? Link to comment Share on other sites More sharing options...
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